Friday, October 29, 2010

Cinco golpes que redujeron el campo de la paz israelí - Moshe Arens - Haaretz



El ex presidente de EEUU Bill Clinton fue muy poco diplomático y acertó sólo parcialmente cuando afirmó hace poco que los israelíes que se mostraban más escépticos con respecto al proceso de paz eran sobre todo los inmigrantes recientes de la Unión Soviética y los procedentes del mundo árabe (los refugiados judíos expulsados de los países árabes). Es cierto que muchos inmigrantes rusos todavía no han absorbido las nociones "liberales" que actualmente prevalecen en el mundo occidental, y que tienden a mirar a los vecinos árabes de Israel con una gran dosis de "realismo" que se remonta a la experiencia soviética. Y también es cierto que muchos israelíes originales de los países árabes sienten que tienen una mejor comprensión de los árabes que la que puedan poseer los israelíes ashkenazies de orientación progresista y que pueden estar albergando ilusiones injustificadas.

Pero el escepticismo sobre el proceso de paz en Israel no se limita a ellos. Con los años, este escepticismo ha sido adoptado cada vez más por amplios segmentos de la sociedad israelí. Los resultados de las elecciones en los últimos años demuestran claramente esta tendencia: la escena política israelí se está desplazando hacia la derecha.

El proceso de paz ha sufrido cinco golpes sucesivos que han generado un creciente desencanto en muchos de esos que en un momento u otro se vieron a si mismos como formando parte del campo de la paz. La "reducción de la izquierda" en la política israelí no es casual.

En primer lugar, gran parte del entusiasmo que acompañó a los Acuerdos de Oslo se ha evaporado con el reconocimiento de que estos acuerdos, a pesar de la concesión del Premio Nobel de la Paz a Isaac Rabin, Shimon Peres y Yasser Arafat, fueron un fracaso.

En segundo lugar, la retirada unilateral de la zona de seguridad del Líbano, en un principio un movimiento muy popular, alentó a los terroristas palestinos y dio lugar a la potenciación del papel de Hezbolá en el Líbano, conduciendo finalmente a la Segunda Guerra del Líbano.

En tercer lugar, la ola de terror palestino durante la Segunda Intifada que provocó el asesinato de un millar de israelíes y que tuvo que ser sofocada por la entrada de las Fuerzas de Defensa de Israel en Judea y Samaria.

En cuarto lugar, la retirada de la Franja de Gaza, con un amplio apoyo en su momento, y que ahora es contemplada como un error trágico por muchos.

Y en quinto lugar, la Segunda Guerra del Líbano produjo, en efecto, tener en cuenta a Hezbolá en el Líbano. La aparición del presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad en nuestra frontera norte a principios de este mes, sólo ha servido como recordatorio para muchos de los riesgos que amenazan a Israel desde el norte. Y también existe el peligro de Gaza en el sur. ¿Y quién querría contemplar y asumir otro peligro similar estableciéndose en el este (la Ribera Occidental)?

Puede haber muchas razones para la desaparición del Partido Laborista, pero el motivo principal es que se ha desviado de la corriente principal de la opinión pública del país. El partido, que durante años capturó y formó parte de la corriente principal de la opinión pública, se posicionó como el partido de la paz con los Acuerdos de Oslo y nunca recuperó su posición en el centro. Con el tiempo llegó a ser casi indistinguible del Meretz, en la extrema izquierda, y son estos dos partidos todo lo que queda de la izquierda política en Israel.

Kadima explotó muy hábilmente esa situación, posicionándose ligeramente a la izquierda del centro, la tradicional posición del Partido Laborista, “canibalizándole” en las últimas elecciones.

Como el escepticismo sobre el proceso de paz crece, la contienda política más importante en estos momentos se sitúa entre el Likud y Yisrael Beiteinu, los dos principales partidos de la derecha.

El primer ministro Benjamin Netanyahu estuvo a punto de perder las últimas elecciones, pero no por Tzipi Livni (Kadima), como ella afirmó, sino a manos de Avigdor Lieberman, el líder de Yisrael Beiteinu. Fue ese partido quien redujo la ventaja del Likud durante las últimas semanas antes de las elecciones, capturando los votos del Likud principalmente en el sur del país, con su insistencia en que el ejército israelí debería haber terminado el trabajo en Gaza, mientras que Netanyahu se mantuvo en silencio sobre el tema.

Ahora que Netanyahu está promoviendo las negociaciones con el presidente palestino Mahmoud Abbas, preparando nuevamente a Israel para realizar más "concesiones dolorosas", adoptando la denominación palestina de Judea y Samaria - la Ribera Occidental -, y afirmando que él puede llegar a un acuerdo dentro de un año, se arriesga a perder más votos a favor de Lieberman.

Lieberman está lejos de ser una opción ideal para muchos votantes del Likud, pero éstos pueden llegar a sentir que si Netanyahu se desvía demasiado a la izquierda no tendrán otra opción, y ustedes pueden contar con que Lieberman aprovechará esta oportunidad.

Parece que los israelíes no sólo son cada vez más escépticos sobre el proceso de paz. La última encuesta realizada por el American Jewish Committee encontró que el 76% de los judíos de América están de acuerdo con la afirmación de que el verdadero objetivo de los árabes no es la devolución de los territorios ocupados sino la destrucción del Estado de Israel. Si esa es también la opinión del público israelí, podría explicar mucho de lo que sucede hoy en día en la escena política de Israel.

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