Wednesday, May 28, 2014

Buen análisis: La misión de Kerry en el Oriente Medio: ¿Y ahora qué? - Aaron David Miller - LA Times


Martin Indyk, el segundo de Kerry, como "honesto mediador"

¿Qué ha sido exactamente del esfuerzo bien intencionado del secretario de Estado John F. Kerry para llegar a un acuerdo entre israelíes y palestinos tras fracasar?

En una autopsia fascinante, funcionarios estadounidenses no identificados que participaron en las negociaciones le dijeron al periodista israelí Nahum Barnea lo siguiente: "Hay un montón de razones para el fracaso de los esfuerzos de paz, pero la gente en Israel no deberían ignorar la amarga verdad, el sabotaje principal provino de los asentamientos".

Si usted se cree eso, tengo un puente sobre el revoltoso río Jordán para venderle.

El proceso de paz de Kerry no falló en primer lugar a causa de los asentamientos. Ha sido una cuestión vital desde un principio.

Nadie pone en duda el impacto destructivo de la continuación de las actividades de asentamiento. Se prejuzga y predetermina el resultado de las negociaciones, se humilla a los palestinos y se les envía señales inequívocas de que Israel tiene otras agendas a seguir. Y si estamos hablando sobre el fracaso de los esfuerzos de Kerry para asegurarse una extensión (relativamente sin sentido) de dichas conversaciones, entonces no dudo de esa explicación.

Pero seamos claros: el proceso de paz de Kerry no falló sobre todo a causa de los asentamientos. Ha sido una cuestión de soporte vital desde el principio, y he aquí por qué.

El problema del mínimo y el máximo: En pocas palabras, el máximo que el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu está dispuesto a conceder en lo referente a las cuestiones fundamentales que impulsan el conflicto israelí-palestino, no puede alinearse, y mucho menos reconciliarse, con el mínimo que el presidente de la Autoridad Palestina Mahmoud Abbas está dispuesto a aceptar. ¿Quieres saber por qué todos los esfuerzos en la última década han fallado? Pues precisamente por eso.

Las brechas en lo referente a Jerusalén, las fronteras, la seguridad, los refugiados y el reconocimiento de Israel como Estado judío son simplemente demasiado grandes para salvarlas. No son susceptibles de ser resueltas de manera gradual y no es viable por lo tanto un paquete de soluciones de compromiso que ambas partes puedan aceptar. Podemos racionalizarlo o bien dedicarnos a culpar a una parte u otra. El precio a pagar para el arreglo de un conflicto interminable es simplemente demasiado alto de soportar para cada parte.

Cortejando a Bibi: La idea de que Netanyahu pueda estar dispuesto a pagar ese precio y/o que podría ser persuadido para hacerlo, fue un malentendido fundamental del hombre y de su época. Ahora mismo, Bibi, el primer ministro más longevo en la historia de Israel nunca se imaginó a sí mismo como la partera o el padre de un Estado palestino. Eso no es lo que es, ni lo que se puede esperar de él. Ideología, familia, política y su temor a los árabes, todo ello le llevan en una dirección diferente.

Su imagen fundamental de sí mismo es la del líder israelí que ha de guiar a Israel fuera de la sombra de la bomba nuclear iraní y guiarlo a través de los desafíos de un mundo árabe peligrosamente roto, enojado y disfuncional. Y eso se refleja en el estado de ánimo de una opinión pública israelí que no ve casi ninguna razón, o no siente la urgencia de tener que lidiar con ese problema - independientemente de las amenazas estadounidenses de ruina y de penumbra, de violencia, de una tercera Intifada, de un Estado de apartheid o de peligros demográficos -. Gobernar se trata de elegir. Y por ahora, Netanyahu ha hecho su elección.

Contando con Abbas: Los palestinos eran la parte más débil en las negociaciones, y la idea de que se podía contar con que hicieran concesiones que los llevarían más allá de su consenso establecido – las fronteras de 1967, una capital en Jerusalén Este, algo parecido a la soberanía sobre el tema de la seguridad y una resolución al problema de los refugiados que no obligue a una capitulación al por mayor - fue otra suposición ilusoria. Bajo Yasser Arafat, un líder con más familiaridad con la cultura palestina y con mayor legitimidad que Abbas, los palestinos no estaban dispuestos a apartarse de dicho consenso. ¿Por qué Abbas - un líder mucho más débil - estaría preparado para hacerlo, o bien aceptaría las demandas de que reconozcan a Israel como un Estado judío?

Kerry no hizo más que cualquier otro negociador fracasado anterior. Si los israelíes y los palestinos, o cualquier otro grupo del Oriente Medio, quieren la paz, tienen que dejar de hacer la guerra. No incumbe a los extranjeros gestionar su paz, depende de ellos.

La cuestión no es lo que Abbas estuviera preparado para decirles en privado a Kerry o Netanyahu. Se trata de lo que él estuviera dispuesto a decir en público, y lo que habría que pagar para decirlo. Abbas está presidiendo una economía débil y un movimiento nacional palestino dividido que se ve como un arca de Noé, en el que hay dos de todo (sistemas de gobierno, servicios de seguridad, constituciones e incluso visiones de Palestina). Él tiene muy poco apoyo de los Estados árabes. La idea de que él podría realizar grandes prestaciones era una fantasía.

De hecho, los negociadores estadounidenses, incluido yo mismo, hemos estado subestimando durante años lo que los palestinos necesitan en las negociaciones. Abbas siempre ha tenido un plan B: ir a la ONU, negociar la unidad con Hamas, jugar con la posible disolución de la Autoridad Palestina. Él está mucho más cómodo en ese ambiente, y Netanyahu está mucho más cómodo siendo un primer ministro que privilegia la seguridad en lugar de un primer ministro de la paz. Abbas no siente ninguna urgencia en negociar una paz que no cumple con sus necesidades.

La última oportunidad de Kerry: Nadie puede argumentar que Kerry no haya hecho lo correcto tratando de comprobar lo que podía hacer sobre el problema palestino-israelí. Pero nadie debería sorprenderse de que no pudiera tener éxito. El esfuerzo de Kerry fue demasiado construido en torno a lo que él vio “como su momento y su evaluación de que había llegado ese momento”, cuando en realidad no lo era. Ninguna de las partes vio mucha urgencia en el esfuerzo de Kerry, y el presidente Obama no estaba preparado para respaldar un enfoque en el que Kerry hubiera presionado directamente o indirectamente a Israel para llevar adelante un plan estadounidense.

Probablemente no fue una gran idea por parte de Kerry describir su esfuerzo como la última oportunidad o enmarcar las consecuencias de lo que podría suceder si no se lograba urgentemente una solución de dos estados (en gran parte dirigidas contra Israel). Las partes no pueden tener miedo a un acuerdo. Y si esta es la última oportunidad, entonces la pregunta que se cierne es obvia: ¿Por qué Kerry y el presidente Obama no lo han convertido en su preocupación más urgente e importante, y han hecho todo lo posible, incluyendo una intensa presión sobre las partes, para llegar a un acuerdo?

Tarde o temprano, algún tipo de proceso de paz se reanudará. Al igual que el rock 'n' roll, el proceso de paz nunca morirá. La cuestión es si tendrá éxito. En cuanto a los EEUU, permanecen atrapados en un proceso de paz a la deriva entre una solución de dos estados que Washington no puede abandonar y que no puede implementar. Pero la próxima vez, vamos por lo menos a ser honestos acerca de por qué no podemos lograrlo. Ni Israel ni los palestinos - ni Obama - está dispuesto, o son capaces en estos momentos, de pagar el precio de lo que costaría.

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