Saturday, November 23, 2013

Israel, Egipto, Arabia Saudí y los países del Golfo, temerosos de la traición de los Estados Unidos - Ben Caspit - Al Monitor


¿Superará en los destrozos a Jimmy Carter?

El ataque terrorista mortal que tuvo lugar cerca de la embajada iraní en Beirut el 19 de noviembre pasado, no podría haber ocurrido en un momento más sensible. No solo tuvo lugar un día antes de la reanudación de las conversaciones entre Irán y las grandes potencias en Ginebra, teniendo por delante la posible firma de un acuerdo, sino que también coincidió con la visita del presidente francés François Hollande a Israel, quien por su parte asustó y alarmó al mundo entero con sus profecías apocalípticas sobre un "acuerdo de rendición" con Irán. Eso ocurrió mientras el Oriente Medio era un hervidero y era más volátil que nunca. No es de extrañar que Irán, de una manera inusual, se apresurara a señalar con el dedo a Israel acusándole de la responsabilidad de la acción terrorista.

Oficialmente, Israel ha negado enfáticamente su participación. "Israel nunca ha usado atacantes suicidas. Eso no existe en nuestra cultura y no tenemos ningún interés en interferir en la guerra entre sunitas y chiítas existente en el Medio Oriente en general, y en Siria y el Líbano en particular”, me comentaron los funcionarios de seguridad israelíes con los que hablé.

El razonamiento de las autoridades israelíes es demasiado evidente. El ataque, según las evaluaciones de Israel, se llevó a cabo por una organización terrorista sunita con una infraestructura operativa altamente desarrollada y con una capacidad de ejecución de primera categoría. El ataque en sí, según piensan los expertos, fue complejo y difícil de llevar a cabo. Sus resultados fueron mortales. Según la información disponible en los primeros momentos, el agregado cultural iraní en el Líbano fue muerto por la explosión. Un agregado cultural es a menudo una forma eufemística de referirse a un miembro de la Guardia Revolucionaria. Si esta información es correcta, los autores lograron su objetivo.

La historia es a la vez compleja y simple. Una guerra sin cuartel se lleva a cabo entre chiítas y sunitas en el Oriente Medio, con Siria como el principal campo de batalla. Hezbolá se ha puesto del lado - de forma abierta y en gran número - del presidente sirio Bashar al-Assad contra los sunitas. Ahora los sunitas han llegado hasta Beirut, el patio trasero del jeque Hassan Nasrallah, el secretario general de la organización, para decirle con voz estentórea: No podéis evitar vuestra responsabilidad. Estáis implicados hasta el fondo. Cualquier persona que sirva a Irán en el territorio sirio encontrará a los enemigos de Irán en su propio patio trasero, en Beirut en este caso.

Nasrallah ha sabido esto durante muchos meses, porque después de todo éste no ha sido el primer ataque terrorista en la capital libanesa. Sin embargo, en este caso me parece que ha conseguido entender el mensaje más que nunca. El jefe del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF), Benny Gantz, ya dijo en junio que "el fuego comienza a lamer la túnica de Nasrallah". Ese fuego, a estas alturas, ya se ha vuelto loco.

No lejos de este escenario, otros acontecimientos también están teniendo lugar en lo que alguna vez se llamó el "eje moderado" en el Oriente Medio. Lo que tienen en común los miembros de este eje es que empieza a ser definido como la "doctrina de la traición de los EEUU". Al abandonar, traicionar o dejar de lado a sus antiguos aliados en la región, los Estados Unidos han acercado a estos países. "Esta es una divertida paradoja", me dijo un versado ministro israelí de alto rango hace unas dos semanas. "Tomen la relación con Egipto, por ejemplo. Ellos - los egipcios - se han dado cuenta de que los estadounidenses simplemente no entienden el Oriente Medio. Los estadounidenses siempre hacen lo menos correcto en cualquier momento dado. Por otro lado, todos los actores regionales saben muy bien que Israel entiende el Oriente Medio al revés que los americanos. Esta paradoja - el pie menguante de los Estados Unidos - reúne a los países vecinos más cerca de nosotros, Israel, incluyendo aquellos con los que no mantenemos relaciones diplomáticas”.

"La manifestación más notable de este fenómeno es la relación con Egipto", me explicó el ministro. "Sin embargo, también se aplica a las relaciones con muchos otros elementos importantes de la región. Ahora entienden la doctrina israelí, a sabiendas de que, a diferencia de otros, Israel no traiciona simplemente las políticas o los acuerdos previos".

La "organización de países dañados por la política estadounidense en el Oriente Medio" se compone actualmente de Egipto, Israel, Arabia Saudita, Kuwait, los Emiratos Árabes Unidos y, en menor medida, Jordania. Turquía también ha sufrido daños, aunque por otras razones (porque es un miembro del campo de la Hermandad Musulmana). Por eso es que Ankara no es un miembro activo, sino más bien un observador externo, similar a la situación de los palestinos en las Naciones Unidas. Qatar se mantiene al margen, tratando de revolver toda la olla.

La ejemplificadora historia de esta extraña alianza es la traición de América al ex presidente de Egipto, Hosni Mubarak. Mientras que esta historia ya ha sido ampliamente cubierta, los detalles exactos todavía no se han publicado. La verdadera cadena de los acontecimientos se transmite en las reuniones discretas que se están produciendo constantemente entre los diversos elementos de la región, incluido Israel.

Saudíes, kuwaitíes, jordanos, egipcios y otros se reúnen para reconstruir esa semana fatídica en la historia egipcia. Y así es como se desarrolla la historia. Cuando las manifestaciones en Egipto estallaron, Mubarak entendió rápidamente que iban a por él, que la historia había terminado. Su hijo Gamal no se convertiría en el próximo presidente. La dinastía había sido cortada de raíz. Incluso se lo explicó a su esposa, Suzanne, a quien le resultaba difícil digerir ese estado de cosas. Al mismo tiempo, Mubarak nombró a Ahmed Shafik Zaki como primer ministro, mientras que empezaba a negociar con la oposición y los manifestantes.

En ese momento, los estadounidenses deberían haber comprendido que esa era la manera correcta de hacer las cosas, es decir, tener una transición ordenada del poder en Egipto antes de unas elecciones generales. A Mubarak se le debía permitir dimitir con dignidad, con la cabeza bien alta. Los americanos no deberían haberlo tirado bajo el autobús. Pero desde que el presidente de EEUU Barack Obama asumió el cargo, los estadounidenses ya no vieron en Mubarak al activo que solía ser, la piedra maestra regional, tal como el presidente Shimon Peres de Israel lo denominó una vez. En dos ocasiones - una vez en El Cairo y otra en Ankara - Obama pronunció discursos "sobre" la cabeza de Mubarak, humillándolo y dejando que las masas de Egipto y los líderes de todo el Oriente Medio entendieran que, en lo referente a los americanos, era un líder acabado.

Las protestas contra Mubarak en la plaza Tahrir confirmaron que la gente lo había entendido. Pero los Hermanos Musulmanes no asaltaron la plaza Tahrir, sino que se quedaron dónde estaban, en sus mezquitas. Lo que se vio en la plaza Tahrir fue a los jóvenes, muchos de clase educada, que habían alcanzado la mayoría de edad sólo para darse cuenta de que no tenían dinero para pagar la dote, lo que les impedía casarse. Se dieron cuenta de que no podían salir de la casa de sus padres porque no podían darse el lujo de tener su propio hogar.

Entendiendo que todo había terminado, Mubarak, como se ha señalado anteriormente, nombró a Shafik, quien, a su vez, se embarcó en negociaciones. La atmósfera pública comenzó estabilizadora. Las masas empezaron a comprender que Mubarak sería retirado paulatinamente. En algún momento, la Hermandad Musulmana empezó a darse cuenta de que también debía unirse a las negociaciones con Shafik. Y entonces, tres días después de que la Hermandad Musulmana se uniera a las conversaciones, los americanos cometieron su habitual y estúpido error, le dieron a Mubarak un ultimátum: lo abandonaron y lo hicieron sumariamente. Fue el general Mohamed Tantawi quien recibió la orden de Washington a través de una llamada telefónica, poniendo la pistola sobre el escritorio del presidente traicionado. Reconociendo que su cabeza había sido cortada y arrojada a los perros, Mubarak renunció y se fue a Sharm el-Sheikh. Lo demás es historia.

¿Cuál fue el motivo de América? Sus dirigentes se habían enamorado del "modelo turco" y se mostraban totalmente convencidos de que podría funcionar en Egipto. Los Hermanos Musulmanes, según los estadounidenses, eran la solución. Por cierto, la Hermandad no tenía ningún plan para participar en la primera ronda política. No estaban compitiendo por la presidencia. Lo que querían era dejar que otros hicieran el trabajo sucio y luego llegarían ellos y recogerían los dividendos. Pero fue la política estadounidense la que puso la tentación justo en frente de la Hermandad Musulmana, la cual posteriormente la encontró irresistible.

Y entonces llegó el momento de la elección entre Ahmed Shafik - el candidato de los seculares de Egipto - y el candidato de la Hermandad Musulmana, Mohammed Morsi. El resultado fue una especie de sorteo, cada lado proclamando su victoria. Morsi anunció la suya y Shafik planeaba disputársela. Tantawi quería aprovechar el caos y nombrar a Shafik. ¿En ese momento, quienes decidieron intervenir? Lo saben muy bien: los americanos. Ellos dieron un ultimátum: Morsi ganó la partida y por lo tanto Morsi sería nombrado presidente. Lo que a los estadounidenses les preocupaba era Morsi o el caos. Tantawi captó la indirecta y actuó en consecuencia. Morsi fue nombrado. Y fue entonces, como todos sabemos, que el caos se desató.

La apuesta americana por los Hermanos Musulmanes como un modelo para un Islam político moderado que representara fielmente al pueblo egipcio era una reminiscencia de la apuesta del primer ministro Benjamin Netanyahu y de Sheldon Adelson por el candidato presidencial republicano Mitt Romney. Hoy en día todas las partes saben que adoptaron una mala decisión, Obama, por su parte y Bibi (Netanyahu) y Adelson, por la suya. Pero no pueden reescribir la historia.

Uno podría haber esperado que los americanos corrigieran su rumbo sobre la marcha, lo que permitiría al general Abdel Fattah al-Sisi completar el golpe de Estado y la transición del país hacia la democracia. Sin embargo, los estadounidenses mantienen su papel de elefantes en una cacharrería totalmente desorientados sobre la realidad y que se ofenden fácilmente.

A pesar de la fuerte presión israelí, que pretendía que suavizaran su actitud con el general Sisi, los estadounidenses se mantuvieron fieles a su error original, ignorando los hechos concretos que no se alineaban con sus perspectivas. Todavía persisten en creer que lo que llevó a los pueblos de Occidente cientos de años podría repetirse en el Oriente Medio en tan sólo un año o dos.

Sisi es el hombre del momento en Egipto. Israel lo supervisa muy de cerca. Un alto funcionario de seguridad israelí habla de Sisi en los mismos términos que se hablaba de otros: el nuevo Gamal Abdel Nasser, o - para decirlo de otra manera - "el sucesor".

Sisi desempeña ese papel. En el aniversario de la muerte de Nasser, Sisi visitó la tumba de Nasser. Los medios de comunicación egipcios de repente recibieron fotos de la infancia del general rindiendo homenaje a Nasser. Conclusión: Sisi es el nuevo Nasser. Él restaurará el orgullo de Egipto y volverá a poner una sonrisa en las caras de la gente de Egipto. Con ese fin, Sisi necesitaba a los americanos. Pero los americanos se aseguran de estar siempre en el lugar equivocado en el momento equivocado, y viceversa. Ahora están traicionando a Sisi, quien, a su vez, encuentra consuelo en los miles de millones de dólares que ha estado recibiendo desde Arabia Saudita y Kuwait (Qatar vacila) y lleva a cabo nuevos grandes negocios de armas con Rusia y China.

Como se ha señalado, los estadounidenses no descansarán hasta que hayan destruido totalmente lo que las administraciones anteriores han construido con tanto esfuerzo en el Oriente Medio. Y van por buen camino para lograrlo…

En este contexto, es fácil entender lo que los líderes y funcionarios en Jerusalén, Riad, El Cairo, Ciudad de Kuwait, Ammán y en muchos otros lugares están sintiendo.

Listos para un ataque estadounidense en Siria, los jordanos se quedaron en la estacada. Los saudíes ya están tomando los primeros pasos hacia un gran acuerdo nuclear con Pakistán. Los príncipes del Golfo, los insurgentes en Siria (los pocos que no están afiliados a al-Qaeda) e incluso los turcos, cada uno de ellos espera su turno para la traición americana. Y el problema con los americanos es que, de hecho, siguen sin enterarse.

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