Lo que va de un Estado del pueblo israelí a otro de una élite privilegiada - Israel Harel - Haaretz

(A Israel Harel, colaborador de opinión en el Haaretz, no le duelen prendas y ataca claramente al periódico como "faro" de esa élite privilegiada que quiere controlar el estado. Caroline Glick, en el JPost, y en un artículo titulado "El escándalo del espía del Haaretz", menciona con razón la gran repercusión del diario a nivel exterior y en medios de la izquierda occidental, lo cual contrasta con su mucha menor relevancia en el interior de Israel, y como según los diarios Maariv y Globes miles de israelíes cancelaron sus suscripciones del Haaretz tras este affaire de espionaje. El Haaretz ha negado este último hecho, pero como afirma Caroline Glick: "Pero realmente, eso no les importa. La audiencia que persigue el Haaretz no es la israelí, sino la global. Y para dicha audiencia exterior sigue siendo el campeón de los que buscan una confirmación en el propio Israel de sus actitudes anti-Israel").
No es sólo la prensa la que se comporta como si estuviera por encima de la ley con el pretexto de defender la libertad de expresión. En efecto, esta es la batalla de toda una clase, de una élite, la cual tiene profundas raíces en los principales centros de poder e influencia, y que está tratando por medio de la manipulación, el engaño y la desinformación de blanquear actos bordeando la traición.
Usted debe saber, Judith Miller, qué Anat Kamm solamente está bajo arresto domiciliario por unos delitos que la ley, y ciertamente la mayoría de la opinión pública israelí, contempla como bordeando la traición, si no peor aún. Y la razón es que los miembros de esa élite dentro de la fiscalía y del poder judicial están minimizando la gravedad de sus acciones para eliminar la nube de desgracia que ahora se cierne sobre toda esa élite.
Esa élite empieza a sentir que la opinión pública israelí está al borde de un levantamiento en contra de sus actuales abusos, y ya se ha movilizado en masa para preservar su estado.
Los hipócritas intimidadores de la prensa (afecta a dicha élite), esos que nunca han sido amordazados y llamados al orden (a pesar de haberse aprovechado incluso de los medios estatales para difundir sus opiniones políticas, y que, como la Radio del Ejército, proporcionan una plataforma gratuita a los miembros de Hamas), rápidamente han empezado a gritar que la libertad de prensa estaba siendo pisoteada.
Con el fin de desviar a la opinión pública del fondo de la cuestión - el robo de miles de documentos, entre los que se incluyen secretos operativos (por ejemplo, sobre la Operación Plomo Fundido en Gaza) -, ya están alimentando con falsa información a personalidades famosas de los medios del exterior sobre el peligro que correría la libertad de expresión en Israel.
¿Qué periodista que se respete no acudiría en defensa de esas páginas y de esas radios (en artículos que también se publican aquí, en Israel, para promover la guerra psicológica que está librando esta élite privilegiada contra el resto de enojados israelíes) para defender la libertad de expresión, esa que supuestamente está siendo pisoteado burdamente en Israel?
Sin embargo, ha sido la propia prensa, especialmente en los últimos días, la que más ha contribuido a socavar la libertad de prensa, lo que reduce su capacidad de influencia y de servir realmente como un guardián de la democracia.
Es la prensa, esa que con torpeza y artificialmente ha pervertido la verdad del caso del periodista llamándolo un asunto de espionaje, afirmando que la oscuridad es la luz, algo por lo que los lectores y oyentes no podían dejar de enfurecerse.
No es la libertad de prensa la que los colegas de Uri Blau (periodista del Haaretz) y Anat Kamm están defendiendo, sino la libertad de actuar al margen de la ley, instando a actuar inaceptablemente, y causando graves perjuicios al Estado de Israel.
Por desgracia, pero como era de esperar, el establishment legal, como los medios de comunicación y las entidades académicas y universitarias, se están comportando como si el estado sólo fuera cosa de ellos, por lo que también se han unido en torno a la bandera de esa élite privilegiada.
El fiscal del caso Kamm, Hadas Führer-Gafny, fue entrevistado en la Radio del Ejército, la cual se ha convertido en la propia emisora de Kamm (después de todo, ella era una soldado cuando se cometieron los crímenes que ha confesado). Führer-Gafny está de acuerdo con el presentador Micha Friedman en que Anat Kamm es "la sal de la tierra", y así expresó la molestia que le suponía tener que procesar a esta idealista. El hecho es que ella se disculpó, y que Anat sólo está bajo arresto domiciliario.
Y Dalia Dorner, quien durante su mandato en la Corte Suprema aprobó la detención de un niño ultraortodoxo de 10 años (detenido como sospechoso de lanzar una piedra a un policía) hasta el final del procedimiento, esta vez pensaba que incluso si Uri Blau tenía en su poder cientos o miles de documentos top-secret no debería ser detenido.
El director del servicio de seguridad, el Shin Bet, ha afirmado que nunca en la historia del estado un crimen había causado tal perjuicio a la seguridad nacional. Pero a pesar de tales declaraciones inequívocas, el Shin Bet y el IDF – donde no pocos de sus mandos se ven a sí mismos como formando parte de esta élite privilegiada, o aspiran a serlo - no se atrevieron a cuestionar jurídicamente la decisión del establishment legal de un mero arresto domiciliario, en compañía de su familia y de sus amigos, durante toda la investigación y el juicio.
Y esto está ocurriendo en unos momentos donde presuntos ladrones de bicicletas son detenidos y encarcelados. Pero después de todo, Anat Kamm no es una mera ladrona Kamm: el crimen que cometió fue "altruista". Y aunque los discos que estaban en su posesión "desaparecieron", ella no es peligrosa, no como el abogado Uri Messer, por ejemplo, al que se le encerró durante varios días por temor a que ocultara documentos si se le imponía solamente un arresto domiciliario.
Y no como el rabino Yitzhak Shapira, el jefe de una yeshiva del asentamiento de Yitzhar, quien, debido a las sospechas de que no informó a la policía sobre un crimen supuestamente cometido por sus alumnos, fue esposado de pies y manos, haciéndolo desfilar por la televisión, además de ponerlo posteriormente bajo arresto.
En el asunto Kamm-Blau, el personal de la parte editorial del Haaretz ha cruzado una línea roja, al igual que cualquier otra institución que apoye directa o indirectamente lo que han hecho Kamm y Blau. En lugar de ser leales al país y a la ley, han elegido ser fieles a esa clase privilegiada, a esa élite que se considera por encima de la ley y por encima cualquier deber con respecto a la seguridad de la nación.
Los medios de comunicación, quienes encabezaron el cruce de estas líneas, ahora tiñen su pabellón con el tinte de la libertad de prensa cuando la verdad es que levantaron esa bandera para apoyar un objetivo inadecuado e hicieron un uso manipulador del mismo, incluido la difusión de calumnias por todo el mundo en el sentido de que el Estado de Israel estaba socavando la libertad de expresión.
La gran mayoría de la población ya sabe y entiende que estas élites o establishments no están luchando por la libertad de expresión o con el fin de fortalecer la democracia, sino que tratan de transformar un estado que pertenece a la nación en un estado que pertenezca a esa élite privilegiada.
Labels: Caso Kamm, Haaretz, IHarel, Izquierda israelí
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