Friday, September 23, 2011

¿Es el judaísmo una religión o una cultura? - Leora Batnitzky - The Jewish Week



Como cualquier judío sabe, tratar de definir lo que significa ser judío es bastante difícil, si no imposible. Sin embargo, todavía estamos empeñados en ello: en las últimas dos décadas, el número de judíos americanos que se definen como seculares casi se ha duplicado. Mientras tanto, en Israel, un país fundado sobre las nociones seculares y nacionalistas del judaísmo, la población religiosa se ha incrementado drásticamente. El 58% de los judíos de Israel se consideran actualmente ya sea tradicionalista o religioso, mientras que sólo el 42% dice ser secular.

Pero todas estas autodefiniciones no transmiten lo que el judaísmo es en realidad. Sus aspectos religiosos ya no pueden ser fácilmente separables de su dimensión cultural o nacional, ni a su vez las nociones de judaísmo secular pueden divorciarse de sus orígenes religiosos. Sin embargo, un supuesto habitual hoy en día es que el judaísmo comenzó como una religión y que sólo poco a poco se fue convirtiendo en algo más amplio. Sin embargo, ese supuesto está completamente equivocado.

Esa idea fue sacada a la luz pública por el best-seller internacional "La invención del pueblo judío", del historiador israelí, y antisionista, Shlomo Sand, el cual sostenía que la idea del pueblo judío fue una invención moderna al servicio de la causa sionista. O como Tom Segev resumió sucintamente el argumento de Sand: "Nunca hubo un pueblo judío, sólo una religión judía".

Lo extraño es que fue exactamente al revés: la idea de que el judaísmo es una religión es una invención netamente moderna. Antes de la modernidad judía – más claramente definida como la adquisición de los derechos de ciudadanía para los judíos, un largo proceso que comenzó en Europa en los finales del siglo XVIII -, el judaísmo no era exclusivamente una religión, ni simplemente una cuestión de cultura o nacionalidad. Al contrario, el judaísmo y la judeidad eran todo esto a la vez: religión, cultura y nacionalidad.

El marco básico de la vida judía organizada en la época medieval e inicios de la época moderna fue la comunidad judía local. Mientras que la existencia de una comunidad judía dependía de los caprichos de los demás (por lo general, de la nobleza o la realeza), las comunidades judías pre-modernas fueron las únicas que disfrutaron de una enorme cantidad de autonomía política.

Cada comunidad tenía su propio conjunto de reglamentos o estatutos administrados por legos que, entre otras cosas, elegían al rabino de la comunidad. Los rabinos a su vez, tenían jurisdicción sobre la ley ritual y también daban su crédito a las leyes de la comunidad en su conjunto.

Cada comunidad también tenía sus propios tribunales, a la vez que gestionaba sus propios sistemas y servicios educativos, de salud, económicos y sociales. De manera independiente a los gobernantes del lugar, se dotó a la comunidad judía local de la responsabilidad de mantener la ley y el orden dentro de su ámbito, además del derecho a castigar a sus miembros en una variedad de maneras, incluyendo fuertes multas, encarcelamiento y castigos corporales.

Por todas estas razones, simplemente no resultaba posible en ese contexto pre-moderno concebir la religión judía, la nacionalidad, y lo que ahora llamamos la cultura, como algo distintivo entre sí. La vida religiosa de un judío estaba definida, aunque no limitada, por la ley judía, pero simultáneamente ésta tenía una naturaleza religiosa, política y cultural.

No fue sino hasta la época moderna que esa comunidad judía corporativa fue disuelta, y con ella la entidad política se desplazó hacia el judío como individuo, dándole la libertad de definir su identidad por sí mismo.

Entonces, ¿de dónde procede la idea de que el judaísmo era solamente una religión? Pues de Moses Mendelssohn.

El filósofo judío alemán, nacido en 1729, inventó esencialmente dicha idea. Conocido como el "Sócrates alemán", Mendelssohn prosperó en los círculos de la Ilustración alemana y judía. Sin embargo, y a pesar de su fama, Mendelssohn, como todos los otros judíos, no tenía derechos civiles.

Cuando fue cuestionado públicamente para que explicara por qué los judíos no debían convertirse al cristianismo, argumentó que el judaísmo era totalmente compatible con los valores de la Ilustración alemana. Pero a su vez, hizo hincapié en los componentes religiosos del judaísmo en lo referente a su estructura corporativa, dando así nacimiento a la idea de que el judaísmo era solamente una religión.

Además, se opuso vehementemente a la idea de que la comunidad judía debía mantener su autonomía en materia de derecho civil, haciendo hincapié en que los judíos debían recibir los derechos civiles como individuos, y no como una entidad corporativa. Y especialmente rechazó la demanda de la comunidad judía, aún mantenida en su día, de su derecho a excomulgar.

No es de extrañar pues que un siglo después de que Mendelssohn hubiera alcanzado la cúspide de su fama, y después de que a los judíos se les hubiera concedido algunos derechos civiles, aunque no todos, el rabino Abraham Geiger, el padre fundador del movimiento del judaísmo de la Reforma, pudiera afirmar lo que denominó el elemento "religioso-universal" del judaísmo. A pesar de que reaccionaba en contra de la insistencia de Mendelssohn de que los judíos mantuvieran sus prácticas religiosas, el rabino Geiger argumentó que el judaísmo consistía solamente en "logros espirituales" porque "es gracias precisamente a su independencia del estatus político a lo que el judaísmo debe su supervivencia".

Lo que quizá sorprenda es que lo que hoy llamamos "Ortodoxia" tiene una concepción de la religión judía bastante más cercana a la percepción de Mendelssohn que a las formas pre-modernas del judaísmo. A pesar de la impresión de rigidez que desprende el judaísmo ortodoxo, éste es, en resumidas cuentas, esencialmente moderno. El fundador de la ortodoxia fue Samson Raphael Hirsch, un rabino alemán del siglo XIX de lo que se llamó neo-Ortodoxia, y que hacía hincapié en la unidad “de la perspectiva religiosa" - y no de la vida política - y su vinculación con la “vida judía comunitaria a través del tiempo”.

El rabino Hirsch nunca negó que los judíos no ortodoxos fueran judíos, pero se separó de sus predecesores rabínicos en su distinción entre “ser judío” y ser un "judío genuino" que pertenecía a lo que él llamó "la verdadera congregación judía". Por esta razón, el rabino Hirsch, a pesar de su vehemente crítica del judaísmo liberal, hace del judaísmo una especie de Cristiandad más de su tiempo, tal como lo hizo el judaísmo de la Reforma.

La idea de que el judaísmo fuera una identidad secular y/o cultural nació más hacia el Este, y a finales del siglo XIX. Las ideas de Hirsch y Geiger sobre el judaísmo como una religión no tenían mucho sentido en la Europa del Este, donde los judíos, en su mayor parte, aún no poseían derechos individuales. El sionista cultural Ahad Haam, nacido en 1856 en Kiev, rechazó la idea de que el judaísmo fuera una religión, argumentando que los judíos habían intentado eliminar su identidad comunitaria a cambio de las falsas promesas de una plena igualdad en un Estado moderno.

Como él mismo dijo en un conocido ensayo titulado con acierto, "La esclavitud en la libertad": "¿Acaso envidio a esos hermanos judíos a causa de su emancipación? Yo les respondo con absoluta verdad y sinceridad: ¡No! Mil veces no... Al menos tengo a bien no haber vendido mi alma por la emancipación...". En su lugar, Ahad Haam creía que los judíos debían revivir su propia patria en Palestina, y fundarla sobre la base de una rica y creativa cultura hebrea.

Sin embargo, mientras Ajad Haam hoy en día es a menudo considerado como un "laico", no se puede negar que, paradójicamente, entendía la religión y la teología como el elemento vital de lo que él consideraba como el futuro de la cultura hebrea. Dicho de otra manera, la noción de la cultura judía, o del laicismo judío, se basaba en fuentes religiosas. Particularmente revelador es cómo Ajad Haam se inspiró en los profetas hebreos, afirmando que el imperativo ético era el verdadero significado de la profecía y la incomparable contribución del judaísmo a toda la humanidad.

Sin embargo, su contemporáneo más joven, Michah Josef Berdichevsky, llevó aún más allá las cosas planteando un reto fundamental para el secularismo judío. “Sin Dios”, se pregunta, “¿de dónde procede ese imperativo ético que surge? Y si no procede de Dios, entonces ¿quién tiene la autoridad para definir los parámetros de una cultura cuando la única fuente de las tradiciones en las que se basa ha sido socavada?”. De este modo, podemos observar como la categoría de la cultura judía, como las categorías de la nacionalidad judía y de la religión judía, no dejan de tener sus propias tensiones y contradicciones internas.

Entonces, ¿cuál es la respuesta a esta cuestión tan moderna?: ¿es el judaísmo una religión, una cultura laica o una identidad nacional? La respuesta, pienso, es nada y todo a la vez. Esta respuesta quizás no sea del toda satisfactoria, pero las preguntas complejas rara vez permiten una respuesta simple. La verdad, como se suele decir, a menudo es incómoda.

The Jewish Week

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