Sunday, November 02, 2014

El mundo no puede soportar la idea de la soberanía judía sobre Jerusalén - Shraga Blum - i24News



El ensordecedor silencio de la comunidad internacional tras el ataque terrorista de la semana pasada en Jerusalén que se cobró la vida de dos personas - incluyendo un bebé de tres meses -, está en contraste flagrante con la reacción irracional del mundo tan sólo unos días más tarde ante las noticias de previstos proyectos de construcción en la misma ciudad.

Hay que estudiar el asunto más a fondo para descubrir lo que impulsa a los Estados Unidos y a la Unión Europea para protestar con entusiasmo y de forma automática cada vez que los judíos anuncian planes para construir viviendas en su capital histórica, mientras que estos mismos países guardan un estruendoso silencio cuando las vidas de dos personas inocentes son deliberadamente segadas por un terrorista impulsado por el odio antisemita.

Si se tratara simplemente de una cuestión de política equitativa aplicada por Washington y las capitales europeas en todo el mundo, de modo que condenarían cada anuncio de construcción en territorios en disputa ubicados en todas las partes del mundo, uno podría concebiblemente creer en su buena fe. Pero esto requeriría la creación de ministerios dedicados a la "condena de la construcción en territorios en disputa" en todos estos países, que además tendrían que estar equipados con personal a tiempo completo.

En este caso, sin embargo, la hipocresía y la malicia surgen desde todas las direcciones. Incluso el Consejo de Seguridad de la ONU convocó a una reunión de emergencia para discutir el asunto, y eso cuando numerosas partes del Oriente Medio árabe están en llamas. No hay otros casos como éste en el mundo y es específicamente el Estado judío el que está en el punto de mira.

El envejecimiento de la población occidental está haciendo que pierda poco a poco su rumbo y sus valores. Y a pesar de todos los problemas económicos, sociales y políticos que acosan al mundo occidental, sus gobiernos todavía creen que tienen el suficiente tiempo libre para examinar las políticas de construcción del pequeño Estado de Israel bajo un microscopio.

De manera inconsciente, Occidente está condenando los instintos de vida de Israel, mientras que tácitamente justifica los deseos de muerte de sus enemigos. El conflicto que se desarrolla en el Oriente Medio expresa en la actualidad la lucha entre dos culturas: una productiva, basada en el desarrollo, la invención, la innovación, la creación y la siembra; la otra destructiva, basada en el saqueo, la destrucción y la siembra de la muerte. En esta configuración, Israel está firmemente del lado de la vida. "Nosotros amamos la muerte como ustedes aman la vida", es una frase que frecuentemente lanzan contra los israelíes los jefes terroristas palestinos, queriendo marcar así las diferencias y su "originalidad". Esa frase surrealista para un espíritu moderno y racional es la que los occidentales están comenzando a comprender en su propia carne.

Y Sin embargo, cuando se trata de Israel, las viejas reacciones instintivas siempre regresan: los asesinos se convierten en "luchadores por la libertad" y los constructores son acusados de "ser un obstáculo para la paz".

La construcción de viviendas en la ciudad que ha sido la capital del pueblo judío durante más de 3.000 años es un signo de vida, de renacimiento y un soplo de aire fresco a nivel nacional después de 19 siglos de ausencia. Construir en Jerusalén es sin duda uno de los signos más tangibles y simbólicos de la reunión del pueblo judío con su tierra natal. Durante los últimos 2.000 años, los fieles recitaron la siguiente oración judía tres veces al día: "Bienaventurado eres, Señor, que volverás a llevar a tu pueblo Israel de vuelta del exilio" y "Bendito seas, Señor, que reconstruiste Jerusalén".

Estas oraciones de la noche de los tiempos se están cumpliendo ante nuestros ojos al igual que las profecías bíblicas. !Maravilloso!.

¿Y nosotros deberíamos dejar de hacer todo esto porque los dirigentes americanos, británicos, belgas, franceses o españoles nos lo exigen? Es cierto que tienen una coartada notable: la izquierda y los principales medios de comunicación israelíes están muy por delante de ellos y alientan su oposición con el eterno "ahora no es el momento adecuado para construir". El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en su discurso de inauguración de la sesión parlamentaria de invierno colocó directamente a la izquierda de cara a su hipocresía: "Les venimos escuchando desde hace muchos años, y para ustedes nunca ha sido el momento adecuado para construir en Jerusalén".

Hace veinte años, un rabino francés advirtió que un día los Estados Unidos - el gran aliado de Israel - se volvería contra Israel a propósito de la cuestión de Jerusalén, y ello porque la soberanía judía sobre la ciudad santa es insoportable tanto para el Occidente cristiano como para el Islam.

Ha llegado ese momento y esa es la verdadera razón, aunque oculta y subconsciente, detrás de hiperreactividad de la comunidad internacional a cualquier anuncio de nuevas construcciones en la capital israelí. El uso del término "provocación" no es gratuito dentro de la terminología de la comunidad internacional. La creación del Estado de Israel en 1948 y más aún, la liberación de la cuna histórica y de su capital en 1967 fueron otras tantas "provocaciones" para todos aquellos que creen que la "cuestión judía" estaba a punto de ser "resuelta".

Jerusalén nunca ha sido la capital de otro estado o de otro pueblo, y Jerusalén nunca ha estado tan en el centro de las preocupaciones del mundo con cuando sus legítimos propietarios regresaron. Durante los 19 años de ocupación jordana de la ciudad, entre 1948 y 1967, nunca hubo ningún intento de hacer de Jerusalén una "capital palestina".

Nos corresponde a nosotros, sus legítimos propietarios, proteger y desarrollar nuestro capital para el beneficio de todos sus habitantes, a pesar de las críticas y las condenas maliciosas.

Jerusalén no es sólo la capital de Israel, también es el más precioso capital de todo el pueblo judío.

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