Gemelos en estado de sitio - Ari Shavit - Haaretz
Dos o tres veces a la semana la oficina del ministro de Defensa Ehud Barak recibe una llamada telefónica de la Casa Blanca. En la línea está el vicepresidente de los Estados Unidos, Joe Biden. La conversación entre Joe y Ehud es casi siempre amable, casi siempre para solucionar los problemas difíciles de forma amistosa.
Joe Biden es lo que Estados Unidos solía ser y Ehud Bark es lo que Israel solía ser. Juntos están tratando de restablecer la alianza norteamericano-israelí tal como solía ser.
Esas frecuentes llamadas telefónicas entre ellos constituyen la cuerda de salvamento de la alianza. Como el presidente Obama, en Washington, y el primer ministro Netanyahu, en Jerusalém, no pueden tolerarse mutuamente, el vicepresidente y ministro de Defensa cumplen esa función como adultos responsables. Esta es la estrategia entre los dos estados, cuyas anteriores cálidas relaciones se han convertido ahora en heladas.
La estrecha relación entre Barak y Biden es una de las principales razones por las que el primer ministro Netanyahu trata a su ministro de Defensa con gran respeto, casi con reverencia. Aquí están las otras razones. Netanyahu sabe que sin Barak su gobierno se convertiría en un gobierno de derechas cuasi repulsivo de cara al exterior que no sobreviviría mucho tiempo. Sin Barak, Netanyahu sabe que Israel se convertiría en un estado paria condenado al ostracismo por la comunidad de naciones. El primer ministro también sabe que sin Barack nadie se mantendrá a su lado cuando tome una decisión sobre Irán. Política y estrategia hacen de Barak el pilar central del gobierno de Netanyahu. Sin Barak, Netanyahu no tiene futuro.
Lo contrario también es cierto. Sin Netanyahu, Barak no tiene futuro. Barak sabe que sin la condición especial que le proporciona la asociación con Netanyahu, su partido se lo comería vivo. Barak también sabe que sin Netanyahu su condición política estaría en estado crítico. También es consciente que sin Netanyahu ningún proceso de paz pueda avanzar en un futuro próximo. Él también entiende que sin Netanyahu es difícil tomar una decisión responsable y racional con respecto a Irán. Política y estrategia hacen de Netanyahu alguien vital para Barak. En consecuencia, el ministro de Defensa siente algo en lo que respecta a este primer ministro que rara vez le sucede con los demás, una veneración respetuosa.
Durante años la gente ha estado hablando de Netanyahu y Barak como si fueran gemelos. Pero la verdad es que sólo la dependencia mutua entre los dos les ha convertido en este último año en un pareja de gemelos, algo nunca visto entre los líderes israelíes. David Ben Gurion y Moshe Sharett tenían una relación compleja, al igual que Levi Eshkol y Moshe Dayan, así como Golda Meir y Dayan. Las relaciones entre Yitzhak Rabin y Shimon Peres eran pobres, y las existentes entre Menachem Begin y Ariel Sharon eran terribles. Yitzhak Shamir, Netanyahu (durante su primera administración), Barak, Sharon y Ehud Olmert en realidad no tenían pareja. Así pues, lo que sucede actualmente entre el primer ministro y el ministro de Defensa no tiene precedentes.
Los gemelos pasan tres, cuatro o cinco horas al día en compañía el uno del otro. No hay intrigas, trucos o perfidias entre ellos, hay un ausencia de mala sangre o de politiquería. Aun cuando no estuvieran juntos, como en el incidente de la flotilla de Gaza, permanecen juntos. Esta alianza es el eje sobre el que gira hoy la política y la estrategia de Israel.
Pero los gemelos siameses no son idénticos. Aunque unidos, cada uno tiene una genética diferente. El círculo interno de Netanyahu cree que cualquier concesión es un suicidio. El círculo íntimo de Barak cree que el status quo es suicida. Así pues, cuando los gemelos se sientan solos en la habitación dos visiones opuestas del mundo les acompañan.
Pero para que la alianza de los gemelos pueda sobrevivir, uno de los dos tendrá que cambiar y ceder. Uno de ellos tendrá que volverse contra la identidad y el ADN ideológico que lo forjó.
La flotilla de Gaza y las otras crisis han hecho esta situación perfectamente meridiana. Israel está perdiendo su libertad de acción. El país está al límite. Así que los gemelos no tienen mucho tiempo. Sólo si logran tomar medidas de fondo pueden salvarse a sí mismos y a su país. Si no lo hacen pronto, incluso Biden dejará de llamar. Los dos, que están unidos en esto, se encontrarán esta vez colgados por separado, políticamente, en la plaza de la desgracia.
Joe Biden es lo que Estados Unidos solía ser y Ehud Bark es lo que Israel solía ser. Juntos están tratando de restablecer la alianza norteamericano-israelí tal como solía ser.
Esas frecuentes llamadas telefónicas entre ellos constituyen la cuerda de salvamento de la alianza. Como el presidente Obama, en Washington, y el primer ministro Netanyahu, en Jerusalém, no pueden tolerarse mutuamente, el vicepresidente y ministro de Defensa cumplen esa función como adultos responsables. Esta es la estrategia entre los dos estados, cuyas anteriores cálidas relaciones se han convertido ahora en heladas.
La estrecha relación entre Barak y Biden es una de las principales razones por las que el primer ministro Netanyahu trata a su ministro de Defensa con gran respeto, casi con reverencia. Aquí están las otras razones. Netanyahu sabe que sin Barak su gobierno se convertiría en un gobierno de derechas cuasi repulsivo de cara al exterior que no sobreviviría mucho tiempo. Sin Barak, Netanyahu sabe que Israel se convertiría en un estado paria condenado al ostracismo por la comunidad de naciones. El primer ministro también sabe que sin Barack nadie se mantendrá a su lado cuando tome una decisión sobre Irán. Política y estrategia hacen de Barak el pilar central del gobierno de Netanyahu. Sin Barak, Netanyahu no tiene futuro.
Lo contrario también es cierto. Sin Netanyahu, Barak no tiene futuro. Barak sabe que sin la condición especial que le proporciona la asociación con Netanyahu, su partido se lo comería vivo. Barak también sabe que sin Netanyahu su condición política estaría en estado crítico. También es consciente que sin Netanyahu ningún proceso de paz pueda avanzar en un futuro próximo. Él también entiende que sin Netanyahu es difícil tomar una decisión responsable y racional con respecto a Irán. Política y estrategia hacen de Netanyahu alguien vital para Barak. En consecuencia, el ministro de Defensa siente algo en lo que respecta a este primer ministro que rara vez le sucede con los demás, una veneración respetuosa.
Durante años la gente ha estado hablando de Netanyahu y Barak como si fueran gemelos. Pero la verdad es que sólo la dependencia mutua entre los dos les ha convertido en este último año en un pareja de gemelos, algo nunca visto entre los líderes israelíes. David Ben Gurion y Moshe Sharett tenían una relación compleja, al igual que Levi Eshkol y Moshe Dayan, así como Golda Meir y Dayan. Las relaciones entre Yitzhak Rabin y Shimon Peres eran pobres, y las existentes entre Menachem Begin y Ariel Sharon eran terribles. Yitzhak Shamir, Netanyahu (durante su primera administración), Barak, Sharon y Ehud Olmert en realidad no tenían pareja. Así pues, lo que sucede actualmente entre el primer ministro y el ministro de Defensa no tiene precedentes.
Los gemelos pasan tres, cuatro o cinco horas al día en compañía el uno del otro. No hay intrigas, trucos o perfidias entre ellos, hay un ausencia de mala sangre o de politiquería. Aun cuando no estuvieran juntos, como en el incidente de la flotilla de Gaza, permanecen juntos. Esta alianza es el eje sobre el que gira hoy la política y la estrategia de Israel.
Pero los gemelos siameses no son idénticos. Aunque unidos, cada uno tiene una genética diferente. El círculo interno de Netanyahu cree que cualquier concesión es un suicidio. El círculo íntimo de Barak cree que el status quo es suicida. Así pues, cuando los gemelos se sientan solos en la habitación dos visiones opuestas del mundo les acompañan.
Pero para que la alianza de los gemelos pueda sobrevivir, uno de los dos tendrá que cambiar y ceder. Uno de ellos tendrá que volverse contra la identidad y el ADN ideológico que lo forjó.
La flotilla de Gaza y las otras crisis han hecho esta situación perfectamente meridiana. Israel está perdiendo su libertad de acción. El país está al límite. Así que los gemelos no tienen mucho tiempo. Sólo si logran tomar medidas de fondo pueden salvarse a sí mismos y a su país. Si no lo hacen pronto, incluso Biden dejará de llamar. Los dos, que están unidos en esto, se encontrarán esta vez colgados por separado, políticamente, en la plaza de la desgracia.
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