Thursday, September 30, 2010

No hay amor para los musulmanes, a menos que sean palestinos - Benny Morris - Haaretz



Christopher Hitchens, uno de los periodistas más importantes en el mundo de habla inglesa (columnista de Vanity Fair, colaborador como editor en el The Atlántic), posee dos mentes en lo que se refiere al mundo árabe islámico. O, más bien, para él ese espacio (social, religioso, político, cultural, etcétera) es divisible en dos: los palestinos y todos los demás, o sea, "el resto".

Acerca de "ese resto", las cosas están bastante claras (como parece desprenderse en su libro recién publicado, "Hitch-22: A Memoir): Es un mundo plagado de corrupción, de violencia y de autocracia brutal, que poco a poco cae en las garras de un nihilista o medieval islamismo que cuestiona todos los valores fundamentales de Occidente: el liberalismo, la democracia, la tolerancia y la igualdad de derechos para las mujeres, la homosexualidad y las minorías étnicas.

Hitchens rompió las filas de sus colegas de izquierda (con los cuales había escrito durante mucho tiempo en el británico y semanal New Statesman, y, más tarde, en el semanal americano The Nation) y se hizo famoso por su apoyo a las guerras del Golfo: de 1991 y 2003.

Hitchens ha condenado a los árabes sudaneses por el asesinato de sus hermanos cristianos y animistas en el sur de Sudán y en Darfur, y a los árabes iraquíes (y a los turcos musulmanes) por la matanza y la opresión de los kurdos.

De hecho, ha escrito libros sobre la lucha por la independencia kurda y con respecto a Chipre ha sido muy crítico con la invasión turca de 1974 y con la limpieza étnica del tercio norte de la isla.

Más recientemente, Hitchens ha expresado su simpatía por un posible ataque israelí contra las instalaciones nucleares iraníes (definiéndolo como un acto de legítima defensa).

Sin embargo, todavía tiene un punto débil y ciego por los palestinos, los cuales aparentemente no pueden hacer nada malo o equivocado (y así su visión resullta similar a la actitud de los izquierdistas occidentales hacia los republicanos españoles durante la Guerra Civil española de 1936-39, a pesar de sus ocasionales masacres de católicos, las pugnas internas entre los comunistas y los partidarios de los anarquistas y del POUM, etcétera).

En "Hitch-22", Hitchens cita con aprobación (y la extiende) una metáfora acuñada (creo) por Jeffrey Goldberg, un corresponsal de The Atlantic: la historia cuenta lo siguiente, un hombre (un sionista judío), para salvarse, salta de un edificio en llamas (la Europa antisemita del Holocausto) y aterriza en un transeunte inocente (un palestino), aplastándolo. A lo que añade Hitchens: "y el hombre cae en las tierras de Palestina una y otra vez" (la conquista de Cisjordania y Gaza, la represión de las Intifadas, la construcción de asentamientos en los territorios, etc).

Pero la metáfora es falsa, y requiere una amplificación para ajustarse a los hechos de la historia. De hecho, cuando el hombre que ha debido saltar se acerca al suelo (o al pavimento) le ofrece al transeúnte (palestino) un compromiso: vamos a compartir el suelo o la tierra, algo para ustedes y algo para mí. El transeúnte le responde con un firme "no", e intenta, una y otra vez (1920, 1921, los pogromos de 1929, la revuelta árabe de 1936-39 y la Guerra de la Independencia 1947-1948) apuñalar al hombre que esta cayendo contra el pavimento. Así que el hombre que está cayendo logra dar un giro y aplasta al transeúnte.

Más tarde, una y otra vez, el hombre que estuvo cayendo, ahora ya asentado firmemente en la pavimento, le ofrece al transeúnte aplastado un compromiso ("autonomía" en 1978, una "solución de dos estados" en 2000 y en 2008), y una y otra vez el transeúnte le responde con un "no".

El hombre que cae puede haber llegado a ofender de algún modo al transeúnte, pero el transeúnte nunca fue ni se comportó de forma inocente, de hecho fue un agente activo y tomó parte con sus decisiones en su propia desaparición.

En "Hitch-22" esto de alguna manera se omite. Más bien, el muy a menudo progresista Hitchens(que proporcionó un techo y un refugio a su amigo Salman Rushdie cuando éste tenía sobre si la sentencia de muerte de los islamistas, y que habla muy francamente acerca de los "asesinos islamistas" y de esos cobardes, ingenuos o ilusos liberales/progresistas occidentales empeñados en apaciguar a estos "asesinos"), no se da cuenta del impulso religioso constante, y de gran alcance, en que se basa la lucha nacional palestina desde sus inicios en la década de 1920. (¿Qué otro movimiento de liberación nacional en los tiempos modernos, a excepción del de los chipriotas griegos, fue dirigida por un clérigo (mufií)?).

¿Quién si no los islamistas ganaron las elecciones generales palestinas en 2006? Por otra parte, Hitchens parece aceptar la definición de los palestinos de sí mismos como "nativos" que luchan contra un enemigo "imperialista" extranjero.

¿Pero como se puede aceptar eso cuando la estancia y residencia judía en la Tierra de Israel se alarga continuadamente desde el siglo XII a.C hasta el período bizantino (siglos V y VI d.C.)?

¿Y que hacemos con toda la estancia y residencia judía en Palestina, y su carácter de "indígena", desde 1882, hace casi 130 años? Si a la residencia y estancia se le conceden grandes derechos, habrá que contrapesar todos los periodos de residencia judía con la residencia árabe desde 636 d.C.

Y si se trata de que es la conquista la que garantiza la reivindicación de un territorio, entonces, ¿cómo es que la conquista árabe en el siglo VII d.C., a sangre y fuego, es más moralmente vinculante que la conquista judía en el 1200 a.C. o en 1948 / 1967?

Hitchens necesita lanzar una mirada larga y exigente sobre la historia palestina y sobre la naturaleza, comportamiento y objetivos del movimiento nacional palestino.

Labels: ,

0 Comments:

Post a Comment

<< Home