Sunday, April 12, 2015

Si solamente los judíos israelíes entendieran el Oriente Medio tal como lo hacen los judíos progresistas americanos desde sus hogares en Manhattan, Chicago y Los Ángeles - Dennis Prager - National Review


EU o los judíos progresistas americanos y sus camaradas no judíos

Los judíos americanos liberales y progresistas están fuera de si desde hace semanas. Los judíos israelíes hicieron algo que les enfureció completamente: votaron abrumadoramente a un derechista (y a otros miembros de partidos de derecha y de centro). Y no a cualquier derechista, sino al único líder del mundo occidental que difiere públicamente del héroe de estos judíos liberales y progresistas estadounidenses, el presidente Barack Obama.

Para entender su furia, primero hay que entender que nada es más seguro y obvio que la superioridad moral de la gente progresista y de izquierdas. Esto es cierto en todo el mundo occidental, pero entre los judíos liberales americanos es algo particularmente evidente y un dogma. Para los líderes religiosos del judaísmo liberal y progresista americano (Reforma, Reconstruccionismo y Judaísmo conservador), los judíos que son política o socialmente conservadores son una desgracia para el judaísmo. Y es que judaísmo, para estos judíos progresistas y de izquierda, equivale esencialmente a progresismo e izquierdismo. Para ambos sectores de este judaísmo progresista americano, religiosos y seculares, los judíos conservadores son una especie de traidores morales del pueblo judío.

Pero la certeza de su superioridad moral no es la única razón por la que estos judíos progresistas prosiguen con su irritación desde hace semanas. Hay razones más profundas y psicológicas.

Los judíos progresistas americanos viven, trabajan y socializan con los progresistas e izquierdistas no judíos, y ellos creen que, muy a su pesar, sus amigos y camaradas no judíos les identifican con el Estado judío. No obstante, cuando Israel elegía a gobernantes de la izquierda - como lo hizo en sus primeras décadas y, periódicamente, con posterioridad - la identificación con Israel no era tan problemática. Pero desde que los judíos israelíes elijen repetidamente a gobiernos conservadores, los judíos progresistas estadounidenses han considerado absolutamente necesario dejar lo más claro posible que de ninguna manera apoyan a un Israel derechista. Su enorme autoestima moral lo necesita y sus credenciales de gente progresista y de izquierda lo requiere. Basta con mirar cómo el profesor de derecho de Harvard Alan Dershowitz, un activista demócrata de toda la vida y un ferviente liberal, ha sido condenado al ostracismo desde los ámbitos ilustrados progresistas y de la izquierda solo por el hecho de que es un abierto defensor de Israel.

Tal como lo ven los judíos progresistas e izquierdistas estadounidenses, su credibilidad moral ante los ojos de sus camaradas ideológicos no judíos en los medios de comunicación, en Hollywood y en los medios universitarios se ve amenazada por Israel. En consecuencia, deben dejar muy claro que:
 a) no sólo no apoyan a los gobiernos de derecha de Israel, sino que ni siquiera apoyan        a Israel ante esta elección
 b) consideran que Benjamin Netanyahu es un ser humano vil
 c) se avergüenzan - una simple y nítida vergüenza - de los judíos de Israel por haber            votado a un derechista.
Así, por citar sólo algunos ejemplos:

En la revista Times, Joe Klein escribió:
La gran mayoría de los judíos de Israel son intolerantes: Netanyahu ganó porque se presentó como un intolerante... La ratificación pública de la intolerancia de Netanyahu lo confirmó. 
La mayoría de los judíos de Israel pueden ser tan despreciables como los antisemitas de la historia:
Un gran número de judíos israelíes han llegado a considerar a los árabes como el resto del mundo ha considerado tradicionalmente a los judíos tradicionalmente. 
Muchas cosas de la fundación de Israel han estado impregnadas de maldad:
Lean acerca de las masacres perpetradas por judíos en 1948 para asegurar su patria...  
Estos judíos israelíes me avergüenzan.
No me consideren uno de ellos: esta victoria (Netanyahu) es vergonzosa y bochornosa.
En el diario izquierdista israelí, Haaretz, el escritor judío progresista estadounidense Peter Beinart abogó para que los EEUU castigarán a Israel y se uniera a la lucha internacional contra Israel:
[Esto significa] respaldar los requerimientos palestinos en las Naciones Unidas. Significa boicotear los productos etiquetados en los asentamientos. Significa unirse y amplificar la protesta no violenta palestina en Cisjordania... Significa empujar a la administración Obama para que presente su propio plan de paz, y castigar - sí, castigar - al gobierno israelí si lo rechaza. Significa asegurarse de que cada vez que Benjamin Netanyahu y los miembros de su gabinete vayan a un evento judío fuera de Israel, los judíos de la diáspora se concentren y protesten por su presencia.
En el Washington Post, Harold Myerson, otro columnista de la izquierda judía estadounidense, se unió a la histeria desatada con estas calumnias contra Netanyahu (y contra los republicanos, vilipendiados por igual):
Al paso que va, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu podría llegar a preconizar despojar a los árabes israelíes del derecho al voto por completo... Bibi es a partir de ahora el George Wallace (un supremacista americano) judío...  Tal vez el Likud y los republicanos pueden abrir un Instituto para la prevención del voto de la gente con piel oscura 
Por supuesto, tal como escribió Charles Krauthammer, un conservador judío americano:
Tampoco habría paz ni Estado palestino si Isaac Herzog fuera el primer ministro. O Ehud Barak o Ehud Olmert para el caso. Los dos últimos fueron primeros ministros (no con el Likud) que ofrecieron a los palestinos su propio estado - con su capital en Jerusalén y todos los asentamientos israelíes desarraigados en el nuevo estado palestino -, sólo para ser rechazados rudamente. Esto no es historia antigua. Hablamos de los años 2000, 2001 y 2008, con tres ofertas de paz asombrosamente generosas en los últimos 15 años. Cada una de ellas rechazada.
Pero nada de eso importa a la izquierda. La izquierda vive inmersa y tatareando una y otra vez la canción de John Lennon "Imagine". Por lo tanto, la izquierda se imagina que si Israel se retira completamente de Cisjordania y permite que un Estado palestino se cree ahora mismo, todo sería completamente diferente en Gaza, y que ese nuevo estado también sería completamente diferente a Siria, Líbano, Irak, Irán y Libia, ya que sería una isla musulmana y árabe de paz en medio del mar cruel de países musulmanes y árabes que lo rodean.

¿Pero y si se equivocan y los cohetes comenzaran a llover sobre Israel desde Gaza y Cisjordania?

Pues bien, los Klein, los Beinarts y los Myersons no se retractarían de una sola de sus palabras. Como escribí hace unos 30 años: "Ser de izquierdas significa nunca tener que decir que lo sientes o me equivoqué".

De todos modos, sólo los fanáticos judíos israelíes pagarían el precio.

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