Saturday, March 12, 2016

Aunque la esperanza no ayude - Ben Dror Yemini - Ynet


Aunque una iniciativa de paz no ayude en estos momentos, sin embargo, una es necesario. Y mientras que el tratamiento de los palestinos por parte de Israel no sea perfecto, los que buscan y hablan de una situación de apartheid más bien deberían mirar hacia un Líbano controlado por Hezbolá.

"Necesitamos paciencia y vamos a superarlo", ha comentado el ministro de Defensa Moshe Ya'alon. Tiene razón. Estuvimos en una situación mucho más frustrante durante la Segunda Intifada. Fue mucho más violenta. Y las circunstancias eran diferentes. Todo comenzó con el gobierno de Israel controlado por Barak-Peres-Ben-Ami. Era el gobierno más pacifista de la historia de Israel. El gobierno que proponía, por vez primera, un estado palestino y una Jerusalén dividida. Y eso no ayudó, pues la violencia estalló con toda su fuerza.

Israel lo intentó todo. Intentó un cambio histórico adoptando medidas y concesiones muy comprometidas. Y cuanto más profundas eran las concesiones, más grave se volvía la violencia palestina. Después de que Arafat rechazó el plan de Clinton, Israel fue arrastrada al conflicto con las manos limpias. No fue fácil. Daba miedo sentarse en los cafés o tomar el autobús. Estas fueron las dificultades de esos frustrantes años que Israel acabó venciendo. Derrotando a los terroristas.

Lo que es importante recordar es que la afirmación de que la desesperación palestina provoca el terrorismo palestino no es coherente con la realidad, porque se les propuso un país y se promovió la esperanza, y eso tampoco ayudó. La respuesta fue ataques terroristas y disparos de ametralladora contra el barrio de Gilo de Jerusalén. Y posteriormente tampoco ayudó la desconexión, la cual no condujo a ninguna relajación de la violencia. Sí, en el lado palestino existe desesperación, pero una desesperación procedente de las ilusiones que tienen de derrotar a Israel, algo que siguen sin lograr. Por lo tanto, la desesperación es connatural en el lado palestino, y no es un producto de Israel.

"La fuerza por sí sola no va a resolver el problema", dijo el vicepresidente de los Estados Unidos Joe Biden, quien visitó Israel esta semana. Tiene razón. Incluso si una generosa iniciativa del primer ministro Netanyahu no ayudaría, sin embargo Israel la necesita. Es probable que no conduzca a la paz, pero al menos fortalecerá al frente juicioso, y éste es un frente importante.

Existe un fascinante vínculo entre los extremistas judíos del Price Tag y los jefes de los partidos árabes Balad y Hadash. Ambas partidos están haciendo todo lo posible para convertir a su propio sector, judío o árabe, en insoportable para el público en general, especialmente para aquellas partes de ese público en general que pertenecen al otro sector. La oposición del Balad y Hadash a la decisión de los Estados del Golfo de declarar a Hezbolá una organización terrorista, fue acompañada de la sorprendente justificación de que Hezbolá está en contra de la ocupación, y por lo tanto es digno de apoyo.

Hezbolá se opone a la ocupación, pero su objetivo no es la oposición al control del gobierno israelí de los territorios, sino su oposición a "la ocupación de Tel Aviv y Ramat Hasharon". "Hezbolá forma parte del gobierno del Líbano", dijo el secretario general del partido Hadash en un intento de justificar su movimiento. Tiene razón. Hezbolá es la fuerza más poderosa del Líbano. Básicamente, gobierna el Líbano. Y Hezbolá, como los previos gobiernos libaneses, forma parte de la política de apartheid que bajo todos los aspectos sufren los palestinos en el Líbano. Los palestinos allí, bajo todos los criterios humanitarios, sólo pueden soñar con la condición de vida de los palestinos en Judea y Samaria. Sufren de restricciones en las áreas de educación, de expansión residencial, en una gran parte del mercado laboral, y mucho más. Están privados de la ciudadanía. Este apartheid nunca ha generado amplias protestas, y ciertamente no ha generado una "Semana del Apartheid líbanes".

Pero tanto Balad como Hadash están con Hezbolá.

Aún así, existe una diferencia entre estos miembros árabes de la Knesset y los extremistas judíos del Price Tag, Estos dirigentes árabes son los líderes de la opinión pública árabe, mientras que los extremistas judíos no han logrado entrar en la Knesset. Y es obvio que tanto el Balad como Hadash no tienen ningún interés en la reconciliación. A ellos únicamente les interesa la profundización del conflicto. Ellos no están a favor de los palestinos. Ellos están básicamente contra Israel.

Aquellos "ilustrados y progresistas" judíos de izquierda que les apoyaron en las últimas elecciones, como Avram Burg, deberían fijarse un poco a quién ayudan.

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