Thursday, February 07, 2008

Barak no es el hombre idóneo - Israel Harel - Haaretz

La razón principal que el ministro de Defensa, Ehud Barak, ha proporcionado para permanecer en el gobierno es enfrentarse a las graves amenazas de seguridad del estado, tanto cercanas como lejanas. "Para estar preparados, nuestras capacidades operacionales deben ser restauradas y un cambio de valores debe ser llevado a la práctica".

Barak dice así a la sociedad que él es la persona idónea en el lugar correcto, y que si él debiera renunciar ahora no habría nadie que pudiera realizar esas tareas como él puede hacerlas.

Hay un bastante amplio consenso sobre el significado militar de estas declaraciones, en contraste con su significado político, que ha encontrado principalemnte reacciones adversas. No obstante, él parece ser el hombre que puede rehabilitar al ejército, y hasta la mayor parte de sus críticos políticos están de acuerdo con ello.

Durante la Segunda Guerra del Líbano, el IDF tuvo dos problemas principalmente, según el Comité Winograd: una doctrina militar defectuosa y una interpretación errónea, en particular entre las unidades terrestres.

Ambas, enfatizó el Comité, provienen de una decadencia moral existente en la sociedad israelí y que ha penetrado lo bastante como para causar una gran preocupación sobre el futuro del país, así como del IDF.

Muchos entre los mandos militares y del gobierno consideran que dadas las circunstancias creadas por la guerra, sólo Barak puede llevar a cabo los cambios necesarios de doctrina y de valores morales dentro del IDF.

Sin embargo, un segundo vistazo - basado en un análisis del primer mandato de Barak como ministro de Defensa y en la táctica bélica del IDF en el sur del Líbano, bajo inspiración del propio Barak -, levanta dudas en cuanto si él es realmente la persona que puede cambiar las erróneas doctrinas del IDF, o su espíritu (o, en sus palabras, sus "estándares morales").

La doctrina de contención, que se convirtió en objeto de crítica después de la primera guerra del Líbano, tiene mucho que ver con Barak. Barak se adhirió a ella aun cuando los soldados eran secuestrados y las comunidades cercanas a la frontera norte eran bombardeadas sin parar. Esta doctrina alcanzó su máximo auge con el abandono precipitado del sur del Líbano, que minó de forma permanente el prestigio de Israel en la región, en particular respecto de Irán.

Incluso el terrorismo suicida, que Yasser Arafat desencadenó poco después y que no ha terminado aún, es el resultado de esa doctrina de contención. Así ha sido sostenido desde la primera guerra del Líbano por algunos comandantes del ejército, incluso el entonces Jefe de Estado Mayor, Shaul Mofaz, y su adjunto, Moshe Ya'alon.

Si ese es el caso, vale la pena examinar si Barak ha aprendido de sus errores.

En la guerra contra el terror, a pesar de los cientos de asesinatos por explosiones en autobuses y espacios públicos, Barak se mantuvo partidario de la estrategia de contención. Cuando esta doctrina se comprobó incapaz de detener el terror, él perdió las elecciones.

Sólo el gobierno encabezado por Ariel Sharon se atrevió a ir más allá de la contención, lanzar la Operación Escudo Protector, y reducir con ella, bruscamente, tanto los atentados suicidas como las emboscadas con francotiradores.

Si bien actualmente el ejército realiza con éxito breves incursiones terrestres y ataques aéreos selectivos, dichos exitos microtácticos, irónicamente, se deben al fracaso de la anterior política: el miedo a utilizar la fuerza decisiva y necesaria.

Barak, rechaza asumir las lecciones del abandono del Líbano en 2000 y del rechazo a lanzar una operación decisiva contra las bases de terroristas suicidas, así como la principal lección extraída de la Segunda Guerra del Líbano: para detener el lanzamiento de cohetes, no hay ninguna otra herramienta salvo una operación masiva de infantería.

Por lo tanto, todos aquellos que temen por el futuro del IDF, es decir el futuro del estado, deben asumir que Barak no ha alterado su equivocado pensamiento estratégico. Y, después de todo, es el deber de un ministro de Defensa.

Barak advierte sobre los valores perdidos que afectan a la motivación de soldados y comandantes. Por esta razón, se debe preguntar al propio Barak si su conducta política, en particular en los últimos días, puede servir de ejemplo para soldados y comandantes, e infundir al ejército esos valores que animarán a los soldados a volver a poner en peligro sus vidas.

Después de todo, mientras que los soldados del país, y en particular los reservistas, no tengan ninguna fe en el Primer Ministro, en el ministro de Defensa y en muchos de sus comandantes - que como los políticos rechazan asumir las conclusiones personales de sus fracasos -, el espíritu del ejército no podrá ser rehabilitado.

Barak, desgraciadamente, no es la persona que puede provocar un cambio moral o, como demuestra su comportamiento actual, un cambio en el concepto de contención, que más que nadie es el culpable del daño ocasionado en la moral del IDF.

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