Saturday, January 22, 2011

El ataque coordinado contra Ehud Barak es el más hipócrita y sediento de sangre en la historia política israelí - Israel Harel - Haaretz



Como líder resultó ser una decepción, y su estilo de vida no era el apropiado para un líder de un partido socialista. Por otra parte, no pudo lograr la paz. Entonces, ¿a qué viene todo este alboroto? Aceptó las críticas, abandonó la corona del liderazgo y salió de la fiesta cuando era una persona non grata. Uno podría esperar que sus oponentes respondieran a su salida con aplausos y suspiros de alivio, pero no con el llanto de unos huérfanos abandonados.

Después de todo, ahora que los herejes han dejado la casa, los puristas, y especialmente los leales (por ejemplo Amir Peretz, quien previamente lo abandonó para formar el partido One Nation, y recientemente, junto con Eitan Cabel, considera mudarse a Kadima), serán capaces de restaurar al Partido Laborista y devolverle a los días de gloria.

Es dudoso que Ehud Barak perpetrara realmente "la más sucia maniobra en la historia política israelí". Lo que sí es cierto, sin embargo, es que el ataque coordinado contra Ehud Barak es el más hipócrita y sediento de sangre en la historia política israelí. Casi no hay personajes públicos o académicos opuestos a Barak que no hayan sido invitados a criticarlo, a calumniarlo y a derramar su sangre. Esto se manifestó particularmente en la estación de radio que, como ministro de Defensa, aparentemente estaba bajo su responsabilidad, la Radio del Ejército.

"Esta ha sido la maniobra más sucia de la historia política de Israel", dijo la líder de la oposición, Tzipi Livni, de manera bastante descarada. Tzipi Livni formó parte del gobierno del Likud que tomó la decisión de hacer equivaler en última instancia el destino del asentamiento de Netzarim, en Gaza, con el de Tel Aviv. Pero poco después, el primer ministro Ariel Sharon decidió liquidar tanto Netzarim como las restantes comunidades de Gaza.

Para dotar de legitimidad a ese cambio radical de opinión, se celebró un referéndum entre los miembros del Likud y se comprometió a respetar su decisión. Sharon lo perdió, pero decidió seguir adelante con la liquidación de esos asentamientos. Para ello se escindió del Likud y - con el mismo ruidoso aplauso de los que ahora atacan a Barak por dividir al Partido Laborista - creó Kadima.

Livni se fue con él y se llevo su escaño en la Knesset, robándoselo a su propietario, el Likud, al igual que Orit Noked se lo está robando ahora al Partido Laborista. Y como recompensa por su lealtad a los valores básicos de la decencia moral, política y humana, Sharon convirtió a Livni en su ministra de Asuntos Exteriores.

La banda que abandonó el Partido Laborista y creó la nueva facción Atzmaut ha perpetrado una maniobra bastante apestosa. Pero sólo alguien que se opusiera a otras maniobras apestosas similares en el pasado - incluso cuando favorecieran sus objetivos -, tiene todo el derecho a utilizar ese término para describir lo sucedido la semana pasada.

Barak no tenía dudas, y ello se debía a que ese tipo de movimientos se han convertido en la norma dentro de la política israelí. El sello de aprobación a estas normas inaceptables le fue otorgado por los partidarios de otras maniobras apestosas (que favorecían sus propios intereses políticos), como por ejemplo la protagonizada por Shimon Peres en 1990, o la protagonizada por Yitzhak Rabin cuando compró los votos del Shas y de dos desertores del partido Tsomet con el fin de obtener una mayoría que apoyara el desastre de Oslo.

Pero sobre todo, la culpa recae en las diferentes instituciones públicas, incluido el sistema judicial, que apoyaron a Sharon cuando, como un toro asesino, corneó todas las normas a la vista. Los que entonces colaboraron y apoyaron la maniobra de Sharon, además de venderla como la acción de unos pocos hombres justos, son los que ahora mismo se precipitan sobre Barak como aves de presa, hasta el punto de negar su derecho a volver a servir como ministro de Defensa.

Fue la huida del sur del Líbano en el 2000, decretada por Barak y apoyada también por los que ahora tanto le reprueban, la que provocó la guerra de terror que comenzó algo más tarde ese mismo año, y fue allí donde Barak ya demostró que no era un estratega. En sus esfuerzos para poner fin a esa guerra sangrienta, nacida de su propio pecado, lo demostró una vez más. En su vacilación a la hora de poner en marcha la Operación Plomo Fundido en Gaza en el 2008 - y luego en su apresuramiento a la hora de acabar con ella antes de que el ejército derrocara a Hamas y rescatara a Gilad Shalit -, demostró por tercera vez que la leyenda sobre su poderío militar no tiene ningún fundamento real. Es por estos y por otros fallos estratégicos que el ex primer ministro israelí Ehud Olmert ha sacado recientemente a la luz, por los que Barak realmente no debería servir como ministro de Defensa.

Pero no desde luego por haberse desvinculado del Partido Laborista. Han existido decenas de divisiones similares, y todos ellas ganaron aplausos siempre y cuando tuvieran como objeto impulsar la agenda de la izquierda. Sólo cuando una división es responsable de ayudar a "la derecha" (aunque alguno podría decir que la derecha israelí ha dejado hace mucho tiempo de existir), o en otras palabras, de ayudar a Benjamin Netanyahu, se convierte de repente en una maniobra sucia y pestilente.

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Friday, January 21, 2011

Los frutos del Partido Laborista - Benny Morris - National Interest



El rechazo por parte de Yasser Arafat de una solución de dos Estados en julio y diciembre del 2.000, y el posterior rechazo por parte de Mahmoud Abbas de un conjunto casi idéntico de propuestas de compromiso formuladas por Israel (Ehud Olmert) ocho años después, han provocado que el partido Laborista regrese definitivamente a casa para descansar: el Partido Laborista de Israel ya no es más lo que fue.

Este es el significado del abandono por parte de Ehud Barak, junto con otros cuatro diputados de la Knesset, del partido que lideró el movimiento sionista a través de las décadas de 1930 y 1940 hacia la estatalidad, y, a continuación, gobernó Israel hasta 1977.

La desaparición del partido Laborista (Avoda) comenzó con la mayoría de edad de la primera generación de sefardíes nacidos en Israel, los hijos de aquellas familias judías que llegaron a Israel procedentes del mundo árabe en los años 1950 y 1960. Muy críticos con el mundo árabe de donde habían venido, y que siempre les trato como ciudadanos de segunda clase, y resentidos con el establishment ashkenazi que les "mal absorbió" al Estado judío, descargaron su frustración y su ira inclinándose políticamente hacia la derecha de línea dura, votando al perenne outsider y líder del Likud Menachem Begin, llevándolo al poder.

La demografía y la historia habían colaborado a la hora de pergeñar la primera derrota de los laboristas. Pero posteriormente consiguieron recuperarse y volver dos veces más al poder. Compartieron el poder con el Likud a mediados de la década de 1980, y en 1992 y nuevamente en 1999, respectivamente, Yitzhak Rabin y Ehud Barak llegaron de nuevo a la jefatura del gobierno con el aliciente de la promesa de la paz: los Laboristas podrían hacer la paz y poner fin al conflicto con la palestinos.

Los votantes dieron a los Laboristas estas dos oportunidades. Pero ni el proceso de Oslo (en la década de 1990), con Rabin y Shimon Peres, ni la cumbre de Camp David (en 2000), ya con Barak, entregaron a los israelíes y a los palestinos esas brillantes alturas donde se engendra la felicidad política real.

Se puede argumentar - muchos lo hicieron en el momento, y posteriormente - sobre quién fue más culpable del fracaso del Proceso de Oslo: si Arafat, por no frenar, o incluso alentar secretamente a los terroristas suicidas de Hamas (y de Fatah), o Rabin y Peres, por moverse demasiado lentamente y por no cumplir con los plazos específicos.

Sin embargo, no puede existir ningún tipo de duda razonable sobre lo que ocurrió en julio y diciembre de 2000, cuando Arafat rechazó secuencialmente las propuestas israelíes y estadounidenses para una solución integral de dos Estados que hubiera dado a los palestinos ("los parámetros de Clinton") la soberanía e independencia en el 95% de Cisjordania, toda la Franja de Gaza, y la mitad de Jerusalén (incluyendo la mitad o tres cuartas partes de la Ciudad Vieja). Y tampoco puede existir ningún tipo de duda o argumento razonable que justifique el rechazo por parte de Abbas de una oferta similar, quizás incluso aún mejor, ofrecida por el primer ministro israelí Ehud Olmert en el 2008. (De hecho, estos ejemplos del rechazo palestino de una solución de dos Estados solamente ejemplifican una tradición inamovible: los líderes palestinos han rechazado compromisos para crear dos estados en 1937 (la propuesta Peel), en 1947 (la Resolución de Partición de la Asamblea General de Naciones Unidas), e, implícitamente, cuando en el 1978 Arafat rechazó el acuerdo Sadat-Begin en Camp David que preveía una "autonomía inicial" en los territorios palestinos).

En la primera década de este tercer milenio, los palestinos - Arafat, Abbas y, por supuesto, los fundamentalistas antisemitas de Hamas) - rechazan nuevamente no tanto una serie de propuestas como una idea, un principio, la solución de dos Estados. Ellos solamente querrían toda Palestina, y que ninguna pulgada de ella fuera para los judíos.

Y fue este rechazo el que destruyó al Partido Laborista de Israel, quien perdió, y a lo grande, en todas las elecciones generales que siguieron a Camp David. En el 2000, el electorado israelí, de manera sombría, llegó a la conclusión de que no existía un "socio para la paz" del lado palestino, y que éstos nunca, y de una manera firme, aceptarían la existencia de un Estado judío en cualquier parte de Palestina. Y eso que representaba el partido Laborista, una solución de dos Estados, se convirtió era una triste ilusión.

Así fue como los electores votaron a favor de la derecha dura, de la derecha más suave, a varios partidos de Dios (anti-sionistas y ultra-sionistas), a un partido de los pensionistas y al grupo de centro de Ariel Sharon, Ehud Olmert y Tzipi Livni, dejando en todo caso de lado a los Laboristas y a sus conciliadores afiliados. El electorado se había desplazado, quizás irremediablemente, hacia la derecha.

Actualmente, el partido Laborista se ha quedado abandonado con cuatro o cinco miembros en la Knesset (en una cámara de 120 escaños), sin ninguna plataforma, sin ningún líder claro, sin futuro.

En los próximos años, los palestinos (y sin duda también los israelíes) van a pagar, y pagarán claro, por la falta de voluntad de los palestinos a la hora de compartir Palestina.

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Thursday, June 24, 2010

Gemelos en estado de sitio‭ ‬-‭ ‬Ari Shavit‭ ‬-‭ ‬Haaretz

Dos o tres veces a la semana la oficina del ministro de Defensa Ehud Barak recibe una llamada telefónica de la Casa Blanca.‭ ‬En la línea está el vicepresidente de los Estados Unidos, Joe Biden.‭ ‬La conversación entre Joe y Ehud es casi siempre amable,‭ ‬casi siempre para solucionar los problemas difíciles de forma amistosa.

Joe Biden es lo que Estados Unidos solía ser y Ehud Bark es lo que Israel solía ser.‭ ‬Juntos están tratando de restablecer la alianza norteamericano-israelí tal como solía ser.

Esas frecuentes llamadas telefónicas entre ellos constituyen la cuerda de salvamento de la alianza.‭ ‬Como el presidente Obama, en Washington, y el primer ministro Netanyahu, en Jerusalém, no pueden tolerarse mutuamente,‭ ‬el vicepresidente y ministro de Defensa cumplen esa función como adultos responsables.‭ ‬Esta es la estrategia entre los dos estados,‭ ‬cuyas anteriores cálidas relaciones se han convertido ahora en heladas.

La estrecha relación entre Barak y Biden es una de las principales razones por las que el primer ministro Netanyahu trata a su ministro de Defensa con gran respeto,‭ ‬casi con reverencia.‭ ‬Aquí están las otras razones.‭ ‬Netanyahu sabe que sin Barak su gobierno se convertiría en un gobierno de derechas cuasi repulsivo de cara al exterior que no sobreviviría mucho tiempo.‭ ‬Sin Barak,‭ ‬Netanyahu sabe que Israel se convertiría en un estado paria condenado al ostracismo por la comunidad de naciones.‭ ‬El primer ministro también sabe que sin Barack nadie se mantendrá a su lado cuando tome una decisión sobre Irán.‭ ‬Política y estrategia hacen de Barak el pilar central del gobierno de Netanyahu.‭ ‬Sin Barak,‭ ‬Netanyahu no tiene futuro.

Lo contrario también es cierto.‭ ‬Sin Netanyahu,‭ ‬Barak no tiene futuro.‭ ‬Barak sabe que sin la condición especial que le proporciona la asociación con Netanyahu,‭ ‬su partido se lo comería vivo.‭ ‬‬Barak también sabe que sin Netanyahu su condición política estaría en estado crítico.‭ ‬También es consciente que sin Netanyahu ningún proceso de paz pueda avanzar en un futuro próximo.‭ ‬Él también entiende que sin Netanyahu es difícil tomar una decisión responsable y racional con respecto a Irán.‭ ‬Política y estrategia hacen de Netanyahu alguien vital para Barak.‭ ‬En consecuencia,‭ ‬el ministro de Defensa siente algo en lo que respecta a este primer ministro que rara vez le sucede con los demás,‭ ‬una veneración respetuosa.

Durante años la gente ha estado hablando de Netanyahu y Barak como si fueran gemelos.‭ ‬Pero la verdad es que sólo la dependencia mutua entre los dos les ha convertido en este último año en un pareja de gemelos,‭ ‬algo nunca visto entre los líderes israelíes.‭ ‬David Ben Gurion y Moshe Sharett tenían una relación compleja,‭ ‬al igual que Levi Eshkol y Moshe Dayan,‭ ‬así como Golda Meir y Dayan.‭ ‬Las relaciones entre Yitzhak Rabin y Shimon Peres eran pobres,‭ ‬y las existentes entre Menachem Begin y Ariel Sharon eran terribles.‭ ‬Yitzhak Shamir,‭ ‬Netanyahu (‬durante su primera administración),‭ ‬Barak,‭ ‬Sharon y Ehud Olmert en realidad no tenían pareja.‭ ‬Así pues, lo que sucede actualmente entre el primer ministro y el ministro de Defensa no tiene precedentes.

Los gemelos pasan tres,‭ ‬cuatro o cinco horas al día en compañía el uno del otro.‭ ‬No hay intrigas,‭ ‬trucos o perfidias entre ellos,‭ ‬hay un ausencia de mala sangre o de politiquería.‭ ‬Aun cuando no‭ ‬estuvieran‭ ‬juntos,‭ ‬como en el incidente‭ ‬de la‭ ‬flotilla de Gaza,‭ ‬permanecen juntos.‭ ‬Esta alianza es el eje sobre el que‭ ‬gira‭ ‬hoy la política‭ ‬y la estrategia de Israel.

Pero los‭ ‬gemelos siameses no son idénticos.‭ ‬Aunque unidos,‭ ‬cada uno tiene una genética diferente.‭ ‬El‭ ‬círculo interno de Netanyahu cree que cualquier concesión es un suicidio.‭ ‬El‭ ‬círculo íntimo de Barak cree que el status quo es suicida.‭ ‬Así pues,‭ ‬cuando los gemelos se sientan solos en la habitación dos visiones opuestas del mundo les acompañan.

Pero para que la alianza de los gemelos pueda sobrevivir,‭ ‬uno de los dos tendrá que cambiar y ceder.‭ ‬Uno de ellos tendrá que volverse contra la identidad y el ADN ideológico‭ ‬que lo forjó.

La flotilla de Gaza y las otras crisis han hecho‭ ‬esta situación perfectamente meridiana.‭ ‬Israel está perdiendo su libertad‭ ‬de acción.‭ ‬El país está al límite.‭ ‬Así que los gemelos no tienen mucho tiempo.‭ ‬Sólo si logran‭ ‬tomar medidas de fondo‭ ‬pueden salvarse a sí mismos y a su país.‭ ‬Si no lo hacen pronto,‭ ‬incluso Biden dejará de llamar.‭ ‬Los dos,‭ ‬que están unidos en esto,‭ ‬se encontrarán esta vez colgados por separado,‭ ‬políticamente,‭ ‬en la plaza de la desgracia.

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Monday, January 04, 2010

En ausencia de paz, Israel ha elegido "la paz light" - Aluf Benn - Haaretz

La década anterior comenzó con las esperanzas israelíes de una paz, pero se caracterizó por las guerras y la decepción. El 1 de enero de 2000, el país estaba al borde de firmar un acuerdo con Siria y a pocos meses de llegar a un acuerdo permanente con los palestinos. O al menos eso es lo que nos parecía por aquel entonces, con las numerosas conferencias de paz, las rondas de negociaciones y las cumbres diplomáticas en curso. 

Sin embargo, a finales del verano de ese año todo cambió. El proceso de paz se derrumbó en ambos canales, el sirio y el palestino, y en su lugar estalló la Segunda Intifada, con una duración superior a cuatro años y que condujo a la muerte de miles de israelíes y palestinos. La infraestructura delicada de los Acuerdos de Oslo, que reposaba en la cooperación entre Israel y el estado a construir de Yasser Arafat, se vino abajo para no volver. Futuros acuerdos y negociaciones surgieron durante el transcurso de la década, pero todos ellos no condujeron a nada. 

En lugar de la false expectativa de "poner fin al conflicto", Israel ha desarrollado un nuevo modelo que puede ser calificado de "sucedáneo de paz" o "una paz light". En lugar de unos acuerdos políticos que establezcan los términos para los arreglos de seguridad y una normalización, el nuevo enfoque se basa en el establecimiento de los límites que le otorgaría la legitimidad internacional a Israel para sus actos de autodefensa. En lugar de un control sobre el terreno, Israel disuadiría a sus enemigos desde lejos, a través de su fuerza aérea. Se trataría de la disuasión en lugar de la paz. 

Posteriormente, Israel se retiró del sur del Líbano y de la Franja de Gaza, y descubrió que el otro lado también prefería la disuasión a la paz. El arsenal de cohetes de Hezboláh en el norte y la presencia de Hamas en el sur, estaban destinados a contrarrestar la potencia de fuego del IDF. Dos veces fue Israel a la guerra, en 2006 en el Líbano y en el 2008 a Gaza, y en ambos casos, la fórmula de disuasión mutua - "destrucción frente a la destrucción" - fue finalmente restaurada. 

Un proceso similar ha ocurrido con el canal sirio, pero con más cautela, y sin el terrible precio que las guerras exigen en víctimas, destrucción física y devastación económica. Siria se esforzó por reforzar su disuasión respecto a Israel construyendo en secreto un reactor nuclear y armando a Hezboláh. Israel atacó las instalaciones nucleares de Siria en 2007 y, según fuentes extranjeras, participó en actividades clandestinas generalizadas en la parte siria que culminaron con el asesinato de funcionarios de alto rango. Una vez más, el motivo era mantener la disuasión. Los sirios no respondieron al bombardeo de su reactor, o a los asesinatos en su territorio, y por lo tanto la guerra total se evitó. 

El arquitecto de la sustitución de la "paz" fue Ehud Barak, quien comenzó la década como primer ministro y la terminó como ministro de Defensa. Barak ha fracasado como político: a pesar de su aplastante victoria sobre Benjamin Netanyahu en las elecciones de 1999, su mandato como primer ministro fue el más corto en la historia de Israel. Hoy, Barak encabeza un reducido y dividido Partido Laborista, y regularmente se le critica por su conducta personal. Él puede ser comparado con Moshe Dayan, el principal estratega de Israel de la generación anterior, quien tampoco tuvo éxito en la política y que, en su caso, se permitió ser mujeriego y practicar el robo de antigüedades. Como Dayan, Barak es fuerte intelectualmente pero débil para el trabajo en equipo. 

Barak fue elegido primer ministro después de que se comprometiera a retirarse del Líbano en un año. La retirada unilateral le sirvió como Plan B en el caso de que las conversaciones con Siria fallaran. "Nosotros sabremos qué hacer", solía decir por aquel entonces cuando se le preguntaba lo que había planeado si ningún tipo acuerdo emergía finalmente. Y de hecho, dos meses después de que el canal de Siria se secara, Barak sacó a Israel del Líbano y ganó un reconocimiento internacional por la nueva frontera. 

La estrategia de la disuasión contiene una paradoja: su éxito reposa en la existencia de un enemigo fuerte y poderoso al otro lado de la frontera. Usted no puede disuadir a bandas armadas y a clanes. Esos grupos no poseen "activos" gubernamentales cuya seguridad pueda ser amenazada. La retirada israelí del Líbano, y cinco años después de Gaza, ayudó a establecer a Hezbolah y a Hamas como gobernantes de las áreas abandonadas, y como semi-ejércitos regulares que también se ocupan de la población. Así llegó a existir el otro lado de la ecuación de la disuasión, ese que amenaza a Israel con cohetes, pero que la mayoría de las veces impone el orden en la frontera e impide los ataques de organizaciones pequeñas y recalcitrantes. 

El fracaso de las conversaciones de Camp David con los palestinos, condujo a Barak a la conclusión de que "no hay un interlocutor" con quien negociar, lo que ha sido compartido por la clase política y la opinión pública de Israel desde entonces. Como sustituto de un acuerdo, Barak ha desarrollado una estrategia similar a la separación que utilizó en el Líbano: se contempla el fortalecimiento del control israelí sobre los bloques de asentamientos que se desea anexionar, mientras que se prepara para desalojar a los colonos fuera de estos bloques. Sin embargo, perdió al primer ministro Ariel Sharon antes de que éste pudiera comenzar a aplicar sus ideas. 

Sharon fue un gran político que llegó a ser extremadamente popular, y que destacó en la aplicación de las ideas ajenas. Sus dos decisiones más importantes, la construcción de una barrera de separación en Cisjordania y la "desconexión" de la Franja de Gaza, estaban en claro contraste con sus anteriores puntos de vista, pero estaban en consonancia con la estrategia desarrollada por Barak: la separación, al reducir la fricción, mejoraba las posiciones y permitía el apoyo internacional. La barrera de separación no definía la frontera en sí, sino que daba lugar a una etapa intermedia, como un espejo unidireccional: los palestinos no pueden pasar al lado israelí, mientras que Israel deja a su ejército y los asentamientos a ambos lados. 

El sucesor de Sharon, Ehud Olmert, asumió su cargo con la promesa de continuar con la retirada unilateral y la reagrupación detrás de la barrera de separación. Su fracaso en el Líbano socavó su autoridad política, y la "consolidación" de la idea (la retirada unilateral y la reagrupación) fue descartada. Olmert, posteriormente, trató de obtener un resultado similar con un acuerdo con los palestinos, pero finalmente no llegó a buen término. Las guerras de Olmert en Líbano y Gaza se libraron conforme al enfoque desarrollado por Barak cuando fue jefe de Estado Mayor en el decenio de 1990: golpear las zonas pobladas a fin de crear una presión humanitaria, la cual estimularía la actividad política y conduciría a que se restaure la tranquilidad en la frontera. El problema de Olmert era que no sabía cuando parar, y se equivocó al enfangarse en operaciones puntuales prolongadas. 

Hoy en día, Barak susurra a Netanyahu, el cual ha vuelto para este segundo mandato convertido en un político experimentado que se ha posicionado en el centro y goza del apoyo público. Al igual que Sharon, Netanyahu no es un emprendedor. Es más cómodo ser arrastrado por los demás. Como sus predecesores, Netanyahu habla mucho de paz y de un acuerdo permanente con los palestinos, pero busca un modelo de seguridad que disminuya la presión internacional y la erosión de la motivación interna en Israel. ¿Se apoyará en las ideas de Barak, como hicieron sus predecesores, o encontrará un nuevo mentor? 

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Saturday, March 28, 2009

Sólo Netanyahu y Barak pueden hacer frente a Irán - Ari Shavit - Haaretz



El odio por Benjamin Netanyahu va más allá. Proviene de la época en que fue considerado como el anti-Cristo de Yitzhak Rabin y un incentivador indirecto de su asesinato. Continuó en los días en que parecía que la paz estaba al alcance de la mano y sólo Netanyahu llamaba a la prevención. Y aunque posteriormente se pusiera de manifiesto que incluso en ausencia de Netanyahu no había paz, el odio contra él no disminuyó. Simplemente se transformó. La élite israelí predominante aún no le puede perdonar que sea el más elocuente y el más poderoso portavoz de la derecha más sana. En ausencia de paz y ante la inexistencia de una verdadera fe en la paz, Netanyahu sigue alimentando el odio emocional de la tribu de la izquierda.

Pero el odio hacia Ehud Barak no es menos intenso. Se deriva de que Barak fracasó a la hora de satisfacer las expectativas mesiánicas de todos aquellos que apostaron por él después de lograr expulsar a Netanyahu. El odio se incrementó cuando Barak rompió la ilusión de la posibilidad de una paz en estos tiempos de Camp David. Pero inclusive después de que Ehud Olmert y Tzipi Livni demostraran en Annapolis que no era más que una ilusión, el odio hacia Barak no ha disminuido.

Barak es un antiguo kibbutznik que presuntamente cruzó las líneas y esto sólo ha generado un incremento en la hostilidad. La élite israelí sigue siendo incapaz de perdonar al presidente de Avoda (Laboristas) el haber tomado la senda de paz y demostrar que era un callejón sin salida. En ausencia de paz o de verdadera fe en la paz, el odio a Barak se ha convertido en el nuevo centro emocional de la izquierda.

Netanyahu y Barak tienen muchos defectos. Netanyahu es voluble y Barak es complicado. Netanyahu es arrogante y Barak condescendiente. Ambos carecen de inteligencia emocional y la política les ha embotado los sentidos. Sin embargo, los verdaderos Netanyahu y Barak no tienen nada en común con los dos detestados espantapájaros que fueron arrojados al fuego esta semana. A pesar de todas sus deficiencias, los dos dirigentes vieron claramente la realidad de la década de 1990, y también ahora ven como son las cosas hoy en día. Si consiguen reparar sus errores del pasado y trabajar juntos, tienen una buena oportunidad de sorprendernos.

La misión inmediata de Netanyahu y Barak misión es Irán. El designado primer ministro y el ministro de Defensa no tienen mucho tiempo. En algunos meses tienen que hacer lo que no se ha hecho durante años, reclutar a la comunidad internacional para que imponga un asedio económico-diplomático a los ayatolas de Teherán. Se considera que la visita de Barak a la Oficina Oval de Obama, en lugar de Avigdor Lieberman, mejorará considerablemente el poder de persuasión de Netanyahu. Pero si sucede que los Estados Unidos no estén dispuestos a tomar la sartén por el mango, Netanyahu y Barak tendrán que preparar a Israel para duros escenarios. Nadie dentro de Israel es más adecuado y capaz para este liderazgo.

La otra misión de los dos es la economía. En poco tiempo, Israel se enfrentará al iceberg de la deuda y de los grandes problemas, junto a una ola de despidos masivos. Tener a Netanyahu, Barak y Ofer Eini al frente de la campaña económica es muy significativo. Permitirá una prudente, armónica y decidida dedicación, proporcionando a Israel las mejores posibilidades para sobrevivir a la tormenta económica sin ahogarse.

Los resultados de las elecciones de 2009 han sido una pesadilla. Le dieron a la derecha una sólida mayoría, pero permitió que el ala derecha pudiera llegar a impedir las decisiones del jefe de fila de ese sector. Netanyahu ha sabido navegar ante esas amenazas.

Logró evitar que caer en la trampa de un gobierno de visión estrecha, sombrío y sin esperanzas. La decisión de Barak de unirse a Netanyahu fue bastante problemática, pero en última instancia, y en estas circunstancias, Barak ha actuado con sensatez y valentía.

Mientras que Livni y sus seguidores se han recubierto de una estéril autosuficicencia, Netanyahu y Barak han actuado con madurez.

Los dos hombres más odiados de la política israelí demuestran una vez más que son mucho más serios y serenos que los que les detestan.

En este momento, Netanyahu y Barak son los únicos adultos responsables.

Por lo tanto, el pacto final entre ambos no es una mala, sino una buena noticia. Después de muchos años de liderazgo estúpido, finalmente algo con fondo y sustancia se ofrece a Israel.

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Thursday, February 07, 2008

Barak no es el hombre idóneo - Israel Harel - Haaretz

La razón principal que el ministro de Defensa, Ehud Barak, ha proporcionado para permanecer en el gobierno es enfrentarse a las graves amenazas de seguridad del estado, tanto cercanas como lejanas. "Para estar preparados, nuestras capacidades operacionales deben ser restauradas y un cambio de valores debe ser llevado a la práctica".

Barak dice así a la sociedad que él es la persona idónea en el lugar correcto, y que si él debiera renunciar ahora no habría nadie que pudiera realizar esas tareas como él puede hacerlas.

Hay un bastante amplio consenso sobre el significado militar de estas declaraciones, en contraste con su significado político, que ha encontrado principalemnte reacciones adversas. No obstante, él parece ser el hombre que puede rehabilitar al ejército, y hasta la mayor parte de sus críticos políticos están de acuerdo con ello.

Durante la Segunda Guerra del Líbano, el IDF tuvo dos problemas principalmente, según el Comité Winograd: una doctrina militar defectuosa y una interpretación errónea, en particular entre las unidades terrestres.

Ambas, enfatizó el Comité, provienen de una decadencia moral existente en la sociedad israelí y que ha penetrado lo bastante como para causar una gran preocupación sobre el futuro del país, así como del IDF.

Muchos entre los mandos militares y del gobierno consideran que dadas las circunstancias creadas por la guerra, sólo Barak puede llevar a cabo los cambios necesarios de doctrina y de valores morales dentro del IDF.

Sin embargo, un segundo vistazo - basado en un análisis del primer mandato de Barak como ministro de Defensa y en la táctica bélica del IDF en el sur del Líbano, bajo inspiración del propio Barak -, levanta dudas en cuanto si él es realmente la persona que puede cambiar las erróneas doctrinas del IDF, o su espíritu (o, en sus palabras, sus "estándares morales").

La doctrina de contención, que se convirtió en objeto de crítica después de la primera guerra del Líbano, tiene mucho que ver con Barak. Barak se adhirió a ella aun cuando los soldados eran secuestrados y las comunidades cercanas a la frontera norte eran bombardeadas sin parar. Esta doctrina alcanzó su máximo auge con el abandono precipitado del sur del Líbano, que minó de forma permanente el prestigio de Israel en la región, en particular respecto de Irán.

Incluso el terrorismo suicida, que Yasser Arafat desencadenó poco después y que no ha terminado aún, es el resultado de esa doctrina de contención. Así ha sido sostenido desde la primera guerra del Líbano por algunos comandantes del ejército, incluso el entonces Jefe de Estado Mayor, Shaul Mofaz, y su adjunto, Moshe Ya'alon.

Si ese es el caso, vale la pena examinar si Barak ha aprendido de sus errores.

En la guerra contra el terror, a pesar de los cientos de asesinatos por explosiones en autobuses y espacios públicos, Barak se mantuvo partidario de la estrategia de contención. Cuando esta doctrina se comprobó incapaz de detener el terror, él perdió las elecciones.

Sólo el gobierno encabezado por Ariel Sharon se atrevió a ir más allá de la contención, lanzar la Operación Escudo Protector, y reducir con ella, bruscamente, tanto los atentados suicidas como las emboscadas con francotiradores.

Si bien actualmente el ejército realiza con éxito breves incursiones terrestres y ataques aéreos selectivos, dichos exitos microtácticos, irónicamente, se deben al fracaso de la anterior política: el miedo a utilizar la fuerza decisiva y necesaria.

Barak, rechaza asumir las lecciones del abandono del Líbano en 2000 y del rechazo a lanzar una operación decisiva contra las bases de terroristas suicidas, así como la principal lección extraída de la Segunda Guerra del Líbano: para detener el lanzamiento de cohetes, no hay ninguna otra herramienta salvo una operación masiva de infantería.

Por lo tanto, todos aquellos que temen por el futuro del IDF, es decir el futuro del estado, deben asumir que Barak no ha alterado su equivocado pensamiento estratégico. Y, después de todo, es el deber de un ministro de Defensa.

Barak advierte sobre los valores perdidos que afectan a la motivación de soldados y comandantes. Por esta razón, se debe preguntar al propio Barak si su conducta política, en particular en los últimos días, puede servir de ejemplo para soldados y comandantes, e infundir al ejército esos valores que animarán a los soldados a volver a poner en peligro sus vidas.

Después de todo, mientras que los soldados del país, y en particular los reservistas, no tengan ninguna fe en el Primer Ministro, en el ministro de Defensa y en muchos de sus comandantes - que como los políticos rechazan asumir las conclusiones personales de sus fracasos -, el espíritu del ejército no podrá ser rehabilitado.

Barak, desgraciadamente, no es la persona que puede provocar un cambio moral o, como demuestra su comportamiento actual, un cambio en el concepto de contención, que más que nadie es el culpable del daño ocasionado en la moral del IDF.

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