Saturday, October 28, 2006

Galeria DIMA II - Litografias Alain Kleinmann
















Transmisión

















El año proximo en Jerusalem

















Escriba (Sofer)

















El Rouv

















El rav Solovetchik

















La persistencia del abuelo Pinhas
















La memoria de los libros










Los recuerdos de Schlomo Y.

















La salida del Shtetl













El libro quemado

















Tehilim I














Tehilim II













Tehilim III





Galeria DIMA I - Los tesoros del palacio - Jean Claude Chetrite

La Galeria Dima, situada en el corazón del barrio judío de París, quiere testimoniar la vivacidad de la vida artística de expresión judía. Expresión de un pueblo dispersado, impregnado de las culturas del mundo, el Arte judío es un
paradoja: religión de la no-representación, el judaísmo ha buscado siempre a través de las épocas una expresión artística, un mensaje de vocación universal.
Esta emoción estética, se encuentra en primer lugare en la artesanía y en lo que se ha denominado Judaica ...

De Qûmran à Jaipur…
exposition du 19 octobre au 12 novembre 2006
















El guardian del templo













El hijo de Esther


















Una tarde ...

















Luces de palacio

Friday, October 27, 2006

La Guerra de los Judíos - Emanuele Ottolenghi


















(Acceder a algunos contenidos del libro)

(El Dr. Ottolenghi es el nuevo director de la rama europea, radicada en Bruselas, del American Jewish Committee's, el Trasatlantic Institute, dedicado a la investigación sobre el antisemitismo y las relaciones entre Estados Unidos, la Unión Europea e Israel.
Este intelectual ha desarrollado estudios en Israel y Oxford, siendo profesor de la Universidad Hebrea y un eminente articulista sobre todo en medios periodísticos italianos y anglosajones, como the
Guardian, the Jerusalem Post, the National Review Online and Commentary Magazine. Algunos de sus más importantes artículos, como el dedicado a "los buenos judíos de Europa" en el Commentary, aparecen en estos vínculos).

En la guerra dialéctica contra Israel, una serie de acusaciones son expuestas con frecuencia: los judíos cierran filas para defender al estado judío, aun cuando la conducta de Israel sea indefendible. Con esa actitud, ponen su lealtad comunitaria por encima de los valores universales. Para justificar esta postura política inexcusable, hacen callar a sus críticos a través de sus poderosos lobbys y organizaciones comunitarias con gran influencia financiera y política.

Esta visión es la de una teoría conspirativa bastante antigua, y su última versión fue lanzada por John Mearsheimer y Stephen Walt, quienes cómodamente eligieron una revista tradicionalmente antisionista, London Review Books, para su cruzada contra lo que ellos llaman “el Lobby.” Un mes después de que Walt y Mearsheimer tomarán las páginas del LRB, afirmando que nadie en los Estados Unidos lo publicaría, el The Independient londinense dedicó al tema su portada con un artículo del periodista antiIsraelí Robert Fisk. La portada presentaba una bandera estadounidense con unas estrellas de David en lugar de las estrellas habituales; recordando a sitios web neonazis y supremacistas, en los cuales las estrellas y las barras y la bandera del Reino Unido son rutinariamente yuxtapuestas con símbolos judíos.

Fisk, Mearsheimer, y Walt insinúan que es peligroso hablar claro contra “el Lobby.” Aún así, las referencias siniestras sobre "el Lobby" son ubicuas en las publicaciones occidentales. La BBC hasta le dedicó un programa de radio. Mientras, nadie perdió su trabajo; a nadie se le negó un visado a los Estados Unidos; nadie fue encarcelado por escribir ese tipo de artículos. La única respuesta que afrontaron fue un torrente de correspondencia en dichas publicaciones y varios artículos respondiendo, a veces con alabanza y a veces con condena.

Con todo, en esta denuncia de los judíos por unirse y defender a Israel pase lo que pase, aunque pueda parecer sorprendente, los críticos más vociferantes suelen ser judíos. Los artículos antiIsrael más sesgados están escritos por judíos. Los agitadores más extremistas contra Israel son judíos. En resumen, mientras que aquellos que evocan el "coco" del Lobby judío y de la conspiración judía acusan a los judíos de ser tribales y comunitaristas en su defensa "sin sentido crítico" de Israel, no escasean los judíos que adoptan las opiniones más negativas sobre Israel y sus defensores.

Una rica literatura ha prosperado en los seis años de intifada palestina: libros con títulos como "El Paria de los Profetas", "Luchando contra Sion", y el "Otro Israel" abundan, ofreciendo una colección de voces judías listas “para romper filas” y denunciar a Israel. Todos ellos tienen mucho en común: denuncian a Israel como símbolo del mal; acusan a Israel y al Sionismo de haber suplantado la voz auténtica del Judaísmo; adoptan una narrativa vital, donde los mismos autores se presentan como víctimas de unas organizaciones judías que tratan de hacerlos callar; y, en la descripción de Israel y de sus políticas, con frecuencia utilizan vocabulario, imágenes, y estereotipos que están peligrosamente cercanos del viejo repertorio del antisemitismo clásico.

El lenguaje mismo del antisemitismo actual esta profundamente endeudado con estas voces judías, a las que de hecho necesita para argumentar sus razones. Su impaciencia en denunciar a Israel en los términos más virulentos y pedir su destrucción ofrece una coartada poderosa a los antisemitas. Los antisemitas confían en esos judíos para confirmar sus prejuicios: ¿Si esos judíos utilizan ese lenguaje y abogan por tales políticas, cómo puede alguien ser acusado de antisemitismo al utilizar los mismos argumentos?.

En cuanto a esos judíos antiIsrael y ‘antijudíos’, su retórica esta recubierta de una autoimagen de heroísmo. Ellos se presentan como disidentes. Pretenden ser los “judíos críticos” que reclaman la tradición auténtica de los Profetas de Israel: su papel como críticos del poder estatal y como voces discrepantes de la sociedad, les hace los intérpretes auténticos de la moralidad judía, dentro de unas comunidades judías que han perdido, por su apoyo a Israel, su brújula moral.

El fenómeno del "autoodio" en los judíos no es nuevo. Tampoco lo es la virulencia de la retórica antisionista judía, antes y después del establecimiento de Israel. Pero el nexo cercano entre los enemigos judíos de Israel y el antisemitismo es un sujeto que no ha sido explorado demasiado.

A pesar de todo el clamor de que los Lobbys judíos hacen callar a los críticos de Israel, y de las dificultades que afrontan estos verdaderos héroes judíos que rompen “las filas” para “decir la verdad,” la mayoría de los detractores judíos de Israel son figuras muy bien establecidas — del profesor de la MIT Noam Chomsky al historiador de la Universidad de Nueva York Tony Judt, del profesor de Oxford Avi Shlaim al reportero estrella de NYT Seymour Hersh, del erudito talmúdico de la Universidad de Stanford Daniel Boyarin a otros muchos radicales israelíes. Estos comentaristas tienden a tener un acceso fácil a las empresas editoras y a las secciones de opinión de periódicos y revistas prestigiosas e influyentes. En el paisaje literario de las secciones de opinión y de los trabajos académicos, es la voz favorable a Israel la que lucha constantemente por ser oída.

Paul Bogdanor y Edward Alexander, son los redactores de un nuevo libro "Judíos divididos sobre Israel: Acusadores y Defensores" Este libro deber ser leído sí alguien desea entender no sólo por qué tantos intelectuales judíos dan la espalda a Israel, sino también los mecanismos por los cuales sus trabajos académicos y periodísticos, generalmente superficiales y de no demasiada calidad, cosechan tantas alabanzas.

Como con otras compilaciones, es difícil ofrecer una visión completa de este volumen, que incluye análisis de los trabajos de intelectuales judíos antiIsrael como Noam Chomsky, Tanya Reinhart, George Steiner, Israel Shahak, y otros. Pero dos temas o ideas principales resaltan y merecen un escrutinio. La primera es la reclamación, realizada por tantos intelectuales judíos, de ser la expresión auténtica de la tradición profética del Judaísmo en su cruzada contra Israel y el Sionismo. Y la segunda, el papel crucial de sus juegos retóricos en la incitación del antisemitismo.

Hay una apelación a la idea del "antinomismo" judío como una encarnación quintaesencial de la característica principal del ser judío. Así, los judíos que se elevan como acusadores de Israel, lo hacen para así salvar al Judaísmo de Israel y del Sionismo. Es por ello que suele suceder que su cruzada contra Israel incida menos en la justicia con los palestinos que en como aceptar la propia identidad judía torturada. Así, Jerome Segal — a quien Jacob Neusner desarbola — confiesa, su “compromiso con el conflicto israelí-palestino estriba en un punto esencialmente conceptual: la identidad judía y la historia judía se han hecho rehenes de este conflicto. Quienes somos y lo que somos será determinado por este conflicto y nuestra relación con él.” En otras palabras, él no está implicado en salvar a los palestinos y restaurar la justicia y la dignidad de esa gente oprimida. Él está implicado porque teme que su propia autoimagen como judío será deslucida y enfangada, a menos que él pueda influir en el resultado del conflicto de forma moral. Como Edward Alexander escribe en su ensayo sobre los radicales judíos de Berkeley, “los judíos que sé (auto)adjudican la responsabilidad de la agresión antijudía por ese ‘mal comportamiento judío’ no sólo se salvan de la tarea desagradable, y a menudo peligrosa, de una defensa de los judíos sino que también retienen los encantos de la buena conciencia.”

Aún así, los profetas bíblicos a quien estos críticos apelan eran todo menos unos abogados de un Israel postnacional o de una política piadosa y de derechos humanos vis-à-vis con los vecinos de Israel. Tampoco eran exactamente pacifistas. Tomen citas de Gideon, Elijah, Elisha, Jeremiah, … como ejemplos.¿E Isaiah, tan citado a menudo? Si este es el profeta a cuya tradición los intelectuales judíos anti-israelíes se acogen, deben ignorar el destino que este profeta augura a Babilonia, entonces la capital “multicultural” del Oriente (Isaiah 13:13-16).

Referirse a la sabiduría profética de Isaiah en nombre de una visión pacifista, postnacionalista, y no violenta del Judaísmo esta claramente fuera de lugar. Ezekiel, por su parte, utiliza siete capítulos de su profecía (25-32) para prometer una venganza terrible a las naciones que dañen a Israel. Y su idea de la venganza no esta limitada por las resoluciones de la ONU, manifiestos y cartas de protesta. Entre ciudades arrasadas y muertes violentas, uno lucha por encontrar un verso que aspire a la paz entre las naciones.

Aquellos que invocan a los profetas de Israel como una fuente de inspiración para atacar a Israel y a sus políticas, por lo general demuestran sólo una cosa: que ellos no tienen ni idea del contenido de los libros de esos profetas. Esto no debería represenar ninguna sorpresa y "Judíos divididos" expone este fenómeno bastante bien en muchos de sus ensayos: los intelectuales judíos antiIsrael son con frecuencia seculares y alienados de la tradición judía. El foco de su ira no es Israel, sino una identidad judía que ya no habita en sus corazones.

Incluso cuando su distancia de los valores judíos demuestra que ellos no son los herederos legítimos de los profetas judíos, su papel en la cobertura que proveen al antisemitismo no puede ser subestimada. Los únicos judíos que pueden tolerar en su medio son los judíos que han abandonado todos los vestigios del Judaísmo y no muestran ninguno rastro de identificación con el pueblo judío. La promoción de un abandono del Judaísmo siempre fue muy acusada en el orden del día de esos judíos del ‘autoodio’: de la conversión a la asimilación, ninguna versión del sentimiento antijudío abandonó alguna vez a esos judíos que optaron por definir su propia identidad en sus propios términos. Si quisieron sobrevivir, tuvieron que aceptar lo que el mundo exterior quiso que ellos fueran. Y justo cuando nuestra edad celebra la diversidad cultural y la libertad religiosa, a los judíos se les prohibe definirse en términos nacionales. Así, ciertos intelectuales judíos abrazan el antisionismo a fin de ser aceptados en sus círculos liberales y progresistas, donde el odio hacía Israel es más desenfrenado.

Y esto es muy conveniente para los antisemitas. No es ninguna coincidencia que la acusación de que Israel “nació en pecado” — debido a su responsabilidad en el nacimiento del problema de los refugiados palestinos — haya ganado recientemente mucho aceptación en los medios occidentales. Durante décadas, la propaganda palestina propago esa acusación, con poco éxito. Pero una vez que el historiador israelí Benny Morris llegó y acuñó la expresión de “nacido en pecado”, la acusación ganó en credibilidad: Morris, después de todo, era un judío israelí con todo un aparato académico y de notas a pie de página. En "Judíos divididos", Efraim Karsh expone el farrago de deformaciónes y fabricaciones del trabajo de Morris incluso después de que Morris se pusiera del lado de Israel después de octubre de 2000. Para comprobarlo, leer su famosa entrevista al Haaretz).

El mecanismo por el cual una acusación antisemítica se hace respetable una vez que un judío la respalda no esta limitado a los nuevos historiadores de Israel. Norman Finkelstein proporciona una cobertura general a los negacionistas del Holocausto, como también lo hace Noam Chomsky. Israel Shahak consiguió que la comparación entre Israel y el nazismo se hiciera “respetable” — a la vez que una descripción del Judaísmo según los canones medievales del libelo de sangre. Y George Steiner popularizó la visión del judío ideal como la del judío errante — perennemente en el exilio, constituyendo, según su opinión, a única condición aceptable para ser un auténticamente judío. Todos estos estereotipos son parte del arsenal antisemítico de hoy. Y todos ellos han encontrado el apoyo de algún judío. ¿Es por ello tan maravilloso que estos judíos sean tan populares en tantos círculos occidentales?.

Esto no quiere decir que el antisemitismo no existiría sin esos judíos del ‘autoodio’, pero que duda cabe que ellos contribuyen a su reforzamiento. Y actuando así, ganan en aceptación y en reconocimiento en los círculos a los cuales quieren pertenecer. Su adhesión al dogma político liberal/progresista izquierdista es una pequeña cuota, considerando su eficaz distanciamiento de la vida judía, de los valores judíos, y de las comunidades judías.Pero también prueba que son todo menos esos disidentes antinomistas que pretenden ser. De hecho, ellos son la expresión de un instinto gregario y prueba viva de que nadie es inmune al prejuicio antijudío, ni siquiera los propios judíos.

"Judíos divididos" expone este fenómeno y a sus promotores. En un momento en la historia en el que Israel lucha otra vez por su supervivencia, siendo vilipendiado como el violento y el agresor, muchos intelectuales judíos han buscado otra vez el espacio público para declarar que lo que Israel hace no puede reivindicarlo y defenderlo “en su nombre.” Puede que este libro no proporcione una cura para esta enfermedad, pero seguramente ofrecerá las claves para el reconocimiento de sus síntomas y para el desarrollo de un antídoto eficaz.

Thursday, October 26, 2006

Schmuel Hirszenberg (Lodz, 1865 - Jerusalem, 1908)

s








Exilio (Galut)











Cementerio judío


















Rabino








Bandera negra (el entierro del tzadik)











El sabbatt en un hogar ruso


Wednesday, October 25, 2006

Una música fúnebre - Georges Bensoussan

A los jóvenes de hoy, el conflicto del Oriente Próximo les parece eterno. Tienen la visión de que antes de 1967 (dentro de poco 40 años...), la paz reinaba en la región hasta que la guerra de los Seis Días (junio de 1967) llegó y terminó con ella, destruyendo, de paso, al estado palestino que, imaginan, existía en Cisjordania y Gaza. Esa ignorancia alimenta una opinión que ha convertido este conflicto en el corazón del mundo, a imitación de las profecías apocalípticas que, antaño, situaban en Jerusalem la redención de la humanidad. Para ellos, será difícil oír la 'pequeña música fúnebre' que asciende, a pasos tenues, desde hace años y parece redoblar su vigor este verano. Esa música nos dice que el 'Estado creado en 1948' esta en el origen de 'todos los problemas de la región'.

Incluso de más allá. Otros hablan incluso de una 'anomalía histórica' llamada a desaparecer. En Francia, por ejemplo, en las esferas dirigentes del Estado: Dominique de Villepin, actualmente primer ministro y entonces secretario general del Eliseo, se preguntaba, en 2001, sí, a través del curso de la historia, Israel no sería mas que una peripecia; o en el Quai d'Orsay (ministerio de Asuntos Exteriores), donde no hace demasiado un embajador de Francia calificaba a Israel como un 'pequeño estado de mierda'.

Etapa por etapa, la pequeña música fúnebre deslegitima a Israel (estado 'excesivo' y problemático).
Ella nos dice que Israel fue fundado en 1948 (ex nihilo?), 'consecuencia' de la Shoah, compensación ofrecida a los judíos por Europa, a espaldas de los árabes. Olvidando que las estructuras del estado de Israel estaban en funcionamiento antes de 1940, desde el sistema de salud (1920) y la central sindical Histadrout (1920), hasta la red de transportes públicos (1935); desde el primer liceo hebraico (1906) hasta la universidad del mismo nombre (1925); desde la fuerza de defensa (Haganah, 1920) hasta la radio nacional (1934); y que la 'colonia' de Tel - Aviv (1909) tiene ya casi un siglo de existencia. Esa 'musiquilla' hace olvidar que el origen de esta violencia 'sin fin' esta en el rechazo sin fin del estado judío. Esa 'musiquilla' enmascara el hecho de que la respuesta militar 'desproporcionada' se hace eco de una negación desproporcionada al derecho a existir de un estado judío. Hezbollah y, detrás, la 'calle árabe', hablan de una 'entidad usurpadora' y de un 'estado transitorio', ignorando a Israel en los mapas locales y designando a sus ciudades y aldeas como 'colonias'.

Todo es negociable salvo el derecho a existir. Si las armas de las milicias y de los grupos terroristas callan, la violencia cesará. Si las armas de Israel renunciarán a la 'desproporción', sería el final del estado de Israel.
A esa desproporción en las apuestas y a lo que se juega Israel, muchos, en Occidente, permanecen sordos. Como antaño los 'compañeros de ruta' y los camaradas permanecieron sordos cara a la catástrofe soviética. Como los 'Muniqueses" permanecieron sordos, "para salvar la paz", al sacrificio de pequeños países como Checoslovaquia. Pero ahí vuelven, retomando a media voz la música fúnebre, la que permite hacer olvidar que el rechazo de la existencia de Israel, de cualquier modo que se disfrace, a la moda nasseriana, baasista o hezbollesca, constituye la génesis de la violencia.

Por otro lado, basta que el ejército israelí se debilite y que los centros urbanos del país sean alcanzados para que la aparente aceptación del hecho israelí salté en pedazos. Entonces, la calle retomará la delantera y, con ella, el populacho que huele la sangre. En Oriente, nadie ignora las llamadas proferidas a la masacre.
En Occidente, se prefiere ignorarlas púdicamente, viendo solamente en ellas 'lirismo oriental' y 'excesos verbales', a pesar de su constante repetición. El deseo de muerte hacía Israel es el único 'afrodisiaco' tolerado (según el rey de Marruecos Hassan II) en un mundo árabe que, con la Africa Negra, permanecen las zonas más regresivas del planeta.

"Destruir Israel", dicen. ¿Y se trataría de una figura retórica? Desde hace siglos, las figuras retóricas nos encharcan de sangre. Es una apelación al genocidio, explícita, subliminal, la que susurra la 'pequeña música fúnebre'. Y los millones de 'idiotas útiles' la retoman en Occidente, inconscientes de las apuestas, cegados por la ilusión de una fuerza militar que no tendrá más que una 'oportunidad'. Hace más de cuarenta años ya que Hannah Arendt escribía a una amiga (11 de junio de 1963):

"Sé o creo saber que sí una catástrofe debiera alcanzar a este estado judío, por cualquier razón que sea (e incluso sí se tratase por su propia locura), eso sería sin duda la catástrofe final para el pueblo judío, sean cuales sean las opiniones que tengamos".

La habitación de Rodinsky - Es tiempo de partir de Sylvain Marcelli























Yo he visto una placa en un barrio gris de Cracovia. Una placa discreta, había que inclinarse para descifrar su contenido. Una placa sobre la cual se podía leer que allí estuvo el guetto judío de la ciudad. Podíamos pasar sin verla, de hecho, centenares de personas debieron pasar sin reparar en ella. Al día siguiente, me dirigí a Auschwitz, Oswiecim en polaco. El lugar se parece a las fotos que ustedes conocen. Vías férreas. El pórtico. El trabajo nos hace libres. Montañas de zapatos, montañas de cabellos humanos, montañas de maletas. Eso es lo que queda de ellos. De toda esa gente. Algo que nos habla. Después, ya no habrá nada para contar.

Centenares de personas vienen a Auschwitz para reencontrar el rastro de un abuelo, de un padre, de un hermano, de una madre, de un familiar, y ellos sólo tienen un nombre, una foto. Vienen para buscar un rastro. Frente a ellos, montañas de zapatos, de cabellos, de maletas. Y aquellos a quién buscan están allí.

Cuando volví a Cracovia sentía un vacío horrible, después de Auschwitz todo estaba frío, helado. Pienso en toda esa gente que desapareció, de los que ya no hay ningún rastro. Ellos desaparecieron. Su vida no existe más para nadie.

Ahora veo una habitación. Una pequeña buhardilla. El hombre que la ocupó dejó los trajes en el armario, el pijama sobre la cama, las cacerolas sobre la cocina. Una taza de té le espera. Hay libretas de apuntes cubiertas de palabras, papeles dispersados sobre la mesa, libros por todas partes, periódicos también. Viejas guías de viaje, paquetes de cigarrillos, cajas de cerveza. Y luego el hueco en la almohada, allí donde descansó la cabeza. Y todavía el calendario con el Ángelus de Millet puesto sobre la chimenea. Todo está allí, como si se acabara de cerrar la puerta, pero todo esta inmóvil, cubierto de polvo y de telarañas.

Ubicada en el 19 de Princelet Street, en una antigua sinagoga londinense, esta habitación ha sido descubierta en 1979. El hombre que vivía allí se llamaba David Rodinsky; había desaparecido desde hacía diez años. Nadie se había inquietado por su suerte.

Es empujando esa puerta de la buhardilla, un poco por casualidad, como sabemos que alguien había vivido allí. Esa habitación, vacía durante tanto tiempo, se llenó entonces de curiosos. Los visitantes se suceden, la prensa acude en masa, las leyendas nacen. Sobre Rodinsky no sabemos nada, salvo que es judío, desde entonces podemos imaginarnos todo sobre él. Ese ser en negativo se vuelve sobreexpuesto. El diario Guardian publica un artículo titulado: « El hombre que se hizo una habitación. » Esta firmado por el escritor Ian Sinclair. « Un día, un hombre que vivía sólo en un edificio muerto, en una parte olvidada de la ciudad, salió, desapareció. Pero no era una verdadera desaparición, porque nadie la percibió. Era un juego de manos sin espectadores. Una desaparición retrospectiva. Allí residía su poder. La habitación, encerrada, sellada con todos sus libros, trajes, calendarios, era la única entrada al relato. »

Diez años pasan todavía, se diría un cuento. Una joven artista, Rachel Lichtenstein, descubre la sinagoga, en el marco de un estudio consagrado a « la inmigración de los Judíos de Europa oriental en el East End de Londres ». « Me adelanté a tientas en el pasillo y abrí la puerta del fondo. Los rastros de pinturas de la sinagoga fueron alumbradas por la luz amarilla y caliente de las velas. » Alguien cuenta la historia de la habitación de Rodinsky. Ya, la joven artista estaba emocionada y fascinada por el lugar.
Cuando descubre que sus abuelos vivieron en Princelet Street y se casaron probablemente en esta sinagoga, ella sabe que una parte de su historia se juega aquí. La habitación de David, parece una " tumba abandonada », confiesa Rachel. Como si este lugar había sido creado para ella, como sí la sombra que había vivido allí la esperaba. « Rodinsky, la idea de Rodinsky, se había hecho un dybbuk. El alma de un muerto que penetra el cuerpo de un vivo y dicta su conducta. » Rachel decide lanzarse sobre el rastro de este hombre – de perforar el misterio de su vida y de su desaparición. Ella se convierte en el último testigo. Ella cuenta en un libro inquietante y emocionante y coescrito con Iain Sinclair, esta caza del fantasma que la llevará hasta Israel y a Polonia.

El Secreto de la habitación de Rodinsky valora tanto la novela policiaca tanto como la novela de aprendizaje. ¿Si la pregunta original es « que fue de David Rodinsky? », ¿el lector pasará rápidamente a preguntarse: « que hará Rachel Lichtenstein? » Porque, como escribe Iain Sinclair, la artista « se había lanzado a su propia búsqueda y rápidamente se hizo evidente que su viaje tocaba más a la autobiografía que a la biografía. » A través de Rodinsky, Rachel Lichtenstein querría hacer revivir un mundo desaparecido: el barrio judío donde vivieron sus abuelos. La búsqueda de Rodinsky la hará encontrar los últimos habitantes judíos del barrio, interrogar a un rabino en Israel, e irse en peregrinación a Auschwitz. Para descubrir de donde viene, que es y sobre todo que quiere ser.

Durante meses, la artista fotografía los objetos personales de Rodinsky. Es una manera de apropiárselos, de acercarlos por lo menos: « Al principio, este trabajo de arqueólogo, arbitrario en apariencia, se reveló poco fructuoso, porque, privados de la voz de su creador para facilitarnos una explicación, los objetos parecían mudos. Pasé horas innumerables en esa buhardilla. » Rodinsky dejó decenas de libretas de apuntes manuscritas escritas en una quincena de lenguas (algunas, incluso, con jeroglíficos egipcios). « Desembalé centenares de objetos, millares de pequeños pedazos de papel cubiertos de mensajes codificados, en diversas lenguas, escritos por él. Sobre el reverso de envoltorios de chocolatinas, deslizados dentro de sus agendas y de sus libros, había planos trazados a mano, notas de expediciones a los alrededores de Londres, de Hainault a Chigwell, de Clapton a Hendon, sin que se indique el motivo. » Rodinsky poseía también un diccionario inglés-hebreo donde traducía conversaciones imaginarias. Éstas por ejemplo:
"¿Os vaís ya? ¿Estáis obligados a iros ahora? ¿Es necesario que os vayáis? Yo estoy muy ocupado. Tengo mucho que hacer. Debo tomar numerosos caminos. Perdón, vengo con retraso. Es tiempo de partir. No os molestare más ..."
Por poco, nos creeríamos en una historia inventada por Paul Auster y Sofía Calle. ¿Rodinsky era un erudito? ¿O estaba enfermo, era un psicotico, un obsesivo, un autista?
Cansada de construir hipótesis contradictorias pero totalmente creíbles, desesperada de la idea de encontrar una sola foto que representará al fantasma, Rachel decide fijar anuncios de búsqueda que coloca « por todas partes, del escaparate del vendedor de bagels de Bricbarca Lane, al asilo judío de Stepney, en Toynbee Hall (donde todavía se dan recitales de poesía yiddish semanales para lo que queda de la comunidad judía), en los cafés y en los comercios del barrio. » Iain Sinclair: « Pero nadie podía describir la apariencia de Rodinsky. Rachel, a pesar de todas sus investigaciones, de todas sus visitas a ancianos y veteranos del lugar, no encontró la menor fotografía de este hombre. »
Sin embargo, si esta encuesta minuciosa no aporta, en un primer momento, las respuestas buscadas, abre, en cambio, decenas de pistas apasionantes. Los estudios talmúdicos enseñaron a Rachel que era posible hacer varias lecturas de un solo hecho, de una frase única, de un acontecimiento particular. La joven artista descubre así que David Rodinsky vivió mucho tiempo con su familia, con una hermana muy dotada a la que se imagina « frustrada y desilusionada» porque no habría tenido derecho a la instrucción que su inteligencia reclamaba y con una madre, memoria del éxodo, que « llevaba siempre su guardarropa con ella, como si temiera constantemente tener que huir con urgencia. »

Poseída por su sujeto, trastornada por los escasos rastros del pasado, angustiada por la idea de destrucción, Rachel lucha contra el olvido: gracias a ella, Whitechapel recupera algunos de sus colores de antaño. La artista organiza visitas al barrio. « Por esta época, quedaban pocas cosas del East End judío: edificios que se caían en ruinas, lugares abandonados, letreros que no tardaban en borrarse. " Aquí se encontraba … ahora, esto es un aparcamiento de coches. " " Aquí, mirando muy atentamente, usted casi adivinará el rastro de una mezuzah. " Después de haber deambulado por las calles de Spitalfields, mis grupos de turistas, hacia el fin de la visita, estaban consternados invariablemente. Entonces yo los llevaba a Kosher Luncheon Club. Era un lugar vivo y alegre. Manteles blancos almidonados, tintineos de vasos, sopa tragada ruidosamente sobre fondo de yiddish y de risas. El lugar había conservado esta atmósfera calurosa que a menudo era evocada por los que describen el mundo judío del East End. »

Y luego, a fuerza de obstinación, ella descubrió lo ocurrido. Liberando a Rodinsky de la noche en estaba sumergido. Devolviendo con su trabajo biográfico la forma humana del fantasma. Una intimidad delicada se instala entonces entre ambos seres: « Cuanto más sabía sobre él, más real se volvía para mí y más estuve motivada en hurgar en sus efectos personales ».
Así viajó a Polonia, Cracovia y a Auschwitz, en lo que para Rachel suponía que la desaparición de Rodinsky simbolizaba la de todos los judíos de Europa, incluso si él mismo no fuera víctima de la Shoah. El desconocido de Whitechapel tal vez era un santo. « Tal vez Rodinsky era verdaderamente el eterno Judío errante, y tal vez hubo, en el curso de los siglos, millares de habitaciones abandonados como ésta ».
« Según un mito pre-hassídico », « siempre hay treinta y seis justos viviendo en el mundo. Por sus buenas acciones, ellos impiden la destrucción del mundo. Su poder descansa en el hecho que nadie sabe quiénes son ni donde viven. Ellos cumplen su tarea en secreto y sin recompensa. Cuando uno de ellos muere, otro nace. » Rachel, dará a su hijo el nombre del que buscó durante tanto tiempo. David.

Saturday, October 14, 2006

Mirta Kupferminc