Saturday, August 22, 2009

Para "Desde-Sefarad": La postura palestina es importante - Shlomo Avineri - Haaretz

El Prof. Shimon Shamir tiene razón ("Pregunten a Mustafa Khalil", 17 de agosto) cuando señala que: "No es nuestro problema si Egipto se define como islámico, árabe, africano o faraónico. Reconocemos a Egipto como una entidad política...". Partiendo de esta premisa, Shamir defiende que no exijamos a los palestinos que reconozcan a Israel como el Estado del pueblo judío. Sin embargo, la analogía no es válida por una serie de razones.

En primer lugar, Israel nunca ha puesto en tela de juicio la existencia de la entidad política Egipto. Por otra parte, los palestinos, a través de su rechazo del plan de partición de las Naciones se negaron a reconocer el Estado judío y se embarcaron en una guerra para destruirlo. Esta es, después de todo, la raíz del conflicto. En efecto, la narrativa palestina se basa en el rechazo de la existencia de un estado-nación judío en cualquier parte del territorio que ellos llaman Palestina.

¿Si ellos declararon la guerra contra un Estado judío, para qué firmarían un tratado de paz con ese mismo Estado, lo que les obligaría a aceptarlo? Esto no significa obligar a los palestinos a que acepten la narrativa sionista, pero les incumbe modificar su narrativa, esa que excluye la existencia de un estado judío.

Esto es exactamente lo que Israel hizo en Camp David y Oslo. En virtud de unos acuerdos internacionales vinculantes, Israel se ha comprometido a reconocer "los derechos legítimos de la nación árabe palestina". Menachem Begin fue el primero en realizar esto. Para muchos sionistas, y no sólo los que fueron educados dentro del campo ideológico del Herut, esto resultaba difícil. En contraste con lo que se piensa en los círculos de extrema derecha israelí, esto no equivale a renunciar a la narrativa sionista, se trata de una disposición a aceptar la legitimidad de una narrativa que compite con ella y se trata de buscar un compromiso.

Como Ministra de Asuntos Exteriores, Tzipi Livni, quién apoya el principio de dos Estados-nación para dos pueblos, siempre mencionó que esto supondría el reconocimiento palestino de Israel como el Estado del pueblo judío. Benjamin Netanyahu no ha sido el primero en abordar esa idea. Aún es incierto si actuó con prudencia a la hora de dar tal importancia a esa cuestión, pero lo que conmovió a muchos israelíes - y no sólo a los miembros del Likud - fue la abrupta y vulgar respuesta dada por los portavoces oficiales palestinos.

Con su feroz respuesta negativa, afirma Shamir, "los palestinos cayeron en la trampa de los que les exigen el reconocimiento de un Estado judío junto a ellos". Sin embargo, aparentemente no hubo ninguna "caída" en ninguna trampa retórica. Por el contrario, se trataba de la expresión de una profunda e interiozada verdad ideológica palestina que hasta hoy mismo se niega a reconocer la legitimidad del derecho del pueblo judío a la libre autodeterminación. Porque en lo que respecta a los palestinos, los judíos no constituyen una nación, sino más bien un grupo étnico-religioso.

Sin embargo, los palestinos deben comprender que, al igual que Golda Meir alegó que "no existía ningún pueblo palestino", esa misma respuesta se aplica a su punto de vista sobre el pueblo judío. Si ellos se definen a sí mismos como una nación, entonces son una nación.

Shamir tiene razón al afirmar que "nuestra existencia no depende de lo que ellos digan". Sin embargo, su opinión y su posición son importantes. La paz se hace entre enemigos. Los palestinos lucharon contra el Estado judío, y si verdadera y sinceramente desean forjar la paz, deben estar dispuestos a llegar a un acuerdo con el Estado judío, y hacerlo de manera explícita, sin tartamudeos.

Obviamente, esta no es una cuestión sencilla, pero tampoco lo es el plan de partición, ni la aceptación del principio de dos Estados para dos pueblos para muchos judíos y sionistas. Pero esto es lo que se necesita urgentemente.

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