Wednesday, January 26, 2011

La autodestrucción del Partido Laborista – Barry Rubin – Rubin Reports


Huyendo de Avoda

Estamos ante un momento crucial en la historia política israelí. El Partido Laborista, el fundador de la organización política del Estado, el que gobernó el país durante sus primeros 29 años y fue un miembro perenne de las coaliciones de gobierno, se ha dividido como un falafel cocido, es decir, muy desordenadamente.

El ministro de Defensa y líder del Partido Laborista, Ehud Barak, ha dividido al partido y, junto con otros cuatro miembros del parlamento, ha formado un nuevo partido, Atzmaout. De estos cuatro - el viceministro de Defensa Matan Vilnai; Einat Wilf, subsecretario del Ministerio de Industria, Comercio y Trabajo; Orit Noked y el ministro de Agricultura Shalom Simchon - sólo Vilnai, es una figura importante por su distinguida carrera militar. Así que el nuevo partido será visto como el partido personal de Barak.

Los otros ocho diputados restantes permanecerán en el Partido Laborista en la oposición. Son, por decir algo, un poco de todo. Isaac Herzog y Avishay Braverman representan a los más yuppies, al sector sofisticado del partido. Se ven a sí mismos como los salvadores de Partido Laborusta devolviéndole una orientación más socialista. De hecho, sin embargo, ellos mismos están alejados de la tradición del partido y no son necesariamente unos grandes políticos. Es otro ejemplo de esa extraña transformación de los partidos de la izquierda que ahora están orientados hacia la clase media-alta de la élite.

Además están emparejados con dos tipos totalmente diferentes de personas, Binyamin Ben-Eliezer y Amir Peretz, ambos líderes del partido en el pasado. Peretz, trató de girar al partido hacia a la izquierda sobre todo en las cuestiones sociales (él mismo fue un dirigente del principal sindicato de trabajadores) y estuvo cerca de convertirse en el hazmerreír en materia de seguridad (fue ministro de Defensa en la Segunda Guerra del Líbano).

Estas cuatro personas podrían contender por el liderazgo del partido y sufrir un considerable desgaste en el empeño. No es probable que ninguno de ellos surja como un político muy popular y ninguno de ellos - a pesar de la carrera militar de Ben-Eliezer - es creíble en materia de seguridad nacional.

El cuarteto restante lo componen Shelly Yachimovich, una periodista de izquierdas; Eitan Cabel, cuyo principal interés son las cuestiones culturales y ambientales; Daniel Ben-Simon, otro ex periodista, y Raleb Majadele, el primer árabe en tener un cargo ministerial, pero ninguno tiene nivel para sorprender a los votantes.

Mirando por encima esta lista de miembros del Partido Laborista en la Knesset, uno se sorprende del poco talento existente en comparación con el pasado.

Y aquí está la paradoja del Partido Laborista. La facción anti-Barak puede criticar que Barak actúa de manera demasiado parecida a la del Likud, pero los partidarios de Barak les pueden devolver la acusación fácilmente, y con un poco más de precisión, diciendo que no hay nada que distinga a sus rivales del Meretz, un partido situado en las proximidades de la extrema izquierda.

En resumen, el Partido Laborista es peor ahora de lo que era antes de la división, y esto podría representar el golpe final al partido como fuerza política de primer orden en Israel.

¿Pero por qué sucedió todo esto y qué significa? Para empezar, no se trata solamente de mantenerse en el gobierno o situarse en la oposición. Un montón de cuestiones han contribuido a esta explosión:
1.- Barak fue un mal líder. La gente ha estado hablando de esto durante una década. Siempre fue una persona con la que fue difícil llevarse bien. Como muchos ex generales que acaban en la política prefieren dar órdenes a construir coaliciones. La gente del partido ha sido muy infeliz durante mucho tiempo.

2.- El partido ha estado en serios problemas. Cuando el partido comenzaba el declive, todo el mundo culpaba a los demás y el cabreo estaba a la vista, los votos y los escaños iban disminuyendo. Los experimentos con otros líderes a parte de Barak fueron catastróficos, un izquierdista ingenuo, Amran Mitzna, y uno espectacularmente incompetente, Amir Peretz, para decirlo brevemente.

3.- Se ha asistido a un acalorado debate sobre donde debe posicionarse el partido estratégicamente. ¿Se trata de mantener el clientelismo y la estancia en el poder de algunos, formando parte del gobierno, o de reafirmarse en la oposición? En otras palabras, perder aún más votantes por aparecer como irrelevantes (en la oposición) o parecer un cliente del partido gobernante, el Likud

4.- Cómo posicionarse en términos de política. ¿Es cuestión de moverse hacia la izquierda, en la creencia de que ahora existe un vacío que rellenar en ese espacio? ¿O deben pegarse al consenso centrista, creyendo que es ahí lo que desea la nación?

5. – Las ambiciones individuales. Barak y los otros cuatro ministros quieren mantenerse en sus carteras. Herzog, Braverman, Ben-Eliezer y Peretz verse a si mismos como los líderes del partido. ¿Qué debe hacer ahora el Partido Laborista? Puede permanecer independiente y convertirse en un partido de tamaño medio o tratar de formar una gran coalición de la izquierda.
El problema con esta última estrategia es que la izquierda no tiene buenas alternativas en la actualidad debido en gran parte a que los palestinos y los sirios no "cooperan" con su deseo de hacer la paz. Esto significa que la plataforma de la izquierda hablar constantemente de lo mucho que desea una solución de dos Estados y ofrece continuamente más concesiones unilaterales.

Pero eso no es todo. El socio más probable, el Meretz, tiene solamente tres escaños y se ha estado moviendo aún más a la izquierda, acercándose al ámbito del Partido Comunista (post-sionista y partidario de un Estado de los ciudadanos, abandonando el carácter judío del Estado). Un partido de izquierdas unificado tendría suerte si recogiera un 10% de los votos, y es que lo más probable es que los votantes del Partido Laborista huirían hacía un centro-izquierda que ahora monopolizaría Kadima, hacia donde muchos ya han desertado.

¿Quién es el gran ganador? Paradójicamente, Bibi Netanyahu, el Primer Ministro. Aunque tiene menos apoyo numéricamente en el parlamento, aún tiene una cómoda mayoría. Barak depende totalmente de él. Por supuesto, Barak es un ganador en supervivencia, como era su intención.

El principal partido de la oposición, Kadima, podrían beneficiarse al recoger los votantes del Partido Laborista. Pero la líder de Kadima, Tsippi Livni, realmente es otro Barak, un líder impopular con muy pocas realizaciones como jefa de la oposición. Kadima tendrá su propia batalla por el liderazgo en el futuro. Un lector podría preguntarse, tras leer este artículo, si el único problema de importancia en la política israelí es la cuestión palestina. En absoluto, no estoy diciendo eso. La gente que se ha separado no está satisfecho con algunas de las políticas en temas nacionales y presupuestarios, aunque esos no sean los factores determinantes.

La cuestión principal no es la cuestión palestina, sino la lucha por el liderazgo y la cuestión de cuál debe ser la orientación en el futuro a fin de que el partido pueda sobrevivir (y aumente su relevancia). Barak estaba a favor de una orientación centrista para competir con Kadima; los que desean que gire hacia la izquierda creen que así recuperaría sus raíces históricas y a sus votantes tradicionales.

Uno podría sugerir que ambos están equivocados, sin duda en la actualidad. No existe una gran demanda electoral que exija una política de orientación izquierdista, pero también hoy en día les resultaría muy difícil competir por el centro con Kadima. Mi opinión es que la posición de Barak es la más correcta: que el Partido Laborista podría haberse mantenido a la espera de que estalle una crisis de liderazgo en Kadima y comience a dividirse, o bien que aumente el descontento con el mediocre liderazgo de Livni. En todo caso, el colapso del Partido Laborista ayudará a prolongar la vida de Kadima y tal vez del liderazgo de Livni.

Fuera de Israel no entienden que la política de Israel no funciona hoy en día en base de la ideología o de la personalidad de los líderes, sino que es la respuesta a un medio ambiente regional donde no existen alternativas realistas para su transformación (Al mismo tiempo, no hay temas candentes y urgentes a nivel político, social o económico).

Los israelíes han aprendido lecciones muy importantes durante el proceso de paz de la década de 1990. Descubrieron que los palestinos y Siria no estaban interesados en la paz, que los islamistas quieren borrar a Israel del mapa, y que los aliados occidentales no son necesariamente confiables. La fórmula de la izquierda, algo que incluso Barak llegó a entender, no funcionó. El optimismo a ultranza no es un sustituto para el realismo.

No hay absolutamente nada en el horizonte, a pesar de la gran cantidad de ilusiones desplegadas por los medios de comunicación y el establishment político occidental para cambiar eso. Por otra parte, el gobierno de Netanyahu ha realizado un buen trabajo a la hora de manejar esos asuntos, incluido el mantenimiento de unas buenas relaciones con la Administración Obama. Mientras tanto, la economía de Israel está haciéndolo muy bien.

Eso no quiere decir que no haya problemas. Pero no son graves problemas, ni las alternativas son tan obvias o atractivas, ni los otros candidatos al liderazgo tan atractivos como para provocar un cambio. Apuesten que Netanyahu ganará un nuevo mandato para el cargo, probablemente este año.

Labels: ,

0 Comments:

Post a Comment

<< Home