Sunday, December 01, 2013

El Negev, la próxima partición de Israel - Emmanuel Navon - i24News



Hace sesenta y seis años, el 29 de noviembre de 1947, la Asamblea General de Naciones Unidas votó a favor de dividir el Mandato Británico entre un Estado judío y un Estado árabe (Resolución 181). Hay muchos mitos en torno a esta resolución, así como particularmente un efecto secundario que Israel no podía esperar en el tiempo pero que se ha vuelto más palpable.

Después de que se dieron a conocer los resultados de la votación, los miembros de la delegación judía en la ONU cayeron unos sobre otros bañados en lágrimas y en la zona del Mandato anterior al Estado judío, los judíos estallaron en celebraciones. Por el contrario, el presidente de la Liga Árabe, Azzam Pasha, se enfureció y juró que "cualquier línea de partición elaborada en Palestina será una línea de fuego y sangre".

En verdad, sin embargo, la Resolución 181 fue legalmente sin sentido. Al igual que todas las resoluciones de la Asamblea General fue una recomendación no vinculante. La afirmación de que la ONU "creó" a Israel el 29 de noviembre 1947 es absurda. La Asamblea General no tiene autoridad para "crear" estados. El embajador sirio ante la ONU estaba en lo cierto cuando declaró tras la votación que "las recomendaciones de la Asamblea General no son imprescindibles para aquellos a quienes van dirigidas. No consigo encontrar en esta carta el texto que implica, directa o indirectamente, que la Asamblea General tiene la autoridad para hacer cumplir sus recomendaciones por la fuerza militar".

Un segundo mito en torno a la Resolución 181 es que los árabes estaban plenamente justificados en rechazarla porque era injusta para los palestinos. Para empezar, el Plan de Partición de la ONU no mencionaba a los palestinos, ni se recomendaba el establecimiento de un estado palestino. Había una razón para esto: nadie había oído hablar de tal pueblo en esos momentos. La Resolución 181 recomendaba la partición del Mandato Británico entre un "Estado árabe" y un "Estado judío". Pero si alguien quedó discriminado fueron los judíos, no los árabes.

"Palestina" no había existido en el Imperio Otomano. Hubo distritos administrativos llamados "sanjaks" (como los sanjaks de Jerusalén, de Gaza, y de Nablus). Fueron los británicos los que revivieron la palabra latina "Palestina" y volvieron a crear una entidad administrativa que había dejado de existir con la caída del Imperio Romano. En julio de 1922, la Liga de las Naciones le confió a Gran Bretaña poner en práctica "el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío". Lo que la Liga de las Naciones entendía por "Palestina" era la entidad jurídica creada por el Tratado de Sèvres (que abarca la actual Israel y Jordania). En septiembre de 1922, el Reino Unido informó a la Sociedad de Naciones que había decidido excluir el territorio situado en la orilla este del río Jordán (también conocido como "Transjordania") de su compromiso legal con el pueblo judío.

Esta era una partición de facto del Mandato otorgado por la Liga de las Naciones, una partición que amputó a los judíos el 77% del territorio en el que se suponía se establecería el hogar nacional judío. El plan de partición de la ONU de 1947 era una partición adicional del 23% restante. En esta segunda partición, a los judíos se les concedió el 56% de la Palestina occidental y a los árabes el 43% restante - de ahí la afirmación de que la partición de 1947 era injusta para los árabes (el 1% restante era la región de Jerusalén, que se convertiría en un "corpus separatum") - . Pero, de hecho, el plan de partición de 1947 dejó a los judíos con el 12% del Mandato de la Palestina original, por lo que apenas se puede decir que fue un reparto injusto para los árabes.

La razón por la que el segundo plan de partición atribuyó el 56% de la Palestina occidental a los judíos era porque incluía el desierto del Negev. Chaim Weizman, quien más tarde se convirtió en el primer presidente de Israel, luchó muy duro para que el Negev fuera incluido en el Estado judío, a pesar de que era un área vacía y sin cultivar. El Comité Especial de las Naciones Unidas para el Mandato de Palestina aceptó su argumento de que el Estado judío necesitaba el suficiente espacio para absorber a los sobrevivientes del Holocausto y los inmigrantes judíos.

La soberanía de Israel sobre el Negev, sin embargo, fue cuestionada en 1950 por los gobiernos de Estados Unidos y de Gran Bretaña. El "Plan Alfa" de 1955, promovido por la Administración de Eisenhower, abogó por la continuidad territorial entre Egipto y Jordania, y por lo tanto, por concesiones territoriales israelíes en Negev.

Hoy en día, la soberanía de Israel sobre el Néguev está siendo cuestionada por ONG y funcionarios electos europeos, que niegan el derecho soberano de Israel a aplicar el Plan Prawer, el cual trata del reasentamiento de la población beduina de la región. En julio de 2012, el Parlamento Europeo aprobó un proyecto de ley para que Israel detuviera el Plan Prawer. El 17 de octubre de 2013, el "Grupo de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas" en el Parlamento Europeo participó en un seminario en Bruselas sobre los beduinos en el Negev. El evento mostraba un gran cartel que decía: "Stop sl Plan Prawer-Begin, no a la limpieza étnica de los beduinos palestinos".

Cuando Chaim Weizman obtuvo finalmente la inclusión del Negev en el Estado judío propuesto, no se imaginó que la soberanía de Israel sobre ese desierto sería desafiada seis décadas después. Y los líderes israelíes de hoy, que parecen creer que Israel ya no tendrá más problemas una vez que se retire a las líneas de armisticio de 1949, harían bien en tomar nota del hecho de que Israel está siendo acusado de "ocupación" dentro de sus fronteras anteriores a 1967.

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