Sunday, February 26, 2017

Preguntas clave para los defensores de la solución de dos estados - Benjamin Anthony - Ynet



El 23 de diciembre de 2016 vimos como las naciones se unían para promover y permitir el paso de la Resolución 2334 de la UNSC.

Que la resolución fuera ratificada por un grupo de países dentro del cuales existieran varios autores de otras ocupaciones, de guerras de legalidad muy dudosa y de campañas militares que han asolado países y poblaciones más allá de sus fronteras soberanas, es una ironía digna de comentario y de exploración de hecho.

Por otra parte, el hecho de que los mismos gobiernos que han demostrado únicamente una ineptitud y una indecisión sin límites en lo referente al Oriente Medio, ahora exhibían una arrogante y absoluta certeza  en cuanto a cómo Israel debía llevar sus políticas - y diciendo que era por el bien de Israel, nada menos -, refleja una dinámica que debería avergonzar a cualquiera. Por desgracia, tal hipocresía es un procedimiento estándar en las Naciones Unidas.

De mayor preocupación fue para mí, sin embargo, el discurso pronunciado por el Secretario de Estado John Kerry, una semana después, en el que demostró una obstinada y absolutista adhesión a la solución de dos estados, cuyos principios esenciales comprenden unas nuevas concesiones de tierras por parte de Israel y la división de nuestro capital Jerusalén con la esperanza de una paz que hasta ahora se nos ha escapado.

De hecho, la percepción del secretario quedó mejor evidenciada por su declaración de apertura donde dijo: "La solución de dos estados es la única manera de lograr una paz justa y duradera entre israelíes y palestinos".

Las reacciones al discurso se produjeron rápidamente, tanto desde dentro como fuera del Estado de Israel. Algunos fueron de felicitación, otras condenatorias. Lamentablemente, demasiadas centradas en el propio secretario, un esfuerzo inútil por cierto.

En asuntos como éste, Israel debía haber realizar dos cosas por encima de todo.

En primer lugar, tenía que haber presentado unas respuestas demostrativas de un pensamiento estratégico, con deliberación y dirección.

En segundo lugar, Israel debería haber prestado más talento y atención al "mensaje", y no al "mensajero". En concreto, debemos desafiar enérgicamente la manera en que el proceso de paz es definido para los israelíes por otros. Si los acontecimientos actuales en el Oriente Medio prueban algo, es que no hay nada seguro, y eso no es nada singular. Los mensajeros van y vienen. Las políticas, sin respuesta, perduran.

Deberíamos estar profundamente perturbados por la disposición de muchos en proclamar la solución de dos estados, con todos sus inconvenientes, como la única solución posible. Con referencia particular a nuestros amigos en el extranjero, y para aquellos individuos que los representan, me propongo una serie de preguntas para que se las planteen. Las respuestas a ellas deberán generar una comprensión más profunda y una interiorización de los dilemas a los que se enfrenta el pueblo de Israel, y las potenciales ramificaciones a las que se debe dar relevancia.

Estas preguntas son informadas por realidades simples que se olvidan con demasiada frecuencia, olvidadas o pasados ​​por alto por muchos en la comunidad internacional. En Israel no tenemos el lujo de poder evitar plantar la mirada en estas consideraciones. Y por lo tanto no se debe esperar que lo hagamos.

Pregunta 1: ¿Es la solución de dos estados geográficamente factible y realizable?

¿Pueden estar ante un mapa entre el río Jordán y el mar Mediterráneo y demostrar cómo un estado palestino contiguo - incorporando Judea y Samaria - puede establecerse sin violar la contigüidad del norte  y el sur de Israel?

Pregunta 2: ¿Hay pruebas, evidencias y precedentes que sugieran la idea que más concesiones de territorio a los árabes palestinos se traducirá en una realidad pacífica y segura para el Estado y el pueblo de Israel?

Después de haberse retirado de la Franja de Gaza en 2005, los israelíes en búsqueda de paz han caído presas de miles de cohetes lanzados sobre pueblos y ciudades desde ese territorio desocupado. Hoy en día, al menos dos tercios del estado de Israel está dentro del alcance de los ataques con cohetes procedentes de Gaza. Los túneles excavados por los terroristas de Hamas contra Israel han pasado de ser una amenaza táctica a un activo estratégico. ¿Esta realidad les inspira confianza en la continuación de la política de intercambio de territorio por paz? Esta cuestión exige respuestas basadas en las pruebas y las evidencias. No llamamientos de esperanzas, sueños y conjeturas.

Pregunta 3: ¿Están seguros de que la mayoría de los israelíes están dispuestos y preparados para dividir nuestra capital, Jerusalén?

Durante miles de años, el pueblo de Israel ha anhelado volver a Jerusalén. A diferencia de los himnos nacionales de muchos otros países, una referencia completa a nuestra capital marca el punto culminante del himno israelí. Para millones de israelíes, Jerusalén constituye el imán, el pulso y el corazón mismo de nuestra existencia nacional, cultural y religiosa.  Como ciudadano, rechazo algo tan absurdo como cualquier sugerencia proclamando que solamente dividiendo nuestro corazón se garantiza la supervivencia del organismo superior, el estado. Las ciudades capitales significan la soberanía del Estado. Una capital dividida significa un estado derrotado. Ya sea por el fuego o por la presión diplomática, el resultado es el mismo.

La ciudadanía de Israel ha conocido generaciones de guerras, por lo que está singularmente dispuesta a recorrer el camino que conduce a la paz. Sin embargo, incluso al principio de ese viaje hemos podido discernir claramente ciertas características que son más dignas de ser defendidas, tanto ahora como en el futuro. Para mí, y para muchos como yo, Jerusalén, es una de esas características. Y estoy dispuesto a defenderlo celosamente, con orgullo y sin reparos. Ustedes pueden sugerir que debería ser dividido, pero simplemente les pido que se abstengan de hacerlo como si fuera una sugerencia razonable. Para mí no lo es. Insistiendo en la preservación de mi capital, no estoy ni sólo en Israel, ni tampoco soy muy diferente a los ciudadanos de otros países soberanos que responderían con la misma posesividad sobre el capital de su nación.

Pregunta 4: ¿Si se implementa la solución de dos estados y no tiene éxito, estarían dispuestos a vivir con las consecuencias de ese fracaso como se espera que lo haga el pueblo israelí?

Desde la retirada israelí de Gaza en 2005, tres operaciones defensivas se han puesto en marcha por el ejército israelí en respuesta a los actos terroristas desde la Franja. Tales operaciones han requerido una movilización repetida de una gran parte de los reservistas del IDF. Estos ciudadanos-soldados son nuestros padres y madres. Son nuestros médicos, profesores, abogados y profesionales. Ellos son nuestros empresarios y funcionarios. Ellos son como nosotros. Desde hace más de una década se han visto atrapados en la causa de tratar de arreglar aquello que unos diputados hicieron tan mal. A pesar de que esos legisladores disfrutan de su retiro de la vida pública, después de haber abandonado la escena internacional, los ciudadanos de Israel son llamados a preservar nuestra seguridad. Nuestra capacidad para hacerlo se deriva de la obligación directa y personal de defender nuestros hogares y nuestras familias. Tales ciudadanos-soldados ponen en riesgo sus vidas. ¿Ustedes estarían dispuestos a correr tales riesgos por una idea que genera tales problemas?

Pregunta 5: ¿Si se implementa la solución de dos estados y no tiene éxito, estarían preparados para que sus propios hijos se enfrentaran a las consecuencias de ese fracaso como ustedes esperan que lo hagan nuestros hijos?

Los hijos e hijas de Israel constituyen la primera línea de defensa contra los ataques a nuestras ciudades y civiles. A menudo, debido a la falta de profundidad estratégica de Israel, nuestros defensores, literalmente, tienen que ver las ciudades que defienden desde la primer fila del campo de batalla. Los hijos e hijas de Israel se enfrentan por lo tanto a un dilema muy claro. Si actúan rápidamente, la gente que protegen vivirán. Si no lo hacen, algunas de esas personas morirán. Realmente es así de sencillo. Los últimas cuatro principales operaciones transfronterizas se han producido como consecuencia directa de la fórmula tierra por paz. Con esto en mente, ¿apostarían la seguridad de sus hijos por los caprichos políticos de unos gobiernos extranjeros? ¿O es que valor requerido para adoptar esa postura solamente se espera de los padres de los adolescentes israelíes?

Pregunta 6: En Israel, los padres y sus hijos informan por igual el campo de combate. Lo hacen con el corazón dolorido. ¿Es realmente razonable creer que los israelíes requieran de la presión internacional para perseguir diligentemente una existencia pacífica para nosotros y para nuestros seres queridos?

Dentro de Israel, el debate sobre cómo asegurarnos una vida en paz y con seguridad es muy vivo e intenso. Vamos a continuar ejerciendo nuestro derecho democrático a pedir a nuestros legisladores que hagan todo lo que sea posible y práctico para poner fin a este conflicto, sin tener que pagar un precio pírrico. No se necesita ninguna presión desde el extranjero cuando se trata de apreciar la urgencia de la construcción de la paz. ¿Se puede decir de su fe en la solución de dos estados?

Amigos, estas son mis preguntas para ustedes. Y con ellos les planteó que cualquiera que no pueda responder con un rotundo "sí" a los seis preguntas debería empezar a poner en duda su fe en las políticas de tierra por paz, y empezar a considerar nuevas, imaginativas y viables alternativas. Una obstinada falta de voluntad a la hora de hacerlos, sin unos seis rotundos "sí", sería la demostración de una disposición alarmante a exigir al pueblo de Israel que aceptara condiciones que no exigen a los demás.

No deberán ser esos legisladores de tierras lejanas los que sufrirán las consecuencias de las políticas que ellos defienden. Más bien, serán los ciudadanos de Israel, a los que se asignan de forma exclusiva esa tarea.


No deben imponer a Israel un futuro y unas obligaciones que nunca aceptarían para ustedes mismos.

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Saturday, February 25, 2017

Cómo luchar contra los maximalistas judíos en casa y contra los maximalistas árabes del exterior - Einat Wilf - Tower



¿Un estado? ¿Dos estados? ¿Qué debe querer un judío? ¿Qué debe desear un judío en Israel o en el extranjero? ¿Qué debe favorecer cualquier amante de Israel? ¿Qué debe desear cualquier persona que se preocupe profundamente por el notable logro de una renovada soberanía judía en la Tierra de Israel y quiera protegerla de los que lo desean destruirla? La respuesta ante nuestra perplejidad es la lucha entre los maximalistas judíos y los maximalistas de los árabes a nuestro alrededor.

El futuro del Estado de Israel está siendo atacado desde dentro y desde fuera. Desde dentro, Israel se enfrenta al peligro de un exceso de amor. Hay quienes supuestamente aman tanto la Tierra de Israel que necesitan poseer toda ella. Estos son los maximalistas judíos. No es la seguridad lo que les preocupa o la cuestión de unas fronteras defendibles. En cambio, están imbuidas de un celo mesiánico que les obliga a asentarse y, finalmente, anexionar aquellos territorios entre el río Jordán y el mar Mediterráneo  de los cuales Israel no es soberano: Judea y Samaria entre ellos, o Cisjordania para el resto del mundo.

Para los maximalistas judíos, el sionismo trata menos de la soberanía judía en la Tierra de Israel que la propiedad judía de la totalidad de la Tierra de Israel. Mediante la promoción de un enfoque mesiánico al estilo de "Dios lo resolverá" se enfrentan ante la gran población de árabes existiendo en esos territorios, estando dispuestos a poner en peligro la consecución de la soberanía judía a causa de la propiedad judía en exclusiva. Dicen que quieren "todo", pero nos hacen correr el riesgo de dejar a los judíos sin nada.

Desafortunadamente, el éxito de los maximalistas judías en el avance de su causa se debe a sus insospechados aliados: los maximalistas árabes y sus colaboradores. Los maximalistas árabes son los que, en cada momento histórico que podrían haber recibido "parte", siempre repiten su mantra de "todo", sólo para quedarse sin nada. Son los que desde hace más de un siglo se negaron reiteradamente a aceptar que los judíos tuvieran derecho a la autodeterminación en al menos una parte de su tierra natal. Ellos son los que rechazaron la partición en 1947 porque querían acabar con un Estado judío más de lo que querían un Estado palestino. Ellos fueron los que emprendieron una guerra por la partición sólo para perderla. Ellos son los que mantuvieron la guerra en marcha sólo para perder más territorio en 1967. Ellos son los que hoy dicen apoyar una solución de dos estados, mientras que insisten en que su "derecho de retorno no es negociable", lo que supone que siguen buscando destruir el Estado judío. Ellos son los que utilizan el lenguaje de los "derechos de los palestinos" negando esos mismos "derechos" al pueblo judío y su derecho igual a la autodeterminación.

Sin embargo, los maximalistas árabes no hubieran tenido tanto éxito en el avance de su causa si no hubiera sido por los maximalistas judíos. Mientras que los asentamientos no son la causa del conflicto en curso - los maximalistas árabes sí lo creen -, sin embargo han oscurecido el papel fundamental del maximalismo árabe en la inexistencia de un acuerdo de paz que reconociera la permanencia del Estado judío. Cuando los maximalistas judíos dicen repetidamente "todo es nuestro y sólo nuestro", se vuelve mucho más difícil criticar  y avergonzar a los palestinos por decir lo mismo.

Por desgracia, los maximalistas judíos y árabes han tenido éxito en convencer a aquellos que podían luchar eficazmente contra ellos que sería imposible sin servir a la otra parte. Como resultado, aquellos que sienten que la supervivencia de Israel y del sionismo depende de derrotar a los maximalistas judíos y a sus proyectos de asentamientos, de manera consciente o no, tienden a minimizar el maximalismo árabe. A menudo han sido los primero en saludar "la moderación de los árabes" ignorando o negando los hechos sobre el terreno. A menudo han excusado la incitación árabe, minimizado el apego de los palestinos a su demanda de "retorno" y han considerado el persistente maximalismo árabe y su rechazo a los acuerdos de paz propuestos como nada más que un truco utilizado por los maximalistas judíos para silenciar a la oposición judía.

Los que sienten la necesidad de defender al sionismo mediante la exposición y la derrota del maximalismo árabe, con demasiada frecuencia se han visto empujados a defender contra su voluntad al maximalismo judío, haciendo observar cómo los maximalistas árabes y sus colaboradores utilizan los asentamientos como la cuña de su campaña para satanizar al sionismo y a Israel en los foros internacionales. Consternados por la manera en que los que pretende luchar contra el maximalismo judío ignoran a menudo y no toman ninguna acción contra las demandas maximalistas árabes, optan de manera lógica por no ser peones en manos de los maximalistas árabes, dejando en parte de lado su oposición a los asentamientos. Los maximalistas judíos, por su parte, han utilizado este tipo de reticencias para tratar de captar aliados entre aquellos que luchan contra el maximalismo árabe, buscando que defiendan el maximalismo judío. Yo mismo a menudo he tenido que dejar las cosas claras cuando algunos elementos del gobierno de Israel trataron de utilizar mi actividad contraria a las reivindicaciones maximalistas árabes para promover su agenda maximalista judía, a la cual me opongo.

Sin embargo, la supervivencia del sionismo siempre ha dependido de librar y ganar las batallas y guerras en no menos de dos frentes. Hoy en día, la supervivencia de Israel depende de que los judíos y los amigos de Israel hagan lo mismo: luchar contra los maximalistas judíos en Israel y luchar contra los maximalistas árabes del exterior con la misma pasión y vehemencia. Este debería ser el nuevo estándar para aquellos que se oponen a ambas formas de maximalismo.

Las organizaciones judías que pretendan promover una solución de dos estados deben demostrar que no solamente luchan contra la extensión de los asentamientos, sino que también luchan contra el maximalismo árabe. Las organizaciones judías que defienden a Israel y luchan contra el maximalismo árabe no deben tener miedo a la hora de oponerse a los maximalistas judíos, si desean hacerlo. Aquellos de entre nosotros que creemos que el pueblo judío no debería correr unos riesgos que puedan dejarle sin nada, no deberíamos tener que elegir correr esos riesgos. Podemos y debemos defender al sionismo derrotando a los maximalistas judíos del país y a los maximalistas árabes de todo el mundo.

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¿Pueden ser los enemigos de Israel, al mismo tiempo, los amigos de las comunidades judías fuera del Estado judío? - Ben Cohen - Tower



En su obra magna "Una obsesión letal", el fallecido Robert Wistrich, uno de los mejores estudiosos de Israel de los senderos asesinos del odio a los judíos, resume elegantemente el carácter del antisemitismo de comienzos de este siglo XXI.

"El viejo-nuevo antisemitismo  puede ser tan inventivo como es repetitivo", escribió Wistrich. "A menudo parece dar a entender que los judíos nunca han sido víctimas sino siempre victimarios , lo que puede sonar original para algunos, pero es claramente falso. Por lo general, evita posiciones que huelen a una exclusión política o económica deliberada de los judíos como comunidad nacional o hacerse eco del desacreditado discurso de un racismo biológico. Por otra parte, representa al sionismo y al lobby judío como una potencia mundial y no lo considera como una caracterización racista o difamatoria. No hay ninguna ley en contra de sugerir que los sionistas provocan deliberadamente las guerras y las revoluciones, a pesar de que este es un mito clásico de fabricación antisemita que ha sido ampliamente difundido por nazis, comunistas e islamistas".

A partir de este breve párrafo, podemos deducir algunas observaciones generales. El antisemitismo se ajusta a las sensibilidades de la sociedad que lo rodea. Desarrolla temas que invariablemente retratan a los judíos como colectividad de la peor forma posible. Se obsesiona con el carácter distintivo del poder judío, de "ese pequeño pueblo" en palabras del compositor griego Mikos Theodorakis, un comunista, en 2004, o "la raíz del mal". Y eso es política y teológicamente promiscuo, ya que penetra en los salones de la derecha nacionalista y de la izquierda progresista, se arrastra por las iglesias presbiterianas y conduce el discurso atronador del Islam político.

Podemos resumir todo esto de una manera aún más simple, en dos máximas. En primer lugar, el antisemitismo no es propiedad exclusiva de una facción política o de una formación religiosa. En segundo lugar, el antisemitismo es algo así como un camaleón que niega con frecuencia que es lo que es, por eso tenemos problemas para identificarlo, incluso cuando nos hemos encontrado con él un millar de veces antes.

Con esto en mente, asistimos al ampliamente comentado "incremento" del antisemitismo en los EEUU, identificado en las últimas semanas y meses, y que se manifiesta en pequeña escala pero con desagradables incidentes, entre ellos la profanación de un cementerio, más de 50 amenazas telefónicas de bombas a centros judíos de la comunidad, varias agresiones físicas, y esvásticas y otros insultos antisemitas en campus universitarios y otros edificios. La Iniciativa AMCHA, una organización que promueve los derechos civiles de los estudiantes judíos, mantiene una línea de vigilancia de la presencia de "esvásticas y grafitti y panfletos neonazis" en los campus universitarios. Lo que se destaca es la gran frecuencia de estos incidentes y la naturaleza a veces brutal del odio a los judíos, según lo experimentado por un estudiante de la Universidad de Minnesota, que vio como en su dormitorio pintaron frases alabando "el dominio nazi" y una esvástica y el dibujo de un campo de concentración. Epítetos raciales como "sucios judíos" junto a lemas como "Heil Trump" abundan en estos informes de antisemitismo y de racismo.

Sin duda, todo esto se ve y suena muy parecido al antisemitismo que conocemos por las películas y los libros de historia, donde los autores son fanáticos racistas blancos con educación limitada y temperamento violento. Y tal vez eso explica por qué muchos de los medios de comunicación de la izquierda, del The New York Times a la BBC, están informando de esta actual oleada de antisemitismo con mucho menos cinismo que lo hicieron con otros episodios similares en los últimos años, como por ejemplo las conferencias negando el Holocausto organizadas en varias ocasiones por el régimen islámico de Irán, o el omnipresente antisemitismo del partido Laborista británico. Considerando que estos ejemplos son complicados tanto por la presencia de Israel como por la participación de los musulmanes en la promoción del discurso antisemita, cuando se trata de la América del presidente Donald Trump todo resulta muy simple y la nieve es de color blanco.

La triste verdad es que la comprensión del antisemitismo se ha convertido en algo irremediablemente politizado, lo que significa que nuestros juicios se ven comprometidos por imperativos no relacionados pero sí más convenientes. Además, con demasiada frecuencia, la respuesta al antisemitismo se obsesiona con las acciones y declaraciones individuales, oscureciendo las cuestiones más fundamentales. Kenneth Marcus del Centro de Brandeis Louis D. para los Derechos Humanos, lo explicó en una entrevista reciente: "A menudo hace más daño que bien realizar simplemente la pregunta: ¿Quién es y no es un antisemita? Si estás preguntando si los individuos son antisemitas o no, puede que nunca obtengas una respuesta y que pongas a la gente a la defensiva, dando lugar a un engrosamiento del discurso".

En la misma entrevista Marcus continuó, "tenemos que preguntarnos qué formas de hablar y qué tipo de actividades son antisemitas para que podamos identificarlo". Esto es absolutamente correcto, y los que afirman que Trump es un antisemita deberían examinar si existe un patrón consistente de pruebas para apoyar esta afirmación. Excusarse en sus nietos judíos y a sus consejeros judíos como prueba de lo contrario - como ha hecho el presidente Trump y ha sugerido a sus subordinados - puede ser irritante y puede sugerir que las últimas siete décadas dedicadas a educar al público en la naturaleza del antisemitismo y en la centralidad del Holocausto han sido en gran medida en vano. Pero manifiestamente no demuestra que la actual Casa Blanca esté presa de una fiebre antisemita.

En estos tiempos resulta peligroso sugerir experimentos mentales, pero voy a saltarme la precaución. Me pregunto si los que están de acuerdo con Steven Goldstein, del Centro Ana Frank para el Respeto Mutuo, cuando dijo que la condena del antisemitismo de Trump era una "forma de paliar el cáncer del antisemitismo que ha infectado a su propia administración", tendrían similares reparos con Linda Sarsour, la activista palestino-estadounidense defensora del BDS y que está alcanzando rápidamente el estatus de icono del movimiento de protesta que se ha creado en torno a la elección de Trump.

Sarsour y sus colegas activistas musulmanes recogieron más de 100,000$ para la reparación del profanado cementerio judío de Jesed Shel Emet, en St. Louis, ganando los aplausos de casi todos los medios de comunicación y el respaldo de la creadora de Harry Potter, JK Rowling. En términos de publicidad, fue un movimiento increíblemente inteligente, ya que con esta iniciativa logró que sus críticos se colocaran en la incómoda posición de cuestionar sus motivos en el momento que ella se acercó a la comunidad judía.

Pero si Kenneth Marcus tiene razón con referencia a los patrones de discurso y en cómo determinar qué constituye el antisemitismo, a continuación las denuncias anteriores de Sarsour del sionismo y su apoyo a una solución a la cuestión palestina basada en la eliminación de la soberanía judía, al menos justifican un examen crítico de la motivación política que está detrás de su gesto por el cementerio judío. Es fácil, después de todo, ser empático y amable con los judíos muertos y por sus recuerdos, ya sea en Polonia o en Missouri, y es mucho más difícil tratar con los que todavía están vivos y que consideran que las fantasías de Sarsour sobre "un único estado de Palestina" representan una opción siniestra de una solución que tendría que ser impuesta, con toda probabilidad y a través de la conquista violenta, a los judíos de Israel.

¿Pueden ser los enemigos de Israel, al mismo tiempo, los amigos de las comunidades judías fuera del Estado judío? O a la inversa, ¿los amigos de Israel reciben un pase a favor obviándose la presencia de anticuerpos antisemitas entre sus aliados políticos? ¿Por qué Sarsour resulta aceptable para cierta comunidad judía pero no Richard Spencer, ese rechoncho racista del autodenominado Instituto de Política Nacional? ¿Sómos los judíos tan faciles de engañar? Me temo que la respuesta es sí.

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¿Por qué los palestinos quieren a la vez estatalidad y "ocupación"? - Jonathan Tobin - Jewish Word



Hace unos días, los terroristas de Hamas que gobiernan el estado palestino en Gaza demostraron una vez más la falta de preocupación por su gente negando a un grupo de huérfanos de guerra la oportunidad de pasar una semana en Israel.

Su razón: haciendo esto, involucraría a los adolescentes en la visita a "ciudades ocupadas" y a "asentamientos", y socavaría su esfuerzo por perpetuar una guerra centenaria contra el sionismo.

El hecho de que Hamas continúe gritando contra la "ocupación" mientras goza de una soberanía virtual sobre parte del país no es una contradicción. En realidad, encaja perfectamente con la posición de sus rivales de Fatah que están buscando el reconocimiento del estado palestino en las Naciones Unidas mientras que también se aferran a una "ocupación" que les permite evitar la paz.

Algunos harán hincapié en una crueldad casual por esa negativa a unos escolares que han sido perjudicados por la guerra y que podrían utilizar una oportunidad para salir de una franja claustrofóbica. Pero eso sería un error.

La cuestión clave aquí no es la insensibilidad del grupo islamista o incluso su hostilidad reflexiva hacia Israel. Más bien, es el lenguaje utilizado para explicar su decisión de hacer regresar a Gaza el autobús con los 37 huérfanos desde la frontera:

"Las fuerzas de seguridad impidieron que 37 hijos de mártires entraran en la tierra ocupada en 1948 para una visita sospechosa a una serie de asentamientos y ciudades ocupadas", escribió el portavoz del Ministerio del Interior de Hamas, Iyad Al-Bozom. "Este movimiento ha sido con el fin de salvaguardar la educación de nuestros hijos y protegerlos de la política de normalización".

Lo que Hamas está insinuando es que los "lugares ocupados" que los huérfanos fueron invitados a visitar por el movimiento Kibutz de Israel y por dos ciudades árabes israelíes no forman parte de lo que el mundo entiende que es un "territorio ocupado". De hecho, cada lugar de su itinerario era territorio israelí desde antes de la Guerra de los Seis Días en junio de 1967.

Para Hamas, la "ocupación" se refiere a cualquier tierra en la cual el Estado judío pueda existir sin importar donde sus fronteras puedan ser dibujadas. De esta manera, aclaran que su "resistencia" contra "la ocupación" no es una protesta sobre Cisjordania o Jerusalén, sino una señal de su determinación de librar una guerra contra Israel hasta que sea destruida.

Esto hace discutible, si no absurda, la convicción sostenida por algunos dentro de la izquierda judía, así como por la administración Obama, de que la paz todavía podría ser obtenida por una decisión israelí de negociar la tierra por la paz.

Sin embargo, aunque esto habla mucho de la estupidez de quienes creen que Hamas está dispuesto a hacer la paz, no debe ser visto como fundamentalmente diferente de la posición de la Autoridad Palestina, ya que ésta trata de lograr que el Consejo de Seguridad de la ONU vote para reconocer su independencia en todas las tierras que Israel tomó durante la Guerra de los Seis Días.

Como señaló el Times of Israel, la Autoridad Palestina ha adoptada la interesada postura de exigir formalmente el reconocimiento de sus derechos soberanos, al tiempo que insiste en que todas esas tierras, incluso las que Israel no controla, como Gaza o esas partes de Cisjordania que están bajo el dominio de la AP, están "ocupadas".

Esto contradice las normas legales sobre la condición de Estado que solamente puede ser otorgada a aquellos que realmente controlan el territorio en cuestión. El líder de la Autoridad Palestina Mahmoud Abbas y sus seguidores dicen que simplemente desean revertir el orden actual para facilitar la retirada israelí de Cisjordania, y de inclusive de partes de Jerusalén donde cientos de miles de judíos viven en barrios judíos que han existido por décadas.

Pero este punto de vista tiene mucho en común con las posiciones menos presentables articuladas por Hamas, mucho más de lo que generalmente se entiende.

Si Abbas y la Autoridad Palestina quisieran un estado realmente podrían haberlo tenido hace 14 años, o las otras dos veces en que Israel les ofreció unos términos que no son diferentes de los apoyados por la administración Obama y los europeos.

Ellos van a la ONU no porque quieran tener un estado, sino porque su deseo es evitar unas negociaciones que puedan proporcionarles uno si están dispuestos a firmar un acuerdo de paz con los israelíes.

Al igual que Hamas, que se opone a la "ocupación" mientras gobierna lo que es funcionalmente un estado palestino, Abbas se aferra a las políticas que mantienen el statu quo en su lugar mientras dice oponerse a ellas. La razón es que aunque su líder sea proclamado erróneamente por Washington como un defensor de la paz, él y su movimiento están tan comprometidos con la destrucción de Israel como Hamas.

La aceptación de un estado en la Ribera Occidental (con o sin la Gaza controlada por Hamas, que constituiría un segundo estado palestino) significaría no tanto poner fin a la "ocupación" de esa zona, sino aceptar que las partes del país que serían dejadas a Israel deberían ser consideradas parte de un Estado judío, y que el conflicto por lo tanto se terminaría para siempre.

Hasta que Fatah esté dispuesto a hacerlo, su discurso sobre la condición de Estado en la ONU debe ser considerado como no muy diferente del rechazo flagrante de Hamás a una paz en cualquier término.

Y cuanto antes las naciones occidentales de den cuenta de este hecho y dejen de permitir las evasiones de la Autoridad Palestina, mejor será para los palestinos y para sus hijos que necesitan más la paz que una guerra interminable y sangrienta contra el sionismo.

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Friday, February 24, 2017

"El amor crítico", la primera y última mentira de Obama - John Podhoretz - Commentary



Yo escribí un artículo en Commentary a los seis meses de llegar a la presidencia Obama titulado "Otro giro contra Israel". Apareció en la edición de julio de 2009. Estos fueron sus párrafos finales:
"El objetivo de la política exterior estadounidense en el Oriente Medio es ahora la creación de un estado palestino. Pero a la vez se espera muy poco de los palestinos para la creación de ese estado. Hamas debe renunciar al terrorismo y reconocer a Israel, pero su fracaso a la hora de hacerlo no matará el trato. La violencia debe ser olvidada, pero incluso eso sería de una importancia secundaria para el objetivo del Estado". 
"Sin embargo, y al mismo tiempo, se espera mucho de Israel. Los asentamientos deben ser congelados, incluyendo su 'crecimiento natural'. Israel debe reforzar la economía palestina, proporcionar a los palestinos empleos y mejorar las cosas en Gaza. En resumen, Israel debe dar y los palestinos recibir. Lo que Israel deberá dar irá acompañado de una promesa palestina de una reducción de la violencia. Lo que los palestinos deberán recibir irá acompañado de la entrega por parte de  Israel de más territorio, más allá de la totalidad de Gaza y la casi totalidad de Cisjordania ya en manos palestinas. Israel, afirmaba el presidente Obama, estará mejor si todo esto sucede. Debe confiar en él, ya que es amigo de Israel. El mejor amigo de todos, recuerden, porque está dispuesto a ser honesto acerca de la necesidad de Israel de sacrificarse en el altar de nada más que una promesa, y tal vez ni siquiera de eso". 
"Y así se está cumpliendo el giro contra Israel que tantos predijeron durante la campaña de 2008, con una sonrisa, con un guiño y con la invocación de una palabra que realmente significa algo muy diferente de la amistad. Podría incluso significar lo contrario".
La decisión en diciembre pasado del presidente Obama de abstenerse en una votación del Consejo de Seguridad de la ONU que declaraba efectivamente que cualquier presencia judía en el Jerusalén Este o en Cisjordania violaba el Cuarto Convenio de Ginebra, y por lo tanto ilegal bajo el derecho internacional, marcó realmente el momento en que cruzó la línea que había trazado a partir de 2008 en adelante. En realidad, el giro contra Israel fue completo. Y lo hizo como en una entrevista de despedida, caracterizando su asalto a la legitimidad de la presencia judía en Tierra Santa como un acto de "amor crítico". "Los amigos tienen que decirse las duras verdades", dijo el secretario de Estado John Kerry en un discurso en defensa de la abstención.

Lo que plantea la pregunta clave: ¿por qué abstenerse? Si las "duras verdades" definen la amistad, entonces por todos los medios deberían haber contado las verdades tan duras como sea posible. Si Obama y Kerry realmente creen que la presencia judía en Jerusalén Oriental es ilícita, entonces deberían haber votado a favor de la resolución. En su lugar, tomaron la salida de los cobardes. Abrieron la puerta a los criminales y colocaron las joyas en sus manos mientras usaban unos guantes blancos para no dejar rastro de sus huellas dactilares. La abstención fue en cierto sentido la extraña marca de su mala conciencia. Quisieron que algo sucediera mientras que mantenían la negación histórica sobre su implicación en ella.

En los ocho años de presidencia de Obama, la guerra estalló dos veces entre los palestinos y los israelíes, y casi estalló una tercera vez. En cada caso, la cuestión no era ni Cisjordania, ni Jerusalén Oriental, ni nada parecido. Las dos guerras y la cuasi tercera guerra ocurrieron en y alrededor de Gaza, de la cual Israel se retiró unilateralmente en el 2005, más de tres años antes de que Obama asumiera el poder. Las guerras fueron el resultado de las agresiones de la organización terrorista Hamas.

La idea de que los asentamientos y la presencia judía en Jerusalén Oriental son la principal barrera para la paz entre Israel y los palestinos demostró ser una mentira justo ante los ojos de Obama en 2009 y 2012 y 2014. Y no le importó verlo porque cegado por su antipatía deseó atribuir la responsabilidad a la parte israelí, cuando la honestidad le obligaría a encontrarla en su equivocada ideología izquierdista o dentro de su propia alma.

Israel ha sobrevivido a la horrenda bendición de la falsa amistad de Barack Obama.

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Los "moderados" que tanto ama Occidente, predicando "moderación", y el espionaje alemán "no tiene nada que ver con el ruso"


El presidente iraní, Rouhani, considerado por Occidente como un "moderado", les dice a los palestinos que una Intifada contra Israel es la "única solución".


Alemania ha espiado a los medias extranjeros (entre ellos la BBC, NYTimes, Reuters...), pero claro está Merkel no tiene nada que ver con Putin...

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El espejismo de la Solución de dos Estados - Joel Fishman - Mida



Desde hace algún tiempo, la consigna de la llamada "Solución de dos Estados" ha sido constantemente presentada en los medios de comunicación como un objetivo deseable, uno que Israel y los palestinos deberían implementar en el interés de la paz. Cada vez que alguien plantea esta idea, se da a entender que sería Israel quien debería hacer grandes sacrificios a cambio de un beneficio poco claro. Durante la administración Obama, el secretario de Estado John Kerry acusó con amargura al Gobierno de Israel de no estar comprometido con la "Solución de dos Estados", y hace unas semanas en Londres la primera ministra británica Theresa May declaró que favorecía la "Solución de dos Estados". Ella le preguntó al primer ministro Netanyahu si también estaba comprometido con esta fórmula, a lo que Netanyahu no respondió directamente declarando que Israel está comprometido con la paz.

Este lema o eslogan carece completamente de mérito. La OLP lo introdujo por primera vez como una estratagema, y ​​su verdadero propósito ha sido siempre ocultar sus verdaderos objetivos y los de su sucesor, la Autoridad Palestina. Quienes lanzaron la idea de la "Solución de dos Estados" pretenden que sea entendida de una manera diferente por los israelíes - sus víctimas potenciales - y los extraños bien intencionados que aparentemente desean una solución justa a esta guerra.

Durante la guerra de Vietnam, los vietnamitas del norte lanzaron originalmente la fórmula de "dos Estados" con el fin de ocultar su objetivo estratégico. Ellos adoptaron una estrategia de fases que, por prestar atención a las fases intermedias de su lucha, les permitiría alcanzar su objetivo mediante fases graduales. Su verdadero objetivo era que Vietnam del Norte conquistara el Vietnam del Sur, sin embargo hablaron de una "Solución de dos Estados", una táctica para disfrazar su propósito y objetivos, y de paso manipular a la opinión pública mundial. Al final, la comunista Vietnam del Norte sometió a la conquistada Vietnam del Sur, y en 1975 los últimos estadounidenses huyeron desde la azotea de su embajada en Saigón en helicóptero. Esta fue una gran derrota tanto de los vietnamitas del Sur como de los Estados Unidos de América.

Durante la década de 1970, Salah Khalaf, conocido como Abu Iyad, llevó a una delegación de la OLP a Hanoi para aprender de los norvietnamitas. Allí se encontraron con el legendario general Vo Nguyen Giap y demás asesores políticos que les entrenaron en una presentación inofensiva de sus objetivos y cambiar así su imagen de terroristas en la opinión pública mundial. Abu Iyad describió esta visita significativa en su libro, Mi Casa, Mi Tierra (qui publicó con Eric Rouleau en 1978). En dicho libro Abu Iyad contó que los norvietnamitas aconsejaron a los palestinos dedicar una gran atención a las etapas intermedias de su guerra y aceptar la necesidad de "sacrificios provisionales".

"Sin referirse explícitamente a Fatah o la OLP, los miembros del Politburó les proporcionaron una larga relación de las diferentes etapas de la lucha del pueblo vietnamita, explicándoles por qué habían tenido que resignarse a realizar diversas concesiones, a veces importantes, tales como aceptar una división del país en dos estados separados e independientes". Independientemente, en 1997 Yossef Bodansky, un analista de inteligencia, publicó más información sobre esta reunión. "Los norvietnamitas les sugirieron que aceptaran aparentemente la división de la tierra entre dos estados independientes, y que no hicieran hincapié en que esto era sólo una fase provisional para neutralizar a los oponentes de la OLP en Occidente".

Vivimos en un cultura de alta tecnología con mensajes de texto y audiovisuales, con una comunicación rápida y simple de mensajes de pocas palabras, y ese tipo de hábitos parece desalentar a la gente de un estudio minucioso de las experiencias pasadas. Con el fin de entender lo que está mal aquí, hay que recordar la historia de esta consigna, la cual fue diseñada desde el principio para ser una estafa. Comenzó como un instrumento de guerra política y su propósito nunca ha cambiado. Su potencia se ha mantenido porque la gente no conoce (o no desea reconocer) el pasado, de oro-haber-sido arrullados.

Al rastrear y documentar el origen del término, podemos saber con certeza que se trata de un fraude, y esto nos hace considerar que no sería bueno para Israel. Por la misma razón, ningún israelí que desea el bien para su país jamás debería abogar por la "Solución de dos Estados". Su programa no significa nada menos que el politicidio de Israel. La idea puede haber sido una moda durante la era de Oslo, pero sigue siendo necesario escuchar lo que el enemigo trata de ocultar y lo que significa ese politicidio.

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¿Estamos siendo estúpidos en lo referente al antisemitismo en los Estados Unidos? - Shmuel Rosner

Gráfico 1


Gráfico 2

1.- Les voy a enseñar algo bastante increíble, y por favor perdónenme por abrir un artículo con un gráfico. Sé que esto puede no ser la manera más atractiva. Aún así, tengan paciencia conmigo y echen un vistazo. En muchos de los estudios anuales de la opinión judía americana que han sido publicados en la última década y media, se le hizo una pregunta simple, casi exactamente de la misma manera: ¿Es el antisemitismo actualmente un problema en los Estados Unidos?

Bien, ¿verdad?

En la mayoría de las encuestas, los judíos americanos tenían tres opciones para elegir: sí, es un problema muy grave; sí, existe cierto problema; y no, no es un problema en absoluto. En general, la mayoría de ellos respondieron que sí, que exista algo de antisemitismo, ya que sigue siendo una constante en los EEUU. Haciendo un muestreo estas encuestas y haciendo una gráfica de ellos, uno puede ver fácilmente que la "categoría de existe algo de antisemitismo" es la mayoritaria. El problema del antisemitismo no es lo suficientemente grave como para merecer ser denominado "grave", y no es lo suficientemente insignificante para ser tratada como "no, no es un problema en absoluto" (Gráfico 1)

Y esto es lo que ocurre cuando dividimos los judíos en sólo dos grupos: los que piensan que hay un problema - grande o pequeño - y los que creen que no hay problema, es decir, los que respondieron a la pregunta diciendo "no, no es un problema en absoluto". (Gráfico 2)

¿Ven a dónde va esto? En la última década y media, la tendencia creciente entre los judíos era estar convencidos de que el antisemitismo en América era un problema resuelto, inexistente. En 2016, una cuarta parte de todos los judíos estadounidenses respondieron a la encuesta diciendo que no hay tal problema. Esto es más de un 20% por encima de los números de la década de 2000.

Así que ahora tenemos que asumir una de dos cosas: o bien los judíos fueron engañados gradualmente en la creencia de que el antisemitismo estaba disminuyendo rápidamente cuando no era cierto - silenciado podría ser, pero no ausente -, o bien debemos suponer que en verdad fue disminuyendo hasta que alguna fuerza siniestra lo trajo de nuevo.

2.- ¿Nos engañábamos pensando que el antisemitismo era un vestigio del pasado que ya no pertenecía a la actualidad estadounidense? Miremos otro interesante estudio en busca de pistas: el famoso retrato de los judíos estadounidenses por el Centro de Investigación Pew. Una cosa interesante sucede en cuanto se busca el antisemitismo en esta encuesta: no se localiza. Ni una sola mención del antisemitismo en América, ni una sola pregunta sobre el antisemitismo en América. Eso nos dice que cuando la buena gente del PEW se esforzó por pintar el retrato de los judíos estadounidenses hace cuatro años, suponían que ninguna mención de los temores antisemitas era necesaria. De hecho, la única vez que el antisemitismo se mencionó en el informe PEW es cuando se preguntaba a los judíos estadounidenses si el antisemitismo era una gran amenaza para Israel.

También han existido estudios que abordaron los incidentes antisemitas en los últimos años, especialmente en los campus universitarios. En la mayoría de estos estudios, los supuestos y las conclusiones apuntaban en una dirección: Israel como la mecha de los incidentes antisemitas. "La conexión con Israel es el indicador más fuerte de percibir un ambiente hostil hacia Israel y los judíos en el campus y, en menor medida, de las experiencias personales de acoso verbal antisemita", concluyó un estudio publicado por el Centro de Cohen de la Universidad de Brandeis.

Los judíos podrían sentirse seguros en los Estados Unidos, a excepción de que Israel hiciera las cosas difíciles.

3.- Nosotros todavía no sabemos por qué hay un repunte repentino en los incidentes antisemitas. Argumentar que tiene algo que ver con Israel no parece ser la mejor opción. No hay tal indicación. Pero esto plantea la siguiente pregunta: ¿Nos hemos equivocado (los judíos) al suponer - como grupo - que el antisemitismo está en declive? ¿Demostramos - como grupo - una tendencia equivocada de ignorar la realidad que nos rodea?

Tres opciones surgen como una posible respuesta.
a) Estábamos en lo cierto. El antisemitismo no es un problema "grave" en los Estados Unidos. La actual ola de incidentes es sólo ruido producido por un grupo muy pequeño de intolerantes e idiotas, y pronto pasará. Hablé esta mañana con el ex ministro de Israel, Moshe Arens, uno de los más prominentes israelíes nacidos en los Estados Unidos, y me dijo sin rodeos: "Cuando veamos un aumento en la aliya - inmigración de los judíos a Israel - entonces sabremos que es grave". Ya que nadie prevé actualmente una ola de inmigración judía de América a Israel, nadie debe asumir que el problema sea muy serio. 
b) Estábamos en lo cierto, pero entonces sucedió algo. El antisemitismo estaba en declive, y los judíos tendrían  derecho a reclamar, en número creciente, que ya no era un problema, y sin duda un problema "grave". Ahora bien, la marea ha cambiado de repente. Tal vez por Donald Trump - como muchos judíos parecen creer (con pruebas cuestionables para probarlo) -. Tal vez debido a otras razones (culpar a Israel se está poniendo de moda otra vez -, si no vean esos artículos que traen de vuelta los temas más antiguos de la historia de antisionismo). 
c) Estábamos simplemente equivocados. Estábamos locos. El antisemitismo es todavía una fuerza con la que lidiar en América. Por supuesto, la sociedad americana no es antisemita. Es pro-judía. Pero hay más elementos marginales en la sociedad que siguen albergando un odio secular a los judíos, nutriendo ese odio, y a la espera de una oportunidad de llevar nuevamente esas tendencias antisemitas a la corriente principal. En esta narración, los judíos en las últimas décadas han sido ciegos a corrientes sociales que no debieran haber ignorados. Tal vez por eso muchos de ellos ven a Trump como sospechoso, debido a que su ceguera ante la sorprendente subida al poder de Trump es reminiscente a su ceguera ante la posibilidad de un sorprendente incremento del antisemitismo.
4.- Es necesario que haya más calma en la discusión sobre el antisemitismo. Es decir, debido a que las ondas de antisemitismo se alimentan de la histeria y se beneficia de ella. Ondas como ésta - como las olas de terrorismo y las ondas de ataques suicidas - tienden a producir un encendido automático. Cuanto más hablamos de una oleada de personas que cometen suicidio, las personas son más propensas a suicidarse. Cuanto más hablamos de una oleada de amenazas a centros judíos, ciertas personas son más propensas a coger el teléfono y hacer este tipo de amenazas. Se trata realmente de la cosa más fácil de hacer.

Por supuesto, esto no quiere decir que los judíos de América, y de otras partes, deban ignorar la amenaza o descartarla por completo. Pero sí quiere decir que, por ahora, sería más prudente reducir el nivel de la hipérbole y tratarlo con más calma. Y esto también significa que hacer del antisemitismo un punto focal de una batalla política contra el presidente Trump es simplemente imprudente.

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¿Por qué en su momento nadie criticó a Obama por el antisemitismo de la izquierda?



Los que acusan al actual presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, de abastecer de combustible a la derecha antisemita debería recordar que nadie ha acusado a su predecesor, Barack Obama, de estimular el antisemitismo de la izquierda, comentó el viceministro de Diplomacia Pública y diputado Michael Oren.

Oren, el ex embajador israelí en Washington, también defendió la negativa del primer ministro Benjamin Netanyahu a hablar acerca de la declaración de la Casa Blanca el Día de la Memoria del Holocaustal, cuando no se mencionó al pueblo judío, diciendo que el primer ministro está participando en la formulación de políticas "responsables".

"Demasiado énfasis se pone en lo que dice la gente, no en lo que la gente hace. La cuestión no es lo que se dice, sino lo que se está haciendo", dijo Oren al The Times de Israel. "Sí, existe un incremento en el antisemitismo, pero la conversación al respecto no va en la dirección correcta".

En sus reuniones con delegaciones del Congreso de ambos partidos, dijo Oren, a menudo se le dijo que es menos importante que los crímenes de odio están condenados y más importante que se detengan. "La pregunta es ¿qué se hace de forma operativa para combatirlo y prevenirlo".

En las últimas semanas, en medio de un aumento de los ataques antisemitas, incluyendo falsas amenazas de bomba a docenas de instituciones judías, varios líderes judíos de los Estados Unidos responsabilizaron a la nueva administración Trump de aparentemente no denunciar con la suficiente fuerza el creciente antisemitismo. Trump le gritó a un periodista judío ortodoxo que intentó preguntarle sobre el repunte antisemita que "yo soy la persona menos antisemita".

El miércoles, por vez primera, Trump condenó específicamente los crímenes de odio antisemitas, como la  profanación de 170 lápidas de un cementerio judío de St. Louis. El vicepresidente Mike Pence hizo una visita de solidaridad al lugar del vandalismo, y ayudó activamente en el esfuerzo de restauración.

Netanyahu, hablando en una sinagoga en Sydney, alabó a Trump por tomar una "posición firme contra el antisemitismo". En una conferencia de prensa conjunta con Trump a principios de este mes, Netanyahu había proclamado que "no hay mayor defensor de los judíos y del Estado judío "que el presidente Trump".

Oren, quien fue un destacado historiador de la historia de los Estados Unidos e Israel antes de entrar en la diplomacia y en la política, no negó que el antisemitismo es una preocupación creciente en los EEUU, pero señaló que no era en absoluto un fenómeno nuevo.

"Es evidente que hay un problema con el antisemitismo y hay que tomarlo en serio", dijo Oren, un miembro del partido centrista Kulanu. "Pero tambíen existe el antisemitismo de la izquierda, y nadie culpó a Obama de ello. Durante mi estancia en Washington [como embajador de Israel], nunca encontré este incremento del antisemitismo de la derecha, pero sí experimenté una gran cantidad de antisemitismo desde la izquierda, sobre todo en los campus. Pregunten a los estudiantes judíos en América si temen al antisemitismo en los campus. Claro que lo temen, pero no tanto el de la derecha como el de la izquierda".

"Al igual que Obama no debería ser culpado por esos incidentes,  no se debería culpar a Trump por la actual ola de ataques aparentemente inspirados por ideologías de derecha".

El antisemitismo no es nuevo en América, comentó el nativo de Nueva Jersey, citando incidentes de su juventud. "Hay muchos precedentes. El antisemitismo era un hecho de la vida cuando crecí. Me encontré con él todo el tiempo: las ventanas rotas, continuas peleas todo el tiempo. Había cupos [para los judíos] en las universidades de la Ivy League".

La clave para enfrentar el actual antisemitismo reside en la policía local, argumentando a favor de un mayor esfuerzo para localizar a las personas que realizan amenazas de bomba a centros judíos y donde el FBI debería utilizar más gente en la lucha contra este fenómeno.

Oren, quien fue embajador en los EEUU entre 2009 y 2013, se negó a comentar sobre el silencio de Netanyahu sobre el incremento del antisemitismo en América y sobre la declaración del Día del Holocausto. El primer ministro se negó a comentar el hecho de que la declaración de la Casa Blanca omitía cualquier mención del genocidio contra los judíos, y posteriormente comentó que ciertas protestas de la comunidad judía-estadounidense sobre el asunto estaban "fuera de lugar".

Oren comentó que la negativa de Netanyahu a comentar la controvertida declaración del Día del Holocausto "fue política responsable y lúcida", centrándose en el cuadro más grande.

También recordó que Obama, al comienzo de su primer mandato, indicó que Israel fue creado a causa del Holocausto. "Fue fue una demostración de una narrativa problemática, ya que básicamente Obama estaba negando la historia judía. Pero no hicimos una gran cosa al respecto. Era una nueva administración y teníamos cosas más importantes que discutir".

"A Obama le llevó varios años antes de aclarar las cosas públicamente, cuando en un discurso ante la ONU habló de las milenarias raíces judías en la Tierra de Israel. Vamos a darle la misma oportunidad a Trump [de corregir errores] y no saltar por cada pequeña cosa que dice".

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El antisemitismo, para cierta izquierda judía americana, es completamente ajeno al terrorismo palestino


Una mujer árabe "palestina", Rasmieh Odeh, que participó en el asesinato de dos estudiantes judíos de la Universidad Hebrea de Jerusalén, ha encontrado nuevos aliados para ayudarla a establecerse en los Estados Unidos, el grupo de judíos de extrema izquierda "Jewish Voice for Peace".

La administración Obama trató de deportarla por mentir sobre su pasado terrorista, pero jugando con el sistema legal de Estados Unidos y gracias a sus amistades dentro de las organizaciones musulmanas americanas y la extrema izquierda, su deportación se detuvo.

Todo comenzó en febrero de 1969, cuando Odeh, de 20 años de edad, y miembro del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), arrojó una bomba en un supermercado de Jerusalén. Dos estudiantes de la Universidad Hebrea que estaban de compras en la tienda, Edward Jaffe y León Kanner, murieron a causa del ataque.

Odeh y su cómplice fueron detenidos poco después y no pasó mucho tiempo para que las autoridades reconstruyeran un caso hermético. Materiales para fabricar bombas, incluidos los explosivos, fueron encontrados en la casa de Odeh. Ella confesó su participación en el atentado el día de su detención, proporcionado detalles de la operación, e incluso realizando una reconstrucción en vídeo donde explicaba cómo puso las bombas. Sus cómplices también confesaron y admitieron su participación en el ataque terrorista. (Más tarde, en un documental, uno de ellos afirmó que Odeh fue la autora intelectual del ataque).

Como era de esperar, Odeh fue declarada culpable de ambos asesinatos. También fue condenada por pertenencia a una organización terrorista, el FPLP. Condenada a cadena perpetua, fue liberada en 1980 como parte de un intercambio de prisioneros.

En 1995 se trasladó a los Estados Unidos de manera fraudulenta y luego, en 2004, recibió la ciudadanía estadounidense. En 2013, las autoridades federales de inmigración revisaron la historia de Odeh y los formularios completados en el momento de su solicitud de ciudadanía. Fue ahí cuando se dieron cuenta que había mentido en sus respuestas, y la administración Obama la acusó de fraude en el proceso de inmigración.

A continuación, Odeh fue condenada por un tribunal estadounidense que ordenó su expulsión a Jordania. Sin embargo, gracias a las organizaciones arabo-musulmanas americanas de Chicago, donde vive, y tras alegar sus abogados que la terrorista había comprendido mal las preguntas del formulario, y anteriormente afirmar que "había mentido porque había sufrido abusos y tenía un trastorno de estrés postraumático después de permanecer en una prisión israelí", de la que fue liberada en 1980, su caso será revisado en un nuevo juicio en mayo del 2017.

Sin embargo sus abogados de la organización arabo-musulmanas no pudieron explicar las bombas encontradas en el apartamento de Odeh y las declaraciones de sus cómplices, así como su indiscutible participación en un grupo terrorista.

Por lo tanto, Odeh ha buscado a otros aliados. Y encontró a una parte de la comunidad judía. El JVP (Jewish Voice for Peace), una organización de extrema izquierda, dio a conocer que Odeh participará en su conferencia nacional en Chicago a finales de marzo.

El JVP fue fundada por tres estudiantes universitarios en la Universidad de California, Berkeley. Es irónico que una organización judía fundada por estudiantes universitarios judíos adopte a alguien que mató a dos estudiantes judíos. Aunque con tal de que no mate a miembros del JVP, la considerarán una aliada para sus objetivos

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Para los medias occidentales el antisemitismo es solamente cosa de los partidarios de Trump





El martes por la noche, en Bondy, Francia, dos hermanos fueron secuestrados y golpeados por varios hombres de aspecto de magrebí

Los hermanos que llevaban kipá, y cuyo padre es un líder judío en Bondy, se vieron obligados a detenerse en una calle lateral cuando conducían obligados por otro vehículo. Mientras su vehículo estaba en movimiento, el conductor y un pasajero desde otro coche les gritaron consignas antisemitas a los hermanos que incluían "Sucios judíos, vais a morir", comentó el padre en base a la denuncia presentada por sus hijos.

Las maniobras del otro vehículo obligaron a los hermanos a detener su coche, y entonces fueron rodeados por varios hombres a los que describen como teniendo apariencia de ser del Magreb. Otros hombres del mismo aspecto salieron de un café donde fumaban pipas de agua en una calle lateral y se unieron a los que había provocado la detención del coche, según el informe de caso publicado por JSSNews y BNCVA (Oficina Nacional de Vigilancia Contra el Antisemitismo).

Los presuntos agresores rodearon a los hermanos y a continuación les dieron patadas y puñetazos mientras les amenazaban de que serían asesinados si se movían. Uno de los presuntos atacantes cortó el dedo de uno de los hermanos.

Los hermanos fueron hospitalizados en lo que fue descrito como un estado de shock tras el incidente de la noche del martes en Bondy. Un informe del caso publicado el jueves por el BNVCA, sobre la base de la denuncia policial presentada por las presuntas víctimas, no especificó su estado de salud.

En el momentos, las únicas web de noticias que informaron de estos hechos son judíos e israelíes: Arutz 7, JTA, Times de Israel, Israel Hayom y i24news, siendo el primer informe de hace 20 horas.

Ahora imaginemos por un segundo si a un palestino se le dañara el oído debido a que un judío estornudó en voz demasiado alta. Les aseguro tras haber dado un vistazo a Google Noticias que produciría muchos más resultados que el ataque antisemita en París.

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Monday, February 20, 2017

La horrible visión de un único Estado - Ben-Dror Yemini - Ynet



Supongamos, y debemos asumir, que entre las dos opciones presentadas por el Estado el presidente estadounidense Donald Trump - un estado o dos estados -, Israel elige la primera opción. No tendría una mayoría entre la gente, pero sin duda tendría una mayoría en la coalición de gobierno. El propio presidente Reuven Rivlin ha presentado esta opción con todo su esplendor: un único estado, con plena igualdad de derechos civiles para todos.

Estoy escribiendo desde los Estados Unidos. Aquí y allá, me encuentro con partidarios del BDS, judíos y no judíos, entre ellos activistas de Voces Judías por la Paz (JVP), el órgano más antisionista en los campus.

Con algunos de ellos, increíblemente, aún es posible hablar. Y esto es exactamente lo que ellos están demandando: Un estado, con plena igualdad de derechos civiles para todos.

La gente de la derecha me escribe de vez en cuando, algunos con rabia, preguntándome cómo una persona como yo, que lucha contra la industria de la mentira, no sea capaz de ver la luz oculta en su solución. Esa es una pregunta extraña. Debido a que precisamente una persona como yo, que lucha contra las mentiras que tratan de convertir a Israel en un monstruo, que niegan el derecho de los judíos israelíes a un estado soberano, está en contra de la "solución" que esas mentiras están ofreciendo, en otras palabras, un único estado.

Así pues, ¿por qué demonios debería oponerme a una solución cuando la defienden los antisionistas y en cambio soportarla cuando se trata de la derecha?

Los activistas de la derecha tienen razón cuando argumentan que un estado palestino, si es que alguna vez es creado - y los palestinos no quieren que sea establecido -  será un estado de Hamas, y/o un estado de terror, y/o un estado que servirá de base para los cohetes y la yihad contra Israel, además de otras calamidades. Las predicciones de la derecha, es cierto, tienen una tendencia desconcertante para realizarse. ¿Pero eso basta para optar por un único estado?

Los palestinos dicen estar listos para un acuerdo de dos estados, pero no para un acuerdos de dos estados para dos pueblos. Ellos quieren convertir a Israel en otro estado palestino a través del "derecho de retorno". Por eso debemos prestar atención a que, aquí y allá, algunos de los líderes de los estados árabes han aceptado la fórmula de dos estados para dos pueblo.

Puede haber sucedido en la última iniciativa regional, en el contexto de la reunión del primer ministro Benjamin Netanyahu con el ex secretario de Estado estadounidense John Kerry, el rey jordano Abdullah y el presidente egipcio, Abdel Fattah al-Sisi, tal como informó el Haaretz este domingo.

Tal disposición árabe también existía después de la propuesta del ex presidente estadounidense Bill Clinton en 2000. Pero incluso entonces, y a pesar de la supuesta presión árabe, los palestinos persistieron en su negativa. Si Netanyahu rechazó realmente la propuesta regional de Kerry, fue una locura, ya que aunque la líder del Meretz Zehava Gal-On les propusiera esta fórmula, los palestinos dirían que no.

Pero la derecha israelí insiste en que se retrate a Israel como la parte que rechaza ese tipo de acuerdo y a los palestinos como a esas pobres víctimas que están siendo despojadas de todas las posibilidades de un futuro mejor. Están insistiendo en la adopción de una política que alimenta la industria de la justificación del terror palestino. Se insiste en la promulgación de leyes con cero beneficios y un daño sin fin. ¿Por qué? Esto es lo que los judíos americanos pro-Israel me preguntan acerca de la reciente Ley de Regulación . ¿Por qué?

El hecho de que no haya ninguna posibilidad de llegar a un acuerdo en un futuro previsible con los palestinos, no conduce a la conclusión de que no hay nada que hacer. En primer lugar, la aceptación pública y proclamada por Israel de un acuerdo de dos estados para dos pueblos forma parte de la solución. Si estuviera claro que esta es la postura de Israel, su situación mejoraría. Pero no está claro. Parte de la derecha, después de todo, está insistiendo en una opción opuesta.

Incluso sin un acuerdo, Israel puede tomar medidas unilaterales que incluirían tanto el mayor control posible de la seguridad como unas claras características de separación demográfica, y una transferencia de autoridad a la Autoridad Palestina. No es sencillo. Hay lugares, como Hebrón, donde un acuerdo de este tipo encontrará innumerables dificultades. Sin embargo, hay situaciones en las que no existe una solución deseable y la dirección menos negativa debe ser adoptada.

El mayor desastre podría ocurrir si Trump anima a la derecha dura israelí, o le permite seguir marchando hacia un estado. El resultado será el logro de la visión del BDS. Y esta visión antisionista debe evitarse.

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Sunday, February 19, 2017

Las explicaciones de la izquierda liberal judía: Lo sentimos Israel, los judíos de los Estados Unidos simplemente no se parecen a ustedes - Alon Pinkas - Times of Israel



¿Realmente los judíos de América se preocupan por Israel? ¿Siempre? ¿Israel forma parte de su "identidad judía"? ¿Israel es una causa unificadora o un tema que divide a los judíos de América?

Hay una premisa falsa y engañosa, adoptada convenientemente por la mayoría de los israelíes y por algunos miembros de la comunidad judía estadounidense según la cual los judíos de América se despiertan por la mañana, pasan su jornada laboral y se van a dormir por la noche pensando en Israel y en lo que han hecho hoy por Israel. Ese nunca fue el caso.

Es tranquilizador ciertamente que una mayoría significativa (el 70%) de los judíos de América se sientan "muy" o "bastante" unidos a Israel, como reseñó el estudio del Pew Research de 2013: "Un retrato de los judíos estadounidenses: Una visión general".

Sin embargo, la trayectoria y las tendencias son preocupantes. Un gran grieta tectónica se está formando y mientras Israel sigue siendo un tema central - ya sea como unificación o controversia - para los judíos de América, la evidencia apunta hacia una disociación.

Los judíos de América están en medio de "Una historia de amor menguante" con Israel, tal como expresó Steven Rosenthal, y están experimentando un "Problema en la tribu", como señala el título del nuevo libro de Dov Waxman.

Tomamos la afinidad de los judíos americanos, y su apoyo a Israel, como una ley inmutable de la historia judía moderna. No es cierto, ni ha sido siempre así.

Antes de 1948, los judíos de América se encontraban en una situación única, a menudo extraña, ya que eran el único grupo étnico-religioso en los Estados Unidos sin "patria", sin ningún viejo país al que añorar e idealizar al igual que los otros grupos de inmigrantes. Esta característica, combinada con el Holocausto, es de enorme importancia en la comprensión de la evolución de la percepción judía americana de las relaciones con Israel.

La mayoría de los judíos de América, antes de 1948, eran por lo general indiferentes o abiertamente hostiles al sionismo. Llegaron a los Estados Unidos para convertirse en estadounidenses. Su identidad étnico-religiosa fue formada y moldeada por la vida estadounidense, por las circunstancias americanas y por la cultura estadounidense. Deseaban tener éxito y fundirse en el crisol americano, no luchar por la independencia y la soberanía judía en una antigua tierra estéril rodeada de 120 millones de árabes.

Israel sigue siendo un tema omnipresente en la vida judía americana, pero un cambio generacional está tomando forma, e Israel está perdiendo cada vez más un papel central en la mente de los judíos de América de menos de cincuenta años. No sólo el sionismo e Israel no forman parte de la identidad judía americana, de la autoimagen judía americana, sino que además su enfoque cosmopolita y su sistemas de valores éticos y morales progresistas se desarrollaron con anterioridad al establecimiento de Israel.

Por otra parte, el desarrollo cultural, la socialización, la asimilación y la mezcla en la sociedad y la cultura estadounidenses son atributos distintivos de los judíos estadounidenses y unas cualidades que no tienen nada que ver con Israel, que tampoco fue una idea después de 1948. La mayor parte de los judíos de América no fueron receptivos al sionismo, y solo de mala gana abrazaron a Israel como una "Patria original", uno que nunca visitaban.

Luego vino 1967 y la Guerra de los Seis Días.

1967 transformó a Israel en casi una religión civil, un "sucedáneo de religión". Una victoria militar sorprendente después de una percibida amenaza existencial creó un Israel diferente en las mentes y en los corazones judíos estadounidenses. Abarcaba a todo el establishment  judío: organizaciones, federaciones, grupos, sinagogas de todas las denominaciones judías.

Lo que finalmente llevó a la aparición de un lema: Somos Uno. Aunque se usa como un argumento y una herramienta para el reclutamiento para la acción, como solicitar contribuciones y compromiso con las organizaciones y proyectos, también tuvo una importante consecuencia: convertir a Israel en la principal causa unificadora, y en casi la razón de ser de las organizaciones y sus respectivas actividades.

Al mismo tiempo, los EEUU e Israel forjaron una alianza política y militar que, emanada de las consideraciones de la Guerra Fría, se consolidó y se caracterizó como una relación especial y única basada gradualmente  en su valor. Esto hizo de Israel un elemento aún más importante en la identidad judía y en la política.

Esta historia de amor duró dos o tres décadas, pero una serie de acontecimientos y desarrollos afectaron los contornos y la esencia de la relación. La controversia "¿Quién es judío", el caso Pollard en 1985, el asesinato de Rabin en 1995, el callejón sin salida palestino-israelí y la aparición de una generación más joven, urbana, liberal y escéptica, todos ellos tuvieron su peaje.

Israel ya no era el folleto brillante que sus padres les mostraron, y se hizo cada vez más incompatible con el sistema de valores liberal-sionista tradicional.

Dos cuestiones importantes precipitaron el cambio gradual: El intratable conflicto palestino-israelí y la realidad de décadas de ocupación israelí, junto con la despectiva, desconsiderada y por momentos arrogante actitud israelí con los judíos de la Reforma y del movimiento conservador, que comprende el 80% de la comunidad judía americana.

En lo político, Israel no está entre los cinco primeros temas que influyen en los patrones de voto de los judíos estadounidenses en las elecciones estadounidenses, como numerosos estudios indican. La relación entre Israel y las actividades, organizaciones, proyectos y manifestaciones de los pro-Israel proliferaron, pero los judíos americanos tienden a no colocar a Israel en un lugar destacado a la hora de cómo votan.

Sus preocupaciones son autóctonas y su participación activa en la política estadounidense no es - en general - motivada por causas impulsadas por Israel.

Los judíos israelíes no entienden ni respetan plenamente la proclividad natural de los judíos americanos a la diversidad religiosa, el liberalismo y la inclusión. Los judíos de América tampoco son plenamente conscientes de las inseguridades, ansiedades y mentalidad de asedio que sienten los israelíes. No son capaces de conciliar el inmenso poder y el éxito de Israel con los temores de Israel.

Sin embargo, a pesar de las lagunas y el distanciamiento, Israel sigue siendo la mejor, tal vez la única, esperanza de una duradera identidad judía americana que no sea exclusivamente religiosa.

Israel es a la vez unificador y divisorio, pero seguirá siendo necesario siempre y cuando se prosiga el diálogo. Si existirá un diálogo serio es otra cuestión.


PD: [N.P.] Tras tanto reseñar y alabar la "independencia de los judíos americanos" con respecto a Israel, una de las frases finales deja en evidencia la fragilidad y falta de sustancia de tal independencia "judía": 
"Israel sigue siendo la mejor, tal vez la única, esperanza de una duradera identidad judía americana que no sea exclusivamente religiosa".
Menudo panorama para el futuro del judaísmo no ortodoxo en los EEUU.

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Gran artículo: Trump mató la teología de los dos estados. Y eso al menos es bueno - Shmuel Rosner


1.- Las personas que apoyan de la solución de dos estados tienden a olvidar que no hay nada sagrado en ella. Es, tal como afirman, una "solución". Es decir: un medio para un fin.

¿Cuál es el fin? Que los israelíes y palestinos vivan en paz donde ambos se sientan como en casa. O más exactamente: para Israel que los israelíes vivan en paz donde se sientan como en casa, y para Palestina que los palestinos vivan en paz donde se sientan como en casa. ¿Cuál es el fin del juego para los Estados Unidos? Tener el conflicto palestino-israelí resuelto de una manera que ponga fin a esta distracción.

Es importante recordar que Israel no tiene un interés especial en un Estado palestino. El interés de Israel es tener un Estado judío seguro, próspero y culturalmente coherente. Un Estado palestino es sólo una manera para algunos israelíes de lograr ese objetivo. Pero si un Estado palestino no es el mejor camino para que Israel logre ese objetivo, Israel podría abandonar la solución de dos estados sin mucha fanfarria.

También es importante recordar que los EEUU no tienen un interés especial en un Estado palestino. El interés de los Estados Unidos es conseguir que el "conflicto" salga de la agenda tanto como sea posible. Si un Estado palestino no es la mejor manera para que los EEUU logren este objetivo, entonces podría abandonar la solución de dos estados sin muchos problemas.

Esto es esencialmente lo que dijo el presidente Donald Trump. ¿Un Estado, dos estados, por qué iba a importarle uno más que otro? Si las dos partes están contentas con otra solución, no hay razón para que los EEUU se obstinen en la solución de dos estados como si esta fuera una especie de sagrada teología. No hay razón para que nadie se queje de la negativa de Trump en obstinarse en una cierta solución. De hecho, todos los partidarios de la paz deberían estar encantados con el reconocimiento de Trump del hecho de que el mantra de la solución de dos estados ha convertido esta idea de "una solución en busca de un objetivo en un obstáculo".

2.- Matar la solución de dos estados como la única idea que debiera estar sobre la mesa es fácil. Encontrar una alternativa es difícil. Es especialmente difícil si se tiene en cuenta el objetivo que Trump tiene en cuenta:

Estoy mirando a dos estados y un solo estado, y me gustaría lo que ambas partes quieran. Estaría muy feliz con lo que ambas partes quieran. Puedo vivir con cualquiera de las soluciones.

Lo que ambas partes quieran. He aquí la parte difícil. Usted puede tener una solución de dos estados que algún pueblo quiera. Usted puede tener una solución de un estado que algún pueblo quiera. Sin embargo, tener una solución para ambas partes parece inalcanzable por el momento. Por lo tanto, lo que Trump estaba proponiendo ayer no tiene sentido. Si él está interesado en la intermediación de la paz entre Israel y sus vecinos árabes, como él dice, el camino a seguir está claro hasta cierto punto: él podrá ver lo que las partes dicen que quieren. A continuación, se dará cuenta de que no hay tal cosa como "lo que ambas partes quieren". Entonces tendrá que reconsiderar su posición.

Podría decir: Esto no es para mí. No estoy listo para empujar a estos dos pueblos hacia algo mientras ellos no quieren.

Pero también: Tengo que llegar a una cierta solución que creo que es la mejor para las dos partes porque nunca serán capaces de ponerse de acuerdo en nada por su propia cuenta.

¿Por qué va a optar Trump? No había nada en su actuación que lo aclare. Depende de muchas variables, la mayoría de los cuales se refieren a materias que no tienen nada que ver con Israel o Palestina. Tienen que ver con la agenda general de Trump y la energía que quiera dedicar a hacer frente a lo difícil que será alcanzar la paz en el Oriente Medio.

3.- Esta mañana oí a los líderes de la derecha israelí y parecían acostumbrados a la idea de que Israel va a frenar la construcción de asentamientos en Cisjordania. Parece que se van acostumbrando a ella sin muchas protestas, que se van acostumbrando sin darse cuenta de que consiguieron muy poco a cambio de un congelamiento parcial. Trump debería agradecer a su predecesor, el presidente Obama, por ponerle las cosas tan fáciles con respecto a la derecha israelí. La empatía, con Obama, fue tan baja, que incluso un presidente que sin ceremonias pide un congelamiento parcial de los asentamientos es aceptado con alegría.

4.- Los judíos críticos con la política de Israel - y que también son críticos judíos del nuevo presidente de los Estados Unidos - no deberían confundirse: es bueno para Israel llevarse bien con el presidente de los Estados Unidos. Es bueno para Israel tener buenas relaciones con la Casa Blanca y ser capaces de coordinar sus políticas con una administración comprensiva. Tal como se vio durante los ocho años de polémicas relaciones entre Israel y la administración Obama, ese tipo de relaciones basadas en un "amor crítico" no hacen más seguro a Israel y no hacen la paz más factible. Así que tal vez dar a Trump y Netanyahu cierta holgura y dejar que tengan un enfoque diferente sería prudente.

Y por cierto:

Tal vez es hora de detener la histeria inútil (y politizada) en relación a los EEUU e Israel: Gallup acaba de publicar los resultados de su encuesta, y muestran que el apoyo a Israel en los EEUU es más fuerte que nunca.

Tal vez es hora de detener la histeria inútil (y politizada) con relación a los EEUU y el antisemitismo: la encuesta del PEW acaba de publicar que los judíos de América son muy queridos.

5.- Unas pocas palabras sobre el nombramiento de David Friedman como embajador en Israel:
1. Un embajador debe reflejar y comunicar la política de una determinada administración. Esperar que Trump nombre a un embajador con el enfoque de Obama es poco realista y prudente. Eso haría que el embajador fuera ineficaz. 
2. Un embajador no hace o deshace la política de los Estados Unidos. Friedman no va a hacer la paz más o menos probable. 
3. De hecho, Friedman podría ser eficaz en una manera similar a la de Trump ayer: los israelíes van a confiar en sus buenas intenciones y por lo tanto serán más receptivos cuando él exprese ciertas críticas o realiza ciertas demandas en nombre de la administración. 
4. He oído que algunos ex embajadores americanos en Israel argumentan que Friedman "no está calificado" para ser embajador porque tiene "posiciones extremas, radicales". Pero uno debe preguntarse: ¿radical comparado con quién? Muchos israelíes consideran los puntos de vista de algunos de estos ex embajadores - Dan Kurtzer es un primer ejemplo - como mucho más radicales que los de Friedman. De hecho, un buen número de estadounidenses - muchos de los cuales son "tibios" (definición de Gallup) sobre un Estado palestino - podrían encontrar los puntos de vista de los ex embajadores como más radicales que los de Friedman. 
5. La lucha contra Friedman se parece mucho a la lucha contra Trump: Los que no aceptan la realidad de Trump tampoco desean aceptar la realidad de Friedman. En otras palabras: no se trata de las calificaciones de Friedman, se trata de las calificaciones del jefe. Y es algo equivocado: debido a que ningún embajador - ni siquiera el más aceptable para gente como J Street, los cinco ex embajadores o el Haaretz - va a salvar a los Estados Unidos e Israel de Trump.

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El informe sobre la guerra de Gaza eludirá la cuestión principal: ¿Israel puede derrotar a Hamás y/o Hezbolá? - Amos Harel - Haaretz



Se espera que el informe del interventor del estado Joseph Shapira sobre los fracasos del gobierno durante la guerra de Gaza de 2014 sea liberado (y no la promesa de hacerlo) al final de este mes, una vez que el primer ministro Benjamin Netanyahu termine su última ronda de viajes.

El informe debería poseer sin lugar a dudas un gran interés sobre tres aspectos principales del conflicto: el defectuoso funcionamiento del gabinete de seguridad durante los combates, la falta de preparación de funcionarios y militares de defensa con relación a los túneles de Gaza de Hamas, y las lagunas de la inteligencia con respecto a la amenaza global desde la Franja.

Muchos borradores del informe ya han sido provistos a los funcionarios mencionados en el documento, seguidos de filtraciones ante los medios de comunicación. En el aspecto político, el informe proporcionará más municiones para la batalla interna dentro de la derecha entre el Likud y Habait Hayehudi (Hogar Judío), dada la posibilidad de que la coalición de gobierno pudiera colapsar debido a las investigaciones de la policía sobre las sospechas de corrupción con respecto a Netanyahu.

Sin embargo, el informe no discutirá, y Shapira nunca tuvo la intención de que se discutiera, la cuestión central que debería interesar a los israelíes: si se espera más conflictos en el futuro con grupos extremistas disparando cohetes contra los civiles israelíes de sus propias zonas civiles, y si Israel puede poner fin a un conflicto de este tipo en beneficio propio.

Para sus propios fines políticos, el ministro de Defensa Avigdor Lieberman y el ministro de Educación Naftali Bennett, están haciendo hincapié en sus demandas de que la próxima campaña béñoca debe conllevar una victoria decisiva sobre Hamas y Hezbolá. Pero es mejor reconocer la realidad sin ser dirigidos por ese tipo de conclusiones, e inclusive no hablar de lo que constituye una victoria decisiva sobre unas organizaciones militares que no constituyen un país. Y es que la realidad es la siguiente: desde hace más de una década (y algunos dicen muchas décadas), las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) no han sido capaces de poner fin a una operación de este tipo con una victoria clara y decisiva.

La segunda Intifada terminó en algún lugar del verano de 2005 con Israel bloqueando la campaña de atentados suicidas dirigidas por Hamas, Fatah y la Yihad Islámica. Esta batalla costó muy cara a los israelíes -  más de 1.000 israelíes asesinados - y amplió la división política sobre el futuro de Cisjordania y la Franja de Gaza. También llevó al entonces primer ministro Ariel Sharon a evacuar, bajo la presión internacional y los ataques terroristas, todos los asentamientos en Gaza y unos pocos en el norte de Cisjordania.

Al mismo tiempo, el éxito en la lucha contra el terrorismo palestino ayudó al IDF a convencerse de que estaba bien preparado para el próximo conflicto. Cuando éste llegó justo un año más tarde, en el verano de 2006 en el Líbano, esta suposición resultó errónea. A pesar de los graves daños causados ​​por el IDF a Hezbolá, tuvo dificultades para llevar a cabo sus previstas maniobras terrestres en el sur del Líbano y para anular el lanzamiento de cohetes Katyusha durante la guerra.

Dos años y medio después, con un nuevo jefe de estado mayor y mejores portavoces (pero aún con Ehud Olmert como primer ministro), el ejército israelí emprendió la Operación Plomo Fundido en Gaza, la primera de las tres operaciones en la Franja. También en este caso Hamás sufrió un duro golpe, pero las maniobras terrestres de Israel siguieron siendo muy limitadas, y la expectativa principal de los comandantes fue mantener un bajo número de víctimas entre los soldados y civiles israelíes.

La operación fue vendida al público como un éxito, como una corrección completa de los errores detectados durante la Segunda Guerra del Líbano. En la práctica, a pesar de que el IDF había comenzado a entrenarse nuevamente con rigor y se preparó para la batalla de una manera organizada, nunca se enfrentó a un juicio real en Gaza.

En noviembre de 2012, con Netanyahu como primer ministro y Ehud Barak como ministro de Defensa, a Israel le bastó con una campaña aérea de una semana de duración sobre Gaza, la Operación Pilar de Defensa, y no hubo una ofensiva terrestre.

Una vez más, a pesar de que Hamas encajó algunos poderosos golpes - el asesinato de su jefe militar, Ahmed Jabari y la destrucción de la mayor parte de sus cohetes Fajr de fabricación iraní - la campaña estuvo lejos de ser una derrota en lo que se refiere a Hamas. Con la mediación de Egipto, el acuerdo alcanzado por Israel tuvo como resultado el estrechamiento del corredor de seguridad en la frontera con Gaza de 500 a 100 metros, haciendo que fuera mucho más difícil para el IDF identificar la excavación de túneles de ataque de Hamas contra Israel.

Este fue un acontecimiento que Hamas explotó fuertemente durante la guerra de Gaza de 2014. Aquí también los resultados fueron ambivalentes, por decir algo. Hamas no logró ninguno de sus objetivos, como el levantamiento del bloqueo de Gaza o la construcción de un puerto, pero Israel luchó contra Hamas durante 51 días y no destruyó sus formaciones de cohetes. Y el daño al proyecto palestino de túneles de ataque fue solamente temporal. La Operación Escudo Protector, similar a sus dos predecesoras, terminó en un empate sombrío.

El Estado Mayor conoce todo esto muy bien. En una reunión encabezada por el entonces jefe del Estado Mayor Benny Gantz, inmediatamente después de la guerra de Gaza de 2014, una serie de generales criticaron severamente el funcionamiento del IDF durante la guerra. Otros que tenían pensamientos similares se mantuvieron en silencio.

Una investigación de la fuerza aérea durante la guerra admitió dificultades en la supresión de la amenaza de los cohetes. Y una investigación separada más importante sobre el asunto de los túneles señaló graves omisiones en el manejo de ese tema en los últimos años por parte del IDF.

En cuanto a los túneles, parece que el IDF ha tomado acciones que mejoran un tanto la preparación de Israel. La primera es una barrera tecnológica contra los túneles en la frontera de Gaza. La eficacia de este esfuerzo aún no ha sido probada. El IDF también ha desarrollado una metodología para la lucha contra esa amenaza. También ha entrenada a las unidades pertinentes y ha triplicado el tamaño de la unidad de ingeniería de combate Yahalom, la cual dirige las operaciones contra los túneles.

En comparación, la situación relativa con respecto a los ataques con cohetes no es nada alentadora. El problema principal se refiere a la posibilidad de una guerra inesperada con Hezbolá en el norte. Según estimaciones recientes, el arsenal de cohetes y misiles de Hezbolá es de 80.000, lo que sería un reto para las baterías de interceptación del IDF.

Al final del año pasado, el sistema Honda de David entró en servicio como una capa de medio alcance contra cohetes y misiles, entre la Cúpula de Hierro y el sistema Arrow. Aun así, la respuesta defensiva no es completa. Es razonable suponer que Israel tiene un menor número de misiles interceptores que cohetes Hezbolá, y el alto costo de los misiles significa que no pueden ser producidos en cantidades ilimitadas.

Los funcionarios de Defensa deberán realizar una estricta gestión del inventario con el fin de manejar un ataque de choque de Hezbolá, que presumiblemente incluiría el lanzamiento de más de 1.000 misiles y cohetes diarios contra el frente interno israelí durante una guerra. El golpe de apertura sería probablemente incluso más duro.

Israel ha desarrollado una defensa impresionante frente a la amenaza de cohetes de Gaza: las baterías de la Cúpula de Hierro lograron una tasa de éxito del 90% en la guerra de Gaza de 2014. Pero el desafío del Líbano es mucho mayor y no se puede comparar al de Gaza.

Una guerra con Hezbolá cosecharía un gran número de víctimas y dañaría gravemente la infraestructura en el norte y centro del país, aunque el daño causado a Hezbolá y Líbano siempre sería mucho mayor. En tales circunstancias, el público pondría una gran presión sobre el gobierno y el ejército para que utilizara una fuerza desproporcionada contra Hezbolá.

Tal situación, sin embargo, sufriría el efecto secundario de la crítica internacional como sucedió con el Informe Goldstone después de la guerra de Gaza de 2008-09. Y esto podría dar lugar también a tensiones con Rusia, que al menos por ahora ve a Hezbolá como parte de su alianza en apoyo del régimen de Assad en Siria.

Hezbolá, y en menor medida Hamas, ha encontrado una solución que deja de lado la ventaja de Israel en potencia de fuego de precisión, en tecnología y en inteligencia: su capacidad expandida para golpear el frente interno israelí.

Israel tiene sus propias soluciones teóricas, como la llamada Doctrina Dahiya, desarrollada por el actual jefe del Estado Mayor Gadi Eisenkot en 2008, cuando encabezó el Comando Norte. Esta doctrina, el nombre de la fortaleza de una vecindad de Hezbolá en el sur de Beirut, significa la destrucción generalizada de la infraestructura de Hezbolá, y también del Estado libanés.

No está claro qué enfoque adoptaría el gobierno de Israel cuando llegara el momento y la forma en que se llevaría a cabo en la práctica. El lado positivo es que el equilibrio estratégico permite que cada parte sea consciente del daño que la otra parte podría causarle, lo que puede ayudar a evitar la próxima guerra.

La conciencia de Israel de que podría verse envuelto en el pantano libanés ha contenido los impulsos aventureros de los políticos. Se ha dejado una guerra con Hezbolá como una opción de último recurso.

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