Saturday, August 30, 2014

La izquierda israelí se equivoca de enemigo - Emmanuel Navon - i24news



La primera ministra francesa, Edith Cresson, levantó una oleada de protestas al afirmar que la mayoría de los británicos eran homosexuales. Su "diagnostico" surgió del hecho de que los hombres más allá del Canal de la Mancha no se sentían atraídos por ella. Los británicos (y no solo ellos), obviamente, tenían una explicación diferente, pero la frustración tiende a alimentar la ilusión. La manera en que la izquierda israelí "explica" por qué cada vez un menor numero de israelíes aprueban sus ideas confirma este fenómeno. Puesto que es "obviamente imposible" que sus ideas sean erróneas, la explicación debe encontrarse en otra parte. La explicación, como verán, es que la izquierda es "reducida al silencio".

La afirmación según la cual la izquierda israelí se halla reducida al silencio continúa repitiéndose estos mismos días. El 13 de agosto, Zeev Sternhell, en el Haaretz, afirmaba que los intelectuales israelíes son culpables de un "conformismo absoluto" y de una "bancarrota intelectual". Algunos días mas tarde, el 17 de agosto, el escritor israelí David Grossman avisaba durante una manifestación política en Tel Aviv de que Israel esta en trance de convertirse en una "secta radical y aislada". Incluso el ex primer ministro francés Dominique de Villepin - un abogado y gestor de fondos qataríes en París -, escribía el 1 de agosto en Le Figaro que el "campo de la paz" de Israel estaba "silenciado". Esta afirmación ha sido retomada la semana pasada en i24news por Amalia Rosenblum, quien ha escrito que existe en Israel una "censura y una presión sobre la ciudadanía para que se alinee con los puntos de vista de la derecha nacionalista".

En tanto que un raro conservador rodeado de colegas izquierdistas en la Universidad de Tel Aviv, siempre me ha sorprendido y divertido escuchar a la izquierda (siempre muy mayoritaria en mi ámbito) quejarse de ser silenciada. En verdad, es el hospital quien se burla de la Caridad.

Desde que Zeev (Vladimir) Jabotinsky (fundador del sionismo "revisionista") vio rechazada en 1929 su solicitud de entrada a la Palestina del Mandato por parte de los británicos, el monopolio del partido de Ben Gurion, el Mapai, sobre el sistema político pre-estatal se convirtió en total y sin posible apelación. En 1934, Ben Gurion y Jabotinsky firmaron (éste último desde el exilio en Londres) un acuerdo de reconciliación, pero este acuerdo fue rechazado por el Mapai que no veía razón para compartir el poder. El Mapai controlaba la economia a traves de su sindicato, el Histadrut. Así se impidió a los fieles de Jabotinsky obtener permisos de inmigración a la Palestina del Mandato. En la decada de 1940, el Mapai denunció y entregó a los combatientes del Irgun a las autoridades británicas. Menachem Begin, el líder del Irgun y más tarde del partido "Herut", no fue invitado por Ben Gurion a la ceremonia de declaración de la independencia. Ben Gurion se negó a hablar con Begin e impidio el traslado de los restos de Jabotinsky a Israel.

Si hubo un momento en que la democracia israelí fue en realidad una tiranía de la mayoría, fue precisamente bajo el régimen de Ben Gurion, cuando gobernaba precisamente la izquierda. Los revisionistas no pudieron conseguir trabajo en los ministerios y en otros órganos del Estado, mientras el Mapai controlaba los medios de comunicación y el sistema judicial no se atrevía a desafiar las decisiones arbitrarias de Ben Gurion.

Este poder incontestable duró 29 años hasta la victoria electoral de Menachem Begin en 1977. Las reacciones a la victoria de Begin fueron histéricas. El periodista Doron Rosenblum, por ejemplo, escribió que la victoria del Likud marcaba "el comienzo del fin del Estado de Israel". Sin embargo, y a diferencia de Ben-Gurion, Menachem Begin se comportó como un verdadero caballero y como un demócrata impecable. No reemplazó a los altos funcionarios (el embajador israelí en los Estados Unidos, Simcha Dinitz, no se podía creer lo que escuchaba cuando Begin le pidió que permaneciera en su puesto), y cedió ante las decisiones del Tribunal Superior de Justicia que iban en contra de su voluntad ("hay jueces en Jerusalen", se limitaba a decir).

Aún después de haber perdido las elecciones, la izquierda siguió determinando la política del país a través del sistema legal, los medios de comunicación y el mundo académico. Y no se trata de una teoría de la conspiración: el profesor Menachem Mautner explica en su libro "Derecho y Cultura en Israel en el cambio de siglo" (2008) como los que el llama "los anteriores hegemónicos" de manera unilateral ampliaron los poderes de la judicatura para evitar que el gobierno de derechas pudiera gobernar. El profesor Daniel Friedman muestra en su libro "La espada y la bolsa" (2013) como en Israel la separación de poderes había sido reemplazada por una jerarquía de poderes dominada por un sistema de justicia controlado por la izquierda.

En las universidades, el monopolio intelectual de la izquierda es una realidad - ya se trate de las humanidades, las ciencias sociales o del derecho -. En los medios de comunicación, la izquierda tenia el monopolio hasta la creación del periódico Israel Hayom en 2007, un diario que la izquierda esta tratando de cerrar a través de una ley (para "preservar la democracia israelí", por supuesto).

Durante los "años de Oslo" (1993-2000), los intelectuales israelíes sufrieron de un "absoluto conformismo" y de la "bancarrota intelectual" que ahora denuncia Zeev Sternhell (el propio Sternhell solamente parece tener problemas con aquellos conformistas que no comparten su opiniones).

Si la izquierda israelí "no es escuchada", eso no se debe a una supuesta "censura", sino al fallo de sus ideas. En lugar de explicar su caso con banalidades, la izquierda israelí daría un gran servicio a nuestra "imperfecta" democracia produciendo ideas que merezcan ser debatidas y aceptadas.

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