Monday, August 26, 2013

Solidaridad feminista pro Hijab - Bruce Bawer - FrontPage



Europa está inundada de dimmitud, pero Suecia es un caso en sí mismo. Hay algo desesperado y enloquecedor en los niveles de dimmitud que se exhiben en la tierra de Ikea. En ningún otro país europeo, por otra parte, hay tanto silencio en los medios.

Como escribí en un anterior artículo, Suecia tiene el mayor porcentaje de violaciones del mundo occidental. Y este problema es cada vez peor. Dada la afición del establishment progresista sueco por la retórica formal acerca de los derechos de las mujeres, se podría pensar que esta crisis de violaciones sería un tema de profunda preocupación en los medios de comunicación del país. Pero no, se trata de un "no tema". Es innombrable. Y por una razón: porque todo el mundo entiende que la cada vez mayor incidencia de las violaciones está directamente relacionada con el número cada vez mayor de inmigrantes, en especial musulmanes, en Suecia. Y en Suecia, no se puede hablar críticamente sobre el Islam. Usted simplemente no puede, no en público de ninguna manera. Cuando el sujeto es el Islam, nada es permitido salvo los habituales mantras multiculturales sin sentido.

Soy muy consciente de todo esto. Aún así, me causó una gran sorpresa una de las grandes noticias de Suecia de esta semana.

Todo comenzó cuando una mujer musulmana embarazada (un informe habla de 20 años de edad, y otro la identifica como una madre con tres hijos) afirmó que la habían atacado la noche del viernes. Estaba sola en una zona de estacionamiento en un suburbio de Estocolmo, Farsta, y fue entonces cuando relató que un hombre se le acercó, la arrancó su hijab, y golpeó su cabeza contra un auto allí estacionado, dejándola casi inconsciente. También le gritó algo en el sentido de que personas como ella "no pertenecían aquí".

Ahora bien, si esto realmente sucedió, es repugnante. Pero no hay evidencia de que sucediera,  no hay testigos, no hay vídeos de vigilancia y se ha sugerido (aunque no, por supuesto, en los medios de comunicación suecos) que la historia de la mujer podría ser totalmente falsa. En cualquier caso, se trata de una historia de "hombre muerde a perro", si alguna vez hubo uno: Suecia está bastante más llena de hombres musulmanes que violan a mujeres infieles no veladas, que de hombres infieles que arrebaten los pañuelos a las mujeres musulmanas.

Sin embargo, cuando el relato de esta mujer salió al público, el síndrome de trastorno de Suecia tomó un impulso a lo grande. El domingo, el Aftonbladet publicó un artículo de opinión firmado por cinco personas: Bilan Osman, identificado como un "autor anti-racista"; Fatima Doubakil del  Comité de Derechos Humanos los musulmanes; Foujan Rouzbeh, un "activista de los derechos de asilo"; Nabila Abdul Fattah, una "comentarista" y Nachla Libre, un "poeta".

Los cinco autores afirmaron que "la mujer de Farsta no ha sido la única que ha sido atacada de esta manera". Muchas mujeres musulmanas, sostienen, han sido objeto de malos tratos similares por parte de "hombres suecos blancos... en los autobuses, en las tiendas y en los restaurantes". Los autores pintan una imagen de un país lleno de gente blanca que "acosa, degrada, intimida y abusa de otros en lugares públicos debido a su vestimenta religiosa" y sostuvieron que esos delitos se han convertido en cada vez más comunes debido - y, sí, en realidad escribieron lo siguiente - a que "el Islam y los musulmanes son descritos por los medios de comunicación y los partidos políticos suecos como un problema y una amenaza a la democracia sueca".

Y sí, el Islam es una amenaza para la democracia sueca, pero no, los medios de comunicación suecos casi nunca se atreven a admitir o afirmar este hecho, o cualquier cosa que pueda hacer alusión a ello. Y el único partido político sueco que se ocupa de esta cuestión es el Partido Demócrata Sueco, cuyos miembros no solamente son condenados de forma rutinaria en los medios de comunicación, trabajando en las más difíciles condiciones, sino que además han sido objeto en varias ocasiones de hostigamiento, degradación e intimidación por el propio gobierno sueco.

Los autores del artículos demandaron - y esa es la palabra que usaron, "demandan" - que la ministra de Justicia, Beatrice Ask, "nombre una comisión para investigar, censar y generar unos planes de acción específicos para combatir los delitos de odio generalizado contra los musulmanes" . Además "hacemos un llamamiento al Gobierno para que detenga esta marcha hacia el fascismo" (que tal como identifican, al parecer, consiste en que un hombre solitario en un estacionamiento presuntamente arrebate el pañuelo a una mujer musulmana). Y proclamaron lo que denominaron una "hijabupprop", es decir,  una acción pro hijab. "Animamos a todos nuestras hermanas en Suecia - religiosas y no religiosas - a cubrirse a sí mismas con un pañuelo la mañana del 19 de agosto para así mostrar su solidaridad con todas las mujeres musulmanas que, con demasiada frecuencia, sufren el acoso y la violencia".

Los cinco autores tuitearon su llamamiento a la acción en Twitter. El tweet fue tuiteado más de 65.000 veces. La idea era brillante, y proporcionó a todos los suecos políticamente correctos una excelente oportunidad para hacerse notar. Y resultó ser un éxito magnífico. En "solidaridad" con la supuesta víctima, un sinnúmero de mujeres suecas - incluyendo un buen número de conocidas actrices, escritoras, periodistas, artistas y políticas - llevaron pañuelos sobre sus cabezas ese lunes. Y tomaron fotos de ellas mismas haciéndolo, inundando Twitter, Facebook e Instagram con sus fotos.

Una de las mujeres que con orgullo se puso el pañuelo tradicional musulmán fue Gudrun Schyman, de Iniciativa Feminista, un grupo líder de los derechos de las mujeres. Otra fue la política socialdemócrata Verónica Palm, quien anunció en Facebook que apoyaba la acción pro hijab "porque nadie debe sentirse amenazado o acosado por la forma en que elija vestir". La  Organización Humanista de Suecia emitió una declaración en apoyo de la campaña, declarando que todos los hombres y las mujeres tienen derecho a vestirse como deseen.

La ministra de Justicia Beatrice Ask, por su parte, invitó a los organizadores de la campaña pro hijab a reunirse con ella el martes. "Me encantaría escuchar lo que tienen que decir", dijo a los medios de comunicación, "porque creo que tienen más que decir que lo que escriben en un artículo de opinión". Subrayó que este incidente del hijab "debe ser tomado muy en serio", al igual que opinaban los organizadores de la campaña. En cuanto a los organizadores, al tiempo que acordaban reunirse con la ministra Ask, no ocultaron el hecho de que su mayor dolor es que hubiera rechazado una entrevista televisiva conjunta con ellos. "Nos reuniremos de ella, por supuesto, pero no vamos a estar satisfechos solamente con eso", se quejó uno de ellos. "Queremos pasar a la acción".

Los medios de comunicación suecos, conocidos por el decoroso silencio que han mantenido durante mucho tiempo sobre la crisis de violaciones en el país, recogieron ampliamente esta historia. Los periódicos estaban inundados de historias acerca de la campaña pro hijab y llenos de fotografías de famosas mujeres suecas con velos musulmanes. Los activistas pro hijab fueron entrevistados en varias ocasiones en la televisión y la radio. Uno de ellos, Nabila Abdul Fattah, admitió que su objetivo era "normalizar el hijab".

Hubo muy pocas voces disidentes - al menos no en la plaza pública -. La feminista musulmana Hanna Gadban se mostró furiosa por esta campaña, y trató de hacer recordar a todos que el hiyab es un símbolo de la opresión patriarcal. Pero era una voz que clamaba en el desierto. Al igual que una botella de Dom Perignon para un alcohólico, la acción pro hijab era demasiado irresistible para la mentalidad oficial políticamente correcta sueca.

Sentado frente a mi ordenador y mirando todas esas fotos de mujeres suecas con pañuelos musulmanes, meditaba, más desconcertado que nunca, la eterna pregunta: ¿qué parte del carácter y de la mentalidad sueca hace posible semejantes tonterías? Las miles de fotos de estúpidas e infieles mujeres suecas (la mayoría laicas), satisfechas de sí mismas por llevar unos velos que simbolizan la subordinación femenina, resultaban ridículas, dignas de burla. Pero también daban miedo. Ver como a la gente la lavan el cerebro siempre da miedo.

"¿Qué pasa con esta gente?", me dije en voz alta mientras estudiaba minuciosamente estas vanidosas y autosatisfechas chifladas. "Sea lo que sea", me dijo mi compañero, "debe provenir del DSM (Diagnóstico de trastornos mentales").

A pesar de que todas estas tonterías siguen en marcha, Suecia, que se sitúa en el segundo puesto estadístico de mayor número de violaciones del mundo - gracias en gran medida a una población inmigrante musulmana que vive dentro de sus fronteras y que no tiene respeto ni piedad alguna por las mujeres infieles no veladas - avanza inexorablemente el título de 1º país del mundo en violaciones femeninas. Y no hay ninguna señal en absoluto de que nadie haga nada sobre esto.

Labels: , ,

0 Comments:

Post a Comment

<< Home