Friday, August 25, 2017

Los derechos humanos y las relaciones germano-israelíes después del caso Gabriel - Gadi Taub - Fathom


Sigmar Gabriel

La mayoría de los israelíes asumen - o al menos lo hicieron hasta hace muy poco - que Alemania es un amigo firme de Israel. Por lo tanto, les resulta difícil imaginar que apoyen activamente a unas organizaciones que contribuyen a la campaña de deslegitimación del derecho de Israel a existir. Pero todo eso pudo haber cambiado después de la debacle en abril entre el ministro de Asuntos Exteriores alemán, Sigmar Gabriel, y el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu.

Gabriel, con ocasión de una visita oficial para el Día del Holocausto, anunció que se reuniría con los representantes de dos organizaciones de la sociedad civil de una agenda claramente de la izquierda radical: Breaking the Silence y B'Tselem. Cuando Netanyahu dijo que si esas reuniones iban adelante él boicotearía la visita y rechazaría encontrarse con Gabriel, muchos pensaron que él estaba exagerando. Pocos, sin embargo, esperaban que Gabriel eligiera a esas dos organizaciones sobre el primer ministro de Israel (y el ministro de Asuntos Exteriores israelí). Y cuando lo hizo, las cosas comenzaron a aparecer con una nueva luz. Ya no parecía que el ministro de Asuntos Exteriores alemán había cometido un error honesto, desconociendo cuán controvertidas eran estas organizaciones entre los israelíes. Parecía, en cambio, que él sabía exactamente lo que estaba haciendo y que nosotros, el público israelí, habíamos cometido un error en nuestras suposiciones sobre las relaciones germano-israelíes.

Breaking the Silence y el B'Tselem no son considerados por muchos israelíes como unos guardianes honestos de los derechos humanos. Más bien, muchos sospechan que abusan de la cuestión de los derechos humanos para ponerla al servicio de una campaña mundial para demonizar a Israel. Que un ministro alemán insistiera en prestar apoyo a aquellos que son considerados por muchos como parte de una campaña que niega el derecho de los judíos a su autodeterminación resultó tan desconcertante que se tomó un tiempo darse cuenta. Y cuando ocurrió, Netanyahu encontró un gran apoyo para su movimiento inusual, incluso de personas más allá de su circunscripción política. Muchos sospechaban que el ministro fue a visitar esas organizaciones específicas sin tener en cuenta su utilidad para quienes nos demonizan, sino precisamente porque quería apoyarlas en esa demonización. Y esta sospecha parecía ganar validez a medida que el asunto avanzaba.

Breaking the Silence (Rompiendo el silencio)

Breaking the Silence recoge testimonios de soldados del IDF sobre presuntos abusos contra los derechos humanos en los territorios. Eso en sí mismo debe considerarse una buena cosa. Es un deber de Israel identificar tales abusos, castigarlos y mejorar la conducta ética de su ejército. Pero Breaking the Silence informa de la mayoría de estos testimonios anónimamente, por lo que las autoridades no pueden verificar, investigar o castigar. También concentra gran parte de sus esfuerzos en publicitar sus testimonios en el extranjero, en lugar de en Israel. Por lo tanto, su trabajo no ayuda realmente a mejorar las normas de comportamiento del IDF.

Esta es la razón por la cual muchos en Israel sienten que la organización no está realmente preocupada por los derechos humanos per se, sino que está utilizando cínicamente la cuestión como un medio para lograr otro fin: cree que puede obligar a Israel a terminar con la ocupación no convenciendo a sus ciudadanos de su necesidad, sino más bien pasando por encima e ignorando al electorado israelí, y para ello es preciso demonizar a Israel a los ojos del mundo. Se supone que esto generaría una presión externa de la comunidad internacional hasta que Israel se viera obligado a poner fin a la ocupación. O esa es al menos la teoría.

Si este es el caso, como algunos han señalado, cualquier mejora en las normas de conducta del IDF se interpone en el camino de esa estrategia política, que depende de retratar a Israel bajo la peor luz posible. Esto también puede explicar por qué, en algunos de los pocos testimonios que Breaking the Silence ha publicado con detalles verificables, su fiabilidad fue algo más que cuestionable. El programa de periodismo de investigación de Channel 10, Hamakor, testó 10 testimonios de Breaking the Silence. Encontró que cuatro no podían ser comprobados, dos fueron verificados, dos fueron exagerados y lo otros dos fueron encontrados falsos. Este no es un expediente muy impresionante si el objetivo es una documentación cuidadosa. Sin embargo, es muy impresionante como una herramienta para la demonización.

Todo esto llevó a muchos a creer que la utilidad de esta organización para las organizaciones francamentes antisemitas en el movimiento de boicot, desinversión y sanciones (BDS) puede no ser una mera coincidencia.

B'Tselem

B'Tselem es una organización más antigua, pero tampoco es necesariamente un simple grupo de vigilancia de los derechos humanos. Roy Yellin, jefe de la división de Relaciones Públicas de B'Tselem pareció admitirlo cuando tweeteó (en hebreo) en respuesta a uno de mis artículos en el Haaretz : "El problema es que Taub asume que el objetivo de Breaking the Silence y B'Tselem es mejorar la ocupación, mientras que ambas organizaciones trabajan para terminar con la ocupación".

Hay un problema cuando la cuestión de los derechos humanos, que se supone debe estar por encima de todas las consideraciones partidistas, se inclina al servicio de los objetivos partidistas. Y por supuesto, también para B'Tselem, los dos extremos - defender los derechos humanos y generar presión sobre Israel - pueden entrar en conflicto: cuanto más se mejoren las normas de comportamiento de Israel, menos municiones (no fabricadas) habrá para demonizarlo. Si el objetivo es colocar la carga de la ocupación y del estancamiento continuo del proceso de paz en Israel solamente, entonces parecería que cuando peor se comporte Israel, mejor para los objetivos buscados.

La web de B'Tselem lleva esta corta línea en la parte superior de su página de inicio: "El Centro de Información Israelí para los Derechos Humanos en los Territorios Ocupados". Pero esta es una descripción engañosa. No recogen información sobre todas las violaciones de los derechos humanos, sino solamente por las cometidas por los israelíes. Las violaciones palestinas, que son abundantes bajo el régimen nada democrático de Fatah, son simplemente ignoradas. Esta fue una decisión consciente, tomada en 1996. Pregunten a Bassem Eid, un palestino que solía trabajar para B'Tselem, que renunció en protesta después de que la organización optó por no investigar las violaciones palestinas.

Es difícil evitar la impresión de que aquí también los derechos humanos son un medio, no un fin, y que se utilizan en el contexto de la creación de una narrativa unilateral sobre el conflicto en el que Israel es el malvado y los palestinos son las eternas víctimas inocentes. Y si, como Yellin parece admitir, el objetivo es acabar con la ocupación, no alentar remedios o mejorías, lo que parecería es que hay poca diferencia en la estrategia entre B'Tselem y Breaking the Silence.

Muchos israelíes, entre ellos los que como yo nos hemos opuesto a los asentamientos durante décadas y quisiéramos ver terminada la ocupación, no sólo nos sentimos incómodos con lo que parece una campaña de demonización, sino que también pensamos que esta estrategia para acabar con la ocupación está mal diseñada. Los palestinos, no Israel, han rechazado repetidamente los acuerdos de paz (y siguen haciéndolo insistiendo en el "derecho" de millones de descendientes de los refugiados de 1948 a "regresar" a Israel). Una presión unilateral sobre Israel, por lo tanto, sólo fomentará su recalcitrancia. ¿Por qué, después de todo, renunciar a cualquiera de tus demandas si la presión se dirige solamente hacia el otro lado? Por otra parte, si los israelíes son los "nuevos nazis" - es decir, el mal absoluto - entonces ¿por qué colaborar o realizar cualquier cosa excepto esperar hasta que el mundo civilizado les destruya, como lo hizo con los nazis originales?

El caso Gabriel

Antes del asunto de Gabriel, pocos israelíes eran conscientes de lo popular que es en Alemania comparar a Israel con los nazis. Pero uno tiene que admitir que tiene su propia lógica psicológica pervertida. Si los judíos son ahora victimarios, no víctimas, ¿eso no aliviaría parcialmente la terrible carga de la culpa alemana? ¿No se crea así un contrapeso en el sentido siempre presente de que la misma existencia de los judíos resulta un recordatorio permanente de los pecados alemanes? ¿No es la necesidad psicológica, si no exactamente el argumento, la que lleva a presionar buscando algún camino de alivio para culpar a las víctimas?

Al rechazar la solicitud de Netanyahu y prestar su apoyo a organizaciones empeñadas en demonizar a Israel, hay que preguntarse si Gabriel no estaba en realidad involucrado en este tipo de juego político-psicológico, el cual además puede apelar a su propio electorado alemán. Pero seguramente un ministro de Asuntos Exteriores alemán en una visita oficial a Israel, y con ocasión del Día del Memorial del Holocausto, no puede estar tratando de manipular los símbolos y emociones para cambiar a las víctimas y los victimarios. ¿O sí podría?

Fue por esto que no pasaron desapercibidas en Israel las palabras de Gabriel, cuando tras su regreso a Alemania le dijo al Frankfurter Rundschau que los socialdemócratas, su propio partido, fueron junto con los judíos "las primeras víctimas del holocausto", aunque más tarde en la web del periódico se modificó víctimas del "holocausto" por víctimas de "los nazis". Así que después de usar su visita de Estado para mirar a Israel a través de la lente de unas organizaciones dedicadas a enfatizar nuestros pecados y, por lo tanto, clasificarnos como victimarios, ¿estaba ahora él, el ministro Gabriel, haciéndose la víctima, y no cualquier víctima sino víctima del nazismo? ¿Hacía dónde se dirigía todo esto? Lo que sucedió es que nos trajo a la mente el sarcástico comentario atribuido al psiquiatra israelí Zvi Rex: "Los alemanes nunca perdonarán a los judíos lo sucedido en Auschwitz". ¿Pronto necesitaremos disculparnos por ello con Gabriel?

Todo esto, debemos notarlo, fue llevado a cabo bajo el disfraz de una elevada retórica de tono decididamente condescendiente. Gabriel, por su propia cuenta, estaba ayudando a instruirnos sobre los peligros del nacionalismo - el nuestro - y las virtudes de los "valores europeos" y la democracia. Pero a pesar del vocabulario inmaculadamente humanitario, no era difícil percibir que algo muy siniestro estaba en marcha, ya que el interés del ministro por el maligno nacionalismo y los derechos humanos parecía ser selectivo. Al parecer, solamente estaba interesado por los casos en que Israel pudiera ser culpado. Gabril no tenía planes de reunirse con ninguna organización de la sociedad civil que documentara los abusos de los derechos humanos de los palestinos, y sus elocuentes exhortaciones contra el nacionalismo judío no fueron acompañadas por ninguna crítica al nacionalismo xenófobo y asesino que los palestinos habitualmente e institucionalmente fomentan en su pueblo, especialmente en sus jóvenes. (Gabriel, por ejemplo, también acogió a un líder religioso iraní que ha pedido la eliminación de Israel, como parte de un evento oficial del ministerio de Asuntos Exteriores destinado a aprovechar la religión para la causa de la paz, según informó el Jerusalem Post). Por supuesto, el antisemitismo palestino es muy poco útil como una 'lección del Holocausto' si es que una lección de este tipo se pretende otorgar para aliviar la carga moral de Alemania.

Netanyahu tuvo toda la razón de rehusar tomar parte en cualquier tipo de juego con insinuaciones tan sombrías. Así que tal vez deberíamos agradecerle a Gabriel, después de todo, por ofrecer la oportunidad de descubrir todo esto a los israelíes. Podemos apreciar que el pasado alemán es ciertamente una carga difícil de llevar, e incluso podemos simpatizar con los dolores de los hijos que tienen que vivir con los pecados de sus padres, pero no es en modo alguno la tarea de los judíos ayudarles a aliviarlos, y mucho echar en nuestros hombros la culpa histórica de Alemania. Así que es fácil comprobar por qué los israelíes encontraron todo este asunto bastante nauseabundo.

Pero aún no es todo. Muchos israelíes rechazan la estridente retórica del gobierno derechista de Netanyahu, en el que las quejas sobre cómo se canaliza el dinero europeo, a través de la Autoridad Palestina (AP), para apoyar el terrorismo pueden perderse en el aire general de una retórica aparentemente paranoica. Pero ahora esta queja también recibió más atención cuando los Estados Unidos recientemente se mostraron firmes acerca del apoyo de la AP a las familias de terroristas. La AP bajo Mahmoud Abbas llama habitualmente a los terroristas palestinos 'mártires' y ofrece generosa ayuda financiera a sus familias. Gabriel, tan puntilloso y escrupuloso acerca de la conducta moral de Israel, no tenía nada que decir sobre cómo el dinero alemán se utiliza de esa manera. Pero nosotros sí lo hacemos, y debemos responsabilizar a todos los donantes si permiten que su dinero sea usado para proporcionar incentivos para el terrorismo.

Según informes de prensa en Israel que siguieron a la visita de Gabriel, Alemania negó la entrada a funcionarios turcos del gobierno de Recap Erdogan cuando quisieron reunirse con ciudadanos alemanes de origen turco. Alemania temía que los representantes del Estado turco radicalizaran a los miembros de su propia ciudadanía. Así que cuando todo estaba dicho y hecho, parece que el tratamiento de Netanyahu con respecto a Gabriel fue realmente leve en comparación. Tal vez debería ser menos suaves en el futuro.

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