Wednesday, April 30, 2014

La calumnia del apartheid de Kerry sabotea su propio proyecto de paz - Jonathan S. Tobin - Commentary


 El viernes pasado, mientras hablaba en una reunión a puerta cerrada de la Comisión Trilateral, el secretario de Estado John Kerry cargó la apuesta en su intento de mantener viva su iniciativa de paz en el Oriente Medio. Mientras lamentaba el último fracaso de las negociaciones, Kerry echó la culpa de ese resultado tanto a Israel como a los palestinos, pero dejó en claro que las consecuencias para Israel serían mucho más graves. En la grabación de sus comentarios obtenida por The Daily Beast, Kerry no sólo repitió sus últimas advertencias de que si no se alcanzaba la paz Israel se enfrentaría a una nueva ronda de violencia por parte de los palestinos, sino que también insistió en el incremento de los esfuerzos de boicot. Pero fue aún más allá y dijo que la alternativa a una no aceptación israelí de una solución de dos estados sería que se convertiría en "un estado de apartheid".

Al hacer esto, Kerry hizo estallar por los aires la idea de que él es un mediador imparcial ya que ha vuelto a formular, como ya lo hizo anteriormente, una racionalización efectiva, si no justificativa, de una próxima Intifada, así como de los constantes esfuerzos de los movimientos favorables a un boicot, desinversión y sanciones contra Israel. El tema aquí es que si el "mantenimiento del status quo" haría de Israel un estado de apartheid, entonces ya debería serlo. Dada la naturaleza odiosa de un régimen de este tipo, no sólo estaría justificando los boicots, sino también la violencia por parte de los palestinos contra Israel.

Identificar a Israel como un potencial estado de apartheid no sólo es un insulto incendiario, demuestra el fallo fundamental que habita en el centro de los esfuerzos de Kerry. No hay comparación posible entre la Sudáfrica del apartheid e Israel. Pero ese término no es solamente una analogía inexacta. Dado que los palestinos alegan que el "deseo de un Estado judío es racista", alegar a su vez que una "falta de paz implicaría el apartheid" supondría en definitiva una "aceptación tácita de la negativa palestina a reconocer la legitimidad de un Estado judío sin importar dónde se trazan sus fronteras". Aunque esta puede que no haya sido la intención directa de Kerry, su recurso a esa calumnia final (apartheid) con el fin de presionar a los líderes de Israel para que sean más flexibles lo que logra es "tanto reforzar la intransigencia de los palestinos como su convicción de que va en su interés seguir diciendo que no a las ofertas de paz israelíes". Más que una mera expresión de frustración, tal como apologistas de Kerry se apresurarán a justificar para exculparle, el uso de la palabra "apartheid" lo que hace es condenar aún más las ya tenues posibilidades de paz. Como tal, la ya más que dudosa utilidad de Kerry como mediador o facilitador del proceso de paz ha quedado meridianamente expuesta.

Los defensores de Kerry están argumentando que no hay nada nuevo acerca de una discusión centrada en la creencia de que el statu quo resultará insostenible para Israel. La posición de Kerry, que se hace eco de las ideas de la izquierda judía en Israel y en Estados Unidos, es que los intereses de Israel son mejor atendidos con una separación de los árabes palestinos en Cisjordania. Sin un tratado de paz que cree un Estado palestino al lado de Israel, la continuación de la situación actual significaría que la población palestina no tendría ni la autodeterminación ni los derechos de los ciudadanos israelíes. La cuestión de esa falta de sostenibilidad es que uno cree que es, como mucho, muy discutible. Como escribí la semana pasada, incluso a la luz del artículo en el NYTimes de Roger Cohen las predicciones sobre una ruina de Israel son insoportables. Aunque sí es cierto que la mayoría de los israelíes comprensiblemente prefieren una solución de dos estados, la idea de que los palestinos comparten ese deseo resulta igualmente discutible ante la negativa de la Autoridad Palestina dominada por Fatah, y mucho más en el caso de Hamas, a aceptar las repetidas ofertas de Israel de paz e independencia.

Pero mediante la inclusión de la palabra "apartheid" en este debate, Kerry ha provocado un grave perjuicio a esa causa de la paz a la que ha dedicado tanto esfuerzo el año pasado. Aunque el enfrentamiento en Cisjordania sea muy preocupante, no es ni remotamente comparable con la situación en la Sudáfrica que precedió al final del antiguo régimen de la minoría blanca en el 1994. Los árabes tienen una completa igualdad ante la ley y derechos políticos dentro de Israel. Incluso en Cisjordania, donde el hecho de que no exista la paz ha llevado a una situación en la que Israel mantiene su presencia de seguridad, la Autoridad Palestina es la autoridad rectora para la inmensa mayoría de la población que vive allí. Más importante aún, los judíos, que siguen siendo la mayoría de la población entre el Mediterráneo y el río Jordán en lugar de una minoría al estilo apartheid, han ofrecido en varias ocasiones a los palestinos la condición de Estado y éstos la han rechazado todas las veces, siendo la última negativa en las conversaciones patrocinadas por Kerry.

Ya sea que los palestinos estén finalmente en condiciones de hacer un acto de fe para lograr la paz o que no lo hagan, Israel seguirá siendo una democracia plena dentro de sus fronteras. Más aún, la continuación de la situación en Cisjordania no tendrá que ver con una minoría judía dominando voluntariamente a una mayoría árabe, como fue el caso en Sudáfrica para los negros y los blancos. Más bien, estamos ante un poder palestino en gran parte beligerante, en el que la Autoridad Palestina prefiere la anómala situación actual a una paz real con Israel, la cual le obligaría a firmar un tratado que pusiera fin a la guerra de un siglo de antigüedad que han estado llevando contra el sionismo. Y cuanto más utilicen los estadounidenses la calumnia del apartheid, menos probable es que alguna vez los palestinos tomen una decisión de este tipo.

Kerry puede, tal como lo recogía la cinta de la reunión de la Comisión Trilateral, presentar su propio plan de paz a las partes en un cierto momento en base a "un tomadlo o dejadlo". Sin embargo, su capacidad de influir en los acontecimientos de una manera positiva está terminada. Mediante la inyección de la calumnia del apartheid en las negociaciones, Kerry ha envenenado las aguas de una manera tal que sólo logrará hacer aún menos fácil para los líderes palestinos hacer lo que deben hacer para lograr la paz. En lugar de empujar a las partes hacia un acuerdo, ha saboteado el proceso. Así como el final del conflicto tendrá que esperar hasta que una nueva generación de palestinos esté dispuesta a dejar de lado su rechazo de un Estado judío, parece también bastante posible que una intervención estadounidense productiva se suspenderá hasta que Kerry deje el escenario diplomático.

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Mahmoud Abbas: Todavía un negador del Holocausto - Yair Rosenberg - Tablet



Uno de los aspectos menos agradables de la biografía del presidente palestino Mahmoud Abbas es que tiene un doctorado en negación del Holocausto, literalmente. Su disertación en1982, publicada como "La otra cara: la relación secreta entre el nazismo y el sionismo", hacía la famosa argumentación de que “los sionistas colaboraron con los nazis con el fin de estimular una mayor inmigración judía a Palestina”.

 "El movimiento sionista", explicaba, "encabezó una amplia campaña de incitación contra los judíos que vivían bajo el régimen nazi, y ello con el fin de despertar el odio hacia ellos por parte del gobierno nazi, alimentar la venganza contra ellos, y así ampliar el exterminio en masa". Los sionistas, afirmaba el trabajo de Abbas, “fueron unos socios fundamentales del Tercer Reich" en su delito. También afirmaba que la cifra de seis millones de muertos se había exagerado con fines políticos, y sugería un millón de asesinados como una estimación más razonable. Abbas nunca ha repudiado sin reservas el contenido de esta obra suya,  y de hecho ha reafirmado periódicamente su argumentación principal, por ejemplo diciendo en el 2013 que había "70 libros más que yo aún no he publicado" probando la asociación sionista-nazi.

Pero de acuerdo con una noticia publicada en el New York Times, todo esto ya ha cambiado. Un artículo titulado "Mahmoud Abbas cambia su parecer sobre el Holocausto”:
El presidente Mahmoud Abbas de la Autoridad Palestina planea emitir una declaración formal el domingo llamando al Holocausto "el crimen más atroz que se ha producido contra la humanidad en la era moderna", y expresando su solidaridad con las familias de las víctimas. 
La declaración, que surgió de una reunión la semana pasada entre el señor Abbas y un rabino estadounidense que promueve el entendimiento entre musulmanes y judíos, es el primer ofrecimiento de condolencias por parte del líder palestino. 
Mr. Abbas ha sido vilipendiado como un negador del Holocausto porque en su tesis doctoral, publicada como libro en 1983, desafió el número de víctimas judías y argumentó que los sionistas habían colaborado con los nazis para impulsar a que más personas huyeran y se dirigieran al lugar que luego se convertiría en Israel.
Dada esta nueva y revolucionaria declaración de Abbas, según el NYTimes, sus propios lectores podrían estar confundidos al descubrir que Abbas dijo más o menos las mismas cosas al Haaretz en 2003:
No tengo ningún deseo de discutir sobre las cifras. El Holocausto fue un crimen terrible e imperdonable contra la nación judía, un crimen contra la humanidad que no puede ser aceptado por la humanidad. El Holocausto fue una cosa terrible y nadie puede decir que yo lo negué.
De hecho, contrariamente a lo que afirma el NYTimes, Abbas ha reconocido la realidad del Holocausto durante décadas. Él sólo piensa que los propios judíos ayudaron a perpetrarlo. Su tesis doctoral no afirmaba que el Holocausto nunca ocurrió (aunque sí realizaba subterfugios en lo referente a sus cifras), o que no hubiera sido una terrible atrocidad, más bien, como el NYTimes comentaba, Abbas afirmaba que los sionistas se unieron a los nazis para infligir esa terrible atrocidad de los judíos europeos. En otras palabras, "él hábilmente elaboraba una posición que le permitía a la vez reconocer al Holocausto mientras seguía culpando a los judíos por ello".

Y por cierto, Abbas nunca ha repudiado esta última postura. Por el contrario, se ha reafirmado constantemente y la ha defendido de las críticas. Así, en fecha tan reciente como el año pasado, él le dijo Al-Mayadeen, una estación de televisión de Beirut afiliada con Irán y Hezbollah, que "desafío a cualquiera que niegue que el movimiento sionista tenía vínculos con los nazis antes de la Segunda Guerra Mundial", añadiendo que tenía "70 libros más que aún no había publicado" demostrando la supuesta asociación.

Aunque a primera vista esta afirmación puede parecer que existe un cambio de actitud a partir de 2003 (y la actualmente recogida por el NYTimes), no existe tal cambio. Más bien, cuando Abbas se lamenta del Holocausto como un "crimen atroz" ante un rabino estadounidense, y luego daba la vuelta y culpaba a los sionistas por ayudar a los perpetraron ese genocidio, éstas no eran posiciones que se excluyeran mutuamente. Ellas forman parte de su visión del mundo que consiste en ver al movimiento sionista como parcialmente culpable de la comisión del Holocausto y del exterminio de sus hermanos judíos.

Lo que significa que si cualquier periodista de verdad quiere saber si el líder palestino finalmente ha desechado sus teorías de conspiración sobre el Holocausto, no tendrán que preguntarle acerca de lo que ocurrió, sino los que él piensa que son los responsables.

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Sunday, April 27, 2014

¿"Judíos o israelíes", o ambas cosas? El 20% de los judíos israelíes se sienten más "judíos" que "israelíes" - Tova Dvorin - Arutz Sheva



Más del 20% de los israelíes se sienten más "judíos" que "israelíes", según ha revelado una encuesta este domingo, y este porcentaje se eleva entre las poblaciones más jóvenes y religiosas.

BINA, una organización que lucha por la identidad judía de Israel dio a conocer la encuesta en vísperas del Día de la Independencia de Israel (Iom Haatzmaut). Esta organización entrevistó a 500 hombres y mujeres de todos los espectros religiosos de Israel como una muestra representativa de la opinión pública, y su objetivo es comprobar el nivel de religiosidad y de identidad nacional en Israel, tanto ahora como en el futuro.

Más israelíes religiosos se identifican principalmente como "judíos", según la encuesta. El 49,5% de la comunidad ortodoxa se siente más "judía" que "israelí", en comparación con el 9,7% entre la población secular.

En general, el 20,1% de los judíos israelíes se sienten más "judíos" que "israelíes", en comparación con el 13,6% que se identifican principalmente como "israelíes" en lugar de "judíos". La abrumadora mayoría de los israelíes se identifican con ambas identidades por igual, con el 60,8% de los encuestados diciendo que se sienten igual de "judíos" que "israelíes".

El 2% de los encuestados dijo no sentirse ni "judíos" ni "israelíes", y el 3,5% respondieron que no estaban seguros de cómo se identificaban.

La encuesta también reveló que los hombres están más polarizados sobre sus identidades que las mujeres. El 70,7% de las mujeres encuestadas se sienten igual de "judíos" e "israelíes", en comparación con solamente el 50% de los hombres.

Los hombres, por su parte, son más propensos a identificarse con una u otra identidad. El 25,2% de los hombres se identifican preferentemente como "judíos" en lugar de "israelíes", en comparación con solamente el 15,4% de las mujeres. Por el contrario, el 19,7% de los hombres se identifican como más "israelíes" que "judíos", en comparación con el 8% de las mujeres.

Los jóvenes israelíes también son más propensos a identificarse preferentemente como "judíos" que como "israelíes". El 28,6% de los encuestados de 18-34 años se identifica más como "judíos" que como "israelíes", en comparación con el 18,8% de los encuestados mayores de 55 años y sólo el 14% de los encuestados de 35-54 años de edad.

A pesar de que la encuesta demuestra la ligera tendencia a considerarse preferentemente como "judíos" en lo referente a su identidad, la mayoría de los encuestados predijeron que sus hijos y nietos se identificarían principalmente como "israelíes" y que su identidad preferente de "judíos" tendería a desaparecer con el tiempo.

El 18,1% consideró que sus descendientes se sienten más "israelíes" que "judíos", en comparación con el 17,4% que siente que las generaciones futuras tendrán como identidad más fuerte la "judía".

Los encuestados también predijeron que, en el 2034, sólo el 49% de los judíos israelíes se identificarán como "judíos" e "israelíes" igualmente, en comparación con el 60.8% en 2014.

Eran Baruch, consejero delegado de Bina, afirmó que la encuesta es un importante recordatorio de las complicaciones de un Estado judío.

"La elección entre [las identidades] 'judío' o 'israelí' revela la tensión en la que se encuentra inmersa la sociedad [israelí] entre la tradición y la innovación, entre la identidad religiosa y la identidad nacional", comentó Baruch. "La sociedad israelí es un activo crisol de culturas e identidades, cada una de las cuales lucha realmente por expresarse y encontrar su lugar [en la sociedad]".

"Lo cierto es que somos un país con un gran significado religioso, pues más de una quinta parte de la población se siente más 'judía' que 'israelí'", continuó. "Esta cifra tiene implicaciones en todos los aspectos de la vida israelí como la conscripción militar, la emigración y un sentido de pertenencia".

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Muy bueno. Schlomo Cohen en estado de gracia.


- Yo siempre lloro en  las bodas (Abbas y Hamas)

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Más tefilín de la antigüedad tardía - Menachem Mendel blog



Yonatan Adler, que es un experto en los tefilín de la Antigüedad tardía, ha anunciado otro descubrimiento importante. Hace apenas unas semanas hubo numerosas noticias acerca de su descubrimiento de pergaminos tefilín de Qumran previamente pasado por alto, y ahora, al parecer, ha encontrado otra tefilín de la antigüedad tardía. Este conjunto muy pequeño de tefilín son de Nahal Tze'eilim, en el desierto de Judea. De acuerdo con un artículo en NRG, estos tefilín son tal vez los tefilín mejor conservados de la antigüedad tardía.

También son muy pequeños, dos centímetros de ancho. El desafío al que se enfrenta Adler y otros estudiosos es leer realmente los pergaminos dentro de estos tefilín. Ellos todavía tienen que encontrar una manera de abrir los pergaminos sin dañarlos. Adler los data de la época de la revuelta de Bar Kojba.

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Saturday, April 26, 2014

Historias de Sefarad II: En España, una reunión familiar siglos más tarde - Doreen Carvajal - New York Times



La entrada al barrio judío de Segovia y el palacio de los Arias Dávila


El cementerio judío de Segovia

Al caer la tarde, recorrí un laberinto de casas de ladrillo de color miel en el barrio judío medieval de Segovia, paseando por un camino de adoquines siguiendo los pasos de mis lejanos antepasados de hace 16 generaciones.

Entre las sombras, me recordé a mí misma todos los elementos de su verdadera historia: una lucha por el poder en el Vaticano; un juicio de la Inquisición que confundió la identidad religiosa de nuestra familia durante generaciones; y un barrio infestado de espías, de esbirros de la reina, y de fabricantes de cuero y carniceros.

Estaba a la búsqueda de documentos y monumentos, e incluso de recetas medievales, que pudieran traer a la vida la historia familiar de Diego Arias Dávila, ese rico tesorero real del siglo XV del rey Enrique IV, que fue amado y odiado por los impuestos que recolectaba. Llámenlo turismo ancestral, o una búsqueda de mis raíces, o bien una reunión familiar a través de los siglos.

Mi búsqueda se inspiró, en parte, en la antigua costumbre española de las procesiones religiosas de Semana Santa: cofradías de penitentes con túnicas y capuchas puntiagudas que durante siglos marcharon por estrechas calles en las diferentes regiones del país y en ciudades como Sevilla, Málaga y Segovia. La primera vez que vi una fue en el sur de España, pasando por un antiguo barrio judío de casas encaladas y donde las imágenes me sumieron en una época medieval, cuando los inquisidores también con sus capuchas anónimas se enfrentaron a los presuntos herejes, incluyendo a mis propios antepasados.

Durante la semana de Pascua, las hermandades de Segovia, en el centro de España, desfilan con realistas esculturas de madera de Jesús y de María más allá de la catedral gótica en el centro de la ciudad, mientras el Alcázar permanece iluminado, el imponente castillo de los reyes de Castilla y León.

Siento escalofríos cada vez que paseo a lo largo de las murallas de piedra caliza, frente a una Sierra de Guadarrama de color azul oscuro. Tal vez de alguna manera sé más de la familia Arias Dávila que de mi propia generación. Cuando me enteré de su destino, sentí mi propia identidad alterada y hecha añicos, cambiándome a lo que soy.

Su tragedia se conserva en la carpeta de la Inquisición 1413, N º 7, con su letra manuscrita y alojada en los archivos nacionales de Madrid. Casi 200 páginas están dedicadas a sus hábitos diarios, recogidos por esos vecinos que se volvieron unos espías - rituales de boda, ropa de entierro, oraciones y cómo con frecuencia saboreaban la adafina, el estofado de cordero, garbanzos y canela cocinado a fuego lento sobre las brasas calientes durante la noche, y que se servía en el sabbath.

Por estos rituales, Diego Arias Dávila - y otros antepasados judíos que eran cristianos conversos - fueron investigados por la Inquisición española en 1486 y acusados de herejía. Su crimen religioso fue el mantenimiento de una doble vida judía en secreto.

En este viaje a Segovia, tal vez podría encontrar su tumba, pues sus restos se llevaron lejos para evadir a unos inquisidores en búsqueda de signos reveladores de rituales funerarios judíos. O tal vez podría recuperar fragmentos de la identidad de mi familia, que se convirtió al cristianismo hace siglos para sobrevivir, pero que conservó un legado judío en secreto durante generaciones, desde España a Costa Rica, y de ahí a California.

No muchas personas vienen a explorar las raíces de su árbol familiar en esta ciudad situada en un peñasco, con unos 55.000 habitantes y ubicada entre los valles de dos ríos a 55 millas al norte de Madrid. Pero también hay un montón de turistas que llegan hasta Segovia en autobús y tren, con destino al acueducto romano de granito que se cierne sobre la entrada del casco histórico y a los restaurantes que sirven la especialidad segoviana del lechazo y el cochinillo. La mayoría de ellos desaparece antes del atardecer.

A continuación, el ritmo de la ciudad se desplaza hacia una meditación pausada. Para mí, es ese momento contemplativo donde saborear el encanto histórico de Segovia, de su catedral gótica del siglo XVI y de una plaza arbolada con numerosos cafés al aire libre, donde fue coronada la Reina Isabel, la cual utilizó su poder en 1492 para expulsar a miles de judíos que se enfrentaron a la opción de huir o de convertirse al cristianismo, y/o preservar su religión judía en secreto.

Ana Sundri Herrero, del centro turístico de la ciudad, me dijo durante una de mis visitas durante la pasada primavera y verano que no hay mucha demanda de información genealógica, aunque España tiene una gran diáspora de emigrantes que se remonta a siglos. Otros países con una historia más reciente de una migración masiva, como Irlanda y Escocia, están promoviendo agresivamente sus registros genealógicos en web patrocinadas por el gobierno para así incrementar el turismo. Y las empresas irlandesas y escocesas lo han
aprovechado como una atracción. El Shelbourne Hotel en Dublín ofrece un asesor especial en genealogía para guiar a sus huéspedes. El hotel Four Seasons en Praga también dispone de un servicio de genealogía para sus visitantes como una manera de que puedan rastrear los lugares originales de sus antepasados.

Por mi propia iniciativa, improvisé una estrategia que comenzó con una inmersión emocional en Andalucía, y después de una búsqueda genealógica metódica rastreando mis líneas familiares éstas me llevaron al norte, a Segovia.

Durante un verano, mi marido Omer y nuestra hija Claire nos mudamos al sur de España, a Arcos de la Frontera. Nos instalamos en una de esas casas blancas, un ex-burdel situado al lado de un risco de piedra caliza, y cercano a los restos de un barrio judío y de una sinagoga que se transformó en un orfanato durante la Inquisición.

Me mudé allí para aprender la historia y la geografía del país, a la vez que para entender por qué mis ancestros abandonaron el país o se quedaron, y me sumergí en su identidad. Viajé a Arcos con frecuencia, fascinado por la comida, el arte, la música y la cultura, los cuales podían ayudarme a viajar atrás en el tiempo, especialmente a las hermandades que en algunos casos desempeñaron papeles históricos como ejecutores durante la Inquisición.

Sentí escalofríos ante las agudas notas de las saetas, una música distintiva de la región y cantada a capella en las calles durante las procesiones de Semana Santa. Esa música parece hacerse eco de la elevación y caída del canto del Kol Nidrei judío, una oración de Yom Kippur. Incluso algunos expertos creen que los conversos cantaron saetas al pasar las imágenes de Jesús y María durante Semana Santa para demostrar su lealtad, pero con un doble significado para los iniciados.

No obstante, parte de mi cerebro seguía con mi búsqueda, y me puse a investigar todas las ramas de mi familia. Mi búsqueda se remonta a 2001, después de moverme desde Nueva York a Europa, en una reacción más bien típica de la edad madura, cuando pensamos en nuestras raíces y lo que podemos transmitir a nuestros hijos.

En mi trabajo como periodista, la gente me hacía bastantes preguntas acerca de mi apellido. Carvajal es un apellido judío sefardí que en algunas variantes ortográficas significa lugar perdido, o  persona rechazada. Pero yo no sabía nada sobre el pasado. Mi padre, Arnoldo Carvajal, había crecido en Costa Rica y emigró a San Francisco con su madre y su hermana siendo un adolescente. Se casó, y con mi madre crió a seis hijos. Eramos católicos, asistíamos a la misa de los domingos, comíamos pescado los viernes y ejercíamos de católicos: desde los uniformes de la escuela católica y sus faldas de tela verde escocesa, a los escapularios de estilo medieval alrededor de nuestros cuellos.

Después empecé mi búsqueda, encontrando muchas pistas sobre la sumergida identidad judía de nuestra familia, empezando por golpearme la cabeza contra el muro de la línea genealógica de los Carvajal. Resultó ser un antepasado de Costa Rica del siglo XIX no registrado, al que se le dio el apellido Carvajal de recién nacido al estar registrado como "hijo natural", el término español para los hijos ilegítimos.

Yo había cometido un error crítico al no fijarme en las otras líneas de la familia, haciendo caso omiso de un hábito ancestral entre los matrimonios entre primos hermanos costarricenses. Me di cuenta más tarde que se trataba de una señal de que se casaban entre sí para proteger sus secretos y preservar los rituales, como la menorá que mi primo me dijo que encontró en la habitación de mi tía abuela después de que ella murió en 1998.

La línea por parte de mi abuela Chacón me llevó hasta los españoles que abandonaron una vida próspera en la Andalucía del siglo XVI. Uno de ellos era un juez que murió de un ataque al corazón de camino a la colonia española de Costa Rica, y otro, su hijo pequeño, se ahogó en el mismo viaje en Río Negro, en Honduras. Cada nueva generación parecía encajar en un crucigrama las esposas y los maridos, y de todo ello supe por la búsqueda de certificados de nacimiento y fallecimiento que fueron apareciendo a trancas y barrancas con la ayuda de sitios como familysearch.org o ancestry.com.

Segovia me sorprendió cuando apareció en mi rompecabezas. Yo no sabía de ningún vínculo familiar con dicha ciudad. Pero la línea de mi abuela saltó a una nueva generación en el siglo XVI, con Isabel Arias Dávila, la esposa del primer gobernador de Costa Rica, quién emigró de Segovia durante la Inquisición.

Con ese nombre, rápidamente caí sobre el juicio de la Inquisición que afectó a la identidad de esa familia durante generaciones y les obligó a llevar una nueva vida como conquistadores en las colonias españolas. El patriarca fue Diego Arias Dávila, cuya familia se convirtió cuando él era un niño y cuyo hijo Juan fue el obispo de Segovia durante 30 años.

La lucha política interna del obispo Juan Arias Dávila con el inquisidor Tomás de Torquemada se convirtió en un épico enfrentamiento legal que llegó hasta el Vaticano. El gran inquisidor luchó contra el obispo sondeando los orígenes de la familia y buscando evidencias de su doble vida. Sus padres y su abuela fueron investigados a título póstumo, entre ellos Diego Arias Dávila.

Supe de los contornos de su historia la primera vez que llegué la primavera pasada al barrio judío de Segovia, el cual se remonta al siglo XIII. Hoy en día todavía siento la extraña sensación en algunos momentos que muy poco ha cambiado en las casas de tres pisos, algunas todavía intactas, del barrio judío, allí donde sus antiguos habitantes una vez oraron en una de las cinco sinagogas de la ciudad.

La mansión de Abraham Senior - un contemporáneo de Diego Arias Dávila y un asesor financiero real que se convirtió en 1492 - ha sido meticulosamente restaurada por la ciudad y fue transformada en un museo para el barrio judío en el 2004. Hubo conversos como la familia Arias Dávila que oraron en secreto en una sinagoga privada, de acuerdo con los propios relatos de la época.

Hasta principios de 1990, Segovia no promovió la recuperación de este barrio judío, que se aisló del resto de la ciudad al amurallarse sus arcos de ladrillo para cerrarse durante el siglo XV y así separar a lo judíos de los cristianos. Y es desde entonces que el gobierno local y el estatal han invertido abundantemente para restaurar el barrio. Ahora sus calles tienen un aire de calma: ladrillo limpio y fachadas de piedra, y la rítmica aparición de balcones y de plantas colgantes en las ventanas.

Para restaurar mi propia historia familiar, sabía que necesitaba un tipo especial de guía. Por mi cuenta, había tratado y fallado a la hora de encontrar la desconocida tumba de Diego Arias Dávila, aunque había situado el escudo de armas de la familia en la catedral de Segovia. Normalmente la mayoría de las ciudades de España tienen un cronista, un historiador con una gran pasión por el lugar y sus peculiaridades. Había encontrado uno en Arcos de la Frontera, Manuel Pérez Regordán, un contable jubilado tan obsesivo que él mismo había gestionado la publicación de cuatro volúmenes de la historia de su ciudad a través de cada
una de sus callejuelas.

En Segovia, la oficina de turismo me llevó hasta una profesora de instituto llamada María Eugenia Contreras que estaba investigando a la familia Arias Dávila para un doctorado. Fue María Eugenia quien me guió a través de los tranquilos barrios de Segovia hasta llegar a un parque donde las cigüeñas anidaban en el tejado de un edificio donde una vez estuvo del convento de las Mercedes. Era el lugar de la última tumba oficial de Diego Arias Dávila y de su esposa Elvira, también una cristina conversa. Pero Maria Eugenia tampoco sabía lo que pasó con sus restos. Habían sido movidos demasiadas veces. Ella me proporcionó un regalo
enorme, sin embargo, cuando me habló acerca de un profesor de Salamanca que había transcrito cuidadosamente el manuscrito conteniendo los testimonios de los 200 testigos que la Inquisición utilizó en contra de la familia.

Encontré el libro en un perfecto estado a través de una tienda de libros usados on-line de España. Era una ventana a su vida, a la lechuga y el pan sin levadura que comieron en la Pascua, a sus donaciones de aceite para las sinagogas locales y a la anécdota de que cuando yacíendo en su lecho de muerte a los 86 años, Diego Arias Dávila mandó al diablo a los frailes franciscanos que habían llegado para administrarle la extremaunción.

Vivía en un enorme palacio en la parte sur de la ciudad, dominada por la torre de la fortaleza y construida con los patrones únicos de la piedra caliza de Segovia. Hoy, una calle cercana se llama así por la familia. Una señal informa que la torre es un lugar de interés, pero sin ninguna referencia a la Inquisición.

La primera vez que trate de entrar en el palacio fui rechazada porque era hora del cierre. A la mañana siguiente, el primer piso estaba lleno de gente esperando para pagar sus impuestos. Oportunamente, el palacio Arias Dávila se ha transformado en las oficinas de hacienda del gobierno, un legado perfecto para un tesorero real.

En teoría, debería haber sentido algo, pero no lo hice. Estudié los artesonados del palacio y la talla en piedra del escudo de armas de la familia Arias Dávila, pero la oficina del gobierno podía estar en cualquier parte, con sus mostradores, sillas rojas y burócratas. En su lugar, sentí el dolor de la nostalgia de la casa paterna cuando me senté al atardecer en una pequeña plaza próxima barrida por el viento, y con los muros de piedra  caliza de la ciudad. La plaza se sentía ruidosa con el canto de los pájaros, mientras unos vecinos ocupaban y atestaban unas mesas y sillas de plástico bebiendo un fresco tinto de verano.

Éste era un barrio cercano a la calle Martínez Campos, donde existió una sinagoga ahora desaparecida financiada por la esposa de Diego, Elvira, y donde su presencia, después de leer las transcripciones de la Inquisición, resultaba ineludible. Me pregunté, mientras estaba sentaba en la plaza, si Segovia habría absorbido algunas de sus historias y lugares, y si como las personas podría estar marcado por su historia

Elvira se convirtió siendo niña con toda su familia en el siglo XV, como medio de evitar el antisemitismo. Sin embargo, quedaba claro por el testimonio de la Inquisición que ella anhelaba mantener los lazos familiares: sentía un gran placer acudiendo a las bodas judías y a sus festividades, y dejó unas instrucciones explícitas antes de su muerte sobre quién debía estar al lado de su cama. Esos lazos familiares permanecieron tan fuertes que se las arregló para compartir algo precioso con nosotros 16 generaciones después. Tal vez algunas cosas están destinados a ser así.

Me sorprendió cuando descubrí que su verdadero nombre era en realidad Clara, que cambió después de su conversión. Por coincidencia - o quizás no - llamamos a nuestra hija con su versión francesa, Claire.

Mientras estaba sentada en la pequeña plaza de Segovia mirando los muros de piedra clara y como la noche azul oscura avanzaba, sabía que nada podía cambiar lo que había pasado. Pero sí puedo cambiar la historia que contamos sobre nosotros mismos, y al hacerlo puedo cambiar nuestro futuro.

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Historias de Sefarad I: "Repatriando a los judíos españoles (sefardíes) - Ilan Stavans - New York Times


Sinagoga del Transito (Toledo)

Un amigo mío judío que pertenece a una familia judía sefardí cuyas raíces son anteriores a la expulsión del siglo XV de España, me comenta que su familia mantiene una llave mítica. La llave pasa de generación en generación. "Al parecer, abre la puerta a la casa abandonada y  dejada atrás cuando mis antepasados fueron obligados a salir de España", me dice mi amigo.

El gobierno español anunció recientemente su decisión de conceder la ciudadanía a los descendientes de los judíos sefardíes, quienes, al igual que los antepasados de mi amigo, fueron expulsados por el Decreto de la Alhambra de 1492. Según el ministro de Justicia del país, Alberto Ruiz-Gallardón, esta nueva legislación es un intento de corregir "el error más grande en la historia española".

Se espera que puede haber alrededor de 150.000 solicitudes y que el criterio para la aprobación que se solicitará "no será demasiado estricto". Los candidatos no necesitan trasladarse a España, ni tampoco renunciar a su nacionalidad actual.

La nueva ley convierte a España en uno de los pocos países en el mundo que ofrece una ciudadanía automática a los judíos. En la superficie, este puede parecer un movimiento conciliador, el resultado de una profunda búsqueda del alma nacional. En realidad, no es más que otro capítulo en la relación ambivalente de España con su pasado judío.

La España moderna ya pedido anteriormente disculpas a los judíos. El Decreto de la Alhambra fue revocado oficialmente en 1968. En 1992, como parte de los festejos del Quinto Centenario, en el que España ya se presentaba a sí misma como una nación penitente queriendo pagar por sus pecados, el rey Juan Carlos, que llevaba una kipá, rezó en una sinagoga de Madrid junto con el presidente de Israel, Chaim Herzog.

El país estaba maduro para la reconciliación, proclamó el rey: "los judíos sefardíes tienen un lugar en la actualidad en España". La idea de conceder la ciudadanía a los judíos sefarditas ya estaba por entonces en el ambiente, pero el país estaba en medio de una bonanza financiera y no había "necesidad" de los judíos, por lo que la propuesta quedó en nada.

Hasta ahora, cuando España se encuentra aún sumida en la peor crisis financiera de su memoria. Invitar a los judíos a establecerse en momentos de dificultad económica es una estrategia ya empleada antes, incluso en el mundo de habla hispana. A finales del siglo XIX, los inmigrantes judíos fueron cortejados como precursores de la modernidad por Argentina y México. Y en el siglo XX, la región de Sosúa, en la costa norte de la República Dominicana, se asignó un lugar a los refugiados judíos del Holocausto con la esperanza de que iban a empujar hacia adelante a una región subdesarrollada.

La conversión en los últimos tiempos de España al filosemitismo, sin embargo, es más aparente que real. La verdad es que los judíos dejaron el país en 1492, pero el antisemitismo se quedó atrás. El país es un buen ejemplo de una nación que promueve "un antisemitismo sin judíos", un fenómeno a menudo marcado por actitudes dualistas. Tomen como ejemplo la dictadura del general Franco, desde 1939 hasta 1975: algunos refugiados judíos fueron salvados por varios cónsules y otros administradores diplomáticos, con Franco dándoles crédito al igual que a sus fuerzas fascistas que utilizaban regularmente motivos antisemitas en su propaganda. Incluso en 1982, en mi primera visita a España, recuerdo haber visto esvásticas, copias del Mein Kampf y parafernalia nazi a la venta.

Las originales comunidades sefardíes post-1492 florecieron por todo el Mediterráneo, y con el tiempo se extendieron hasta el Oriente Medio, América, Turquía, los Países Bajos, los Balcanes, el norte de África e Italia. Los judíos sefardíes tiene una tradición litúrgica distinta, y una cocina, música y literatura únicas que se convirtieron en un elemento básico del Imperio Otomano. El ladino, una lengua híbrida cercana al español del siglo XV y originalmente escrito en caracteres hebreos, mutó a su vez en dialectos regionales. A pesar de que nunca tuvo la centralidad unificadora que tuvo el yiddish entre los judíos asquenazís, fomentó la
continuidad.

El colapso del Imperio Otomano en el siglo XX reconfiguró esas comunidades, como lo hizo con la sociedad en la que vivían. Los judíos sefardíes de hoy son, en su mayor parte, educados, emprendedores y profundamente comprometidos con sus propios países.

Irónicamente, España no está abriendo sus puertas a otros elementos de su patrimonio de la era otomana y a otra comunidad de expulsados: los moros. Entre 1609 y 1614, los moriscos, los musulmanes que se habían convertido al cristianismo tal como eran conocidos, fueron expulsados de los reinos de Aragón y Valencia. Ese golpe consolidó el proyecto conocido como La Reconquista, el intento de España de construir una identidad unificada basada en una sola religión y un origen étnico.

La continuidad de la cultura morisca está menos definida, pero hay esfuerzos concertados para impulsar al Gobierno español para que haga una invitación similar a los descendientes de los moros españoles. Es dudoso que esto suceda porque, como en otras partes de Europa, el sentimiento anti-musulmán está muy extendido en España. Tras el velo de filosemitismo de España se encuentra por lo tanto un matiz inconfundible de la islamofobia [N.P.: obviamente estas expulsiones no son comparables, la presencia musulmana fue consecuencia de una invasión y una conquista, y en la expulsión de. los moriscos también tuvo que ver una rebelión armada. Para saber más, aquí]

Igualmente es cierto que la nueva ley de ciudadanía no trata de redescubrir la herencia que se otorga en el país a ciertos lugares judíos. Año tras año, ya que vuelvo a España habitualmente, me siento constantemente desconcertado por la indiferencia oficial ante sinagogas y cementerios judíos. Sólo un pequeño número están identificados en las guías turísticas, y muchos están en desorden. Los visitantes de Toledo, una vez
conocido como un terreno fértil para el intercambio cultural, se encuentran invariablemente desconcertados por la información imprecisa, y a menudo errónea, facilitada en los folletos. Incluso en la Sinagoga del Tránsito, construida por el tesorero del rey Samuel Ha-Levi Abulafia, y  que es de lejos el edificio judío más cuidado de España, se siente un incómodo silencio, como si estuviera habitada por fantasmas.

La respuesta inicial de la diáspora sefardí a la nueva legislación ha sido, comprensiblemente, entusiasta en lugares problemáticos como Estambul y Caracas, donde las comunidades judías se sienten vulnerables. Un pasaporte gratis para la Unión Europea no llega todos los días. Otros rincones de la comunidad sefardí también están sopesando sus posibles beneficios.

Aún así, sería una tontería pensar en que la oferta egoísta de España supone el fin de la diáspora sefardí. De hecho, nos encontramos en medio de un renacimiento cultural sefardí, en gran parte en los Estados Unidos e Israel: Los programas académicos, festivales de música y eventos literarios se han multiplicado en las últimas décadas.

Como dice mi amigo sefardí cuya familia protege la llave ancestral: "Cuando la puerta se cerró para nosotros en España, nos dimos cuenta de que la llave que nos trajimos abría otra puerta: la puerta a la tradición. Y es eso que llevamos dentro de nosotros mismos".

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Decirles solamente lo que desean oír y estrechar calurosamente sus manos, no es prueba de liderazgo - Daniel Gordis


"Y pensar en el otro camino que podían haber seguido esos misiles para llegar hasta aquí". Alusión a la captura por parte de Israel del barco cargado con misiles iraníes y dirigidos a Gaza, y en ese caso su posible posterior lanzamiento contra los civiles israelíes


 "Cuando comentaristas judíos americanos como Daniel Gordis se centran exclusivamente en la forma en que el mundo, los palestinos y la ONU nos odian, no ofreciendo una visión de la paz en el futuro de Israel, no es de extrañar que los jóvenes judíos americanos se alejen". Así me saludó mi cuenta de Twitter en una luminosa mañana de Jerusalén hace una o dos semanas. Era una cruz bastante grande que soportar, sabiendo que la razón por la que los jóvenes judíos americanos se están alejando de Israel era.... bueno, yo.

Huelga decir que lo superé. No sólo porque nada de lo que publica el Haaretz verdaderamente me sorprende, sino porque el escritor, el rabino Eric Yoffie, ha demostrado una capacidad extraordinaria en los últimos meses de pisar la tierra equivocada en prácticamente todas las cuestiones que aborda. Tanto si el asunto es Israel, los matrimonios mixtos ("en la América de hoy día, estar contra el matrimonio mixto es como estar en contra de la gravedad") o si se trata de mimar el anti-intelectualismo, incluso entre los estudiantes universitarios musulmanes americanos (suya fue la presión a la Universidad de Brandeis para que revocara la oferta de un doctorado honoris causa a Ayaan Hirsi Ali, sin que por lo menos se cuestionara otros honores otorgados a Desmond Tutu o Tony Kushner, honores que no fueron revocados y que eran igualmente problemáticos). Yoffie invariablemente escoge el lado equivocado. La verdadera pregunta es por qué es tan consistente en esa elección.

Pero comenzamos primero con los hechos, un tema que no parece interesar demasiado a Rabí Yoffie. Dudo que cualquiera que haya visto mi debate con Jeremy Ben Ami haya podido salir con la impresión de que estoy centrado "exclusivamente en la forma en que el mundo, los palestinos y la ONU nos odian". Pero Yoffie, sospecho, nunca se molestó en ver ese diálogo en YouTube (que tanto Jeremy Ben-Ami como yo publicamos para una conveniencia ecuménica, lean si no el artículo previo de Daniel Gordis), y se basó, en cambio, en una sola frase del artículo que escribí en esta misma columna. Decir que me concentro "exclusivamente en que cómo el mundo, los palestinos y la ONU nos odian" es una bastardización de mis palabras, y es asombroso que al rabino Yoffie no le haya dado vergüenza escribirlo.

Pero no lo ha dado vergüenza, porque la justicia no es una prioridad en la agenda de Yoffie. En cambio, nuestro autoproclamado Sócrates (anteriormente presidente de la Unión para la Reforma del Judaísmo) ahora pasa su tiempo aliviando la conciencia de las masas afligidas, convenciendo a una generación americana de judíos, muy incómodos con el particularismo judío de cualquier tipo, de que su judaísmo puede estar cómodamente arraigado en un universalismo que se niega a criticar a nadie, en un universalismo que exige un liderazgo inspirador de Israel, pero de nadie más.

E rabino Yoffie nos dice que los estudiantes que conoce "desean desesperadamente un Israel que apele a sus valores y a sus ideales más altos". Así que cuando hablen con estos doloridos estudiantes no se les ocurra preguntarles por cuántos países árabes han establecido hospitales de campaña en la frontera de Israel para el tratamiento de los heridos, y que pasaría si se invirtiera tal situación. Nuestros doloridos estudiantes según nos dice Yoffie, "quieren un Israel que haga frente a sus propios extremistas". Por supuesto que Israel debe hacer absolutamente más por reinar sobre los extremistas, tanto en ciertos asentamientos radicalizados, así como en el Rabinato (y he escrito sobre eso extensamente en mis columnas, sin embargo no parece suficiente para el rabino Yoffie, que parece reclamar que me "centre en ello exclusivamente").

Veamos entonces y, sólo por un breve e incómodo momento, seamos honestos. ¿Dónde representa el extremismo religioso un problema más grave? ¿Entre los judíos en Cisjordania (un pequeño número sin duda de los que allí viven), o en Gaza, Egipto y Siria? ¿Es necesario el gasto de aproximadamente 50 mil millones de $ al año por parte de los Estados Unidos en seguridad para la nación para controlar a esos colonos judíos radicalizados, o más bien se debe a los fanáticos musulmanes que diariamente amenazan a cada uno de nosotros, independientemente de nuestra política o en donde vivimos?

¿Acaso el rabino Yoffie solicita a sus interlocutores estudiantiles algo por el estilo? Por supuesto que no, porque él vive en un mundo en el que cualquier crítica a los enemigos de Occidente es considerado automáticamente como un "pensamiento categóricamente despectivo y ofensivo". Y esto pocos días después de Pesaj, la fiesta en la que insiste el Seder de que la clave para el cultivo de la libertad es el pensamiento libre, esta capitulación moral e intelectual resulta aún más deprimente. Es una abdicación del liderazgo de precisamente ese tipo de persona que necesitamos para defender al pueblo judío.

"Sobre todo ahora con la iniciativa de Kerry como soporte vital, (nuestros doloridos estudiantes) quieren desesperadamente un Israel que apele a sus valores y a sus ideales más altos", escribe nuestro buen rabino. Pero ¿por qué el plan de Kerry está muerto? Obviamente, Israel puso sus líneas rojas, y algunos insisten en que debería haber sido más flexible. Pero Maariv informó esta semana que documentos recientemente revelados demuestran que los palestinos habían estado planeando con antelación solicitar la admisión a quince agencias de la ONU, incluso antes de que las conversaciones fracasaran. ¿Acaso le importa a Yoffie que estas conversaciones fueran un engaño desde el primer momento? Él sabe perfectamente que Abbas, la Liga Árabe y prácticamente cualquier otro líder árabe, se han negado a reconocer a Israel como Estado judío, ¿pero se lo dijo a sus alumnos? ¿Les hizo saber que Abbas también dijo que no iba a declarar el final del conflicto?

"La moderación existe, incluso en partes del mundo árabe", nos asegura el rabino Yoffie. Probablemente sí. Pero esto es interesante, ¿no es cierto que el rabino Yoffie enumera la serie de fallos de Israel (el extremismo, la falta de creatividad en las negociaciones, el crecimiento de los asentamientos), pero nunca nos da un solo ejemplo de tal moderación árabe? ¿Al charlar con sus doloridos alumnos, acaso menciona que Sari Nusseibeh (ostensiblemente el palestino moderado por excelencia) se vio obligado recientemente a "retirarse" después de que los estudiantes de la Universidad Al-Quds de Jerusalén Este, de la que fue presidente, realizaran en dos ocasiones manifestaciones a favor de Hamas? ¿Hizo saber a sus doloridos y curiosos estudiantes judíos estadounidenses que este gran moderado palestino se negó a criticar un mitin de estudiantes palestinos en el que los participantes utilizaban el saludo nazi? ¿O que el evento fue tan repulsivo que la Universidad de Brandeis tuvo que suspender su asociación con Al-Quds?

Si el Sari Nesseibeh no es nuestro musulmán moderado, ¿quién lo es? ¿Debería recalcar el rabino Yoffie a sus doloridos y curiosos estudiantes que cuando Baruch Goldstein cometió su atrocidad en Hebrón en febrero de 1994, los rabinos de la Reforma, los reconstruccionistos, los del movimiento conservador y los ortodoxos subieron a sus púlpitos para expresar su vergüenza y su indignación, pero que durante los cuatro interminables años de terror palestino, de 2000 a 2004, los imanes estadounidenses guardaron silencio, negándose a decir a sus comunidades americanas (y a cualquier persona en cualquier lugar del mundo con una conexión a Internet) que volar autobuses llenos de civiles inocentes era inmoral y estaba en contra de todo lo que el Islam supuestamente significa? ¿Dónde están las versiones musulmanas del rabino Yoffie mordiéndose las uñas para criticar a su propio pueblo y a su propia tradición, cuando sea necesario? ¿Señala él a sus doloridos alumnos que, básicamente, no existen?

"¿E incluso si está en lo cierto que la negativa palestina a aceptar a Israel está el centro del problema, lo que ellos preguntan (nuestros doloridos estudiantes progresistas) es qué se propone Israel hacer al respecto?", se pregunta Yoffie.

Lo que el rabino Yoffie no nos dice, por supuesto, es lo que tendría que hacer Israel. Esto se debe a que es mucho más fácil decir "Israel debería hacer algo" que decirnos "que debería hacer". ¿Una retirada unilateral? Eso no funcionó demasiado bien en Gaza, ¿no es verdad? ¿Mover la frontera más cerca de nuestro corazón, allí donde los cohetes Qassam puedan golpear con más facilidad al núcleo de nuestra población y de nuestra existencia? ¿Tiene Yoffie otra alternativa, que no sea censurar automáticamente y por esencia al Estado judío, aún teniendo en cuenta al vecindario existente? Si lo hace, estoy seguro que no soy el único a quien le encantaría escucharla.

Desde luego es más fácil, y definitivamente más divertido, ganarse el favor de esos jóvenes y doloridos estudiantes diciéndoles aquello que solamente desean oír y dándoles calurosos apretones de manos que, por el contrario, recomendarles leer algunos libros de principio a fin antes de comenzar a opinar, y que también deben crecer y reconocer que no todos los problemas, no importa cuán desalentador sea, tiene una solución. Y es que el liderazgo no consiste en tratar de ganar un concurso de popularidad entre los judíos diciéndoles que solo deben estar apegados a Israel si su comportamiento, y solamente el suyo, es completamente irreprochable. Se trata de desafiarlos, inspirándoles. El liderazgo consiste en alentarlos a sentirse orgullosos de su pueblo, de su código moral y de sus logros, y luego instarlos a que se comprometan a asegurar un futuro aún mejor y mayor que su extraordinario pasado.

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La maldición de la corrección política - Dror Eydar - Israel Hayom



1. Es insoportable con que facilidad se pueden sacudir los cimientos de la sociedad libre.

No hace mucho tiempo, Brendan Eich, el director general de Mozilla, fue despedido de la empresa, la cual es responsable del navegador Firefox entre otras cosas. Este pobre hombre fue despedido porque los grupos de gays y lesbianas se enteraron de que una vez había donado 1,000 $ a la campaña en favor de la Proposición 8 de California, que pretendía volver inconstitucional el matrimonio entre personas del mismo sexo en ese estado, y ello mediante la definición del matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer.

Aunque todo el mundo está de acuerdo en que nunca discriminó a nadie mientras estuvo en la empresa sobre la base de la orientación sexual, él creía que el matrimonio debía ser entre un hombre y una mujer, "Dios no lo quiera". Como resultado, los fundamentalistas liberales amenazaron con boicotear a la empresa, una medida que llevó rápidamente al despido de Eich.

Cambiando de tema, la Universidad Brandeis decidió recientemente otorgar un premio y un título honorario a la activista somalí a favor de los derechos de las mujeres, Ayaan Hirsi Ali, la cual se hizo famosa por su valiente defensa de los derechos de las mujeres en el mundo musulmán.

Pero entonces llegaron los fundamentalistas liberales, y con la libertad de expresión quemándoles la garganta, y con la espada del boicot reluciendo entre sus manos, decidieron aplicar una enorme presión a esa universidad "judía". Argumentaron que Hirsi Ali era una "islamófoba" y una "racista". En la actualidad, Hirsi Ali es una intelectual increíble que, como musulmana, fue sometida a los nueve círculos del infierno (ella sufrió la ablación y fue obligada a casarse contra su voluntad, entre otras cosas) antes de poder ser capaz de huir a Occidente. Desde entonces, ha publicado varios libros y bastantes artículos sobre esa gran mentira muy a menudo oscurecida y ocultada por la cultura occidental: el estado vergonzoso de la mujer en el mundo musulmán y la ingenuidad occidental cuando se trata de las aspiraciones totalitarias del Islam. Una de las líderes feministas más conocidas, Germaine Greer, acuñó el refrán, "el embellecimiento de un hombre es la mutilación de otro hombre". Esto es cierto sobre todo a la inversa: la ablación femenina, considerada como un delito en la sociedad occidental, es en realidad completamente legítima a los ojos de la tiranía mundial del pensamiento políticamente correcta. Incluso la comparan a nuestra circuncisión judía.

Desafortunadamente para ella, Hirsi Ali cree en algo que se aparta de lo que esos coros de la izquierda dictan que es bueno y justo para todos nosotros. Y es por esto que también se utilizó en su contra el arma del boicot y del silenciamiento. Y en efecto, los cobardes dirigentes de la Universidad de Brandeis cedieron a la presión y dejaron sin efecto su premio. Una gran victoria para los matones de silenciamiento, pero una enorme vergüenza para esa universidad que demostró ser tan estrecha de miras.

2. Hace apenas un año, no muy lejos de Brandeis, se produjo el atentado del Maratón de Boston. Tres personas fueron asesinadas y cientos resultaron heridas. Pero, ¿quién fue el responsable del ataque?

Si tomamos como referencia el discurso del presidente Barack Obama de la semana pasada en conmemoración del acontecimiento, podríamos deducir que se trató simplemente de un desafortunado accidente, una incalificable "tragedia". Como era de esperar, el discurso de Obama incluyó un montón de clichés, a la manera del mejor estilo de ese Hollywood que se conoce como "el espíritu de Boston", repleto de cantos al amor y al nuevo día, y de "no a la guerra".

El líder de la mayor superpotencia del mundo no dijo ni una sola palabra sobre lo que realmente sucedió allí, en Boston, un año antes: un ataque terrorista llevado a cabo por musulmanes en nombre del Islam contra los estadounidenses, y de hecho en contra de Occidente. Esta es la maldición de la corrección política y de la exigencia de un seguimiento de un riguroso lenguaje buenista dirigido a controlar a la opinión pública. En este caso, nunca hay que mencionar las palabras "terrorismo" e "Islam" juntas. Es empleando estas ideas que la izquierda mundial está actuando sin descanso para silenciar a sus rivales ideológicos, a pesar de que harían mejor si unieran sus fuerzas para luchar por la existencia del mundo libre.

Hace unos 18 meses, me entrevisté con el profesor Afshin Ellian, una experta abogada de Irán y una pensadora que vive en Holanda, después de huir del régimen de los ayatolás de Irán. Al igual que Hirsi Ali, Ellian ha advertido a Occidente de los peligros del Islam radical. Ella también ha sufrido a manos de la élite liberal, que constantemente se muestra reticente a escuchar cualquier crítica del Islam, aferrándose a una multiculturalidad fanática donde todas las culturas son exactamente iguales. Incluso las costumbres más bárbaras poseen una verdad relativa, y todo ese tedioso galimatías liberal.

¿Acaso no se supone que una auténtica sociedad liberal debe contener opiniones opuestas? Uno puede asumir con toda seguridad que las opiniones de Hirsi Ali y de Ellian representan una parte sustancial de la sociedad occidental. ¿Pero estos puntos de vista acaso no pertenecen por propio derecho al debate público legítimo? ¿Y qué pasa acerca de las opiniones que niegan la idea del calentamiento global? ¿O el debate en torno a la unidad de la familia y la institución del matrimonio? ¿Está prohibido escuchar a cualquier persona que crea que un matrimonio debe ser entre un hombre y una mujer? Si es así, ¿entonces dónde está ese famoso debate público? Nadie está pidiendo a la izquierda mundial que de permiso para que puedan oírse opiniones contrarias a las suyas, pero una universidad se supone que es una fortaleza pluralista, un verdadero mercado de las ideas, ¿no es así? Supongo que ya no.

3. George Orwell escribió su libro "1984", sobre una sociedad comunista al estilo soviético. Dieciséis años antes, en 1932, Aldous Huxley publicó su libro "Un mundo feliz", que también giraba en torno a una sociedad totalitaria, pero en este caso, una que era aparentemente democrática y liberal. Su totalitarismo se manifestaba en su intolerancia ante cualquier desviación de la línea oficial. Más tarde, en la década de 1960, todo el mundo quería ser individualista. Pero cualquier persona que tratara de ser un individualista de una manera que fuera diferente a la practicada por la manada de individualistas que le rodeaban, era rechazada.

Parte de la doctrina de silenciamiento de sus rivales practicada por la izquierda sostiene que nunca debe dárseles una plataforma pública donde expresar sus puntos de vista, y así poder evitar concederles la apariencia de "normalidad" en el discurso público. Así, los medios israelíes impiden sistemáticamente la presencia de personalidades en la radio y en la televisión con opiniones conservadoras o de derechas, por no hablar de los colonos, Dios no lo quiera, sobre todo en programas del prime time.

Durante la década de 1990, la izquierda tomó medidas para cerrar el único canal dirigido por los colonos que vivían en Judea y Samaria y Gaza. Hoy, la izquierda (junto con algunos tontos útiles de la derecha) está tratando de silenciar al Israel Hayom. En los departamentos de humanidades de las universidades de Israel se aseguran de no adjudicar plazas de enseñanza a los profesores considerados conservadores o de derechas, y se reparten premios sólo a aquellas personas que consideran adecuadas, y así sucesivamente.

Por otro lado, los canales de la radio y de la televisión nacional están llenos de periodistas cuyas visiones del mundo se corresponden más o menos con la escuela de pensamiento de la izquierda (hasta el punto de llegar al antisionismo y al radicalismo). Fue muy fácil ver cómo el profesor de educación cívica Adam Verete (que fue amenazado con ser despedido después de que una estudiante lo acusó de expresar y publicitar puntos de vista de extrema izquierda en sus clases) se convirtió rápidamente en un personaje favorito de los medios, mientras que la estudiante de 17 años de edad que se atrevió a desafiarlo fue presa de unos graves intentos de ridiculización. Lo que contaba era su "alineación con el campo político rival". Desde una perspectiva política, si la situación se hubiera invertido, es decir, si esa estudiante se hubiera negado a inclinarse ante la autoridad de un ideólogo de derechas y hubiera insistido en ejercer su derecho a un libre pensamiento y a la crítica, habría sido ensalzada como una heroína local al estilo de Juana De Arco. No hay escasez de ejemplos.

Y no es que los republicanos o los conservadores estén implantando el macartismo, esa es la idea que le gusta difundir a la maquinaria de propaganda de la izquierda. La verdad en realidad es exactamente la contraria: una abrumadora mayoría de los peores regímenes del mundo, lugares donde el genocidio fue una cuestión de rutina, fueron y son regímenes con una ideología de izquierdas. Cualquier empresa que despida a un director general por su objeción al matrimonio entre personas del mismo sexo, desestimará a otra persona por la posesión de los mismos, u otros, inapropiados puntos de vista pasado mañana. Cualquiera que hoy revoca un título honorario por unos puntos de vista críticos del Islam, revocará la libertad de cualquier hombre o mujer que se niegue a tragar con las ideas políticamente correctas imperantes.

El peligro es que esta situación vaya a degenerar rápidamente en violencia, ya que en ausencia de voces públicas que representen a otros puntos de vista comunes, y sobre todo a la falta de espacio para opiniones de todo tipo que desmientan expresamente las principales creencias de la izquierda, todo lo que permanecerá en el espacio público será una "unificada voz legítima" con matices exclusivamente de la izquierda. Es por esta libertad que se libra la batalla.

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El perro pauloviano muerde de nuevo - Dror Eydar - Israel Hayom




"Una respuesta pavloviana", es como Barak Ravid del Haaretz describió la reacción israelí al acuerdo de unidad entre Hamas y Fatah, agregando que el gobierno israelí debe ver la cuestión como una oportunidad, no como una amenaza.

¿Qué conoce él que no sepamos nosotros? Nada. Incluso después de lo que hemos vivido estos últimos 20 años, pensar positivamente sigue estando de moda entre mucha gente de los medios de comunicación de Israel y de la esfera política. Y es que, por si ya no se acordaban, "nosotros somos los culpables". Estas conjeturas, inconexas y ajenas al contexto histórico y político, son representativas de estos buscadores de la paz a cualquier precio, incluso si el precio es el suicidio.

Ravid añadió lo siguiente: "los serios problemas de Hamas podrían obligar a la organización a cambiar de dirección y unirse a la OLP aceptando sus principios, que incluyen el reconocimiento de Israel y la aceptación de los acuerdos de Oslo". Un sentimiento muy agradable se desprende de todo esto, ¿no creen? Y llegamos al final: "Unas nuevas elecciones es casi seguro que den como resultado la disminución  del poder político de Hamas, a la vez que una renovación del mandato de [presidente de la Autoridad Palestina] Abbas".

Díganme, ¿de qué demonios están hablando? Hemos oído esos mismos análisis en vísperas de la desconexión de Gaza en el verano de 2005, además de incluir un desprecio por los misiles y una probable guerra a continuación.

Pero sigamos... esta es la verdadera oportunidad: Según el acuerdo, Hamas y la Jihad Islámica se unirán al Consejo Nacional Palestino, que también abrirá sus puertas a otras organizaciones, incluyendo al-Qaida. Y esta conmovedora unión, de todas las cosas, dará lugar a una abundancia de moderación, bastante más de la que hemos visto en Abbas y su cohorte de Ramallah. Y esto "realmente" tendrá sentido.

He aquí una pequeña muestra de la carta fundacional de Hamas (lectura obligatoria para todos nosotros), una carta nazi hasta la médula que considera "al problema palestino" como un problema religioso y que considera el conflicto con Israel como un conflicto entre el "Islam y los infieles judíos". Además está llena de vulgares mitos antisemitas y nazis. La carta declara a Hamas como una rama de la Hermandad Musulmana (y de la yihad global) y cita al fundador de Hamas, Hassan Al-Banna: "Israel estará en pie y permanecerá levantado hasta que el Islam lo elimine, como ya eliminó a sus predecesores".

Entre sus objetivos: "desechando el mal, triturándolo y derrotándolol, la verdad podrá prevalecer, y la patria volverá [a sus auténticos dueños], juntos con los llamamientos a la oración desde las mezquitas anunciando la nueva institución de un Estado musulmán".

¿Este estado podría estar dentro de las fronteras de 1967? La respuesta: "El Movimiento de Resistencia Islámica considera que la tierra de Palestina ha sido un Waqf islámico a través de las generaciones y hasta el Día de la Resurrección, y no se puede renunciar a ella o a parte de ella, o abandonarla o a parte de ella".

La cláusula 13 de la Carta se refiere específicamente a nosotros, a nuestro entusiasta coro de la paz a cualquier precio: "Las iniciativas de paz, los llamamientos a soluciones pacíficas y las conferencias internacionales para resolver el problema palestino, están todas en contra de las creencias del Movimiento de la Resistencia Islámica. Y es que renunciar a cualquier parte de Palestina significa renunciar a parte de nuestra religión... No hay una solución al problema palestino excepto la yihad. Las iniciativas, propuestas y conferencias internacionales no son más que una pérdida de tiempo, un ejercicio de futilidad".

Durante 100 años ha resultado muy difícil para nuestra obtusa izquierda, alejada del pensamiento religioso o mitológico, aceptar el hecho de que el conflicto no es territorial, sino existencial. Y ese no reconocimiento es la raíz de su adherencia fanática a la ilusión de una paz engañosa.

La carta fundacional de Hamas llega a la conclusión: "La yihad es el único camino a la liberación, no hay duda de eso por los testimonios de la historia... Sólo la verdadera fe del Islam puede vencer a la falsa y falsificada fe de los infieles".

Seguro, una nueva respuesta pavloviana... "somos culpables".

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Friday, April 25, 2014

Gran, gran artículo de Ari Shavit que le será muy reprochado: Esperando al Godot palestino - Ari Shavit - Haaretz



Hay algunos momentos que un periodista nunca olvidará. A principios de 1997, Yossi Beilin decidió confiar en mí y me mostró el documento que probaba que la paz estaba al alcance. Ese por aquel entonces destacado y creativo político del movimiento laborista, abrió su caja fuerte, sacó una pila de páginas impresas, y las puso sobre la mesa como haría un jugador de poker con una mano ganadora.

Los rumores ya eran moneda corriente sobre un acuerdo Beilin-Abu Mazen(Abbas), pero sólo unos pocos tuvieron la oportunidad de ver el documento con sus propios ojos o al menos tenerlo entre sus manos. Yo fui uno de esos pocos. Con la boca abierta, leí el resumen completo de dicho documento para un acuerdo de paz que habían formulado 18 meses antes dos brillantes campeones de la paz, uno israelí y el otro palestino. El documento no dejaba nada al azar: Mahmoud Abbas está dispuesto a firmar un acuerdo permanente. El refugiado de Safed había superado los fantasmas y las ideas del pasado, y estaba dispuesto a construir un futuro conjunto palestino-israelí sobre la base de la convivencia. Si nosotros solamente evitábamos el pulgar hacia bajo del Likud, y echábamos a Benjamin Netanyahu de la oficina presidencial, Abbas se uniría a nosotros, e iría de nuestra mano para caminar hacia la solución de dos estados.

Abbas era un socio serio para una paz verdadera, el único con el que podríamos hacer un avance histórico hacia la reconciliación.

Así lo entendimos. He hicimos lo que era necesario. En 1999, derrocamos al Likud y a Netanyahu. En 2000, fuimos a la cumbre de paz en Camp David. !Pero menuda sorpresa!: Abbas no llevó el plan Beilin-Abu Mazen a Camp David, o cualquier otro proyecto de una propuesta de paz. Lo contrario fue más bien lo cierto: Abbas fue uno de los más acérrimos objetores, y su demanda de un derecho al retorno impidió cualquier avance.

Pero preferimos creer que él no podía hacerlo tan rápidamente.

Durante el otoño de 2003, ya se estaba formulando el Acuerdo de Ginebra, y estaba claro para nosotros que no había más excusas, y que ahora Abbas debía firmar el nuevo acuerdo de paz y la adopción de sus principios. !Pero menuda sorpresa!: Abu Mazen envió a Yasser Abed Rabbo (un ex ministro de la Autoridad Palestina) en su lugar, mientras él permanecía en su cómoda oficina de Ramallah. No hubo ninguna firma, y no hubo ningún acuerdo.

Pero personas tan firmes como nosotros no podíamos darnos por vencidos en nuestros sueños. Así pues, en 2008, estuvimos detrás de Ehud Olmert y de las maratonianas conversaciones que mantuvo con Abbas, y es que esa oferta no podía ser rechazada. !Pero menuda sorpresa!: Abu Mazen en realidad no se negó, simplemente desapareció. Él no dijo que sí, tampoco dijo que no, simplemente desapareció sin dejar rastro.

¿Acaso no empezamos a entender que estábamos ante el Yitzhak Shamir palestino? No, no y no. En el verano de 2009, nosotros incluso apoyamos a Netanyahu cuando hizo sus propuestas a Abbas en su discurso de Bar-Ilan, y congeló la construcción en los asentamientos. !Pero menuda sorpresa!: éste sofisticado objetor no parpadeó, ni se movió adelante. Sencillamente se negó a bailar el tango de la paz, ese que deben bailarlo dos, con el líder derechista israelí.

¿Hemos abierto los ojos? Por supuesto que no. Una vez más, culpamos a Netanyahu y al Likud, y hoy en el 2014, y pese a todo lo anterior, creímos que Abu Mazen no se atrevería a decirle que no a John Kerry. !Pero menuda sorpresa!: a su manera sofisticada y educada, Abbas ha dicho que no en los últimos meses tanto a Kerry como a Barack Obama. Una vez más, la posición del presidente palestino era clara y consistente: los palestinos no deben ser obligados a hacer concesiones. Sin duda se trata de un juego complicado que se basa en exprimir más y más los compromisos que deben realizar los israelíes, sin que los palestinos tengan que conceder ni un solo y real compromiso por su parte.

Miren, veinte años de conversaciones infructuosas no han conducido a nada. No existe ningún documento que contenga algún tipo de concesión palestina real con la firma de Abbas. Ninguno. Nunca lo hubo y nunca lo habrá. Durante los 17 años que han transcurrido desde que Beilin sacó ese documento de su caja fuerte, él se ha divorciado, se ha vuelto a casar y ha tenido nietos. Yo también me he divorciado, me vuelto a casar, y traje más hijos al mundo. Pasa el tiempo y la experiencia que hemos acumulado nos ha enseñado tanto a Beilin como a mí un par de cosas.

Pero muchos otros no han aprendido nada. Todavía están permitiendo que Abbas les engañe como a bobos mientras sigan esperando al Godot palestino, ese que nunca vendrá.

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Thursday, April 24, 2014

Pasaportes aparte, Jerusalén está en Israel - Jeffrey Goldberg - Bloomberg


Ari Zivotofsky y su hijo Menachem Zivotofsky

 En 2002, en el Shaare Zedek Medical Center de Jerusalén, una ciudadana estadounidense llamado Naomi Zivotofsky dio a luz a otro ciudadano estadounidense, Menachem Zivotofsky.

Era la firme creencia de ambos, de Naomi y de su esposo, el padre de Menachem, Ari Zivotofsky, que el Zivotofsky estaba situado en el Estado de Israel. Fue bastante fácil para los Zivotofsky discernir que el Shaare Zedek Center estaba situado en el estado de Israel. Mapas - mapas neutrales, no mapas producidos por la pérfida entidad sionista - muestran claramente que está en el Estado de Israel. Cuando usted camina fuera del Shaare Zedek Center, usted camina, obviamente, por el Estado de Israel. El principal edificio dedicado a la memoria del Holocausto de Israel está a la mitad de una milla de distancia. Su principal cementerio militar está también muy cerca. El parlamento de Israel se encuentra a unos dos kilómetros de distancia, al igual que la oficina de su primer ministro. Desde el renacimiento del Estado judío, en 1948, la tierra debajo del Shaare Zedek Center ha formado parte de Israel.

Así que cuando los Zivotofsky recibieron el pasaporte estadounidense de Menachem se mostraron perturbados y sorprendidos al ver que su lugar de nacimiento fue catalogado simplemente como "Jerusalén", y no como "Jerusalén, Israel". Esto no era fruto de un error administrativo. Es la creencia de la rama ejecutiva del gobierno de EEUU de que la afirmación de Israel de su soberanía sobre cualquier parte de Jerusalén es un caso en en disputa. El punto de vista sostenido durante mucho tiempo es que la disposición final sobre Jerusalén tendrá que esperar el resultado de las conversaciones de paz entre Israel y los palestinos.

Pero los Zivotofskys están en desacuerdo con este punto de vista, y lo mismo ocurre con el Congreso, que en el 2002 aprobó una ley que exigía que el expediente ejecutivo de los nacimientos de los americanos como Menachem Zivotofsky tienen lugar en "Jerusalén, Israel", tal como argumentan los padres. Pero el Departamento de Estado se ha negado a respetar esta demanda.

Los Zivotofsky han ido a los tribunales, y, después de años de litigio, el Tribunal Supremo ha decidido escuchar su caso. El tribunal decidirá sobre si el Congreso tiene el poder de anular las decisiones de política exterior del Ejecutivo. Esta es una cuestión fascinante, y posiblemente trascendental, pero no es mi tema.

Mi pregunta es la siguiente: ¿Por qué consiente los EEUU la ficción de que Jerusalén - en particular, el oeste de Jerusalén, que ha sido la sede del gobierno israelí desde 1948 - pueda en realidad no pertenecer a Israel?

La respuesta, por desgracia, es el miedo a la violencia extremista islamista.

Los presidentes de Estados Unidos, por supuesto, visitan Jerusalén con cierta regularidad. Y se reúnen allí con ministros y presidentes de Israel, y hablan ante el parlamento israelí. Incluso visitan el lugar más sagrado del judaísmo, el Muro de los Lamentaciones, que, a diferencia del Shaare Zedek Center, es un territorio que se capturó a Jordania en la guerra de 1967.

Ningún presidente de EEUU ha repudiado la más que obvia conexión judía con Jerusalén. De hecho, Bill Clinton culpó a Arafat por el fracaso del proceso de paz de Camp David en el año 2000 después de que el líder palestino se negara a reconocer que el Monte del Templo de Jerusalén era el lugar histórico del antiguo templo judío.

La administración de Barack Obama, al impugnar la demanda de los Zivotofsky, ha argumentado que si reconoce la razón de esa demanda podría "comprometer gravemente la capacidad de Estados Unidos para trabajar con los israelíes, los palestinos y con otros pueblos de la región para promover el proceso de paz".

Si este punto de vista es cierto, entonces no hay esperanzas para el proceso de paz. Si los palestinos no están dispuestos a admitir, como una cuestión de hecho, que Israel tiene soberanía sobre Jerusalén Oeste, ¿cómo va a ser posible convencerlos de que Israel tiene derechos de soberanía sobre la zona del Muro de las Lamentaciones, que se encuentra en el territorio en disputa? (Israel probablemente renunciaría a la soberanía sobre el Muro de las Lamentaciones casi al mismo tiempo que Arabia Saudita renuncie al control de La Meca).

Lo que está pasando aquí es otra cosa. Como Seth Lipsky señala en el Haaretz, la verdadera cuestión es la cuestión de la Tercera Guerra Mundial, planteada por vez primera por la jueza Sonia Sotomayor, y diseñada para poner a prueba los límites de la participación del Congreso en las decisiones de política exterior de decisiones, reflejando así una auténtica preocupación de parte de la rama ejecutiva. A Sotomayor se le preguntó si la calamidad seguiría a una decisión de los EEUU de reconocer que alguien que nació en Jerusalén nació en Israel.

"Vamos a suponer que una docena de naciones dijeran que esta designación en el pasaporte sería como un acto de guerra... si Estados Unidos hace eso, entonces lo veríamos como un acto de guerra", dijo Sotomayor. Añadiendo que "ojalá que puedan permitir que el presidente ignore al Congreso...".

Una vez más, el tema de la separación de poderes no es lo que me preocupa en este momento. Lo que me preocupa es la creencia generalizada de que una decisión de EEUU que declarara abiertamente que el Shaare Zedek Center de Jerusalén se encuentra en Israel, podría llevar a un colapso de un proceso de paz ya bastante colapsado, o peor aún, a un derramamiento de sangre en todo el Oriente Medio. Puede haber cierto mérito en este último supuesto; desde luego, no es solamente una idea de Sotomayor. En un pasado reciente, los extremistas islámicos se han amotinado y han cometido asesinatos por unas caricaturas que consideraron una blasfemia, así que no hay una razón particular para creer que no iban a reaccionar bastante mal ante el reconocimiento tácito de los EEUU de que Jerusalén - al menos su parte occidental - forma parte de Israel.

Pero, ¿qué es lo que esto dice acerca de nosotros, sobre como permitimos que el temor a la violencia nos hace negar la verdad?

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Wednesday, April 23, 2014

Muy clarificador: ¿Significa el triunfo (y la existencia) de Israel que somos culpables? - Dror Eydar - Israel Hayom



La semana pasada, mientras que los israelíes estaban celebrando esa fiesta de la libertad conocida como Pesaj, el profesor Zeev Sternhell escribió un artículo de opinión en el Haaretz en el que criticaba a Israel por insistir en que los palestinos lo reconozcan como un Estado judío.

Esa "es una manera de exigir que los palestinos acepten su derrota histórica y reconozcan la propiedad exclusiva de los judíos de toda la tierra (de Israel)", escribió Sternhell.

Ya está. Con esa sola frase, Sternhell sintetizó la tendencia de la izquierda israelí a huir de los hechos históricos. Se les ha solicitado a los árabes que reconozcan el derecho de los judíos a poseer y mantener alguna parte de su patria histórica, la Tierra de Israel. Cada proyecto de acuerdo que se ha intentado desde la Primera Guerra Mundial ha estipulado tal disposición. Nunca Israel ha pedido a los palestinos que reconozcan su derecho a retener toda la tierra.

Sólo un izquierdista que niega los derechos y las reclamaciones judías a esta tierra, sólo una persona que desprecia la idea de que existen argumentos legales y morales válidos que demuestren un vínculo histórico y religioso entre los judíos y su única patria, puede describir esta demanda como algo que se asemeja a "aceptar una derrota".

¿Quién derrotó a los clanes en Ramallah, Hebrón, Nablus y Gaza? El triunfo de Israel fue solamente un golpe doloroso. Pero el martillo israelí no fue lo que causó su desventaja; fueron los propios árabes de la región los que se han infligido un golpe tras otro y se han fabricado su problemático destino. Los árabes se han negado constantemente a aceptar nuestra presencia aquí; y siguen albergando la falsa esperanza de que nos podrán echar de aquí si sólo esperan un poco más. Y encima son instigados a ello por Sternhell y sus cohortes.

Es por eso que nunca van a firmar un acuerdo de paz que anuncie o determine un abandono y un final del conflicto, de una vez por todas. De hecho, son los palestinos, no los israelíes, los que insisten constantemente en que tienen "la propiedad exclusiva de toda la tierra". Nuestro profesor se niega a ver esta verdad, por supuesto, y es porque sus ojos ya se han cerrado.

La intransigencia de los palestinos a que Israel sea reconocido como lo que es, un Estado judío, tiene que ver con una de las cuestiones fundamentales, una cuestión que gran parte de la izquierda israelí ha obviado y omitido de alguna manera: "¿Los judíos, como un grupo nacional y étnico, tienen  derecho a esta tierra, con base a razones morales, legales, históricas y religiosas? Y al menos, ¿tienen derecho a la parte de esta tierra que se nos dejaría para nosotros si Sternhell se sale con la suya?".

Mientras los palestinos se nieguen a aceptar esta demanda, y contesten con un "No" a esas preguntas, el conflicto perdurará. Cualquier acuerdo que no se considere como definitivo no sería más que otro paso más hacia la aplicación del plan por etapas de la Organización de Liberación de Palestina para destruir a Israel. En otras palabras, la deslegitimación del Estado judío continuaría incluso después de que se haya retirado a sus estrechas fronteras.

Y es que entonces, y no lo duden, los amigos de Sternhell se dedicarán a continuación a atacar a Israel por ser un estado de "apartheid y racista". En lo que a ellos respecta, ya que una quinta parte de la población no es judía, ese país solo sería legítimo si se convierte en un estado binacional. Este futuro desarrollo es obvio. Cómo es indignante para ellos que los libros de leyes abiertamente se muestren favorables a los derechos de la mayoría judía.

Y entonces Sternhell deberá cerrar aún más sus ojos, llenos de indignación, para escribir su siguiente artículo de opinión donde exija la transformación de Israel en un "país de todos sus ciudadanos", o mejor dicho, un "estado de todos sus nacionalidades". ¿Por qué? Para utilizar sus propias palabras, "la ciudadanía es inferior a la afiliación nacional". Y es que esa molesta cosa llamada nacionalidad, simplemente no va a desaparecer.

Pero es aún peor. Sternhell esencialmente está afirmando que los "judíos son y serán los culpables perennes". Por desgracia, una parte significativa de nuestras declinantes élites han crecido aceptando el antisemitismo en el escenario mundial.

Basta con mirar cómo Sternhell define este acuerdo: "Para los líderes de Israel, la palabra acuerdo significa una rendición palestina incondicional... Los palestinos deben aceptar su inferioridad". Sencillamente increíble. ¿De dónde se ha sacado esto? Sólo un auténtico colonialista podría hablar así. Sólo una mentalidad colonialista contemplaría el acuerdo como un pacto donde los lugareños aceptan su inferioridad con respecto a sus amos (foráneos).

Así que un "acuerdo justo", según la docta opinión de Sternhell, supongo que solamente sería factible con los palestinos sosteniendo un cuchillo contra nuestra garganta y poco a poco empujándonos hacia el mar. Posteriormente nos lanzarían a bordo de los buques ya dispuestos, y entonces nos dispersaríamos por toda Europa, verdadera patria espiritual de Sternhell.

El colectivo palestino (asumiendo que no es único, sino plural) ya tiene un estado en Jordania y en Gaza. Además tiene un mini-Estado en Ramallah. Además, existen nuevos estados palestinos en fabricación. ¿Esta es la inferioridad?

Pero no se preocupen, pues el patrocinio de la izquierda israelí también se extiende a los no árabes. Y de él también se benefician sus adversarios ideológicos. Y es que Sternhell se ha dado cuenta de que él forma parte de una minoría. Él quiere que el primer ministro Benjamin Netanyahu reniegue de las promesas que hizo a sus votantes, que repudie los mismos valores con los que se ha identificado y que tire por la borda la misión histórica que ha perseguido hasta ahora: "Debe tratar de parecerse a [Charles] de Gaulle y no a un hijo del profesor [Benzion] Netanyahu". Esencialmente, lo que quiere es que siga el camino de sus dos antecesores más recientes, Ehud Olmert y Ariel Sharon, además de emular a la actual ministra de Justicia, Tzipi Livni. Todos ellos han acabado ignorado sus propias raíces ideológicas.

¿De Gaulle? Esto es simplemente hilarante. Recuerden su retórica antisemita después de la Guerra de los Seis Días, cuando dijo que "no había justificación para un Estado judío que estuviera rodeado de naciones árabes hostiles". Además nos tildó de "pueblo de élite, seguro de sí mismo y dominador" (si usted leyera los artículos de opinión de Sternhell, es posible que comprobara que ha llegado a la misma conclusión).

Sternhell sugiere que Netanyahu debería retirarse del corazón de nuestra patria, al igual que de Gaulle se retiró de Argelia. Pero esto es como las manzanas y las naranjas. Argelia nunca fue tierra francesa. En cuanto a la Tierra de Israel, ha sido la tierra del pueblo judío desde tiempo inmemorial. Sí, Mr. Sternhell, ese ha sido el hogar histórico de su pueblo durante mucho tiempo. ¿Podría usted creerlo?

Me gustaría mucho alabar la postura patriótica de Gaulle durante la Segunda Guerra Mundial. En aquel entonces, se mantuvo firme contra los derrotistas que en el gobierno francés querían someterse a los nazis. Mi consejo: cuando usted haga paralelismos históricos, compruebe que escoge los correctos.

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Ser menos falso que otros, no te hace un líder - Emmanuel Navon - i24news



Winston Churchill dijo en broma sobre Stanley Baldwin, el ministro británico de entreguerras que infamemente negó en 1934 que la Luftwaffe se estaba acercando a la paridad con la Royal Air Force, que "de vez en cuando tropezó con la verdad, pero se levantó a toda prisa y corrió como si nada hubiera sucedido". Churchill ridiculizado por sus oponentes como un belicista y como un política anticuado, Churchill fue llamado al rescate en mayo de 1940 a los 65 años. Después de la caída de Francia, un mes más tarde, el Jefe del Estado Mayor francés Maxime Weygand predijo que "Inglaterra tendría su cuello retorcido como un pollo". Algo de lo que hizo eco Churchill después de la Batalla de Inglaterra: "!Cierto pollo y cierto cuello!".

Los grandes líderes tienen esta capacidad de captar la realidad, para así dominar la historia y para inferir lo que el futuro les tiene reservado. Ellos están dispuestos a pagar cualquier precio personal que sea necesario para hacer lo correcto por el bien de su país. En momentos de crisis aguda, y al borde del abismo, son sus antiguos críticos los que les requieren para salvar a la patria.

Afortunadamente, la situación actual de Israel no es comparable con la de Gran Bretaña en mayo de 1940, ni con la de Francia en mayo de 1958. Aún así, con la partida de ajedrez entre israelíes y palestinos en tablas, Israel está en extrema necesidad de un líder capaz de concebir y poner en práctica una forma de salir del atolladero. Por desgracia, ningún Churchill o De Gaulle está a la vista.

Al primer ministro Benjamin ("Bibi") Netanyahu le gusta jactarse de que él no tiene ningún competidor serio. En eso tiene razón. Yair Lapid (líder del partido "Yesh Atid") es un ex presentador de televisión que le debe su carrera política a su buena presencia y a su padre periodista convertido en político. El líder opositor, Yitzhak Herzog, también es un heredero político, pero no logra convencerse ni a sí mismo cuando promete la paz y la justicia social (entre otras cosas porque el partido Laborista de Israel suele llevar pasado un tiempo a sus líderes hasta la guillotina como si fueran unas aristócratas).

Bibi, sin embargo, es un pato cojo cuyo liderazgo se ve amenazado por una alianza emergente entre el ministro de Asuntos Exteriores, Avigdor Lieberman, y un ex ministro del Likud, Moshe Kahlon.

Netanyahu ha sido primer ministro de Israel durante ocho años (un récord de longevidad política para los estándares israelíes). Su habilidades retóricas en inglés son insuperables, pero pocos aún le creen cuando promete que Irán nunca será nuclear. Un autodeclarado partidario del libre mercado, ha hecho muy poco para deshacer los grandes grupos de poder de Israel y el monopolio del Estado sobre la propiedad de la tierra (dos de las causas principales de los altos costos de la vida de Israel). Él se ha enajenado a la derecha política al apoyar la idea de un Estado palestino y liberar a terroristas palestinos, sin embargo es acusado a su vez por la izquierda de actuar de mala fe en su compromiso con una solución de dos estados. Netanyahu ha perdido prácticamente el control de su propio partido, el Likud, como él mismo lo admitió recientemente. Su afirmación de que Israel no tiene un líder alternativo creíble suena cada vez más desesperada y poco convincente.

Sin embargo, la supuesta alternativa que representarían la pareja Lieberman-Kahlon resulta ridícula en el mejor de los casos. Lieberman es un cínico autoritario y un demagogo, que alterna a la vez las posiciones de halcón y de pragmático, según sean las preferencias de las encuestas que realiza su asesor político, Arthur Finkelstein. Muchos de los votantes de Lieberman ya se han dado cuenta del fraude, y su partido Yisrael Beiteinu está en caída libre. Lieberman tenía la esperanza de que la lista conjunta para la Knesset del 2012, que conformaron el Likud y Yisrael Beiteinu, finalmente le pondría al frente del partido resultante de la fusión, pero esa fusión actualmente está fuera de la mesa.

La única esperanza de Lieberman, por lo tanto, es dirigirse hacia unas próximas elecciones junto con Moshe Kahlon, un ex símbolo juvenil del Likud reconvertido en crítico del Likud, quien recientemente anunció su regreso político. Hijo de inmigrantes judíos libios, Kahlon supuestamente le traería a Lieberman el voto de los sefardíes israelíes y de los conservadores sociales (dos circunscripciones que hasta ahora han evitado al Lieberman soviético y secular). El único problema con este sistema es que es demasiado fraudulento para pasar desapercibido.

Kahlon atacó a su antiguo partido por haberse convertido en "demasiado de derechas" y por haber abandonado su agenda de justicia social. Sin embargo, como diputado y ministro del Likud, Kahlon siempre y abiertamente se identificó con las facciones más derechistas del Likud (y fue elegido y promovido gracias a ello). Kahlon, el autoproclamado como uno de los políticos más derechistas del Likud en un pasado reciente, ha vuelto presentándose a sí mismo como un "pragmático" y un "moderado". La alegada conversión de Kahlon a la socialdemocracia también suscita incredulidad. Como ministro de Comunicaciones, implementó políticas de libre mercado mediante la introducción de una verdadera competencia, la reducción de los precios de los servicios de telefonía celular. Sus actuales asesores económicos son también declarados partidarios del libre mercado.

Un realista político y un liberal económico, Kahlon está ahora hablando el lenguaje de la paz y de la justicia social por oportunismo y por demagogia. Eso es todo lo contrario de una manifestación de liderazgo. Él y Lieberman se merecen el uno al otro, pero Israel se merece algo mejor.

Netanyahu puede tener razón en lo de una falta de rivales, pero lo menos falso de todo es la ausencia del liderazgo que Israel necesita y del que carece.

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