Saturday, July 13, 2013

El miedo de los haredim - Dan Margalit - Israel Hayom


Las agresiones dirigidas contra los soldados ultra-ortodoxos dentro de sus propios barrios no son de extrañar. El ataque a un soldado haredi en el barrio de Mea Shearim el martes pasado fue uno de esos muchos incidentes exasperantes. Lo único sorprendente del incidente fue que el nivel de hostilidad mostrado fue en realidad menos intenso de lo inicialmente esperado. Los oficiales militares que supervisan la integración de los soldados ultra-ortodoxos en el ejército israelí en realidad esperaban que la hostilidad llegara a ser mucho peor.

En cualquier caso, estos ataques no son para tomarse a la ligera. La policía debe proteger a los soldados en sus hogares y barrios, y, de ser necesario, recurrir a la fuerza para garantizar su seguridad. También es una buena idea ayudar a los soldados asustados. Si un soldado desea cambiarse su uniforme antes de salir de su base para ir a su hogar de permiso, el ejército debería permitirle hacerlo. Pero al mismo tiempo, el ejército debería abstenerse de recomendar que los soldados ultra-ortodoxos se transformen en soldados de civil. Después de todo, hay un valor psicológico significativo, y no implica un riesgo pequeño, en llegar orgulloso hasta el hogar con el uniforme y el rango que se ejerce. Representa estar orgulloso de las acciones y decisiones que adopta cada uno.

La batalla sobre la psique de los soldados haredi es muy importante, pero es mucho más que una batalla por sus espíritus. El objetivo es ampliar esta batalla hasta el punto de establecer una nueva norma en los barrios ultra-ortodoxos. En este sentido, el proyecto de ley de igualdad de reclutamiento recientemente aprobado por el gabinete, aunque no sea igualitario y siga discriminando entre los posibles soldados, ayuda al obligar a cada joven haredi a considerar realmente de que lado de la cuestión quiere estar en los próximos años, y a que costo.

Sin absolutamente ningún tipo de justificación posible, esta violencia haredi debe interpretarse con optimismo, como una muestra de debilidad de la institución hasídica y del gueto físico y espiritual que ha creado. Tiran piedras, tratan de golpear, lanzan escupitajos y maldicen porque tienen, de hecho, miedo. Temen que los hermanos más jóvenes sigan los pasos de sus hermanos mayores y se pongan el uniforme del IDF, y luego sucesivamente serían los sobrinos y los primos los que acudirían a los centros de reclutamiento del ejército.

Bajo estas circunstancias, sería muy imprudente que se abriera la opción legal de la evasión. Esto es precisamente lo que ha propuesto recientemente la diputada laborista Merav Michaeli, buscando otorgar a los haredim la exención del servicio por motivos religiosos. Esta propuesta se ajusta a la perfección a la indiferencia que expresa la extrema izquierda israelí hacia la difícil situación en que se encuentra todo el país con respecto al tema de la igualdad en la distribución de la carga, levantando la sospecha de que a la izquierda simplemente no le importa nada si las filas del ejército de Israel se deshacen [N.P.: ¿pensando sobre todo en los árabes, los nuevos mejores amigos de la izquierda, o en atacar a uno de los pilares centrales de Israel?].

Pero incluso si yo estuviera de acuerdo con los argumentos de Michaeli, su propuesta no debería llegar a plasmarse en ley en cualquier momento de un futuro próximo. La creación de un canal legítimo para la evasión contradice la actual necesidad económica, social y de seguridad de animar a los jóvenes haredim a servir en el ejército israelí, y por lo tanto, a integrarse en la sociedad israelí, no sólo en beneficio del Estado, sino también para beneficio de toda la comunidad haredí.

Un soldado que se enfrenta valientemente a la hostilidad más próxima e insiste en usar el uniforme en la calle haredi, actúa como un respetado modelo a seguir para los niños del barrio (y, en secreto, también para los que arrojan piedras) y cumple el noble papel del mensajero que puede cambiar la cara de la sociedad.

¿Qué la mayoría de la comunidad rabínica-haredi de Mea Shearim condena la visión del uniforme de ese valiente soldado haredi como una provocación? Si es así, debemos acuñar una nueva frase: una bienvenida provocación.

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