Sunday, March 31, 2013

Una sorprendente explicación de la crucifixión de Jesús, el judío mesiánico: la culpa fue de las jaquecas de Pilatos


Si ustedes han estado alguna vez en las procesiones sevillanas de Semana Santa, tendrán muchas obras de arte donde elegir, pero las veces que he estado siempre me he decantado por "Nuestro Padre Jesús de Pasión", de la Archicofradía Sacramental de Pasión, y creado de la mano del maestro de Sevilla, Martinez Montañes hacia los años 1612-1618, es una de esas obras que cuando la situas en un paso, en Sevilla, en cualquiera de sus calles, en silencio, sabes que no puede pasar desapercibida. Y esto independientemente de sus creencias...


(En el estupendo blog de Antonio Piñero, nos encontramos nuevamente con una de las siempre sorprendentes colaboraciones de Fernando Bermejo, esta vez dirigida a hacernos partícipes de una nueva interpretación del por qué de la crucifixión de Jesús, el judío mesiánico y sectario (más que marginal), y desde luego para nada un cristiano al uso posterior)


En vísperas de la Semana Santa, la última sensación exegética proviene, como las directrices financieras y como en los viejos tiempos, de Alemania. Nacido en Tübingen, el doctor en teología por Marburg y en Sagrada Escritura por el Pontificio Instituto Bíblico, el Prof. Dr. Dr. Niclas Schneeschmelzer, de confesión católica, ha publicado recientemente un inusualmente amplio artículo en la prestigiosa revista Zeitschrift für die neutestamentliche Wissenschaft en el que aborda, una vez más, el asunto de los motivos de la crucifixión de Jesús y propone una intrigante hipótesis. El indudable interés de su propuesta nos ha impelido a presentar sus ideas centrales a nuestros lectores.

El especialista de Tübingen comienza su análisis con un status quaestionis en el que repasa varias de las hipótesis barajadas en los últimos años: la de J. J. Meggitt publicada en el Journal for the Study of the New Testament; la de H. Bond, según la cual la ejecución de Jesús fue con toda probabilidad “una crucifixión rutinaria”, o la de Joel Green (en The Death of Jesus in Early Christianity, Peabody: Hendrickson 1995), según la cual la lógica subversiva del amor hizo de Jesús un peligro en la lógica violenta del Imperio Romano. Al tiempo que muestra el interés de tales propuestas, el autor esgrime algunas objeciones y argumenta –citando a autores tan respetados como John P. Meier en el ámbito anglosajón o R. Riesner en el ámbito alemán – que la causa de la muerte de Jesús sigue siendo un “enigma” (riddle, Rätsel).

El punto de partida propiamente dicho de la tesis del autor es una reconsideración de las noticias sobre Pilato que se encuentran en Flavio Josefo y en Filón de Alejandría, las cuales según el autor testimonian que Pilato estaba sometido a una constante presión (“ständiger Druck”) en razón de su cargo. El autor analiza ulteriormente los episodios neotestamentarios referidos a los galileos cuya sangre fue mezclada por Pilato con sus sacrificios (lo que incluye una extensa discusión de las ideas vertidas por J. Blinzler en su artículo “Die Niedermetzelung von Galiläern durch Pilatus”, Novum Testamentum 2, 1957) así como a la violenta sedición (stásis) mencionada por Mc 15,7 y Lc 23,19.

En este contexto, el autor prosigue afirmando que resulta sorprendente que el impacto psicológico de tales episodios sobre el prefecto no se hayan tomado hasta ahora apenas en consideración a la hora de sopesar las razones de la muerte de Jesús. En su opinión, la tensión acumulada durante varios años de gobierno, así como la generada por los más recientes episodios violentos de los que nos informan los Evangelios, debieron de producir en el prefecto una preocupación adicional, ansioso como estaba de hacer un buen papel ante Tiberio (y acaso también ante Sejano). Queda por dilucidar si fue la causa principal. Siguiendo la communis opinio, Schneeschmelzer asegura que fueron las autoridades judías las que, llevadas por la ira creciente contra Jesús, presionaron al prefecto para eliminarle. Ahora bien, ¿por qué Pilato se atrevió a condenar a un hombre al que a todas luces consideraba inocente?

Una hipótesis, según el autor nunca barajada anteriormente pero extremadamente plausible, es que Pilato padeció con toda probabilidad en esa época de Pascua severísimos episodios de dolores de cabeza (“An jenen Tagen leidete wahrscheinlich der Prefekt Pontius Pilatus an einen schrecklichen Kopfschmerz…”), que el autor identifica en lo que sigue de modo más técnico y preciso. De hecho, el autor dedica entonces toda una sección de su artículo a una exposición de casos de somatización en función de problemas de ansiedad (“cefalea tensional”), y a la aparente presencia de tales casos en la literatura clásica, desde la tragedia griega hasta las obras de Plauto y Apuleyo. La erudición y virtuosismo es perceptible en el hecho de que Schneeschmelzer no solo toma en cuenta la literatura médica moderna, sino que también correlaciona su análisis con multitud de datos tomados del Corpus Hippocraticum.

Un dato adicional traído a colación por Schneemelzer es que la mujer del prefecto acostumbraba a soñar de modo conspicuo por las noches. Como texto de prueba, el autor aduce Mt 27, 19: “porque hoy he sufrido mucho [pollà gàr épathon] en sueños [kat’ ónar] por causa de él”, cuya posible historicidad es defendida con un ingenioso y pormenorizado argumento (que lamentablemente no es posible desarrollar aquí). Debe suponerse, prosigue el autor, que los frecuentes sueños agitados de esta excitable matrona despertaban a Pilato, turbando ulteriormente su reposo. Ahora bien, concluye el de Tübingen con indudable lógica, “la falta de sueño (Mangel an Schlaf)" solo pudo acrecentar la irritabilidad del prefecto (“die Irritabilität des Prefekts vermehren”).

En una sección ulterior dedicada a los dos crucificados con Jesús según los cuatro evangelios canónicos, el autor de Tübingen cita al egregio escriturista católico Joseph Fitzmyer, quien en su comentario al Evangelio de Lucas escribió: “We are not told whether they are Jews or pagans” (Fitzmyer, The Gospel According to Luke, vol. II, Doubleday, New York, 1986, p. 1509). A raíz de esta observación y otras similares insinuadas en la amplia literatura exegética, el autor plantea la intrigante posibilidad de que los dos individuos crucificados por Jesús no fueran judíos sino paganos.

Más aún, mediante una compleja argumentación que integra recientes descubrimientos epigráficos y arqueológicos, el autor incluso aventura la posibilidad de que fueran dos sirvientes del pretorio, de nombres Cris[ipo] y Sedonio, provenientes de Sebaste o de Cesarea, a quienes Pilato, en un arrebato de funesta irritación, habría decidido escarmentar junto a Jesús. El autor, no obstante, reconoce prudentemente que este es el aspecto más especulativo de su hipótesis.

Aunque el profesor de Tübingen ha presentado su idea tan solo como una “conjetura probable”, esta ha despertado ya una amplia atención en los círculos exegéticos. La hipótesis está siendo discutida apasionadamente en las principales cátedras de Teología y Nuevo Testamento de al menos Alemania, Austria y Suiza. Las secciones dedicadas al estudio de Jesús y a la aplicación de la medicina y las ciencias sociales al estudio del Nuevo Testamento en la Society of Biblical Literature y la Studiorum Novi Testamenti Societas están preparando actualmente seminarios internacionales para evaluarla.

Dada la trascendencia del asunto, la próxima semana añadiremos algunos comentarios al respecto.


PD. La próxima semana más...

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Saturday, March 30, 2013

Lo que realmente ocurrió en Jerusalén - Charles Krauthammer - Washington Post



"Creo honestamente que si cualquier padre israelí se sentara con unos niños palestinos, se diría: 'Quiero a estos niños tengan éxito en su vida' " - Barack Obama, en Jerusalén, el 21 de Marzo,

Muy cierto. Pero ¿cómo se sentiría la otra parte ante unos niños israelíes?

Consideren la posibilidad de que la madre más venerada de la sociedad palestina es Mariam Farhat de Gaza. ¿Su distinción? Tres de sus hijos murieron en diversos intentos de tratar de asesinar a israelíes: uno de ellos en un ataque suicida, disparando y lanzando granadas en una sala llena de estudiantes judíos.

Esa madre venerada se vanagloriaba de sus hijos "mártires", deseando solamente poder tener otros 100 niños que como su hijo atacante suicida se "sacrificaran... por amor de Dios".  Y por eso fue veneraba como "la madre de la lucha", elegida para el parlamento y muy llorada tras su reciente fallecimiento.

Esto en cuanto a la reciprocidad. En los territorios palestinos, las calles, plazas, campamentos de verano, escuelas secundarias, incluso un jardín de niños se nombran con los nombres de atacantes suicidas y de otros asesinos de masas. Esto en cuanto a la idea de que con solamente que los padres israelíes se preocuparan por los niños árabes la paz sería posible.

Y es que ese no ha sido nunca precisamente el problema. Los israelíes no han querido otra cosa que la paz y la seguridad para todos los niños. Es por eso que aceptaron la partición de la ONU de 1947 del Mandato Británico de Palestina en un Estado judío y otro árabe. Por desgracia - otra asimetría - los árabes dijeron que no. A día de hoy, los palestinos han rechazado todas las ofertas de paz que permiten dejar en pie un Estado judío.

Y esto no es historia antigua. Yasser Arafat dijo que no en Camp David, en el 2000, y en Taba, en el 2001. Y en 2008, el primer ministro Ehud Olmert ofreció un Estado palestino en casi toda la Ribera Occidental (con intercambios territoriales proporcionales) y con su capital en una Jerusalén compartida. Mahmoud Abbas dejo pasar nuevamente esta oferta

En ese mismo discurso, Obama señaló un tanto alegremente que estas "oportunidades históricas perdidas" no debían impedir la búsqueda hoy en día de la paz. Pero estas "oportunidades históricas perdidas" no son sucesos aleatorios. Presentan un patrón continuo e incesante que ha permanecido durante siete décadas y que se resume en rechazar cualquier posibilidad de una paz final con Israel (mientras permanezca como un Estado judío y democrático).

Entonces, ¿cuál fue el núcleo del discurso de Obama en Jerusalén animando a los jóvenes israelíes a hacer la paz, un discurso con el cual los medios de comunicación no han dejado de babear? El núcleo solo fue mera retórica, un espectáculo destinado a suavizar el impacto que en la parte árabe del evento ocasionaría el elemento realmente importante del viaje de Obama: una importante reconsideración de su posición en el proceso de paz.

Obama sabe que las conversaciones de paz no avanzan. En primer lugar, porque no hay manera de que Israel puede hacer concesiones con cierta cordura, mientras que su barrio y medio ambiente está cada vez más crispado e inestable - la Hermandad Musulmana se hace cargo de Egipto, los cohetes se disparan desde Gaza , Hezbollah enarbola sus 50.000 misiles dirigidos contra Israel, la guerra civil asola Siria con posibilidad de armas químicas y yihadistas en aumento, y de paso Irán amenazando abiertamente con arrasar Tel Aviv y Haifa.

En un segundo lugar, la paz no va a ninguna parte porque Abbas le ha demostrado a Obama durante estos últimos cuatro años que no tiene ningún interés en negociar. Sin embargo, el  mensaje de Obama a Abbas fue contundente: ven a la mesa sin condiciones previas, es decir, sin la excusa de pedir una congelación de los asentamientos en primer lugar.

El propio Obama ha contribuido a este callejón sin salida cuando impuso inicialmente esa condición: por vez primera en la historia de las negociaciones árabe-israelíes hace cuatro años. Y cuando Israel respondió con un congelación de los asentamientos durante 10 meses, en un gesto igualmente sin precedentes, Abbas no se presentó a hablar hasta que transcurrieron nueve de eso diez meses y entonces salió para no volver jamás.

En Ramallah, la semana pasada, Obama no solamente tuvo que hacer frente a esta esquiva perenne palestina. Comenzó demoliendo la argumentación de aquellos que siempre afirman que los asentamientos son el obstáculo para la paz, para añadir ante Abbas que la soberanía palestina y la seguridad de Israel son "las verdaderas raíces del problema". "Si queremos resolver esos dos problemas, el problema de los asentamientos se resolverá".

Por último. la validación presidencial de una perogrullada escandalosamente obvia: cualquier acuerdo de paz producirá un estado palestino sin un solo asentamiento israelí que permanezca en su territorio. Cualquier asentamiento en el lado palestino de cualquier frontera acordada será demolido. Por lo tanto, cualquier paz que reconcilie a un Estado palestino con la seguridad de Israel automáticamente resolverá la cuestión de los asentamientos. Desaparecerán.

Sí, Obama afirmó que los habituales encantamientos sobre los asentamientos son inútiles. No había nada nuevo aquí. También podría haberlos llamado ilegales o ilegítimos. No habría importado, porque Obama los había declarado oficialmente irrelevantes.

Exponer que los asentamientos son una mera excusa para la negativa palestina a negociar, fue la gran noticia de este víaje de Obama, una noticia ampliamente pasada por alto por los medios de comunicación. No obstante, fue un gran avance.

¿Van ellos (los palestinos y sus seguidores en los medios) a soportarlo? Quién sabe. Pero cuando un presidente estadounidense como Obama, tan comprensivo con la causa palestina, le dice a Abbas que deje de obstruir la paz con la falsa excusa de los asentamientos, algo importante ha sucedido. Abbas, desenmascarado y triste, lo sabe mejor que nadie.

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Friday, March 29, 2013

La batalla sobre la narrativa de la marca Israel - Amir Mizroch




Se podría llamar 3 narrativas para un pueblo o 3 marcas de estado.

Hay tres narraciones distintas pero interrelacionadas de Israel: la Nación Start-Up, la Nación que Regresa y la Nación de la Ocupación.
- La Nación Start-Up contempla a un Israel fundamentado en la tecnología y la innovación, y que hace que el mundo sea un lugar mejor. Es un lugar pequeño con una capacidad intelectual enorme, un país que cuenta con más premios Nobel que todos sus vecinos; combinado con una democracia liberal, la única democracia en el Oriente Medio, donde los gays no son decapitados, donde los árabes están representados en el parlamento y los tribunales. Un crisol multicultural, con gente brillante que tiene un futuro brillante. 
- La Nación que Regresa se fundamenta en nuestros lazos con este país - históricos, bíblicos, jurídicos y morales -, en nuestras raíces con nuestra antigua patria. Somos una nación antigua que fue exiliada de su hogar en la cruel diáspora, donde hemos sufrido indecibles males y humillaciones durante 2.000 años, los cuales culminaron en el Holocausto. Estábamos indefensos, no teníamos ejércitos, nos basamos en los demás para que nos protegieran, una confianza que falló una y otra vez. Pero mantuvimos nuestras tradiciones, y finalmente regresamos a la patria, y el retorno de los judíos del exilio es uno de los dramas humanos más fascinantes de todos los tiempos. Seguimos descubriendo evidencias de nuestro pasado en esta tierra y celebramos cada descubrimiento. Ahora estamos luchando por nuestros derechos bíblicos/históricos a partes de esta tierra. Bajo esta narrativa, los israelíes no son "colonos" ni "ocupantes", como "uno no puede ser un ocupante de su propia tierra". Si alguien está ocupando ilegalmente la tierra, eso son los palestinos. 
- La Nación de la Ocupación pinta a Israel como un estado usurpador que toma lo que no le pertenece, un Estado de apartheid que está negando los derechos básicos a los habitantes "originales" de la zona, los palestinos [lo pongo entre comillas sólo para contrastar con la narrativa de la Nación que Regresa]. Esta narrativa niega las dos primeras narrativas: Israel no es la única democracia en el Oriente Medio, de hecho, no sería una democracia en absoluto, ya que no permitiría que los palestinos que viven bajo su dominio tener los mismos derechos que permite a los judíos, y niega la narrativa de la Nación que Regresa al negar que los judíos 'tengan ningún derecho" sobre cualquier parte de la Tierra Santa. Es a partir de esta narrativa que brota la campaña de Boicot, Desinversión y Sanciones. Hay algunos matices a este relato: no todos los que adoptan la narrativa de la Nación de la Ocupación creen que Israel no debería existir dentro de las fronteras de 1967.
Estas tres narraciones están compitiendo por el codiciado título de la "verdad" y la "marca" auténtica de lo que Israel es. Y hay serios profesionales que trabajan incansablemente para promover cada narrativa, en su mayoría los unos trabajando contra otros sobre "lo que es Israel", como una especie de monstruo de tres cabezas que intentan morderse las unas a las otras, mientras que todas están conectadas al mismo cuello.

Pero la verdad es más compleja. La verdad es que Israel es las tres cosas.

También me parece interesante que Naftali Bennett, el nuevo líder del partido de los asentamientos Habayit Hayehudi, sea una encarnación de esas tres narrativas: un ex profesional de la alta tecnología y de las start-up que ahora representa a un sector que vive en lo que ellos creen que es su antigua patria, y que para ello quiere perpetuar la ocupación, es decir, negar a los palestinos el derecho a un Estado propio. Los tres relatos en uno. Muy notable, y tal vez por vez primera en la política israelí.

La verdad es que cualquier persona que les venda sólo una de estas narrativas les está vendiendo una imagen incompleta.

La imagen completa es:
- Estamos creando un futuro con nuevas empresas start-up que son tan ajenas a la forma de ser de esta región como sus habitantes nos ven a nosotros. 
- Somos una Nación Start-up con profundas y legítimas raíces y derechos a esta antigua tierra y no vamos a dejar que nos echen de nuestros lugares ancestrales. 
- Somos una Nación de la Ocupación porque la gente que vivió aquí mientras estábamos en el exilio no puede vivir en libertad bajo nuestro dominio.
El problema es que no podemos seguir siendo las tres a la vez.

Y ello incluso si logramos convencer al líder del mundo libre para que adopte nuestra narrativa de la Nación que Regresa, y le alejamos de su idea anterior de que Israel fue creado por el Holocausto. Pero en su discurso en Jerusalén la semana pasada, Barack Obama pintó un cuadro exacto de Israel como un país complejo, con sus tres narrativas antagónicas: la Nación Start-Up, la Nación que Regresa y la Nación de la Ocupación.

Si nos empeñamos en ser la Nación de la Ocupación podríamos perder la narrativa de la Nación Start-Up cuando precisamente Israel está centrado cada vez más en sus finanzas y en sus propios recursos, poniendo en peligro nuestra legitimidad y nuestra posición internacional al negar a los palestinos un estado.

¿Cómo vamos a  vender nuestras start-ups si la narrativa de la Nación de la Ocupación se hace más fuerte y nos boicotean cada vez más? Podemos ganar la tercera Intifada y la cuarta y la quinta, hasta que lo único que reste por vencer sea la marca permanente de la Nación de la Ocupación.

Si persistimos en la Nación de la Ocupación también acabaremos perdiendo nuestros derechos legítimos como la Nación que Regresa, porque nunca conseguiremos que el mundo acepte este narrativa en su totalidad.

La clave es mantenerse en los aspectos realistas de la Nación que Regresa, fortalecer la Nación Start-Up y deshacerse de la Nación de la Ocupación.

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Obama, muestra un poco de humildad - Dror Eydar - Israel Hayom



Un punto en el discurso del presidente Barack Obama fue crucial: Declaró que "los palestinos deben reconocer que Israel es un Estado judío". Ese es el concepto detrás de la solución de dos estados para dos pueblos, y que se centra en el reconocimiento palestino-musulmán del derecho del pueblo judío a su tierra, o al menos a una parte de ella.

La resolución del primer ministro Benjamin Netanyahu a la hora de exigir ese reconocimiento dio lugar a enormes presiones para que abandonara dicha demanda durante casi todas las negociaciones, pero parece que Obama ha decidido adoptarla.

El resto del discurso se parecía extraordinariamente a los conceptos promovidos por la izquierda israelí. Estamos acostumbrados a ello. Y no me refiero a los conceptos que alaban la paz, ya que todos compartimos esa aspiración y en los últimos 100 años lo hemos demostrado. La diferencia entre la izquierda y la derecha es el coste y nuestra percepción de la historia.

Obama nos insta a "hacer historia", pero la historia en el último siglo nos ha enseñado de una manera diferente. No se puede hacer la paz si la otra parte se niega a hacerlo, y no se puede hablar de compromiso si la otra parte no quiere ni oír hablar de ello - a pesar de su reunión, Señor Presidente, con jóvenes palestinos que "quieren las mismas cosas" que los israelíes.

La mentalidad palestina - sus medios de comunicación, su educación, su religión, su academia y sus movimientos juveniles y sus políticos - no está orientada hacia el cambio, ni siquiera en el nombre de un compromiso político. Se centran exclusivamente en una cosa: la lucha contra el derecho de los judíos a su patria.

Mucho se habló el jueves sobre Obama y su calidad de "estrella de rock". Podemos añadir a esto la imagen de un predicador, ya que muchas veces la actitud de Obama parece teológica más que racional. El discurso que rodea al presidente de Estados Unidos a menudo idealiza su visión política y lo muestra como un salvador o Mesías, promoviendo una ideología esterilizada ajena a la crueldad de la realidad.

La izquierda sabe cómo comercializar esas atractivas nociones románticas. Después de todo, ¿quién no preferiría hacer el amor y no la guerra?

A diferencia de la mentalidad liberal, el conservador alienta la humildad hacia la historia. Las nociones de Obama parecen sacadas directamente de la agenda política de Paz Ahora. La idea de que se puede imponer una solución racional en una región con una diferente y más antigua - inclusive mítica - mentalidad, refleja una falta de humildad ante la historia, y es también la raíz de las decepciones que han sido alimentados por nuestros vecinos durante los últimos 100 años.

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Obama a los palestinos: aceptar al Estado judío - Daniel Pipes


Un cambio fundamental en la política de EEUU fue pasado por alto en el aluvión de noticias sobre la agitada visita de cincuenta horas a Israel del presidente Barack Obama la semana pasada. Esa sería la exigencia de que los palestinos reconocieran a Israel como Estado judío, lo cual fue definido por el líder de Hamas Salah Bardawil como "la declaración más peligrosa de un presidente estadounidense con respecto a la cuestión palestina".

En primer lugar, algunos antecedentes: los documentos fundacionales de Israel le encaminaban a convertir al país en un Estado judío. En efecto, el sionismo moderno comenzó con la publicación en 1896 del libro de Theodor Herzl, Der Judenstaat ("El Estado Judío"). La Declaración Balfour de 1917 era favorable a "un hogar nacional para el pueblo judío". La resolución 181 de la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1947, la cual ratificaba la partición de Palestina en dos estados, menciona el término "Estado judío" nada menos que 30 veces. La Declaración de Independencia de Israel de 1948 habla de "Estado judío" en cinco ocasiones, como por ejemplo  "... nosotros proclamamos el establecimiento de un Estado judío en Eretz Israel, que será conocido como el Estado de Israel".

Debido a esta estrecha relación, cuando la diplomacia árabe-israelí dio los primeros pasos en la década de 1970, la formula Estado judío, en gran parte, se perdió de vista, todo el mundo asumía simplemente que el reconocimiento diplomático de Israel significaba aceptar que era un Estado judío. Sólo en los últimos años los israelíes han comenzando a darse cuenta de lo contrario, como cuando los árabes israelíes llegaron a aceptar a Israel pero rechazaron su carácter judío. Por ejemplo, una importante publicación de 2006 del Centro Mossawa en Haifa, "La visión de futuro de los árabes palestinos en Israel", proponía que el país se convirtiera en un estado neutral en lo religioso y en una patria común. En pocas palabras, los árabes israelíes querían ver a Israel convertido en una variante de Palestina.

Muy atentos a este cambio lingüístico, y teniendo constancia de que la aceptación árabe de Israel ya no era suficiente (al no reconocer el carácter de Israel); los israelíes y sus amigos se dieron cuenta de que tenían que insistir en la aceptación explícita por parte árabe de Israel como un Estado judío. En el 2007, el entonces primer ministro israelí Ehud Olmert anunció que a menos que los palestinos lo reconocieran, la diplomacia quedaría paralizada: "No tengo la intención de comprometer, en modo alguno, la naturaleza del Estado judío", enfatizó. La Autoridad Palestina, inmediata y unánimemente, rechazó esta demanda. Su presidente, Mahmoud Abbas , respondió: "En Israel, hay judíos y otros viviendo allí. Nosotros estamos dispuestos a reconocerlos, nada más".

Cuando Benjamin Netanyahu sucedió a Olmert como primer ministro en 2009, reiteró esta demanda como condición previa a unas negociaciones serias: "Israel espera que los palestinos reconozcan a Israel en primer lugar como un Estado judío, antes de hablar de dos estados para dos pueblos". Los palestinos no sólo se negaron a ceder sino que ridiculizaron esa idea. Una vez más, Mahmoud  Abbas: "¿Qué es un 'Estado judío'. Nosotros le llamamos el 'Estado de Israel'. Ustedes pueden llamarse a sí mismos como quieran. Pero yo no lo voy a aceptar... No es mi trabajo.. proveer una definición para el Estado y lo que contiene. Ustedes pueden llamarse a sí mismos República sionista, hebrea, Nacional, Socialista o lo que quieran, no me importa".

Sólo seis semanas antes, Abbas criticaba de nuevo el concepto de Estado judío. El rechazo palestino de un Estado judío no podría ser más enfático.

Los políticos estadounidenses, incluyendo tanto al ex presidente George W. Bush y a Obama, se han referido de vez en cuando a Israel, desde el 2008, como el Estado judío, incluso cuando evitaron requerir a los palestinos a que hicieran lo mismo. En una declaración típica de Obama de 2011, él esbozó el objetivo final diplomático como "dos estados para dos pueblos: Israel como un Estado judío y una patria para el pueblo judío y el Estado de Palestina como la patria del pueblo palestino".

Luego, en su discurso de Jerusalén de la semana pasada, Obama repentina e inesperadamente adoptó en su totalidad la demanda israelí: "Los palestinos deben reconocer que Israel es un Estado judío".

Esta frase abre un nuevo e importante camino, y no se puede deshacer tan fácilmente. Permite además una excelente política, ya que sin ese reconocimiento, la aceptación palestina de Israel suena hueca, pues indica solamente la voluntad de denominar al futuro estado que ahora llaman "Israel" en lugar de "Palestina".

Aunque no es el único cambio en la política anunciada durante el viaje de Obama (el otro: decir a los palestinos que no establezcan condiciones previas para las negociaciones), esta vez es el más importante, ya que se cierne crudamente contraviniendo el consenso palestino. Bardawil pudo afirmar hiperbólicamente que "demuestra que Obama ha dado la espalda a todos los árabes", pero esas palabras, de hecho, establecen una disposición a enfrentarse a la cuestión central del conflicto. Lo más probable es que sea su más importante, más duradera y más constructivo contribución a la diplomacia árabe-israelí.

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La esperanza por una solución de dos estados no es patrimonio de los irreflexivamente optimistas - Matt Hill - Muddled East


(Un artículo bastante pragmático y razonable de la izquierda británica, a pesar de la consabida exculpación a la parte palestina. Se recomienda leer posteriomente el de Daniel Pipes)


Por sorprendente que pueda parecer, William Hague está resultando ser el secretario de Asuntos Exteriores británico más pro-palestino de los últimos tiempos. Hablando en Washington esta semana antes de una cena con Hillary Clinton, William Hague advirtió que, como resultado del crecimiento de los asentamientos israelíes en Cisjordania, la solución de dos estados estaba "en peligro de desaparecer".

No hay nada nuevo acerca de tales afirmaciones. En 'El final del proceso de paz', en 1998, el gran escritor palestino Edward Said dijo que los sueños de su pueblo sobre poder conseguir la condición de Estado estaban siendo enterrados bajo las toneladas de asfalto de los asentamientos israelíes. Pero a medida que tales profecías se vuelven más comunes, existe el peligro de que puedan volverse una realidad haciendo que más y más gente renuncie a la paz por completo.

Así que tenemos que decirlo alto y claro: la solución de dos estados no está muerta. De hecho, un acuerdo para poner fin a la lucha entre Israel y Palestina está a nuestro alcance, aunque solamente las dos partes puedan ellas mismas adoptar dicho acuerdo.

Sin duda, esto va en contra de la sabiduría convencional. Después de todo, el objetivo apenas disimulado del programa de asentamientos de Israel era cortar la Ribera Occidental en pedazos, cubrirla con una red de viviendas e infraestructuras que ningún futuro gobierno podría atreverse a desenmarañar.

Pero viajando a través de la Ribera Occidental se puede comprobar el hecho sorprendente de  hasta qué punto esta visión está lejos de ser una realidad. La mayoría de los asentamientos se ven como pueblos remotos de unas pocas docenas de familias, aferrándose tercamente a la tierra como los cactus. La gran mayoría de los pobladores de los asentamientos viven en grandes bloques urbanos que abrazan las "líneas de 1967", sirviendo como suburbios de Tel Aviv y Jerusalén para aquellos que quieren casas baratas.

Un acuerdo de paz podría permitir que estas áreas fueran absorbidas por Israel, siendo los palestinos compensados ​​con territorios del otro lado de la frontera. Un "intercambio de territorios" del 5% de Cisjordania podría permitir que las tres cuartas partes de los colonos permanecieran en sus hogares e Israel,  dejando a un número relativamente pequeño de colonos decidir si desean volver a Israel o convertirse en residentes legales de Palestina.

Los habituales clichés de medios retratan el conflicto entre Israel y Palestina como una especie de rompecabezas diabólico. Pero, de hecho, las dos partes llegaron angustiosamente cerca de un acuerdo en sus últimas conversaciones serias, las que tuvieron lugar en 2008 entre el primer ministro israelí Ehud Olmert y el presidente palestino Mahmoud Abbas. En el momento en que fueron interrumpidas por las dificultades políticas de Olmert, los dos líderes habían acordado cómo dividir 250 km2 de Cisjordania. Para poner esto en perspectiva, es menos del 1% de la tierra por la que los israelíes y los palestinos han estado luchando desde cerca del principio del siglo pasado.

Con esto no quiero subestimar los obstáculos que se interponen en el camino de un acuerdo. Cualquier gobierno dirigido por Benjamin Netanyahu es poco probable que muestre demasiado entusiasmo por unas conversaciones que podrían llevar a Israel a poner fin a la ocupación. Mientras tanto, los palestinos están crónicamente divididos: entre la Ribera Occidental y Gaza, entre Fatah y Hamas, entre el pragmatismo y la militancia. Las encuestas de opinión sugieren que ambas opiniones públicas siguen apoyando a un acuerdo, pero cada vez mas dudan de la capacidad de sus líderes para lograr uno.

El pesimismo puede estar a la orden del día, pero una visión más amplia nos muestra hasta qué punto los israelíes y los palestinos han llegado a un compromiso. Donde una vez ambas partes esperaban cerrar los ojos, chocar sus talones y despertarse en un mundo donde la otra parte hubiera desaparecido, ahora tenemos una solución de dos estados que es reconocida como la única que puede resolver el conflicto.

Cuando el líder del Hogar Judío, Naftali Bennett, propuso recientemente que Israel abandonara la búsqueda de la paz y se conformara a cambio con la paz y la tranquilidad, él fue etiquetado de extremista, pero esas ideas estaban dentro de la corriente principal de la opinión israelí desde hace mucho tiempo (Yitzakh Rabin, ahora recordado como un mártir pacificador, manejaba un plan similar). Y los palestinos, que sólo hace unos pocos años se entregaron a una sangrienta Intifada, reconocen cada vez más la inutilidad de la lucha armada - con un Fatah desarmado y algunas figuras de Hamas abiertas a una solución de dos estados -.

Es más, hoy en día, hay un solido consenso internacional sobre cómo resolver el problema: dos estados con una frontera a lo largo de las "líneas de 1967" (con intercambios territoriales acordados), una capital compartida en Jerusalén y un acuerdo para compensar a los palestinos desplazados por el conflicto. Muchos de estos detalles ya han sido tratados durante las conversaciones anteriores, como las que existieron entre Olmert y Abbas. La Autoridad Palestina reconoce el derecho de Israel a vivir en paz y seguridad, y su presidente ha sido elogiado como un "socio para la paz" por su homólogo israelí Shimon Peres. Por otra parte, los 22 países de la Liga Árabe - una vez enemigos jurados de Israel - han ofrecido su pleno reconocimiento a cambio de la creación de un Estado palestino.

Incluso un político de la línea dura como Netanyahu se vio obligado en 2011 a declarar su apoyo a la idea de un Estado palestino. Él pudo haberlo pronunciado con los dientes apretados, pero el hecho es que no estaba obligado a hacerlo en absoluto, aunque una negativa volvería su posición inaceptable ante la comunidad internacional, y sobre todo ante la administración Obama.

¿Por qué ahora, con la derecha israelí cada vez más a la defensiva, es la izquierda mundial la que comienza a abandonar su apoyo a una solución de dos estados y regresa a la escuela Dorothy de Kansas de resolución de conflictos? Muchos autores pro-palestinos y activistas de grupos como el movimiento BDS (Boicot, Desinversiones y Sanciones) han dejado de hacer campaña por un Estado palestino. Por el contrario, ahora abogan por la solución del conflicto mediante la creación de un país democrático y secular para todos, basada en el principio de una persona, un voto.

Apelando a cómo esto podría sonar, la "solución de un único Estado" es como decirle a una pareja en medio de una ruptura desordenada y violenta que, dado que no pueden ponerse de acuerdo sobre cómo dividir la colección de CD's, la respuesta a sus problemas sería casarse de nuevo en su lugar. Los estados binacionales rara vez tienen éxito en la práctica: pregúnteselo a los checos y a los eslovacos, que se separaron después de 75 años de convivencia, o a los flamencos y los valones, cuyas diferencias están causando que la rica y pacífica Bélgica se esté dividiendo por sus costuras. La solución de un único Estado es una idea agitadora, pero incluso si nadie tiene ni idea de cómo llegar hasta allí, duraría aproximadamente el mismo tiempo en esa parte del mundo que un muñeco de nieve en junio.

La solución de dos estados no arreglará todos los males cometidos en el curso del conflicto. Además se crearán dos sociedades imperfectas y no una utopía. Será un compromiso imperfecto y viable entre las esperanzas de ambos pueblos y sus necesidades. Esto puede decepcionar a los izquierdistas "radicales" para quienes el compromiso es una mala palabra. Pero tal como ha escrito el escritor israelí Amos Oz: "lo contrario del compromiso no es el idealismo. Lo contrario al compromiso es el fanatismo y la muerte".

Al igual que una anciana tía sentada sobre un montón de dinero, la solución de dos estados está rodeada de posibles herederos, los cuales preparan con entusiasmo su obituario. En estas circunstancias, la más radical - y necesaria - postura que podemos tomar es la esperanza.

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Un vistazo a lo obvio


Como la vida misma


Joder, y eso que son progres nórdicos


El "retiro dorado" del guerrero progresista


¿Y qué se esperaban?

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Thursday, March 28, 2013

Israel: Bits, bytes y bombas – Thomas L. Friedman – NY Times



Leyendo ampliamente los informes que provenían del Oriente Medio y luego siguiendo la visita del presidente Obama a Israel, surgió este pensamiento: el presidente debe haber visto su estancia como si estuviera visitando un atolón en el Pacífico, o tal vez Nueva Zelanda, en todo caso una especie de isla convertida en estado rodeada por un mar muy turbio.

Ari Shavit, un comentarista del diario Haaretz, capturó este estado de ánimo en su columna el otro día, la cual que comenzaba así:
"Hace unos meses, Amnón Dankner publicó un divertido y poderoso artículo en el nuevo diario Hashavua Sof. En dicho artículo describía un innovador proyecto tecnológico apadrinado por Shimon Peres, una que convertiría a Israel en una especie de isla flotante que se desprendería del Oriente Medio y navegaría hacia el oeste por el Mar Mediterráneo.  
Bromas aparte, Dankner había clavado el espíritu de la época. En los últimos años, Israel se ha sentido, pensado y comportado como si ya no se encontrara en el oeste de Asia y pudiera existir como una isla flotante que se ha desprendido de ese continente. Como si no hubiera mundo árabe, ni Palestina, ni Irán, ni árabes, ni colonos, ni cualquier ocupación".
De hecho, y mientras el presidente Obama se encontraba en Israel, se publicó un informe que informaba de la utilización de armas químicas en la muy cercana Siria, otro que relataba como unos cohetes fueron disparados contra Israel desde la vecina Gaza, pero a la vez, y en ese mismo momento, el diario de negocios israelí Globes publicaba esta noticia:
"Accel Partners ha completado la formación de Accel Londres IV, y un fondo de 475 millones de dólares se destinará a Europa e Israel... Accel Londres IV invertirá en áreas clave como empresas especializadas, incluyendo consumidores de internet, grandes volúmenes de datos, nubes, SaaS y móviles.  
El socio de Accel Kevin Comolli afirmó que: "El hecho de que Accel London IV se creara en ocho semanas y fuera muy significativamente apoyada, es un poderoso respaldo a Accel London y a las oportunidades de mercado en Europa e Israel"
Es decir, los cohetes llegaban desde Gaza por la mañana y los capitales de riesgo desde Londres por la tarde. La capacidad de Israel de vivir como si estuviera desconectada del resto de la región es impresionante y necesaria. Pero también es ilusoria y peligrosa.

Es impresionante y necesaria porque Israel es el único país en el mundo que cuenta con actores no estatales, armados con misiles, disimulados entre los civiles en cuatro de sus cinco fronteras: Sinaí, Gaza, el sur de Líbano y Siria. Detrás de ellos se encuentra un hinterland de estados consumidos por una conmoción interna, y más allá Irán. Sin embargo, Israel ha logrado hacer malabares con los bits, los bytes y las bombas, con altos muros y barreras que neutralizan sus enemigos y una alta tecnología que alimenta su economía.

Pero hay una delgada línea entre mantenerse fuera de peligro y abrazar la fantasía de que se pueden compaginar vivir los sueños más locos y mantenerse con vida. E Israel está cerca de cruzar esa línea.

La peligrosa ilusión que Israel está viviendo es, según argumenta Shavit, la noción de que "se puede vivir como una autarquía sin relación con el medio ambiente". Pero ninguna nación puede hacer eso, argumenta Shavit, "ciertamente no un país en el que seis millones de judíos comparten el territorio con más de cinco millones de palestinos. Ciertamente no un país que insiste, incluso en la segunda década del tercer milenio, en ocupar otra nación".

En efecto, el loco sueño Israel de mantenerse con vida ocupando permanentemente la Ribera Occidental, con sus 2,5 millones de palestinos, para así satisfacer a los colonos de inspiración bíblica que ahora incluso ocupan cargos importantes en el nuevo gabinete israelí, como el programa de viviendas. Con cerca de 600.000 israelíes viviendo ahora en el este árabe de Jerusalén y la Ribera Occidental, la ventana para una solución de dos estados "poco a poco va desapareciendo de la tierra", señala el filósofo de la Universidad Hebrea Moshe Halbertal.

Sorprendentemente, las encuestas siguen mostrando una mayoría en ambas partes favorable a un acuerdo de dos estados, pero hay un profundo problema de confianza "que tiene que ser superado rápidamente".

Nahum Barnea, el veterano columnista israelí del Yediot Aharonot, me dijo que Obama hizo un verdadero "avance" ante la opinión pública israelí con su discurso del jueves. "Si antes se le consideraba casi un enemigo, ahora se le considera un amigo", afirma Barnea. "Incluso aquellos que todavía no están de acuerdo con él, ya no creen que tenga malas intenciones hacia Israel".

Obama abrazó a los israelíes con comprensión y honestidad. Así señaló en su discurso: "Como Ariel Sharon dijo, es imposible tener un estado judío y democrático y al mismo tiempo controlar toda la Tierra de Israel. Si insistimos en cumplir el sueño en su totalidad, estaríamos expuestos a perderlo todo".

Es por eso que los palestinos deben abandonar todas sus condiciones previas y entrar en las negociaciones, e Israel tiene que poner fin a los asentamientos e intentarlo de nuevo, testando nuevamente lo que el presidente Mahmoud Abbas y el primer ministro Salam Fayyad de la Autoridad Palestina pueden ofrecer.

Gracias a su colaboración con los servicios de seguridad israelíes, ningún israelí resultó muerto en la Ribera Occidental por el terrorismo en 2012. Pero los palestinos no puedan soportar esa moderación sin movimientos hacia un estado palestino. La mejor manera que tiene Israel de hacer frente al caos que lo rodea no es meter la cabeza en la arena, sino colaborar con los palestinos para construir un Estado en Cisjordania que sea moderno, secular y occidentalizado, uno donde los musulmanes, los cristianos y los judíos puedan trabajar juntos y que se destaque diariamente como una existosa refutación de los modelos de la Hermandad Musalmana y Hamas en otros lugares.

Si los israelíes y los palestinos no lo intentan todo - ahora - para que esto suceda, esto será recordado no como una oportunidad perdida, sino como la gran oportunidad perdida, y no escaparán a la tormenta que vendrá a continuación.



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Visto en Algemeiner







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Alá encuentra un hogar en una iglesia alemana - Giulio Meotti - Arutz Sheva




Como no van ser perseguidos sin que nadie diga nada si en los propios países cristianos no interesa su suerte


Durante las últimas horas de su agonía en 1453, los fieles cristianos se refugiaron dentro de los muros sagrados de la basílica de Santa Sofía. Los musulmanes mataron a los débiles y a los ancianos, y redujeron al resto a la esclavitud. Cuando la matanza llegó a su final, el sultán Mehmed II ordenó a un erudito islámico que proclamara que no había más Dios que Alá y que Mahoma era su Profeta. La antigua basílica de Santa Sofía fue convertida en mezquita, y cientos de otras iglesias de Constantinopla y otros lugares sufrieron la misma suerte.

Hoy, en Europa, estamos asistiendo al mismo proceso de conversión, pero no hay derramamientos de sangre ni ceremonias. Es un proceso voluntario y estéril de conversión. Es suficiente firmar un papel delante de un notario y Europa se convierte al Islam.

Hace diez años, el Premio Nobel de Literatura Günter Grass propuso transformar las iglesias vacías en mezquitas. "Sería un gran gesto", declaró la proclamada "conciencia dolorida de Alemania".

Ahora, una iglesia luterana en Hamburgo, la Kapernaumkirche, está a punto de convertirse en un lugar islámico de adoración.

Debido a la rampante descristianización de Europa, la iglesia ya no tiene más fieles. Lo mismo acaba de suceder con la Iglesia la de Saint-Eloi, en la región francesa de Vierzon, que pronto se convertirá en una mezquita. La diócesis de Bourges puso la iglesia a la venta y una organización musulmana, l'Association des Marocains, hizo la oferta más generosa.

La publicación Spirit estima que de las cerca de 45.000 iglesias en Alemania, 15.000 pronto ya no serán necesarias. Hay muchos edificios de las diversas iglesias de Alemania que ahora mismo se utilizan para dar clases de arte, actividades comerciales y zonas deportivas. En Wilhelmshaven, seis de las nueve iglesias católicas están programadas que sean destruidas. La Abadía de St. Maximin en Trier ahora sirve como gimnasio de una escuela, mientras que la Iglesia del Sagrado Corazón de Katlenburg ahora es una escuela de danza y de pilates.

Y ahora, por primera vez en Hamburgo, una Iglesia servirá al culto islámico.

El nuevo titular de la iglesia de Hamburgo es el Centro Islámico de Nour, una organización dedicada al sostén de los inmigrantes procedentes de Oriente Medio y el Norte de África. Tal como estaba previsto, el edificio de Hamburgo comenzará a servir al Corán el 3 de octubre, el día de la unidad alemana. Organizaciones islámicas anunciaron que quieren celebrar ese día como el "Tag der offenen mosques", la jornada de mezquitas abiertas a los no musulmanes.

El Frankfurter Allgemeine Zeitung publicó un artículo titulado "El inquilino Allah".

"Incluso si es legal, la conversión de una iglesia en una mezquita no va a mejorar la convivencia", declaró Marcus Weinberg, el líder del CDU en Hamburgo.

Parte de la iglesia luterana también está en contra de esta conversión. "La conversión demuestra cómo de avanzada está la secularización y el fortalecimiento del Islam en nuestra sociedad", dijo el pastor Ulrich Russ.

El caso de Hamburgo no es un suceso aislado en la rica Alemania del Papa Benedicto XVI, donde muchas diócesis católicas también están al borde de la quiebra. En Essen, Alemania central, una cuarta parte de las iglesias se cerrará.

La población musulmana en el país ha aumentado de 50,000 personas en los años 80 a los 4 millones actuales

El portavoz del arzobispo de Berlín, Stefan Foerner, no excluye la posibilidad de que muchas iglesias católicas se vendan en el futuro a los musulmanes.

Llamé a Ralph Giordano, el escritor judío que sobrevivió al Holocausto. Él ve la conversión de esa iglesia en Hamburgo como una evidencia de "la islamización de nuestro país", ya que "la sharia no es constitucional, es una espina clavada en el corazón de la democracia".

Como Soeren Kern explicaba en un informe para el Instituto Gatestone del pasado mes de noviembre, Hamburgo, la segunda ciudad más grande de Alemania, celebró un "tratado histórico" con las comunidades islámicas donde se reconocen los días festivos musulmanes, los cursos de religión en las escuelas y los derechos funerarios rituales. La parte más controvertida del acuerdo implicaba un compromiso por parte del gobierno de la ciudad para promover la enseñanza del Islam en el sistema público escolar de Hamburgo.

El corazón de la islamización de Hamburgo es la mezquita Taiba, donde Mohammed Atta, el terrorista saudí que llevó a cabo los ataques del 11-S, también oró. Desde la estación central hasta el número 163 Steindamm, sólo hay un paseo de diez minutos. El edificio musulmán se encuentra entre una farmacia y un restaurante.

Esta es la cara de la islamización de Europa, a menudo anónima, pero rampante. Es la miseria de un continente perdido. La  "Europa de las catedrales" de Robert Schuman pronto se convertirá en la "Europa de las Mezquitas".

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Predicando a los israelíes ya "convertidos" - Seth Frantzman - JPost



"¿Has venido aquí para dar a Israel más armas con las que matar a los palestinos?", gritó una persona que interrumpió en solitario el discurso del presidente Barack Obama en Jerusalén el 21 de marzo. Cuando esa persona  interrumpió el discurso, la mayoría de la gente allí presente para escuchar a Obama asumieron que era un manifestante favorable a la "liberación de Jonathan Pollard". Sin embargo, resultó que era un activista del partido árabe Balad, del pueblo de Eilabun en el norte de Israel, y que había sido seleccionado para asistir al discurso por la Universidad de Haifa.

La presencia de un activista de Balad (un partido árabe antisionista) invitado a ese acto resulta muy interesante, teniendo en cuenta que los estudiantes de la universidad de Ariel fueron excluidos (por suponer que son favorables al sionismo religioso y a los asentamientos). Pero la ausencia de provocadores derechistas fue solamente un elemento más del discurso de Obama y algo que nos debe llevar a cuestionar su efecto a largo plazo.

Obama pareció imitar la oración fúnebre de Mark Anthony en su discurso, comenzando por elogiar el statu quo para cambiar de dirección al final. Mohammed Khalaily, el invitado que interrumpió el discurso, le dijo al New York Times que "cuando empezó a hablar de seguridad sentí como si Netanyahu se hubiera disfrazado de Obama y fuera él quien estuviera dando el discurso".

Obama pareció estar tratando de imitar a John F. Kennedy en Berlín cuando dijo en hebreo, "no están solos". Pero después de tocar los puntos adecuados para que los israelíes de centro se sintieran bien, posteriormente se dedicó a desafiar la política de Israel en la Ribera Occidental: "Teniendo en cuenta los datos demográficos al oeste del río Jordán, la única manera de que Israel pueda resistir y prosperar como un Estado judío y democrático es a través de la creación de una Palestina independiente y viable".

Mencionando la cuestión demográfica, Obama quiso dirigirse a los pragmáticos. Luego trató de animar a la audiencia diciendo que el tiempo de la paz había llegado. "Los días en que Israel intentaba buscar la paz con un puñado de líderes autocráticos árabes han terminado. La paz debe ser hecha entre los pueblos, no sólo entre los gobiernos".

A continuación comentó la difícil situación de los estudiantes y agricultores palestinos y mencionó la necesidad de "justicia". Obama recordó su discurso en El Cairo, cuando había apelado de manera similar a los jóvenes: "las cosas que ellos quieren no son tan diferente de las vuestras. La capacidad de tomar sus propias decisiones, obtener una educación y un buen trabajo".

Fue el momento en que el presidente Obama trató de animar a los estudiantes a forzar a sus líderes para que tomen las decisiones difíciles. "Los líderes políticos no corren riesgos si la gente no les exige que lo hagan. Deben crear el cambio que quieren ver". A través de los aplausos siguió diciendo que, según él, "la única manera de proteger verdaderamente al pueblo de Israel es a través de la ausencia de guerra, porque ningún muro es lo suficientemente alto, y no hay Iron Dome lo suficientemente poderoso".

Los aplausos a cada uno de estos párrafos de su discurso sonaron de una manera extraña para cualquiera que esté familiarizado con la diversidad de Israel. Israel es una sociedad dividida, entre laicos y religiosos, entre judíos y árabes, entre pobres y ricos. ¿Cómo podía haber tanta gente de acuerdo con tantas cosas? Los aplausos relativamente homogéneos y la falta de protestas entre la audiencia eran un claro indicio de un público relativamente homogéneo, tanto a nivel étnico, religioso y económico.

Y ese público relativamente homogéneo fue escogido ​​a partir de las principales universidades de Israel.

Obama asumió que tal vez estos jóvenes representan a Israel, pero se perdió ante el hecho de que muchos jóvenes israelíes estudian en yeshivas o en colegios, y ellos no pudieron asistir (no fueron seleccionados). Cuando el New York Times entrevistó a algunos de los estudiantes que asistieron el discurso, casi todos los estudiantes se mostraron como pertenecientes a la misma franja política de centro-izquierda.

Jonathan Helderen, uno de estos estudiantes, repitió como un papagayo las palabras de Obama: "Al final del día, todos queremos la misma cosa fundamental:  vivir nuestras vidas en paz y prosperar".  Otro, Moshe Ashkenazi, afirmó que una "ventana de oportunidad (para la paz) está en el aire". Nimrod Ben-Zeev afirmó que Obama trataba de conseguir que los jóvenes "pierdan nuestra propia imagen de víctimas, alimentada por las políticas y políticos de Israel". Tal Cohen argumentó que la parte pro-Israel del discurso le hizo sentirse "incómodo", y que la única esperanza llegó con sus críticas a Israel. Kevin Rosenblum también estimó que Obama, primeramente, había "apaciguado", y que luego llegó la parte importante de su discurso, cuando "él (Obama) quería que la generación joven presionara a nuestro gobierno para que realizara concesiones para lograr la paz con los palestinos". Nina Ariel afirmó que la unidad provenía "no sobre la base de la memoria de victimización colectiva del pasado judío", sino de la esperanza de que el presidente trajo.

¿Cómo es posible que esos puntos de vista fueran tan similares a los presentes en el discurso de Obama? ¿Cómo es posible que, a juzgar por estos comentarios, muchos de estos estudiantes, que según parecen decirnos representan a la juventud israelí, crean que Israel es un país de ilusos "victimarios"? ¿Realmente la mayoría de los israelíes creen verdaderamente lo que estos estudiantes nos dicen, o es solamente el punto de vista de un pequeño grupo al que se le ha otorgado una especie de representación nacional generacional?

La audiencia que estuvo representada en el discurso de Obama procedía, de hecho y principalmente, de la élite de Israel, los estudiantes seculares de origen ashkenazi. En sus reacciones reflejaban el típico argumento de los votantes del Meretz, Hadash y el partido Laborista. Pero la mayor parte del país no se compone de estos votantes.

Obama quería inspirar a los jóvenes israelíes para que forzaran los cambios, pero en general estaba predicando a esos israelíes ya previamente convertidos a sus argumentos. Ellos son los mismos jóvenes que buscaron protagonizar la protesta justicia social. Casi todos ellos son del "centro" del país, de la zona alrededor de Gush Dan. Son los jóvenes que se sienten incómodos cuando alguien habla con sumo orgullo de Israel, y algunos inclusos se sintieron incómodos cuando Obama etiquetó a Hezbolá de organización terrorista. Ellos son educados para ser ultracríticos en sus clases de ciencias políticas y sociales.

Obama mencionó la demografía en su discurso, pero él no estuvo hablando ante una sección representativa y transversal de la demografía de Israel. Él no pudo [o no quiso] hablar con los jóvenes que votan al Likud, al Shas, o al campo sionista-religioso. Sin embargo, son esos votantes los que han permitido que los partidos que les representan desempeñen un papel tan importante en Israel.

Porque para que Israel continúe por el camino de la paz esos votantes también tienen que ser inspirados y convencidos, y también tienen que comprender que la paz va en su propio interés.

Otra deficiencia importante fue la insinuación de que "es Israel quien tiene que hacer la paz", en lugar de la idea de que la paz es una calle de dos vías. Ciertamente Obama afirmó que "la paz debe ser hecha entre los pueblos, no sólo entre los gobiernos". Pero para hacer la paz entre los pueblos se tiene que exigir lo mismo a los dos pueblos, y subir a bordo a los dos pueblos para que apoyen la paz.

Reconocer esto significaría hablar también a los estudiantes palestinos. Y es que la generación joven de Israel no puede lograr sola la paz. De hecho, meter en las cabezas de los jóvenes seculares israelíes la idea de que pueden conseguir la paz como si tuvieran una varita mágica, alienta su autoengaño de superioridad sobre los palestinos [N.P.: alusión muy importante, semejante a esa paternidad que asumió la izquierda israelí sobre los supuestos objetivos palestinos, haciendo el papel de representante o ventrílocuo de sus supuestos fines, es decir, interpretándolos (¿disimulándolos?) a su gusto, para así "favorecer la paz", con el consiguiente desastre para ella cuando esos objetivos se hicieron evidentes para la mayoría: la destrucción de Israel].

Uno hace las paces con los pueblos, y en ese sentido los palestinos debe formar parte de esta historia. Sin embargo, el viaje de Obama imitó la misma vieja historia de reunirse con los líderes palestinos, mientras hablaba con parte del pueblo israelí. En cierto sentido, esto podría ser visto como un reconocimiento de que los estudiantes palestinos habrían dado al presidente una bienvenida áspera, tal como los activistas palestinos destrozaron sus carteles en la Ribera Occidental y el cónsul general británico fue recientemente atacado en Bir Zeit.

No obstante, Obama podría haber considerado reunirse, por ejemplo, con los estudiantes de Estudios Americanos de la Universidad Al-Quds, al menos podría haber abordado la idea, porque si son los pueblos los que hacen la paz, ambos pueblos deben estar a bordo.

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Si el "problema es el sionismo", la paz no está entre los objetivos de los activistas palestinos alabados por el NY Times - Jonathan Tobin - Commentary



Con el presidente Obama llegando a Israel este miércoles, una serie de artículos muy sesgados contra el Estado judío han encontrado su camino natural tanto en la primera plana del New York Times como en la portada de su revista semanal. Hablaré en otra ocasión de otra historia acerca de la responsable de la oficina en Jerusalén de dicho diario, Jodi Rudoren, que trata la construcción de una serie casas para judíos en Jerusalén como un “ultraje que complica" la esperanza de que exista la paz con los palestinos. Pero este último artículo, en comparación, es un modelo de periodismo objetivo con respecto a la portada de la revista.

El título del ya mencionado artículo de la revista, "¿Será aquí donde comience la Tercera Intifada?" promete una investigación sobre las posibilidades de más disturbios y más violencia palestina. Pero lo que su autor Ben Ehrenreich nos ofrece no es tanto una respuesta a esas preguntas como una argumentación sobre por qué "obligatoriamente" debe existir esa tercera Intifada, y de paso un retrato cariñoso de algunos de los que están haciendo todo lo posible para que esto suceda.

El núcleo de la historia de Ehrenreich se basa en su experiencia adquirida en la aldea de Nabi Saleh, donde los organizadores de las violentas manifestaciones palestinas han ido a la búsqueda de enfrentamientos con un vecino asentamiento judío y con los soldados israelíes que lo custodian, además de contra los cercanos puestos de control cada viernes por la tarde.

Su “actividad” se ha convertido en una atracción turística para los izquierdistas europeos y activistas anti-israelíes (tanto es así que sus anfitriones palestinos tienen previstas para los sempiternos detractores exteriores de Israel hasta comidas veganas). Pero, como resulta habitual en la presentación de las noticias de Oriente Medio, lo que falta en esta apología de las proezas y quejas de los palestinos es lo más interesante.

Para entender el reportaje, lo primero que necesitan saber es el punto de vista personal de su autor, Ben Ehrenreich, sobre este conflicto. La segunda cuestión consistiría en examinar las alternativas a la confrontación que los héroes del reportaje no tienen ningún interés en practicar.

Así el reportaje de Ehrenreich resulta una curiosa variante a la alternativa de escribir un artículo en profundidad sobre la lucha entre israelíes y palestinos para una revista supuestamente objetiva como la del New York Times. Si el artículo parece muy sesgado hacia el punto de vista de los palestinos, no es ningún accidente. Ehrenreich no ha hecho ningún secreto de sus puntos de vista sobre el Estado de Israel: él piensa que el sionismo es el “equivalente moral del nazismo” y cree que el Estado judío no debería existir. Así lo afirmó en un 2009, en un artículo de opinión publicado en el diario Los Angeles Times titulado "El sionismo es el problema".

En ese artículo no se limitaba a repetir el bulo de que Israel es un Estado de apartheid, sino que en realidad realizaba una comparación favorable haca el gobierno racista de Sudáfrica con respecto al Estado judío. Su autor piensa que es una injusticia afirmar que "negar a los judíos los mismos derechos que a nadie se le ocurriría negar al resto de los demás pueblos del planeta sea antisemitismo". Fiel a las creencias de sus abuelos marxistas, él piensa que todos los nacionalismos son malos, pero ve la destrucción del nacionalismo judío como una prioridad sobre todos los demás.

La pieza es un fárrago de distorsiones, no menos que la idea de que un único estado secular podría reemplazar a Israel y garantizar los derechos o la seguridad de los judíos allí residiendo. Pero su mensaje principal es que no tiene ningún interés en discutir ni siquiera la posibilidad de una solución de dos estados o lamentar las ocasiones en que se han desvanecido las posibilidades de ese acuerdo. Y es que él está de acuerdo con los palestinos que siguen negándose a reconocer la legitimidad de cualquier Estado judío, no importando cuales sean sus fronteras.

Por eso esta elegía de Ehrenreich a los manifestantes de Nabi Saleh es tan patentemente falsa. La gente del pueblo “sufre” por la existencia de la vecina comunidad judía de Halamish, la cual ha estado allí durante 36 años. Ellos disputan la propiedad de un manantial que existe entre las dos comunidades, aunque el artículo únicamente nos dice que el gobierno israelí sostiene que los judíos no han sido capaces de establecer sus derechos al mismo. Pero su problema real - y no el de Ehrenreich – no radica en el agua, sino en la presencia de más de mil judíos en las cercanías de Nabi Saleh o en la barrera de seguridad que separa Cisjordania del Israel pre-1967.

Aunque el propósito ostensible de las protestas en Nabi Saleh sea deshacerse de los judíos que viven en sus proximidades, así como de los puestos de control y barreras de seguridad en la zona (que se levantaron con el fin de detener las incursiones de los palestinos que en la última Intifada provocaron la muerte de más de 1.000 judíos asesinados por otros "activistas"), el artículo de Ehrenreich es lo suficientemente honesto como para evitar exigir que el camino hacia la paz se conseguiría con una retirada israelí de Cisjordania a las líneas de 1967.

De hecho, su crítica no va tanto dirigida a los colonos o a los soldados (cuyas voces se recogen solamente como un coro que refuerza el sesgo del artículo), sino contra el proceso de Oslo por el cual se creó la Autoridad Palestina. Ehrenreich cita con aprobación las críticas a ese acuerdo de paz como si representara una auténtica barbaridad, ya que se basaba en la idea de que la Autoridad Palestina se encargaría de poner fin al conflicto y detendría las recurrencias del terrorismo. Por supuesto, Yasir Arafat nunca tuvo la menor intención de hacerlo, y en realidad los grupos terroristas fueron subvencionados con el dinero que Arafat recibió de los donantes europeos y americanos (al menos esa parte que él y sus compinches no robaron).

El héroe del artículo de Ehrenreich es Bassem Tamimi, un activista de Fatah y funcionario - algo que no se revela - de la Autoridad Palestina, el cual no tiene ninguna pretensión acerca de la "moralidad" de la no violencia. De hecho. no cree que los terroristas suicidas estaban equivocados, considera que su método era poco exitoso.

Resaltar esto es importante, porque la idea de la legitimidad de las protestas en Nabi Saleh no radica tanto en las injusticias que se supone que sufren los aldeanos (aunque casi todas las dificultades que se relatan tiene más que ver con su decisión de buscar la confrontación con los israelíes en vez de una convivencia  tranquila),  como en que no haya otra alternativa a las sesiones semanales de lanzamiento de piedras y burlas a los soldados.

Esa es la falsedad fundamental en el núcleo del artículo. Después de todo, si la Autoridad Palestina que emplea a Tamimi realmente hubiera querido crear un estado independiente, incluyendo a Nabi Saleh, podría haber aceptado las ofertas de Israel para ese acuerdo en 2000, 2001 o 2008. Decir sí a estas propuestas, muy probablemente, habría supuesto la retirada de la comunidad judía de Halamish, dejando al clan Tamimi libre de disfrutar del manantial a su antojo sin la molestia o humillación de tener que compartirlo con los judíos.

En efecto, si la Autoridad Palestina volviera ahora mismo a la mesa de negociaciones, algo a lo que se ha negado desde que Mahmoud Abbas huyó de las negociaciones con el ex primer ministro Ehud Olmert en 2008, debería enfrentarse a la decisión de aceptar una paz que muy bien podría dar lugar a una oferta que diera una respuesta positiva a las afirmaciones de propiedad del clan Tamimi.

Pero no lo hacen, y ninguno de estos manifestantes palestinos les ha pedido que lo hagan. La razón de esto es simple. Ellos no quieren tener un estado palestino que conviva con Israel, independientemente de donde se dibujen sus fronteras. Al igual que Ehrenreich, quieren un único Estado palestino en lugar de Israel.

Es por eso que artículos como éste, que parecen basarse en la idea de que la falta de progreso hacia la paz (es decir, el fracaso de Israel a la hora de realizar las suficientes concesiones a los palestinos) no deja a los árabes otra alternativa que recurrir a una nueva Intifada, son tan mentirosos. La alternativa a una intifada, ya sea violenta o no violenta, armada o desarmada, es negociar y comprometerse. Y eso es algo que la Autoridad Palestina, los aldeanos palestinos del clan Tamimi y sus porristas extranjeros no quieren hacer.

El sesgo y la parcialidad de Ehrenreich está tan profundamente arraigada  que casi no tiene sentido criticar el artículo sino la decisión de utilizarle a él para escribirlo. Pero existe al menos una frase que nos muestra como los editores de la revista son, o bien tan ignorantes o bien tan parciales, que no han podido ni siquiera molestarse en limpiar los errores más obvios.

El artículo describe la guerra en Gaza en noviembre pasado como habiendo comenzado cuando los "misiles israelíes comenzaron a caer sobre Gaza", y como los activistas palestinos esperaban poder aprovecharlo para realizar amplias protestas. Usted no tiene que ser un fan de Israel o del sionismo para saber que la guerra  fue provocada por la decisión de Hamas de desatar otra oleada masiva de cohetes contra el sur de Israel. Sin embargo, corregir esa frase tan mentirosa o sesgada, o simplemente hacer una referencia neutral a la violencia de ambas partes, no era algo que los editores del New York Times pensaran que valiera la pena.

Un punto más sobre la supuesta no violencia de los manifestantes de Nabi Saleh. El artículo acepta la idea de que lanzar piedras y coctel molotov contra soldados o colonos es una forma de protesta no violenta. Puede ser que esas armas les parezcan menos siniestras a la prensa extranjera que los atentados suicidas, pero la noción de que el uso de esa fuerza letal sea compatible con las creencias de Gandhi o Martin Luther King Jr. es absurda.

El caso es que en el último incidente de este tipo,  las piedras palestinas provocaron que un coche se estrellara contra un autobús en Cisjordania, lo que provocó varios heridos y un bebé en estado crítico. Cuando a los niños palestinos, como es el caso en el clan Tamimi, se les alienta a provocar a los soldados israelíes para que reaccionen violentamente y así para poder filmarlos haciéndolo, y acaban lastimados por la reacción de los soldados tratando de protegerse de las piedras y las bombas incendiarias, esto se considera un ultraje. Cuando los palestinos deliberadamente atacan a los niños judíos, esos mismos activistas lo consideran como una resistencia justificada. Y aunque Ehrenreich considere que la violencia de los colonos no se denuncia, la rutinaria historia de los ataques palestinos contra los judíos en los territorios obtiene aún menos cobertura periodística.

El New York Times a menudo hace caso omiso de las acusaciones de parcialidad contra Israel, pero la publicación de este artículo y su ubicación prominente demuestran cuán virulento y persistente es su problema de parcialidad.

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El New York Times, ¿cheerleeder de la próxima Intifada? - David Gerstman - Mideast Media Sampler



El New York Times lo ha vuelto a hacer. Menos de dos semanas después de la publicación de un ataque intelectual contra Israel, publica un artículo glorificando los ataques físicos contra Israel. La historia viene en la portada de revista del New York Times de ayer, “¿Será aquí donde comience la Tercera Intifada?”, y es obra de Ben Ehrenriech. (La portada tiene una frase más provocativa: "Si hay una tercera Intifada, queremos ser los que la iniciaron").

Chemi Shalev, del ala izquierdista del diario Ha'aretz, nos muestra un pequeño secreto sobre Ehrenreich:
En 2009, Ehrenreich publicó un ataque directo contra el sionismo en Los Angeles Times en un artículo titulado "El sionismo es el problema". En dicho artículo, Ehrenreich fustigaba no sólo las "deplorables condiciones en que viven y mueren los palestinos en Gaza y Cisjordania", sino que también atacaba "los principios sionistas sobre los que se fundó el Estado". 
"El problema es funcional", escribía Ehrenreich. "La fundación de un Estado moderno con una sola identidad étnica o religiosa en un territorio que es étnica y religiosamente diverso, conduce inexorablemente a cualquier política de exclusión o de limpieza étnica al por mayor. En pocas palabras, el problema es el sionismo".
En otras palabras, Ehrenreich es otro ideólogo anti-Israel similar a Joseph Levine, quien recientemente explicó en el  New York Times por qué Israel no puede ser legítimo mientras sea un Estado judío y democrático. El artículo de Los Angeles Times estaba escrito en un tono mesurado y profesoral. De modo que los aspectos escandalosos del artículo radican en las omisiones que indican que Ehrenreich no está diciendo toda la verdad. Por ejemplo, Ehrenreich escribe:
"Sin embargo, poco se resolvió en Oslo. Una Segunda intifada estalló en el 2000, al principio sobre todo según el modelo establecido por el levantamiento anterior. Los palestinos bloquearon carreteras y lanzaron piedras".
Pero la Segunda intifada no entró en erupción espontáneamente. Fue orquestada por Yasser Arafat, y  las evidencias disponibles son abrumadoras. Pero Ehrenreich no está interesado en esos hechos.

En el blog This Ongoing War, Roths nos comenta otra omisión:
Eso es todo lo que él escribe sobre Ahlam Tamimi, pero podemos darle más información. Ella es una jordana que, con 21 años de edad y siendo presentadora de las noticias en la televisión oficial de la Autoridad Palestina, se alió con Hamas para convertirse en una terrorista. Ella participó en el diseño y planificación, además de ayudar en la ejecución, de una masacre en el centro de Jerusalén en una calurosa tarde del verano de 2001. Ella eligió el blanco, un restaurante lleno de niños judíos, y proporcionó la bomba. El resultado (15 muertos, un dieciseisavo todavía en estado vegetativo aún hoy en día, y 130 heridos) fue tan edificante para ella que se ha plantado ante las cámara una y otra vez para afirmar, sonriendo ante la cámara, lo orgullosa que está de lo que hizo. Ella se muestra completamente libre de remordimientos. Una criminal convicta y una asesina en serie condenada por cargos de homicidio múltiple, y que nunca ha negado el papel que abrazó y que justifica plenamente. 
Sin embargo, todo lo que el New York Times cuenta de la residente favorita de Nabi Saleh durante su estancia allí, es que fue una compañera de lucha "que ahora vive en el exilio en Jordania". Punto. Y esto no es un simple descuido. Los editores de The New York Times vuelven a mostrar una vez más a esa psicópata tal como hace seis años. Entonces, como ahora, sentimos la necesidad de que alguien diera marcha atrás en la historia y mostrara las "frías verdades acerca de esos dulces rostros de jóvenes palestinas", y por una vez mostrara un poco de atención. Pero estaba claro para nosotros que quienes entonces pensaban percibir la “grandeza de espíritu de esa joven”, aún continúan haciéndolo, 
Uno de los niños asesinados en la matanza de Sbarro en la que participó Ahlam Tamimi fue mi hija Malki de 15 años.
Por su parte, Israellycool reseña la historia de Roth y añade otro detalle que se omitió de alguna manera:
Voy a añadir lo siguiente: Como he publicado recientemente con respecto a un articulo elogioso de Bassem Tamimi  en el Ha'aretz, en su página de Facebook Tamimi Press, indica claramente que está luchando por una solución de un único Estado - un estado palestino -, además de que apoya el terrorismo y a los terroristas que cometen atroces asesinatos persiguiendo este objetivo.
El obvio objetivo del artículo de Ehrenreich en el New York Times es retratar esa tan "deseada" próxima Intifada como la “justificada respuesta no violenta a las acciones de Israel”, pero como Elder of Ziyon observa, el lanzamiento de grandes piedras y de cócteles molotov contra la "ocupación" no es exactamente una expresión no violenta:
Lástima que el señor Ehrenreich no trate de hacer retroceder la irritación de Bassem Tamimi impugnando su idea de que lanzar piedras es supuestamente una actitud "no violenta". 
Porque desde hace unos días una niña israelí de tres años se encuentra en estado crítico como consecuencia de un ataque “no violento” con piedras contra el coche que conducía su madre – en el cual también viajaban algunos de sus pequeños hermanos y hermanas -. 
Aunque por otra parte, la historia de este ataque “no violento” no la podrán encontrar en el New York Times, por lo que no debe ser muy importante.
Israel Matzav añade:
Es como si estos periodistas estuvieran deseando que esa Intifada se desencadenara. Quizás quieran otra Intifada “no violenta” en la que cientos de personas mueran, Dios no lo quiera.
Lo crean o no, esta no es la primera vez en la que el New York Times ha idealizado una Intifada. La revista dominical del 29 de octubre de 1989 contaba  “el interior de la Intifada” por medio del entonces corresponsal de Israel, Joel Brinkley.
A la luz de una luna casi llena, el shebab, agachándose detrás de unas pequeñas rocas, ve la llegada del autobús. Sentado en el asiento delantero está un soldado de color verde oliva, con el M-16 estribado en la ventana. En los jeeps que preceden y siguen al autobús (protegiendo a los civiles), las tropas también se sientan con sus armas dirigidas hacia la oscuridad y bajó sus escudos de plexiglás. Al llegar a la ciudad los soldados escuchan varios silbidos estridentes, es la señal que se dan los shebab entre sí. Desde los jeeps, como si fuera la respuesta, llega el ruido del chasquido del cerrojo de los fusiles y la carga de las balas en las recamaras. 
A medida que el autobús avanza pesadamente, los jóvenes palestinos ajustan sus máscaras y se levantan en silencio en la oscuridad. Cada uno toma puntería y con toda su fuerza lanza sus piedras del tamaño de unas pelotas. A pesar de que las rocas vuelan, ellos se giran y corren sin esperar a ver los resultados. 
... 
Antes de que el crujido de los cristales rotos se haya detenido reverberando a través del campo silencioso, los soldados ya están en el suelo, disparando andanadas de balas de goma y caucho a las formas que creen ver moviéndose en la oscuridad. El conductor, Itzik Meuchas, también salta enarbolando una pistola, agitado y enojado.

Joel Brinkley es actualmente profesor de periodismo en la Universidad de Stanford. Me pregunto si ahora discute la ética de marchar con un grupo de vándalos con la intención de atacar a los civiles de un autobús.

Pero el problema más grande radica en el New York Times. Este es el diario que frecuentemente castiga en sus editoriales al gobierno israelí por no hacer lo suficiente por la paz. Sin embargo, este mismo diario utiliza su influencia no para fomentar el compromiso, sino para promover y prolongar las quejas palestinas contra Israel. La hipocresía del New York Times es asombrosa.

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Monday, March 25, 2013

La Europa de la "memoria" y los palestinos y su solución de "dos estados"



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Sunday, March 24, 2013

Obama en Israel. Valió la espera - Ben Caspit - Al Monitor



(Un muy buen análisis, muy interesante)

Más vale tarde que nunca. El presidente Barack Obama hizo su numerito en Jerusalén, y funcionó.

Como era de esperar, el presidente estadounidense echó mano de su toque mágico y también electrificó a su audiencia israelí. Durante cuatro largos y tortuosos años, ellos le habían estado esperando, mirando sin poder hacer nada mientras él daba la mayor parte de su atención al mundo árabe en torno a ellos. Ellos contemplaron lo poco que les daba, pero sobre todo a su primer ministro, un hombro frío, relegándolos a la parte inferior de sus prioridades. Pero si todo sale bien vale la pena la espera. Y aunque lea su discurso en su teleprompter, aunque su contenido provenga del material de investigación del personal de su embajada y de las agencias de inteligencia, y aunque se apoye en los grandes medios que están a disposición del presidente de una superpotencia, cuando todo está dicho y hecho, sigue siendo él, Obama.

Este hombre parece estar presionando algún botón secreto para crear expectación y admiración entre sus oyentes, y no importa en qué parte del mundo pronuncie su discurso. El pasado jueves [21 de marzo], dio un discurso en Jerusalén, pero a quien realmente conquistó fue a Tel Aviv. Y es que no había jerusalemitas en el Israel Convention Center de Jerusalén, allí todos eran habitantes de Tel Aviv. De hecho, habíamos pedido a Obama que visitara Tel Aviv, donde podía encontrar al auténtico, original, liberal y sano Israel: el Israel democrático.

Obama optó por Jerusalén, pero se trajo con él a Tel Aviv. Sólo un puñado de ultra-ortodoxos, sionistas religiosos o derechistas se podían ver entre la audiencia. La embajada estadounidense eligió a dedo a un público liberal, sensato y occidental para el discurso del presidente. Para utilizar términos estadounidenses, Barack Obama pareció dirigirse a un caucus del Partido Demócrata en Boston. Se veía como si jugara un partido en casa, ante sus aficionados . Me pareció una especie de bienvenida al hijo perdido que volvía a casa. Obama sabía tocar los botones correctos, aunque no escatimó a la audiencia sus críticas.

Este fue un comienzo tardío de una maravillosa amistad.

Hay otra manera menos optimista de mirar el discurso de Obama en Jerusalén, una que se centra en el vaso medio vacío. Obama estaba predicando principalmente a los conversos a su fe, a esos israelíes que están cerca de su corazón y que en las últimas elecciones se levantaron para sacar una bandera roja al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu. Este era el Israel que ya no cree realmente en la paz, pero que sin embargo la anhela y está dispuesto a hacer grandes sacrificios para que llegue.

Para ponerlo en términos americanos, Obama ganó la nominación presidencial del Partido Demócrata. Esa es la parte relativamente fácil. La tarea más desalentadora - convencer a los opositores y a los fanáticos - todavía está por venir. Él tiene que influir en gente como Naftali Bennett, el líder de Habayit Hayehudi, quien afirma que no hay ocupación porque un pueblo no puede ser un ocupante en su patria histórica.

Estas personas no compran el encanto de Obama. En su opinión, se trata de un encanto hueco que no se sostiene en el Oriente Medio. Para ellos las consignas de Obamas son consignas  vacías fuera del tiempo y de la realidad, sobre todo de cara a las oleadas de celo islámico que se estrellan en las costas de este país asediado.

Esta otra mitad de Israel contempla a Benjamin Netanyahu como a un portador de buenas noticias. Las intrigas, evasiones, pérdidas de tiempo, incumplimiento de promesas, doble lenguaje y mensajes contradictorios de Bibi, son todos considerados como activos importantes por esos israelíes que no creen en una solución de dos estados al oeste del río Jordán.

Cuando se trata de estas personas, Obama tendrá que arremangarse y ponerse a trabajar. Él tendrá que mostrarles, capítulo a capítulo, y versículo a versículo, que tendrían más que perder que ganar aferrándose a la idea del Gran Israel.


Vamos a analizar brevemente el electorado israelí, empezando por el segmento más cercano a Obama y más próximo a sus ideas. Estos son los israelíes optimistas que todavía creen en la paz a pesar de todo. Vamos a llamarlos los "Shimon Peres". Después de todo, Obama usó al presidente Shimon Peres, su lenguaje, ese lenguaje de optimismo inquebrantable que no ve solo riesgos sino también oportunidades. Hubo un momento en que estos israelíes componían aproximadamente la mitad del electorado, era el histórico y antaño poderoso campo de la izquierda israelí. La intransigencia de los árabes que nos rodean, agravado por el aventurerismo innecesario del ex ministro de Defensa, Ehud Barak, diezmaron este sector, que actualmente representa a cerca de una cuarta parte de los israelíes. Después de haber perdido cerca del 50% de su tamaño  en los últimos diez años, este campo sigue disminuyendo.

Enfrentado a ellos está el campo nacionalista, el sector derechista de la población, incluyendo a los colonos y cierta parte de los ultra-ortodoxos. Hasta no hace mucho se podía definir a estas personas como "Likudniks" o "Bibistas". Hoy en día esto ya no es tan evidente. Tal vez sería más apropiado llamarlos "Bennettistas'', tras el éxito de Naftali Bennett. Ellos también representan alrededor de un cuarto de la población, pero su número sigue creciendo. La demografía, la geografía y la historia están a su favor.

¿Podrían ser persuadidos? Sí, se puede, pero sólo a una pequeña parte de ellos. Por cierto, si nos fijamos en el mapa político de Israel podemos encontrar bastantes pocos remanentes de ese sector que sí ha sido persuadido, como los ex primeros ministros Ariel Sharon y Ehud Olmert, y la actual ministro de Justicia,  Tzipi Livni . Esta es una lista muy parcial de la "familia guerrera" - es decir, de aquellas personas que nacieron y se criaron con los valores del Herut y del Likud y ahora se han vuelto pacifistas -. Así que el proceso sí es posible, aunque poco frecuente.

¿Y qué pasa con la otra mitad de la población, la mayoría silenciosa israelí? Estos deben ser denominados actualmente "Lapidistas". En este momento, están representados por el líder del Yesh Atid, Yair Lapid, el político israelí que más se parece a Barack Obama.

Pero estos son los israelíes indecisos. Sí, ellos quieren la paz. Sí, ellos están dispuestos a renunciar a muchas cosas por la paz, tal vez incluso a casi todo. Pero no, en realidad no creen que la paz sea posible. Ellos realmente no creen que haya un socio con quien hacer la paz. Miran arder a Siria, a Hamas y a la Jihad en Gaza, observan a Egipto, donde las masas siguen gritando "Muerte a Israel" en cada manifestación. Ellos ven el lavado de cerebro antisemita en el sistema educativo palestino y a las llaves a las que muchos palestinos se aferran con la esperanza de regresar a sus pueblos que ya no existen en Israel.

Así pues ellos son escépticos. Ellos piensan que ahora es una pérdida de tiempo y que un acuerdo no es una opción viable en estos momentos. Son los israelíes - los "Lapidistas" – a los que Obama se dirigió el jueves. Son ellos los que tienen que pasar al campo de Obama y de Shimon Peres. Si puede hacer eso, puede contar con sus bendiciones. Si puede hacer eso, se podrá reanudar las negociaciones con seriedad y todo lo que le quedará por hacer a Obama es hacer la misma cosa, pero con la otra parte, los palestinos.

Dicho sea de paso, se dará cuenta que esa otra parte le resultará mucho más difícil. 

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Obama conecta con la juventud israelí - Mazal Mualem - Al Monitor



(Artículo edulcorado, pero que pone de manifiesto de manera muy notable el sentir de una parte del espectro político israelí,  el que conforman las élites, TA, los próximos al Partido Laborista y la izquierda. De alguna manera, a quien iba dirigido el discurso de Obama).

 El poder del discurso pronunciado por el  Presidente de EEUU Barack Obama  radicó no solamente en las palabras cuidadosamente elegidas que tocaron con el acorde correcto la experiencia israelí-judía en todo su patetismo, sus temores, triunfos y esperanzas. Quizás lo mejor fue la explosión de calor que irradiaba del público joven hacia el podio del presidente americano, incluso cuando tocó el tema del sufrimiento de los palestinos y su "justa" aspiración a la condición de Estado.

Lo que sucedió en la audiencia fue tan fascinante como el propio discurso. Aunque estaba claro que ese público joven invitado ya le era favorable y había sido seleccionada a priori, los asistentes podían sentir que había mucho más que un sentimiento de cariño y respeto por el presidente. Tal como estaba previsto, Obama fue capaz de hacer frente a la opinión pública israelí de maneraa directa, pasando hábilmente de una figura casi hostil a un verdadero y cariñoso amigo.

Los frecuentes aplausos fueron la expresión emocional de la simpatía y el calor de miles de jóvenes que, sólo dos días antes, no había contado con Obama entre los amigos de Israel. Y sin embargo, casi al instante, ya que ganados y enamorados.

Aun a sabiendas de que se trataba de un evento bien orquestado que no dejaba lugar a sorpresas, no disminuyó la sensación de una auténtica calidez entre el presidente y la audiencia. Esta es el tipo de energía difícil de falsificar. Era completamente espontánea y radical. Se pudo sentir desde el momento en que Obama puso el pie en el escenario y como él se mantuvo de pie frente al público, acariciándolo ingeniosamente con sus palabras y ofreciéndose a ellos. Y se entregaron voluntariamente.

El mayor logro de Obama fue ser capaz de traer de vuelta al primer plano las negociaciones diplomáticas con los palestinos, después de cuatro años de estancamiento y de falta de interés por parte de los israelíes. Además, fue capaz, como él hubiera querido, de "hablar con los israelíes" pasando por encima de su primer ministro Benjamin Netanyahu, dando prioridad al conflicto israelí-palestino sobre la amenaza iraní, que en los últimos cuatro años ha privilegiado como un todo el primer ministro israelí.

Sin embargo, por trivial que pueda parecer, esto no puede ser ignorado: el público israelí necesita la atención y el abrazo del líder del mundo libre para saber que su compromiso con su seguridad es tan firme como lo fue el de sus predecesores, si no más.

Una dirección amorosa hizo lo que no pudo hacer el sistema de baterías del Iron Dome durante la operación Pilar de Defensa. Y esa es la razón por la que ayer aún pareciera ser duro dejar de lado la sensación de que cuatro años se habían ido a la basura, los años de la animosidad y la desconfianza entre israelíes y el hombre en la Casa Blanca.

En ningún momento, durante esos cuatro años, el presidente Obama fue capaz de fomentar una relación íntima con los israelíes. Esto es algo que recuerda a la famosa cercanía entre los israelíes y el ex presidente Bill Clinton. Tres palabras de Obama en hebreo, "Atem lo levad" (No están solos), evocaron la memoria colectiva de las palabras que Bill Clinton eligió para despedirse del difunto primer ministro Yitzhak Rabin, "Shalom, Haver" (Adiós, amigo ), que están grabadas en el ethos israelí.

Casi 20 años separan el asesinato de Rabin, en noviembre de 1995, y el "Discurso a los jóvenes" de Obama de esta semana. Habían sido años difíciles de sobriedad, con una segunda Intifada, con la desconexión de Gaza y con el terror de los cohetes Qassam cayendo sobre las ciudades del sur de Israel. Fueron años en los que el público israelí y sus líderes habían renunciado a la esperanza de una paz con los palestinos, tanto es así que en la reciente campaña electoral, el Partido Laborista - el partido de Rabin -, escondió la agenda diplomática de la vista. Y fue simplemente porque los políticos israelíes asumieron que la paz "ya no vende" entre los israelíes.

Es en estos momentos de los anales del conflicto cuando Obama "habló en Jerusalén", un hito muy importante. Ha logrado que el proceso diplomático sea relevante nuevamente, creando, por lo menos en el lado israelí, el ambiente adecuado para su reanudación, no con un ambiente de euforia, sino con el entendimiento de que enterrar la cabeza en la arena no puede durar para siempre.

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