Sunday, August 27, 2017

Esta estatua también debe ser derribada: representa a un hombre occidental y blanco, y pensar está contraindicado para la corrección política de la izquierda

Los estudiantes son los nuevos maestros y el resultado es la tiranía en el campus - Brendan O'Neill - Spectator



En pocas semanas, llegará una nueva remesa de estudiantes, todos frescos y emocionados, a las universidades de todo el país. Estarán emocionados ante la perspectiva de escapar del dedo protector de mamá y papá, ansiosos por absorber nuevas ideas. Pero me temo que están de camino a un rudo despertar. A menos que sean muy afortunados, pronto se encontrarán envueltos en un mundo que es más censurador que estimulante y que les enseñará no a cuestionar ideas, sino a aprender de memoria el credo progresista. Se necesitará a un joven valiente y resistente para sobrevivir a esta universidad con su curiosidad intelectual intacta.

Cada aspecto de la vida en el campus, desde lo que se puede decir sobre cómo debes ir de fiesta, es minuciosamente vigilado por lo que denominé “estudiantes carentes de sentido crítico" hace tres años. Las políticas de Not Plataform rigen estrictamente quién puede hablar en el campus. Cualquier persona, no importa cuál sea su trasfondo político o credenciales supuestamente liberales y progresistas, pueden sentirse ajenos al campus por tener la opinión equivocada a los ojos de la Stasi de la política estudiantil.

Los famosos "espacios seguros", esas zonas libres de controversias (que desafían a lo políticamente correcto) donde los estudiantes no pueden enfrentarse al mundo real y donde pueden llorar y abrazar "a animales en busca de apoyo emocional" (esto no es una broma), son casi obligatorios. Los periódicos están en la lista negra: un creciente número de sindicatos estudiantiles han prohibido el Sun, el Mail y el Express sobre la base de que “son racistas y sexistas, y por lo tanto perjudiciales". En el último año académico, incluso los estudiantes de la City University de Londres, famosos por su escuela de periodismo, justificaron la prohibición de los tabloides. ¿Una escuela de periodismo donde no se puede leer el periodismo popular? Gracias a los jóvenes botarates de la Unión Nacional de Estudiantes (NUS, organización izquierdista y políticamente correcta, enfocada en las minorías, y con gran comprensión con el Islam)  y a los rectores y vicerrectores que se inclinan ante ellos, la lista de lo infranqueable, indecible e impensable crece cada año. Todo lo adulto ha sido suprimido.

Cualquier sociedad estudiantil cuya visión del mundo no sea una copia de lo que patrocina la NUS vive bajo una permanente amenaza de censura. Los eventos de la sociedad de Israel, por ejemplo, son boicoteados violentamente; a los grupos pro-vida se les niega el espacio en las ferias de estudiantes de primer año. En la University College de Londres, una sociedad nietzscheana fue prohibida por temor a que pudiera alimentar el pensamiento de extrema derecha. Así hablan los Censores.

El mensaje del oficialismo estudiantil es implacable: piensen como nosotros, o ya saben a lo que se atienen. El resultado es que la universidad se vuelve cada vez menos una universidad. Ahora se asemejan a fábricas de conformismo, entrenando a su cuerpo estudiantil para no pensar libremente, sino más bien a temer a los librepensadores y excéntricos; a esconderse de la provocación; y a entrenar y premiar su autoestima mucho más que su desarrollo intelectual.

En los tres años transcurridos desde que en el The Spectator se habló de estos “estudiantes carentes de sentido crítico", la situación se ha vuelto mucho peor. La locura del campus se ha intensificado. Peor aún, se ha americanizado. No contentos con someter los sueños a los prejuicios de la Not Platform y la clase media sobre los periódicos sensacionalistas y la cultura popular, estos jóvenes clones están importando alegremente los peores excesos de la histriónica cultura de los campus de los Estados Unidos. Estas son muy malas noticias, porque si ustedes miran lo que está sucediendo en los campus de América, podrán comprender la aterrorizadora penetración y la funesta influencia que las políticas de la identidad puede tener en la vida y la libertad diarias. El problema es que la mentalidad del "espacio seguro" ya no permanece contenida en los campus. Un año después de graduarse, los estudiantes que han sido entrenados para ver la seguridad políticamente correcta como preferible a la libertad y a las preguntas difíciles, permanecen hipersensibles en su autoestima al enfrentarse al mundo real, llevándose su mentalidad del "espacio seguro" con ellos. Al igual que los amasijos de las películas B, los espacios seguros se liberan y ahora amenazan con tragarse la vida pública.

Los estudiantes radicales en los Estados Unidos castigan regularmente a los oradores con los que no están de acuerdo. Los activistas estudiantiles de la Universidad de Brandeis lograron cancelar un título honorario para Ayaan Hirsi Ali por ser "islamofóbica". A principios de este año, los estudiantes de Middlebury College en Vermont agredieron físicamente a un académico que intentaba proteger a Charles Murray, un orador conservador invitado al que consideraban racista. Los activistas y los estudiantes "Antifa" en Berkeley promovieron fuegos para prevenir que hablara el provocador líder de la alt-derecha Brit Milo Yiannopoulos. Berkeley fue el lugar de nacimiento del Movimiento por la Libertad de Expresión en la década de 1960, cuando los estudiantes exigieron más debate, no menos. Pero los manifestantes anti-Milo incluso quemaron una réplica de una simple pancarta que decía "Libertad de palabra".

Nuestros propios líderes y activistas estudiantiles asumen que sus compañeros son moralmente débiles y deben ser protegidos de las palabras dolorosas (las que desafían la corrección política) o de la controversia. Pero en los Estados Unidos han ido mucho más allá. El autoritarismo del campus es más oscuro, más impulsado por la raza. No sólo gobierna en la ideología y en la opinión, sino en la conversación cotidiana, e incluso en la vestimenta. En los Estados Unidos, el estudiante/activista modelo Stasi condena con furia la "apropiación cultural", que es cuando un miembro de un grupo racial toma prestada la cultura de otro (con disfraces por ejemplo, o en la cocina). Intervienen minuciosamente en la interacción entre negros y blancos. Vean el vídeo del año pasado de un estudiante negro en la Universidad Estatal de San Francisco enfrentándose físicamente a un estudiante blanco con rastas, y amenazándole con cortarle sus rastas porque "esa es mi cultura", y verán lo aterrorizadora que es esta miopía racial.

O bien observen lo que sucedió en el Evergreen State College en Washington en mayo. Cuando el profesor de biología Bret Weinstein se negó a tomar parte en la proposición de un día de segregación racial - un "día de la ausencia", así se denomina entre los estudiantes, por el cual docentes y estudiantes blancos debían estar de acuerdo en ausentarse de la universidad para así “comprender” el rechazo vivido por los estudiantes negros - todo el infierno se desató. Las turbas estudiantiles invadieron las conferencias, exigieron la renuncia de Weinstein y rodearon efectivamente a los jefes universitarios en sus oficinas y se negaron a dejarlos marchar hasta que aceptaran la agenda racial y divisiva de los estudiantes. Este fue un paso adelante de los “estudiantes carentes de sentido crítico”, un autoritarismo estudiantil al estilo de la novela “El Señor de las Moscas”: jóvenes amenazantes usando tácticas de la mafia para hacer cumplir un programa izquierdista pero profundamente reaccionario.

Tanto si nos gusta admitirlo como si no, en Gran Bretaña nos inclinamos hacia la cultura norteamericana, especialmente en la cultura juvenil. Y ahora nuestros estudiantes, siempre en busca de nuevas maneras de afirmar su autoridad de pacotilla, están comenzando a imitar lo que está sucediendo a través del Atlántico.

Este año, la Unidad de igualdad y diversidad de Oxford advirtió al personal que el no realizar un contacto visual (no mirar) con ciertos estudiantes podría ser interpretado como racista y que preguntarle a un estudiante sobre sus orígenes representaba una microagresión que puede perjudicar su salud mental. La NUS ha declarado la guerra a las microagresiones raciales, que describe como formas "encubiertas, sutiles" de racismo. Se trata de coletillas y dichos habituales en la conversación que no tienen ninguna intención racista pero que los activistas sienten que deben ser prohibidos.

Así como las universidades estadounidenses están bajo presión para quitar las estatuas de viejos prohombres blancos "problemáticos", así el Instituto de Psiquiatría, Psicología y Neurociencia del King's College de Londres (KCL) anunció este año que eliminaría todos los retratos y estatuas de sus fundadores porque... bueno, son todos blancos. Esta limpieza histórica de la KCL para prevenir y detener la furia racial de los estudiantes y activistas radicales, sólo intensificará por supuesto las demandas estudiantiles para una mayor corrección política racial. Los estudiantes quieren que un busto de Cecil Rhodes en el Oriel College de Oxford sea removido, que los currículos de todo el país sean "descolonizados" y que los estudiantes negros y de las minorías no deban leer tanta "filosofía hecha por blancos". Esta fue en una demanda de los estudiantes del SOAS de este año, que los "filósofos blancos", incluyendo pensadores ilustrados como Kant, no aparezcan en el plan de estudios para que los estudiantes negros se sientan menos aislados.

La desagradable y paternalista política estadounidense del pensamiento racial se impone al por mayor en la vida del campus británico, a pesar de que la historia social de Gran Bretaña está mucho menos afectada por el racismo que la de los Estados Unidos. En el pasado año académico, Cambridge fue criticado por los estudiantes por servir comida "culturalmente insensible" (platos exóticos que no reflejan adecuadamente la comida de los países a los que pertenecen); el musical Aida fue cancelado en la Universidad de Bristol después de una "revuelta estudiantil" por los estudiantes blancos que aparecían como esclavos egipcios; y en la Universidad de Edimburgo la policía estudiantil insistió en que los estudiantes blancos no debían vestir nunca como Pocahontas.

Si nuestros estudiantes censores van a importar la locura de los campus de los Estados Unidos, necesitan saber que significa que también importarán sus consecuencias. Y esas consecuencias son terribles. Nadie puede imaginarse que es una buena cosa crear una generación incapaz de aceptar cosas que no le gustan o con las que no están de acuerdo. ¿Cómo sobrevivir así en una democracia pluralista? Es vital poder escuchar a la gente, tener un desacuerdo civilizado, participar en un debate, cambiar de opinión.

El "espacio seguro", al proteger a los estudiantes de lo desagradable, está produciendo un ejército de dogmáticos hipersensibles. Ya podemos ver esto en los EEUU, con el actual estallido de polémicas con las estatuas. Y lo podemos ver en Europa con la alarmante revelación de que cada vez menos jóvenes creen en la libertad de expresión y en la democracia.

Otra consecuencia de esta totalitaria corrección política en los EEUU ha sido el surgimiento de Trump. Está cada vez más claro que el cada vez más incómodo totalitarismo académico, extendiéndose en la política y en la vida pública en los Estados Unidos, ha generado perplejidad y a veces furia entre la gente común. La mentalidad del "espacio seguro" ha creado una reacción muy insegura. Los estadounidenses eligieron a Trump precisamente porque parecía enfurecer a los liberales de izquierda que pretendían sofocar la libertad de expresión. Y Trump inflama deliberadamente la indignación de los electores de la izquierda al defender una nueva política de identidad para la derecha. Los trumpistas ahora existen en gran parte para molestar a la izquierda radical, y la izquierda radical, por su parte, vive para enfurecerles.

¿Esta política polarizada llegará aquí también?

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Una carta abierta a los lectores de Michael Chabon - Bruce Bawer



Michael Chabon es un novelista que en 1988, a mediados de los años veinte, se hizo famoso - o, al menos, conoció ese más bien modesto conocido como la fama literaria - con una novela, The Mysteries of Pittsburgh. Vagamente recuerdo haberlo leído. No recuerdo si me gustaba. No me puedo imaginar que me haya encantado porque creo que lo recordaría. Veo desde su página de Wikipedia que ha escrito otros libros desde entonces, pero ninguno de ellos ha caído en mi radar a pesar de que reviso la ficción literaria y hablo regularmente con amigos que hacen lo mismo y me hablan de libros nuevos que les han emocionado.

En cualquier caso, Chabon todavía está por ahí y el otro día, gracias a varios de mis amigos de Facebook, me di cuenta de un nuevo artículo que había escrito bajo el título "Una carta abierta a nuestros hermanos judíos". En realidad no se dirigía a todos sus hermanos judíos, sino que estaba destinado a aquellos judíos que votaron por Donald Trump y que han seguido respaldándolo aunque su administración está llena, según las palabras de Chabón, de "supremacistas blancos” y Trump tiene un "largo y espantoso registro de declaraciones racistas". A pesar de este execrable récord, sostenía Chabón, los partidarios judíos de Trump han continuado excusándole y argumentando que por muy malo que pueda parecer, Trump no es realmente un antisemita.

Bueno, insistía Chabon, tales racionalizaciones ya no son posibles. Los comentarios de Trump en Charlottesville fueron definitivos, demostrando inequívocamente que el corazón de nuestro presidente se encuentra con los nazis: "Así que ya lo sabéis, primero fue contra los inmigrantes, los pobres, los musulmanes, las personas trans y las personas de color, y no hicisteis nada... Ahora viene a por nosotros. La pregunta es: ¿qué vais a hacer al respecto? Si no os preocupa, o no podéis mostrar ninguna preocupación, dolor o comprensión por la persecución y demonización de los demás, al menos demostrad un poco de interés propio".

Como ya he comentado, tuve noticias del artículo de Chabon porque unos amigos adjuntaron un enlace en Facebook. Los amigos en cuestión eran judíos neoyorquinos y, en lo que a ellos respecta, Chabón había dado en el clavo. Un amigo de uno de estos amigos se atrevió a ofrecer un sano desacuerdo: "Soy un judío orgulloso y me considero sionista. Nunca he oído a nuestro presidente pronunciar una sola observación antisemita, en contraposición a la izquierda". En cuanto a Israel, nunca ha tenido un mejor amigo, a diferencia de lo que supuso Obama, que dañó a Israel a cada paso". Veredicto personal: absolutamente cierto. Pero alguno de los judíos cool no estaba de acuerdo. "Sigue apoyando a los nazis y al KKK (Ku Klux Kan)", escribió. "Estate orgulloso".

¿Los judíos estadounidenses creen realmente que hay una importante presencia nazi o del KKK en los Estados Unidos y que representan una seria amenaza para ellos? ¿Lo cree así Chabón? Chabón deplora a Trump en parte porque "fue contra... los musulmanes". ¿Por qué truco de la mente Chabón, y aquellos que están de acuerdo con él, excluyen los recordatorios casi semanales de los actos protagonizados por musulmanes? El artículo de Chabón apareció el 17 de agosto, el mismo día del ataque terrorista de Barcelona - después de lo cual el rabino jefe de esa ciudad, Meir Bar-Hen, dijo al Jerusalem Post que "los judíos no estarán aquí permanentemente... Les digo a mis fieles: No crean que estamos aquí para siempre. Y les animo a comprar propiedades en Israel. Este lugar está perdido. Mejor salir pronto que tarde”.

Bar-Hen no solo hablaba de Barcelona. "Europa está perdida", dijo a modo de aclaración. Está lejos de estar sólo en esta visión. Los líderes judíos de toda Europa han estado diciendo lo mismo durante años, y las familias judías de todo el continente, reconociendo que no tienen futuro allí, han estado emigrando cada vez más a Israel, así como a países como Estados Unidos, Canadá y Australia. Y lo están haciendo debido a las políticas pro-musulmanas - y efectivamente anti-judías - perseguidas por sus gobiernos, los cuales, cuando se trata de tales asuntos, están ideológicamente en la misma línea que Barack Obama y Hillary Clinton. Este fin de semana, una encuesta encuentra que un tercio de los judíos británicos se sienten tan inseguros en el Reino Unido que han considerado emigrar, mientras que "casi cuatro de cada diez dicen que ocultan su fe por temor a ataques antisemitas".

En noviembre pasado, cuando asistí a una conferencia en Roma para los Amigos de Israel, los judíos italianos a los que hablé después de la reciente victoria electoral de Donald Trump permanecían extáticos al respecto: habían oído el discurso de Obama en El Cairo, los lucrativos tratos financieros de Hillary con varios gobiernos islámicos, y (como Benjamin Netanyahu) reconocieron en Trump a un hombre que no tiene miedo de decir la verdad sobre el Islam y que es un verdadero amigo de los judíos y del Estado judío. Para los judíos de Europa, el peligro del Islam es una realidad cotidiana palpable. El neonazismo, aunque apenas difundido en Europa, es más común allí que en los Estados Unidos, pero los judíos europeos no abandonan sus hogares preocupados por ser atacados por neonazis.

Apenas sé qué pensar de los judíos de Nueva York y de otros lugares de América que, todos estos años después del 11 de Septiembre, todavía se siguen engañan pensando - o, por alguna razón, se sienten obligados a fingir - que los neonazis y el KKK son las verdaderas amenazas existenciales para su existencia. Si esta creencia es sincera, me parece absolutamente irreflexiva y, por supuesto, peligrosa. Supongo que estas personas han pasado tanto tiempo de sus vidas siendo adoctrinados en el izquierdismo, con tantos años remojando cada palabra del New York Times y tomándola como un evangelio, que la verdad les parece inconcebible. E incluso si pueden ver la verdad, la idea de reconocerla en voz alta les parece demasiado duro y una muestra de intolerancia.

Sólo puedo alentar a estas almas confundidas a prestar menos atención a personajes tan fatuos como Michael Chabon y prestar más atención a las experiencias de sus correligionarios en Europa. Hace setenta y cinco años, los nazis eran el verdadero enemigo de los judíos, y estaban decididos a librar a Europa de su presencia. Esta vez, por muy incómodo que sea admitirlo en ciertos despachos y barrios de clase acomodada de ciertas ciudades americanas, el enemigo es el islam yihadista, cuyos seguidores están tan comprometidos con el exterminio de los judíos como cualquier nazi lo estaba. Todo lo que puedo decir a aquellos judíos que asintieron y estuvieron de acuerdo al leer la ridícula jeremiada de Chabon es esto: enfréntense a los hechos simples y sencillos, o estén preparados para soportar las consecuencias de su negación.

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Obama eligió el deshonor e Israel tendrá la guerra - Ben-Dror Yemini - Ynet



Irán está tomando el control de Siria. El enemigo lejano se está acercando. Estados Unidos está fuera de lugar. Los que confían en el nuevo sheriff del mundo, Donald Trump, tienen que admitir que parece estar mucho más preocupado por los medios de comunicación estadounidenses que por el imperialismo iraní. Eso es lo que hay.

El sheriff del mundo no es quien tiene más poder - Estados Unidos es el que tiene más -, sino quien usa el poder que tiene.

Netanyahu tuvo que ir hasta Vladimir Putin esta semana, nuevamente, para otra ronda de conversaciones con el líder ruso durante sus vacaciones en Sochi. No está claro si Putin va a detener la amenaza iraní. Está claro, sin embargo, que él es el único con el que se puede hablar.

ISIS ha sido derrotado en el terreno. Durante el año pasado, sus combatientes han sido expulsados ​​de Mosul en Irak, y en el próximo año, probablemente, también serán expulsados ​​de Raqqa, en Siria, la capital del califato. El problema es que la alternativa para ISIS sobre el terreno es Irán y Hezbollah, y es igualmente mala.

El fortalecimiento y la difusión de la influencia de Irán fueron posibles, entre otras cosas, a causa del acuerdo nuclear. Las naciones europeas se apresuraron a cortejar al país que consiguió el sello de aprobación de Barack Obama y John Kerry. La mayoría de las sanciones fueron levantadas. Europa se apresuró a renovar los acuerdos masivos y las compras de petróleo. En los cinco meses que siguieron a la eliminación de las sanciones, las exportaciones iraníes - excluyendo el petróleo - crecieron en 19.000 millones de dólares. La producción de petróleo subió de un promedio de 2,5 millones de barriles diarios durante las sanciones a cerca de 4 millones de barriles diarios en los últimos meses. Los miles de millones aumentaron en consecuencia.

Muchos de los jefes del establishment de defensa de Israel, a diferencia de Netanyahu, determinaron que el acuerdo nuclear era el menor de los males. Sus ventajas, afirmaban, superaban sus defectos.

Me temo que estaban equivocados. La amenaza iraní era doble: tanto en el desarrollo de armas nucleares como en la subversión regional. Es posible que haya una disminución temporal de la primera amenaza. La segunda amenaza, mientras tanto, continúa creciendo. Irán está moviendo la olla: tiene filiales militantes en Yemen, está luchando en Irak y convirtiéndolo en un estado protegido, Siria también se está convirtiendo en un estado protegido, y el Líbano, desde hace mucho tiempo, ha estado bajo el control del representante de Irán, Hezbollah.

Entre Irán e Israel hay un creciente corredor territorial en expansión bajo control iraní, y la nación chiíta planea construir un puerto marítimo en Siria, tal vez un aeropuerto también.

Esto no ocurrió debido al acuerdo nuclear, pero no hay duda de que el acuerdo nuclear sirvió para reforzar a Irán y sus aspiraciones expansionistas.

Obama y Kerry lograron engañar a la comunidad internacional en general - y al público estadounidense en particular - al afirmar que la alternativa al acuerdo era la guerra. Eso no era cierto. La alternativa era continuar con las sanciones e imponer sanciones adicionales, más duras. Sólo entonces, podría haber sido posible hacer frente a ambas amenazas. Ahora, es demasiado tarde.

Durante mayor parte del tiempo, la conducta de Netanyahu fue apropiada. Fue uno de los que impulsaron las sanciones contra Irán. Él incitó a la comunidad internacional a la acción.

Pero en algún momento, algo salió mal. Netanyahu se convirtió en una molestia. En lugar de mostrar un poco más de flexibilidad en la cuestión palestina, para obtener a cambio más sobre la cuestión iraní, se convirtió en el enemigo de la administración Obama en ambos asuntos. El resultado fue un completo fracaso. Las capacidades nucleares de Irán no se frenaron y Teherán se está convirtiendo en una potencia regional.

"A Gran Bretaña", dijo Winston Churchill, "se le dio la opción entre la guerra y el deshonor. Ustedes eligieron el deshonor y tendrán la guerra".

A medida que pasa el tiempo, se vuelve más evidente que Obama eligió el deshonor. Irán se está convirtiendo en una potencia mundial, e Israel podría pagarlo con otra guerra

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Saturday, August 26, 2017

Un artículo del Haaretz divide el mundo entre los privilegiados, entre ellos los "judíos israelíes", y la inmensa mayoría de la población, las víctimas del sistema o "palestinos globales" - Elder of Ziyon



Jeff Halper, jefe del Comité Israel contra las Demoliciones de Casas, escribe un artículo que termina con quizás uno de los mensajes más antisemitas publicados en ese periódico.

La mayor parte del artículo es una crítica contra Europa por aprender las lecciones sobre cómo proteger a sus ciudadanos de los ataques terroristas, básicamente porque la experiencia que necesitan proviene de los malvados israelíes. Sí, realmente, ese es su argumento:
[Los europeos] entienden que el gobierno de Netanyahu está vendiendo algo mucho más insidioso que simples precauciones, incluso más que armas, sistemas de vigilancia y seguridad y modelos de control de la población que son el pan de la mantequilla de las exportaciones israelíes. Lo que Israel está pidiendo a los europeos - y americanos, canadienses, indios, mexicanos, australianos y cualquier otra persona que les escuche - es nada menos que un concepto completamente nuevo de estado, un Estado de Seguridad. 
¿Qué es un Estado de Seguridad? Esencialmente, es un Estado que coloca la seguridad por encima de todo, ciertamente por encima de la democracia, del necesario proceso legal y de los derechos humanos, todo lo cual considera como unos "lujos liberales y progresistas" en un mundo inundado de terrorismo. Israel se presenta, nada menos, que como el modelo para los países del futuro. 
Supongo que Halper está feliz de que los funcionarios de Barcelona se hayan negado a poner barreras (bolardos) que quizás hubieran salvado vidas porque sería el símbolo de una terrible israelización de su seguridad. Y las barreras que acaban de instalar, junto con los detectores de metales en los aeropuertos y los lugares más importantes, son más ejemplos de lo terriblemente que Israel trata a los palestinos.

Pero es su conclusión la que demuestra lo verdaderamente odioso y antisemita que es:
Parece que el Estado de Seguridad puede reconciliarse con la democracia, después de todo Israel se comercializa como "la única democracia en el Oriente Medio". Pero sólo los pocos privilegiados gozarán de las protecciones democráticas del Estado de Seguridad, al igual que los judíos israelíes. Las masas, los que resisten la represión y la exclusión del sistema capitalista, los que luchan por una democracia genuina, están condenados a ser unas víctimas palestinas globales. La israelización de los gobiernos, de los militares y de las fuerzas de seguridad significa la palestinización de la mayoría del resto de la población. 
Halper aquí explícitamente divide el mundo entre los pocos privilegiados que obtienen protección del Estado - es decir, los judíos israelíes - y todos los demás que luchan por la libertad y la democracia - los palestinos -.

El hecho de que su analogía no funcione en absoluto (¿no están los gobiernos tratando de proteger a todos sus ciudadanos y turistas?) no es el tema importante. Tampoco el hecho de que Halper esté argumentando en contra de proteger a los civiles del terrorismo yihadista no resulta la parte más ofensiva de este artículo.

Aquí lo que podemos ver es cómo la izquierda considera a los judíos israelíes: como símbolos de la opresión del mundo entero. Lo cuál es exactamente lo que piensan los neonazis y supremacistas blancos de los judíos

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Por lógica "progresista", la izquierda anti-Israel debe reconocer que tienen objetivos similares a los neonazis - Elder of Ziyon



Los comentaristas anti-Israel y los autodenominados "progresistas" se han apoderado de la ridícula afirmación de un supremacista blanco, Richard Spencer, de que él considera su movimiento como un tipo de "sionismo blanco", y ello ha sido inducido como prueba de que el sionismo es semejante en cierta manera a la supremacía blanca.

Esta absurdidad ha sido publicada no sólo en Electronic Intifada y por idiotas como Ben Norton, sino también en The Forward (por una líder del antisionista y anti-Israel "Voz Judía por la Paz").

Así pues nos dicen que si un neonazi dice que apoyan un movimiento o que le encuentra algunas similitudes (recuerden que este supremacista reivindica a Hitler y niega la Shoah), eso significa que ese movimiento al que aluden es neonazi?

Pero siguiendo esa lógica, deberían leer esto en Kentucky.com:

Matthew Heimbach, un residente de 26 años de edad en Indiana, es un líder emergente del movimiento nacionalista blanco en los Estados Unidos. Ha aparecido y apoyado a los Caballeros del Ku Klux Klan, la Red del Terror Aria y una variedad de organizaciones nazis, según las noticias e informes de la Liga Anti-Difamación y del  Southern Poverty Law Center.

Heimbach participó en la planificación de una manifestación nazi en Kansas City en 2013 para conmemorar el 75 aniversario de la Kristallnacht. La Kristallnacht se produjo en la noche del 9 de noviembre de 1938, cuando civiles paramilitares asociados con el partido Nazi irrumpieron a través de las calles alemanas destruyendo y saqueando casas, sinagogas, escuelas y empresas judías.

En 2014, Heimbach fue uno de los oradores principales en la reunión "Muerte a América" ​​del Stormfront  (conocida organización neonazi) en las Smoky Mountains. En su discurso, Heimbach repitió viejas y aburridas teorías sobre un control judío del gobierno federal y de la banca internacional. Pero fue aún más lejos, argumentando que Estados Unidos fue creado como parte de una conspiración judía/francmasona.

Heimbach también unió su grupo con la Alianza Nacional Aria. En una reunión conjunta en Salem, Ohio, Heimbach dijo: "Debemos apoyar la creación de un etno-estado blanco".

En 2014 afirmó: "Cuando los judíos son fuertes, el pueblo judío se aprovechan de sus supuestos enemigos con crueldad y sangre fría. Por eso debemos entender que es precisa la unidad entre los que luchan contra el Estado Sionista y la Judería Internacional aquí en Occidente y los que están en las calles de Gaza, Siria y Líbano. Nos enfrentamos al mismo enemigo, a uno al que no le importa si matan a nuestras mujeres, niños y ancianos. Nos enfrentamos a un enemigo verdaderamente satánico, que no puede entenderse sino a través de la lente del cristianismo y de la profecía cristiana".

Que es lo que acabamos de leer:
!!Pues que como Abunimah (Electronic Intifada), Heimbach también apoya a los palestinos en Gaza !!
!!Que al igual que Max Blumenthal, Heimbach también apoya a Bashar Assad!!
!!Que Heimbach también apoya a Hezbollah, cuyos fans en la izquierda académica lo han descrito como un movimiento "progresista"!! (Judit Butler). 
Parece muy evidente, de acuerdo con la "lógica" de estos llamados "progresistas", que por la similitud de los objetivos perseguidos la izquierda anti-Israel está vinculada con los neonazis y los supremacistas blancos.

Y aún no se ha oído a ninguno de ellos denunciar las palabras de Matthew Heimbach.

Así pues, la izquierda "progresista" anti-israelí debe reconocer que tiene los mismos objetivos que los neonazis.

En otras palabras, si pretenden ser intelectualmente consistentes.

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Terrorismo islámico desde la perspectiva de los occidentales liberales y progresistas



- Terrorífico ataque terrorista
- (Islamista): Asumo la responsabilidad de este ataque y prometo más muertes de infieles y enemigos del Profeta en nombre de Alláh.
- (Progre): Espera, tú no crees lo que estás diciendo, esto no ha tenido nada que ver con la religión.
- (Islamista): Acabo de decirte que soy un yihadista musulmán que hago esto por la gloria de Alláh y su profeta  (Progre): No, no es cierto. Tú eres una víctima de la pobreza.
- (Islamista): ¿Qué pobreza? Yo vivo en buenas condiciones y lucho solamente por mi religión,
(Progre): ¿No eres pobre? Entonces el problema es tu falta de educación.
- (Islamista): Yo soy una persona educada. Tengo un doctorado en Ingeniería. Simplemente leo el Corán y por ello me he convertido en terrorista. (Progre): Tienes una comprensión superficial del Islam... El terrorismo es el resultado del imperialismo
- (Islamista): !! Yo no estoy contra el imperialismo !! , al contrario, es parte de mi historia (del Islam). Mi único problema son los infieles. (Progre): Tonterías... No comprendes lo que quieres, yo sí lo sé mucho mejor que tú.
- (Progre): La religión no es la causa del terrorismo... la causa es tu injusta situación económica y social... Tú no eres un criminal
- (Progre): En realidad tú eres la víctima... Por favor, perdónanos

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De neonazis a antifas II - Los medias progresistas

De neonazis y antifas I - Dry Bones

Mi respuesta a Bret Stephens sobre los medios de comunicación - Dennis Prager



Bret Stephens dedicó su columna del New York Times de la semana pasada a amonestarme por mi tweet de hace dos semanas y criticar mi columna de la semana pasada explicando el tweet.

El tweet dice: "Los medios de comunicación en Occidente representan un peligro mucho mayor para la civilización occidental que Rusia".

Como escribió la columna como una carta al estilo "Querido Dennis" responderé de manera semejante.

Querido Bret: Voy a tratar de responder a los argumentos más sobresalientes que hiciste. Comenzaré con uno de los más preocupantes.

Tú escribiste: "Los conservadores más sabios, y te cuento entre ellos, Dennis, también saben que cuando hablamos de Occidente lo que estamos hablando es de una tensión particular dentro de él. Despúes de todo, Marx y Lenin forman también parte de la tradición occidental, como lo son Heidegger y Hitler".

Me sorprendió que un pensador tan serio pudiera escribir que comunistas y nazis nihilistas pudieran ser identificados como "parte de la tradición occidental".

Eso es lo que enseñan la gran mayoría de los profesores de las ciencias sociales, que no hay nada moralmente superior en la civilización occidental, que de hecho ahí están Hitler y Lenin, como también Moisés y Thomas Jefferson. Y de todos modos, también afirman que Moisés nunca existió y Jefferson fue un violador esclavista. Entre los estudiantes de estos profesores están prácticamente todos aquellos que dominan los medios de comunicación occidentales.

¿Me equivoco? ¿Cree usted que sus colegas en el NYTimes, en el Washington Post, en Le Monde o en la BBC creen en la superioridad moral de Occidente?

Por supuesto que no. La mayoría cree en el multiculturalismo - la doctrina que afirma que todas las culturas son iguales - y, por lo tanto, no es más que un racismo blanco el que sostiene que la civilización occidental es superior. ¿Acaso no es cierto que casi todos sus colegas (no conservadores) que comentaron el discurso del Presidente Trump en Varsovia lo tildaron como un guiño a los supremacistas blancos?

Sólo por esos motivos, mi tweet era preciso.

Me sorprende que cualquiera - especialmente usted - crea que la Rusia de Vladimir Putin representa una amenaza mayor para la supervivencia de la civilización occidental que la izquierda occidental. Ninguna fuerza externa puede destruir una civilización tan eficazmente como una interna, especialmente una poderosa y rica como Occidente. La izquierda occidental (no los liberales occidentales) son una tal fuerza autodestructiva. Los liberales occidentales siempre han adorado a Occidente.

También me sorprendiste al decir que "no estoy seguro de que Justin Trudeau, quien ha declarado que no hay 'una identidad central, ni una corriente principal en Canadá' cuente como un momento spengleriano en la historia del declive occidental".

El primer ministro de Canadá anuncia con orgullo que su país no tiene una identidad central y tú no crees que eso cuenta como un ejemplo de una civilización en declive.

Y aquí hay otra frase perturbadora: "Sugerir que Vladimir Putin es una molestia distante, mientras Maggie Haberman o David Sanger son una amenaza existencial para nuestra civilización, no es ver las cosas claras, por decirlo suavemente".

La razón por la que encontré preocupante tu opinión es que nunca he citado a Haberman o Sanger, y bien sabes que ninguna generalización incluye todos los ejemplos posibles - eso es lo que lo convierte en una generalización -. Pero mencioné específicamente a los escritores del Atlantic que equipararon la civilización occidental con la supremacía blanca, y tu sustitución de los escritores del Atlantic por los colegas del New York Times te permitió evitar opinar de los escritores del Atlantic y de otros medios contra la civilización occidental.

A pesar de que ni mi tweet ni mi columna dijeron una palabra sobre Trump, dedicaste casi la mitad de tú columna a denunciar al presidente. Sin embargo, como escribí en la columna, mi tweet habría sido igual de preciso si lo hubiera enviado durante la administración del ex presidente Obama o Hillary Clinton, si ella fuera presidente.

Bret, para tu crédito, eres una voz solitaria que apoya fuertemente a Israel en tu periódico. ¿No te preocupa la hostilidad casi uniforme hacia Israel en los medios de comunicación progresistas y en la universidad? ¿Te molesta que la mayoría de los miembros demócratas en América tengan una visión negativa de Israel? ¿Que los estudiantes judíos en muchas universidades estadounidenses, por no hablar de las europeas, temen expresar su apoyo a Israel o simplemente usar una kippa en el campus? ¿Que tantos jóvenes judíos norteamericanos, influenciados por los medios de comunicación y por sus profesores, comiencen a detestar a Israel? Estoy seguro de que todo eso te preocupa mucho. ¿Hay algo en todo esto que Putin esté desencadenando? ¿O es todo el resultado de los medios de comunicación y la universidad?

Mencionaste que me ibas a enviar un regalo de cumpleaños, un libro sobre la Rusia de Putin, "Nada es cierto y todo es posible" de Peter Pomerantsev. Prometo leerlo. Y te pido una promesa a cambio: lee el libro que te envío, "La extraña muerte de Europa", por el eminente pensador británico Douglas Murray. El libro describe el suicidio de Europa a manos de sus elites progresistas - en particular, su multiculturalismo - afirmando a unos líderes políticos y a unos medios de comunicación mendaces. Según recuerdo, al describir la muerte de la civilización europea, Murray no menciona a Putin una sola vez. (En cuanto a los medios de comunicación mendaces, lea el informe publicado hace una semana en Alemania sobre la deshonestidad de los medios de comunicación alemanes, quienes sustituyen rutinariamente los hechos por la opinión de la izquierda al informar sobre la crisis de los inmigrantes en Alemania.)

Tal vez la parte más preocupante de tu respuesta fue tu penúltima línea: "No seas un enemigo, Dennis".

¿De donde vino eso? No citas ni una sola palabra odiosa en mi columna y eso porque no las hay. Y convertir en "odiador" se ha convertido en el epíteto de las izquierdas para todos los conservadores. ¿Por qué mi amigo Bret Stephens lo usa?

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El Atlantic publica todo lo que se necesita saber sobre la izquierda - Dennis Prager



Hace unas semanas, el Atlantic prestó un gran servicio a aquellos de nosotros que afirmamos que América está en medio de una guerra civil entre la derecha y la izquierda. Proporcionó un arma humeante - en realidad, se disparo en sí mismo - a aquellos de nosotros que afirmamos que la izquierda (que nunca debe confundirse con los liberales) tiene la intención de desmantelar la civilización occidental.

Publicó artículos de dos escritores de la izquierda, uno de Peter Beinart titulado "La paranoia racial y religiosa del discurso de Trump en Varsovia", y otro de su corresponsal nacional, James Fallows, escrito sobre el mismo tema que el de Beinart.

El tema de ambos artículos fue el discurso del presidente Donald Trump en Varsovia, Polonia, hace unas semanas, un discurso descrito por The Wall Street Journal como "una defensa decidida y afirmativa de la tradición occidental".

Sin embargo, para los escritores del Atlantic defender la civilización occidental no es más que una defensa del racismo blanco.

Beinart comienza su artículo diciendo: "En su discurso en Polonia ese jueves, Donald Trump se refirió 10 veces a Occidente y cinco veces a nuestra civilización. Sus partidarios nacionalistas blancos comprenderán exactamente lo que él quiso decir, y es importante que otros estadounidenses también lo hagan".

Y Fallows comienza diciendo, "lo que él llamó 'civilización'... se reduce a los lazos de etnicidad y sangre".

¿Existe algún americano liberal o conservador que piense que las palabras "Occidente" y "civilización occidental" signifiquen una celebración de la pureza de la sangre blanca?

Lo dudo.

Lo que tenemos aquí son dos lecciones vitales.

Una es que el izquierdismo es la principal ideología racista de nuestro tiempo, al verlo todo en términos de raza, mientras que el liberalismo y el conservadurismo convencionales abogan por una sociedad racialmente ciega como se manifiesta en la famosa línea de "contenido de su carácter" de Martin Luther King. La izquierda por el contrario desprecia esta visión.

Por citar uno de los innumerables ejemplos, la Universidad de California ha publicado una lista de frases de "microagresión" que los estudiantes y la facultad deben evitar. Uno de ellos es: "Sólo hay una raza, la raza humana".

En otras palabras, la izquierda, que controla nuestras universidades, enseña a los estudiantes estadounidenses que es incorrecto creer en una sola raza humana. Eso era precisamente lo que los nazis enseñaban a los estudiantes alemanes. Y ahora tenemos otra expresión de esta doctrina enunciada en las páginas del Atlantic: que aquellos que desean proteger o salvar la civilización occidental están hablando de salvar a la raza blanca.

Ciertamente no estoy comparando al izquierdismo con el nazismo. La izquierda no pretende aniquilar a todos los judíos (simplemente apoya a los palestinos, que buscan aniquilar el Estado judío). Simplemente estoy declarando una verdad inatacable: ningún movimiento político significativo desde los nazis han "honrado" a la raza o han equiparado la civilización occidental con la raza, como lo hacen Beinart y Fallows.

El segundo servicio prestado por los escritores del Atlantic es la prueba de que la izquierda detesta a la civilización occidental y, por lo tanto, se ha convertido en el enemigo interno de la civilización occidental tanto en América como en Europa.

A los ojos de la izquierda, la mera sugerencia de que la civilización occidental necesita ser salvada es, por definición, un llamamiento a la preservación de la raza blanca. Por lo tanto, la izquierda se opone a los llamamientos para salvar a la civilización occidental. Como Beinart escribió: "La frase más impactante en el discurso de Trump - quizás la frase más impactante en cualquier discurso presidencial pronunciado en suelo extranjero en mi vida - era su afirmación de que la cuestión fundamental de nuestro tiempo es si Occidente tiene la voluntad de sobrevivir... La frase de Trump sólo tiene sentido como una declaración de paranoia racial y religiosa".

Aquellos de nosotros que hemos equiparado a la izquierda con la oposición a la civilización occidental somos reivindicados. No necesitábamos a Beinart y Fallows - ya teníamos innumerables ejemplos, como el Departamento de Inglés de la Universidad de Pensilvania que eliminó de su antiguo poster a William Shakespeare porque era un hombre blanco - pero en su articulación explícita de la visión de la izquierda ellos son inmensamente útiles.

Shakespeare se lee en todos los idiomas que tienen un alfabeto no porque fuera blanco o europeo, sino porque es considerado como el dramaturgo más grande que jamás haya existido. Pero los izquierdistas que dirigen ese departamento de inglés ubican la raza (y el género) por encima de la excelencia, con un profundo rechazo de los valores occidentales.

Irónicamente, fuera de los liberales y los conservadores, los más propensos a celebrar los valores occidentales es probable que no sean occidentales. Los japoneses se burlarían de la idea de que Bach y Beethoven no escribieron la mejor música jamás compuesta. Es por eso que algunas de las mejores grabaciones de Bach de nuestro tiempo provienen de músicos japoneses que viven en Japón. Tampoco los japoneses niegan que los valores democráticos de su moderno país provienen de Occidente.

El desdén de Occidente por sus propios valores parece cada vez más estridente con cada día que pasa. El presidente Trump está haciendo un importante y loable esfuerzo por revertir esta tendencia. Está caminando en buena compañía. En un discurso ante el Congreso Científico Panamericano en Washington DC, el 10 de mayo de 1940, el entonces presidente Franklin D. Roosevelt dijo: "Los estadounidenses tendrían que convertirse en guardianes de la cultura occidental, el protector de la civilización cristiana". FDR habló con frecuencia sobre la protección de la civilización occidental y cristiana.

Debemos una deuda de gratitud al Atlantic, a la CNN (cuyo principal corresponsal de la Casa Blanca, Jeff Zeleny, describió a la gente de Trump como la "clase blanca de América, América la primera en el discurso") y otros. Han dejado claro que la izquierda desprecia a la civilización occidental y por lo tanto constituye la mayor amenaza para su supervivencia.

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Friday, August 25, 2017

¿Un proceso de paz? Vuelve de nuevo - Shmuel Rosner


Los líderes quieren muchas cosas, pero sólo pueden lograr algunas de ellas. Tienen prioridades, y muchos de sus objetivos generales más deseados dictan sus políticas. ¿Es el proceso de paz israelí-palestino una prioridad? Hoy, los emisarios de Donald Trump en el Oriente Medio vinieron para otra visita a Israel y a la Autoridad Palestina, y a juzgar por l intensidad de visitas se podría argumentar que el proceso de paz es una prioridad de su administración.

Sin embargo, siguiendo las noticias de Washington parecería bastante extraño realizar tal suposición. La Casa Blanca tiene serios problemas con Corea del Norte, China e Irán, y por supuesto una agenda doméstica problemática, incluyendo el manejo de diferentes crisis, desde la investigación de Rusia hasta las secuelas de Charlottesville. Para Trump, o su yerno, Jared Kushner, despertar y pensar en el proceso de paz sería algo extraño.

Las prioridades del primer ministro Netanyahu se aclararon ayer cuando visitó al presidente ruso Vladimir Putin. El Primer Ministro está preocupado por Siria y la perspectiva de que Irán asuma el control del país con el apoyo tácito de Rusia. En dos artículos que escribí para The New York Times el año pasado, argumenté que por ahora Putin es el nuevo sheriff de Oriente Medio y que Israel debe reconocer este hecho, por lo tanto Israel está muy preocupado por el alto el fuego en Siria.

Yo escribí: "Los planificadores israelíes creen que sólo hay una buena solución a este problema estratégico: que Estados Unidos vuelva a ser una superpotencia". Cuanto menos se involucren los Estados Unidos en remediar el desafío de Irán en Siria, menos convincente será el argumento de un proceso de paz con los palestinos".

Para tomar riesgos, para hacer sacrificios, Israel necesita sentirse seguro; Necesita sentir que tiene un respaldo. Si Estados Unidos ya no es un guardián fiable de la estabilidad y la paz en el Oriente Medio, la inclinación de Israel a asumir cualquier riesgo por una paz que no considera la gran prioridad se verá grandemente disminuida.

Así que el mediador estadounidense se queda con una sola de las partes para la cual el proceso es esencial, los palestinos. En los últimos días su liderazgo comenzó a realizar amenazas y establecer plazos a la administración Trump. Uno se pregunta si este líder estadounidense es receptivo a ese lenguaje intimidatorio, pero el liderazgo de la Autoridad Palestina calculó que no hay nada que perder. Si los estadounidenses no se toman en serio sus esfuerzos, deberían considerarse otros lugares para avanzar en la causa palestina. Tristemente para los palestinos, sus opciones no son muchas: el mundo parece estar más ocupado con otros problemas más urgentes.

No es una coincidencia que los mejores días del proceso de paz estuvieran en los años noventa, cuando el fin de la historia parecía estar cerca y el mundo estaba relativamente libre para dedicarse a jugar con los restantes problemas de pequeñas consecuencias globales: Irlanda del Norte, Yugoslavia, Palestina. América estaba en la cima de su poder mundial, y el problema principal del presidente Clinton era un asunto interno. Israel estaba en auge, y sus enemigos todavía estaban pensando en sus próximos movimientos después de la primera Guerra del Golfo. Yassir Arafat estaba bajo presión para moderarse o ser echado a un lado, después de haber descubierto que sus principales partidarios estaban perdiendo poder, y el mundo en el que prosperó como terrorista ya no existía. La relajación y el orden permitieron a los líderes liberar sus horarios para lidiar con la obstinada realidad del "conflicto".

Tales condiciones ya no están disponibles para nadie. La relajación desapareció alrededor del 11 de septiembre: el orden había desaparecido después de la guerra de Irak; Israel perdió su apetito por la paz, priorizando la estabilidad y la seguridad; y América perdió su principal herramienta para intermediar la paz, su hegemonía como una potencia mundial confiable y altamente comprometido.

Cuando nos preguntamos por qué el resultado probable de la actual ronda de conversaciones en Oriente Medio no será la paz, nuestra tendencia instintiva es buscar los pequeños detalles: ¿qué está dispuesto a ofrecer Israel, qué compromisos están dispuestos a realizar los palestinos, es el liderazgo sincero acerca de querer la paz, son capaces y han aprendido los EEUU?

Las respuestas importan, pero son todas secundarias a las realidades mundiales que difícilmente son aptas para hacer progresar la paz. Son apenas aptos para un mundo que está demasiado ocupado tratando con otras cosas.

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Un columnista izquierdista británico compara el supremacismo blanco con el "sionismo derechista" - Adam Levick - Algemainer



El columnista del Guardian, Giles Fraser, ha comparado el supremacismo blanco con el sionismo "derechista".

Fraser, en su columna del 17 de agosto, criticó al líder israelí Benjamin Netanyahu por su demora de tres días en condenar el antisemitismo supremacista en  Charlottesville. Fraser contextualizó su afirmación al citar una entrevista reciente   en la televisión israelí con Richard Spencer, un líder de la manifestación supremacista de odio de Charlottesville. Durante la entrevista, Spencer comparó su ideología supremacista blanca con el nacionalismo judío.

Fraser comenta así:
Hablando en el Canal 2 de noticias israelí este miércoles, Richard Spencer, un líder de la alt-derecha, uno de los líderes del mitin de Charlottesville, dio un ejemplo asombroso de esta filosofía de "antisemitas a favor de Israel". "Los judíos están muy sobrerrepresentados en lo que ustedes llaman 'el establishment' y los blancos están siendo desposeídos de su país", comentó refiriéndose a los Estados Unidos. Sin embargo, continuó: "Un ciudadano israelí, alguien que tenga un sentido de la nación y de pueblo, de la historia y la experiencia del pueblo judío, debe respetar a alguien como yo que tiene sentimientos análogos sobre los blancos americanos. Se podría decir que soy un sionista blanco, en el sentido de que me preocupo por mi pueblo, quiero que tengamos una patria segura para nosotros y para todos. Como ustedes quisieran una tierra segura en Israel".
Fraser entonces insinúa que Spencer pudo tener un punto de aproximación:
Esto es asombroso. Richard Spencer es el hombre que coreó "Heil Trump" durante una manifestación en Washington. Sus seguidores respondieron con el saludo nazi. La alabanza de un hombre ubicado en el peor tipo de antisemitismo debería escocer en el alma a la derecha del establishment político de Israel. Estos no son los admiradores que uno debería querer.
Esto suena bastante falso e hipócrita.

En primer lugar, imaginen cuál será la reacción de Fraser, un abierto partidario del líder laborista Jeremy Corbyn, un conocido anti-israelí y con conocidas y publicitadas amistades con antisemitas, si a él y a otros dentro de la izquierda y extrema izquierda británica se les mencionara que les debió escocer “en el alma” cuando el año pasado el ex gran mago del Ku Klux Klan, David Duke (otro líder supremacista blanco que también habló en Charlottesville), alabó al líder del partido Laborista británico, el mencionado Jeremy Corbyn,  por su "valiente" oposición al sionismo.

Por otra parte, la idea de que Spencer, quien ha citado propaganda nazi y se negó a denunciar a Adolf Hitler por asesinar a seis millones de judíos, pueda "admirar" realmente al Estado judío es todo un absurdo. Spencer quiere que los Estados Unidos sean un estado blanco europeo racialmente puro, y ya ha dicho anteriormente que no considera a los judíos como europeos. Por lo tanto, este "apoyo" al sionismo - si es que existe - es probable que solamente sea utilitario: su objetivo de unos EEUU completamente blancos sería mucho más fácil si los judíos, a los que no considera racialmente como puros americanos, huyeran en masa a Israel.

No obstante, Fraser continuaba:
Más sorprendente, algunos reconocen que Spencer y sus semejantes tienen motivos para encontrar una causa común con algunas de las fronteras políticas extremas de Israel. Como dijo el ex primer ministro Ehud Barak sobre Charlottesville: "No se puede decir que no se ven aquí cosas que tengan cierta similitud cuando se examinan las manifestaciones de Lehava o la actividad de La Familia, o los rumores contra los periodistas que cubren las investigaciones de Netanyahu". 
Lehava es una organización israelí que trata de "prevenir la asimilación en Tierra Santa". Está especialmente en contra de los matrimonios mixtos (como el mío) entre judíos israelíes y no judíos. Y también quiere librar a Israel del cristianismo y de los misioneros judíos. La Familia son fans del equipo de fútbol Beitar Jerusalem. Hace unos meses fui a verlos jugar con un equipo árabe israelí de Galilea, Bnei Sakhnin - aunque los aficionados de Sakhnin no fueron permitidos en el terreno -. Mi hebreo básico no fue suficiente para distinguir lo que estaban cantando a las filas de asientos vacíos enfrente. "Vamos a quemar vuestro pueblo", fue como me lo tradujo un amigo.
Como puede verse, las "evidencias" de Fraser para apoyar su sugerencia de una superposición entre el sionismo "derechista" y el supremacismo blanco al estilo estadounidense son prácticamente inexistentes. Se trata de una cita de un ex primer ministro israelí (desesperado por permanecer políticamente relevante y que cada dos por tres da señales de esa desesperación), y de citar a algunos aficionados racistas de un equipo de fútbol (algo “totalmente desconocido” en los campos europeos) y a un grupo extremista extremista que ha sido condenado por los líderes políticos de todo el espectro político israelí.

Fraser concluye:
Barak tiene razón, los paralelos con Charlottesville son a veces difíciles de evitar. Y el problema en todas partes con estas franjas extremistas es que cada vez son menos extremistas. Resulta aterrador, ¿no creen?
La única conclusión "difícil de evitar" es que Fraser parece salivar paulovianamente a cada oportunidad de demonizar a Israel que cree que se le presenta, incluso si tiene que legitimar las opiniones de un supremacista blanco para hacerlo.

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Los derechos humanos y las relaciones germano-israelíes después del caso Gabriel - Gadi Taub - Fathom


Sigmar Gabriel

La mayoría de los israelíes asumen - o al menos lo hicieron hasta hace muy poco - que Alemania es un amigo firme de Israel. Por lo tanto, les resulta difícil imaginar que apoyen activamente a unas organizaciones que contribuyen a la campaña de deslegitimación del derecho de Israel a existir. Pero todo eso pudo haber cambiado después de la debacle en abril entre el ministro de Asuntos Exteriores alemán, Sigmar Gabriel, y el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu.

Gabriel, con ocasión de una visita oficial para el Día del Holocausto, anunció que se reuniría con los representantes de dos organizaciones de la sociedad civil de una agenda claramente de la izquierda radical: Breaking the Silence y B'Tselem. Cuando Netanyahu dijo que si esas reuniones iban adelante él boicotearía la visita y rechazaría encontrarse con Gabriel, muchos pensaron que él estaba exagerando. Pocos, sin embargo, esperaban que Gabriel eligiera a esas dos organizaciones sobre el primer ministro de Israel (y el ministro de Asuntos Exteriores israelí). Y cuando lo hizo, las cosas comenzaron a aparecer con una nueva luz. Ya no parecía que el ministro de Asuntos Exteriores alemán había cometido un error honesto, desconociendo cuán controvertidas eran estas organizaciones entre los israelíes. Parecía, en cambio, que él sabía exactamente lo que estaba haciendo y que nosotros, el público israelí, habíamos cometido un error en nuestras suposiciones sobre las relaciones germano-israelíes.

Breaking the Silence y el B'Tselem no son considerados por muchos israelíes como unos guardianes honestos de los derechos humanos. Más bien, muchos sospechan que abusan de la cuestión de los derechos humanos para ponerla al servicio de una campaña mundial para demonizar a Israel. Que un ministro alemán insistiera en prestar apoyo a aquellos que son considerados por muchos como parte de una campaña que niega el derecho de los judíos a su autodeterminación resultó tan desconcertante que se tomó un tiempo darse cuenta. Y cuando ocurrió, Netanyahu encontró un gran apoyo para su movimiento inusual, incluso de personas más allá de su circunscripción política. Muchos sospechaban que el ministro fue a visitar esas organizaciones específicas sin tener en cuenta su utilidad para quienes nos demonizan, sino precisamente porque quería apoyarlas en esa demonización. Y esta sospecha parecía ganar validez a medida que el asunto avanzaba.

Breaking the Silence (Rompiendo el silencio)

Breaking the Silence recoge testimonios de soldados del IDF sobre presuntos abusos contra los derechos humanos en los territorios. Eso en sí mismo debe considerarse una buena cosa. Es un deber de Israel identificar tales abusos, castigarlos y mejorar la conducta ética de su ejército. Pero Breaking the Silence informa de la mayoría de estos testimonios anónimamente, por lo que las autoridades no pueden verificar, investigar o castigar. También concentra gran parte de sus esfuerzos en publicitar sus testimonios en el extranjero, en lugar de en Israel. Por lo tanto, su trabajo no ayuda realmente a mejorar las normas de comportamiento del IDF.

Esta es la razón por la cual muchos en Israel sienten que la organización no está realmente preocupada por los derechos humanos per se, sino que está utilizando cínicamente la cuestión como un medio para lograr otro fin: cree que puede obligar a Israel a terminar con la ocupación no convenciendo a sus ciudadanos de su necesidad, sino más bien pasando por encima e ignorando al electorado israelí, y para ello es preciso demonizar a Israel a los ojos del mundo. Se supone que esto generaría una presión externa de la comunidad internacional hasta que Israel se viera obligado a poner fin a la ocupación. O esa es al menos la teoría.

Si este es el caso, como algunos han señalado, cualquier mejora en las normas de conducta del IDF se interpone en el camino de esa estrategia política, que depende de retratar a Israel bajo la peor luz posible. Esto también puede explicar por qué, en algunos de los pocos testimonios que Breaking the Silence ha publicado con detalles verificables, su fiabilidad fue algo más que cuestionable. El programa de periodismo de investigación de Channel 10, Hamakor, testó 10 testimonios de Breaking the Silence. Encontró que cuatro no podían ser comprobados, dos fueron verificados, dos fueron exagerados y lo otros dos fueron encontrados falsos. Este no es un expediente muy impresionante si el objetivo es una documentación cuidadosa. Sin embargo, es muy impresionante como una herramienta para la demonización.

Todo esto llevó a muchos a creer que la utilidad de esta organización para las organizaciones francamentes antisemitas en el movimiento de boicot, desinversión y sanciones (BDS) puede no ser una mera coincidencia.

B'Tselem

B'Tselem es una organización más antigua, pero tampoco es necesariamente un simple grupo de vigilancia de los derechos humanos. Roy Yellin, jefe de la división de Relaciones Públicas de B'Tselem pareció admitirlo cuando tweeteó (en hebreo) en respuesta a uno de mis artículos en el Haaretz : "El problema es que Taub asume que el objetivo de Breaking the Silence y B'Tselem es mejorar la ocupación, mientras que ambas organizaciones trabajan para terminar con la ocupación".

Hay un problema cuando la cuestión de los derechos humanos, que se supone debe estar por encima de todas las consideraciones partidistas, se inclina al servicio de los objetivos partidistas. Y por supuesto, también para B'Tselem, los dos extremos - defender los derechos humanos y generar presión sobre Israel - pueden entrar en conflicto: cuanto más se mejoren las normas de comportamiento de Israel, menos municiones (no fabricadas) habrá para demonizarlo. Si el objetivo es colocar la carga de la ocupación y del estancamiento continuo del proceso de paz en Israel solamente, entonces parecería que cuando peor se comporte Israel, mejor para los objetivos buscados.

La web de B'Tselem lleva esta corta línea en la parte superior de su página de inicio: "El Centro de Información Israelí para los Derechos Humanos en los Territorios Ocupados". Pero esta es una descripción engañosa. No recogen información sobre todas las violaciones de los derechos humanos, sino solamente por las cometidas por los israelíes. Las violaciones palestinas, que son abundantes bajo el régimen nada democrático de Fatah, son simplemente ignoradas. Esta fue una decisión consciente, tomada en 1996. Pregunten a Bassem Eid, un palestino que solía trabajar para B'Tselem, que renunció en protesta después de que la organización optó por no investigar las violaciones palestinas.

Es difícil evitar la impresión de que aquí también los derechos humanos son un medio, no un fin, y que se utilizan en el contexto de la creación de una narrativa unilateral sobre el conflicto en el que Israel es el malvado y los palestinos son las eternas víctimas inocentes. Y si, como Yellin parece admitir, el objetivo es acabar con la ocupación, no alentar remedios o mejorías, lo que parecería es que hay poca diferencia en la estrategia entre B'Tselem y Breaking the Silence.

Muchos israelíes, entre ellos los que como yo nos hemos opuesto a los asentamientos durante décadas y quisiéramos ver terminada la ocupación, no sólo nos sentimos incómodos con lo que parece una campaña de demonización, sino que también pensamos que esta estrategia para acabar con la ocupación está mal diseñada. Los palestinos, no Israel, han rechazado repetidamente los acuerdos de paz (y siguen haciéndolo insistiendo en el "derecho" de millones de descendientes de los refugiados de 1948 a "regresar" a Israel). Una presión unilateral sobre Israel, por lo tanto, sólo fomentará su recalcitrancia. ¿Por qué, después de todo, renunciar a cualquiera de tus demandas si la presión se dirige solamente hacia el otro lado? Por otra parte, si los israelíes son los "nuevos nazis" - es decir, el mal absoluto - entonces ¿por qué colaborar o realizar cualquier cosa excepto esperar hasta que el mundo civilizado les destruya, como lo hizo con los nazis originales?

El caso Gabriel

Antes del asunto de Gabriel, pocos israelíes eran conscientes de lo popular que es en Alemania comparar a Israel con los nazis. Pero uno tiene que admitir que tiene su propia lógica psicológica pervertida. Si los judíos son ahora victimarios, no víctimas, ¿eso no aliviaría parcialmente la terrible carga de la culpa alemana? ¿No se crea así un contrapeso en el sentido siempre presente de que la misma existencia de los judíos resulta un recordatorio permanente de los pecados alemanes? ¿No es la necesidad psicológica, si no exactamente el argumento, la que lleva a presionar buscando algún camino de alivio para culpar a las víctimas?

Al rechazar la solicitud de Netanyahu y prestar su apoyo a organizaciones empeñadas en demonizar a Israel, hay que preguntarse si Gabriel no estaba en realidad involucrado en este tipo de juego político-psicológico, el cual además puede apelar a su propio electorado alemán. Pero seguramente un ministro de Asuntos Exteriores alemán en una visita oficial a Israel, y con ocasión del Día del Memorial del Holocausto, no puede estar tratando de manipular los símbolos y emociones para cambiar a las víctimas y los victimarios. ¿O sí podría?

Fue por esto que no pasaron desapercibidas en Israel las palabras de Gabriel, cuando tras su regreso a Alemania le dijo al Frankfurter Rundschau que los socialdemócratas, su propio partido, fueron junto con los judíos "las primeras víctimas del holocausto", aunque más tarde en la web del periódico se modificó víctimas del "holocausto" por víctimas de "los nazis". Así que después de usar su visita de Estado para mirar a Israel a través de la lente de unas organizaciones dedicadas a enfatizar nuestros pecados y, por lo tanto, clasificarnos como victimarios, ¿estaba ahora él, el ministro Gabriel, haciéndose la víctima, y no cualquier víctima sino víctima del nazismo? ¿Hacía dónde se dirigía todo esto? Lo que sucedió es que nos trajo a la mente el sarcástico comentario atribuido al psiquiatra israelí Zvi Rex: "Los alemanes nunca perdonarán a los judíos lo sucedido en Auschwitz". ¿Pronto necesitaremos disculparnos por ello con Gabriel?

Todo esto, debemos notarlo, fue llevado a cabo bajo el disfraz de una elevada retórica de tono decididamente condescendiente. Gabriel, por su propia cuenta, estaba ayudando a instruirnos sobre los peligros del nacionalismo - el nuestro - y las virtudes de los "valores europeos" y la democracia. Pero a pesar del vocabulario inmaculadamente humanitario, no era difícil percibir que algo muy siniestro estaba en marcha, ya que el interés del ministro por el maligno nacionalismo y los derechos humanos parecía ser selectivo. Al parecer, solamente estaba interesado por los casos en que Israel pudiera ser culpado. Gabril no tenía planes de reunirse con ninguna organización de la sociedad civil que documentara los abusos de los derechos humanos de los palestinos, y sus elocuentes exhortaciones contra el nacionalismo judío no fueron acompañadas por ninguna crítica al nacionalismo xenófobo y asesino que los palestinos habitualmente e institucionalmente fomentan en su pueblo, especialmente en sus jóvenes. (Gabriel, por ejemplo, también acogió a un líder religioso iraní que ha pedido la eliminación de Israel, como parte de un evento oficial del ministerio de Asuntos Exteriores destinado a aprovechar la religión para la causa de la paz, según informó el Jerusalem Post). Por supuesto, el antisemitismo palestino es muy poco útil como una 'lección del Holocausto' si es que una lección de este tipo se pretende otorgar para aliviar la carga moral de Alemania.

Netanyahu tuvo toda la razón de rehusar tomar parte en cualquier tipo de juego con insinuaciones tan sombrías. Así que tal vez deberíamos agradecerle a Gabriel, después de todo, por ofrecer la oportunidad de descubrir todo esto a los israelíes. Podemos apreciar que el pasado alemán es ciertamente una carga difícil de llevar, e incluso podemos simpatizar con los dolores de los hijos que tienen que vivir con los pecados de sus padres, pero no es en modo alguno la tarea de los judíos ayudarles a aliviarlos, y mucho echar en nuestros hombros la culpa histórica de Alemania. Así que es fácil comprobar por qué los israelíes encontraron todo este asunto bastante nauseabundo.

Pero aún no es todo. Muchos israelíes rechazan la estridente retórica del gobierno derechista de Netanyahu, en el que las quejas sobre cómo se canaliza el dinero europeo, a través de la Autoridad Palestina (AP), para apoyar el terrorismo pueden perderse en el aire general de una retórica aparentemente paranoica. Pero ahora esta queja también recibió más atención cuando los Estados Unidos recientemente se mostraron firmes acerca del apoyo de la AP a las familias de terroristas. La AP bajo Mahmoud Abbas llama habitualmente a los terroristas palestinos 'mártires' y ofrece generosa ayuda financiera a sus familias. Gabriel, tan puntilloso y escrupuloso acerca de la conducta moral de Israel, no tenía nada que decir sobre cómo el dinero alemán se utiliza de esa manera. Pero nosotros sí lo hacemos, y debemos responsabilizar a todos los donantes si permiten que su dinero sea usado para proporcionar incentivos para el terrorismo.

Según informes de prensa en Israel que siguieron a la visita de Gabriel, Alemania negó la entrada a funcionarios turcos del gobierno de Recap Erdogan cuando quisieron reunirse con ciudadanos alemanes de origen turco. Alemania temía que los representantes del Estado turco radicalizaran a los miembros de su propia ciudadanía. Así que cuando todo estaba dicho y hecho, parece que el tratamiento de Netanyahu con respecto a Gabriel fue realmente leve en comparación. Tal vez debería ser menos suaves en el futuro.

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Wednesday, August 23, 2017

Neonazis y judíos estadounidenses antisionistas coinciden



El sionismo no se puede comparar con el nazismo, incluso si Richard Spencer y el JVP lo dicen - Jane Eisner - Forward

Ya fue bastante ofensivo cuando, después de los mortales acontecimientos de Charlottesville, un líder de los supremacistas blancos, Richard Spencer, se denominó a sí mismo un "sionista blanco", comparando su visión del nazismo con la creencia en una patria para los judíos.

Pero fue aún más angustioso leer en estas páginas una interpretación que apoyaba esa aseveración de Naomi Dann del grupo radical Voces Judías por la Paz, un grupo de la izquierda radical antisionista.

Trabajamos duro para reflejar la gama de opiniones judías en América, de ahí la publicación y la dura reacción a su publicación. El flujo libre de ideas debe ser apreciado. Pero cuando un judío incluso sugiere comparar a Israel con los nazis, esto debe ser denunciado.

El argumento de que el sionismo es semejante al nazismo no es nuevo, y nunca ha sido correcto. Su ecuación consiguiente - que el sionismo es racismo - fue codificada por las Naciones Unidas cuando aprobó la Resolución 3379 en 1975 (tras la guerra de Yom Kippur) por los votos de los países árabes y sus aliados. Aunque nunca ha sido el mejor amigo de Israel, el organismo internacional recuperó más tarde la razón y derogó abrumadoramente la resolución en 1991.

Pero, al igual que el antisemitismo en su núcleo nunca morirá, resurgiendo en momentos de ansiedad y enojo, resulta evidente que la opinión de Spencer y del JVP (neonazis y antisionistas confluyendo) se alimenta de un desprecio intencionado por lo que el sionismo y el nazismo realmente representan.

Esta no es la primera vez que Spencer y sus semejantes han tratado de crear algún tipo de terreno común entre su nacionalismo blanco y el sionismo, pero la supuesta afinidad se basa en arenas movedizas.

La versión del nazismo que defiende Spencer, aunque esté vestida como una especie de acción afirmativa pervertida favorable a la población blanca, es por naturaleza excluyente y racista. Está impulsado por el agravio y el odio. Considera al etno-nacionalismo como un juego de suma cero, donde el poder de un grupo automáticamente disminuye el estatus de los otros grupos.

El ideal americano siempre ha aspirado a lo contrario: una noción de nacionalismo que se expande para incluir en lugar de restringir o rechazar. Por supuesto, este país se ha quedado corto en ese ideal desde el principio, pero eso no evita el progreso que se ha hecho y la necesidad de que sigamos intentando más logros.

El sionismo también es una aspiración expansiva, afirmando que los judíos, como todos los demás pueblos de la tierra, merecen el derecho de gobernarse a sí mismos en su patria ancestral.

Existe una innegable tensión entre el privilegio de los judíos en el Estado de Israel y los derechos de otros grupos religiosos y étnicos. Esa tensión es inherente a cualquier empresa nacionalista.

Es por eso que muchos países occidentales levantan una elevadas barreras para adquirir la ciudadanía - en Austria puede llevar hasta 30 años - y otros imponen informalmente normas sociales y culturales para mantener la hegemonía de la clase dominante.

Es también por eso que otras naciones tienen estrictas pruebas religiosas de ciudadanía y liderazgo, para privilegiar a un grupo sobre otro. Cada ciudadano en Arabia Saudí, por ejemplo, es considerado musulmán, y la conversión al cristianismo es castigable con la muerte. En 30 países, sobre todo en el Oriente Medio y África del Norte, el jefe de estado por ley debe tener una religión particular.

¿Es también esto racista para el JVP?

Es poco probable que un no judío se convierta en jefe de Estado en Israel en cualquier momento, dada la abrumadora mayoría judía del país, pero los ciudadanos árabes sirven en la legislatura, en la alta corte y en muchos otros cargos de responsabilidad cívica. Esto no ha impedido que el actual gobierno de Benjamin Netanyahu siga políticas que discriminan a los no judíos [N.P.: el gobierno actual es el que más ha invertido en la minoría árabe, mucho más que los gobiernos laboristas] o que perpetúan la ocupación de tierras palestinas y la negación de la soberanía palestina.

Que esas políticas puedan hacerse en nombre del sionismo es doloroso, una perversión del ideal sionista. Es algo con lo que todos los judíos deben tener en cuenta. Pero las imperfecciones de la realidad no niegan el hecho subyacente de que el sionismo no es intrínsecamente racista y puede - y de hecho lo hace - existir lado a lado con la democracia.

El nazismo no puede.

Pero Dann describiendo que Spencer está "sosteniendo un espejo ante el sionismo y el reflejo no es bonito" es especialmente peligroso en el clima político actual. La intimidante exhibición de eslóganes y símbolos nazis en Charlottesville, Virginia, legitimada por las asombrosas declaraciones del presidente Trump, es un recordatorio escalofriante de que incluso en los Estados Unidos los judíos corren riesgos simplemente porque son judíos.

Debemos fortalecer nuestro sentido de solidaridad. Debemos convencernos de reconocer nuestra vulnerabilidad compartida, incluso ante nuestras considerables y continuas diferencias internas.

Pero que un judío compare la política israelí, que puede considerar equívocada, con la ideología de Richard Spencer resulta más que preocupante. Principalmente por que es falso. Y la verdad es una mercancía demasiado preciosa en estos días para ser despilfarrada.

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La Unión Europea está encantada de si misma y vuelve a dar lecciones sobre el terrorismo - Israellycool



El embajador saliente de la UE: "Israel tiene mucho que aprender de nosotros en la guerra contra el terror"

Sí, el embajador saliente de la UE, Lars Faaborg-Andersen, lo ha afirmado.

Al final de su misión de cuatro años en Israel, el embajador Lars Faaborg-Andersen - el delegado danés saliente de la Unión Europea en Israel - cree que Israel tiene "mucho que aprender" de la Unión Europea en lo que respecta a la lucha contra el terrorismo.

En una conferencia de prensa celebrada en el hotel Dan de Tel Aviv, Faaborg-Andersen dejó bien claro que si bien la Unión Europea tiene mucho que aprender de Israel en la guerra contra el terrorismo, Israel haría bien aprendiendo de Europa sobre cómo combatir a los militantes islámicos.

También durante la conferencia, Faaborg-Andersen señaló que la guerra contra el terror es un esfuerzo que requiere el uso de todas las armas en los arsenales de los países del continente. Además, observó que si bien Israel se había desempeñado con notable éxito cuando dispuso sus medidas operativas contra el terrorismo, también era necesario emplear otras herramientas a su disposición, como la educación y los métodos de desradicalización (se supone que los "métodos tan exitosos" que aplica Europa)

"Hay un aspecto de seguridad importante, que indudablemente se abordarán", dijo, "pero también hay otros aspectos que hay que trabajar incluyendo los servicios de bienestar, educativos y similares", opinó. "Europa ha adoptado un enfoque más holístico de la guerra contra el terrorismo, e Israel definitivamente puede aprender de la experiencia europea".

Cuando se le preguntó si consideraba que ese "enfoque holístico" era un éxito, Faaborg-Andersen admitió las deficiencias, pero elogió el enfoque general.

"Sí, todavía hay terrorismo, obviamente no ha sido un éxito completo, porque es difícil conseguir una seguridad sellada herméticamente al cien por cien, pero definitivamente se puede reducir el número de ataques. Creo que nuestro enfoque es exitoso, pero si no es del todo así, es mejor que no hacer nada.

También es mucho mejor en comparación con la situación de hace pocos años. En términos generales, la preparación para manejar el terrorismo europeo hoy en día va un paso más allá de lo que era antes, pero obviamente hay que logras más cosas en ese sentido, más burocracia y brechas culturales y organizativas que superar, para estar siempre un paso por delante de los terroristas".

Holístico: relativo al holismo, que significa "doctrina que propugna la concepción de cada realidad como un todo distinto de la suma de las partes que lo componen"

Aunque más bien parece significar "inclinarse y besar tu propio culo (hole)".

Gracias por nada, señor Faaborg-Andersen.

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Cuando se manipula con la omisión: el antisemitismo que no era neonazi, y por eso ya no era noticia - Israellycool



¿Conocían este acto antisemita? A primera vista, y en la semana inmediatamente posterior a lo sucedido en Charlottesville y el repentino deseo de los medios de comunicación de cazar a los neonazis y a los supremacistas blancos, ¿a qué comunidad se asumió que debían pertenecer estos "jóvenes de Arizona" que realizaron este acto antisemita?

Un pequeño detalle (y así es como funciona la mayoría de los medios de comunicación). La historia que se extendió por las noticias provino de Jewish Telegraphic Agency (JTA). Se publicó la historia y, curiosamente, sólo insistieron en ellas los medios judíos e israelíes. Lo cuál da una pista de lo que estoy a punto de contarles.

Se perdonaría la actuación general si se supusiera que eran chicos blancos descontentos y enojados.

En realidad no conocemos los detalles completos de la identidad de estos tres jóvenes porque son jóvenes y su identidad completa no ha sido revelada. Pero sí sabemos la identidad del cuarto co-conspirador.

El Times de Israel fue un paso más allá que los otros medio: recogió la historia original contando que los cuatro habían sido capturados, aunque no se tenían imágenes de ellos. Recuerden que esta historia se volvió internacional cuando los medios estaban intentando fijar cualquier muestra del sentimiento antijudío entre los seguidores de Trump (y por lo tanto de Trump).

Pero esta historia en particular se convirtió en una noticia sin ningún interés para los medios de comunicación cuando apareció esta imagen:


Se trata de Clive Jamar Wilson, de tener 19 años, uno de los detenidos y el instigador, y su foto se hizo pública.

Creo que ya es seguro asumir que los tres jóvenes vándalos mencionados en el informe no son los supremacistas blancos neonazis que se creía, ya que el instigador del delito era afroamericano.

El caso es que JTA sabía la verdad, pero no incluyó la foto de Clive Jamar Wilson en su relato de la historia porque conduciría a preguntas difíciles. Los medios de comunicación que reimprimieron la historia también sabían que los jóvenes eran afroamericanos y no mencionaron ese detalle. Es más que probable que conozcan que el movimiento Black Lives Matter (BLM), tan popular en la izquierda americana, demuestra un odio nada disimulado por los judíos, pero los progresistas no quieren discutir del odio hacia los judíos en la izquierda. Si no hay jóvenes blancos con esvásticas tatuadas, ésta ya no es una noticia.

Y el hecho de que el New York Times, el Washington Post y todos los principales medias progresistas estadounidenses hayan ignorado esta historia, a pesar de su actual atención por el odio contra los judíos entre neonazis y alt-derecha, indica que ellos tambiñen conocían desde un principio quienes fueron los protagonistas

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Monday, August 21, 2017

La estrategia de la izquierda para tomar el poder: utilizar políticos de la derecha como Gabbay (laborismo) o infiltrarse en el Likud



Elementos foráneos apuntan a la agenda del Likud - Mazal Mualem

Una pareja de treintañeros se unió al Partido Likud hace tres meses. Forman parte de un grupo que se autodenomina el "Nuevo Likud". Ambos votaron por la Unión Sionista en las últimas elecciones, y ninguno de los dos tiene la intención de votar al Likud en las próximas elecciones.

Al hablar con Al-Monitor, el marido dijo que la mayoría de sus amigos cercanos, que viven en Tel Aviv, se han unido al Partido Likud en los últimos meses. "Todos nos identificamos con el centro-izquierda, en realidad estoy pensando en votar por el Meretz en las próximas elecciones [N.P.: izquierda postsionista, nada de centro-izquierda], pero llegamos a la conclusión de que el Likud permanecerá en el poder en los próximos años, por lo que queremos influir desde el interior. Queremos elegir quién estará en su lista para la Knesset y así promover nuestros propios intereses (de izquierdas, recuerden)", nos comentan.

Insistió en el anonimato, ya que el partido está tomando una variedad de medidas para bloquear el fenómeno del Nuevo Likud. Funcionarios del Likud afirman que en realidad se trata de una toma hostil del partido por activistas con una ideología contraria a la del Likud y un intento de eliminar a su líder, el primer ministro Benjamin Netanyahu. El 14 de agosto, el diario Maariv informó que el partido Likud decidió poner fin a la inscripción en línea al partido desde su web. En los próximos días, el tribunal interno del partido decidirá si invalidará las credenciales de parte de los miembros más prominentes del Nuevo Likud por presuntamente actuar contra el Likud desde el interior.

Los organizadores del Nuevo Likud estiman que, debido a esta iniciativa, unas 12.000 personas se han unido al Likud, con un total de 100.000 miembros del Likud. Planean continuar aumentando su número hasta las próximas primarias del partido. Su objetivo es crear un bloque lo suficientemente poderoso como para influir en la dirección del partido desde el interior y determinar quién aparecerá en sus listas para la Knesset. La mayoría de estos nuevos miembros nunca votaron por el Likud, ni tampoco pretenden hacerlo en el futuro.

El grupo se activó por primera vez hace unos seis años, después de las protestas sociales, cuando llegaron a la conclusión de que la mejor manera de influir en la situación en Israel era a través del partido gobernante. No tuvieron un impacto significativo en los siguientes años. Sólo un puñado de personas de ideas afines se unieron al Likud, y el partido los consideró poco más que una curiosidad. Sin embargo, después de la derrota de la coalición  Unión Sionista (laboristas y Hatnuah) en las últimas elecciones de 2015, el nuevo fenómeno del Likud comenzó a cobrar impulso. Se ha recuperado en los últimos meses, especialmente entre los jóvenes, algunos de los cuales asisten a las recientes manifestaciones en el exterior de la casa del fiscal general Avichai Mandelblit, donde le pidieron que completara las investigaciones sobre los asuntos de Netanyahu .

De repente, el Likud descubrió que un nuevo grupo bien organizado y poderoso se había formado justo debajo de sus narices, y que no estaba siguiendo los códigos de conducta vigentes del partido. El presidente de la coalición, David Bitan, se dio cuenta de que el lanzamiento de una campaña contra el grupo tendría un enorme potencial mediático, por lo que decidió declarar una guerra contra el grupo. En entrevistas con la prensa, acusó al Nuevo Likud de lanzar una ofensiva hostil con la intención de derrocar a Netanyahu. A continuación, anunció que se tomarían las medidas apropiadas para distanciarlos del partido. "El Likud tiene derecho a defenderse", dijo a Radio Kan Bet. "Si necesitamos enmendar la constitución del partido, lo haremos. No hay ninguna razón para que el Likud acepte a personas que no son del Likud (y no quieren al Likud, ni desean votarlo)".

Bitan se equivoca al afirmar que todo el grupo quiere derribar a Netanyahu por sus propias razones. Lo que el Nuevo Likud quiere hacer sobre todo es promover los intereses de los jóvenes miembros de la clase media que sirven en las fuerzas de reserva y soportan la carga de pagar impuestos. En las últimas elecciones, nombraron a los miembros de la Knesset Gilad Erdan y Yoav Kish en su lista de candidatos recomendados. Por otra parte, Bitan tiene toda la razón al decir que muchas de estas personas están identificadas con la izquierda, y que su unión al partido es una seria distorsión del Likud, ya que no se identifican con sus valores y metas.

Después del ataque de Bitan, la página de Facebook del Nuevo Likud se volvió privada, y los mensajes comenzaron a incluir recomendaciones sobre cómo los miembros podrían disipar las insinuaciones contra ellos. Un post decía que el propósito del Nuevo Likud era influir en la elección de la lista del Likud para la Knesset en las próximas elecciones. Según una nueva fuente del Likud, un mensaje decía: "Somos un grupo grande y unido con una agenda común basada en la constitución del Likud, con una influencia activa en el discurso del partido y en las decisiones que se toman". También intentaron disipar las acusaciones de que la mayoría de los miembros del Nuevo Likud se inclinan hacia la izquierda. Por otro lado, mientras algunos de los fundadores del grupo, como Lior Meiri, tienen vínculos con el Likud, la gran mayoría de sus miembros no tiene ningún compromiso con el partido.

El nuevo fenómeno del Likud recuerda al de los Feiglinitas (por Moshe Feiglin), un grupo de extrema derecha que intentó hacerse cargo del Likud a principios de los años 2.000 para evitar la realización de concesiones diplomáticas que incluyeran la retirada de algunos de los territorios. El entonces primer ministro Ariel Sharon, y más tarde Netanyahu, lucharon contra ellos, alegando que estaban involucrados en una toma hostil del partido y de sus instituciones. El grupo tuvo alrededor de 7.000 miembros en su apogeo, y se cree que muchos de ellos votaron por otros partidos, principalmente de la extrema derecha. A pesar de su fuerza dentro del partido, los Feiglinites tuvieron dificultades para conseguir que su líder Moshe Feiglin entrara en la Knesset en las elecciones de 2013.

Aunque los Feiglinitas comenzaron como un elemento extraño dentro del Likud, con el tiempo se convirtieron en una parte integral del paisaje del partido. Esto se debe a que muchos miembros de la Knesset pidieron su apoyo en las primarias. Sin embargo, en cuanto a los resultados, el grupo no alcanzó sus objetivos: no logró impedir la retirada de la Franja de Gaza en 2005 y no tuvo un impacto real en la agenda del partido. Se desmoronó antes de las últimas elecciones, y la mayoría de sus miembros abandonaron el Likud.

Es a la vez manipulador y problemático unirse a un partido sin identificarse con sus objetivos y con el único propósito de cambiar el propio carácter del partido e influirlo desde dentro. El partido tiene todo el derecho e incluso la responsabilidad de defenderse ante esfuerzos organizados como éstos para cambiarlo. El Likud podría sentirse halagado de que la sabiduría convencional parece afirmar que las elecciones internas del partido son más importantes que las elecciones generales, tanto es así que incluso seguidores y votantes del Meretz y del partido Laborista quieren participar en sus elecciones primarias. Sin embargo, también tienen derecho a tomar medidas para defender a su partido.

Sería erróneo lanzar una campaña muy publicitada para expulsar a los miles de nuevos (y falsos) partidarios del Likud, y tampoco hay una manera de determinar quién es un "genuino" partidario del Likud y quien es en realidad un izquierdista encubierto. Por otra parte, vale la pena considerar la modificación de la constitución del partido y la introducción de un período de espera de tres años desde el momento en que alguien se una al partido hasta que ese miembro obtenga el derecho de voto dentro de las instituciones del partido.

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