Friday, February 24, 2006

Demografía palestina, una bomba de relojería o una exageración - Schmuel Rosner - Haaretz












Una interesante conferencia se ha celebrado en la sede del American Enterprise Institute. Tres investigadores - Bennett Zimerman, Roberta Seid y Michael Wise - han vuelto a insistir que la población palestina en Cisjordania y Gaza esta sobrevalorada en más de un millón de personas.
La culpa, defectos en las investigaciones tanto a nivel de cálculo como a la supervivencia de ideas falsas y preconcebidas.
Schmuel Rosner, aún reconociendo su ignorancia sobre el tema, apunta sobre la consistencia
aparente del informe, que es atacado por otros demografos achacándole ocultas intenciones políticas. Es decir, que supone una justificación para el empeño de derechistas y colonos de no proceder a nuevas evacuaciones.
Rosner se pregunta muy agudamente sí los mismos expertos que atacan este informe lo han revisado y estudiado previamente y apunta sutilmente, y en e
so estoy con él, que quiza esa manipulación de informes demográficos también se da por su parte y en sentido contrario, para favorecer las próximas evacuaciones.
Rosner comenta
que según el informe no habrá ninguna mayoría árabe en Israel y la Cisjordania hacia el año 2025. El estudio predice una mayoría judía de 2-1. Estas conclusiones están basadas en ciertas asunciones que parecen razonables y en otras predicciones más aventuradas, como la de una inmigración anual de unas 20,000 personas durante los próximos 20 años. Por otra parte, que demógrafo habría previsto previamente el millón de inmigrantes que vieneron de la antigua Unión Soviética en los años 1990.
Además los investigadores recalcaron que su informe no tenía ningun origen ni intención política, (bromeando sobre las diversas implicaciones que se les había supuesto en ciertos medios de Israel) y que de él no se desprende ninguna recomendación de política alguna específica.
Michael Wise señaló muy acertadamente que si hay
una lección que él dolorosamente aprendió en los meses previos en Israel al presentar su estudio es que todo es clasificado de entrada como "de derechas" "o de izquierdas", y por lo tanto es casi imposible presentar algo significativo y dar las razones de la neutralidad del análisis.



http://www.pademographics.com/

¿Un concurso de princesas judías?

Leo en el JPost que quince judías británicas participarán en un concurso benéfico, a beneficio de la organización infantil Emunah, que consistirá en una serie de pruebas físicas y de liderazgo a celebrar durante los próximos diez días en el desierto de Judea.

El concurso en el que participarán estas representantes del abánico judío de Gran Bretaña se titula "Soy una Princesa judía... ¿Qué Hago Aquí?" y según declaran, a parte del elemento benéfico, tienen como objetivo "mostrar que las verdaderas princesas judías son resistentes, dinámicas y prácticas".

Por si están interesados en el desarrollo de tan peculiar evento mediático (BBC, Times) disponen de una página web donde se puede seguir los acontecimientos de la prueba.

Quizá esperen sus votos.

www.jewishprincess.org.uk


Saturday, February 18, 2006

(Malos tiempos I) - Adelante, el barco de los tontos - Ari Shavit - Haaretz

Ya hemos sido tontos antes. Fuimos tontos en 1967, cuando dejamos de considerar la maldición de los territorios; y en 1973, cuando dejamos de ver el acercamiento de la guerra del Yom Kippur. Fuimos tontos cuando creamos los establecimientos, cuando invadimos Líbano, cuando creímos que Oslo significaba el fin de los días del terror, y cuando esperamos que Camp David registrará el final del conflicto. Dicho esto, parece que nunca hemos sido antes tan tontos como ahora - tontos conscientes, que deciden no saber, que deciden ignorar la clase de tormenta que se precipita sobre el barco en que navegan.

La victoria de Hamas del 25 de enero, es un acontecimiento histórico bajo dos perspectivas. Por una parte, nos ha llevado 30 años atrás, hasta los días de pre-diálogo " palestino israelí", hasta los días de una verdadera exigencia del derecho al retorno para los refugiados palestinos, y de un deseo de una aniquilación total. Nos ha llevado hasta los días donde Gamal Abdel Nasser y Ahmed Shukeiri hablaban, con términos olvidados, amenazantes y semejantes a los usados hoy por Mahmoud Ahmadinejad, Mahmoud a-Zahar y Khaled Meshal.

Por otra parte, la victoria de Hamas nos ha puesto en una posición en la cual nunca habíamos estado antes. Cuando el representante de los palestinos no es un nacionalista secular, sino un religioso fundamentalista, una pesadilla se materializa. El conflicto ya no se centra en la ocupación de 1967, o en la catástrofe de 1948. Este es ahora un conflicto religioso y cultural de la clase más tenebrosa. Este no es un conflicto sobre Gush Katif; este es un conflicto sobre Al-Aqsa - un conflicto entre creyentes e incrédulos, entre combatientes por la Yihad y 'cruzados'.

Mientras los fundamentalistas todavía pueden ser una minoría en la sociedad palestina, esta minoría está ahora en el poder, y representa a todos los palestinos. Y aunque pueden haber voces diferentes dentro de Hamas, con algunos de sus líderes caracterizados por un pragmatismo táctico, Hamas no reconoce y no reconocerá el derecho de Israel a existir. Y mientras el determinismo puede no existir en la historia - y quizás en unos años los palestinos rechazarán la oferta de Hamas y volverán a ser unos políticos racionales que busquen una solución - por el momento, hasta otro aviso adicional, la realidad es como es: nos levantamos con un vecino palestino cuyo semblante ha cambiado más allá del reconocimiento; y él nos exige partir, no estar más aquí, dejar de existir.

El Israel del s.XXI tiene un futuro complicado a la hora de digerir esta realidad. Es difícil para nosotros contemplar la confrontación en curso, directa, considerar la posibilidad que realmente, profundamente, no haya nadie a quien dirigirse. Es difícil aceptar el hecho de que ahora, cuando hemos aceptado finalmente la idea de dos estados, los palestinos la rechazan. No sabemos que hacer cuando nos enfrentamos a unos palestinos que exigen todo, del río Jordan al mar.

Y tenemos otra dificultad adicional: asistimos a un futuro complicado comprobando que los nuevos palestinos, los fundamentalistas, lo incrementarán. Ellos son quién han recibido Gaza, y ellos están a punto de conseguir gracias a nosotros Cisjordania sin ser capaz por nuestra parte de fortificar nuestra existencia dentro de las fronteras enmendadas de 1967. Tenemos un futuro complicado al reconocer que ellos nos fuerzan a una retirada gradual a las líneas de Clinton sin conseguir a cambio cualquiera de las promesas de Clinton - paz, desmilitarización, ningún derecho de retorno. En resumen tenemos un futuro difícil comprobando que estamos siendo determinados por el fundamentalismo palestino.

Después de una largísima guerra terrorista, Hamas está a punto de establecer un estado palestino hostil, sin tener aseguradas Israel unas fronteras defendibles en un estado judío reconocido. Hamas está a punto de empujar a Israel detrás de las proximidades de la Línea Verde sin ser obligado a renunciar a una sola de sus demandas contra Israel.

Esta parece ser la situación eventual. Este es el corral en el cual Israel se encuentra. ¿Y con la situación así, la pregunta no es cómo llegamos aquí, sino a donde vamos? ¿Adelante a dónde? ¿Cómo nos abstenemos de convertir la siguiente retirada israelí en un fracaso aplastante? ¿Cómo tratamos con la maldición de la ocupación sin generar un crecimiento del malévolo fundamentalismo? ¿Cómo nos retiramos de la Tierra de Israel sin hacer temblar los fundamentos de la existencia del Estado de Israel?

Estas preguntas son existenciales. Ellas requieren un nuevo pensamiento, una nueva estrategia, un nuevo discurso. Ellas requieren un debate público serio, profundo. Estas preguntas deberían estar en el centro de la campaña electoral, a cuyo termino esta una decisión profética. Pero el público israelí y la élite de Israel han decidido no hacer estas preguntas - no realmente, no seriamente. Después de todo, se celebra al nuevo 'dandy', y el "partido del house" está en plena efervescencia. Y en la cubierta superior del barco, con la música del DJ, los peces gordos celebran a un nuevo capitán. Y el nuevo capitán se divierte con los peces gordos..

Y más que nunca antes, decidimos ignorar el Mar Negro sobre el cual navega nuestro barco de tontos . Decidimos no ver las olas crecientes. Adelante, bailamos. Adelante, llamamos. Adelante, barco de tontos.

Friday, February 17, 2006

El affaire Finkielkraut, el patíbulo del pensamiento - Oscar Elía Mañu - Gees.org

El affaire Finkielkraut; historia de una emboscada.

El 18 de noviembre del pasado 2004, el semanario israelí Haaretz publicaba una entrevista al profesor de la École Polytechnique de Paris, Alain Finkielkraut. El filósofo francés, hijo de inmigrantes polacos deportados en Auschwitz, heredero de Mayo de 1968 y símbolo de una derecha heterodoxa y deslenguada, accedía a hablar para el semanario israelí, marcadamente de izquierdas, antirreligioso y antiliberal. Finkielkraut no imaginaba entonces que se sentaba acusado en el banquillo, un banquillo cultural y mediático del que hoy trata de escapar.

En un siglo heredero de la ideología y la propaganda, la cortesía del periodismo parece brillar por su ausencia; “Una voz que parece emanar de la boca de un miembro del Frente Nacional de Jean-Marie Le Pen”, presentaba el semanario al entrevistado. En el encuentro, Finkielkraut reprocha un artículo de Haaretz sobre los disturbios parisinos, publicado el 7 de noviembre; el filósofo desconoce que éste es obra de su propio entrevistador, que guarda silencio. En la entrevista, publicada en hebreo e inglés, Finkielkraut expone sus principales teorías, que aparecerán intercaladas en comentarios del entrevistador. Convertido el lenguaje en arma ideológica, el periódico presenta al filósofo, o más bien lo hace impresentable: “Voix déviant”. Voix déviant; Discordante, inconformista, pero también desviado y marginal.

Días después, Michel Warschawski y Michéle Sibony, conocidos militantes pro-palestinos y antiliberales, traducen la entrevista al francés; “¡No al antirracismo!” titula Politis, interpretando sesgadamente palabras de Finkielkraut. La lógica de lector hace el resto; si el filósofo combate el antirracismo, sólo cabe una definición para su postura. A esas alturas de noviembre, los comentarios se extienden por foros y blogs de internet; Finkielkraut ya es un racista. El puritanismo ideológico, occidental e islámico, comienza a encender las antorchas y a señalar a quien Haaretz y Politis han subido al patíbulo mediático.

El siguiente acto de la tragedia se desarrolla ya ante los ojos del gran público. Sylvain Cypel, redactor-jefe de Le Monde, publica el 24 de noviembre el artículo “La voix «déviant» d’Alain Finkielkraut” (Le Monde, 24-11-05); de nuevo el Finkielkraut marginal. Es la chispa de la hoguera en que se quemará al filósofo. La selección arbitraria e ideológica de las frases más controvertidas es el combustible del que se nutre el incendio. En la pira ideológica, Finkielkraut arde atado al colonialismo, a la shoah, al fascismo y al racismo. Tras Orianna Fallaci, los verdugos del pensamiento tienen un nuevo monstruo al que perseguir. Toda la Francia bienpensante, desde el progresismo hasta el islamismo radical se lanza al cuello del intelectual pidiendo justicia. Cualquier debate intelectual carece ya de sentido: ¿Qué dijo Finkielkraut?; ¿a quién le importa?.

Finkielkraut aún hace un intento por defenderse (Le Monde, 27-11-05); “el personaje que muestra este artículo me inspira desprecio (...) Yo no soy este frentista excitado, nostálgico de la epopeya colonial”. Más tarde, en un programa de radio repite; “yo no soy una víctima. Yo estoy en la posición del acusado, pero no se me da el derecho de defenderme”. Demasiado tarde. El MRAP (Movimiento contra el Racismo y por la Amistad entre los Pueblos), autoproclamado guardián de la tolerancia interracial, se pone a la cabeza del linchamiento; amenaza con la denuncia por incitar al odio racial, exige la suspensión del programa “Repliques”, emisión radiofónica que el filósofo presenta en Radio France Culture desde hace veinte años. Su secretario general, Mouloud Anouit denuncia a Finkielkraut como militante de la extrema derecha francesa. Tariq Ramadan (“Des vérites qui peu à peu se révelent”, en su web), colaborador del MRAP, denuncia abiertamente un nuevo peligro racista en el que ya sitúa a los neocons americanos. A sus ojos, el delito de Finkielkraut es científico, y no político: “No culturalizar ni confesionalizar la crisis de los suburbios” es el primer mandamiento exigido por Ramadan.

Laurent Joffrin, en Le Nouvel Observateur (1-12-05) aclara el vocabulario para los nuevos censores, y establece el término que ya entusiasma al progresismo militante en España; no es nuevo, será Daniel Lindemberg quien en Llamada de atención, investigación sobre los nuevos reaccionarios (2003) señale a los culpables. En los quioscos parisinos, la portada de Le Nouvel muestra un primer plano de Finkielkraut sobre las letras acusadoras; “Les Néoréacs”. Al tiempo, el clamor bienpensante exige amordazar a Finkielkraut; expulsarle de la universidad, cerrarle el micrófono, encerrarlo en prisión.

Pero el pluralismo mediático y cultural francés sorprendería a un público español que parece ya anestesiado por la ortodoxia ideológica. Hay voces discordantes. Paul Thibaud, antiguo director de Esprit será rotundo en la denuncia; “Finkienkraut ha caído en una emboscada”. Al linchamiento político de Sarkozy sigue el cultural de Finkielkraut; si del primero reclamaban su dimisión y su defunción política, al filósofo le reservan parecido futuro, denuncia Pascal Bruckner (Le Nouvel, 1-12-05). Luc Ferry, Rony Brauman o Philippe Raynaud (“Lo que resulta increíble es que no sea Le Monde quien se excuse tras haber cometido una agresión deliberada”) salen en defensa del filósofo, ya abiertamente perseguido, convertido en fascista, racista, xenófobo; acusaciones graves para el inmigrante polaco, hijo de deportados en Auschwitz.

La onda expansiva llega a España, donde el diálogo intercultural parece más importante que esclarecer los hechos del 11M. El 18 de diciembre, El País entrevista al acosado pensador. Para suspicaces, la entrevista confirma todas las sospechas. Las preguntas pertenecen a un fiscal heredero de la pira intelectual propagada por Le Monde; “Para Haaretz su discurso es idéntico al de la extrema derecha”, apostilla el periodista (...); “Es un comentario próximo a los de Le Pen”, puntualiza el entrevistador (El País 18-12-05). Subido en la ola, Carlos Elordi (El Periódico 4-12-05) retrata a los nuevos reaccionarios de la mano de Joffrin. La hoguera antirracista francesa alcanza incluso a La Razón, que informa cómo Finkielkraut ha “manifestado siempre una fobia endémica a la globalización y a sus mecanismos de interacción” (6-12-05). Por el contrario, José María Marco y Vázquez-Rial (Libertad Digital, 20 y 22-12-05) interpretan la finkelfobia en clave española; ¿cómo no observar la furia desatada por los maestros de la virtud contra Jiménez Losantos, César Vidal o la Cadena COPE? Por encima de discrepancias, parece el derecho a pensar y opinar libremente lo que empieza a ponerse en juego. Ironías de la historia, un auditorio expectante esperaba el 12 de diciembre al filósofo francés en Madrid para escucharle hablar de Tocqueville y la libertad. Acosado en su domicilio, amenazado de muerte, suspendió su conferencia.

El juicio del pensamiento; inmigración, seguridad, violencia

¿Qué ha ocurrido en Francia en el último mes? Finkielkraut, conocido polemista, analiza los acontecimientos en los banlieues, y lo hace escandalosamente. Más allá del eternamente panorama convulso de la cultura francesa, una verdad parece evidente: “Finkielkraut ya no es sólo un autor. Se ha convertido en un affaire” (Elizabeth Lévy, Le Point, 22-12-05), en un síntoma (Gabriel Albiac, La Razón 4-1-06). El caso Finkielkraut pone a los europeos ante la visión de su propio futuro y de sus propias contradicciones. La primera lección del affaire Finkielkraut nos lleva más allá de los coches y las iglesias quemadas; nos lleva a la batalla por el futuro ideológico de Europa.

Los disturbios parisinos abrieron la veda de una cacería ya preparada; las palabras del filósofo que tanto escandalizan fueron el detonante; “En Francia se pretende reducir las violencias a su nivel social, verlas como una revuelta de jóvenes de los suburbios contra su situación (...) El problema es que la mayor parte de estos jóvenes son negros o árabes, con una identidad musulmana” (Haaretz, 18-11-05)

Afirmación arriesgada, que abriría un debate sociológico tan necesario como interesante; ¿tiene razón el profesor francés? Parece la primera cuestión pertinente. Pero la pregunta ¿Está en lo cierto Finkielkraut? es una pregunta de repente carente de interés; En la Europa que mira para otro lado, plantear determinadas preguntas está prohibido. El mismo continente que caricaturiza grotescamente el Choque de Civilizaciones de Huntington sin haberlo leído devora a sus propios hijos; ¿cómo osa Finkielkraut establecer una relación entre Islam y violencia?, se escandalizan en Le Monde y Liberation; ¿cómo se atreve a plantear la cuestión de la identidad musulmana y los incidentes?, claman L’Humanité, las organizaciones antirracistas y Tariq Ramadán. ¿Acaso no es un discurso próximo al de Le Pen?, concluye ufano el entrevistador de El País.

¿Son en su mayoría musulmanes los violentos de los suburbios? La falsedad de la proposición nunca ha sido mostrada, porque ha sido su propia formulación la que ha sido negada. Finkielkraut no acierta o se equivoca en su planteamiento; es culpable por el hecho de plantearlo. No es el contenido de sus declaraciones lo que indigna a los maestros de la virtud y a los nuevos ingenieros de almas. En Haaretz, como otras veces antes, Finkielkraut recuerda lo fundamental de su denuncia, que va más allá de los disturbios, y que señala directamente al presente y al futuro de Europa:

“Poco a poco, la idea generosa de la guerra contra el racismo se ha ido transformando monstruosamente en una ideología mentirosa. El antirracismo será en el siglo XXI lo que el comunismo ha sido en el XX”

¿Acaso la verdad no es la primera víctima del enfrentamiento ideológico? Para despistados, conviene recordar que Finkielkraut ya estaba sentenciado desde mucho tiempo atrás; osó denunciar el racismo antiblanco que se extiende por Europa, y que otorga una única y unívoca explicación a los males de este mundo; se atrevió, pecado capital en la Europa del pacifismo, a defender la guerra de Irak. Desde el momento en que, con En el nombre del Otro (Seix Barral, 2000) denunció una nueva ideología, se puso precio a su cabeza; la caza del filósofo había comenzado, y sólo era necesario el momento y el lugar adecuado para cazarlo.

Europa, su conciencia y el mal en el mundo

Incansable, Finkielkraut denuncia durante años la paradoja europea actual; el racismo hitleriano provocó una reacción antirracista que hoy se dirige, otra vez, contra los judíos. Hace cincuenta años, con los hornos de Auschtwiz aún humeantes, Europa entonó el Nunca más (broma macabra, su versión gallega banalizó después el holocausto en camisetas y pegatinas tabernarias), como si queriendo evitar el infierno éste desapareciera con sólo desearlo. Evitar el holocausto pasó de ser una obsesión a ser la única obsesión. La defensa del otro se hizo un imperativo en la Europa del bienestar; ¿cómo evitar si no, repetir el camino de la barbarie?¿cómo conjurar el Mal en forma de cruz gamada e himnos victoriosos?.

Pero el Mal no es patrimonio exclusivo europeo, ni occidental; ni fascista ni comunista, dirá el observador sereno. Sin embargo, el síndrome de Auschwitz fue desde entonces su única expresión, lo que equivale a decir que el resto dejaba de serlo. Poco importó que en la mitad de Europa los campos de exterminio fueran sustituidos por los campos de reeducación, ni que a miles de kilómetros, Mao instaurara el mayor régimen carcelario nunca conocido por el hombre. Auschwitz se convirtió en el símbolo del Mal, y acabó constituyendo su única expresión. Y entonces comprobamos que el mal que aqueja a Europa no viene de fuera, sino que nace de su propia identidad, de un rechazo a su presente y a su pasado sólo comparable a su aceptación de otras identidades.
En un continente que se desmorona cultural y moralmente, Auschwitz es el espejo del Mal en el que se reflejan los males de este mundo: Pero sólo algunos males occidentales lo hacen; en Palestina e Irak los pecados son de un sólo sentido. Una memoria selectiva, en una Europa que se acuesta cada noche con mala conciencia, señala otro gran pecado; la colonización es el otro gran crimen de la civilización occidental. Fenómenos distintos, dirá el historiador; indudablemente, afirmarán el economista, el sociólogo, el antropólogo. Da igual; hoy, en la Europa de lo políticamente correcto, presta a renegar de si misma, el colonialismo equivale al genocidio, y es un nuevo pecado que aún hoy debemos purgar.

El pecado de Filkienkraut es rechazar el relato oficial de nuestro tiempo. En la entrevista a Haaretz, el autor denuncia la falsificación de la historia, resaltando su complejidad. Denuncia la disolución de la verdad histórica en el magma ideológico; “cambiamos la enseñanza de la historia colonial y la esclavitud. Enseñamos que fueron únicamente negativos, y no el proyecto colonial que esperaba llevar cultura a los salvajes”. La historia muestra la conciencia benefactora de Occidente tanto como su ansia depredadora. El colonialismo tuvo efectos tanto beneficiosos como perniciosos en los países colonizados. Pero son tiempos de laxitud intelectual y vigor ideológico; los redentores de la humanidad eliminan la primera parte de los libros de texto, y la aventura colonial se reduce al genocidio, al exterminio, a la barbarie. Equiparado el colonialismo al genocidio hitleriano, la denuncia del Mal no se agota en lo chillidos histéricos del Führer; sino que se extiende de España a Inglaterra, de Estados Unidos a Francia o Italia. Coloniales, son los nuevos culpables del Mal en el mundo.

Entonces se denuncia a los europeos como culpables de la shoah colonial, y Dieudonné M’Bala M’Bala y el MRAP exigen que la esclavitud sea considerada un “crimen contra la humanidad”. Saquemos las consecuencias; escapar del pecado, del Mal, es imposible. La criminalización de la guerra propia del siglo de la Sociedad de Naciones y la ONU, ha desarrollado su lógica, y hoy la criminalización se extiende a cualquier uso de la violencia, a cualquier discriminación, a cualquier desigualdad. Entonces el crimen se extiende, más allá de la guerra, a la política. Si la justicia es “dar a cada uno lo suyo” (Platón), la justicia es injusta, porque toda discriminación lo es. La negación, sea absoluta o relativa, política, cultural o moral es hoy un crimen; es el racismo, el fascismo, el genocidio, que hunde sus raíces en una shoah colonial de la que todos somos herederos. ¿Cómo no convenir, con Florentino Portero (GEES, Análisis n° 87) que la evidencia “el mal estaba en nosotros mismos” es el primer mandamiento de la política exterior europea?

Lenin, de nuevo

En este catecismo profano, cuando la guerra es un crimen, quien la practica es un criminal. Pero si la lucha es un choque de dos voluntades, ¿en qué campo queda el criminal? Israel, Estados Unidos, Gran Bretaña son ya culpables; su pasado o su presente colonial los condenan de por vida. También España, culpable de ser una vez la más fuerte. Y entonces, el fantasma de Lenin irrumpe en el discurso, aunque ya lo ha hecho antes; ¿que es la colonización sino el germen de la violencia de hoy? Fruto del Imperialismo, fase superior del capitalismo, Occidente goza de un bienestar arrebatado a los demás. ¿No fue el 11S la respuesta a la soberbia americana? ¿el 11M al seguidismo español? ¿el 7J a la tenacidad británica? De nada vale recordar que miles de musulmanes han muerto en decenas de 11S en nombre del islamismo redentor; cuando la ejercen quienes se presentan como los condenados de la tierra, la violencia se convierte en la respuesta lógica a los pecados occidentales; el Mal es ajeno a ellos. Nada nuevo bajo el sol; Ben Laden es la encarnación tecnificada de la orgía sangrienta que Jean Paul Sartre y Frantz Fanon festejaban en Los condenados de la tierra (1961). La violencia vivificadora y redentora del colonizado es una necesidad histórica y moral. Entonces constatamos que el círculo se cierra: El Estado democrático y occidental siempre comete crímenes, no puede no cometerlos; quien no sea democrático ni occidental, nunca los comete, no puede hacerlo. El blanco es culpable; el no-blanco es no-culpable.

Saltándose todos los tabúes culturales al uso, Finkielkraut denuncia la agresividad del racismo de hoy; “tiene un lenguaje antirracista. No se trata de presentar a los judíos como una raza, sino de presentarlos como racistas” (La Nación, 4-01-04). ¿Acaso puede dudarse que Europa no soporta tener como vecino a un país que usa la violencia en la misma medida en que ella ha renunciado a hacerlo? País existencialmente en armas, que debe su nacimiento y su supervivencia a los aviones y los cañones, Israel no tiene lugar en la Europa del No a la Guerra. La nueva violencia contra los habitantes del país mediterráneo no es racial; es ideológica.

Negando que Europa sea eternamente mala, negando que el Mal sea patrimonio exclusivo de los occidentales; afirmando el carácter complejo y paradójico de la historia, no sujeta al juicio final sobre la tierra, Finkielkraut rasgaba el velo de lo establecido. Los ingenieros de almas occidentales, los autonombrados representantes de los parias, no podían no situarlo en su punto de mira. Con el filósofo, contra quienes se ocupan de redimirla reduciendo a cenizas su legado histórico y cultural, la historia muestra que el Mal no es patrimonio exclusivo de Europa; Tiananmen, Ruanda, Chechenia, Somalia son los últimos agujeros negros de la Humanidad tanto como los hornos crematorios o el tráfico de esclavos. Lista infinita para un observador inquieto; ¿acaso los esclavistas árabes fueron menos crueles que los europeos?, afirma Finkielkraut.

Pero por encima de todo ello, una verdad se nos muestra evidente, incuestionable, para unos y para otros; sólo en el solar euroatlántico tales cuestiones pueden ponerse en duda y discutirse. Libertad de discusión y libertad de opinión que constituyen aquello que diferencia a las sociedades constitucional-pluralistas de las sociedades del miedo.

Y precisamente por ello el affaire Finkielkraut muestra un futuro inquietante; en Europa hoy, abrir la discusión sobre los nuevos dogmas históricos incita al odio; da igual una cadena de radio en España que un autor de prestigio en Francia. En los nuevos dogmas de lo social, el Mal es unidireccional y unilateral; blanco, cristiano, occidental, liberal o americano. El genocidio acabó con millones de europeos; hoy su sombra amenaza con paralizar al resto, dejarlos en manos de quienes, una vez más, buscan el fin de la Historia, en clave progresista o islamista. Europa despliega su bondad ideológica hacia dentro y hacia fuera, “pero le queda la duda de que sean sus ciudadanos los auténticos protagonistas de la historia” (F. Portero, Op. cit.).

Neoconservadores, neoreaccionarios; nuevos pecados sociales

El discurso antirracista es hoy una nueva ideología, una concepción global del hombre y de su historia que vuelve la acción política europea contra sí misma; “Si voltaire viviera en nuestros días, sería llevado ante los tribunales por nuestros racistas intransigentes” (Pascal Bruckner, Le Point). Con Finkielkraut es toda la historia de la filosofía europea la que se ve quemada en la pira patibularia; Aristóteles, Santo Tomás, Kant, Hegel, Tocqueville o Popper serían reos de la nueva censura que amenaza a nuestras sociedades. En la izquierda francesa, sólo Elisabeth Badinter osa salirse del guión establecido, y advierte para despistados; “El primero que dice la verdad es ejecutado”.

A día de hoy, parece claro que Alain Finkielkraut fue víctima de una trampa, de una emboscada mediática; Haaretz manipuló la entrevista, y construyó una grotesca caricatura del filósofo francés. La revista Politis y el diario Le Monde apuntalaron la falacia; ante los franceses y los europeos, las palabras de Finkielkraut mostraban a un monstruo ultraderechista, racista, nostálgico colonial. Durante unas semanas, Finkielkraut clamó en el desierto; de nada le valió denunciar la manipulación. Ya nadie le escucha; “J’assume”, titulaba Le Monde (27-11-05). La nueva religión secular ya europea ya tiene sus profetas, y sus demonios; Les Néoréacs. Sorpresa ideológica, tal novedad terminológica no es novedad. La vieja religión secular sobrevive después de muerta.

Recuperando la vieja terminología marxista-leninista, abominando de los Estados Unidos y obsesionados con la República Imperial, los nuevos censores establecen un nuevo término; Neo-reaccionarios. Al hacerlo, buscan heredar lo más ofensivo que encuentran en ambos mundos; al reaccionarismo europeo buscan unir la tradición neoconservadora norteamericana. A la supuesta secta manipuladora de gobernantes, oscura conspiración de intelectuales del siglo XXI en la Casa Blanca, unen la tradición antidemocrática y conservadora del Antiguo Régimen. Los nuevos profetas, que celebran alborozados que el futuro se encuentra en Caracas, en Rabat o en Teherán, buscan hacer justicia intelectual, en Europa y en el mundo entero. Haciendo justicia, no tienen tiempo para leer a De Maistre y Bonald. Mucho menos para Leo Strauss o Irving Kristol. Ocupados en hacer justicia, la pira en la que queman a Finkielkraut consume más papel del que ellos podrían leer jamás. Pero los vientos de crisis, interna y externa, azotan Europa. Por eso la pregunta es ¿hasta donde se extenderán las llamas?

Thursday, February 09, 2006

El manifiesto asesino de Hamás - Daniel Jonah Goldhagen - El Pais

Se ha hablado mucho sobre el llamamiento de la Carta fundacional de Hamás a la destrucción de Israel y, en opinión de algunos, la necesidad de que Hamás renuncie a dicho objetivo como condición suficiente para que se le otorgue legitimidad internacional, ayuda económica y reconocimiento diplomático. Sin embargo, un examen de la Carta (disponible en la página web http://www.palestinecenter.org/cpap/documents/charter.html) revela que Hamás, también conocido como Movimiento de Resistencia Islámica, no tiene como único propósito (por equivocado o mortífero que sea) la destrucción de Israel, sino que se rige por una actitud nazi y genocida respecto a los judíos en general.
No sería extraño que un autodenominado movimiento palestino de liberación hablara de Israel en términos poco elogiosos, e incluso (si le concedemos licencia para exagerar un poco) cargados de veneno. Pero la Carta de Hamás, en sus 9.000 palabras, utiliza un tono nazi y maniqueo para enfrentar a judíos, israelíes y sionistas (que aparecen de forma bastante intercambiable en el documento), no sólo con los palestinos, sino con el islam, que, para Hamás, es sinónimo de todo lo bueno. "Israel, al ser judío y tener una población judía, desafía al islam y los musulmanes" (artículo 28). Esta afirmación, pese a ser asombrosa, no es sorprendente, dado que Hamás considera a los judíos e Israel como un mal cósmico. Con un estilo sacado casi directamente de los manuales nazis, Hamás asegura que el sionismo "no duda en emprender ninguna vía ni utilizar cualquier medio despreciable y repulsivo para hacer realidad sus deseos". ¿Y cuáles son esos deseos? "Acabar con las sociedades, destruir los valores, disolver la responsabilidad, hacer vacilar las virtudes y eliminar el islam. Apoya la distribución de drogas y sustancias tóxicas de todo tipo con el fin de facilitar su dominio y su expansión" (artículo 28).

Hamás cree que los judíos no sólo tienen unos deseos increíblemente malignos, sino que -a diferencia de otros- además son enormemente poderosos y capaces de obtener sus deseos. En un delirante fragmento antisemita que recuerda a los ideólogos nazis más extremistas, la Carta afirma que los judíos han acumulado una riqueza que les ha permitido "hacerse con el control de los medios de comunicación mundiales, tales como agencias de noticias, prensa, editoriales, emisoras de radio y otros semejantes. [Asimismo han utilizado] esta riqueza para fomentar revoluciones en varias partes del mundo, para beneficiar sus intereses y recoger los frutos. Apoyaron las revoluciones francesa y comunista, y han apoyado la mayoría de las revoluciones de las que oímos hablar" (artículo 22).

Después de esta fantasía tan enloquecida (entre las organizaciones clandestinas presuntamente usadas por los judíos para apoderarse del mundo, el documento destaca los clubes de los Rotarios), la Carta de Hamás describe el poder y la maldad de los judíos en términos más siniestros: los judíos "usaron el dinero para hacerse con el control de los Estados imperialistas y les obligaron a colonizar muchos países con el fin de explotar sus riquezas y extender en ellos su corrupción. En cuanto a las guerras locales y mundiales, es una realidad -y nadie lo niega- que estuvieron detrás de la Primera Guerra Mundial, para acabar con el califato islámico. Recogieron los beneficios materiales y se adueñaron de muchas fuentes de riqueza. Lograron la Declaración Balfour y crearon la Liga de Naciones para gobernar el mundo a través de ella. También estuvieron detrás de la Segunda Guerra Mundial, que les permitió recolectar inmensos beneficios del comercio de materiales de guerra y prepararse para la creación de su Estado. Inspiraron el establecimiento de Naciones Unidas y el Consejo de Seguridad para sustituir a la Liga de Naciones como forma de gobernar el mundo". Por si esta absurda letanía antisemita no fuera suficiente, Hamás declara, según el método típicamente nazi de atribuir cualquier mal a los judíos, que "no hubo ninguna guerra que estallara en cualquier sitio en la que no estuvieran presentes sus huellas" (artículo 22).

¿Cuánto poder bastará para satisfacer a los judíos? Según Hamás, "los planes sionistas no tienen fin y, después de Palestina, desearán la expansión desde el Nilo hasta el Éufrates. Después de asimilar la zona en la que hayan plantado las manos pensarán en seguir expandiéndose, y así sucesivamente. Su plan puede verse en los Protocolos de los Ancianos de Sión" (artículo 32). Hamás, como los nazis, opina que los judíos forman parte de una conspiración secreta internacional para dominar el mundo.

Ante un enemigo tan diabólico, Hamás está empeñado en hacer que el mundo islámico actúe de la única manera apropiada para este peligro. La negociación, el compromiso, llegar a una forma de convivencia con Israel y los judíos, es impensable (la propia existencia de los judíos en Israel se considera una afrenta contra el islam). Lo concebible es la yihad, la destrucción. Tras proclamar que cada centímetro de Palestina, incluido todo Israel, es palestino e islámico, la Carta de Hamás, como corresponde a su imagen diabólica de los judíos, declara que "las iniciativas

las llamadas soluciones pacíficas y las conferencias internacionales para resolver el problema palestino son contrarios a las creencias del Movimiento de Resistencia Islámica". ¿Por qué? Porque "renunciar a cualquier parte de Palestina significa renunciar a parte de la religión; el nacionalismo del Movimiento de Resistencia Islámica forma parte de su fe, el movimiento enseña a sus miembros a adherirse a sus principios e izar la bandera de Alá sobre su patria mientras libran su yihad" (artículo 13).

Así, pues, ¿qué pueden hacer Hamás y todos los musulmanes? Pese a la afirmación meramente formal de Hamás de que su espíritu "humanitario" le permitirá tolerar a judíos y cristianos sólo con la condición, imposible de cumplir, de que vivan bajo el dominio islámico fundamentalista (artículo 31), la lógica genocida del documento fundacional contra los judíos es explícita: "Hamás está deseando poner en práctica la promesa de Alá, cueste el tiempo que cueste. El Profeta, que la paz y las oraciones estén con él, dijo: 'El momento no llegará hasta que los musulmanes luchen contra los judíos (y los maten); hasta que los judíos se oculten tras rocas y árboles, que gritarán: ¡Musulmán! ¡Aquí hay un judío que se esconde detrás de mí, ven y mátalo! No sucederá en el caso del Gharqad, que es un árbol judío" (artículo 7).

¿Es posible desviarse de este camino genocida? No; según el artículo de la Carta inmediatamente posterior al llamamiento al genocidio, titulado El lema del Movimiento de Resistencia Islámica, está consagrado por Dios: "Alá es su objetivo; el Profeta, su modelo; el Corán, su Constitución; la yihad, su camino, y la muerte por la causa de Alá, su creencia más sublime" (artículo 8).

Ésta no es ninguna lectura selectiva de la Carta de Hamás, como puede verse por el gran número de citas textuales. Sus trastornadas descripciones de los judíos, diabólicas y casi nazis, y sus sueños de aniquilación forman, junto a la insistencia en la devoción servil de los musulmanes a la interpretación fundamentalista que hace Hamás del islam, el núcleo de este documento inflexible, canónico y de inspiración divina que constituye el equivalente a la Declaración de Independencia. Después de toda una vida dedicada a estudiar el nazismo y su carácter radicalmente asesino, siempre me resisto a utilizar el adjetivo "nazi" para calificar a otros movimientos censurables, antisemitas o genocidas. Ahora bien, independientemente de las diferencias, el antisemitismo y la lógica asesina del contenido, la estructura retórica y el sustrato de esta Carta y este partido político son inequívocamente nazis.

Imaginemos si un territorio o un país próximo a Estados Unidos, Alemania, Francia, Gran Bretaña o cualquier otro Estado estuviera gobernado por un partido político que, de acuerdo con el espíritu de una Carta como ésta, hubiera aterrorizado y asesinado repetidamente, mediante atentados suicidas, a los ciudadanos de uno de esos países, y que hubiera hecho público un documento regulador en el que se hablara de los estadounidenses, alemanes, franceses o británicos tal como Hamás habla de los judíos, con un llamamiento no sólo a la destrucción de su país, sino al asesinato en masa de su población. ¿Acaso los habitantes de ese país dirían que, en el momento en que ese partido político -debido a las intensas presiones internacionales y económicas- renunciara de boquilla a su propósito de destruir el país vecino, ya sería un socio aceptable para construir la paz? ¿Dirían que un partido político con unas convicciones tan profundamente irracionales, que fomenta un odio tan implacable y utiliza el lenguaje del asesinato en masa, debe recibir un volumen de ayuda internacional que sólo servirá para contribuir a mantenerle en el poder y facilitar sus intenciones asesinas?

No debemos restar importancia a la Carta de Hamás, decir que son sólo palabras que no significan nada en comparación con cualquier concesión retórica que pueda hacer ahora ante las presiones políticas y económicas (hasta el momento, Hamás ha defendido de forma categórica cada palabra de su Carta genocida). Pocas veces en el mundo moderno se ha visto un partido político que contenga en su Constitución ese odio enloquecido y esa voluntad descaradamente asesina respecto a otro pueblo. Todavía menos frecuente ha sido que un partido así se hiciera con el poder. El programa del Partido Nazi en 1920 también tenía un enorme contenido antisemita pero, comparado con la Carta de Hamás, su demonología y sus calificativos son moderados. Los Gobiernos, los partidos y los dirigentes políticos no suelen emplear un lenguaje de aniquilación. Dados los inmensos costes políticos que tiene hablar de esa forma, cuando lo hacen, siempre debemos tomarles la palabra. Los últimos 100 años nos han enseñado que, cada vez que expresan sus sueños asesinos, como Hitler, lo dicen en serio.

Y la culpa es de .... los sionistas











El sionismo se ha infiltrado en Dinamarca y ...

Wednesday, February 08, 2006

Nunca digas nunca 'Hamás' - Charlie Hebdo













Es duro ser amado por idiotas

Monday, February 06, 2006

Para terminar con el tema - La Vanguardia

Sunday, February 05, 2006

Toledo como Tzfat















Una callejuela que me recuerda las numerosas existentes en Toledo. Hoy, y ayer, y mañana, casi toda la prensa digital y los blogs son presas de noticias y artículos referentes a la "guerra de las caricaturas" y la consecuente estupidez que hace presa en la ya famosa opinión de la "calle árabe".
Aburrido de similares análisis, críticos (y autocríticos, hay que dar ejemplo, no ser estridentes, recomponer los lazos, como la ya legendaria y tradicional amistad hispano-árabe, a fin de cuentas somos los únicos culpables de su ignorancia y subdesarrollo, además el Islam no tiene culpa de nada, de hecho es integrador y también es amor, y, por supuesto, recordar la época de las tres culturas, y como era Cordoba con los Omeya y como erán entonces los otros reinos peninsulares y ...) , vagabundeo entre los blog y encuentro esta foto, más inesperada aún por su origen.
Leyendo el blog de Kantor, muy recomendable, http://kantor-blog.blogspot.com/
me encuentro con un post dedicado a los diferentes blogs anti-islamistas y, dentro del sector angloparlante judío, con el blog sionista de ... una islandesa.
No ha escrito demasiado este año, pero su perfil es interesante, por si se animan.
http://hatshepsut.mu.nu/

Saturday, February 04, 2006

Film: Del sufrimiento a la independencia.

Kultura djudeo-espanyola.

Friday, February 03, 2006

Un periodista, un estadista y un soldado - Ari Shavit - Haaretz

Está claro quién se equivocó: la gente de la Inteligencia Militar que no lo vio venir y la del Shin Bet quién no enfatizó bastante lo que sí vió venir; los izquierdistas que creyeron hasta el último minuto en la falsa promesa de la retirada unilateral; los americanos que transformaron la democratización en una religión, y los europeos que transformaron a Abu Mazen en un modelo; la élite israelí quién, durante el año pasado, ha sido de nuevo presa de un orgullo charlatán, pretencioso y deshilvanado de la realidad que es extraordinariamente similar al de la charlatana era de Oslo.

¿Pero quién tenía razón? ¿Quién, cuándo la mentalidad de manada impregnó nuevamente al cuerpo político israelí, guardó su cordura? Ami Ayalon tuvo razón en algunos puntos. Unas semanas antes de la victoria de Hamas él la esperaba. Del mismo modo algunos otros advirtieron sobre la amenaza del extremismo palestino que saldría de la retirada. Así, Yossi Beilin, Ehud Barak,Yoek Bin Nun, así como Ephraim Halevy, Moshe Arens, Shlomo Gazit, Uzi Dayan, Uzi Arad y Giora Eiland, también estuvieron acertados. Sin embargo, de un modo mucho más profundo, hubo tres inhabituales israelíes que tuvieron el coraje intelectual de responder durante el año pasado al consenso.

El primero fue el sobrio Uri Avnery. Mientras todo Israel festejó que Arafat muriera en noviembre de 2004, Avnery previnó sobre la apertura de las puertas del infierno. Como una personalidad nacionalista revolucionaria, Avnery entendió que no había ninguna posibilidad de que el hombre de franela gris, Abu Mazen, fuera capaz de sustituir al revolucionario Abu Amar (Arafat). Avnery sabía entonces que Arafat era el último dique contra Bin Laden, y que después de que él se fuera, la luchadora juventud palestina encontraría una alternativa genuina en la identidad propuesta por el Islam radical.

La segunda persona sobria fue Benjamin Netanyahu. Los años 2002-2005 fueron años muy malos para Bibi el político. Él cometió constantes errores. Cuando él debería haber obedecido se rebeló, y cuando debería haberse rebelado obedeció. Cuando debería haber levantado su voz se calló, y cuando levantó su voz debería haberse quedado silencioso. Pero el fracaso de Bibi como político no puede enturbiar la exactitud de Netanyahu como estadista. Mientras los abogados Ehud Olmert y Dov Weissglas han girado alrededor de un movimiento histórico sin entender su significado, Netanyahu lo entendió muy bien. Mientras la cuadrilla de Sharon se puso ebria con su éxito, el hijo del historiador mantuvo sus ojos abiertos de par en par. Netanyahu demostró que su entendimiento de la historia es mucho mayor que cualquier otro en el actual mando de Israel.

Pero el hombre más honrado de todos en los dos años pasados fue el hombre al cual Israel insistió en no escuchar: Moshe Ya'alon. A diferencia de Avnery y Netanyahu, Ya'alon no previó nada debido a la ideología. Él vió lo que vió porque observó al conflicto tal como es y porque fue honesto con él. Desde este punto de observación, y su integridad, alcanzó la conclusión de que la victoria militar israelí de la retirada podría conducir a un fracaso diplomático. Él llegó a la conclusión de que una retirada unilateral radical podría minar la situación estratégica de Israel y reforzar los poderes que quieren erradicarlo. A diferencia del jefe de estado mayor de la retirada, el jefe de estado mayor durante la guerra contra el terrorismo no supó construir un consenso alrededor de él. No supó persuadir a los medios y a los centros de poder en Israel. Pero los acontecimientos demuestran que Ya'alon tenía razón.

Aparentemente, no hay nada en común en los tres, Avnery, Netanyahu y Ya'alon. Uno es un izquierdista, el otro es un derechista y el tercero permanece una cifra. Uno es un periodista, el otro un estadista y el tercero es un soldado. Sin embargo, ellos tienen algunas cosas en común. Los tres son lobos solitarios. Los tres son impopulares. Los tres están motivados por complejas verdades interiores que a veces les hacen ser mal entendidos, y también ser difamados y denunciados.

Pero ahora, con Israel inclinándose sobre los escombros y tratando de formar con ellos algún nuevo marco de realidad, se debería escuchar a los tres. Cada uno a su manera tiene razón. Cada uno de ellos representa cierta dimensión de la verdad que debe ser escuchada. La victoria de Hamas nos enseña que en años recientes no sólo estuvimos en un error, sino que vivimos en una mentira. Ahora, con precaución y modestia, tenemos que permitir una nueva vía a la difícil verdad.

Wednesday, February 01, 2006

Si, se tiene derecho de caricaturizar a Dios

El triunfo de Hamas - Serafín Fanjul

En los últimos días, en nuestro continente, políticos, analistas y gentes de la prensa en general, simulan asombro, o sorpresa al menos, ante el éxito electoral del grupo terrorista Hamas. La verdad es que se conocía con antelación la muy seria posibilidad de que tal resultado se materializase. Un servidor, que no se las da de profeta, adelantaba tal extremo. Y no era el único. El revuelo en el gallinero, las doctas elucubraciones y, en el fondo, la frivolidad siguen dominando a los “creadores de opinión” por estas latitudes. Bien es cierto que gobiernos y políticos profesionales tampoco contribuyen poco ni mucho a clarificar el panorama. Desde hace años el apoyo a la llamada “Autoridad Nacional Palestina” se ha convertido en un dogma de fe para los europeos, en sostenes diplomáticos y en buenos euros que han ido al saco siempre vacío de la corrupción, el despilfarro donde no hay nada y la distracción de dineros para financiar la compra de armas o de voluntades que apuntalaran, dentro y fuera de Palestina, al pseudogobierno de Yaser Arafat.

Desaparecido éste, se descubre cuanto había detrás del telón herméticamente cerrado tanto por el tirano como por el papanatismo buenista de este lado del mar: corrupción mastodóntica, desatención de necesidades, nepotismo, connivencia y vista gorda con los criminales organizadores de atentados. En términos generales, despotismo a la viejísima usanza oriental cuyos orígenes habría que buscar, sin exagerar, en tiempos de Hammurabi y cuya historia se mantiene ininterrumpida desde aquellos lejanos siglos, lo cual plantea la cuestión de la fiabilidad de convocar elecciones en semejante medio social. Sin embargo, por ahora no se ha descubierto otro medio menos malo para intentar solventar los conflictos de las comunidades humanas y los árabes tienen el mismo derecho a servirse de él que cualquier otro grupo de población, por muchas y graves que sean sus fallas e inconvenientes, más en las formas de realización concreta que en los principios mismos, bastante defendibles. Creo.

De cara a Occidente –y lo mismo que otros déspotas de la región– Arafat jugó la carta de ser “el mal menor”, porque la alternativa sería el islamismo arrasador de la libertad, de cualesquiera visos de evolución y mesura, del entendimiento con Estados Unidos y las potencias europeas. Al igual que en los otros países –miren el mapa de conjunto y nos ahorramos la enumeración– el juego se sustentaba sobre un filo peligroso: no presionar a las diferentes ramas del islamismo, llámense Partido de la Justicia y el Desarrollo (nombre casi tecnocrático), o Yihad, o Hamas, o Hizbollah, o al-Gama’a al-Islamiyya, o Hermanos Musulmanes, etc. O perseguir suave y puntualmente algunas de sus acciones cuando éstas se vuelven manifiestamente peligrosas o lesivas de los intereses de los regímenes, por ejemplo, los atentados contra el turismo en Marruecos o Egipto. Arafat siguió la misma plantilla, sin desarmar nunca ni perseguir a los energúmenos que volaban cafeterías y restaurantes en Israel, pero que también iban imponiendo un poder paralelo –de hecho, varios, como sucedió en Líbano– que a quien primero aterrorizaba, aplastaba y hacía la vida imposible era a la propia población palestina. Un pueblo castigado por Israel por un lado (cierre de fronteras, control de movimientos, restricciones a la entrada de trabajadores, de mercancías, acceso a hospitales, etc.) y por otro por sus supuestos liberadores. La tesis del árbol y las nueces, tan brillantemente expuesta y defendida por Arzallus, está al alcance de cualquier desalmado, por lo que los frutos son idénticos, aunque en un estado de putrefacción mucho mayor en el caso de Oriente Próximo, dados el subdesarrollo, pobreza, ignorancia y fanatismo medioambientales.

La base del éxito de esta clase de movimientos brutales se sustenta sobre la sumisión absoluta de la población –o de una parte de ella–, ya por convicción (que también se da, lo cual retrata bien con qué clase de sociedad nos jugamos los cuartos), ya por miedo. La eclosión de Hamas implica un elemento muy pertubador que con Al Fatah se disimulaba o no aparecía tan claro: la conversión en conflicto religioso (“El islam contra los cruzados”, dicen sus promotores) del choque político. Para que luego los tosquísimos detractores de Huntington que por aquí pastan nieguen la existencia de conflictos religiosos y culturales, invención –según ellos– de la malevolencia occidental: menos mal que no dicen “cristiana”, todavía.
A corto y medio plazo, la situación significa que se arrumban las tenues esperanzas de distensión paulatina apuntadas en los acuerdos de Oslo, que Arafat saboteó después de firmarlos. Los gestos de apaciguamiento de Sharon, como la retirada de Gaza, no han servido para que los palestinos reaccionen racionalmente y siguen persuadidos de la indiscutible veracidad de su propia propaganda, es decir de “la debilidad de Israel”; una mayoría de palestinos cree a pies juntillas que van a “echar a los judíos al mar”. Israel, con toda lógica, responderá de forma implacable si un gobierno compuesto por terroristas pretende torcerle el brazo gracias al chantaje de los buenos sentimientos internacionales. ¿Se imaginan a la ETA gobernando directamente en Vitoria, ya sin subterfugios ni cómplices interpuestos? ¿Qué haría cualquier gobierno español, sin Rodríguez en La Moncloa, claro? Y, por favor, olvídense ya de esas disquisiciones, entre el divertimento académico y la ignorancia, de intentar distinguir entre los “halcones” de Hamas y “los sectores más moderados, aperturistas y dialogantes” de la misma banda. Esos chistes sólo existen en el magín de comentaristas occidentales demasiado renuentes a admitir que la realidad es como es: bien fea.

Recomendaciones

Hoy sólo una recomendación.

Es una página web de origen aragonés, que trata sobre todo de la política diaria, donde puedes acceder a buenos e interesantes artículos en formato pdf accediendo a su apartado Bitacora.

Pero, un tanto ocultadas por su nueva configuración, dos áreas muy interesantes con una buena colección de artículos a leer y conservar:

- Antisemitismo, http://www.almendron.com/politica/reflexion/antisemitismo.htm

- Conflicto israelo-palestino, http://www.almendron.com/politica/int/palestina.htm
Aquí hay de todo, como en bótica.

Muy interesantes también los apartados de Reflexiones sobre Islam, Religión, Pensamiento ...

Recuerden, http://www.almendron.com/