Saturday, April 25, 2009

Los solución de dos Estados-nación - Ari Shavit - Haaretz



El conflicto israelí-palestino no es cuestión de la ocupación. En el caso de que fuera cuestión de la ocupación, surgió en 1967 y no en 1920. Si se tratase de un conflicto sobre la ocupación, habría terminado en 2000 y no hubiera continuado hasta el día de hoy. En el caso de que se tratara de la ocupación, sería fácil poner un final a dicho conflicto por medio de una completa retirada israelí y el pleno reconocimiento palestino de Israel después de la retirada. Sin embargo, la retirada no se está aplicando y el reconocimiento no se produce porque el conflicto no tiene que ver con la ocupación.

El conflicto israelí-palestino es de tres niveles: se trata de un conflicto a propósito de 1967, sobre 1947, y sobre 1917. Sin embargo, lo que subyace en todo ello es el hecho de que el movimiento nacional judío no reconoce al pueblo palestino o sus derechos a esta tierra, y que el movimiento nacional palestino no reconoce al pueblo judío y a sus derechos a esa misma tierra.

De ello se deduce que la paz no se logrará sin el reconocimiento por Israel del pueblo palestino y el Estado-nación palestino, y sin el reconocimiento palestino del pueblo judío y el Estado-nación judío. El único camino hacia la paz es por medio de un verdadero reconocimiento mutuo.

En 1993 en Oslo, en Camp David en el 2000 y en Annapolis en el 2008, Israel ha contribuido en ese largo camino hacia el necesario reconocimiento mutuo. En un primer momento se reconoció al pueblo palestino, a continuación se acordó el establecimiento de un Estado palestino y, finalmente, se aceptó la retirada casi completa y la partición de Jerusalén. Israel, por tanto ha roto un tabú tras otro y ha eliminado objeción tras objeción. Sin embargo, en ningún caso, ni en Oslo, Camp David o Anápolis, los palestinos han ido en paralelo en esos avances. Ellos no han roto ningún tabú fundamental. Hasta el día de hoy no reconocen al pueblo judío, sus derechos o a su Estado-nación.

La mejor ilustración de la negativa palestina se comprobó el año pasado. En el verano de 2008, el primer ministro de Israel Ehud Olmert hizo una propuesta de paz sin precedentes al Presidente palestino Mahmoud Abbas (Abu Mazen): Israel conservaría sólo el 6,5% de la Cisjordania (los bloques de asentamientos) y a cambio de ello los palestinos recibirían una completa compensación territorial en el área del Monte Hebrón, en el Valle de Beit She'an y en las colinas de Judea. Jerusalén se dividiría según una base demográfica, siendo confiados los lugares santos a un régimen internacional especial. Sin embargo, Abu Mazen no aceptó el fin de la ocupación que le ofrecía Olmert. Él rechazó de plano el principio de dividir el país en dos estados-nación.

La importación de esto es meridiana: una doble asimetría existe entre Israel y los palestinos. Por una parte, Israel es el ocupante y los palestinos están ocupados. Pero por la otra parte, Israel reconoce el derecho de existencia del estado del pueblo palestino, mientras que los palestinos no reconocen el derecho a la existencia del estado del pueblo judío.

Para tratar de lograr la paz es esencial hacer frente a estas dos asimetrías simultáneamente. Exigir a Israel que actúe para un establecimiento de un Estado palestino y exigir que los palestinos reconozcan al Estado judío.

Tzipi Livni captó todo el problema y propuso una solución: sustituir la fórmula vacía de una solución de dos estados por la fórmula dos Estados-nación. No, no es necesario que los palestinos reconozcan al Estado judío de antemano. Pero en la medida en que ellos no reconocen el Estado judío, no hay ninguna razón para que Israel reconozca el Estado palestino.

Una posibilidad es que las negociaciones se lleven a cabo sin condiciones previas. La segunda posibilidad es que las negociaciones sean llevadas a cabo entre las dos partes que se han comprometido en una solución de dos Estados-nación que viven el uno al lado del otro y en paz y seguridad. De una manera u otra, la tercera posibilidad es completamente inaceptable.

Se trata de la cuestión de que Israel reconozca de antemano el derecho del pueblo palestino a su libre autodeterminación, mientras que los palestinos se niegan a reconocer el derecho del pueblo judío a su libre autodeterminación. Esa es una asimetría que no conducirá a la paz, tarde temprano, sino que conducirá a un baño de sangre en una guerra total.

Benjamin Netanyahu está tratando de aplicar el meta-principio de Livni. Como era de esperar, la izquierda está tratando de ridiculizar el intento. La imaginaria comunidad de la paz está tratando de sabotearlo.

Sin embargo, en este específico tema Netanyahu está en lo cierto. Sobre esta cuestión de principio él expresa la firme opinión de la mayoría de los israelíes. Si hay una oportunidad para una paz israelí-palestino, debe ser una paz de dos Estados-nación.

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