Thursday, July 17, 2014

Netanyahu contra una grandilocuente y exaltada derecha: Una batalla dentro de una guerra - Shmuel Rosner - Jewish Journal



Hacer frente a la pequeña política en tiempos de guerra - y tengo que destacar una vez más que esto no es una "guerra", es una dura escaramuza, o algo por el estilo - no es algo exactamente noble. Pero el despido ayer del directo adjunto del ministerio de Defensa, Danny Danon, es un claro recordatorio de que los políticos no dejan de tener que pensar en política. Danon estaba pensando en política cuando criticó duramente al gobierno del que era miembro, y al primer ministro que encabeza dicho gobierno, por su conducción de la operación militar en curso en Gaza. Él, con sus declaraciones, estaba atendiendo al grupo ideológico que le apoya en el Partido Likud - esos rimbombantes y charlatanes derechistas para quien una acción militar no es suficiente y tampoco lo es su audaz atrevimiento -. Danon es popular entre este grupo de likudniks, pero como directo adjunto, con un título con poco significado, resultaba bastante poco significativo. Su partida tendrá un impacto cero en la "defensa" de Israel. Su único efecto es político.

Netanyahu envió un mensaje ayer a su partido: hay un límite a mi tolerancia hacia la disidencia contundente e irrespetuosa. Netanyahu tiene problemas dentro del partido, problemas que tendrá que enfrentar cuando los tiempos sean más tranquilos, pero también es el mejor candidato del Likud como previsible futuro primer ministro. Si el partido quiere retener ese cargo, Netanyahu es su mejor opción. Y cuanto más se enfrente a los diversos Danon y a los otros jóvenes radicales, más crédito le dará el público en general por su conducta ante la situación en Gaza. De hecho, esto es exactamente lo que vuelve loco a Danon: hoy, cuando respondió en numerosas entrevistas al hecho de su despido por parte de Netanyahu, siguió recordando a sus oyentes que la oposición - la izquierda - no critica a Netanyahu. Siguió diciendo que Netanyahu está llevando a cabo la política de "Yachimovitz y Galon", es decir, de Shelly Yachimovitz del Partido Laborista y de Zehava Galon del partido de izquierdas Meretz. A Danon le gustaría que Netanyahu sea más Likudnik. Es decir, que utilizara más la fuerza con Gaza.

El despido de Danon fue oportuno y estaba justificado, pero todavía no eliminó a todos los responsables de los problemas existentes en el gabinete. Netanyahu tiene un problema mucho mayor con su ministro de Asuntos Exteriores, Avigdor Lieberman. El martes, Liberman convocó a la prensa y también criticó la política de Netanyahu. Él fue más sutil y no mencionó a Netanyahu por su nombre y no de una manera personal explícita. Pero, por supuesto, se trata de algo muy personal. Lieberman instó a la conquista de Gaza. Desde el inicio de esta ronda de violencia el ministro de Asuntos Exteriores ha estado jugando a la política. En primer lugar, decidió divorciar a su partido de su alianza con el Likud, y luego comenzó su viaje hacia la derecha. Luego "arremetió e insinuó que el público israelí era menos delicado que el primer ministro, llamándole más o menos un cobarde", tal como lo interpretó Mazal Mualem. Al parecer, Lieberman cree que hay un nicho político para él a la derecha del Likud. Si Netanyahu es ahora el hombre del centro, el primer ministro cauteloso y medido, tal vez un partido como el de Lieberman podría robarle algunos de esos votantes a los que les gustaría tener un líder al estilo de Danon en el timón.

Netanyahu echó a Danon porque puede hacerlo y todavía no ha echado a Lieberman porque no puede. Hay una diferencia entre Danon, un populista infantil, y Lieberman, un político astuto y experimentado. Danon es una molestia; Lieberman es una amenaza. Danon puede ser despedido sin demasiados problemas; Liberman es necesario, no por su contribución a la política exterior de Israel, sino más bien porque tiene un partido disciplinado detrás de si que es un socio esencial para la vigencia de la coalición.

Netanyahu, escribe hoy Yossi Verter, es el "héroe trágico" de la operación de Gaza. Esto podría ser una exageración, ya que si uno busca tragedias y héroes en estos momentos hay un montón donde elegir. Pero su observación es válida, y es similar a lo que dije ayer: en general, Netanyahu es probable que obtenga el mayor apoyo del público israelí sobre la persona más adecuada para dirigir a Israel. Pero también es probable que pierda el apoyo de los votantes de extrema derecha, pues ya está expuesto a las críticas de los políticos de línea dura más rimbombantes del Likud y de otros partidos. Ese "público" puede haber mejorado su actitud y opinión hacia Netanyahu, pero no va a votar por él. Los votantes del Likud, por otro lado, son esenciales para que él sea capaz de seguir gobernando.

¿A dónde nos lleva todo esto? La respuesta fácil es que todavía no lo sabemos, y mucho depende del resultado de la operación en Gaza. Es evidente, sin embargo, que una incómoda alianza de socios dentro de la coalición la vuelve cada vez más inquieta. Y un hombre solo en el timón está aún más solo. Y un partido gobernante en ebullición es aún más burbujeante. Pero la política se determinará en las urnas: si bastantes partidos a la derecha de Netanyahu ven como  beneficiosas unas elecciones, van a encontrar una manera de provocarlas. Y cuando lo hagan, la batalla dentro del Likud puede ser muy interesante.

Vale la pena recordar en medio de todo este alboroto político que el Likud tiene toda una tradición de apoyo a sus líderes, y que sólo ha tenido cuatro líderes desde el establecimiento de Israel (Begin, Shamir, Sharon, Netanyahu). Pero también vale la pena recordar que los líderes rara vez salen voluntariamente de sus cargos. Tienen que ser destronados por los demás, por lo general desde dentro de sus propias filas.

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