Thursday, April 30, 2009

¿Por qué celebrar el Día de la Independencia de Israel? (inspirado por un editorial del Haaretz) - Israel News



Algunas personas han decidido dejar escapar el Día de la Independencia de Israel. Ciertos editorialistas del Haaretz parecen pensar que se trata de "una perdida de tiempo" y sugieren que "quizás ya ha llegado el momento de dejar de lado la euforia por la propia existencia del país, esa otra cara de un miedo existencial".

Somos conscientes de que para algunos redactores del Haaretz, como por ejemplo Gideon Levy, la existencia de Israel no es un motivo de celebración. Pero la celebración de la existencia del país es necesaria para motivarnos al resto, esos que no compartimos las opiniones de los editorialistas del Haaretz, y así poder continuar con la lucha por la reconstrucción del pueblo judío, y para recordarnos a nosotros mismos y nuestros hijos por qué estamos aquí, y por qué es importante que estemos aquí y no, por ejemplo, irnos a vivir a los Estados Unidos o Alemania, aunque allí podríamos conseguir un mejor nivel de vida.

La gran amenaza para la existencia de Israel, el verdadero "miedo existencial", no proviene de una amenaza externa, ni de Ahmedinajad, ni de los atentados de Hamas, proviene de una amenaza interna. Israel ha sido sólo posible por un azar de la historia, cuando la mayoría del pueblo judío ha comprendido que sin una existencia nacional, sin un estado, no habría futuro para el pueblo judío. Sin sionismo, no podría haber existido un Israel. Resulta necesario que el pueblo judío interiorice dentro de su mentalidad colectiva quién es y qué representa. Algunos dirigentes sionistas ya comprendieron la importancia de una unidad judía. Theodor Herzl declaró ante los delegados del primer congreso sionista:

El sionismo ya ha logrado una cosa maravillosa, algo que anteriormente se consideraba imposible: un firme vínculo entre los elementos más modernos del judaísmo y los más conservadores.

Esta "unidad" desgraciadamente fue ilusoria. La mayoría de los judíos sostuvieron al sionismo, pero en cambio la mayoría de los líderes judíos se opusieron a él o se mostraron indiferentes. David Ben-Gurion afirmaba en 1944:

El segundo imperativo indispensable de la revolución judía es la unidad de sus protagonistas. Es el hecho de compartir juntos un destino, un proceso creativo y una lucha común, lo que mantiene unida a esta vanguardia - los pioneros, los constructores de la patria, los trabajadores de la tierra de Israel -, la cual está inspirada por una visión de un renacimiento judío humanista, sionista y de base socialista.

Lamentablemente, incluso la unidad entre los sionistas y sus dirigentes fue ilusoria y de corta duración. Sin embargo, celebraciones como este simbólico Día de la Independencia nos servirá para recordarnos a todos, excepto tal vez al personal de Haaretz y gente con su mismo punto de vista, el propósito unitario del proyecto sionista. Tenemos que conseguir materializar una gran cantidad de Días de la Independencia y de símbolos sionistas, porque si no materializamos una gran cantidad de Días de la Independencia no existirá un Israel y no habrá nada que celebrar.

El verdadero propósito de la revolución sionista fue convertir a la judíos en una "nación como cualquier otra nación". Esto no se puede materializar solamente creyendo en ello. Si los judíos sólo pretender ser como cualquier otra nación, cuando ellos realmente no lo son, los resultados serán desastrosos. No hay Gideon Levy, o Ilan Pappé, o Neturei Karta, dentro de los griegos, italianos o franceses, es decir, ese tipo de personas que sólo desprecian a su propia nación y a continuación se dedican exclusivamente a falsearla y calumniarla. En la medida en que nosotros tengamos ese tipo de personas, no podremos decir que "somos como cualquier otro nación".

Fuente: Zionism-Israel / Israel News

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Wednesday, April 29, 2009

Yo soy sionista y estoy orgullosa de ello - Sara Miller - Haaretz



"Te doy seis meses", me dijo un pariente cercano el día antes de que embalara mi vida en dos mochilas y las arrastrara 2.000 millas desde Gran Bretaña. Una década después, todavía estoy aquí y estoy orgullosa de ser una Olah vatika (un inmigrante veterano).

Incluso dentro de Israel, el concepto de Aliyá por sionismo es a menudo un concepto extraño. En particular, los jóvenes israelíes no pueden entender por qué alguien de un país claramente próspero, con una cultura rica y una sociedad progresista, y que está relativamente libre del terrorismo, tendría que elegir tirar todo, abandonar su familia y amigos, y dirigirse a un país tan lleno de problemas internos y de violencia.

Mi motivación puede resumirse en una palabra: sionismo. En las últimas décadas el sionismo se ha convertido en una palabra con mala reputación en el mundo. Se ha utilizado como un insulto y con una falta de respeto evidente, asimilándola al colectivo que conforma el pueblo judío, como una abreviatura del Estado de Israel dentro del contexto del conflicto con los palestinos, e inclusive como un sinónimo del movimiento colono.

Es la hora de recuperar esta palabra como una expresión de orgullo. El sionismo es lo que ha impulsado y conducirá, en el pasado, en el presente y en el futuro, a los judíos de todo el mundo a dirigirse hacia a un minúsculo pedazo de tierra en una región asolada por la guerra.

Esta necesidad de pertenecer a Israel no es siempre apreciada por la población ya residente. En un abarrotado autobús de Tel Aviv, cuando protesté por un axila colocada en frente de mi cara, se me dijo que me volviera a América. Los israelíes nativos se ríen de mi acento británico, pero por contra mi hebreo es fluido, mientras que ellos manejan un inglés atroz y matarían por mi pasaporte de la UE.

Irónicamente, he descubierto que es la clase obrera israelí, acosada como está por las dificultades económicas, la que parece más comprensiva y receptiva ante mi decisión. Su orgullo por la patria es real, alegre e implacable.

Israel es donde pertenezco. Aquí es adonde pertenecen los judíos, ya sea porque vivan aquí, porque estén de visita o simplemente porque sientan una conexión espiritual con este lugar. Es la finalización de una aspiración de miles de años, a través de pogromos, persecuciones y el genocidio.

No es que yo fuera víctima de un verdadero antisemitismo cuando vivía en Gran Bretaña, pero siempre existe un ominoso trasfondo. Mi sinagoga de Manchester, como otras muchas, ha contratado una empresa de seguridad privada que la vigila durante las principales festividades, y mi escuela judía de primaria tiene una valla de alambre de púas. Sin embargo, no hay nada parecido a lo que vivieron mis bisabuelos de Europa oriental o lo que condujo a mis parientes austriacos a la muerte en las cámaras de gas de Auschwitz.

Yo podría ser perfectamente un producto de mi entorno en Gran Bretaña - perteneciendo a un movimiento juvenil judío, con una educación judía, y un hogar judío -, y hay aún muchas cosas que me perturban, asustan y entristecen de Israel, como su incapacidad para conciliar la realidad con nuestros vecinos los palestinos, como su caprichosa actitud ante la guerra y como la intolerancia que se demuestran los laicos y los religiosos por igual. Todos ellos judíos. Pero aquí estoy.

Este es mi décimo Yom Hazikaron y Yom Ha'atzmaut como una israelí. Ha sido a menudo difícil, a veces solitario, a veces aterrador, pero nunca un motivo para lamentarlo.

Siempre me acerco a la Plaza Rabin para oír la sirena por los muertos y para danzar por la vida. Yo soy sionista y me siento orgullosa. Este es mi país y me encanta. Aquí me encontrarán.


(Sara Miller es editora del Haaretz.com)

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! Un lamento por el amor perdido ! - Amir Gutfreund - Le Monde






(Era una deuda, un artículo de hace un mes, del 21 de marzo, que por razones que no vienen a cuento se fue postergando, de ahí sus alusiones a Durban II. El libro de Amir Gutfreund, "La Gente indispensable nunca muere", alcanzó un inesperado éxito cuando se publicó en Israel en el 2000 (con el título de "Holocausto shelanou"). Su publicación en Francia, siete años más tarde, es un acontecimiento literario, aunque la crítica francesa no parece haberle concedido una gran importancia. Amir Gutfreund, nacido en 1963 en Haifa y es sin duda un escritor israelí atípico: fue un teniente-coronel de la Fuerza Aérea, y este era su primer libro. Realmente su perfil no era el de los escritores preferidos por los medios de comunicación, los intelectuales "comprometidos" de izquierda Amos Oz, David Grossman o A.B.Yehoshua. La originalidad del libro Gutfreund, de acuerdo con su editor francés, es que "marca un punto de inflexión en la forma de entender el Holocausto". El autor es hijo de supervivientes del Holocausto, y su libro contiene, obviamente, una gran parte autobiográfica, tanto que se podría decir que no es una novela, sino la historia del descubrimiento del Holocausto por el autor a través de las historias y el silencio de sus familiares. Por supuesto, ahí está el problema: se trata de una verdadera novela, y sería absurdo pretender excluir como género de ficción todo libro donde el autor habla de sí mismo).

La llegada al poder de la derecha israelí inquieta a los europeos, se dice. Y cuando Europa se preocupa por Israel, yo, israelí, comienzo a alucinar seriamente. Sé por experiencia que estas preocupaciones siempre acaban por tener consecuencias nefastas.

En las últimas elecciones he votado a favor del lado de los perdedores, es decir, a la izquierda, e inclusive el voto que he deslizado en la urna iba dirigido a un partido que ha tenido un monumental batacazo. Pero en lo que respecta a mis temores sobre el programa de la derecha de mi país, solo puedo decir lo siguiente: puedo vivir con ello. Con las iniciativas europeas, no.

En pocas palabras, todo el problema radica en mí. Adoro Europa, y mi concepción del futuro siempre es dependiente de una visión del mundo que tiene como base el modo de vida europeo. En resumen, estoy enamorado de Europa. Y justamente por eso, en virtud del poder profético habitual del pretendiente rechazado, poseo la facultad de anticipar mis decepciones. Sí, soy un hombre de la izquierda, o dicho de otro modo, alguien que quiere la paz a cualquier precio y que está preparado, por ello mismo, para realizar grandes concesiones; pero al mismo tiempo, los resultados de las últimas elecciones no me han sorprendido. Yo no las interpreto como si los israelíes se hubieran escondido ante la posibilidad de una paz, sino como una reacción tan instintiva como saludable.

¿Qué es lo que Israel pide? Una pausa. Que se nos permita dudar aún un poco más antes de llegar a las decisiones irrevocables. Las razones que llevaron al público israelí "a la derecha" no son nada extrañas, todo elector de la "izquierda" las conoce. El hecho es que resulta muy fácil abstraerse de ellas cuando se vive en una de esas agradables ciudades de Europa: todo acuerdo de paz, tan precario como sea, representa para Israel la puesta en juego de su propia existencia. ¿Pruebas? La concesión de determinados territorios situados a lo largo del centro de Israel nos dejaría un territorio cuya anchura no sobrepasaría los 15 km. ! Sí, sólo 15 km ! Queridos lectores, ¿alguno de ustedes puede sentirse verdaderamente vivo y seguro dentro de unas fronteras más estrechas que las de París?

En el curso de los últimos decenios la paz parecía al alcance de la mano, después todo empezó a retorcerse, y me pregunto si finalmente ella estuvo realmente tan próxima, o si hemos soñado con castillos en España. En cualquier caso, los hechos nos muestran que ninguno de nuestros progresos en esa dirección han sido retribuidos a la vuelta, es decir, al menos como deberían haberlo sido en buena lógica: con una mejoría de la situación. Al contrario, la pesadilla no ha hecho más que empeorar. Los líderes de la derecha tienen a bien divertirse ante nosotros y decirnos jactanciosos: "¿Acaso no os lo habíamos dicho? ¿No es cierto que os habíamos avisado?" Y sí, se nos escapa en voz baja: "Sí, como ustedes lo habían avisado", al mismo tiempo que tratamos de explicarnos por qué tienen razón en la superficie. Pero cogidos in fraganti, algo en nosotros tiene la tentación de unirse a la carrera a esa derecha y gritar con ella: "¿Se os había avisado, acaso no es cierto?", y así, finalmente, tener razón.

Sin embargo, mantengo cierta aprensión en lo que respecta a la victoria de la derecha en Israel y no tomo a la ligera los riesgos que comporta tal gobierno. Pero no hay necesidad de ser de derechas para sentir que un cambio profundo se ha operado recientemente en la realidad, que es la nuestra, del Oriente Medio. Un nuevo factor, del cual los europeos no están lo suficientemente informados, ha intervenido. Les estoy hablando de fundamentalismo islámico.

Repetidamente, alguien viene a reverdecer ante los ojos de los palestinos la promesa de más éxitos suplementarios, de una victoria total en el caso de que resistan, y siempre que sepan resistir a los compromisos en curso. Desde hace ya algún tiempo, son los islamistas los que venden esas nuevas promesas. En esa vía no está todo el Islam o todos los musulmanes (yo no tengo ningún apego por esas manifestaciones monstruos donde el culmen es quemarme en efigie), pero es cierto que no hay duda de que nos azota un viento de extremismo.

Si alguna vez el conflicto israelí-palestino ha podido ser solucionable en un contexto de un reparto de los recursos y de soluciones humanitarias, lo cierto es que en estos momentos, mientras que los datos del problema aparentemente no han cambiado, ninguna esperanza de ese tipo parece ya encarable.

Amplios sectores de la población palestina creen firmemente en las promesa de una jihad global. Y aquí es donde radica el problema: el problema - el conflicto – permanece aparentemente como siempre sido siempre. ¡ Gran error ! Ha cambiado sus fundamentos, y, lo lamento, una gran parte de los pacifistas, en nuestra región y en otras partes del mundo, no son realmente conscientes del juego al que se ha entregado la Historia en estos lugares.

De hecho, hace diez años yo estaba convencido de que las concesiones israelíes conducirían a la paz. Ahora, yo estoy persuadido de que las retiradas más espectaculares no servirán para nada: no habrá paz. No ahora. Los dirigentes palestinos que gestionan las relaciones israelí-palestinas no son unos dirigentes que las deseen, al igual que no es su objetivo principal el bienestar de los palestinos. E Israel nunca ha sido y nunca será refractaria a la paz, como a veces se intenta hacer creer.

Esto sucede quizá porque la sociedad israelí que vive de acuerdo a las normas occidentales, influida por los puntos de vista económico y cultural, es acusada, sorprendentemente, de no tener inclinación a los cambios. En cambio, en el campo palestino la pobreza y el sufrimiento supuestamente debería inclinarlos a abrazar cualquier resplandor de paz.

Sin embargo, tengo la impresión de que esa situación se ha invertido. Del lado israelí, los corazones se agarran a la idea de que nada extraordinario puede salir del contexto actual. Es también por eso que los empedernidos hombres de la derecha habían sostenido Oslo y la mayoría de los israelíes, comprendida la derecha, habían apoyado la retirada unilateral de Gaza, aunque fuera a regañadientes. Por contra, del lado palestino se ha desencadenado un proceso inverso: el entusiasmo está ahora en las oportunidades que esperan y que se supone ofrecen más y mejores condiciones para el futuro.

¿Podemos esperar convencer a los europeos de que esa mutación ya se ha producido? La esperanza, supongo, es débil. Especialmente cuando se constata la parálisis que les domina desde que deben afrontar al radicalismo musulmán. Es el Islam, independientemente de lo que suceda en Israel, lo que paraliza a los europeos. Lo temen y se oponen a él, pero temen aún más que su oposición a él les haga aparecer como arrogantes, racistas y colonialistas. Estigmatizar la llegada de la derecha al poder en Israel y convertirla en la raíz del problema, !! siempre será mucho más fácil !! Yo, un enamorado helado y decepcionado, ya puedo imaginar los titulares en la prensa europea el próximo año.

La siguiente puesta a prueba de Europa está al caer. Tendrá lugar en Suiza, en la conferencia contra el racismo, que ya ha sido denominada con el sobrenombre de "Durban II". Me imagino ya la escena: el delegado de un país donde las niñas de 8 años de edad son casadas a la fuerza con ancianos, proclamando su indignación por la situación de los derechos humanos en Israel; el delegado de un Estado que apoya el terror en todo el mundo llamando a Israel estado terrorista;
el embajador de una nación donde un tribunal ha pronunciado una sentencia de violación colectiva contra una joven cuyo hermano había violado el honor de otra mujer, disertando sobre la escandalosa política de Israel contra sus minorías; y un país que fomenta la guerra en todas sus fronteras hablará de la inquietud que le suscita el belicismo israelí.

Pero la imagen que sería más terrible para mí, sería la de esos diplomáticos europeos encorbatados escuchando atentamente a los oradores con el rostro grave. Por supuesto, será bonito verlo, con sus trajes hecho a medida, con sus gafas tradicionales a la última moda y con una expresión en su mirada que les "mostrará" a miles de años luz de una civilización dominadora. "Durban II" es un acontecimiento tan ridículo, tan grotesco, que se podría creer que ha sido tallada para exaltar los ojos de los incrédulos, para lograr mover las líneas.

Pero este despertar de la conciencia europea probablemente no tenga lugar. Europa, que representa el verdadero objetivo del fundamentalismo islámico, continuará preocupándose por lo que ocurre en Israel. Como si un hambriento, ante una mesa repleta de comida, sólo tuviera ojos para el aperitivo.

Y sin embargo, en un sobresalto de optimismo, quisiera esforzarme en dar a esos "alimentos" el amor sincero que dispenso a Europa, en la creencia de que su cultura tiene algo que ofrecer al mundo. Sería como un código secreto entre nosotros, la marca de que algo finalmente habría cambiado: sí, cuando la conferencia "Durban II" se abra, comenzarán los delirantes discursos contra Israel, y nos llevaremos una sorpresa.

Sí, los europeos se precipitarán hacia la tribuna e intentarán explicar a los extremistas lo que verdaderamente piensan de ellos. Pruébenlo al menos una vez, den alguna vez la tabarra.

Sé que no es fácil, pero es infinitamente menos inquietante como horizonte que el que resulta para nosotros, los israelíes, ese juego que nos empujáis a jugar. Y esta será la señal de que, sí, quizás, esto finalmente va a cambiar.

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Polaroids - Andrei Tarkovski

Monday, April 27, 2009

El "secreto" de Saeb Erekat (el principal negociador palestino) - Petra Marquardt-Bigman - JPost BlogCentral

Hubo poco entusiasmo cuando se iniciaron las conversaciones de Annapolis a finales de 2007. Su objetivo - producir al menos el esbozo de las grandes líneas de un acuerdo entre israelíes y palestinos en el momento en que el presidente Bush abandonaba sus funciones - fue ampliamente considerado como completamente irreal, y no pocos comentaristas desestimaron la iniciativa como un poco más de "proceso de paz". Sin embargo, cuando el nuevo Ministro de Asuntos Exteriores de Israel, Avigdor Lieberman, declaraba recientemente, y muy poco diplomáticamente, que el proceso de Annapolis estaba acabado, los comentaristas se unieron en un coro de indignación - al parecer, a ellos no les gusta oír en la voz de Lieberman lo que ellos piensan, y en lo que básicamente están de acuerdo.

Ahora los medios de comunicación están llenos de informes y comentarios acerca de la urgente necesidad de ejercer presión sobre el nuevo gobierno de Israel para que declare su compromiso con la solución de dos Estados y su determinación para proseguir enérgicamente la paz con los palestinos. Resulta un curioso contraste con la falta de interés que mostraron esos mismos medios de comunicación cuando se celebraron las conversaciones de Annapolis. Raros fueron los medios de comunicación que parecieron interesados en dar cuenta de la oferta que Israel hizo a los palestinos y que estaba muy cerca de lo solicitado por el Presidente palestino Mahmoud Abbas en vísperas de la reunión de Annapolis, cuando indicó que los palestinos estaban abiertos a ajustes fronterizos siempre y cuando finalizarán con un equivalente a los "6.205 kilómetros cuadrados de territorio que conformaban la Cisjordania, controlada entonces por los jordanos, y Gaza, bajo control de Egipto, antes de la Guerra de los Seis Días de 1967".

Según las informaciones aparecidas en la prensa israelí, la propuesta presentada por parte de Israel habría otorgado a los palestinos el 98,5% de ese territorio: toda la Franja de Gaza, el 93% de Cisjordania y un 5,5% de territorio cedido por Israel, para así ampliar Gaza y compensar las tierras de Cisjordania que Israel se anexionaría; además, una ruta de conexión entre Gaza y Cisjordania se pondría a su disposición.

Los palestinos se apresuraron a rechazar la propuesta de Israel, y nuevamente este fue un acontecimiento que, al parecer, pasó en gran medida desapercibido. No mucho después, con las nuevas elecciones en Israel ya programadas, hubo rumores de que el Primer Ministro Olmert y la Ministro de Asuntos Exteriores Livni, tenían la intención de realizar un último esfuerzo para rematar un acuerdo. Estos rumores han sido confirmados por el durante mucho tiempo negociador en jefe palestino, Saeb Erekat, durante una reciente aparición en la Al-Jazeera TV.

Erekat reconoció que Israel había presentado a los palestinos una propuesta en Noviembre de 2008 que "hablaba de Jerusalén y de casi el 100% de Cisjordania", y señaló que Mahmoud Abbas podría haber aceptado esta propuesta, al igual que los "negociadores palestinos podrían haberlas aceptado en 1994, 1998 o 2000". Curiosamente, Erekat procedió a revelar lo que él considera un "secreto": explicó por qué los palestinos habían rechazado esas recientes propuestas así como las ofrecidas en 2000/01 durante las negociaciones de Camp David y Taba. Lo que impidió un acuerdo en cada uno de esos casos - al menos según Erekat - "fue la petición israelí de que los palestinos reconocieran la importancia del Monte del Templo para la historia y la religión judía".

Vale la pena citar la descripción de Erekat de una escena en Camp David, cuando Bill Clinton trató de convencer a Yasser Arafat para llegar a un acuerdo: "Usted será el primer presidente de un estado palestino, con las fronteras de 1967 – a dar o tomar, teniendo en cuenta un intercambio territorial -, y en donde Jerusalém Este será la capital del Estado palestino, pero queremos que usted, como un hombre religioso, reconozca que el Templo de Salomón se encuentra bajo el Haram Al-Sharif". Según Erekat, Arafat respondió "desafiante" a Clinton: "No voy a ser un traidor. Alguien vendrá a liberarla en 10, 50 o 100 años. Jerusalém no será nada más que la capital del estado palestino, y no hay nada por debajo o por encima del Haram Al-Sharif, a excepción de Aláh".

Puede ser discutible si realmente Erekat reveló un "secreto", pero sin duda es sorprendente que el veterano negociador en jefe palestino optara por hacer hincapié en una cuestión totalmente simbólica y que presentara la reiterada negativa de los palestinos a la hora de aceptar un compromiso sobre esa cuestión como una manifestación de orgulloso desprecio, el cual es, en última instancia, más importante que el logro de un acuerdo de paz que permita la creación de un Estado palestino.

Si ese fue el mensaje que los palestinos querían transmitir, al parecer tuvieron éxito, si la memoria del ex canciller israelí Shlomo Ben-Ami es certera. Al describir las conversaciones celebradas en Noviembre y Diciembre de 2000 relativas a la división de Jerusalém, en una entrevista con el Haaretz en septiembre de 2001, Ben-Ami explicó que los negociadores israelíes habían acordado la división de la ciudad y la plena soberanía palestina sobre el Monte del Templo, pero solicitaban a los palestinos que reconocieran que era un lugar sagrado para los judíos. Cuando los palestinos se negaron categóricamente, el ultra-paloma Ben-Ami concluyó: "En ese momento yo entendí que ellos no eran realmente... Sadat, ... y que no estaban dispuestos a avanzar hacia nuestra posición, incluso a nivel emocional y simbólico. En el fondo, no estaban dispuestos a reconocer que tenemos algún tipo de derecho para estar aquí".

Cuando los medios de comunicación informan sobre los intentos de resolver el conflicto israelí-palestino, el tema subyacente, por lo general, es que es a Israel a quién le corresponde presentar propuestas de un Estado palestino viable, y que si el conflicto no se ha resuelto aún es porque Israel no ha podido hacerlo.

El fracaso de las negociaciones en Camp David y Taba suscitaron un aluvión de comentarios que trataron de explicar y justificar por qué los palestinos no aprovecharon esa oportunidad de conseguir su propio Estado. En vista de las recientes declaraciones de Saeb Erekat, gran parte de esos comentarios aparecen ahora como equivocados, porque el "secreto" que Erekat ha revelado recientemente apunta a que la perspectiva de Shlomo Ben-Ami era la correcta.

Si los detalles que se han dado a conocer sobre las propuestas presentadas por Israel durante las conversaciones de Annapolis en el 2008 son exactos, a los palestinos se les ha ofrecido una vez más un Estado viable que, en términos del tamaño del territorio, no ha suscitado ningún compromiso por su parte. Los críticos de Israel destacan el hecho de que Israel quería anexionar un 6% del territorio de Cisjordania (es decir, los llamados bloques de asentamientos). Pero no hay nada en la "línea verde" que separaba Israel y la Cisjordania controlada por Jordania, antes de la guerra de Seis Días, que hiciera a un supuesto estado palestino particularmente viable. Por el contrario, la ampliación de la Franja de Gaza, con su actual hacinamiento, y con un gran potencial económico para el Estado palestino por tener una salida al mar, probablemente aumentará en gran medida la viabilidad de un Estado palestino.

Sin embargo, si las declaraciones de Saeb Erekat sobre la posición palestina son correctas, no fueron esas cuestiones las más problemáticas, ha sido la política de símbolos la que ha impedido la solución del conflicto y el establecimiento de un Estado palestino.

Las declaraciones de Erekat en Al-Jazeera TV indican que es hora de preguntarse si los palestinos realmente desean un estado. Como ha señalado Shmuel Rosner, ya ha habido cierto debate sobre esTa cuestión, y los israelíes se han estado preguntando acerca de ella durante bastante tiempo. Pero el "secreto" revelado por Erekat a su auditorio en Al-Jazeera TV, nos pone de manifiesto que es una cuestión que merece un debate más amplio, aunque las valientes brigadas de "culpemos de todo a Israel" denuncien este debate como "políticamente incorrecto".

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El Día del Recuerdo: los 22.570 soldados israelíes que entregaron su vida en defensa de Israel


Memorial de las víctimas del terror


©AP


©AP

©AP


©Gil Yohanan

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Millones de dolares de ayuda a campesinos palestinos son desviados a una sociedad de teléfonos móviles ligada al Presidente Abbas




La ayuda en forma de garantías para préstamos a los agricultores palestinos y para otras pequeñas y medianas empresas ha sido desviada a una empresa de telefonía móvil ligada al Presidente Mahmoud Abbas y a inversores del Golfo [N.P.: o a inversores golfos, como lo prefieran].

La transferencia de dinero de los contribuyentes americanos para sostener a Wataniya Palestina, una joint venture entre los grupos de telecomunicaciones de Kuwait y Qatar y una sociedad holding para los bienes públicos, el Fondo de Inversión Palestino (PIF), ha consternado a los patrocinadores de las pequeñas empresas privadas.

Pero esto no es lo importante, lo importante es que Abbas ha dicho públicamente:
"¿Un Estado judío? ¿Qué es eso?"

¿Prestamos para los agricultores y pequeñas empresas palestinas? Qué vulgaridad.

Fuente: Reuters

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Sunday, April 26, 2009

Ha llegado el momento de que los árabes hagan frente a la verdad - Guy Bechor - Ynet

Tan extraño como esto pueda parecer, a pesar de los decenios desde que Israel firmara la "paz" con estados como Egipto y Jordania, las sociedades árabes en el Oriente Medio no se han molestado en plantearse la siguiente pregunta: ¿Qué es Israel?

Muchas personas nunca se han molestado en averiguar que es Israel y qué representa; además, la paz es percibida como una cuestión de los gobiernos y los gobernantes. El tipo de paz es irrelevante para las masas. En general, es contemplada como una especie de acuerdo financiero entre los gobernantes y una especie de reino imaginario y oscuro, una tenebrosa fortaleza cuya escandalosa existencia sólo puede ser vista a través de los canales de televisión.

Es por eso que también resulta tan fácil odiar a Israel, ya que es fácil odiar a gente o pueblos anónimos.

Sin embargo, la nueva posición del gobierno israelí, demandando un reconocimiento por ambas partes del eslogan de "dos Estados", coloca por primera vez un espejo ante las sociedades árabes. Este es un acontecimiento importante en el que se debe hacer hincapié a cualquier precio.

La necesidad de reconocer a Israel como un Estado judío o como el Estado del pueblo judío fuerza a los árabes a tomar una decisión, a mirar a Israel y a entender de qué se trata. ¿Existe un pueblo judío? La mayoría de los líderes de la comunidad árabe lo niega: "No, en absoluto", tal como lo creen Mahmoud Abbas y Saeb Erekat; a lo sumo, hay una religión judía, y tal vez una cultura judía. Sin embargo, con el fin de obtener su propio estado, tendrán que reconocer a este pueblo, a su identidad, y a su movimiento nacional, es decir, al sionismo. Tendrán que empezar realmente a interesarse por Israel, por la realidad y no por su mundo de ilusiones.

Estas son tareas que nunca se requieren de las sociedades que nos rodean, y por lo tanto sólo hemos tenido una paz fría y estéril, que sólo afecta el régimen en el poder (Egipto, Jordania), junto a una limitada elite económica compuesta por aquellos que se han beneficiado con ventajas personales como resultado de la paz.

Al menos en la comunidad árabe online, las primeras discusiones desde el establecimiento de Israel se están produciendo en estos momentos sobre la cuestión de si Israel existe, y si debe existir como un Estado judío o no. Esto es lo que el lema de "dos estados para dos pueblos" significa. Sí, el pueblo judío también es una nación, y los árabes tendrán que aceptarlo, sin los compromisos de los fallidos Acuerdos de Oslo. Por esta razón, Israel debe insistir a toda costa en ambos lados de la ecuación, como sabiamente el Primer Ministro Netanyahu está haciendo en estos momentos.

Colocar un espejo en frente de alguien es un compromiso moral que hay que realizar. En mi opinión, esta es la única manera de que los árabes comprendan que no han abordado adecuadamente a Israel hasta el día de hoy, suponiendo que ellos hayan abordado a los demás.

Si dicha demanda se realiza, y ellos la rechazan hasta hoy mismo, ¿qué más podremos decir acerca de ellos? ¿Qué son racistas? ¿Qué rechazan reconocer a los demás? ¿Qué viven en una realidad imaginaria? ¿O en cambio alegarán que Israel es imaginario, siendo que tal vez sean ellos los que realmente son imaginarios y poco realistas? Después de todo, hasta ahora mismo se afirma que Israel es racista, sin embargo, al rechazar la existencia de un pueblo judío, son ellos los que de hecho serán expuestos a la acusación de racismo. No será fácil para ellos. [N.P.: Siento tener que disentir de Guy Bechor: no les costará nada, no les supondrá casi nada y su decisión tendrá amplios defensores, y comprensivas disculpas, en el mundo occidental].

La nueva fórmula les obliga a ver a Israel con una visión realista. Tiene derecho a existir, es el hogar de 7 millones y medio de personas, y tiene una economía, una vida, una cultura y una existencia. Esto no será fácil para todos aquellos que crecieron con flagrantes ideas antisemitas o con un frío desprecio por todo lo que representa Israel. El espejo colocado delante de ellos les enseñará acerca de ellos mismos.

Ellos no están buscando ahora a Israel, sino a sí mismos. Y no les gusta lo que ven. Sin embargo, no tienen otra opción: sin ello, no habrá estado palestino y no habrá un acuerdo.

Es hora de que, después de más de 60 años, el proceso de educación para la paz con el mundo árabe esté en curso. Será largo y difícil, como los verdaderos procesos educativos tienden a ser, pero no hay que escapar de él. No hay atajos aquí, es inevitable.

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El Norman Rockwell israelí - Zvi (Henry) Zilberstein

Kamtz alef

Sofer Stam

Gimnastik

Boy

Kotel


Tam

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Saturday, April 25, 2009

Los solución de dos Estados-nación - Ari Shavit - Haaretz



El conflicto israelí-palestino no es cuestión de la ocupación. En el caso de que fuera cuestión de la ocupación, surgió en 1967 y no en 1920. Si se tratase de un conflicto sobre la ocupación, habría terminado en 2000 y no hubiera continuado hasta el día de hoy. En el caso de que se tratara de la ocupación, sería fácil poner un final a dicho conflicto por medio de una completa retirada israelí y el pleno reconocimiento palestino de Israel después de la retirada. Sin embargo, la retirada no se está aplicando y el reconocimiento no se produce porque el conflicto no tiene que ver con la ocupación.

El conflicto israelí-palestino es de tres niveles: se trata de un conflicto a propósito de 1967, sobre 1947, y sobre 1917. Sin embargo, lo que subyace en todo ello es el hecho de que el movimiento nacional judío no reconoce al pueblo palestino o sus derechos a esta tierra, y que el movimiento nacional palestino no reconoce al pueblo judío y a sus derechos a esa misma tierra.

De ello se deduce que la paz no se logrará sin el reconocimiento por Israel del pueblo palestino y el Estado-nación palestino, y sin el reconocimiento palestino del pueblo judío y el Estado-nación judío. El único camino hacia la paz es por medio de un verdadero reconocimiento mutuo.

En 1993 en Oslo, en Camp David en el 2000 y en Annapolis en el 2008, Israel ha contribuido en ese largo camino hacia el necesario reconocimiento mutuo. En un primer momento se reconoció al pueblo palestino, a continuación se acordó el establecimiento de un Estado palestino y, finalmente, se aceptó la retirada casi completa y la partición de Jerusalén. Israel, por tanto ha roto un tabú tras otro y ha eliminado objeción tras objeción. Sin embargo, en ningún caso, ni en Oslo, Camp David o Anápolis, los palestinos han ido en paralelo en esos avances. Ellos no han roto ningún tabú fundamental. Hasta el día de hoy no reconocen al pueblo judío, sus derechos o a su Estado-nación.

La mejor ilustración de la negativa palestina se comprobó el año pasado. En el verano de 2008, el primer ministro de Israel Ehud Olmert hizo una propuesta de paz sin precedentes al Presidente palestino Mahmoud Abbas (Abu Mazen): Israel conservaría sólo el 6,5% de la Cisjordania (los bloques de asentamientos) y a cambio de ello los palestinos recibirían una completa compensación territorial en el área del Monte Hebrón, en el Valle de Beit She'an y en las colinas de Judea. Jerusalén se dividiría según una base demográfica, siendo confiados los lugares santos a un régimen internacional especial. Sin embargo, Abu Mazen no aceptó el fin de la ocupación que le ofrecía Olmert. Él rechazó de plano el principio de dividir el país en dos estados-nación.

La importación de esto es meridiana: una doble asimetría existe entre Israel y los palestinos. Por una parte, Israel es el ocupante y los palestinos están ocupados. Pero por la otra parte, Israel reconoce el derecho de existencia del estado del pueblo palestino, mientras que los palestinos no reconocen el derecho a la existencia del estado del pueblo judío.

Para tratar de lograr la paz es esencial hacer frente a estas dos asimetrías simultáneamente. Exigir a Israel que actúe para un establecimiento de un Estado palestino y exigir que los palestinos reconozcan al Estado judío.

Tzipi Livni captó todo el problema y propuso una solución: sustituir la fórmula vacía de una solución de dos estados por la fórmula dos Estados-nación. No, no es necesario que los palestinos reconozcan al Estado judío de antemano. Pero en la medida en que ellos no reconocen el Estado judío, no hay ninguna razón para que Israel reconozca el Estado palestino.

Una posibilidad es que las negociaciones se lleven a cabo sin condiciones previas. La segunda posibilidad es que las negociaciones sean llevadas a cabo entre las dos partes que se han comprometido en una solución de dos Estados-nación que viven el uno al lado del otro y en paz y seguridad. De una manera u otra, la tercera posibilidad es completamente inaceptable.

Se trata de la cuestión de que Israel reconozca de antemano el derecho del pueblo palestino a su libre autodeterminación, mientras que los palestinos se niegan a reconocer el derecho del pueblo judío a su libre autodeterminación. Esa es una asimetría que no conducirá a la paz, tarde temprano, sino que conducirá a un baño de sangre en una guerra total.

Benjamin Netanyahu está tratando de aplicar el meta-principio de Livni. Como era de esperar, la izquierda está tratando de ridiculizar el intento. La imaginaria comunidad de la paz está tratando de sabotearlo.

Sin embargo, en este específico tema Netanyahu está en lo cierto. Sobre esta cuestión de principio él expresa la firme opinión de la mayoría de los israelíes. Si hay una oportunidad para una paz israelí-palestino, debe ser una paz de dos Estados-nación.

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Una esplendida moral antisionista: "haz lo que digo, no lo que yo hago" - David Hirsh - Engage

Omar Barghouti: “Do as I say, not as I do”

Omar Barghouti es uno de los líderes de la campaña de boicot a las universidades israelíes. Él es uno de los fundadores de la PACBI ( la Campaña Palestina para el Boicot Académico y Cultural de Israel). Él asegura que el boicot de Israel es "una forma de justificar la intervención internacional ... [y] un imperativo correcto". Él pasa su tiempo acosando verbalmente a cualquier persona que tenga algo que ver con las instituciones académicas israelíes, diciendo que ellos están colaborando con un régimen racista y de apartheid.

Pero Barghouti ha decidido no boicotear al mundo académico israelí para sí mismo. Ahora está matriculado para estudiar para un doctorado en la Universidad de Tel Aviv. ¿Acaso lo qué es "imprescindible" para los demás no es, al parecer, tan "imprescindible" para sí mismo?.

Cuando un periódico israelí le pidió sus comentarios sobre esta circunstancia dijo lo siguiente: "Mis estudios en la Universidad de Tel Aviv son un asunto personal y no tengo ningún interés en comentar nada".

Hay una campaña para persuadir a la Universidad de Tel Aviv de que expulse a Barghouti, quien no desea para la institución nada excepto males, y que habitualmente pronuncia libelos por todo el mundo.

Pero sus libelos no son verdaderos. Contrariamente a las mentiras de las campañas de boicot, la Universidad de Tel Aviv es una verdadera universidad, y no algún tipo de institución ideológica o pro-apartheid. Así que, por supuesto, la Universidad de Tel Aviv no discrimina a los estudiantes por motivos de etnia o de compromiso político, y por lo tanto no expulsará a Barghouti a pesar de todas esas personas que están indignadas por la hipocresía de Barghouti.

La Universidad de Tel Aviv tiene el derecho a defender la libertad académica de Barghouti. Tal vez aprenderá algo acerca de lo que es una universidad, mientras él tiene el privilegio de estudiar allí..

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¿Los palestinos realmente quieren un estado? - Shmuel Rosner

Mientras los EEUU e Israel discuten sobre el significado de la solución con dos Estados, Robert Kaplan del Atlántic (y basándose en el artículo del profesor asociado de la Johns Hopkins, Jakub Grygiel) sugiere que tal vez los palestinos están mejor sin ella:

La condición de Estado ya no es una meta, comenta Grygiel. Muchos grupos de apátridas "no aspiran a tener un estado", ya que son más capaces de lograr sus objetivos sin él. En lugar de buscar activamente la estatalidad para hacer frente a su debilidad, como hicieron los judíos sionistas en una fase anterior de la historia, grupos como los palestinos abrazan ahora su apatridad como fuente de poder.

Las nuevas tecnologías de la comunicación permiten a la gente conseguir una unidad virtual sin necesidad de un Estado, incluso esas nuevas tecnologías militares pueden dar a esos grupos apátridas una capacidad letal que en las anteriores décadas sólo podrían conseguirse por medio de los estados. Grygiel explica que ahora resulta "muy deseable" no tener un estado, ya que un Estado es un objetivo que puede ser destruido o dañado y, por lo tanto, presionado políticamente. Ha sido la condición de cuasi Estado de Hamas en la Franja de Gaza la que ha hecho más fácil para Israel bombardearla. El estado implica unas responsabilidades que limitan a un pueblo su libertad de acción. Un grupo como Hezbolá en el Líbano, señala Grygiel, probablemente podría hacerse cargo del estado libanés hoy en día, pero ¿por qué debería quererlo? ¿Por qué querer la responsabilidad de proporcionar seguridad y servicios a todos los libaneses? ¿Por qué querer dar a los israelíes tantos tentadores blancos como posibles objetos de represalias? El carácter apatrida ofrece un nivel de "impunidad" frente a las represalias.

En enero, Josef Joffe se hacia la misma pregunta, y su respuesta era negativa, en el Wall Street Journal:

La razón es que una solución de dos Estados no es su prioridad número 1. Ellos lo quieren todo, y si no pueden obtenerlo, prefieren ocuparse de su honor, del orgullo y de un sentido de victimización antes que participar y comprometerse en ese "sórdido negocio" de conseguir un acuerdo o compromiso. En cualquier caso, la simple solución de dos Estados ya está fuera de la mesa. La mayoría de los israelíes (menos los colonos y sus partidarios) ya están alrededor de la solución de dos estados. Pero Israel nunca más abandonará un territorio (como en Gaza) sin asegurarse de que no se convierta en un trampolín estratégico contra su propio corazón. Israel nunca más cederá el control de una frontera, como el corredor Filadelfia, que ha servido como punto de entrada para los misiles iraníes en Gaza, e insistirá en una presencia estratégica en el valle del Jordán.

Y en marzo de 2006, mi amigo Bradley Burston escribió una columna con el mismo título: ¿Los palestinos quieren realmente un estado? :

Hoy en día, la cuestión es saber si los palestinos pueden tomar las medidas necesarias para mantener un estado sigue siendo una cuestión abierta - es decir, si realmente quieren un estado, y no sólo la bandera, que ellos ya tienen, y el representante en las Naciones Unidas, que ya poseen, y una justa indignación, que mantienen en todo lo alto. Y es que si más bien se demanda el derecho de retorno hasta el final de los tiempos, en lugar de aceptar una fórmula que equivaldría a una menor ganancia, y con ella, un Estado palestino, entonces la pregunta se responde sola...

En resumen: hace dos años era una cuestión abierta, más recientemente, sólo encontramos negativas a su posible carácter abierto. Por supuesto, no se trata de zanjar esta pregunta con un no definitivo. Ed. Abington, ex Cónsul General de EEUU en Jerusalén, y ex asesor de la Autoridad Palestina, ha comentado ayer en mi enlace a estos nuevos artículos este mensaje sarcástico: "Estoy seguro que Kaplan y Grygiel tienen razón; la mayoría de los palestinos prefieren vivir bajo la ocupación israelí antes que aceptar la responsabilidad de dirigir sus propios asuntos. Bah ".

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Dos estados, una idea, sin soluciones - Seth J. Frantzman - JPost

Un Estado, dos Estados: Solucionando el conflicto Israel/Palestina - Benny Morris


Benny Morris es el enfant terrible de las instituciones del mundo universitario israelí. Originalmente identificado como un líder de los nuevos historiadores que han tratado de revisar y refundar lo que se consideran como los principales "mitos" sionistas, ha sido posteriormente salvajemente condenado por abandonar lo que se pensaba que era (un compañero de ruta) por sus compañeros de la izquierda académica. El ataque más celebre, un artículo titulado "La escandalosa entrevista de Morris" (2004), del finado profesor de sociología de la Universidad Hebrea, Baruch Kimmerling, hablaba de la "huida" de Morris, quien había "abandonado su manto de historiador y se había colocado la armadura de un judío chovinista que desea la Tierra de Israel completamente limpia de árabes ". Kimmerling llegó a la conclusión de que Morris "carece de cualquier tipo de respuestas significativas".

Morris es un académico admirable precisamente por haber tomado posiciones impopulares que hacían volar ante su propia cara la sabiduría recibida, y luego, tras haber experimentado el fracaso de Oslo, aparentemente cambiar de opinión y de los puntos de vista que había plasmado en su obra más famosa, "El nacimiento del problema de los refugiados palestinos" (1987) .

Al cabo de los años se ha interesado y publicado sobre otros temas, tales como "Glubb Pasha", el general británico de la Legión Árabe, la "Guerra de las Fronteras", entre 1949 y 1956, una historia del conflicto árabe-israelí y un libro sobre la Guerra de la Independencia.

Esas diferentes perspectivas, y el hecho de que se le ha acusado de post-sionismo (por la derecha más extrema) y de sionista extremista (por la izquierda post-sionista y antisionista), debería hacer de él un excelente candidato a la hora de escribir un libro sobre la "solución" del conflicto judío-palestino.

Él no ha sido el primero en abordar este tema. Martin Van Creveld, hizo lo mismo en "Defendiendo Israel" (2004), y Jimmy Carter el último con "Podemos conseguir la paz en Tierra Santa" (2009), son dos recientes adiciones a este sub-género. De hecho, Morris ha escrito este último trabajo tratando de contestar y teniendo en cuanta a la mayoría de esas voces que en la extrema izquierda de Occidente, y de modo habitual en el mundo árabe, han sugerido un retorno a un ideal de un estado binacional para los árabes y los judíos en Palestina, con una mayoría árabe.

Así pues, en este libro se enfrenta no sólo al histórico movimiento judío Brit Shalom, dirigido por Judá Magnes, desilusionado presidente de la Universidad Hebrea que dejo Israel en 1948 cuando sus ideas no fueron aceptadas (por la enorme mayoría de la población), sino también a las voces más recientes, como Virginia Tilley (maestra de conferencias de la Hobart and William and Smith Colleges), el escritor judío europeo Tony Judt y Ali Abunimah, un palestino-estadounidense.

La parte esencial de su libro se compone de una historia de esos movimientos que entre los judíos y palestinos han estado a favor de una solución de uno o dos estados. El lector se introduce en primer lugar en esa periferia representada por un grupo de intelectuales judíos de la Palestina bajo el Mandato Británico y que se adhirieron a un binacionalismo. En un conmovedor pasaje, Arthur Ruppin, un sociólogo y líder sionista, describe como coquetearon y flirtearon con el binacionalismo sólo para encontrarse a sí mismos hurgando en su escritorio, en medio de la revuelta árabe de 1936, para tratar de encontrar su revólver Browning. Ruppin escribe: "Ahora se encuentra en mi mesita de noche". Para él y para otros muchos idealistas, el binacionalismo estaba muerto.

Otra revelación sorprendente es el hecho de que Magnes sostuvo que la solución de un estado debía ser "impuesta [a judíos y árabes], a pesar de su oposición", por la comunidad internacional. Esto es igual de cierto hoy en día, con los llamamientos de los radicales en Israel y en la comunidad internacional para que se produzca una "intervención internacional".

La narrativa de Morris ofrece un excelente "quién es quién" entre los activistas y pensadores judíos y árabes durante la Palestina del Mandato Británico. El autor nos recuerda una vez más los caprichos de la partición del informe Peel y las diferencias entre los partidos árabes. Sin embargo, Morris se aparta de la descripción habitual de la existencia de partidos árabes "moderados" y "extremistas" en Palestina, y en su lugar afirma que todos los dirigentes políticos árabes deseaban imponer una solución a la minoría judía y forzar la existencia de un único estado regido por los palestinos o por algún otro estado árabe como rector. Incluso la mayoría de los árabes moderados, tales como Musa al-'Alami, un burócrata e intelectual, sólo admitían un "cantón judío" dentro de una colonia británica.

Morris llega a la conclusión de que la mayoría de los judíos durante el Mandato Británico, así como los israelíes en los años posteriores transcurridos, han llegado a aceptar la idea de dos estados para dos pueblos. Sin embargo, los árabes no lo han hecho. El historiador lleva al lector a través de los diversos pactos y declaraciones de la OLP, Fatah y Hamas y pone de manifiesto que aun cuando las reclamaciones se hacen desde la moderación, en realidad no reflejan la realidad. No hay ningún estado "laico y democrático de Palestina" en curso de elaboración.

Morris sostiene que todas las soluciones son, o bien casi una "pesadilla práctica", o bien resultan "casi impensables o no realistas". Por lo que aboga por un retorno a una idea de la década de 1970, la de una unión entre Cisjordania y Jordania, con Gaza adjunta a esa "confederación". Esta sorprendente solución debe ser creada frente a la oposición de la monarquía jordana, la cual ha abandonado a los palestinos desde de la guerra civil jordana (Septiembre Negro), y de los propios palestinos, que ya han vivido bajo este régimen desde 1948 hasta 1967. Morris, a falta de una verdadera respuesta, no se centra sólo en las culpas propias, sino en las dificultades para "resolver" el conflicto.

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Tontos útiles y bobos solemnes - Ignacio Ruiz Quintano - ABC



(...)

La actualidad nos dice que los Sarkozy están al caer en Madrid, donde nadie ha resuelto la duda política de si Zapatero es un tonto útil, como tiene sugerido Sarkozy, o un bobo solemne, como tiene dicho Rajoy.

El CNI no revela el coeficiente intelectual de Zapatero. A Popper, que no era ningún rojo, los coeficientes intelectuales le parecían una insensatez de nuestra época: "Lo más probable es que conduzcan a los norteamericanos a perder la próxima guerra mundial, pues sus generales son elegidos con arreglo a su coeficiente".

Sarkozy ve en Zapatero a un tonto útil porque gana elecciones con una miajita de inteligencia. Pero el «tonto útil» es un invento político de los comunistas, que lo diferenciaban del «compañero de viaje». Umbral, que fue las dos cosas, explica que el tonto era, en efecto, un tonto, pero resultaba útil precisamente por tonto. El compañero de viaje, en cambio, marcaba una categoría intelectualmente superior: "Se trataba del intelectual que, sin militar, prestaba su firma a la causa".

La vez que me recuerdo más tonto fue en una manifestación comunista de las Rondas a la plaza de Benavente. En cabeza, Carrillo, otros mandas y yo. En Atocha, Carrillo se marchó a un avión. Ausente el jefe, los mandas me fueron despidiendo como en un duelo, cada uno a su avión. En la plaza subimos a un tabladillo y vi que la noche era tensa de público y maderos. Cuando empecé a leer mi papela, los anarquistas gritaron «que lo lea un obrero». Marcelino Camacho, el único que había quedado, me dijo: «Lee y vámonos, que aquí hay mucho peligro».

Blake escribe que el tonto no entrará en la Gloria, por santo que sea, lo cual no debe de quitarle el sueño a Zapatero, y Pope, que «el tonto con el tonto arman una bárbara guerra civil», como hemos visto con la ley de la memoria histórica. Ruano, estudioso del asunto, enseña a no confundir al tonto con el bobo, variante noble del tonto. El bobo es poético, mientras que el tonto es realista, con un sentimiento urgente del triunfo. Asombra en el tonto la seguridad sin matices que tiene en cada idea, porque los tontos tienen también ideas. Al tonto lo humilla el favor. El inteligente lo necesita. El listo lo utiliza. El bruto no lo entiende. El bobo lo llora. El encumbramiento sin cumbre es prebenda que no da Dios, sino un diablo burlón y, al fin, vengativo de su propia creación.

- Más honda será la caída en aquél que no debió subir.

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En el país (plural) del buen rollito: la siempre poco progresista realidad






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En el país (plural) del buen rollito: el oasis

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Thursday, April 23, 2009

Totalmente de acuerdo con Netanyahu



"En la actualidad, estamos elaborando nuestra política diplomática y de seguridad. Este proceso concluirá antes de mi viaje a Washington, dentro de cuatro semanas. En el marco de estas deliberaciones, tendremos debates dentro del Gabinete y del Gobierno.

Me gustaría establecer una cosa de antemano, simplemente porque ha sido incorrectamente interpretada por los medios de comunicación al día de hoy. Insistimos en que los palestinos - en cualquier acuerdo diplomático con nosotros - reconozcan el Estado de Israel como el estado nacional del pueblo judío.


El conjunto de la comunidad internacional exige que se reconozca el principio de dos estados para dos pueblos, y nosotros estamos descubriendo que se trata de dos Estados, sí, pero no para dos pueblos, en suma, se trataría de dos Estados pero para un único pueblo [palestino], o dos Estados para un pueblo y medio [N.P.: alusión a la idea de conformar a Israel como un Estado binacional, eliminando su carácter de estado judío].


En definitiva, no hay duda de que se nos pide reconocer el Estado palestino como el estado nacional del pueblo palestino, pero tampoco hay ninguna duda, y ello se desprende de las verificaciones y comprobaciones que hemos realizado en nuestras entrevistas con los palestinos, que los palestinos no tienen ninguna intención de reconocer al Estado nacional del pueblo judío.


Por supuesto, esto es completamente inaceptable. No voy a responder ahora a la cuestión de cual será la naturaleza de la solución, de sus componentes y de la autoridad que tendrán los palestinos. Reiteramos que no tenemos intención de gobernar a los palestinos. Nosotros deseamos que ellos se gobiernen a sí mismos, a excepción de aquellos poderes que podrían poner en peligro nuestra seguridad y nuestra existencia. Pero que no haya ninguna duda de que insistiremos en que se reconozca al Estado de Israel como el estado nacional del pueblo judío.


Nunca hemos condicionado el comienzo y la existencia de conversaciones para llegar a un acuerdo a ese reconocimiento previo, pero tampoco podremos contemplar ningún progreso para una futura solución sin esa condición [N.P.: el reconocimiento del Estado de Israel como el estado nacional del pueblo judío].

Por lo tanto, no sólo nosotros respaldamos y creemos firmemente en la necesidad de ese reconocimiento, sino que, en este sentido, reflejamos un consenso muy amplio, no sólo en lo que respecta a este Gobierno, sino también entre toda la nación, dentro de la mayor parte de la nación, y con toda la razón y la justicia".

(Punto nº 2 del Comunicado Oficial del Gabinete del Gobierno Netanyahu del 20-04-2009)

Amén

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Monday, April 20, 2009

¿El baile de moda? Durban II - Dry Bones



- Primero un paso a la derecha... "Matad a los judíos"
- Después un paso a la izquierda... "Maldecid a América"
- Desde hoy... los dos pasos de Durban II... "Destruid América
- Una danza tan pobre como el mismo racismo... "Muerte a los judíos"

Para leer esta viñeta hay que obviar los nuevos tiempos, o sea, Obama's Time, ese presidente tan interesado en ver de cerca los zapatos del rey saudí. ¿Haber quién es el guapo políticamente correcto que lo crítica primero?

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Saturday, April 18, 2009

No lloren por nosotros, judíos de Nueva York - Gil Troy - JPost

Los informes y noticias sobre la angustia de los judíos americanos se apilan más rápidamente que los aviones tratando de aterrizar en hora punta en el aeropuerto de La Guardia. Durante una reciente visita, encantadores y apasionados amigos pro-Israel me hicieron conocer su consternación. Algunos admitieron que evitan hablar de Israel porque "resulta demasiado doloroso". El epicentro de este preocupante sentimiento - y del desdén - parece estar en el Upper West Side de Nueva York, el cual parece seguir siendo la capital de los judíos liberales (N.P.: sinónimo de la izquierda en Europa) de América.

El último desencadenante, por supuesto, es la reacción anti-Israel a causa de la guerra de Gaza. El IDF se ha retirado, Hamas ha reanudado el lanzamiento de cohetes, pero las condenas contra Israel se han intensificado. The New York Times, la Biblia judía de Nueva York, ha alimentado este frenesí. El NYTimes dio una rápida y repetida cobertura de primera página a la repetición de rumores sin fundamento acerca de soldados israelíes que habrían brutalizado a los palestinos, todo ello sin presentar ningún tipo de de información independiente. Días más tarde, con el daño ya hecho, un artículo enterrado en la página 4 mencionaba la defensa del IDF contra esos rumores del estilo de "uno me dijo que alguien le había comentado", mostrando más bien su “desaprobación” más que un decidido rechazo por parte de los altos mandos como por numerosos soldados ante esas “noticias” que tanto se esforzaban en echar abajo su esfuerzo a la hora de minimizar las víctimas civiles.

Y es que la buena gente debe estar enojada con los palestinos, no avergonzada por Israel. Inon, de 25 años de edad, estudiante de derecho convertido en soldado, vio a una anciana palestina quejándose dolorosamente durante la guerra. Cuando se aproximaron los médicos para ayudarla observaron su cinturón de suicida lleno de bombas. "Eso es a lo que nos hemos enfrentado", comenta resignado Inon en www.soldiersspeakout.com. Durante mis dos visitas a la zona de Gaza, la mayoría de los soldados israelíes que conocí mencionaron "HaDilemot", la palabra hebrea para los dilemas que suscitaba una lucha contra un enemigo que se refugiaba detrás de los civiles.

Más recientemente, está la hermosa historia de esa orquesta de jóvenes palestinos de Jenin que tocaron para los sobrevivientes del Holocausto en Holon y que fue disuelta cuando la "moderada" Autoridad Palestina se enteró de ello, clausurándola y prohibiendo ejercer a su director. Los palestinos no sólo denunciaron a su director, sino cualquier intento o señal de "normalización" en las relaciones (con los judíos), algo que supone que los palestinos se enfrenten a la muerte en el caso de que vendan tierras a judíos, y que muchos dirigentes "moderados" de Fatah sigan insistiendo en que nunca reconocerán el derecho de Israel a existir.


No se trata de que se reconozca que se trata de una cultura diferente y de una ideología asesina - siendo el "dilemmot" desgarrador, horrible. Yo aún estoy orgulloso de que en esas circunstancias el número de civiles muertos fuera mucho menor de lo que hubiera sido con cualquier otro ejército en el mundo - incluyendo el de los EEUU. Sí, la muerte es demasiadas veces muy injusta. Pero habida cuenta de las partes enfrentadas (y de que Hamas ha obtenido de contrabando otras 70 toneladas más o menos de explosivos desde que terminó la guerra), que sólo existieran unos pocos cientos de civiles muertos refleja la moral y la disciplina operativa de Israel.

Después de 60 años, Israel ya no debería estar a prueba, con su legitimidad cuestionada en el mundo, y con su popularidad entre los judíos condicionada a su “buena conducta”. Los liberales de América no ponen en duda la legitimidad de los Estados Unidos incluso cuando estaba en la presidencia el odiado George W. Bush. Sin embargo, muchos judíos y no judíos repudian a Israel definitiva y totalmente a causa de una acción, o de un líder. Por lo general, el nacionalismo, el patriotismo, la moralidad, requieren de actitudes más profundas.

Este malestar en Upper West Side indica que si Israel no es ese "Disneyland del Desierto" que prometía ser en el decenio de 1960, no es digno de apoyo. Sin embargo, Israel es ahora más amigable, agradable y progresista en muchos aspectos de lo que fue cuando estaban en su apogeo los kibutz y Moshe Dayan. Israel hoy en día es mucho más funcional, con una mejor calidad de vida de lo que el New York Times deja entender en sus reportajes. En sus titulares pasan por alto la vibrante vida comunitaria, la cálida celebración judía, su forma de vida occidental, su apertura y su diversidad, por no hablar de sus científicos y sus avances tecnológicos.

Sí, al mismo tiempo también hay luchas. Ruth Gavison, profesora de derecho de la Universidad Hebrea de Jerusalém y presidenta fundadora de Metzila, un centro judío de pensamiento liberal, humanista y sionista, abraza la tensión creativa resultante de la creación de un Estado que es a la vez judío y democrático, que es moral y lucha por la supervivencia. El rabino Daniel Gordis, en su convincente nuevo libro “Salvando a Israel: ¿Cómo el pueblo judío puede ganar una guerra sin fin”, nos recuerda que el "nombre Israel” lo ganó Jacob después de luchar con el ángel, representando esta connotación de "lucha“, de interacción del hombre con lo que está más allá de lo humano". Gordis proclama: "El verdadero desafío que enfrenta Israel es producir una sociedad digna de su nombre".

Como los americanos - y en el Upper West Siders en particular – tendrán que adaptarse a esta alarmante nueva realidad económica, que cada vez más se reconoce como prolongada, y que termina con el período Reagan-Bush-Clinton del "Nunca, Nunca más", el cual parecía desafiar las leyes de la gravedad prometiendo desmedidamente una vida sin lucha. Como resultado de todo ello, nuestra conciencia moral colectiva perdió sus límites, algo que la nueva era de austeridad parece que revivirá.

Del mismo modo, el judaísmo moderno parece haberse ido apagando. Muchos judíos, simplemente han dejado de "hacer de o parecer judíos", ya que les resultaba demasiado duro, demasiado molesto cuando había tanto dinero que amasar y tantas cosas divertidas y placenteras que probar. Muchos líderes judíos han alimentado este problema, incrementando el riesgo para el judaísmo, tratando de hacer de la vida judía algo esponjoso, “liquido”, moldeable, como el resto de la vida americana. Sin embargo, ¿para qué molestarse, afín de cuentas esa insoportable levedad del ser judío no afligía a un gran número de judíos, sólo a esos que sentían que los valores judíos sólo eran pálidos reflejos de los valores seculares?

Tradicionalmente los rabinos enseñan acerca de la "neshama yetara", el alma adicional adquirida durante el Shabbat. Esta alma "añadida" daba un impulso semanal a los judíos para estimular su gusto por la redención, mientras les fortalecía para la próxima semana llena de dificultades.

Demasiados de nosotros - y lamento decirlo, también muchos de mis prósperos y bien pensantes amigos del Upper West Side - han perdido ese suplemento de alma. Desde que Yasser Arafat llevó a su pueblo desde las negociaciones hacia el terrorismo, mi familia y yo hemos colocado un asiento adicional durante el Seder como recuerdo de una de las víctimas del terror que ya no podrán celebrar su Seder. Este año también tengo la tentación de dejar otro asiento vacío para todos esos judíos de Nueva York que "deliciosamente construyen sus castillos en la arena”, por su "neshama yetara".

Tenemos necesidad de guerreros judíos, no de angustiados, susceptibles e hipocondríacos judíos. Con razón, los israelíes pueden justificarse diciendo: "No lloréis por nosotros, judíos de Nueva York (y de otros lugares). Nuestro estado, con todos sus retos, está prosperando. Nuestros vecinos - y el mundo - también necesitan de vuestra fijación e insatisfacción".

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¿Los jóvenes judíos americanos, más espirituales, pero más divididos? - J.J. Goldberg - Forward



En una aparente desviación de una tradición secular de escepticismo judío en América, el interés por la espiritualidad está marcadamente en aumento entre los adultos jóvenes judíos, según un estudio publicado este mes.

Los autores del estudio reflejan esta tendencia con un prudente optimismo, lo que sugiere que el incremento de este interés por lo espiritual puede proporcionar una "ruta para un compromiso judío" y "ampliar así la influencia del judaísmo” sobre algunos jóvenes judíos hasta ahora desafiliados. La espiritualidad también puede "servir como un lenguaje religioso" que apacigüe las tensiones dentro de la comunidad judía, afirma el estudio, en particular entre los ortodoxos y los no ortodoxos.

Pero una lectura atenta de las conclusiones del estudio también sugiere lo contrario, quizá apuntando a un futuro posible aumento de la polarización y de la hostilidad entre los judíos. Cabe señalar en particular que son dos los subgrupos de jóvenes judíos que muestran mayor interés por la espiritualidad. Además, son las dos subgrupos judíos de más rápido crecimiento demográfico: los judíos ortodoxos y los judíos en los que al menos uno de los padres no es judío, es decir, convertidos, matrimonios mixtos y/o hijos de matrimonios mixtos.

Desde la época colonial, los judíos americanos se han destacado por su liberalismo y su secularismo. Los modernos estudios sobre las actitudes religiosas en América han constatado repetidamente como los judíos se sitúan entre los niveles más bajos que casi cualquier otro grupo religioso en cuestiones tradicionales como la creencia en una intervención divina y en el más allá, y una asistencia regular a los servicios religiosos.

El nuevo estudio, el primero de su clase, ofrece una visión mucho más amplia y profunda de las actitudes religiosas judías. Se compone de dos encuestas realizadas en septiembre de 2008. Una trabajó con una muestra de casi 1.600 judíos encuestados y la otra planteó las mismas preguntas a algo más de 1.500 encuestados que representaban a la población en general. Los datos son lo suficientemente importantes como para permitir las comparaciones no sólo entre los judíos y los no judíos, sino también entre los diversos grupos demográficos y confesionales judíos.

El estudio fue patrocinado por Synagogue 3000, una organización que trabaja con las congregaciones para su renovación y revitalización. Se llevó a cabo por dos especialistas de la New York Hebrew Union College-Jewish Institute of Religion, el sociólogo Steven M. Cohen y el teólogo Lawrence Hoffman. El cuestionario fue proporcionado on-line y por correo a muestras representativas de la población a través de una empresa de marketing y tiene un margen de error del 3%.

Los resultados obtenidos demuestran que los judíos están lejos de estar a la zaga del resto de los estadounidenses en cuestiones concernientes a los fundamentos de las grandes tendencias espirituales, como el deseo de conectarse con Dios, la frecuencia de la oración comunitaria y privada, la búsqueda de un sentido trascendente y experiencias recientes de naturaleza espiritual.

La espiritualidad, en un sentido amplio, ha tomado un lugar prominente dentro de la cultura general en los últimos decenios. En gran parte, señalan los autores, ese aumento de la espiritualidad está relacionado con el declive de la religión organizada tradicional. La iglesia actual ha dado paso desde la década de 1970 a un creciente interés por el cristianismo evangélico, la religión de la New Age y otras diferentes formas libres de enseñanzas espirituales. Gran parte de este interés se inspira en el lenguaje tradicional protestante con conceptos como la redención personal a través de la gracia, el amor a Dios y la búsqueda de una trascendencia.

Para los judíos, comentan los autores, "ese lenguaje les es ajeno". Los judíos americanos "pueden ser judíos a través de la cultura, la etnicidad, la religión, la consciencia de Israel, las redes sociales, y mucho más". Tienen poco interés en hablar de un anhelo de Dios o de una afirmación de la fe. "En resumen", determinan los autores, los "judíos son menos religiosos que los otros blancos no-judíos".

Sin embargo, el estudio encontró que el interés por actividades espirituales es netamente más elevado entre los jóvenes que entre los mayores. Respecto a algunas cuestiones, los judíos de menos de 35 años mostraron casi el doble de interés por la espiritualidad que el interés mostrado por los judíos de más de 65 años. Los judíos que se sitúan entre ambas edades, de 35 a 64 años, los miembros de la generación baby boom y X, se ubican a mitad de camino entre ambos grupos.

Esta tendencia al aumento de la espiritualidad entre los jóvenes judíos "es aún más importante", dicen los autores, "porque entre los no judíos los jóvenes obtienen unas calificaciones inferiores respecto a su interés por la espiritualidad que las personas de mayor edad". Como resultado de ello, se puede ver una vez una "reducción del gran abismo existente entre los judíos y el resto con respecto a un interés en general por la espiritualidad".

En primer lugar, unas palabras sobre la metodología: los investigadores agrupan las preguntas de la encuesta en grandes categorías - la creencia en Dios, la religión y la importancia de la oración, el apego a los mentores espirituales, la inclinación espiritual en general -, y luego obtienen el promedio de las respuestas dentro de cada categoría para los distintos subgrupos de participantes. Dado este promedio, nos permite una comparación entre los subgrupos.

Esas comparaciones pueden ser dramáticas. Por ejemplo, cuando se mide las inclinaciones espirituales en general - lo que los investigadores han denominado "índice de la espiritualidad" – los no judíos de más de 65 años obtuvieron un 42% de interés, es decir, tres veces superior al 14% que expresaron los judíos con ese mismo rango de edad.

La puntuación sobre la importancia de la religión y de la oración no es muy diferente.

En el conjunto hasta los 35 años, por el contrario, judíos y no judíos llegan incluso a un 28%.

De todas las conclusiones del estudio, las respuestas se reclasifican por el tipo de judío. Los investigadores los agrupan con buena razón en tres grupos: ortodoxos, no ortodoxos con los dos padres judíos y no ortodoxos con al menos un padre o esposo/esposa no judío (es decir, matrimonios mixtos, donde los hijos judíos son fruto de la exogamia y la conversión). Los autores llaman a esta última categoría "judíos por elección", combinando judíos por elección, o conversos, como se les conoce comúnmente, con los hijos de los matrimonios que eligen la forma en que se identifican a sí mismos.

Como ya hemos señalado, los dos subgrupos con una puntuación más alta respecto a su interés por la espiritualidad en general son los ortodoxos y los “judíos por elección”. Los autores sugieren, por lo tanto, que la espiritualidad podría proporcionar un lenguaje común para ayudar a aliviar las tensiones religiosas en una comunidad madura.

Eso no está fuera de cuestión después de todo, ya que muchos de los judíos que hoy se miran los unos a los otros a través de las barreras confesionales, mañana serán primos o hermanos que se reunirán para una boda o un Seder.

Sin embargo, el desglose de las respuestas no refuerza esta noción. Resulta que con frecuencia los judíos ortodoxos tienen una puntuación más alta en áreas donde los "judíos por elección" tienen una respuesta más baja. Cuando los judíos ortodoxos evalúan la importancia de la religión y de la oración, o el papel de un mentor espiritual, su colectivo alcanza puntuaciones tan altas como un 77%. En cambio, las puntuaciones de los "judíos por elección" sobre esas cuestiones no fueron mucho más elevadas que las obtenidas por los judíos no ortodoxos pero con los dos padres judíos.

Por otra parte, los judíos ortodoxos registraron su puntuación más baja, menos del 50%, en el "índice de espiritualidad en general", con una categorización abierta basada en búsquedas y anhelos personales. Los "judíos por elección", por contra, obtuvieron su mayor puntuación en este "índice de espiritualidad en general" - sin contar la creencia en Dios -. En otras palabras, los valores espirituales que animan a la mayor parte de los judíos ortodoxos son los que menos entusiasman a los "judíos por elección", y viceversa.

Es importante señalar que en números absolutos, la puntuación de los judíos ortodoxos es superior a la de los "judíos por elección" en cada categoría. En cuanto a los judíos no ortodoxos pero con los dos padres judíos, puntuaron por debajo del 20% en cada categoría, excepto en la creencia en Dios.

Las cifras que proporciona el estudio de Synagogue 3000 sugieren que el factor más determinante para las actitudes de los judíos "hacia la espiritualidad es el hogar en el que crecieron". Los judíos con sus dos padres judíos suelen heredar las tradiciones de la población americana de origen judío, tradiciones étnicas y seculares judías. Los judíos ortodoxos heredan una mayor disciplina cultural religiosa, mientras que los "judíos por elección" crecen entre dos culturas y son formados por ambas.

Al final, parece que el principal factor causante del aumento de la espiritualidad judía - y que resulta un incremento mensurable -, es el cambio de composición de la comunidad judía. Como muestra el estudio, los judíos no ortodoxos con dos padres judíos representan al 86% de todos los judíos de más de 65 años, mientras que los judíos ortodoxos sólo constituyen el 5% del total de ese ámbito, y los "judios por elección" el 9%. Para los baby boomers y la Generación X, los no ortodoxos con dos padres judíos caen hasta un 77% y los "judíos por elección" aumentan hasta un 17%, mientras que los judíos ortodoxos se mantienen estables en un 6%.

Sin embargo, por debajo de los 35 años los judíos no ortodoxos con dos padres judíos caen a tan sólo un 57%, mientras que los "judíos por elección" alcanzan un 28% y los judíos ortodoxos triplican su número hasta un 15%.

¿Puede la creciente presencia de esta espiritualidad crear un nuevo lenguaje común en esta nueva comunidad judía? Todo es posible, pero parece poco probable. La tradicional, fundada en una espiritualidad ortodoxa, tiene poco en común con el "código abierto" del nuevo sincretismo multicultural de los nuevos judíos. De hecho, muchos de los nuevos judíos ni siquiera son reconocidos como judíos dentro del marco normativo de los ortodoxos, por lo que el diálogo parece poco probable.

En su mayor parte, la carga de una preservación de la unidad judía recaerá en las espaldas del grupo que aún tiene un diálogo con ambas partes, es decir, no ortodoxos, judíos y con los dos padres judíos. Pero se verán forzados a moderar un diálogo espiritual a largo plazo. Ellos son los que están menos interesados por la espiritualidad. Además, están disminuyendo.

Por lo tanto, no es tanto que la espiritualidad sea cada vez más atractiva para los judíos, en la cual no solían estar interesados, aunque exista algo de eso. Es que la mayoría de los judíos que no están interesados en ella están desapareciendo.

Fuente: Forward
Informe completo: Synagogue 300 S3K Reports

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