Friday, March 04, 2011

El discurso de Netanyahu - Ari Shavit - Haaretz



La cuestión estratégica está abierta. Nadie sabe si se puede lograr la paz con los palestinos en un futuro próximo. Pero la cuestión táctica está cerrada. Es absolutamente evidente que Israel debe hacer todo lo posible para lograr la paz con los palestinos en un futuro próximo. Incluso si la paz es imposible, Israel no debe negarse. Israel debe lanzar una iniciativa de paz si quiere estar en el lado correcto de la guerra por la paz.

El problema es el crédito. Debido a la ocupación, Israel no tiene crédito internacional en el siglo XXI, e Israel no puede existir sin crédito internacional. Así que el primer deber de cada primer ministro es crear una línea de crédito en la que Israel pueda funcionar. Ariel Sharon logró derrotar la Segunda Intifada gracias al crédito internacional que su predecesor, Ehud Barak, le proporcionó en Camp David. A Sharon, posteriormente, le siguió yendo bien gracias al crédito internacional que le ofreció la desconexión de Gaza. Ehud Olmert recibió un generoso crédito internacional gracias a la Conferencia de Annapolis. Benjamin Netanyahu recibió por el contrario un poco de crédito internacional gracias a su discurso en la Universidad Bar-Ilan. Pero ahora ese crédito se está agotando, y la escasez de crédito internacional esta asfixiando a Israel.

La situación estratégica es clara. Sin crédito internacional, Israel no puede lidiar con el programa nuclear de Irán, con el desafío que representan los misiles al Norte, al Sur y al Este, y con los trastornos dramáticos que están sucediendo en el mundo árabe. Israel ya se enfrenta a graves amenazas, y sus reservas de guerra están vacías. Si tiene la obligación de usar la fuerza para protegerse a sí mismo tendrá problemas para hacerlo. Su insistencia en la ocupación socava su derecho a una legítima defensa. Sin crédito internacional, Israel no tiene poderío militar.

La situación económica también es evidente. Sin crédito internacional, el milagro económico de Israel no durará mucho tiempo. La economía se mantiene próspera. Las exportaciones están ganando nuevos mercados. Israel es un tigre económico corriendo hacia adelante. Pero nadie sabe exactamente cuándo un estado criticado se convierte en un estado paria. Nadie sabe exactamente cuando Israel se puede convertir a los ojos de otros en una Sudáfrica. Lo que sí sabemos es que cuando las grandes empresas israelíes como Teva, Iscar y Check Point se vean obligadas a pagar un alto precio por ser israelíes el pánico se desatará. La quiebra internacional amenazará con convertirse en una quiebra económica. Y todos nos daremos cuenta tardíamente que sin crédito internacional Israel no tiene poder económico.

La situación política es igual de clara. Sin crédito internacional, el primer ministro está acabado. Le pasó a Yitzhak Shamir en 1992. Le sucedió a Netanyahu en 1999. Le puede pasar de nuevo en el 2011. En una situación sin esperanza, Avigdor Lieberman se comerá al Likud, Aryeh Deri devorará al Shas y Barak liquidará al propio Barak. En una situación tan maleable, el gobierno se evaporará. La falta de crédito internacional supondrá el final del primer ministro Netanyahu.

Este mes de septiembre será un nuevo Septiembre Negro. La Asamblea General se reunirá dentro de seis meses para establecer un Estado palestino dentro de las fronteras de 1967 y sin paz. Si esto sucede, Israel será derrotado internacionalmente como nunca lo ha sido antes. El primer ministro aparecerá como el responsable de un grave fracaso diplomático. Entonces la crisis de crédito de Israel se convertirá en una crisis estratégica, económica y política. El terremoto se sentirá en todas partes. Y cuando Israel, tras ser golpeado, comience a lamerse sus heridas, Netanyahu saldrá fuera de la oficina del primer ministro totalmente caído en desgracia.

Hace dos meses acuñé un nuevo término en esta columna, el discurso Bar-Ilan B. Hoy resulta evidente que habrá un nuevo discurso de Bar-Ilan. Netanyahu hará oír su voz en un ambiente festivo y en un lugar especial. Pero la cuestión es la siguiente: ¿Netanyahu posee la suficiente audacia y la pondrá en práctica? ¿Tendrá la fuerza suficiente para imitar el discurso de Churchill, y, sobre la base de un verdadero plan de paz, liquidar el imperio a cambio de salvar al país?

La película "El discurso del Rey" cuenta la historia de un jefe de Estado que sufre un defecto físico, lo combate y lo vence. Cuenta la historia de un jefe de Estado que gracias a su fiel esposa y a un leal ayudante consigue pronunciar en el último momento las palabras que tiene que decir. Netanyahu haría bien en tomarse la noche libre e ir al cine. Cuando salga de ver el "Discurso del rey" deberá haber entendido que ha llegado el momento. Ahora no tiene que tartamudear. El discurso de Netanyahu es la última oportunidad de Netanyahu.

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