Sunday, February 20, 2011

Egipto ya no está comprometido en una alianza contra Irán - Aluf Benn - Haaretz



Hace un año y medio, un submarino de la Armada de Israel cruzó el Canal de Suez en su camino desde Haifa hasta el Mar Rojo, donde se llevó a cabo un ejercicio naval y regresó. Ese viaje inusual reflejaba la creciente cooperación estratégica entre Israel y Egipto, la cual tenía por objeto lanzar un mensaje de aviso a Irán. El submarino demostró la rapidez con que Israel podría desplegar su fuerza de disuasión cerca de las costas de Irán, con un apoyo tácito de Egipto.

Una vez más, el canal está siendo utilizado para enviar un mensaje de disuasión, pero esta vez se invierte la dirección. Egipto está permitiendo que los buques de guerra iraníes crucen el canal en su camino hacia los puertos de Siria. Israel lo ha criticado públicamente, con el argumento de que se trata de un movimiento provocativo, pero Egipto ha ignorado las presiones y ha otorgado el permiso de paso a la marina iraní, lo cual simboliza un cambio en el equilibrio regional de poder tras la caída del presidente Hosni Mubarak.

Egipto nos manda la señal de que ya no está comprometido en una alianza estratégica contra Irán, y que El Cairo está dispuesto a hacer negocios con Teherán. Esto es precisamente lo que Turquía ha hecho en los últimos años por medio del Primer Ministro Recep Tayyip Erdogan.

Desde el levantamiento contra Mubarak, la paz fría entre Egipto e Israel se ha enfriado aún más. La entrega de gas natural a Israel, que fue cortada después de un ataque terrorista contra una estación del norte del Sinaí, todavía no se ha reanudado.

El jeque Yusuf al-Qaradawi regresó a El Cairo después de décadas en el exilio y se dirigió este viernes a una gran multitud en la Plaza Tahrir pidiendo la liberación de la mezquita de Al-Aqsa y una victoria próximo contra Israel. En el pasado, el jeque había expresado su apoyo a los ataques suicidas contra los israelíes y hace dos años describió el Holocausto como un "castigo de Dios a los judíos".

La aparición de la tea islamista en la plaza Tahrir ha devuelto el odio a Israel al centro del debate público sobre el futuro de Egipto. Hasta ahora, el argumento era que la revolución no tenía más que referentes basados en las cuestiones nacionales, nada que ver pues con las relaciones de Egipto con los Estados Unidos o Israel. La Hermandad Musulmana ha estado tratando de enviar mensajes de moderación hacia Occidente, pero estas útimas manifestacions no resultan reconfortantes.

Hay una creciente preocupación en Israel de que Egipto se convierta en un frente hostil, aumentando la sensación de aislamiento internacional que se ha intensificado desde que Benjamin Netanyahu se convirtió en primer ministro. La reciente votación en el Consejo de Seguridad de la ONU sobre la resolución promovida por los palestinos para etiquetar a los asentamientos como ilegales, ha aumentado esta sensación de aislamiento. Con 14 estados que apoyan esta medida, Israel necesitó del veto estadounidense.

Los palestinos pueden haber perdido esta votación, pero el tema ha demostrado qué lado del conflicto goza de un amplio reconocimiento internacional.

Reforzado con el apoyo del Congreso, Netanyahu consiguió que el presidente Barack Obama utilizara el veto, algo que había evitado hasta la fecha. Los estadounidenses sostuvieron que la internacionalización del conflicto no puede sustituir las negociaciones directas, y que las decisiones forzadas sólo darán lugar a que las partes asuman posiciones más extremas.
No está claro lo que Obama tratará de conseguir de Netanyahu a cambio: un plan para el establecimiento de un Estado palestino en los territorios, o la aceptación de un plan de paz estadounidense. El presidente de EEUU sostiene que Washington necesita reforzar su credibilidad en el mundo árabe y que Israel debe contribuir
considerablemente para garantizar que los nuevos regímenes en la zona sean amistosos.

Ahora que el Partido Laborista ha sido expulsado de la coalición, el gobierno está girando hacia la derecha. En las próximas semanas, Netanyahu tendrá que maniobrar entre las amenazas emitidas por el ministro de Asuntos Exteriores, Avigdor Lieberman, y la presión internacional. Después de haber perdido a su amigo Mubarak, todo será aún más difícil que en el pasado.

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