Sunday, August 19, 2018

Claridad de visión: El mensaje de las banderas israelíes ausentes - Evelyn Gordon - JNS



Desde la manifestación del sábado por la noche contra la ley del Estado-nación en Tel Aviv, que fue organizada por la comunidad árabe de Israel, la gente ha estado hablando de la presencia de banderas palestinas. Pero se ha prestado muy poca atención a algo aún más perturbador: la ausencia forzada de las banderas israelíes.

Ciertamente, los manifestantes que ondean banderas palestinas mientras cantan consignas como "Con sangre y fuego, redimiremos a Palestina" merecen atención. Como señaló Jonathan S. Tobin a principios de esta semana, los manifestantes claramente no buscaban reformar Israel, sino erradicar el estado judío.

Sin embargo, los organizadores de la manifestación pidieron explícitamente a los participantes que no llevarán banderas palestinas, ya que esperaban atraer a manifestantes moderados judíos en lugar de solamente a la habitual franja de la extrema izquierda (Meretz y demás), y comprendieron que las banderas palestinas harían que los moderados judíos se sintieran incómodos. Tampoco es su culpa que algunas personas ignoraran esta solicitud, ya que en cualquier manifestación con decenas de miles de participantes, algunas personas harán caso omiso de las instrucciones de los organizadores. Entonces, aunque los cánticos y las banderas palestinas ciertamente dijeran mucho acerca de las intenciones de esos manifestantes en particular, no necesariamente indican los puntos de vista de la mayoría.

Lo que es mucho más revelador es que los organizadores también prohibieron las banderas israelíes en la protesta, argumentando que harían que los manifestantes árabes se sintieran incómodos (aquí, también, algunas muy pocas personas les desobedecieron). Lo hicieron sabiendo que socavaría su objetivo de una fuerte participación judía, ya que muchos judíos parecían oponerse ideológicamente a la ley del Estado-nación todavía se sentirían incómodos en una protesta en la que las banderas israelíes no fueran bienvenidas. Y esta no fue una decisión de unos pocos manifestantes rebeldes, fue elaborada por el organismo más representativo de la comunidad árabe: el Alto Comité de Supervisión Árabe, que está formado por alcaldes electos, miembros de la Knesset y otros líderes comunitarios.

En otras palabras, los organizadores creyeron que las banderas israelíes eran inaceptables para la mayoría de su comunidad árabe. Así que informaron a los judíos que no era posible ninguna asociación, incluso sobre una preocupación aparentemente compartida, a menos que los judíos aceptaran renunciar incluso al símbolo más básico de su identidad israelí.

Si esto no les parece inmediatamente escandaloso, intenten imaginar, por ejemplo, una protesta contra la política de inmigración del presidente estadounidense Donald Trump en la cual a los manifestantes se les prohibiera ondear banderas estadounidenses. Sería ridículo. Después de todo, la mayoría de los oponentes de dichas políticas se consideran unos orgullosos estadounidenses que se oponen a ellas precisamente porque piensan que contradicen los mejores valores de Estados Unidos, y la mayoría de los propios inmigrantes les gustaría convertirse en unos estadounidenses orgullosos. Entonces, ¿por qué le importaría a alguien que las banderas estadounidenses estuvieran presentes?

Por la misma razón, las banderas israelíes fueron muy evidentes en la protesta de la comunidad drusa contra la ley del Estado-nación la semana anterior. Esos manifestantes, drusos y judíos por igual, se consideraban orgullosos israelíes, y no tenían ninguna objeción en principio a la identidad judía de Israel. Simplemente pensaron que la ley actualmente redactada contradice los mejores valores de Israel como un Estado judío y democrático.

Al prohibir las banderas israelíes, la protesta de la comunidad árabe envió el mensaje opuesto. Los árabes no se manifestaron como unos orgullosos israelíes que sentían que Israel traicionaba sus mejores valores, vinieron porque se oponían a la existencia de un Estado judío, de hecho hasta su símbolo más inocuo: la bandera. Y se oponen a la ley del Estado-nación no por una fraseología infeliz, sino precisamente porque consagra aspectos de la identidad judía de Israel en una ley cuasi constitucional, lo que hace más difícil (al menos teóricamente) que la Corte Suprema continúe erosionando esta identidad interpretando el hecho "judío" con un "nivel de abstracción tan alto que se vuelve idéntico a la naturaleza democrática del estado" (para citar al ex presidente de la Corte Suprema, Aharon Barak).

En otras palabras, los manifestantes árabes se sentían consternados porque temen que la ley del Estado- nación impediría sus esfuerzos de décadas para erosionar la identidad judía de Israel, que, por supuesto, es precisamente la razón por la que los partidarios de la ley lo favorecen.

Para que nadie piense que estoy leyendo excedíéndome sobre la prohibición de la bandera israelí, el Alyo Comité de Supervisión Árabe dijo todo esto explícitamente en un documento que encargó en 2006. El primer párrafo operativo de "La futura visión de los árabes palestinos en Israel" dice lo siguiente : "Israel es el resultado de un proceso de asentamiento iniciado por una élite judía sionista en Europa y Occidente y realizado por unos países coloniales que contribuyeron a ello y promovieron la inmigración judía a Palestina, a la luz de los resultados de la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto".

En otras palabras, Israel es una empresa colonialista ilegítima que no tiene derecho a existir.

El documento luego propuso varios mecanismos para erradicar la identidad judía de Israel, como exigir que la minoría árabe tenga poder de veto sobre cualquier política adoptada por la mayoría judía. Esto, por cierto, también destruiría el carácter democrático de Israel: los países donde el poder decisorio final recae en la minoría y no en la mayoría no se clasifican generalmente como democracias.

Sin embargo, durante la última década, ha habido un lento movimiento de base hacia una mayor integración en la comunidad árabe. Entonces uno simplemente podría argumentar que se necesita más tiempo antes de que este sentimiento llegue hasta el liderazgo de la comunidad.

Pero nunca ha estado claro si este supuesto movimiento integracionista árabe representaba una creciente aceptación de un estado que es tanto judío como democrático, o simplemente una creencia creciente de que los esfuerzos por borrar la identidad judía de Israel estaban ganando impulso. Después de todo, muchos judíos sienten que la identidad judía del estado está bajo asedio, que es precisamente por lo que muchos apoyaron la ley del Estado-nación. Por lo tanto, no sería sorprendente que muchos árabes hubieran llegado a la misma conclusión.

Desafortunadamente, la prohibición de la bandera israelí en la manifestación del sábado indica que la interpretación pesimista puede ser la más precisa. La parte preocupante no es que los manifestantes árabes no quisieran enarbolar las banderas israelíes ellos mismos, nadie tiene que enarbolas banderas en una manifestación. Es que cualquier judío que quisiera hacerlo sería declarado persona non grata. En resumen, la comunidad árabe no estaba dispuesta a tolerar ninguna forma de cooperación judío-árabe que no incluyera a unos judíos que hubieran abdicado completamente de su identidad (como el Meretz y la extrema izquierda judía).

Ese es el verdadero mensaje de las banderas israelíes ausentes. Y es algo que cualquier persona que sueñe con una nueva era gloriosa de una sociedad cívica judía-árabe debería tener en cuenta. Porque esa asociación no es posible siempre y cuando el precio de entrada para los judíos sea abandonar la identidad judía de Israel.

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