Saturday, November 27, 2010

La evasión de responsabilidades del Estado de Tel Aviv - Israel Harel - Haaretz



En medio del alboroto provocado por la guerra sucia sexual desatada en la lucha por el cargo de jefe de la policía, poca atención se ha dedicado a una reciente noticia que, aunque menos polémica y jugosa, fue ciertamente no menos importante: alrededor del 50% de todos los hombres entre los 18 y 40 años - es decir, los hombres obligados a cumplir el servicio militar obligatorio y a servir en la reserva - en realidad no sirven en el ejército.

El general Avi Zamir, quien dirige la Dirección de Personal del IDF, advirtió que si esta tendencia continúa, la evasión del servicio militar alcanzaría el porcentaje del 60% del total en una década. Y Tel Aviv, la ciudad en la que vivieron y estudiaron (en el Gymnasia Herzliya) los dos fundadores del IDF, Eliahu Golomb y Dov Hoz, se asemeja cada vez más a la ciudad ultra-ortodoxa de Bnei Brak en su porcentaje de evasores.

El proyecto de evasión a la hora cumplir con las obligaciones militares por parte del sector haredí es un fenómeno de sobra conocido, al igual que el descaro con que se realiza. Dicha evasión incluso les proporciona beneficios financieros. Pero actualmente se está desarrollando otro proyecto de evasión de responsabilidades, y esta vez en el sector laico y con el respaldo de sus propios "rabinos" y "líderes espirituales" laicos.

Al igual que los haredim han inventado una "racionalización religiosa” para eximirse de la obligación de defender a su pueblo y a su país, lo mismo sucede con estos “haredim laicos“, en los que se incluyen actores, directores y académicos: ellos han inventado 1.001 ideologías y estrategias para eximirse de toda responsabilidad con el colectivo israelí. Y por supuesto, estos “haredim laicos”, tras descalificar obviamente los “haredim religiosos” como "parásitos" -, también reciben sus correspondientes subvenciones y fondos del estado, aunque algunos de ellos lo descalifiquen e inclusive se opongan a su existencia.

Sólo tres residentes en Tel Aviv, informó recientemente Amos Harel en el Haaretz, sirven actualmente como comandantes de compañía, y eso sucede en la primera ciudad hebrea donde residen más de 400.000 habitantes. Sin embargo, la comunidad de Bruchin, en la Ribera Occidental y con menos de 600 habitantes, es el hogar donde habitan seis comandantes de compañía, y Eli, otra ciudad de la Ribera Occidental y con unos 2.000 habitantes, es el hogar de cinco comandantes.

Ram Cohen, el director de la high school de Tel Aviv “Ironi Aleph“, escribió no hace mucho que los jóvenes de los asentamientos "ven al ejército como una herramienta para mantener el control de Israel sobre los territorios ocupados". No resulta extraño entonces que el porcentaje de estudiantes que eligen servir en unidades de combate entre los graduados de esa escuela dirigida por este afectado reproductor de eslóganes, sea aún mucho menor que el ranking ya de por si bajo de Tel Aviv.

Y la Gymnasia Herzliya, esa institución educativa que produjo tantos combatientes y comandantes en el pasado - incluyendo el actual jefe de Estado Mayor Gabi Ashkenazi -, se arrastra con unos niveles similares a los de “Ironi Aleph“. Después de todo, su director Zeev Dagani también comparte una agenda política similar (por ejemplo, se opuso a permitir que oficiales del IDF se reunieran con los estudiantes en su escuela).

La mayoría de estos sectores evasores de responsabilidades - haredim en Bnei Brak y Jerusalém y laicos en Tel Aviv - estudiaron en unas instituciones educativas específicas: en los primeros casos en un cierto tipo de yeshivas, y en el último en un cierto tipo de escuelas laicas. Y estos son los resultados. Y aunque los adolescentes se supone que son rebeldes por definición, resulta que estos estudiantes son verdaderamente muy conformistas (a la hora de contradecir las agendas de sus establecimientos educativos). Y esto es especialmente cierto a causa de un entorno más amplio, especialmente en un lugar como Tel Aviv donde se vive en un ambiente muy determinado.

La comunidad sionista religiosa está orgullosa del alto grado de motivación de sus jóvenes. Y eso está bien. Pero también les gusta regodearse con el mal ajeno en lo que respecta a los fracasos educativos de otros sectores o comunidades. Y eso es moralmente inaceptable. Deberían estar de luto, no regodeándose.

Y eso no se debería solamente a que los hombros de la comunidad sionista religiosa no son lo suficientemente amplios para llevar la mayor parte de la carga de la seguridad de Israel, sino que nunca lo serán. Más bien, como cualquiera que se sienta responsable del futuro del país, deberían preocuparse por el hecho de que algunas de las viejas elites del país - el movimiento kibbutzim, por ejemplo - han cambiado de tono y de puntos de vista en lo que respecta a dar una máxima prioridad a la seguridad de Israel, tal como lo hacían anteriormente.

Y es que resulta que Tel Aviv ocupa la posición número 53 en el ranking de ciudades israelíes cuyos jóvenes sirven en el ejército, y que ha sido elaborado por la Dirección de Personal del IDF (!! incluso la ciudad beduina de Rahat la supera !!). Pero es que en ciudades como Maccabim-Reut y Modi'in, que difieren muy poco de Tel Aviv en términos de nivel socio-económico, la situación es totalmente diferente. Las high school de estas ciudades se encuentran en la primera posición a nivel nacional en el porcentaje de graduados que posteriormente prestan sus servicios en las unidades de combate y llegan a ser oficiales. Hod Hasharon ocupa el segundo lugar, seguido de Yavneh que ocupa la tercera posición. Así que la razón de la baja motivación de Tel Aviv no se encuentra tanto en su alto nivel de vida o en su población secular.

El alcalde de Tel Aviv, Ron Huldai, debería intervenir para saber lo que está sucediendo en las escuelas de su ciudad, y sobre todo en aquella en la que una vez fue un director bien considerado: la Gymnasia Herzliya. Estas noticias permiten explicar por qué su ciudad es apodada de manera irónica como "el Estado de Tel Aviv", en el sentido de que se aliena y evade de determinadas necesidades existenciales de Israel. Y esto no es bueno ni para la ciudad ni para el país del que forma parte.

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