Sunday, January 07, 2018

Unicornios, Papá Noel y la anexión del Área C propuesta por el Comité Central del Likud - Michael J. Koplow - Matzav Blog



Los opositores a una solución de dos estados dentro del gobierno israelí marcaron el comienzo de 2018 con un golpe. El domingo, el Comité Central del Likud votó unánimemente para pedir a los políticos del Likud que apliquen la ley y la soberanía israelíes a los asentamientos en Cisjordania. Ayer, la Knesset aprobó una enmienda a la Ley Básica sobre Jerusalén que exige que cualquier decisión de ceder parte de la ciudad como parte de un acuerdo de paz con los palestinos debe ser aprobada por 80 miembros de la Knesset en lugar de una mayoría simple. El peligro de estos movimientos gemelos no es que condenen la solución de dos estados, ya que el primero no tiene fuerza de ley y el segundo puede ser anulado instantáneamente por el voto de 61 diputados. Más bien, el peligro es que representan la elevación del pensamiento mágico de la derecha que se niega a lidiar con las consecuencias reales de las políticas que defienden, y esa es la mayor amenaza para la solución de dos estados que el teatro político que ha jugado esta semana.

Ni el voto del Comité Central del Likud ni la enmienda a la Ley Básica de Jerusalén deberían ser una sorpresa. Esta tendencia dentro del Likud se ha estado infiltrando desde hace tiempo ya que ha sido impulsada por activistas del partido, eso ha provocado que el primer ministro Netanyahu ocupe desde hace tiempo el flanco izquierdista de su partido con respecto a estos temas, negándose a aceptar retóricamente la anexión de partes de Cisjordania. La ley de Jerusalén también ha sido un tema del debate de la Knesset durante meses. Y el momento actual para ambos movimientos tiene que ver con la política, tanto interna como externa.

Las investigaciones sobre Netanyahu parecen estar llegando a un punto crítico, y los comentarios públicos del primer ministro revelan por primera vez que, al menos, la policía recomendará que sea procesado. Algunos miembros de la coalición están encantados de servir en el gobierno más derechista de la historia de Israel y no quieren molestar su trayactoria, mientras que otros están aterrados ante la posibilidad de ser eviscerados si se convocan nuevas elecciones en los próximos meses. El resultado es que nadie quiere derrocar al gobierno, pero todos se están preparando para el final de la era Netanyahu, y así la disputa ha comenzado con toda su fuerza entre los potenciales sucesores de Netanyahu.

Mientras Netanyahu ha estado ausente de la votación del Comité Central del Likud, aquellos que esperan reemplazarlo como Gideon Sa'ar, Yisrael Katz, y Yuli Edelstein aparecieron todos y dieron lo que fueron esencialmente discursos de rigor. Los incentivos son tales que cualquiera que quiera ser el quinto líder del Likud y seguir los pasos de Menachem Begin, Yitzhak Shamir, Ariel Sharon y Netanyahu debe demostrar unas impecables credenciales a favor de la anexión para estar en línea con la base del partido. Los activistas de base del partido entienden muy bien esta dinámica y, por lo tanto, tienen el incentivo para presionar para más declaraciones políticas anexionistas mientras tienen una audiencia cautiva de políticos suplicantes. Si el propio Netanyahu quisiera que algo de esto ocurriera en estos momentos, se trata de una idea de último momento, el indicador más claro de cómo el aparato del partido Likud ve las perspectivas del futuro político de Netanyahu.

La cuestión de Jerusalén también se debe en parte a estas dinámicas, pero no cabe duda de que el reconocimiento por parte del presidente Trump de que Jerusalén es la capital de Israel lo ha impulsado. El gobierno israelí, con razón o sin ella, está leyendo la jugada de Trump como una señal para ser más agresivo con respecto al estatus y futuro de Jerusalén, y este es solo un primer paso en una campaña para intentar cambiar las expectativas de los otros que los palestinos deberían esperar con respecto a Jerusalén en cualquier acuerdo futuro. A pesar de que la declaración de Trump sobre Jerusalén no reconoce la reclamación de Israel de una capital unificada que incluye lo existente dentro de las fronteras municipales actuales, la derecha israelí está haciendo todo lo posible para actuar como si realmente validara su visión maximalista, un argumento que ahora es más fácil de seguir con los tuit de Trump del martes. Netanyahu ha frenado en el pasado aquellas iniciativas que provocan sorpresa en la Casa Blanca, pero hay pocas razones, dados los mensajes provenientes de Washington, para que hoy piense que hay razones para seguir procediendo con cautela en los esfuerzos por mantener el control de Israel sobre el totalidad del municipio de Jerusalén.

La otra pregunta, aparte del momento elegido, es qué efecto tendrá todo esto. Como señalé anteriormente, los pronunciamientos del Comité Central del Likud crean presión política pero no tienen fuerza de ley, e incluso un primer ministro israelí menos precavido y cauteloso que Netanyahu tendría bastantes dificultades para anexionar el Área C, sin importar como lo interpretaría el presidente estadounidense. El requisito de la súper mayoría para ceder cualquier parte de Jerusalén es un gesto prácticamente sin sentido, ya que ningún gobierno israelí tomará tal paso sin el apoyo de una gran mayoría en la Knesset, y es el mismo apoyo minoritario el que puede rescindir el nuevo requisito de la súper mayoría. Pero a pesar de que ninguna de estas cosas conllevará ningún cambio práctico, sus consecuencias no deben subestimarse.

Cualquiera que defienda una solución de dos estados sabe que la primera objeción que siempre surge es cómo garantizar la seguridad de Israel y evitar que Cisjordania se convierta en Gaza. Es una cuestión totalmente lógica y legítima, nacida de la experiencia de Israel durante la última década, pero también de una actitud que durante demasiado tiempo consumió a la izquierda israelí y que cuyas consecuencias adversas potenciales, como la retirada territorial, las barrieron debajo la alfombra en lugar de enfrentarse a ellas. Fue un error cuando lo hizo la izquierda, y ahora es un error semejante cuando la derecha lo hace con la anexión y Jerusalén.

Todo político israelí que apoye la anexión del Área C y la aplicación de la ley israelí a los asentamientos debería explicar cómo funcionará en la práctica. ¿Israel construirá una barrera que abarque solo el Área C? Una ojeada a un mapa demuestra que esto sería casi imposible: el área C no es una parte distinta de Cisjordania, sino una telaraña interconectada de asentamientos, posiciones del IDF y carreteras, y crearía una frontera que sería la menos fácilmente defendible militarmente del mundo.

¿Israel otorgará la ciudadanía a los 250-300,000 palestinos que viven en el Área C y les permitirá moverse libremente por Israel, a pesar de que muchos de los mismos políticos que piden su anexión también describen a los ciudadanos palestinos de Israel y a los residentes palestinos de Jerusalén Oriental como unas amenazas potenciales a la seguridad al no ser lo suficientemente leales al estado? De manera similar, si Israel hace que sea imposible ceder partes de Jerusalén, ¿mejorará el gobierno israelí los servicios municipales en Jerusalén Este, o incluso extenderá los servicios básicos de policía y basura a lugares como Shuafat que no tienen ninguno en estos momentos? Si el gobierno israelí decide ampliar las fronteras del municipio como lo hizo en 1967 y nuevamente en 1993, ¿las nuevas áreas serán tratadas como si hubieran sido establecidas por una sagrada escritura?

Todo esfuerzo para tomar medidas que hagan que una solución de un único estado vaya pareciendo inevitable debe enfrentarse con una avalancha de preguntas sobre la practicidad de tal enfoque. La idea de que Cisjordania se puede anexionar fácilmente y que hacerlo sería simplemente una cuestión de actuar con valentía, no puede aceptarse simplemente al pie de la letra ni enfrentarse solamente a los desafíos ideológicos. Las fantasías que la derecha está propagando actualmente son solo eso, fantasías. El peligro a largo plazo es que muchos lo vean como planes de acción factibles. El reto por delante es asegurarse de que más personas comprendan por qué anexionarse ​​el Área C sería el equivalente a saltar de un avión sin siquiera verificar si nos hemos puesto un paracaídas.

Labels: , ,

0 Comments:

Post a Comment

<< Home