Sunday, January 07, 2018

Si el Comité Central del Likud desea anexionar los asentamientos, que lo hagan de una vez, y no sigan hablando de hacerlo - Yoaz Hendel - Ynet



El fracaso es el resultado de la exageración. En la década de 1990, los Acuerdos de Oslo se basaron en la exageración conceptual. La idea de que un architerrorista como Yasser Arafat pudiera convertirse en un socio real para la paz, y que pudiéramos armar a los terroristas palestinos con armas y esperar lo mejor de ellos, estaba enraizada en las ilusiones de la izquierda. El derramamiento de sangre y las docenas de ataques terroristas podrían haberse evitado, si no fuera por esa exageración conceptual, pero la querían tanto y estaban tan apegados a ella (aún incluso), que prefirieron cerrar los ojos y precipitarse hacia adelante.

Hoy, en el 2018, la mayoría de los israelíes cree que el conflicto no puede resolverse con el espíritu de la visión de Oslo. Puede ser administrado. Y cuando no es administrado, seguimos adelante.

La decisión del Comité Central del Likud de aplicar la ley israelí a Judea y Samaria (a los asentamientos allí existentes), adolece por otro lado de dos fallos principales: exageración y falta de voluntad para manejar el conflicto, y simplemente continuar adelante. Con todo su carácter festivo, la decisión levanta una cortina de humo sobre el hecho de que los sucesivos gobiernos de derecha no han anexionado ni una pulgada en Judea y Samaria. Básicamente, estamos siendo engañados.

No existe un proceso real destinado a crear legalmente hechos establecidos sobre el terreno. El Estado de Israel no aprovecha la presencia de Donald Trump en la Casa Blanca para promover la ideología de la derecha. En el mejor de los casos, está apagando incendios y prometiendo las mismas 300 casas en Beit El una y otra vez.

El ex ministro Gideon Saar tiene razón cuando dice que es hora de levantar la amenaza de evacuación de las comunidades de Judea y Samaria, pero ¿qué tiene que ver eso con la decisión del Comité Central del Likud? La última vez que tomaron una decisión sobre la Gran Tierra de Israel fue el momento previo a la desconexión de Gaza iniciada por el Likud. ¿Qué tiene que ver la decisión con lo que está sucediendo en la práctica?

No existe tal cosa como aplicar la ley exclusivamente a los judíos. La ley se puede aplicar a un territorio. Cualquier persona inteligente puede entender eso. Quien viva en ese territorio, tanto judíos como árabes, se convertirán en ciudadanos israelíes. Es lo que podría haber sucedido si el área de Ma'ale Adumim o Gush Etzion se hubieran anexado, tal como prometió Likud. Tampoco sucedió, y a juzgar por el nivel de exageración, no va a suceder en el corto plazo.

Entonces, ¿qué decidió hacer el Comité Central del Likud? ¿Vamos a anexionarnos los territorios de la Autoridad Palestina? ¿O tal vez solo el Área C, como sugiere el plan del líder de Bayit Yehudi, Naftali Bennett? ¿Es esta una declaración ideológica o solamente una declaración por la posibilidad de hacerla?

Hace varios días, mi colega Ben-Dror Yemini criticó la decisión del Likud y al ministro Gilad Erdan por no haber podido evitarla, argumentando que proporciona armas a los activistas del BDS. Eso es posible, pero hay un precio que vale la pena pagar, siempre que exista un propósito. Y este giro político no es un propósito.

El día después de la decisión, Judea, Samaria y el Valle del Jordán seguirán siendo "territorios administrados" en el lenguaje oficial israelí. Netiv HaAvot y otras comunidades lidiarán con la misma extraña situación en la que su destino será decidido por un tribunal en lugar del gobierno. No existe un plan real que pueda presentarse a la administración estadounidense, y principalmente a nosotros mismos. La conclusión es que fue un acontecimiento partidista con representantes elegidos y con muchas declaraciones y objeciones.

Por el momento, hay dos planes serios en la derecha. Uno tiene que ver con Gaza e incluye la creación de medidas económicas y de otro tipo para finalmente desconectar la franja de Israel. El iniciador del plan, el ministro Yisrael Katz, no ha logrado mantener un solo debate en el gabinete sobre el tema. Cuanto más especifica el plan y agrega medidas prácticas, más se escapa. No hay discusión para evitar tener que tomar una decisión.

El segundo plan es el de Bennett, e incluye anexionar el territorio no perteneciente a la Autoridad Palestina (el área C) y aplicar la ley israelí a esa parte del territorio, con un claro entendimiento de que el resto de territorios de la AP no se anexionarán sino que existirán como una autonomía expandida o un "estado menor", tal como alguna vez expresó el primer ministro Benjamin Netanyahu. El plan de Bennett no está maduro, pero es una excelente base para un movimiento lógico.

El Comité Central del Likud podría haber tenido una discusión sobre estos planes: aceptarlos, ajustarlos, cambiarlos o rechazarlos. En cambio, votaron sobre una decisión que no puede implementarse. No hay un gobierno israelí que quiera anexionar Nablus, Ramallah y Jenin para dotar a sus residentes de los fondos del Seguro Nacional y los presupuestos de educación. La ley no se aplicará realmente, ya que Likud está en contra de un estado binacional.

Entonces, ¿qué tenemos aquí? Pues un aparente giro político. Un partido que ha tenido problemas para crear una plataforma política en las últimas tres campañas electorales y que, por lo tanto, está volviendo a su zona de confort, una especie de imitación del Bayit Yehudi con una exageración adicional.

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