Friday, November 19, 2010

Dos perspectivas (II): Los asentamientos están destruyendo el sionismo - Ari Shavit - Haaretz

La derecha radical ya enloqueció anteriormente. Enloqueció cuando vio acercarse la Guerra de Yom Kipur y no la impidió. Enloqueció cuando vio próxima la paz con Egipto y trató de detenerla. Enloqueció cuando inició la guerra del Líbano. Enloqueció cuando construyó 150 asentamientos en Gaza y Cisjordania.

La derecha radical enloqueció cuando derrocó a Yitzhak Shamir en 1992, cuando hizo lo mismo con Benjamin Netanyahu en 1998, cuando incitó contra Yitzhak Rabin y cuando despotricó contra Ariel Sharon. La derecha radical enloqueció cuando poco a poco se volvió mesiánica, chiflada y racista. La derecha radical enloqueció no solo según unos criterios aceptables internacionalmente, sino con respecto a sus propios criterios. Se negó a ver la realidad, actuó irracionalmente e irrevocablemente dañó al sionismo.

Pero ahora la derecha radical ha enloquecido aún más. ¿Por qué? Porque ahora podemos ver el precio. Ahora vemos el abismo al que nos ha llevado. Vemos la deslegitimación, la demografía, el deterioro. Vemos que más es menos. Vemos que tenerlo todo no es lo que deseábamos ser, que lo que deseábamos era establecer una frontera para el estado judío, o a cambio no habrá un estado judío. Vemos que la ocupación está a punto de convertir a Israel en una especie de Sudáfrica, que los asentamientos están a punto de destruir el sionismo. Vemos la medianoche reflejarse en nuestro sorprendido reloj.

A pesar de todo esto, la locura de esta derecha radical sigue en un buen estado de forma. Sigue creyendo que la zona alrededor de la ciudad de Elon Moreh es más importante que un escuadrón de F-35. Sigue considerando que los puestos avanzados ilegales en Cisjordania son más importantes que las resoluciones del Consejo de Seguridad. Todavía cree que el poder de Israel se mide por el hormigón y el cemento que contienen los asentamientos. Sus puntos de vista, mirando siempre hacia atrás en los asuntos de Estado, les hace pensar que sirven a Israel cuando en realidad están saboteando a Israel. Esta derecha loca inclusive socava al propio proyecto de asentamientos cuando interpreta que los compromisos asumibles con respecto a los grandes bloques de asentamientos condenan a sus pobladores a la suerte de los colonos en Argelia.

Hace una semana, Netanyahu y la secretaria de Estado Hillary Clinton elaboraron un acuerdo sujeto a diversas interpretaciones. Todavía no está claro si el acuerdo es serio. Todavía no está claro si se llevará a cabo o se olvidará. Pero el interés de Israel en la existencia de tal acuerdo es perfectamente evidente: prevenir una resolución de la ONU que determine el establecimiento de un estado palestino en las fronteras de 1967, y para ello dicho acuerdo impediría a los palestinos convertir la construcción en los asentamientos en su eterna coartada, además de fortalecer la seguridad de Israel.

La derecha enloquecida se niega a ver su interés cristalino para Israel. Se dedica por el contrario a patalear y a gritar, amenazando sin control. La idea misma de una congelación en la construcción la lleva al frenesí. El intento mismo de reanudar el proceso de paz la vuelve loca. Con la boca llena de espuma, esta derecha chiflada nos exige a todos que caminemos con los ojos bien abiertos hacia la perdición.

La conclusión es inequívoca: si Israel quiere sobrevivir tiene que liberarse del dominio de esta derecha enloquecida. Los rabinos de los colonos no son y no representan al Estado de Israel. Tampoco los rabinos del Shas, o los diputados de Unión Nacional y del Habayit Hayehudi, ni siquiera la pequeña minoría de rebeldes en el Likud.

Y todo esto sucede porque el sistema político no está funcionando a la hora de permitir el acceso al poder. Porque la mayoría silenciosa no dice nada acerca de una locura que puede traer sobre nosotros un desastre tras otro. Porque el Israel cuerdo se mantiene indiferente ante estos locos que tratan de llevarnos al borde de la catástrofe. Y no será porque es la voluntad de Dios, sino porque somos débiles de voluntad y abúlicos, y permitimos que unos grupos marginales enloquecidos se hagan cargo de la agenda nacional. Estamos permitiendo que estos locos nos alejen de la claridad.

Netanyahu ve a este frenesí alrededor de él y siente náuseas. Sabe muy bien que esta derecha enloquecida no tiene una comprensión básica de los asuntos de estado. Se da cuenta de que son peligrosos. Pero para pasar de la comprensión a la acción, Netanyahu deberá desencadenar un gran seísmo político. Deberá realizar una propuesta sustancial a la líder de la oposición, Tzipi Livni. Deberá realizar un esfuerzo real para formar un gobierno sionista. Sólo un gobierno compuesto por los tres principales partidos sionistas puede hacer frente a esos que sólo conseguirán que el sionismo se desmorone. Sólo un gobierno del Likud-Kadima-Laboristas puede tomar las decisiones necesarias en un proceso de paz. Sólo un gobierno diferente puede impedir a esta derecha enloquecida dejar de conducirnos al borde del precipicio.

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