Sunday, September 14, 2014

La "revuelta" de los niños mimados - Dan Margalit - Israel Hayom




Cuarenta y tres ciudadanos israelíes que acaban de negarse a ayudar a Israel a recoger información sobre el terrorismo palestino, han anunciado en una breve carta este viernes que ya no iban a continuar sirviendo con su deber como reservistas en la Unidad del Cuerpo de Inteligencia 8200. Oponerse a la continua presencia israelí en Judea y Samaria es una cosa, pero objetar de proteger las vidas israelíes del terrorismo en Gaza es algo completamente distinto.

Durante 14 años, la Unidad 8200 ha ayudado a proteger a Aharon Peretz, un conocido mío que está siendo atacado rutinariamente por los cohetes en el centro de Sderot, pero que no huye; y también a personas muy queridas para mí que pusieron sus vidas en peligro durante la guerra cuando entraron en los túneles de Gaza para que los terroristas no pudieran utilizarlos y atacar los kibbutz de Nahal Oz, Sufa o Kfar Aza. Pero algunos de los miembros privilegiados de esta unidad no quieren saber nada de esto, y tampoco deben ser forzados a ello.

Mientras que en un país respetuoso con la ley un rechazo colectivo a llevar a cabo una orden militar se consideraría un motín, no hay razón para llevar el asunto tan lejos. Los soldados y oficiales deben ser degradados al rango de soldados rasos y quedar permanentemente exentos del servicio, tanto tiempo como sea, y no el que piensan ustedes. No se trata de gran cosa.

El portavoz del grupo es Michael Sfard, un abogado conocido por representar a los palestinos. Se desempeñó como portavoz de este grupo en el programa de temas de actualidad de Ayala Hasson en el Canal 1. Leí sus demandas: uno de ellos escuchó que la agencia de seguridad Shin Bet reclutó a un informante al ofrecerle tratamiento médico en Israel a un familiar que tenía cáncer; otros escucharon - dios nos perdone - conversaciones íntimas entre una pareja sospechosa de ser terroristas.

Estos argumentos son ridículos. Cuando la Policía israelí lleva a cabo una intervención telefónica legal ante ciudadanos israelíes, cosas como estas son oídas por casualidad y no se pueden hacer uso de ellas. ¿Alguien ha oído hablar de que Israel haya presionado a una mujer palestina con una conversación íntima entre ella y su pareja escuchada sin querer? Tonterías.

Las Fuerzas de Defensa de Israel deberían haber tomado medidas decisivas contra esta gente, pero el ministro de Defensa, Moshe Yaalon, el jefe del Estado Mayor, el teniente general Benny Gantz, y el director de la Inteligencia Militar, el general Aviv Kochavi, han sido bendecidos con la paciencia. Ya'alon recuerda como otras cartas como éstas utilizaban el servicio militar para defender unas agendas políticas izquierdistas. Fue en vida de Ariel Sharon, y hubo rumores sobre quién estaba detrás de ellas. Estamos ante otra más, con diferentes personas, pero justamente con la misma agenda, tal como Ya'alon cree haber identificado.

La Unidad 8200 comprende el prodigio de la alta tecnología. En sus años de gloria como jefe del IDF, el teniente general (en la reserva) Gabi Ashkenazi comentó que entendía perfectamente por qué tantos padres de cierta élite de ciudadanos acomodados empujaba a que sus hijos sirvieran en la unidad. Representaba el servicio militar más prestigioso, de vital importancia, y que no ponía a sus integrantes en riesgo porque se ejercía en la retaguardia. Y que cuando sus integrantes finalmente eran licenciados, los soldados de esta unidad tenían una muy buena oportunidad de conseguir una vida más agradable por los conocimientos adquiridos. Si se hubiera enviado a los soldados de la Unidad 8200 a realizar tres meses de patrullas y emboscadas en la frontera de Gaza antes de que se les dejara ejercer delante del teclado, el número de los "objetores" sería considerablemente menor.

Por otra parte, el ejército debe ser alabado por no hacer de las agendas políticas personales un criterio de selección para una unidad tan sensible, sobre todo ante quienes se oponen a la presencia israelí en los territorios.

Cartas como estas son el resultado de una educación carente de énfasis sionista. Es difícil ejercer alguna influencia sobre unos padres que son bastante más egoístas de lo que solían ser antes. Pero sí hay lugar para quejarse ante los responsables de los distintos ministerios de educación y de los sistemas escolares, que no han producido unos jóvenes que se distingan por su obligación democrática de servir en el IDF en cualquiera de sus unidades, a pesar de su propia y legítima perspectiva opuesta a la ocupación.

En la práctica, muchos entienden que aún cuando llegue por fin el anhelado día de que se establezcan dos estados para dos pueblos, Israel aún necesitará de una actividad de inteligencia adicional al estilo de la Unidad 8200 hasta que se reconstruya la confianza hecha jirones entre judíos y palestinos. Hasta que esto no se les meta en la cabeza a estos acomodados "niños prodigios", vamos a seguir teniendo que experimentar las grotescas y bochornosas "revueltas" de estos niños mimados.

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