Thursday, April 28, 2011

Netanyahu, (siempre) llegas tarde – Gadi Taub – Ynet



(Gadi Taub es una de las personalidades de la izquierda israelí que aún se puede leer sin problemas, y eso se debe en buena medida a que no es ni post-nacional ni post-sionista, aunque eso no disminuya su crítica de la ocupación y de los asentamientos mesíanicos. Su defecto, muy posiblemente dado por su nula confianza en los palestinos, es ser posibilista y centrar sus críticas en las políticas israelíes. Si bien crítica de pasada, pero claramente, los objetivos y las políticas de los palestinos, siempre parece dar a entender que unas adecuadas políticas israelíes podrían superar ese lastre, pero a veces no es así o al menos no resulta tan fácil soslayar la influencia de ese lastre en las propias decisiones. Muchas de las estrategias israelíes, y todas las de la izquierda israelí y del llamado "campo de la paz", parecen no haber evaluado las posibles reacciones de los palestinos, y no digo ya sus verdaderos objetivos, nunca reconocidos por el "campo de la paz", como si fueran un obstáculo que no fueran capaces de afrontar, de ahí ese conveniente "olvido".

Hoy en día, aunque siempre haya que criticar las políticas equivocadas, nunca hay que dejar pasar de lado y avisar de los verdaderas objetivos de los "socios de la otra parte", si no desea correr el riesgo de centralizar y unificar la culpabilidad en la parte israelí, hecho a lo que ha contribuido la izquierda israelí con verdadero entusiasmo)



Podemos suponer que el nuevo globo conocido como el "segundo discurso de (la Universidad) Bar-Ilan" se llenará de aire caliente, al igual que el primero. Netanyahu sólo parece ser capaz de afrontar las batallas cuando está de retirada. Él sabe cómo reaccionar, pero no la forma de iniciar y proseguir con el contraataque.

De hecho, el primer discurso de Bar-Ilan llegó años tarde, y la secuela no se espera que sea diferente. Y así, vamos a ser arrastrados directamente, por la declaración de independencia palestina este próximo septiembre, hacia un "tsunami diplomático", como nuestro comentarista de asuntos de seguridad, Ehud Barak, nos advirtió. El mundo reconocerá al Estado palestino, y la ocupación israelí en Judea y Samaria será imposible.

A continuación, veremos el boicot y las sanciones que en última instancia nos obligarán a retirarnos de los territorios. Sin embargo, eso sólo ocurrirá al final del día, después de perder todas las posibles ganancias diplomáticas que podríamos haber obtenido en el camino.

Si en vez de un equipo de gobierno dedicado constantemente a preparar las respuestas, hubiéramos tenido un auténtico liderazgo político en Jerusalén, que habría reconocido la oportunidad que se presentaba para dividir el territorio - buscando el interés israelí obviamente -, y a pesar del rechazo palestino de la paz, habríamos restaurado el prestigio de nuestro estado y mejorado nuestra posición diplomática.

Si hubiésemos tenido un verdadero liderazgo político, tendríamos preparada una ofensiva diplomática en estos momentos, y no una especie de bunker donde ocultarnos y parapetarnos.

Por ejemplo, nos habríamos arremangando y dejado en claro que tratábamos de garantizar la existencia de una futura Palestina dentro de las fronteras de 1967, con las convenientes modificaciones territoriales a través de intercambios de territorios. Después de todo, algunos elementos del lado palestino tratan de dejar la cuestión de las fronteras abierta, y ven la declaración de su estatalidad como un paso adicional en el camino hacia la eliminación de Israel.

Israel debe garantizar que las fronteras sean reconocidas internacionalmente, ya que en última instancia nos garantizan la existencia de un estado judío democrático dentro de la Línea Verde para las generaciones venideras.

Israel podría haber tomado la iniciativa, trabajando para eliminar de la agenda internacional la demanda palestina conocida como el "derecho de retorno" (en particular, el derecho internacional no ofrece ningún derecho al retorno de los refugiados). La exigencia de un "retorno de los refugiados" es otro elemento en el discurso palestino que socava el principio de partición del territorio, y en realidad aspira a una mayoría palestina en ambos lados de la frontera.

A diferencia de lo expuesto por la propaganda propiciada con ocasión de los documentos palestinos filtrados a través de WikiLeaks, en ningún momento los dirigentes palestinos han renunciado a la exigencia de un retorno de los refugiados a Israel. En ese momento, podríamos haber aprovechado la oportunidad para utilizar esa exigencia - contradictoria con el supuesto deseo de paz y de convivencia, y con una solución territorial de dos Estados - y desactivarla. También podríamos haber obtenido las necesarias medidas de seguridad con las suficientes garantías internacionales.

Podríamos haber hecho todo eso si no nos hubiéramos limitado a reaccionar pavlovianamente ante los movimientos palestinos, y podríamos haber condicionar nuestro reconocimiento de Palestina y nuestra cooperación con el nuevo Estado cuando se garantizaran en la práctica los intereses básicos de Israel.

Sin embargo, en vez de hacer todo eso, Netanyahu - siempre el hombre de ayer - continúa hablando sobre el reconocimiento palestino de un estado judío como una condición previa para cualquier salida de Israel del bunker de la negativa.

En sí, dicha demanda de reconocimiento está justificada, al igual que está justificada la exigencia de que Israel reconozca al estado que se cree a su lado como el Estado-nación del pueblo palestino. Esto significaría que Israel no tratará de crear una mayoría judía a través de las actividades de asentamiento, al igual que la demanda de Netanyahu quiere decir que los palestinos deberán renunciar a la exigencia de un retorno de los refugiados.

Sin embargo, Netanyahu, quien pronunció el primer discurso de Bar-Ilan dos décadas más tarde de lo necesario, está a punto de pronunciar su segundo discurso de Bar-Ilan una década más tarde. Su demanda pudo haber tenido un verdadero sentido al final de la era de Oslo, cuando un acuerdo de paz aún estaba en el orden del día. Sin embargo, ahora mismo lo que tenemos en dicho orden del día es una partición territorial sin paz, y las condiciones que se presenten para un acuerdo de paz son irrelevantes.

En esas circunstancias, Israel debería exigir las cosas que quiere a la propia comunidad internacional, no a los palestinos. En última instancia, la posición de Netanyahu nos va a llevar a una declaración de independencia palestina mientras tratamos de ofrecérsela a gritos santurronamente, precisamente cuando carecemos de cualquier activo diplomático.

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