Friday, May 30, 2014

Un recordatorio a Peter Beinart: Entre la crítica y la incitación - Ben-Dror Yemini - Ynet



El ataque de Bruselas ha vuelto a incrementar la discusión acerca de la conexión entre la incitación y la acción.

En el pasado, un comité en nombre de la Unión Europea trató de determinar las reglas que definía la diferencia entre la crítica y la incitación antisemita. Las reglas fueron adoptadas por diferentes órganos, como el Partido Laborista Británico. Hay reglas indiscutibles que adoptaron, como la negación del Holocausto y la atribución de complot a los judíos. Y hay otras reglas que hacen que a ese documento significativo.

Por ejemplo, cuando Israel es tratado de acuerdo con un baremo diferente en comparación con otros países, los occidentales, que experimentan conflictos similares, eso también es antisemitismo. Negar el derecho de los judíos a su autodeterminación y la comparación de la política israelí a la de los nazis también se incluyen en la definición de antisemitismo.

No es ni necesario mencionar que el documento aclara que las críticas a las política de Israel no son antisemitismo.

Sin embargo, la distinción entre la crítica y la incitación a menudo es el resultado de una visión política. Hay quien dice que el boicot de los productos de los asentamientos es una expresión de antisemitismo. Esto es, por supuesto, pura tontería. No hay necesidad de estirar la definición para incluirlo. Por el contrario, debe reducirse, y no hay necesidad de introducirlo, incluso a la luz de un evidente y profundo criticismo. Tenemos que luchar contra el antisemitismo, no tenemos que expandirlo.

Sin embargo, no hay necesidad de un documento de la UE para llegar a la conclusión de que las mentiras flagrantes contra Israel no se encuentran dentro de esos límites de la crítica, y que representan pura incitación. Cuando se acusa a Israel, en repetidas ocasiones, de cometer un genocidio contra los palestinos, esto no es una crítica, sino más bien un libelo de sangre. Cuando Israel es acusado de ser el sucesor de Hitler, como incluso un académico desde Israel ha afirmado, o cuando el ejército israelí se convierte en las SS por la muerte de dos palestinos, esto no es una crítica, sino más bien antisemitismo.

Los disturbios de la Kristallnacht no fueron el resultado de un sana criticismo contra los judíos, fueron el resultado de la incitación. Los ataques de "price tag", por otro lado, no son lo mismo, son el resultado de los autores y partidarios de ese documento calumnioso que es "La Toráh del Rey". Una porción significativa de los ataques terroristas, probablemente incluyendo el ataque de Bruselas, son el resultado del lavado de cerebro que convierte a los enemigos, en este caso a los visitantes de un Museo Judío, en representantes de Satanás.

La "Estrategia de Durban", el nombre de una conferencia de las Naciones Unidas celebrada en la ciudad sudafricana de Durban, se suponía que se centraría en la lucha contra el racismo, pero se convirtió en una marcha de odio y de incitación contra un país, Israel, y esa estrategia se ha extendido en Occidente en general, y en Europa en particular, desde hace más de una década. Desde hace años, el verdadero campo de batalla ha sido el mundo académico, los medios de comunicación e Internet. Ahí es donde la incitación está teniendo lugar. Ahí es donde a muchas personas se le está lavando el cerebro.

La combinación de genocidio, palestinos e Israel produce más resultados en los motores de búsqueda de las web que la combinación de Sudán, Darfur y genocidio. El resultado es obvio. Casi el 50% de los residentes de la Unión Europea creen que Israel ha librado una guerra de destrucción contra los palestinos. Pero esa gente no ha estado expuesto a una sana crítica, han estado expuestos a una industria de la mentira.

Cuando Peter Beinart, una de las estrellas de la izquierda judía en los Estados Unidos, escribió hace unos días que los israelíes cometieron un pogrom era un libelo de sangre (el origen fue una noticia "mal traducida" por el Haaretz, diario donde escribe, en la cual se afirmaba con entusiasmo que los colonos de Hebrón habían quemado un olivar palestino celebrando la festividad de Lag Ba'omer, cuando en realidad ni un sólo árbol había sufrido daños). Beinart no es ni un racista, ni un skinheaded, ni un yihadista, pero al publicar esa falsa acusación legitimó innumerables publicaciones sobre "crímenes de guerra", y precisamente porque es un judío que incluso se hace pasar por un "sionista".

Beinart posteriomente publicó una retractación, pero hay algo que da miedo ante la insoportable levedad de convertir a Israel en un monstruo con tanta facilidad. No hay necesidad de que unas hordas de hooligans cometan otro Kristallnacht, solamente hay la necesidad de que varias personas tomen esa misión en sus manos.

Así que es cierto, lo que ocurrió en Bruselas, y no sólo allí, es el resultado de la mentira y de la incitación. Y la responsabilidad de ello también se encuentra en gente como Peter Beinart.

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