Friday, January 21, 2011

Feas mentiras y desagradables verdades - Petra Marquardt-Bigman - JPost



Muchos de los autoinfligidos problemas que asolan el mundo árabe no se encuentran entre los temas favoritos de los medios de comunicación liberal-progresistas, pero algunos acontecimientos recientes, como por ejemplo la masacre de los coptos en Egipto y la escalada de protestas en Túnez, han vuelto complicado evitar y eludir realizar comentarios sobre dichos temas. Como era de esperar, el New York Times demostró una sensibilidad exquisita y ofreció a sus lectores el dolor cortés de Rami Khouri, quien hizo referencia a las "inquietantes y problemáticas secuencias (que se perciben) en los países árabes".

Khouri proporciona una lista de las "realidades desafortunadas" que convierten al mundo árabe en un caldo de cultivo para el descontento y el extremismo violento, y ello como si estuviera escribiendo sobre algún desastre natural. ¿Se imaginan como se cargarían las tintas de la crítica si la intolerancia asesina sucediera en Occidente (y no digamos en Israel)? Por el contrario, esas tendencias que amenazan la pluralidad dentro del mundo árabe son descritas cortésmente como “lamentables”.

Pero entonces la jefa de la diplomacia de los Estados Unidos, Hillary Clinton, decidió ser contundente y poco diplomática al respecto de las “desafortunadas realidades" existentes en el mundo árabe. Durante una conferencia sobre desarrollo regional en la capital qatarí de Doha, Hillary Clinton "criticó a los gobiernos árabes por el estancamiento en el cambio político, advirtiendo que los extremistas están explotando la falta de democracia para promover agendas radicales en todo el Oriente Medio". Clinton advirtió con gravedad que "las bases de la estabilidad de la región se están hundiendo en la arena".

La inevitable reacción estándar (o pauloviana) vino de un reportero de Al-Jazeera, quien inmediatamente reprochó a Hillary Clinton "por qué los países árabes deberían escuchar sus críticas cuando los EEUU aún no han podido obtener de su viejo aliado Israel que haga la paz con los palestinos".

Este siempre ha sido uno de los temas favoritos y recurrentes del mundo árabe: cada vez que hay cualquier crítica contra algún aspecto de la realidad árabe, su habitual respuesta es criticar o culpar a los EEUU y/o Israel. Uno de los ejemplos más memorables de este reflejo pauloviano sucedió hace unos años durante una entrevista realizada por una revista suiza al editor en jefe de Al-Jazeera. En aquel entonces, diciembre de 2006, Jeff Weintraub destacó esta entrevista como una manifestación ejemplar de ese generalizado punto de vista árabe que achaca a Israel la culpa, la causa o la raíz de todos los problemas del Oriente Medio.

Weintraub sostenía que "cuando las falsas ilusiones y los delirios de masas llegan a ocupar un papel central en una cultura política, terminan desencadenando efectos reales, y en general perniciosos". Por otra parte, a fuerza de repetir constantemente una visión del mundo delirante, esa visión, finalmente, también llega a afectar al "sentido común en los debates occidentales sobre el Oriente Medio".

Avancemos ahora rápidamente desde el 2006 hasta enero del 2011, y mencionemos una selección de artículos que se pueden leer como una continuación de las observaciones de Weintraub.

En el Wall Street Journal, Bret Stephens comentaba las abundantes teorías de la conspiración que han circulado recientemente por Egipto. Sostuvo que "la fuente última del atraso árabe [...] se encuentra en la degradación de la mente árabe. Cuando el único diagnóstico que pueden ofrecer los egipcios a hechos sumamente diversos - que van desde el terrorismo sectario islamista a una reciente ola de ataques de tiburones en un balneario del Sinaí - es que todo ello se debe a un complot sionista, usted sabe que ese país tiene graves y profundos problemas".

En Tablet Magazine, Lee Smith se centraba en la tendencia generalizada dentro de los medios de comunicación occidentales de informar acríticamente de las absurdas acusaciones dirigidas contra Israel, como si esas acusaciones se basaran en hechos bien establecidos. En su conclusión, Smith argumentaba:

"Los árabes no están ganando una guerra de información contra Israel, ni nada parecido en esa materia. Al contrario, todas esas historias y mentiras que cuentan para deslegitimar al Estado judío solo forman parte integrante de la guerra que están librando contra ellos mismos, y con un éxito impresionante. La tragedia es que todo el mundo sabe que los árabes están obsesionados con ello, y es que los signos de insuficiencia y autodestrucción no pueden ser más evidentes: pobreza, violencia, despotismo, analfabetismo, maltrato de las mujeres y persecución de las minorías confesionales, como los cristianos coptos de Egipto. Los periodistas occidentales y las organizaciones no gubernamentales que repiten, amparan y dan soporte a esas mentiras no honran los valores de su propia sociedad o la de los árabes. Simplemente están ayudando a que una cultura se autodestruya".


El problema es que no se trata de valores: las feas mentiras sobre Israel siguen siendo muy populares dondequiera que aparezcan como muy ventajosas - ideológica, política o económicamente – a la hora de poder suprimir las verdades desagradables que afectan al mundo árabe.

Labels: , ,

0 Comments:

Post a Comment

<< Home