Sunday, June 21, 2015

Ahhh, los artistas israelíes, la libertad de expresión y el maná procedente del Estado - A.B.Yehoshua y Ben-Dror Yemeni - Ynet


Los derechos de los artistas y el deber de los teatros - A.B.Yehoshua

Voy a tratar de describir de una manera sensata el error que llevó al gran revuelo entre la ministra de Cultura Miri Regev y los artistas de Israel.

Vamos a suponer que el Ministerio de Asuntos Exteriores, y tal vez también la Agencia Judía, organizan una gran conferencia para los israelíes que residen de forma permanente en Europa con el fin de reclutarles para una campaña de relaciones públicas en contra del boicot que actualmente preocupa a Israel. Y como parte de esta conferencia, el Ministerio de Asuntos Exteriores incluye una obra israelí en el programa con el fin de alentar a los israelíes y fortalecer su relación con el Estado.

Y vamos a suponer que uno de los actores anuncia que él se niega a actuar frente a los "emigrantes" debido al patriotismo incondicional que ha surgido dentro de él, y que este actor es el gerente de un pequeño teatro infantil que está financiado por el Ministerio de Cultura. ¿El Ministerio de Cultura debería cancelar la financiación de ese teatro porque su director es un "ferviente sionista" que se niega a actuar frente a los "emigrantes"? Probablemente no. Es probable que incluso incrementaría la financiación.

Vamos a suponer que un organismo nacional de Israel, el Mifal HaPayis, organiza obras de teatro en las cárceles israelíes, y que una de las actrices se niega a actuar frente a los prisioneros por razones personales. ¿Alguien en el Ministerio de Cultura y en el Ministerio de Educación pensaría descalificar los otros proyectos en que estuviera involucrado porque se negó a actuar frente a ciudadanos legítimos israelíes? Por supuesto que no.

Así que el hecho de que la ministra de Cultura decidiera tomar venganza contra un teatro infantil de Jaffa a cargo de Norman Issa solamente porque éste se negara a actuar frente a los colonos del Valle del Jordán, nos demuestra que no fue realmente esa negativa la que propició la decisión. Hubo un rechazo desde una perspectiva ideológica y existe un rechazo que promueve un castigo desde el punto de vista ideológico. Y esto es algo que la ministra no tiene autoridad legal para hacer, y es por eso que las protestas tienen razón.

Un artista tiene todo el derecho, como cualquier otro ciudadano, a evitar hacer algo que no esté de acuerdo con su conciencia, a excepción de lo que las leyes le obligan a cumplir, como a todos los demás ciudadanos.

Ahora bien, el Ministerio de Cultura está autorizado a cancelar la financiación gubernamental de un teatro que se niega a actuar frente a un determinado público israelí por razones ideológicas. Por ejemplo, si se contrata a un teatro religioso o hasídico para que actúe ante una comunidad israelí LGBT, y dicho teatro se niega a actuar frente a ese público, el Ministerio de Cultura debe cancelar o reducir la financiación de ese teatro religioso o hasídico.

Está en el derecho de cada actor evitar actuar delante de un público o de una comunidad por razones ideológicas personales, y se le debe permitir ejercer ese derecho poniéndose de acuerdo con el teatro al que pertenece. El estado no le debe castigar por ese comportamiento privado. Pero por otro lado, un teatro que reciba fondos del gobierno no puede boicotear a un determinado público israelí a menos que renuncie a dicha financiación por adelantado.


La mentalidad de la manada de los artistas israelíes - Ben-Dror Yemeni

Había algo divertido en las llamadas a la rebelión expresadas el domingo pasado, cuando cientos de artistas israelíes fueron convocados para protestar por lo que consideran los esfuerzos del gobierno para restringir la libertad de expresión. No había rebeldes allí. Gran parte de la asistencia se componía de un grupo de individuos bien alimentados que se han acostumbrado a poseer, sin lugar a dudas, una reputación hegemónica.

Oded Kotler y sus colegas no representan a los artistas de Israel, pero sí establecen el tono. Se han acostumbrado a estas alturas a la idea de que el poder de expresión es su monopolio privado. Y Dios no lo quiera, nadie parece atreverse a afirmar que él también tiene algo que decir. Ellos, Oded Kotler y sus secuaces, lo tacharían de enemigo, de fascista, de bestia (alusión a una descalificación expresada por el propio actor Oded Kotler contra la población judía que votó a la derecha, unas "bestias de carga, un ganado rumiante" según él).

No, no estamos tratando aquí con rebeldes, sino con un montón de niños mimados que se han acostumbrado a los placeres que  provienen del poder. Y exigen la perpetuación de estos placeres.

Algunas de las personas que asistieron a esa reunión ganan 10 veces el salario mínimo - a expensas del Estado, por supuesto  -. Sin embargo, muchos de ellos tildan a los asalariados israelíes que ganan el salario mínimo de "bestias o ganado". Hablando de "rebeldes y de rebeliones", nunca hemos visto una cosa similares a esta, un invento israelí de proporciones sumamente vergonzosas.

Uno de los invitados de honor a la reunión fue Anat Matar, una autora israelí líder del movimiento BDS. Ella apoya el boicot de la universidad donde enseña y, al mismo tiempo, recibe un salario de la misma universidad. ¿No hay límite a su descaro?

Matar habló en la conferencia sobre el alma gentil del pobre Walid Daka. Ella es uno de los líderes de la campaña en apoyo de la obra "Un momento paralelo", una obra apologética de un terrorista condenado por planear el asesinato del soldado Moshe Tamam en 1984.

Matar y sus partidarios argumentan que Daka es un "preso político". Un grupo que se autodenomina Ha-Yemin (La Derecha), realiza afirmaciones similares pero esta vez con respecto al asesino de Yitzhak Rabin, Yigal Amir, al que también ven como un "preso político". La locura de la izquierda y la locura de la derecha, siempre convergen, ambas siempre se convierten en uno y en lo mismo.

No todos los que estaban en la conferencia pertenecían a la izquierda radical, pero ese espíritu sin duda era el que mandaba allí. Matar consiguió una recepción simpática, Ortal Tamam, la sobrina de la víctima, fue recibida con hostilidad, abucheos e interrupciones, y por estos que se autodenominan representantes de la cultura. Pero eso no es cultura, es brutalidad.

En una entrevista con Radio Israel, el profesor Nissim Calderón argumentó que los Estados democráticos no intervienen en los contenidos culturales. Calderón tiene razón. Los Estados democráticos también financian actividades culturales críticas. Y así es como debe ser. Nadie en una democracia, sin embargo, solicita fondos para obras y programas que glorifiquen a los terroristas, o convierten a los asesinos, de al-Qaeda a los talibanes, en "presos políticos".

Pero puedo estar equivocado. Así que le pregunté a Calderón que me ofreciera un ejemplo, sólo uno, de un caso en que una democracia hubiera realizado una financiación de ese tipo. Calderón me prometió una respuesta. Todavía estoy esperándola. Tal vez alguien más puede presentar tal precedente. Me comprometo a publicarlo.

El nombre del influyente poeta israelí Nathan Alterman también surgió en la reunión sobre la libertad de expresión. Bueno, sin duda podemos aprender algo de él. Al enterarse de la muerte de civiles inocentes durante la Guerra de la Independencia, Alterman publicó un conmovedor poema de protesta que incluyó versos criticando la apatía y los esfuerzos por silenciarlo. David Ben-Gurión leyó el poema y lo tomó en cuenta. Pidió permiso a Alterman para distribuir 100.000 copias del poema entre los soldados. Y eso es exactamente lo que se hizo.

A medida que pasaron los años, Alterman fue expuesto a la propaganda atroz contra Israel. Él se enfureció. Sostuvo en otro poema que Israel no podía ser derrotado en una guerra. Pero, de acuerdo con el consejo de Satanás, "Sólo esto haré: les anquilosaré su mente / y haré que olviden / la justicia de su causa".

Los dos poemas no se contradicen entre sí. Los actos malvados deben ser expuestos y contestados. Pero no por medio de embotar o anquilosar la mente, y por lo tanto negar la justicia de la causa. Hoy en día a esp lo llamamos deslegitimación. Los que invitan Matar a hablar no protestan; ellos están deslegitimando.

El mayor problema es la mentalidad de rebaño de estos artistas. La identificación de estos autodenominados intelectuales y artistas con los clichés sobre un "silenciamiento de la palabra" no se originan en el hecho de que alguien les haya mantenido con la boca cerrada. La no financiación de una obra de teatro que se identifica con un asesino no supone un silenciamiento. Pero el comportamiento de rebaño tiende a asumirlo de una manera automática. Los hechos no importan. Su identificación es pavloviana por naturaleza.

Y esa es precisamente la razón por la que he escuchado con atención una entrevista que Nissim Mishal realizó al actor Shlomo Vishinsky. Vishinsky estuvo vacilante y desgarrado. Fue refrescante. Él apoya la libertad de expresión, pero también está en contra de la financiación de una obra asociada con la glorificación de un terrorista asesino. Dejando el trasfondo a un lado, lo importante es que Vishinsky demostró ser un individuo con libertad de pensamiento y, sobre todo, libre de esa mentalidad de rebaño. Kotler y la manada que lo vitoreó harían bien en tomar una página del libro de Vishinsky. Él es la prueba de que personas que se autodenominan artistas e intelectuales todavía piensan libremente.

El comportamiento de rebaño también se manifiesta en el otro lado del espectro político. En una columna anterior, condené las violentas acciones de algunos soldados contra Shadi al-Habashi durante una manifestación en el campo de refugiados de Jelazoun, cerca de Ramallah. Yo estaba sorprendido por algunas de las respuestas. Me convertí en un traidor antisionista.

Esa no puede ser la derecha, era la derecha lunática, el gemelo de la izquierda lunática. Cuando se trata de esta última, cada incidente irregular que sucede en Israel lo convierte en culpable de crímenes contra la humanidad. En cuanto a los primeros, cualquier condena de los soldados que han actuado fuera de las reglas supone traición. Ni los unos ni los otros van a aprender de la herencia de Alterman. La mayoría tendrá que aprender a pensar.

Más allá de ser simplemente un teatro, el teatro Al-Midan de Haifa es una institución política. Los siguientes son algunos de los eventos más emblemáticos de este teatro en los últimos años:
En octubre de 2007, Al-Midan organizó una convención contra el reclutamiento de jóvenes árabes en los programas del servicio nacional, con el diputado Jamal Zahalka tildando a los voluntarios de "leprosos" en un discurso ante la audiencia presente. El islamista Raed Salah, un defensor y agitador de condenados por actos violentos, participó en la conferencia.

En enero de 2009, el teatro fue programado para servir como anfitrión de una reunión en apoyo de la organización Frente Popular de Liberación de Palestina. El comisionado de la policía emitió una orden de cierre.

En junio de 2010, Al-Midan realizó un acto en apoyo de dos individuos arrestados por espiar para Hezbollah. Los dos fueron posteriormente condenados.

En febrero de 2012, en el contexto de las atrocidades cometidas por Bashar Assad contra su propio pueblo, el teatro organizó una reunión en apoyo del presidente sirio.

En mayo de 2014, Al Midan organizó la representación de "Un momento paralelo" en un teatro de Qalansuwa. El terrorista convicto Samer Issawi, liberado en el acuerdo de intercambio de prisioneros por Gilad Shalit, habló en el evento. Issawi ya ha sido devuelto a la cárcel por violar los términos de su libertad y proseguir con la actividad terrorista. La obra fue representada de nuevo en abril de 2015, en el marco del "Día de los Presos Palestinos". Y de nuevo un terrorista convicto, Mounir Mansour, estuvo presente en el acto. 
En marzo de 2015, fue la sede de un festival llevado a cabo con un grupo radical donde se reivindicaba el llamado derecho de retorno. Un evento similar en la Cinemateca de Tel Aviv provocó una demanda por parte de la ex ministra de Cultura, Limor Livnat, para suspender su financiación.
Estos son sólo algunos de los acontecimientos que han tenido lugar bajo los auspicios del teatro Al-Midan. De hecho, es algo más que un teatro. Este lugar se ha convertido en la sede de un partido político que está trabajando para promover la agenda de Azmi Bishara. Lo único que hay que mencionar es que la mayor parte de su presupuesto proviene del estado (más de 1 millón de NIS del Ministerio de Cultura, y otro de 1,25 millones de la Municipalidad de Haifa o algo similar).

El problema con Al-Midan es mucho más grave que la cuestión de la financiación. La agenda absolutamente beligerante de ésta institución es una tragedia para los árabes israelíes. La demanda de igualdad está justificada, todavía existe discriminación. Pero Al-Midan es el rostro público de un liderazgo político e intelectual árabe que se traduce en problemas para todos nosotros, judíos y árabes por igual, y ello se debe a que las acciones que promueve buscan todo lo contrario a la convivencia en la sociedad. En su mayor parte, sus acciones buscan simplemente provocar e irritar.

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