Sunday, March 16, 2014

Gran análisis: Beinart reprueba a Kerry por el rechazo palestino - Jonathan Tobin - Commentary



Hay que dar algo de crédito al periodista y escritor izquierdista Peter Beinart. Él está prestando una cuidadosa atención a las negociaciones en marcha entre Israel y la Autoridad Palestina al entender que no hay casi ninguna posibilidad de que el líder de la AP, Mahmoud Abbas, firme un acuerdo de paz. Pero ¿a quién culpa por esto en su último grito de dolor en el Haaretz por el proceso de paz? Al secretario de Estado John Kerry.

Por supuesto, Beinart también cree que el primer ministro israelí Netanyahu es culpable por insistir en que los palestinos reconozcan a Israel como un Estado judío, lo que quiere decir que renuncien a sus sueños de destruirlo. También culpa a Netanyahu por pedir serias garantías de seguridad en el caso de que se consiga un acuerdo, así como exigir que los EEUU hagan valer las promesas hechas a Israel antes de la retirada de Gaza de que conservaría los principales bloques de asentamientos en Cisjordania. Pero en realidad, sus críticas a Netanyahu se dirigen verdaderamente hacia el pueblo de Israel por rechazar las políticas de la izquierda israelí después de la caída de Oslo y el desastre de Gaza. A su modo de ver, la democracia es una cosa buena, pero como los intelectuales liberales (lean progresistas en Europa) y de izquierda como él saben lo que es mejor para el país, los resultados de las dos últimas elecciones para la Knéset deben dejarse a un lado con el fin de permitir que la presión estadounidense dicte las condiciones de paz con los palestinos. Y es que la mayoría de aquellos que se niegan a dar a los palestinos lo que desean, son los que rechazan la paz.

Este es un territorio familiar para Beinart. Pero ahora que Kerry está en medio de un esfuerzo supremo para conseguir que Israel y la Autoridad Palestina acuerden un nuevo marco que permita más conversaciones, y donde los israelíes dirán que sí nuevamente y los palestinos dirán casi seguro que no nuevamente, Beinart se ve obligado a ofrecer un nuevo conjunto de justificaciones para el perenne argumento de la izquierda de que la falta de paz es culpa de Israel. Su respuesta es que el verdadero villano de turno es Kerry, y Beinart, como representante de esos judíos liberales de izquierda, recrudece sus esfuerzos para que el secretario presione a Israel para que acepte un nuevo marco de propuestas. ¿Por qué? Porque, según Beinart, los términos actuales de Kerry son demasiado favorables a Israel.

Por supuesto, se trata del mismo secretario de Estado que presionó a los israelíes para que liberaran a más de 100 terroristas y asesinos palestinos para así sobornar a la Autoridad Palestina para que volviera a la mesa de negociaciones después de boicotear las conversaciones durante años. Y es el mismo hombre que amenazó a Israel con una nueva Intifada, con el incremento de los boicots y con una guerra económica si no estaba de acuerdo con sus propuestas, preparando el escenario para más violencia y más deslegitimación del Estado judío después de que sus esfuerzos fracasaran.

Pero Beinart considera que Kerry tiene que cambiar sus propuestas, ya que ha incorporado algunas de las principales demandas de Israel y ha dejado otros elementos para las negociaciones entre las dos partes. Según Beinart, Kerry se ha desviado de los planes ofrecidos a los palestinos por Ehud Barak en 2000 y 2001, y el propuesto por Ehud Olmert en 2008. Las diferencias existentes entre tales planes y el marco ofrecido por Kerry son pequeñas pero significativas.

El primer problema es que Kerry está de acuerdo con los israelíes en que los palestinos deben tragar saliva y decir dos pequeñas palabras - "Estado judío" -, algo que indicaría que dan por terminado el conflicto en lugar de hacer una pausa con el fin de reanudarlo más tarde bajo unas circunstancias más favorables .

El segundo problema radica en aceptar una transición gradual por la que las tropas israelíes permanecerían en el Valle del Jordán durante probablemente unos 10 o 15 años. Beinart está de acuerdo con los palestinos en que ese tipo garantía de seguridad es inaceptable, y eso cuando parece más necesaria que nunca debido a la subida de Hamas y de la Jihad Islámica en los últimos años, así como las amenazas a Jordania desde Irán y Siria.

¿Qué más? Beinart no está contento con los términos de Kerry para la división de Jerusalén. Kerry está dejando los detalles de cómo crear la partición entre las partes, y dijo que uno de los barrios árabes de la parte oriental de la ciudad podría servir como capital palestina. Beinart está de acuerdo con Abbas y quiere que todos los barrios árabes de la ciudad constituyan la nueva capital de Palestina.

Beinart también está molesto por el hecho de que el acuerdo marco de Kerry no satisfaga, aunque sea de labios para fuera, la demanda palestina de un "derecho de retorno" que les permitiera inundar Israel con los descendientes de los refugiados de 1948. Mientras Olmert estúpidamente ofreció a los palestinos el derecho a regresar a Israel de unos 15.000 "refugiados", Kerry sabiamente ha rebajado las expectativas sobre esta cuestión.

Estas diferencias respecto a los planes del 2000, 2001 y 2008 no cambian el hecho de que si los palestinos son lo suficientemente inteligentes como para decir que sí al acuerdo marco conseguirán su Estado independiente incluyendo la casi totalidad de Cisjordania, una parte de Jerusalén y serán compensados ​por los bloques de asentamientos con la misma cantidad de territorio israelí. Pero para decir que sí tienen que estar de acuerdo con la legitimidad de un Estado judío que exista junto a su nación, y tienen que comprometerse a no utilizar su Estado palestino para reafirmar y reanudar el conflicto una vez que Israel se retire. Desde su creación, el nacionalismo palestino se ha centrado exclusivamente en negar la legitimidad del sionismo más que en construir una nación. Es por eso que Abbas no será capaz de aceptar la paz ahora, como no lo fue en 2008, cuando huyó de la oferta de Olmert, o como cuando Yasir Arafat le dijo que no por dos veces a Ehud Barak. Pero Beinart prefiere ignorar esa verdad acerca de Abbas y de la cultura política de rechazo de la que es a la vez facilitador y rehén. En cambio, él culpa a Israel y a Kerry por no dar aún más.

Curiosamente, el plan de acción de Beinart para hacer frente al problema no implica realizar esfuerzos para que los palestinos no digan que no a la paz y a la independencia por cuarta vez desde el verano de 2000. En cambio, él quiere que sus amigos de J Street y otros judíos liberales partidarios de la administración Obama vuelquen su ira contra el secretario de Estado. Él quiere que la izquierda "monte un escándalo" en contra de Kerry y de la administración con el fin de conseguir que cambie el acuerdo marco para que sea más aceptable para los palestinos, incluyendo la supresión de las referencias al Estado judío y dar luz verde a los refugiados.

Tal esfuerzo por parte de J Street sería poco probable por ser absurdo. J Street es más pro-Obama que pro-paz o pro-Israel. Nunca va a lanzar una campaña contra los esfuerzos de Kerry para negociar un acuerdo con el fin de inclinar el campo de juego aún más hacia los palestinos de lo que el secretario ya ha hecho.

Esta diferencia entre Beinart y Kerry ilustra, si no otra cosa, la sinceridad del secretario. Las posibilidades de éxito de Kerry siempre han estado cercanas a cero, y su voluntad de llevar a cabo esta misión, a pesar de las reales posibilidades que intentarlo podría provocar más daño que bien al alentar el terrorismo y el boicot después de la inevitable negativa palestina, testifica tanto su falta de criterio como su arrogancia. Pero Kerry también entiende que después del colapso de Oslo, la retirada de Gaza y de los tres no palestinos a las ofertas de paz, los israelíes tienen que ser persuadidos de que esta paz será genuina y garantizará la supervivencia del Estado judío. Y es por eso que Abbas no va a firmar un acuerdo que contenga esas condiciones razonables.

Beinart entiende que esa decisión, al igual que las múltiples decisiones palestinas de rechazar repetidamente la paz durante todo el siglo pasado, socava su tesis acerca de que Israel es el culpable. Así que con el fin de preservar su dudosa narrativa del conflicto debe comenzar a configurar a Kerry como el chivo expiatorio del rechazo palestino. Leyendo el artículo de Beinart, casi me sentí mal por Kerry. Casi.

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