Saturday, June 29, 2013

Léanlo: Sorpresa, sorpresa: Benjamin Netanyahu tenía razón - Ari Shavit - Haaretz



Si Israel fuera un país sano, habría estado preocupado esta semana con una sola cosa: The Economist. El semanario británico es la revista líder de noticias de calidad en Occidente, uno de los pocos medios de comunicación que dan voz al discurso estratégico y económico serio de la élite global. Por lo tanto, cuando The Economist declaró esta semana que es imposible detener el programa nuclear de Irán, el significado de esta declaración fue dramático.

A través de The Economist, la corriente principal de la comunidad internacional reconoció que su campaña contra la nuclearización de Irán ha fracasado. Y a través de esta revista, la escuela que favorece contener a un nuevo Irán nuclear salió del armario.

Mientras Israel estaba ocupado con espectáculos de luz en forma de reality shows políticos [N.P.: alusión al cumpleaños de Peres], The Economist informó esta semana que una muy difícil realidad estratégica está tomando forma alrededor de Israel. Lo que el mundo nos prometió que nunca sucedería está ocurriendo en este mismo momento. Lo que los más altos funcionarios del establishment de defensa de Israel prometieron que nunca sucedería, en realidad está sucediendo. Irán se está convirtiendo en una potencia nuclear, mientras que Israel (que está hundido en sus sueños de verano) se encuentra solo.

De 2009 a 2012, un intenso debate en torno a Irán en Israel. Por un lado estaban los optimistas: el presidente Shimon Peres, el entonces jefe del Mossad Meir Dagan, el entonces jede del Shin Bet Yuval Diskin, el entonces jefe de las Fuerzas de Defensa de Israel Gabi Ashkenazi, el establishment de Defensa, los principales medias creadores de opinión y todos esos refrescantes espíritus que nos vendían la esperanza de lo mejor. En el otro lado, enfrente, se encontraba un mancillado y sombrío pesimista: el primer ministro Benjamin Netanyahu.

América está ahí, nos dijeron los optimistas. No, no lo está, nos dijo el pesimista. Hay una mano oculta que resolverá las cosas, nos dijeron los optimistas. No, no lo hay, dijo el pesimista. Hay tiempo, nos dijeron los optimistas. No, no lo hay, dijo el pesimista. El programa nuclear de Irán debe ser detenido durante el otoño de 2012, dijo el pesimista. No, nos dijeron los optimistas, el programa nuclear de Irán no es el problema, el problema es el el primer ministro.

Durante tres años y medio, los optimistas fueron un periodista a otro y de un americano a otro, diciendo que el pesimista era un peligroso proveedor de pesimismo que veía a un grano de arena como a una montaña y que no entendía que el mundo no dejaría que Irán fuera nuclear. Durante tres años y medio, los optimistas ataron las manos del pesimista sobre la base de la triple promesa de América, la mano oculta y el tiempo.

Pero de repente, esta semana, llega The Economist y nos dice que la promesa absoluta de los optimistas era una falsa promesa. Pero ya es demasiado tarde. Los caballos de uranio enriquecido ya han huido de los establos. Los optimistas internacionales y los optimistas israelíes estaban equivocados a lo grande.

Sorpresa, sorpresa: Benjamin Netanyahu tenía razón.

Es posible criticar su conducta. Es obligatorio criticar ciertos aspectos de su política. La opción militar israelí no debería haber sido la principal opción en la mesa. La generosidad hacia Ramallah debería haber formado parte de la batalla de Jerusalén contra Teherán. Pero Netanyahu entendió el desafío iraní mejor que otros, y leyó el mapa de la campaña contra Irán mejor que otros.

Mientras que los optimistas fueron engañados por sus ilusiones, el pesimista leyó correctamente la realidad. Mientras que el establishment de defensa y de los medias fueron presas de la debilidad y la apatía, el pesimista mantuvo las alarmas en funcionamiento. Sin embargo, debido a que ni el hundimiento de Occidente ni las fiestas de cumpleaños en Israel permitieron prestar atención a sus advertencias, el mundo ha entrado en una nueva y peligrosa realidad estratégica. ¿Gritar que viene el Lobo? ¿Un Lobo? Sí, un Lobo, un lobo estratégico con dientes nucleares está ahora a la puerta.

Tal vez todavía sea posible refutar la evaluación de la situación de The Economist. Tal vez un bloqueo diplomático y económico completo e inmediato de Irán podría aún conseguir que suspenda su programa nuclear con el fin de preservar su régimen. Pero cualquier persona que quiera refutar la profecía del desastre diplomático en vez del militar debe actuar de inmediato. Se nos acaba el tiempo. Realmente estamos fuera de tiempo.

Despertar a un minuto de la medianoche va a resultar difícil. Pero despertar un minuto después de la medianoche puede llegar a ser catastrófico.

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