Friday, November 28, 2014

La historia de dos ilusos pacifistas y de dos realistas - Emmanuel Navon - i24news



El parlamento español declaró recientemente que debería haber una Palestina independiente, pero no una Cataluña independiente. El parlamento francés también está a punto de preconizar una Palestina independiente, aunque sea muy poco probable pedir al gobierno francés que deje que los habitantes de Nueva Caledonia voten sobre su independencia. Posteriormente, y en línea con estos países, vendrá el Parlamento Europeo en Estrasburgo; pero también es muy poco probable que pida a Turquía que ponga fin a su ocupación de 40 años de Chipre, un miembro de la UE. Con los estados árabes fallidos haciendo implosión y cayendo uno tras otro bajo las garras de Irán (Yemen es el último hasta la fecha), el impulso europeo para crear otro estado árabe más perturba la mente. Sin embargo, hay una explicación parcial de este reciente impulso de los parlamentos europeos a "reconocer" un estado inexistente de Palestina: los parlamentarios europeos están siendo animados a ello por israelíes.

Entre ellos destaca Michael Ben-Yair, quien trabajó como fiscal general de Israel entre 1993 y 1997. En abril de 2013, Ben-Yair escribió en su página de Facebook que los asentamientos israelíes en Cisjordania son "los actos más perversos y necios desde la Segunda Guerra Mundial". Cuando se le preguntó si pensaba que los asentamientos israelíes eran peores que los genocidios de Camboya y Darfur, o de los gulags de Stalin, Ben-Yair respondió positivamente. Típicamente, Ben-Yair intenta crear una dicotomía entre un Israel moral pre-1967 y un Israel inmoral posterior a 1967. Él borra completamente de su narrativa lo que los árabes llaman la Nakba, es decir, las expulsiones y destrucciones de 1948. Para los árabes, la cicatriz histórica está en 1948, no en 1967. Es por ello por lo qué insisten en lo que llaman el "derecho de retorno" y es por eso que todos los intentos y propuestas para resolver el conflicto que se han centrado en lo sucedido en 1967 (el control israelí de los territorios autónomos palestinos), y no en 1948 (la creación de Israel), han fracasado.

Ben-Yair y sus acólitos israelíes que presionan a los europeos para que reconozcan "Palestina" se niegan a enfrentarse a ese hecho. Esta es la razón de que hayan fracasado sus intentos de resolver el conflicto y es por eso que, en consecuencia, ninguna mayoría política ha surgido en Israel desde mediados de la década de 1990 para poner en práctica sus políticas. En lugar de volver a evaluar sus políticas fracasadas, los "negacionistas de 1948" (como yo les llamo) tratan de imponer a Israel, a través de la presión extranjera, una política que los votantes israelíes ya no están dispuestos a comprar. De ahí la creación de "J-Street" en Estados Unidos, y de ahí la activa presión de los partidos políticos y los medios de comunicación europeos para tratar de ayudar a estas frustradas viejas glorias israelíes. Entre las apariciones más recientes y notables en los medias europeos de estos grupos de presión israelíes en Europa está una entrevista el 18 de noviembre a Yael Lerer (una "autora israelí", tal como se describe a sí misma), en el canal árabe de Francia 24 (en el programa de la noche "Al-Niqash"). Allí, ella culpó a Benjamin Netanyahu por el asesinato de los fieles judíos en Jerusalén ese mismo día, y dijo que una nueva intifada sería "una buena cosa".

Por el contrario, hay israelíes que apoyaban los acuerdos de Oslo y que siguen favoreciendo una solución de dos estados, pero que también se han dado cuenta, y reconocen, que ninguna paz será posible siempre y cuando los palestinos insistan en el llamado "derecho de retorno" y continúen difamando y demonizando a Israel. Entre ellos destaca el veterano periodista Ben-Dror Yemini, cuyo libro "La Industria de la Mentira", fue publicado recientemente en hebreo y será publicado en inglés muy pronto. Yemini expone meticulosamente la campaña de difamación  dirigida contra Israel en los campus, entre las ONG y en la ONU, y muestra cómo el Estado de Israel se ha convertido en "el judío de las naciones", es decir, el chivo expiatorio de los males del mundo. Yemini apoya la paz y una solución de dos estados, pero ninguna paz será posible, argumenta, junto a esa industria de la mentira.

Así como el libro de Yemini se publicó en septiembre de 2014, George Deek, el subjefe de misión en la embajada de Israel en Noruega, pronunció un apasionado discurso. Deek, un árabe cristiano y un alto diplomático israelí, contó la historia de su familia. Explicó que su abuelo dejó Jaffa en 1948, pero decidió volver y construir una nueva vida en Israel. "Los palestinos", dijo, "se han convertido en esclavos del pasado". Pidió al mundo árabe que pusiera fin al vergonzoso trato que daban a los refugiados palestinos, que abandonara la fantasía del llamado derecho de retorno, y que se empezara a pensar en la construcción de un futuro mejor, al igual que los judíos hicieron después del Holocausto. "Ha llegado el momento de poner fin a la cultura de odio y de la incitación", concluyó Deek.

Gente como Michael Ben-Yair y Yael Lerer dicen que quieren la paz, pero la verdad es que perpetúan el conflicto tomando parte activa en la cultura de demonización, la falsificación y la victimización. Ben-Dror Yemini y George Deek, por el contrario, transmiten un mensaje de cordura, coraje y esperanza. Esto trasciende la división derecha-izquierda: ninguna verdadera paz puede emerger de la producción de la mentira, de la perpetuación de la victimización y del rechazo de la autocrítica.

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