Netanyahu el pacificador – Roger Cohen – NY Times

Jimmy Carter, como ha señalado en Londres hace unos días, llegó a un acuerdo con un derechista ex terrorista, y "la última persona con la que se podía esperar hacer la paz", para la consecución de los Acuerdos de Camp David de 1978 que pusieron fin al conflicto entre Israel y Egipto.
El hombre en cuestión era el ex primer ministro israelí Menachem Begin, quien comentó en su libro de memorias "La Revuelta" que era conocido como el "terrorista número uno" por Gran Bretaña por liderar la lucha que acabaría con el dominio británico del Mandato de Palestina y el establecimiento de un Estado judío.
Begin reconocía que fue impulsado por el odio a la dominación británica. "Tuvimos que odiar por la humillante desgracia de no tener un hogar para nuestro pueblo", añadiendo que "tuvimos que odiar por la prohibición de la entrada a nuestro país de nuestros propios hermanos, quienes pisoteados y asesinados pedían ayuda a gritos a un mundo moralmente sordo".
Sin embargo, tres décadas después de la creación del Estado de Israel en 1948, Begin el guerrero - un hombre tan responsable como cualquier otro de la transformación de los mansos y aquiescentes judíos de la diáspora, que fueron cabizbajos a las cámara de gas de los nazis, en combatientes -, eligió finalmente poner el odio a un lado e intercambiar la tierra por una paz duradera.
La conclusión de Carter es que Benjamin Netanyahu, un halcón seguidor del ethos de Begin (el primer primer ministro derechista de Israel), también puede querer pasar a la historia como el "héroe histórico" que trajo la paz.
"Yo no veo a nadie más" en Israel "como un posible pacificador", sentenció el ex presidente de EEUU, quien acababa de ser informado por el secretario de Estado John Kerry de su iniciativa diplomática.
La idea de que Netanyahu el likudnik, un feroz opositor del empeño hacia la paz del difunto Yitzhak Rabin [N.P.: representado por el Proceso de Oslo], un reticente recién incorporado a la idea de una solución de dos estados, un ideólogo durante mucho tiempo dentro de la derecha judía de la idea de que toda la tierra bíblica pertenece a Israel, podría reinventarse a sí mismo como constructor de la paz, no es nada nueva. La he escuchado de varias personas que han pasado largas horas con Netanyahu, como el ex primer ministro británico Tony Blair.
El escepticismo es de rigor, pero sería un error descartar la idea. Nunca hubiéramos dado un céntimo por un feroz Begin forjado en la persecución europea, y sin embargo… La polémica liberación de 104 palestinos no es la acción frívola de un primer ministro israelí que se acerca a unas negociaciones sobre el estatuto definitivo [N.P.: ¿Por qué el autor no se priva de tachar a Begin de antiguo terrorista, mientras evita catalogar a esos presos palestinos de lo que son, terroristas, muchos de ellos con graves delitos de sangre? Son las cosas de los comentaristas progresistas del NYTimes].
Carter ha dicho: "Creo que esta idea que John Kerry ha llevado a cabo en secreto, muy en secreto durante cinco meses, tiene mucho más posibilidades de éxito de lo que yo había creído antes de reunirme con él".
El trabajo de Kerry ha sido hasta ahora impresionante: la obstinación, el riguroso secreto (necesario para la diplomacia, pero más difícil que nunca de lograr), la coreografía (arrancar a los interlocutores fuera de la región para iniciar las conversaciones en Washington), la orquestación (la participación del la Liga Árabe, hacer un llamamiento a las principales organizaciones judías estadounidenses).
El contexto de su trabajo se contempla negativamente, pero tal vez se equivoquen. Junto a la implosión de Siria y la fractura secular-religiosa en Egipto, el conflicto palestino-israelí es un viejo y aburrido tema: sus protagonistas están cansados de él, el contorno de su resolución es conocido, la inutilidad de su perpetuación resulta evidente. Mi sensación es que incluso los árabes, quienes han utilizado durante tanto tiempo la cuestión palestina como una distracción de sus problemas fundamentales, están hartos. Ellos ven ahora al conflicto como un impedimento para el crecimiento y una distracción ideológica (en lugar de una herramienta útil).
Hay más ebullición ahora entre sunitas y chiítas que en la enemistad entre palestinos e israelíes. Carter dijo que la resolución debe basarse en las fronteras de 1967, con una excepción, es decir, que puede haber intercambios de territorios muy cercanos a Jerusalén por los principales asentamientos israelíes, y acre por acre o hectárea por hectárea, el territorio de estos grandes asentamientos será compensado a los palestinos por Israel en igualdad de condiciones.
Del retorno de los refugiados palestinos afirmó que tendría que ser a Cisjordania o Gaza, “a excepción quizás de algunas pocas docenas (¿de miles?) o algo así a Israel”. También dijo que "he estado muchas, muchas horas reunido con los líderes de Hamas, y me he cerciorado desde hace mucho tiempo que aceptarán cualquier negociación que tenga éxito entre la OLP e Israel si la refrendan los palestinos en un referéndum".
Sí, el contorno de la única solución posible es bien conocido, aunque Jerusalén requerirá una inmensa creatividad. La terrible alternativa es también muy conocida. A veces el conflicto se acerca a la autoparodia: golpearse hasta el fin. ¿Pudiera ser que los pueblos israelí y palestino no estén listos para engañarse otra vez?
Begin también escribió: "Odiamos - como cualquier nación digna de ese nombre debe siempre odia - el dominio del extranjero. Si amas a tu país, no podemos dejar de odiar a aquellos que tratan de arrebatarlo".
Netanyahu debe decir esas palabras con cuidado. Él podría encontrar en ellas el estímulo decisivo para obtener una resolución que otorgue a los palestinos un estado en paz y seguridad junto a Israel. Pero es mucho más difícil para él: el Sinaí, a diferencia de la Ribera Occidental, no formaba parte de Eretz Israel, la tierra que Begin creía que era "nuestra por derecho natural y eterno".
Más difícil, sí, pero no mucho más difícil que Begin, el fabricante de bombas, se convirtiese en Begin el pacificador.
Labels: Netanyahu, Proceso Paz, RCohen
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