El BDS amenaza a la diáspora, no a Israel - Jonathan Tobin - JNS

La semana pasada, nos enteramos de otro educador de la Universidad de Michigan que se ha negado a darle a una estudiante judía la carta de recomendación prometida para un programa académico en Israel porque el instructor apoyaba el BDS.
Pero la buena noticia es que también descubrimos que el primer profesor que discriminó a un estudiante por querer estudiar en Israel fue disciplinado por la escuela.
Eso es alentador porque muestra que una importante institución académica estadounidense está dispuesta a oponerse a los prejuicios contra Israel. Es igual de importante porque, como aprendieron los dos estudiantes de Michigan, los principales objetivos de los boicots BDS no son tanto los israelíes y las instituciones israelíes, sino sobre todo los judíos estadounidenses.
Es por eso que las noticias que llegan de Israel impidiendo a una estudiante palestino-estadounidense ingresar al país para estudiar en la Universidad Hebrea de Jerusalén resultan irónicas y exasperantes.
La estudiante que fue detenida en el Aeropuerto Internacional Ben-Gurion, Lara Alqasem, ya ha hecho más daño a la imagen de Israel que la mayoría de los activistas pro-BDS. Al lograr verse detenida (el ministro de Asuntos Estratégicos, Gilad Erdan, insiste en que nunca fue arrestada), Alqasem inició una controversia en todo el mundo y provocó una avalancha de críticas al gobierno de Netanyahu. Pero a diferencia de la mayoría de los casos en los que Israel es acusado falsamente de discriminación o de otras malas conductas, no se puede escapar del hecho de que el estado judío es culpable aquí. Por supuesto, la ofensa del gobierno no es un crimen de guerra sino una estupidez criminal.
La estupidez en cuestión fue la decisión de la Knesset de aprobar una ley el año pasado que permita al gobierno prohibir que cualquiera entre al país si está alineado con uno de los 20 grupos seleccionados por apoyar el BDS. Aquellos que caen en esta categoría, como Alqasem, no se merecen mucha simpatía. El BDS es un movimiento que no solo busca cambiar las políticas de seguridad de Israel, ajustar sus fronteras y abogar por un estado palestino independiente, si no que su objetivo es la destrucción de Israel.
Alqasem fue presuntamente la presidenta en la Universidad de Florida del grupo Estudiantes por la Justicia en Palestina (SJP). El SJP es reconocidamente antisionista y antisemita. Su plataforma declara explícitamente que quiere "terminar con la ocupación y la colonización de todas las tierras árabes por parte de Israel". Ya que también respalda el "derecho de retorno" para los descendientes de los refugiados árabes de 1948, considera a todo Israel, y no solo Cisjordania, como "territorio ocupado". Y al igual que los movimientos terroristas palestinos que apoya, dondequiera que se presenten los miembros del SJP, a continuación aparecen actos de antisemitismo e incluso violencia e intimidación contra los judíos.
Peor aún, el SJP es financiado por las mismas personas asociadas con la Fundación Tierra Santa, una organización de vanguardia de Hamas que fue cerrada por el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos hace más de 20 años.
Sin embargo, mantener a alguien como Alqasem detenida es una tontería.
Si bien no conocemos sus motivaciones, ella quiere estudiar en la Universidad Hebrea. Ese es el tipo de cosas que los profesores de Michigan han tratado de impedir que hagan los estudiantes judíos. De hecho, estudiar en la universidad Hebrea es antitético del BDS, un movimiento que busca aislar a los académicos israelíes y sus universidades. Además, Alqasem afirmó al hablar en la corte la semana pasada que no apoyaba el BDS, lo que tiene sentido si desea estudiar en Israel, aunque es difícil conciliar esto con su militancia activa en un grupo cuyo propósito completo es presionar por un guerra económica, política y académica contra el Estado judío. El hecho de que, como afirma Erdan, Alqasem borrara sus cuentas en las redes sociales antes de venir a Israel, levanta sospechas sobre sus intenciones.
Pero mientras Israel, como cualquier otro país, tiene el derecho de determinar quién puede cruzar sus fronteras y excluir a aquellos que considera como amenazas, manteniendo a los activistas del BDS alejados de esa manera lastima al Estado judío. Tampoco tiene sentido ya que su presencia allí contradice su propia ideología.
Si Alqasem es una verdadera amenaza para la seguridad, entonces debería ser prohibida su entrada. Pero, como los otros que han sido rechazados o molestados en el aeropuerto, ella no es más que una molestia y no un terrorista.
El debate sobre si Israel está justificado para detener y deportar a los partidarios de BDS plantea la pregunta de quién realmente sufre por estos esfuerzos.
A pesar de toda su publicidad y fanfarronería, el movimiento BDS ha hecho poco daño a Israel. Aparte de los esfuerzos para presionar a los artistas escénicos para que se mantengan alejados, ha sido un fracaso colosal. Israel fue una vez una nación empobrecida que luchó para enfrentarse a un boicot árabe en sus primeras décadas. Pero hoy, tiene una economía del primer mundo que empequeñece la de cualquiera de sus vecinos. Los pequeños esfuerzos del SJP para prohibir el hummus de la marca Sabra en las cafeterías de las escuelas no son una amenaza para la poderosa economía de la "Startup Nation".
Si bien el SJP y el BDS no pueden lastimar a Israel, sí representan una amenaza real para los judíos estadounidenses. Son los estudiantes judíos estadounidenses los que son seleccionados para el oprobio, y son aislados y atacados en los campus por activistas del SJP con la ayuda de sus aliados antisionistas de grupos radicales favorables al BDS como Jewish Voices for Peace. Puede crear una atmósfera en la cual es difícil para los jóvenes judíos expresar públicamente su identidad.
Y es precisamente por eso que Israel debería, al menos en este caso, escuchar a los judíos de la diáspora cuando les dicen que su ley contra el BDS es contraproducente.
Al mantener a los activistas de izquierdas anti-Israel fuera de Israel, Erdan está entregando a los opositores de Israel una victoria propagandística no ganada, ya que refuerza sus mentiras acerca de que Israel es un estado de apartheid, sin hacer nada para hacer que Israel esté más seguro. Hace que sea más fácil para grupos como el SJP justificar sus esfuerzos contra Israel y más difícil para los judíos defenderlo.
Si bien muchos judíos reconocen la necesidad y la justicia de mantener a los personajes desagradables fuera de su país, los líderes israelíes deben darse cuenta de que hacerlo es simplemente un acto de resentimiento que hace que su país parezca un estado policial, en lugar de una democracia vibrante y diversa.
Las mejores formas de luchar contra el BDS son los esfuerzos para castigar a quienes discriminan a Israel y a los judíos, como han demostrado las campañas para aprobar leyes contra el BDS. Israel debe mantener sus fronteras abiertas para los viajeros y estudiantes estadounidenses que pueden ser testigos de cómo se ve un Estado judío democrático. Es hora de rescindir la ley del BDS de Israel y volver a concentrarse en lo que puede hacer para ayudar, en lugar de obstaculizar, los esfuerzos de la diáspora para derrotarla.
Labels: BDS, Jonathan Tobin
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