Saturday, May 19, 2012

La Nakba ¿por qué se celebra esa día? - Benny Morris - Open Zion



La semana pasada los palestinos conmemoraron el Día de la Nakba (catástrofe), en el que recuerdan el desastre que se abatió sobre ellos en 1948, cuando perdieron la guerra que desataron contra el sionismo y dos tercios de la población palestina que residía en el territorio de Israel acabó desplazada de sus hogares convirtiéndose en refugiados. Si bien es perfectamente natural que los palestinos conmemoren lo que para ellos es una tragedia nacional, la fecha que han elegido para la celebración conlleva un claro mensaje político-ideológico, y no es uno que anime precisamente a los aspirantes a pacificadores del Oriente Medio.

El martes, hubo manifestaciones en los campamentos de refugiados en los países que rodean a Israel y en algunas ciudades árabes israelíes, con algunos enfrentamientos de baja intensidad y con lanzamiento de piedras en los puntos de paso entre Cisjordania e Israel (sin muertes), y una controvertida conmemoración de varios cientos de estudiantes árabes israelíes y sus simpatizantes judíos en la Universidad de Tel Aviv.

La universidad, por cierto, se encuentra ubicada en tierras del Sheikh Muwannis, un pueblo árabe despoblado el 30 de marzo de 1948 (uno de los aproximadamente 400 que acabaron despoblados en el curso de la guerra). El ministro israelí de Educación, Gideon Saar (Likud), pidió a la universidad que prohibiera la conmemoración, pero las autoridades universitarias decidieron permitirla, aunque se negaron a proporcionar la seguridad, obligando a los organizadores a proporcionarla. La Universidad de Haifa, que aprobó inicialmente un acto similar, en el último minuto impuso su prohibición, argumentando el peligro potencial de desordenes y una amenaza para la seguridad pública. Los organizadores finalmente se congregaron frente a las puertas del campus, tanto para conmemorar la Nakba como para protestar contra la prohibición de la universidad.

En ambos casos existía una razón. Los adversarios de las conmemoraciones fueron capaces de recurrir a la ley. En enero pasado el Tribunal Supremo israelí aprobó una ley aprobada por la Knesset en marzo de 2011 y denominada la "Ley Nakba", la cual permite al Estado denegar la financiación de cualquier actividad "que implique la negación de la existencia del Estado de Israel como el Estado del pueblo judío... o que apoya la lucha armada en contra del Estado... o que apoye la incitación al racismo, la violencia, el terror y la deshonra de la bandera nacional o del símbolo nacional". Las universidades de Israel son todas instituciones subvencionadas por el Estado, y con los años, las manifestaciones del Día de la Nakba, inauguradas por Yasser Arafat en 1998, han desembocado en buena medida en violencia anti-israelí (quemas de los símbolos nacionales, enfrentamientos.

En un editorial del 15 de mayo, el Haaretz, el periódico más importante de Israel (entre los medias extranjeros), criticó el intento de prohibir la conmemoración en la Universidad de Tel Aviv, lo que denominó un "gigantesco esfuerzo del Estado" para borrar la Nakba de la memoria pública. El editorial concluía: "El Día de la Nakba no sólo pertenece a los árabes, sino que es una parte inalienable de la historia de la creación del Estado de Israel".

Y por supuesto, estaba en lo cierto. Los pueblos deben recordar no sólo sus días de gloria, sino también los momentos oscuros y menos agradables de su historia. En el caso de Israel, el nacimiento del Estado también conllevó la destrucción y el desplazamiento de gran parte de la sociedad palestina (que residía en su territorio). Es evidente que los palestinos pagaron un alto precio por la creación de Israel.

Pero hay algo curioso, y deprimente, en la elección de los palestinos de la fecha en que recuerdan su catástrofe, el 15 de mayo. El 15 de mayo de 1948 los ejércitos de Egipto, Siria, Irak y Jordania invadieron el territorio del Mandato Británico de Palestina, los tres primeros para atacar el territorio asignado al recien nacido Estado de Israel. Mientras tanto, el ejército jordano, la Legión Árabe, ocupaba únicamente el área asignada por la Resolución de Partición de Naciones Unidas al Estado de los árabes palestinos, las áreas destinados a la fiscalización internacional - es decir, Jerusalén oriental - y no atacaron el territorio destinado al Estado judío, a pesar de que atacaron los asentamientos judíos ubicados fuera de dicho territorio.

El día anterior, el 14 de mayo de 1948, los dirigentes sionistas declararon el establecimiento de Israel. Por lo tanto, con la elección del 15 de mayo como día de conmemoración, los manifestantes palestinos del Día de la Nakba están expresando su oposición al establecimiento de Israel y se lamentan de que los árabes aún no lo hayan destruirlo, así como se lamentan de su catástrofe nacional.

En consonancia con esto, el canto y el lema que prevalece en las manifestaciones en todo el mundo árabe - en Beirut, Ramallah, así como en buena parte de los estudiantes árabes en la Universidad de Tel Aviv - es "¡Oh, Palestina, a sangre y fuego te redemiremos!" y "Palestina libre", los cuales implican, y lo saben perfectamente, "toda Palestina", lo que equivale a un llamamiento a la destrucción de Israel y a su sustitución por una Palestina árabe y musulmana. Estos llamamientos hacen alusión tanto a Tel Aviv como a Degania Aleph y Bet (el icónico kibbutz en el Valle del Jordán), así como Sheikh Muwannis. No hay pues ninguna solución de dos estados a la vista.

Hubiera tenido más sentido conmemorar el Día de la Nakba el 29 de noviembre, cuando en 1947 la ONU resolvió el establecimiento de dos estados en el Mandato Británico de Palestina, uno judío y el otro árabe, y cuando los árabes palestinos y el mundo árabe rechazaron dicha resolución.

O quizas el 9 de abril, por lo acontecido en 1948 en la aldea árabe de Deir Yassin, cuando las tropas de unas milicias sionistas radicales (Irgun, Lehi) conquistaron el pueblo y provocaron el exilio de su población, además de provocar una masacre que afectó a un centenar de sus habitantes. De hecho, "Deir Yassin", para muchos, se ha convertido en el símbolo de la Nakba.

O también podían haber elegido otro día para conmemorar la catástrofe, la pérdida y el exilio, por ejemplo el 22 de abril 1948, cuando fueron derrotados los árabes de Haifa y la población árabe partió hacia el Líbano y Nazaret, o 13 de mayo, cuando la ciudad árabe de Jaffa se rindió después de que la mayoría de sus habitantes hubieran huido.

Pero los palestinos, dirigidos por Arafat y la OLP, preferieron el 15 de mayo, y se han adherido firmemente a esa fecha, con el sucesor de Arafat, Mahmoud Abbas, reiterando la semana pasada la "santidad" y la "inmutabilidad del derecho de retorno" de los refugiados palestinos (es decir, aquellos de los supervivientes de los 700.000 desplazados más o menos en 1948 y sus descendientes), cuya posible aplicación, de aplicarse, necesariamente supondría la destrucción y el fin del Estado judío. Hoy en día, los palestinos contabilizan la cifra de esos refugiados en unos 5-6 millones de refugiados (los refugiados directos y todos sus descendientes, hijos, nietos, bisnietos...), y actualmente en Israel residen 5,7 millones de judíos israelíes y 1,4 millones de árabes israelíes [N.P.: las cifras actuales son casi 6 millones de judíos israelíes, más de 300 mil personas de origen judío y ruso, pero que no reconocidas como judíos por el Rabinato, y cerca de 1.6 millones de árabes israelíes, de los que habría que descontar unas 280 mil personas que son residentes en Jerusalem Este, pero que no son propiamente israelíes).

El problema de Arafat con la fecha del 29 de noviembre consistía en que esa elección supondría un reconocimiento de Israel, ya que implícitamente se reconocería la legitimidad de Israel [N.P.: Y la culpa recaería en la ONU] y explícitamente se llamaría la atención sobre el rechazo de los palestinos a una solución de dos estados (el día posterior, el 30 de noviembre de 1947, milicianos árabes palestinos provocaron y lanzaron las primeras hostilidades que dieron comienzo a la guerra de 1948).

Y con respecto a las siguientes fechas, el 9 y el 22 de abril o el 13 de mayo, la tragedia y el despojo palestina quedaba demasiado marcados. Pero Arafat estaba empeñado en perpetuar el rechazo (y por lo tanto el conflicto) y el vaticinio de una eventual desaparición de Israel.

En consonancia con esa forma de pensar, otro miembro incondicional del liderazgo palestino, la académica Hanan Ashrawi, un miembro del Comité Ejecutivo de la OLP y una profesora de literatura inglesa, publicó la semana pasada un artículo sobre el Día de la Nakba en el que destacaba la cultura pre-palestina de 1948 ("en el área de las artes, de la música, y del drama, la creatividad palestina no tenía límites"), la cual fue "aplastada por la violencia [del nacimiento de Israel, por supuesto]". En ninguna parte se menciona que la guerra de 1948 fue promovida y desencadenada por los palestinos, en ninguna parte se expresa o solicita alguna autocrítica palestina por sus acciones, las de entonces y las de ahora. Por el contrario, ella exige simplemente que Israel reconozca "nuestro [palestino] relato histórico".

Así que tal vez la última palabra deba darse a Neve Gordon, un profesor de la Universidad Ben Gurión, que desde luego no puede ser acusado de un excesivo amor por Sión, de hecho, ha ganado importancia (o notoriedad, según prefieran) por sus llamamientos favorables a un boicot internacional de las universidades de Israel (incluyendo la suya propia). La semana pasada, él también publicó un artículo conmemorando el Día de la Nakba en Al Jazeera, en el cual, al tiempo que exige que los israelíes reconozcan el sufrimiento palestino, también hace un llamamiento a los palestinos para que reconozcan la narrativa judeo-israelí: "La Nakba es una verdad... pero el reconocimiento debe ser recíproco. Los palestinos... tienen que reconocerlos [a los judíos, que sufriendo el Holocausto, también tienen derechos]... Sólo una vez que se produzca un reconocimiento mutuo de las dos narrativas históricas existirá una oportunidad para que una reconciliación emerja realmente".

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