Wednesday, July 23, 2014

El fin de la crítica liberal de Israel - Jonathan S. Tobin - Commentary

 
30.000 israelíes lloran a Max Steinberg, el soldado solitario, en su funeral

Después de varios días de observación, y viendo personalmente al pueblo de Israel reaccionar a los ataques con cohetes y a la cruda realidad de la lucha contra Hamás en Gaza, la irrelevancia de la mayoría de las críticas y objeciones que en la actualidad están expresando los críticos estadounidenses de Israel me parecen más irrelevantes que nunca. Después de ser forzados a una guerra que la inmensa mayoría del público israelí entiende que afecta a su supervivencia, y no a las cuestiones políticas que dividen habitualmente a los judíos, no es de extrañar que la mayoría de los israelíes presten muy poca atención a los detractores extranjeros de su país que constantemente "tratan de salvarlos de ellos mismos" y que dicen "conocer mejor que ellos sus necesidades".

Sin embargo, esta gente que dice que se preocupa por el Estado judío necesita extraer conclusiones similares.

El contraste entre el apoyo a los esfuerzos de las Fuerzas de Defensa de Israel para atacar a los lanzadores de cohetes de Hamas y a la red terrorista de túneles de Gaza que exhibe la mayoría de los israelíes, y la indignación que estos esfuerzos en defensa propia han generado en otros lugares, resulta bastante difícil de ignorar.

Los israelíes entienden que el conflicto actual no tiene nada que ver con los argumentos sobre los asentamientos o de las fronteras. Usted no tiene que ser un partidario del primer ministro Benjamin Netanyahu, o de sus críticos pro-asentamientos a su derecha, para entender que a Hamas y a sus simpatizantes no les importan dónde deben situarse las fronteras de Israel.

Tampoco asistimos a ningún debate real sobre el impacto de una cultura política palestina donde inclusive los supuestos moderados aplauden el terrorismo y tratan a los que matan a judíos como héroes.

El objetivo de la fortaleza terrorista existente en Gaza que las Fuerzas de Defensa de Israel está tratando de desarmar y desmontar, es servir como base para una guerra en curso contra la existencia del Estado judío. La elección de los líderes de Hamas de sacrificar deliberadamente a mucha de su gente, tanta como sea necesaria, con el fin de proteger su infraestructura terrorista, no ha pasado desapercibida para los israelíes. Tampoco se les ha escapado el aviso que supone toda esa inversión masiva en cohetes y en túneles de infiltración por parte del gobierno de un territorio sumido en la pobreza, y todo ello para intentar producir el mayor número de víctimas judías que sea posible, y por supuesto sin tener en cuenta el impacto que este tipo de acciones puedan tener sobre la seguridad o la calidad de vida de los palestinos.

Igual de importante es el sumamente desagradable tono antisemita de gran parte de las protestas que se han montado contra la reacción de Israel frente a los ataques de Hamas desde Gaza. En pocas palabras, gran parte del mundo parece pensar que Hamas tiene "derecho" a disparar miles de cohetes contra ciudades israelíes, o bien a lanzar ataques terroristas transfronterizos encaminados a secuestrar o matar a tantos judíos como sea posible, mientras que a la vez el Estado judío no tiene ningún derecho a defenderse contra estas acciones, incluso si hace todo lo posible (como las Fuerzas de Defensa de Israel lo hace como algo natural) para evitar herir a los civiles que los islamistas utilizan como escudos humanos.

La invectiva general contra el sionismo que se escucha en las calles de las ciudades de Europa, e incluso en las protestas en Estados Unidos contra Israel, va en sintonía con los temas del discurso de Hamas. La solidaridad que estos manifestantes están expresando por la "resistencia" contra la "ocupación" - un término con el que se refieren a todo Israel, y no sólo a Cisjordania o al estado independiente palestino, excepto por el nombre, controlado por Hamas -, también deja en evidencia la naturaleza de la lucha.

Incluso aquellos que apoyan una solución de dos estados que implique una retirada israelí de la mayor parte o de la totalidad de Cisjordania, deberían ahora comprender que su aversión a los asentamientos, o bien su deseo de satisfacer la ambición palestina de soberanía, no puede ignorar el hecho de que el debate acerca de estas ideas resulta totalmente discutible mientras los cohetes están volando y los terroristas avanzan por los túnel transfronterizos con la esperanza de emerger dentro de Israel y matar a inocentes. Ante este contexto de odio y violencia, los únicos verdaderos puntos de discordia son si usted apoya la supervivencia del Estado judío o no.

Es por eso que la energía gastada por tantos liberales estadounidenses, en nombre de los proyectos diseñados para presionar al gobierno de Israel para que haga más concesiones a los palestinos, resulta simplemente equivocada.

Es completamente irrelevante para las realidades del Oriente Medio y del resurgimiento mundial del antisemitismo. Grupos tales como J Street, que se basan en la idea de que "Israel debe ser salvado de sí mismo por sus críticos liberales poseedores de grandes principios", son tratados como grupos serios y representativos de la opinión judía por los grandes medios. Pero esos grupos tienen poco que decir sobre el conflicto actual que requiera nuestra atención. También aparecen como menos importantes que nunca sus “esfuerzos” para diferenciarse de los grupos antisionistas más radicales, los cuales apoyan abiertamente los esfuerzos para aislar a Israel y apoyan económicamente las protestas contra su derecho a la legítima defensa.

En estos momentos ya no es posible pretender que el conflicto podrá solventarse mediante más concesiones israelíes que, de aplicarse, crearán otros 20 Gazas en Cisjordania. Tampoco se puede argumentar racionalmente que Israel necesita “tener más paciencia y mano izquierda” con Hamas en Gaza, y emprender "esfuerzos menos vigorosos" para sacar de su vasto sistema de túneles blindados su arsenal de cohetes y sus tropas terroristas, argumentando estúpidamente que dicha “moderación israelí (nunca hablan de la palestina)” traería a la región más cerca de la paz, cuando la única manera de dar a esa causa una oportunidad radica en la eliminación de Hamas.

Si, en algún momento en un futuro indefinido, los palestinos se desprenden de Hamas y de sus aliados más o menos radicales, y abrazan una identidad nacional que no esté indisolublemente ligada a la eliminación de Israel, tal vez entonces podamos reanudar el debate sobre los asentamientos y las fronteras que grupos como J Street tanto anhelan. Pero hasta que suceda ese evento poco probable, es imperativo que los estadounidenses se den cuenta que las críticas de J Street hacia Israel, tan a menudo repetidas por algunos funcionarios de la administración Obama y por la izquierda, ya no pueden tener ni fundamento ni prioridad.

La única pregunta que debe hacerse hoy en día es si usted es favorable al derecho de Israel a defenderse o no. Los judíos y no judíos, americanos y occidentales, que se consideran amigos del Estado judío, deben encontrar el coraje para hablar a favor de la justicia de la causa de Israel en la crisis actual contra las fuerzas del odio. Visto desde la perspectiva de los acontecimientos en las dos últimas semanas en Israel, todo lo demás es una pérdida de tiempo.

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