Sunday, October 31, 2010

Nuestra Esparta contemporánea - Gadi Taub -Ynet



(Este artículo tiene casi un año, pero su argumentación es aún muy interesante)

El debate sobre la congelación de la construcción de los asentamientos desvía nuestra atención de la siguiente pregunta: ¿Por qué, de hecho, alguien todavía considera que vale la pena para nosotros construir allí? La respuesta a esta pregunta tiene una historia compleja.

El argumento original de los colonos era mesiánico, como explícitamente lo declaraba el manifiesto fundacional del movimiento pro-asentamientos Gush Emunim. El rabino Zvi Yehuda Kook también enseñó a sus seguidores que la empresa de los asentamientos representaba una "política divina a la que no podría la política terrenal”. Como una vez afirmó Menachem Felix en el Tribunal Supremo, el argumento de la seguridad no representa un factor excluyente para los colonos. Para ellos, la empresa de asentamientos es una mitzvá.

Sin embargo, Israel no estaba convencido de ello. Es por eso que ese argumento mesiánico de salvación fue sustituido por lo que en principio no era más que un argumento de relaciones públicas y un medio para persuadir a los escépticos: el argumento de la seguridad.

Sin embargo, este argumento también sufrió cambios profundos. Mientras los escenarios apocalípticos que podía temer el IDF aún tenían que ver con masas de tanques iraquíes marchando en nuestra dirección a través de Jordania, el argumento de mantenerse en determinados territorios a fin de ayudar a frenar la invasión. Sin embargo, la Primera Guerra del Golfo puso este escenario fuera de la agenda y lo sustituyó por el de los misiles. Ya no quedó tan claro qué necesidad tenemos de la empresa de los asentamientos para defendernos de los misiles, puesto que la tierra por si misma no pudo detener los Scud.

Y entonces, el proceso de Oslo se puso en marcha, y el argumento de la seguridad cambió. Ya no trataba de la necesidad de frenar una invasión, sino más bien de nuestra capacidad para prevenir el terrorismo mediante el control del territorio. Más tarde, ese escenario dio paso a nuestra necesidad, y capacidad, para evitar los ataques con cohetes Qassam. Y es que como la derecha predijo, en lugar de paz tuvimos terrorismo a cambio de Oslo, y más tarde - como también lo adivinó nuevamente – cosechamos Hamastán y misiles a cambio de una retirada unilateral.

Sin embargo, y mientras tanto, Israel se propuso encontrar una forma de abordar estas amenazas con éxito. En el momento en que Hamastán se estableció en el sur de Israel y Hezbollah pasó de ser un grupo guerrillero a un socio en el gobierno libanés - es decir, en el momento en que comprobamos su emergencia dentro de un gobierno centralizado -, resultó que podíamos hacerles pagar un precio por el terror y los misiles.

Una vez que el polvo se asiente y podamos mirar hacia atrás, hacia el período que se extiende desde 2006 hasta ahora, descubriremos que más allá de todas las discusiones actuales Israel participó en dos guerras exitosas: la frontera norte está tranquila y los ataques con Qassam desde Gaza se han frenado, y los que tratan de disparar un cohete aquí y allá, se ven severamente perseguidos por Hamas. Hemos cobrado un alto precio, en Líbano y en Gaza, y este precio excede de cualquier beneficio que se puede lograr por los cohetes Qassam y Katyusha.

No obstante, incluso más allá de esto, el terrorismo y los cohetes no constituyen una amenaza existencial. Son la pérdida de nuestra mayoría judía y el peligro de un bi-nacionalismo, al que la empresa de los asentamientos nos arrastra, nuestras principales amenazas existenciales.

Por lo tanto, la única justificación que mantiene estable la defensa de la empresa de los asentamientos es el patrimonio histórico o la herencia judía: los asentamientos judíos como salvaguardia de nuestra herencia judía y de nuestra conexión con la Tierra de Israel. Y este argumento debe ser abordado con valentía, porque la conexión con la tierra forma parte de hecho del judaísmo y del sionismo. No obstante, sería erróneo pensar que el judaísmo únicamente se vería reflejado en la empresa de los colonos, mientras que los que apoyan una partición de la tierra sólo poseen su "occidentalización y americanización" de su lado.

Limitar el judaísmo a una mitzvá sobre el asentamiento en la tierra de Israel (que ni siquiera está incluido en los 613 mitzvot enumerados por Maimónides) ha convertido al judaísmo de los colonos en una Esparta armada que sustituye el espíritu por el materialismo y el patrimonio moral de los profetas de Israel por la espada de Joshua Ben Nun. El sionismo de los colonos es una vía rápida hacia una pérdida de los principales logros sionistas (es decir, el Estado judío), y una aceptación de su interpretación del judaísmo como una ruta directa hacia una limitación de la moralidad judía por unos acres de tierra.

Con el debido respeto a la Tierra de Israel, el centro de gravedad del sionismo y del judaísmo siempre fue el espíritu, más que el materialismo. Por esa razón, el sionismo habló de un Estado judío en la Tierra de Israel: "en la Tierra de Israel" en lugar de "en toda la Tierra de Israel”. De hecho, ha llegado el momento de impugnar la pretensión de los colonos de representar la herencia judía y sionista de Israel.

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Regresando a noviembre de 1947 - Sever Plocker - Ynet


Estudiantes en Jerusalém celebran con los periódicos del 30 de noviembre de 1947 el anuncio de la votación de la ONU sobre el Plan de Partición de Palestina y la aprobación de un Estado judío.

En su discurso en la Knesset de hace unas semanas, el Primer Ministro Benjamin Netanyahu exigió que los dirigentes palestinos reconocieran a Israel como el “Estado-nación del pueblo judío". Esta demanda no es infundada: está expresada modestamente y es aceptada por todos los estados que han establecido relaciones diplomáticas con Israel. El presidente de los EEUU, Barack Obama, fue aún más lejos al reconocer a Israel como "la patria histórica del pueblo judío".

Netanyahu exige un poco menos que eso: él quiere que los dirigentes palestinos reconozcan la Resolución de las Naciones Unidas del 29 de noviembre de 1947, la cual condujo a la partición, no palabra por palabra, sino más bien un reconocimiento de su espíritu y esencia.

Sobre la base de esa resolución, dos estados soberanos debían establecerse en Palestina: un Estado-nación judío y un Estado-nación árabe.

La resolución, de hecho, estableció el principio de "dos estados para dos pueblos": El pueblo árabe palestino en el Estado-nación palestino, y el pueblo judío en el Estado-nación judío.

Desde entonces, el término "Estado judío" se ha utilizado como sinónimo de Israel en el mundo: en la Declaración de la Independencia solamente se dio a ese futuro estado judío un nuevo nombre, “Israel". Aunque el movimiento sionista aceptó la resolución de la ONU mientras que el movimiento palestino la rechazó furiosamente, el principio de partición no se ha arraigado en la psique de ambos pueblos durante muchos años.

Recuerdo cómo, durante la lucha para establecer la libertad de los judíos soviéticos, el partido Mapam creó un cartel con un judío soviético en un extremo y un refugiado palestino en el otro, y por encima de ellos una leyenda que decía: "Un hogar para cada pueblo". El cartel fue inmediatamente dejado de lado por los veteranos del partido. Incluso la izquierda del Mapam no llegó a un acuerdo en esa época con respecto a la idea de un Estado palestino. La opinión pública de Israel era aún más resistente.

El cambio comenzó a tomar forma con la firma del tratado de paz con Egipto. El Primer Ministro Menachem Begin reconoció los legítimos derechos de los palestinos en el marco del tratado, cambiando así la esencia del debate político de Israel. Desde entonces, quedó claro tanto para la derecha como para la izquierda de Israel que una nación palestina, con un derecho de autodeterminación, existiría. La cuestión que quedaba dentro del marco intra-judío tenía que ver con las fronteras, en el sentido amplio de la palabra.

Un proceso similar con respecto a Israel se había producido en el lado árabe, pero desgraciadamente no entre los palestinos. De hecho, los líderes palestinos siguen considerando a los judíos como miembros de la misma religión, en lugar de miembros de la misma nación. Ellos están dispuestos a reconciliarse con la existencia del Estado de Israel, e incluso a las compensaciones y la anexión territorial, sin embargo, lamentablemente, rechazan la premisa básica de la partición, esa que describía con tanta precisión en el citado cartel Mapam: "Un hogar para cada nación".

Esto explica también la decisión de los palestinos de abstenerse hasta ahora de declarar un estado independiente y su falta de entusiasmo ante esa perspectiva. Muchos palestinos temen que el establecimiento de un estado palestino sea percibido por el mundo como el total cumplimiento de sus aspiraciones nacionales y la aplicación definitiva de la resolución de partición que desprecian.

Sacando la demanda de reconocer a Israel como "Estado-nación del pueblo judío" o el "Estado del pueblo judío", Netanyahu lleva al conflicto palestino-israelí nuevamente a las discusiones que tuvieron lugar en el otoño de 1947. En su opinión, hay una lógica histórica y nacional para ello, sin embargo, este movimiento también entraña un riesgo inmenso. La decisión de partición incluía cláusulas y nociones que actualmente Israel no podría aceptar. Revisando estas cuestiones abre viejas heridas y no necesariamente juega a nuestro favor.

Netanyahu está muy seguro y convencido de que este riesgo vale la pena. Hasta que los palestinos reconozcan la decisión de la partición y la acepten, en su opinión no habrá paz entre las dos naciones. Su demanda puede ser rechazada, colocando a la paz fuera de juego para siempre. Sin embargo, es posible que 63 años después los palestinos nos sorprendan y acepten el hecho de que Israel es "el Estado-nación del pueblo judío". No está claro si Netanyahu sabría qué hacer con tal reconocimiento y la forma de actuar a continuación.

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Los judíos, obsesión de Bizancio en el siglo VII, ¿un símil histórico del presente? - Rivka Fishman Duker - Controverses


Maximus el confesor y Sofronius de Jerusalém

En la primera mitad del siglo VII, en el momento en que el Islam comenzaba su ascensión, los árabes emprendieron la conquista de grandes extensiones del mundo conocido en ese momento. Sus fervientes creencias religiosas y sus notables aptitudes militares les permitieron difundir su nueva fe durante casi un siglo y abatir reinos que existían desde hacía mucho tiempo. Entre ellos se encontraba el Imperio cristiano de Bizancio en el Mediterráneo oriental, así como el territorio que ocupaban Siria, Palestina y Egipto, el imperio persa zoroastriano, cuyos territorios incluían Persia y Babilonia, rebautizado Irak por sus nuevos amos, y tierras cristianas del norte de África y la España de los visigodos. Carlos Martel detuvo la ofensiva de los musulmanes en Poitiers en el 732.

Aunque el Oriente persa y el Occidente ibérico constituían unas importantísimas adquisiciones para el Islam, nuestra atención se centrará aquí sobre el poderoso heredero de la gloria de la antigua Roma, el Imperio Bizantino (cuya capital Constantinopla no había sido aún conquistada). ¿Por qué Jerusalém, destino próspero de peregrinaciones religiosas y lugar de memoria histórica, orgullo de la cristiandad ortodoxa, se rindió en el 638 a los "sarracenos", esas hordas extrañas y barbaras del desierto? ¿Por qué los líderes del Imperio Bizantino subestimaron el poder de los invasores y la pérdida de tantos territorios y de su autoridad moral?

¿Y cómo los intelectuales y las personalidades políticas de la época explicaron este importante reves moral y militar al que se enfrentaron? Es interesante observar que la inminente ofensiva árabe-islámica no parecía preocupar demasiado a la élite intelectual, política y religiosa de Bizancio. Las fuerzas imperiales habían entrado en Jerusalén en el 628. Allí habían establecido un poder solido después de catorce años de dominación de los persas, quienes habían destruido casi todas las iglesias y monasterios de Palestina y diezmaron su población cristiana. El emperador Heraclio consagró la Iglesia del Santo Sepulcro en el año 630 y restauró la "Verdadera Cruz", una reliquia de la Crucifixión venerada por los cristianos. ¿Bizancio fue cegada por su victoria sobre su terrible enemigo? ¿O es que el Imperio se había acostumbrados a las frecuentes incursiones de los árabes y de otros pueblos en sus fronteras, hasta el punto de no darse cuenta que el avance de los musulmanes no era otro incursión más? En efecto, Bizancio no centró su atención en el enemigo que golpeaba a su puerta sino en los judíos del reino. El emperador y los dos principales líderes de la Iglesia, Máximus el Confesor y su amigo y colega, Sofronius, patriarca de Jerusalén, criticaban a los judíos y al judaísmo cada vez con más virulencia.

El 31 de mayo de 632, el emperador Heraclius, bajo la influencia de estos hombres de la iglesia, toma una iniciativa sin precedentes y publica un decreto que obligaba a todos sus súbditos judíos a convertirse al cristianismo. Este edicto concernía a las regiones de Asia Menor (actual Turquía), Siria, Palestina, Grecia, Egipto y los Balcanes. Aunque no se llevó a ejecución, el decreto les alienaba de los judíos que, en gran número, habían sido aliados de los persas al comienzo del siglo. Las políticas y leyes discriminatorias que ya existían desde hace mucho tiempo empujaron a los samaritanos y a los cristianos no ortodoxos en brazos de los invasores árabes, al mismo tiempo que a los judíos.

Además, en 633-34, Máximus y Sofronius acordaron una atención excesiva a unas polémicas antijudías en las que las violencias verbales no estuvieron ausentes. Mientras tanto, Máximus describía a los árabes como "duros y extranjeros". Inicialmente los contempló como un mal pasajero, para después considerar su conquista de Jerusalém como una maldición divina dirigida contra los pecadores cristianos. En cuanto a Sofronius, sus quejas con respecto a la captura de Jerusalém vapulearon más duremente a los judíos que a los propios conquistadores árabes. Según el estudioso Carl Laga, "la fijación... sobre el problema judío se convirtió visiblemente en una obsesión, lo que impidió que [los cristianos] evaluaran correctamente la importancia histórica real del ataque árabe". Esta ataque, a su juicio, no era más que una nueva expresión, actualizada, del castigo a los cristianos por sus pecados, pero sobre todo era culpa de los judíos por su eterna apistia (incredulidad).

¿Por qué Bizancio fue incapaz de afrontar al verdadero enemigo que amenazaba a la cristiandad con su destrucción física y con unas consecuencias nefastas, para en cambio optar por embarcarse en un largo período de efervescencia anti-judía? Carl Laga señala que los judíos estaban habituados a esa situación y a los anatemas eclesiásticos que les imputaban la situación catastrófica del Imperio. Según Averil Cameron, un gran especialista de Bizancio, los factores de la agresividad anti-judía durante el siglo VII se agregaron los unos a los otros.

Se trataba de los daños permanentes causados por los escritos de los Padres de la Iglesia, de la legislación y las actividades sostenidas del emperador Justiniano contra los heréticos a mediados del siglo VI, del hecho de que los judíos fueran considerados los agentes de ciertas facciones o de algunos pretendientes al trono a finales del siglo VI, y de su reputación de ser partidarios de los persas. Otros estudiosos piensan que los judíos desempeñaron principalmente el papel de sustitutos o una especie de construcción literaria y artística que suplantaba a unos musulmanes a los que cristianismo no fue capaz de derrotar.

De todos modos, a causa de la derrota infligida por el Califato al Imperio de Bizancio, la obstinación de los judíos, que fueron testigos de la decadencia del poder de los cristianos, y que podrían haber sentido o experimentado cierta "sádica alegría" ante esos hechos, despertó de una forma poderosa los viejos estereotipos y prejuicios. Los incrédulos y testarudos judíos se convirtieron así en un poderoso canalizador de las frustraciones de los hombres de la Iglesia.

El recuerdo de los traumatismos del siglo VII evoca ciertos tormentos de la cristiandad de nuestro tiempo, así como las obsesiones permanentes de una gran parte de mundo cristiano y post-cristiano de cara a los judíos. En esa época, como hoy en día, el cristianismo era y es heterogéneo. Hace alrededor de unos decena de años, después de cerca de setenta años de combates intermitentes, el Occidente cristiano y post-cristiano salió victorioso de la confrontación con un viejo adversario, el imperio soviético, y tal como Bizancio, derrotado inicialmente por Persia en el 614 , se impuso más tarde en el año 628, después de siglos de guerras esporádicas.

Hoy en día, una gran población musulmana ha inmigrado a Europa y América del Norte, y no se trata pues de hordas armadas. Una fracción importante de esa población no está dispuesta a aceptar un estatus de minoría. Guarda sus distancias con la mayoría cristiana o post-cristiana y se preserva del estilo de vida occidental que condena. Asimismo da la bienvenida a los conversos y desea propagar su fe. Ante esta configuración, es forzoso tener en cuenta que a un número significativo de los miembros cristianos y post-cristianos de los gobiernos europeos, así como de muchas iglesias y líderes religiosos, parecen atormentarles más los problemas referentes a los judíos y al Estado judío, como a los miembros del clero del siglo VII, Máximus y Sofronius. La persistencia del judaísmo y del pueblo judío, y la existencia de un Estado judío viable parecen desencadenar a sus ojos algunos desafios dolorosos.

La obsesión con los judíos de numerosas iglesias tradicionales anuncia, ahora que sus filas empiezan a clarear, lo que bien podría ser una negación de la realidad exterior que se materializa en la propagación del Islam y en las ambiciones islamistas que amenazan de una manera muy real a los que viven en los estados occidentales. Por lo tanto, como en el pasado, sumándose a un creciente antisemitismo, la condena de los judíos desvía a Europa de los verdaders desafíos a los que se enfrenta. El legado antisemita de los padres del cristianismo es la fuente.

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Saturday, October 30, 2010

El Mensaje. ¿Por qué se envían bombas desde Yemen contra sinagogas de Chicago? - Lee Smith - Tablet


Vidriera de Agudas Achim, una de las últimas grandes sinagogas de Chicago

Esta tarde, las autoridades internacionales anunciaron que habían interceptado dos artefactos explosivos procedentes de Yemen y destinados a dos sinagogas de Chicago. El descubrimiento de los paquetes que contenían las bombas - el primero en Inglaterra y el segundo en Dubai - desató el pánico por la posible presencia de otras paquetes adicionales procedentes de Yemen en aviones con destino Nueva York, Filadelfia y Newark, y en un camión que fue detenido por los agentes en Brooklyn. ¿Qué significa todo esto?

Esto significa que las redes de al-Qaeda en la Península Arábiga son muy activas. Significa que el líder de al-Qaida en Yemen, Anwar al-Aulaki, el ex "moderado" imán de Virginia, el que inspiró al oficial del ejército americano Nidal Malik Hasan para que disparara y asesinara a 12 de sus compañeros militares en Fort Hood (Texas), está tratando de matar a tantos de sus ex-compatriotas como pueda antes de que el gobierno de Obama acabe con él por medio de sus drones o aviones no tripulados. Significa que el gobierno del Yemen es débil, ya que si fuera fuerte, habría encontrado esos artefactos antes de que abandonaran el Yemen o, alternativamente, habrían garantizado que esas bombas no alcanzaran sus destinos, proporcionando el tipo de apoyo logístico que sólo los servicios de seguridad árabes e iraníes pueden ofrecer a los grupos terroristas.

Pero lo más importante es que significa que matar judíos resulta aceptable.

Estos dos artefactos explosivos, dirigidos a la ciudad natal del presidente en la víspera de las elecciones legislativas, constituyen una operación informativa. Y aunque el mensaje no es particularmente sofisticado, lo que lo hace interesante es que los autores parecen haber llegado a una perfecta comprensión del objetivo apuntado. Después de todo, ¿qué pueden tener que ver dos sinagogas de Chicago con el Yemen?

El presidente Barack Obama, el jefe de la Seguridad Nacional, John Brennan, y el portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, todos declinaron cuidadosamente aprovechar la oportunidad ofrecida por esta amenaza bien publicitada para realizar cualquier comentario sobre el hecho de que los judíos de América fueran el blanco específico de los terroristas, y de paso tranquilizar a la comunidad judía por su nivel de protección, o denunciar los ataques planeados contra los lugares de culto judío.

Y sin embargo, en los próximos días, alguien en los medios de comunicación - no sé exactamente quién, pero alguien saldrá - podría argumentar que estas sinagogas fueron elegidas porque el ex jefe del staff presidencial de Obama (Rahm Emanuel), un judío, fuera a presentarse para el cargo de alcalde de Chicago. Sin embargo, en realidad, sólo sería un mensaje a la Casa Blanca para que dejara de perseguir a los militantes islámicos en el Yemen.

¿Absurdas esas sugerencias? Claro que sí. Pero es más plausible que la idea que salga a relucir es que los judíos americanos y sus casas de culto en Illinois fueron amenazados debido a la ocupación israelí de Cisjordania, o por los Altos del Golán, o por las granjas de Shaaba, o bien debido a la existencia del propio Estado de Israel. Alguien y algunos más, sin duda, saldrán con ese argumento, porque casi todo el terror árabe contra los judíos se atribuye ahora - y se justifica - por el conflicto árabe con Israel, que se ha convertido en una excusa asumible para cometer actos de terror contra los judíos.

El terror, la violencia y el derramamiento de sangre contra los judíos vienen en la actualidad pre-empaquetados con una justificación moralista. Por lo tanto, no es visto como una locura, como una violencia enferma, irracional. Es "violencia política". La violencia terrorista siempre resultará irracional e incomprensible, "a menos que las víctimas sean judías". ¿Por qué los terroristas colocaron bombas en América, Londres, Madrid, Casablanca, Mumbai? Debido a que están locos, sólo por eso.

Con los judíos, existen atenuantes: está la ocupación, está Israel, está el apoyo de los Estados Unidos a Israel. El terrorismo puede ser aberrante, pero cuando se trata de los judíos resulta que esos mismos terroristas tienen mucho por lo que estar enojados.

En consecuencia, se supone que debemos considerar estos actos contra los judíos utilizando la razón y expresando nuestro horror, pero siempre teniendo en cuenta ambos aspectos. En otras palabras, el terror contra los judíos puede producir violencia y derramamiento de sangre, pero no repulsión moral si hacemos caso a la razón.

El objetivo de este ataque fueron los judios, pero el objetivo de la operación era informar a todos los estadounidenses, incluyendo a esos americanos que racionalizan los ataques terroristas contra los judíos. Hemos creado el contexto para operaciones e interpretaciones como estas, y vamos a ver muchas más de ellas, junto con más bombas, y todo ello yendo a peor, contra los judíos y contra los no judíos por igual, y es que nuestros enemigos ya se han hecho una idea de nuestro débil carácter.

Estamos buscando excusas para no luchar contra ellos. Por eso aceptarémos sus falsas justificaciones para el asesinato de los judíos.

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La historia interminable - Dry Bones



¿Aún es necesaria la traducción?

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La izquierda española apuesta más que nunca por las energías renovables y sostenibles: "Enorme mariscada de progreso" - LD y ABC



La enorme mariscada del portavoz de IU en Sevilla y el ex gerente de Mercasevilla.

Más de 1.000 euros del erario público. Esto es lo que según ABC costó una enorme mariscada de la que disfrutaron juntos el portavoz de Izquierda Unida (IU) en Sevilla, Antonio Rodrigo y el principal imputado en el caso Mercasevilla, el ex gerente Fernando Mellet, tal y como evidencia una clarificadora foto.

El portavoz de Izquierda Unida en el Ayuntamiento de Sevilla, Antonio Rodrigo Torrijos, es uno de los investigados en el caso de corrupción Mercasevilla y la foto publicada por ABC no le hará ningún favor en estas investigaciones.

Según informa el diario de Vocento, el comunista sevillano compartió una imponente mariscada con el principal imputado de la trama, el ex gerente de Mercasevilla, Fernando Mellet. Comida que costó más de 1.000 euros y que fue pagada con dinero público.

Durante el pleno del Ayuntamiento de este jueves, Rodrigo Torrijos se mostró muy inquieto e intentó defenderse de las acusaciones afirmando que dicha mariscada se habría celebrado en Bruselas, donde habían viajado para participar en una feria del marisco y que "fueron allí para estrechar lazos con el sector y para trabajar". Pues no lo hicieron mal.

Las pesquisas del caso Mercasevilla salpicaron desde un primer momento al representante de IU aunque las informaciones que están siendo publicadas le afectan cada vez de manera más cercana. El caso investiga la petición de comisiones a dos empresarios, la venta irregular de suelos del mercado público y un presunto delito societario.

PD: Si quieren leer las procelosas entretelas del nuevo episodio de atraco público de la casta política nacional, una de tantas, aquí el artículo de ABC. No me extraña nada que la mayor cantera de "políticos" del país del buen rollito la constituyan los familiares - hijos, sobrinos, hermanos... - de estos "servidores y entusiastas del dinero público".

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La recuperación del legado de Rabin – Emmanuel Navon



¿Cómo es que el hombre que declaró que iba a "romper los huesos" de los palestinos cuando estalló la Primera Intifada ha podido convertirse en una especie de Mahatma Gandhi de la izquierda israelí?

Como cada año, la conmemoración del asesinato de Yitzhak Rabin es un ejercicio de falsificación histórica y de intimidación emocional. Ha llegado el momento de poner las cosas en orden.

Rabin se crió dentro del movimiento nacionalista Palmaj. Él fue un sabra puro: un judío de Esparta, no de Atenas, alguien dedicado a luchar más que a pensar. Oficial de talento, siguió la carrera ideal de la clase gobernante ashkenazi: alto oficial del IDF, jefe de Estado Mayor, embajador en los EEUU, diputado del Partido Laborista, Primer Ministro. Por así decirlo, un verdadero WASP (White, Ashkenazi, Sabra, Paracaidista).

En sus dos períodos de tres años como primer ministro (1974-1977 y 1992-1995), Rabin tuvo que lidiar con unas decisiones de política exterior a las que se había opuesto inicialmente, y en ambos casos abrió el camino a la victoria electoral de la derecha. En 1975, Rabin fue coaccionado básicamente por Gerald Ford y Henry Kissinger para una retirada de un 20% de la península del Sinaí a fin de que los EEUU convencieran a Sadat de que abandonar la alianza egipcio-soviético tenía sentido. Y cuando Rabin volvió al poder en 1992, no era un líder que había "visto la luz", como algunos quieren hacérnoslo creer ahora, sino que más bien era un hombre que fue manipulado para que firmara un acuerdo que, con razón, sospechaba arriesgado.

Rabin quería organizar elecciones en los territorios a fin de establecer un liderazgo local palestino con el que Israel podría negociar la situación provisional de la Ribera Occidental y de Gaza, como se señala en la Iniciativa de Paz israelí de 1989. Rabin creía que un liderazgo palestino moderado, ajeno a la OLP, podría surgir en los territorios. Por el contrario, Peres opinaba que Israel debía establecer un contacto directo con la OLP y verificar la seriedad del liderazgo palestino en Túnez.

Tras la presentación de su gobierno en la Knésset en julio de 1992, Rabin declaró el compromiso de Israel con el fortalecimiento de los asentamientos "estratégicos" en la Ribera Occidental: "El Gobierno seguirá mejorando y fortaleciendo los asentamientos judíos a lo largo de las líneas de confrontación, debido a su importancia para la seguridad y para el Gran Jerusalém". Rabin también descartó cualquier negociación sobre Jerusalén: "El Gobierno se mantiene firme en su determinación de que Jerusalén no será objeto de negociación. Todo aquel que crea que un Gobierno de Israel podría comprometerse a negociar el destino de la Jerusalém unificada está loco. Israel, el pueblo judío, nunca negociará el destino de Jerusalém. Es nuestra y lo será para siempre”. Y advirtió que Israel favorecería la búsqueda de la seguridad sobre la de la paz: "La seguridad tiene preferencia incluso sobre la paz".

Después de junio de las elecciones de 1992, Rabin concedió de mala gana la cartera de Asuntos Exteriores a su eterno rival, Shimon Peres. Se acordó entre ambos que Rabin sería responsable de las relaciones de Israel con los Estados Unidos y de las negociaciones bilaterales con la delegación palestina en Washington, y que Elyakim Rubinstein seguiría siendo el jefe de la delegación israelí en Washington. El papel de Peres con relación al proceso de paz se limitaría a las "negociaciones multilaterales". Un mes después de la formación de su gobierno, Rabin accedió a regañadientes a nominar a Yossi Beilin como viceministro de Asuntos Exteriores.

En septiembre de 1992, como Beilin se sentía frustrado por su falta de control sobre las negociaciones bilaterales, su homólogo noruego Jan Egeland, cuando realizaba una visita a Israel, le sugirió la idea del canal secreto que había acordado hace tres meses con Yair Hirschfeld, Faisal Husseini y Terje Larsen. Beilin y Egeland acordaron iniciar conversaciones secretas entre Israel y la OLP en Oslo. Dado que Rabin había prohibido al mismo Peres reunirse con Faisal Husseini, Beilin no podía esperar razonablemente que Peres le permitiera reunirse con representantes de la OLP en Oslo. En consecuencia, Beilin pidió a Hirschfeld que viajara a Oslo para iniciar las negociaciones secretas con la OLP. Rabin no tenía conocimiento de estas conversaciones secretas.

Cuando Peres informó a Rabin sobre el canal de Oslo, Rabin no fue entusiasta, y advirtió a Peres de no torpedear las conversaciones de Washington. Sin embargo, parece que Rabin no creía que las conversaciones secretas en Oslo dieran resultados sustanciales, y así dejó que Peres siguiera adelante.

Durante su campaña electoral de 1992, Rabin se comprometió a firmar un acuerdo provisional con los palestinos en un plazo de nueve meses. En marzo de 1993 (ocho meses después de las elecciones), no había aún perspectivas de un acuerdo provisional con los palestinos a través de las conversaciones de Washington. Por el contrario, Hirschfeld (junto con Ron Pundak) habían acordado una declaración de principios con Mahmoud Abbas, y todo lo que necesitaba era la luz verde de Rabin.

A principios de mayo de 1993, Peres logró convencer a Rabin de que el canal de Oslo era la última esperanza del Gobierno, y Rabin decidió enviar a Oslo al Director General del Ministerio de Asuntos Exteriores, Uri Savir. Sin embargo, unos días más tarde, Rabin remitió una carta a Peres en la que denunciaba el proceso de Oslo. Rabin decía en su carta que el secreto con que se desarrollaban las conversaciones de Oslo en realidad socavaban el proceso de paz, y que la OLP de Túnez manipulaba a Israel en Oslo con el fin de torpedear las conversaciones de Washington.

Finalmente, Rabin dio su luz verde a Oslo, pero sólo porque no había podido llegar a un acuerdo con los palestinos en Washington. Pero él no sólo no inició este proceso sino que tenía serias reservas al respecto.

Rabin fue un hombre honesto y decente que se preocupaba por el bienestar de sus soldados y la seguridad de su país. Y aunque fue un oficial talentoso del ejército, como líder político era torpe, muy poco carismático y pragmático. Finalmente aprobó y firmó un acuerdo que otros habían concebido y negociado sin su conocimiento y contra su plataforma electoral. El hecho de que los polémicos Acuerdos de Oslo le costaran la vida resulta una tragedia, y nadie tiene el monopolio sobre el dolor y la vergüenza que cayó sobre nosotros en noviembre de 1995.

En cuanto a que Rabin era un "pacifista renacido", eso es un fraude histórico y de hecho. Las dos palomas gigantes que adornan el Centro Rabin en Tel-Aviv son una mezcla de mal gusto estético y de deshonestidad intelectual. Al conmemorar la trágica muerte de Rabin, deberíamos honrar su memoria mediante el respeto por lo que él fue y no por lo que no fue.

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Friday, October 29, 2010

Nocturno en Safed - Idan Gazit

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Un mar haredí de mediocridad - Aviad Kleinberg – Ynet



La insensatez de la idea de una ley que permitiría a una parte creciente de la población de Israel eludir trabajar es más que manifiesta. La estúpida ley de subsidios para los estudiantes de yeshiva (Ley de complemento de los ingresos) es mala tanto para los laicos (porque es discriminatoria con ellos, y porque aumenta su carga, ya de por si grande) como para los haredim, ya fomenta al mismo tiempo en su seno la pereza y la mediocridad.

La comunidad académica haredí es una sociedad en la que quienes quieren ganarse la vida trabajando son condenados a no formar parte del proyecto colectivo, es decir, el estudio sin fin de la Torá (y de hecho, de todo el Talmud). Sin embargo, el estudio intensivo de la Torá y el Talmud sólo resulta adecuado para unos pocos.

Piensen por un momento sobre lo que les sucedería a todos los ciudadanos israelíes si fueran obligados a estudiar día y noche las teorías de los grandes filósofos franceses. Podemos suponer que un pequeño grupo de estudiosos serían muy capaces de extraer beneficios de estos estudios: nuevas y más complejas interpretaciones, nuevas sensibilidades y nuevos y originales puntos de vista. Sin embargo, la mayoría de las personas perderían su tiempo y su energía para nada. Ellos no se beneficiarían demasiado de sus estudios ni producirían algo de valor. En suma, se aburrirían.

El estudio de textos complejos, tales como el Talmud, no es para todos. No es de extrañar pues que la comunidad académica haredí haya producido muy pocos textos valiosos a pesar de su inversión masiva en el estudio. En lugar de escuelas o centros de admisión de difícil acceso debido a unas estrictas exigencias, estas instituciones educativas haredís se han convertido en unos centros sin ningún tipo de criterios de admisión, aptas tanto para las personas con talento como para aquellas que carecen de él, accesibles tanto para los interesados en los estudios como para los desinteresados.

Por lo tanto, incluso los estudiantes con talento se encuentran sumidos en un mar de mediocridad, donde la motivación es más importante que el resultado.

Sin embargo, si estas yeshivas no generan importantes conocimientos espirituales, ¿por qué mantener esos enormes centros de producción de títulos cuyo número aumenta según disminuye su valor intelectual? Pues porque producen complacencia y asentimiento y refuerzan a las jerarquías. Fortalece el poder de una comunidad – una peligrosa alianza de rabinos y funcionarios – que refuerza su voluntad de cara a los demás.

En la comunidad ultraortodoxa, donde sus miembros tienen estrictamente prohibido adquirir las herramientas que les permitirían estar libres del abrazo del oso de sus jerarcas y maestros, la gran mayoría ve deteriorada su situación al verse forzada desde la infancia a una situación de dependencia económica, social y espiritual con sus líderes espirituales.

El resultado de este tipo de dependencia nunca podrá ser la creatividad y la vitalidad. En su lugar, emite un olor a miedo y mediocridad. Y si ustedes me lo preguntan, considero que esta comunidad académica constituye un peligro real para el desarrollo espiritual del judaísmo más allá del peligro que representa para el bienestar del Estado de Israel.

Por supuesto, nadie en el sector haredí se preocupa por mis puntos de vista. Ese paciente no está interesado en su cura. Lo que sí resulta indignante es que el primer ministro Benjamin Netanyahu sea tan consciente como yo de los graves daños que esta ley va a causar. Y es que un aumento inmenso de la ociosidad pública es una amenaza económica. La creación de un inmenso sector donde domine la frustración y donde la desesperación sea la norma es una amenaza social.

Netanyahu demostró que era consciente de todo esto cuando cortó los subsidios del gobierno durante su mandato como ministro de Finanzas en el gobierno de Sharon. Es poco probable que haya cambiado sus puntos de vista desde entonces. De hecho, las personas de 61 años de edad no suelen cambiar fácilmente de opinión. Sin embargo, Netanyahu teme por su puesto, y por ello está dispuesto a actuar de una manera que pone en peligro la seguridad de Israel.

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Cinco golpes que redujeron el campo de la paz israelí - Moshe Arens - Haaretz



El ex presidente de EEUU Bill Clinton fue muy poco diplomático y acertó sólo parcialmente cuando afirmó hace poco que los israelíes que se mostraban más escépticos con respecto al proceso de paz eran sobre todo los inmigrantes recientes de la Unión Soviética y los procedentes del mundo árabe (los refugiados judíos expulsados de los países árabes). Es cierto que muchos inmigrantes rusos todavía no han absorbido las nociones "liberales" que actualmente prevalecen en el mundo occidental, y que tienden a mirar a los vecinos árabes de Israel con una gran dosis de "realismo" que se remonta a la experiencia soviética. Y también es cierto que muchos israelíes originales de los países árabes sienten que tienen una mejor comprensión de los árabes que la que puedan poseer los israelíes ashkenazies de orientación progresista y que pueden estar albergando ilusiones injustificadas.

Pero el escepticismo sobre el proceso de paz en Israel no se limita a ellos. Con los años, este escepticismo ha sido adoptado cada vez más por amplios segmentos de la sociedad israelí. Los resultados de las elecciones en los últimos años demuestran claramente esta tendencia: la escena política israelí se está desplazando hacia la derecha.

El proceso de paz ha sufrido cinco golpes sucesivos que han generado un creciente desencanto en muchos de esos que en un momento u otro se vieron a si mismos como formando parte del campo de la paz. La "reducción de la izquierda" en la política israelí no es casual.

En primer lugar, gran parte del entusiasmo que acompañó a los Acuerdos de Oslo se ha evaporado con el reconocimiento de que estos acuerdos, a pesar de la concesión del Premio Nobel de la Paz a Isaac Rabin, Shimon Peres y Yasser Arafat, fueron un fracaso.

En segundo lugar, la retirada unilateral de la zona de seguridad del Líbano, en un principio un movimiento muy popular, alentó a los terroristas palestinos y dio lugar a la potenciación del papel de Hezbolá en el Líbano, conduciendo finalmente a la Segunda Guerra del Líbano.

En tercer lugar, la ola de terror palestino durante la Segunda Intifada que provocó el asesinato de un millar de israelíes y que tuvo que ser sofocada por la entrada de las Fuerzas de Defensa de Israel en Judea y Samaria.

En cuarto lugar, la retirada de la Franja de Gaza, con un amplio apoyo en su momento, y que ahora es contemplada como un error trágico por muchos.

Y en quinto lugar, la Segunda Guerra del Líbano produjo, en efecto, tener en cuenta a Hezbolá en el Líbano. La aparición del presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad en nuestra frontera norte a principios de este mes, sólo ha servido como recordatorio para muchos de los riesgos que amenazan a Israel desde el norte. Y también existe el peligro de Gaza en el sur. ¿Y quién querría contemplar y asumir otro peligro similar estableciéndose en el este (la Ribera Occidental)?

Puede haber muchas razones para la desaparición del Partido Laborista, pero el motivo principal es que se ha desviado de la corriente principal de la opinión pública del país. El partido, que durante años capturó y formó parte de la corriente principal de la opinión pública, se posicionó como el partido de la paz con los Acuerdos de Oslo y nunca recuperó su posición en el centro. Con el tiempo llegó a ser casi indistinguible del Meretz, en la extrema izquierda, y son estos dos partidos todo lo que queda de la izquierda política en Israel.

Kadima explotó muy hábilmente esa situación, posicionándose ligeramente a la izquierda del centro, la tradicional posición del Partido Laborista, “canibalizándole” en las últimas elecciones.

Como el escepticismo sobre el proceso de paz crece, la contienda política más importante en estos momentos se sitúa entre el Likud y Yisrael Beiteinu, los dos principales partidos de la derecha.

El primer ministro Benjamin Netanyahu estuvo a punto de perder las últimas elecciones, pero no por Tzipi Livni (Kadima), como ella afirmó, sino a manos de Avigdor Lieberman, el líder de Yisrael Beiteinu. Fue ese partido quien redujo la ventaja del Likud durante las últimas semanas antes de las elecciones, capturando los votos del Likud principalmente en el sur del país, con su insistencia en que el ejército israelí debería haber terminado el trabajo en Gaza, mientras que Netanyahu se mantuvo en silencio sobre el tema.

Ahora que Netanyahu está promoviendo las negociaciones con el presidente palestino Mahmoud Abbas, preparando nuevamente a Israel para realizar más "concesiones dolorosas", adoptando la denominación palestina de Judea y Samaria - la Ribera Occidental -, y afirmando que él puede llegar a un acuerdo dentro de un año, se arriesga a perder más votos a favor de Lieberman.

Lieberman está lejos de ser una opción ideal para muchos votantes del Likud, pero éstos pueden llegar a sentir que si Netanyahu se desvía demasiado a la izquierda no tendrán otra opción, y ustedes pueden contar con que Lieberman aprovechará esta oportunidad.

Parece que los israelíes no sólo son cada vez más escépticos sobre el proceso de paz. La última encuesta realizada por el American Jewish Committee encontró que el 76% de los judíos de América están de acuerdo con la afirmación de que el verdadero objetivo de los árabes no es la devolución de los territorios ocupados sino la destrucción del Estado de Israel. Si esa es también la opinión del público israelí, podría explicar mucho de lo que sucede hoy en día en la escena política de Israel.

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Thursday, October 28, 2010

Israel vs Vaticano. Respuesta virulenta: El Sínodo contra el Vaticano II - Raphael Drai – UPJF



En tanto que no sean rechazadas por Benedicto XVI, las últimas declaraciones del Sínodo de los Obispos para el Oriente Medio darán de la Iglesia Romana una imagen calamitosa.

Pasemos por alto el tono de esas declaraciones que revelan pura y simplemente vestigios de un pogromo verbal (entre otras aserciones medievales: “la llegada de Cristo ha puesto fin al concepto bíblico de Tierra Prometida“). Es necesario centrarnos más bien al fondo de ellas y a la mentalidad supuestamente apostólica que revelan. En el 2010, a comienzos del siglo XXI, nos ha sido dado escuchar a los líderes de una religión - en este caso la religión católica - juzgar desde lo alto de no se sabe qué supereminencia profética, la validez teológica de otra religión: la religión judía.

Además de la verdadera agresión sectaria que envuelve esta actitud, se revela el desprecio total de dicho Sínodo por la Declaración Universal de los Derechos Humanos y por la Convención Europea de Derechos Humanos que prohíben las conductas insensatas de tal naturaleza. Imaginemos por un segundo lo que serían las relaciones entre cristianos y judíos si una reunión de rabinos declarara urbi et orbi que el cristianismo no es más que un neo-paganismo que ha transformado a un ser de carne y hueso en una divinidad asirio-babilónica [N.P.: imagino que es una alusión al culto mistérico de Mitra (más bien indoiraní), y a la supuesta influencia de esta religión por un presunto nacimiento virginal de Mitra (que se celebraba el 25 de diciembre); el día sagrado del mitraísmo era el domingo, y no el sábado; así como por una supuesta muerte y resurrección de este personaje; y varios puntos más que relacionan íntimamente su vida con la de Jesús de Nazaret].

Es necesario que los inspiradores y redactores de esta declaración sinodal lo comprendan bien: la existencia judía, aunque no les guste, está fundada sobre una Alianza que ellos no tienen el poder de desligar o de derogar sin arruinar de paso los fundamentos de su propia fe. El pueblo judío es y seguirá siendo el pueblo de la Alianza con un Dios que no ha gastado su tiempo en volverse atrás. La tierra que le ha atribuido es su tierra y tienen por capital una ciudad indivisible nombrada en Yerouchalaïm y Sión.

En verdad, esta declaración sinodal está determinada por uno de los aspectos más sórdidos: la cobardía. Esos cristianos del Oriente Medio parecen obligados a demostrar sus pruebas de lealtad a esos países árabes donde intentan sobrevivir.

Pero no es menos cierto que ese cristianismo parece preferir morir en la tierra del Islam que vivir con Israel. Veremos muy claramente a dónde les conducirá esa elección mórbida. Mientras tanto, parece evidente que el Gran Rabinato de Francia debe hacer oír cuanto antes en esos ámbitos la más neta de sus condenas.

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¿Israel vs Vaticano? Respuesta ilustradora: Esclareciendo Palestina para el Vaticano - Benny Morris - National Interest



Una reunión desarrollada en el Vaticano la semana pasada y que reunió a los líderes de la iglesia Católica del Oriente Medio, denominada la "Undécima Congregación General de la Asamblea Especial para el Oriente Medio del Sínodo de los Obispos", ha recibido relativamente poca atención por parte de la prensa. Un poco de iluminación sobre su desarrollo y conclusiones resulta necesario.

El Papa Benedicto XVI asistió a algunas de las deliberaciones y, sin duda, los funcionarios del Vaticano supervisaron cuidadosamente las resoluciones de los obispos finalmente publicadas. Es ahí donde los obispos, que en su declaración final condenaron el antisemitismo (y, para mantener el equilibrio, la islamofobia, aunque esperen un minuto, verdaderamente... ¿cuántos musulmanes han sido asesinados a causa de la "islamofobia"?), y aprobaron una "solución de dos estados" y unos límites seguros para "el Estado de Israel", dijeron finalmente condenar todas las formas de violencia. Pero al mismo tiempo, instaron a "poner fin a la ocupación de los distintos territorios árabes", sin aclarar si se hablaba sólo de Cisjordania, la Franja de Gaza y Jerusalén Este, los territorios "palestinos", o todo el territorio del antiguo Mandato de Palestina (Esta ambigüedad es a menudo característica de las publicaciones sobre Palestina).

Los obispos (la mayoría de ellos, o todos, árabes), cuyo cometido era examinar el estado del cristianismo y la situación de los cristianos en el Oriente Medio, parece que en su declaración final dedicaron una cantidad excesiva de su tiempo a la cuestión de Palestina / Tierra de Israel (si tomamos en cuenta el cometido afrontado). Bueno, por supuesto, se trata del Dios de la "Tierra Prometida", aunque uno de los obispos participantes, Cirilo Bustros Salim, un arzobispo melquita de Boston, pareció negar esto). No obstante, todos estarán de acuerdo en que la comunidad cristiana de Palestina es numéricamente insignificante.

Los obispos críticaron el "impacto del conflicto Israel-Palestina en toda la región" (¿se debe realmente él la causa, o lo que ha influido, en el continuo y masivo derramamiento de sangre en Irak esta última década, en Sudán, en Turquía / Kurdistán, Afganistán y Pakistán?) y hablaron de que "los palestinos están sufriendo las consecuencias de la ocupación israelí, la falta de libertad de movimiento, el muro de separación, los puestos de control militar, los presos políticos, [y] la demolición de viviendas". En su declaración final, los obispos expresaron su
"solidaridad con el pueblo palestino, cuya situación actual fomenta el fundamentalismo" (¿y tal vez también el aumento simultáneo del islamismo en Filipinas, Tailandia, Nigeria, Irak, Gran Bretaña y Holanda?, ¿o quizá se trate de un fenómeno general en el mundo musulmán y resultado de tendencias profundas y razones de amplitud mundial?, ¿o tal vez esto último también intervenga, al menos en buena medida, al crecimiento del fundamentalismo en las poblaciones de Gaza y Cisjordania, y entre la minoría árabe de Israel?)

La declaración final también incluía lo que parece ser una bofetada al movimiento de los colonos israelíes: "El recurso a posiciones teológicas y bíblicas que utilizan la Palabra de Dios para justificar erróneamente injusticias, no resulta aceptable" (aunque yo creo que la Iglesia Católica, durante muchos, pero muchos siglos, ha recurrido a la teología y a las Escrituras para justificar sus propias e inmensas injusticias contra, por ejemplo, los indios americanos de América y los propios judíos).

Los obispos dedicaron una gran cantidad de tiempo a tratar la emigración de cristianos del Oriente Medio, una región que en el siglo VII era de abrumadora mayoría cristiana. Hoy en día, quedan pocos cristianos en la enorme franja de territorio entre Pakistán y el Océano Atlántico (con excepción de la relativamente importante comunidad copta de Egipto y la rápida disminución de las comunidades cristianas del Líbano). La vida entre los musulmanes durante los últimos catorce siglos, al parecer no ha resultado ser un lecho de rosas para los cristianos: hubo matanzas, conversiones forzadas y semi-forzadas, y una emigración masiva. En los últimos años han sido testigos del movimiento de cristianos desde Irak hacia Occidente, con las dos recientes guerras del Golfo (y la generación de fuertes corrientes anti-occidentales y anticristianas) precipitando el éxodo final.

Los obispos debidamente mencionaron el reciente "asesinato de los cristianos" en Irak, pero insistieron especialmente en la des-cristianización de Palestina. Sin duda, la ocupación israelí
también ha pesado entre los cristianos locales, y muchos de ellos tienen miedo de ser atrapados entre el martillo (de los musulmanes) y el yunque (judío). Sin embargo, la islamización de los territorios ocupados parece no haber jugado un papel importante en las defecciones cristianas.

La ciudad tradicionalmente cristiana de Belén es hoy en día, por lo menos, en dos de sus terceras partes musulmana, y varios cristianos en los últimos años fueron asesinados en la Franja de Gaza, siendo la librería cristiana de Gaza bombardeada hace unos años. No creo que se haya reconstruido.

En la Ribera Occidental, la intimidación no ha sido tan evidente, pero hay una constante migración de los cristianos hacia el exterior y Occidente. En la Palestina del Mandato Británico, un 10% de los árabes eran cristianos, hoy, probablemente, rondan un 2.3%.

De hecho, la única zona de la Palestina del Mandato que ha visto un incremento en el número de cristianos durante las últimas décadas es Israel. Pero los obispos árabes se guardan muy mucho de mencionar este dato.

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Wednesday, October 27, 2010

La Ley de Ciudadanía y ¿VIII? - Una posición popular, pero problemática - Yossi Alpher - Bitterlemons



N.P.:
No tenía intención de proseguir con la publicación de más artículos sobre la nueva Ley de Ciudadanía, pese a tener en conserva dos artículos más - uno de Gershon Baskin, en Bitterlemons, "El depósito del reconocimiento", y el otro de Alexander Yakobson en el Haaretz, "Un ley innecesaria y una histeria innecesaria" -, pero el de Yossi Alpher es muy interesante por un motivo especial.

Es el único que deja entender a las claras la búsqueda por parte palestina de una autodeclaración de Israel de culpabilidad, por el desarrollo funesto que supuso para la parte árabe la guerra que ellos mismos declararon. Y esa búsqueda de un reconocimiento del "nacimiento en pecado" de Israel tiene dos ramificaciones.

La ramificación interna, la que implica directamente a Israel, busca delimitar su futuro mediante una necesaria "penitencia" y una autoculpabilización prácticamente sin fin - de ello se ocuparía la parte árabe y occidental que apoyan esta "introspección" suicida -.

La ramificación externa tiene dos vertientes: la primera tiene como objetivo exculpar la enorme responsabilidad que tienen los dirigentes árabes y palestinos en el destino de los refugiados palestinos al empujarlos a una miseria constante para así reservarlos como futura baza, mientras que la segunda vertiente permitiría a los árabes no cerrar el conflicto gracias a ese autoreconocimiento interno y externo de una culpabilidad judía que se querría inagotable.

Otro elemento a destacar es la "interpretación de la asunción de la culpa". Dentro de los ámbitos liberales y progresistas occidentales, la penitencia, la asunción de la culpabilidad, tendría "efectos positivos". Y es que frente a unas posibles indemnizaciones o reparaciones más bien mediáticas que materiales, existe la recompensa moral del arrepentimiento: la demostración de la superioridad moral por el reconocimiento de la culpa, la cual, verdaderamente, no implicaría tampoco demasiados sacrificios materiales. El ego, el narcisismo y la superioridad moral de la izquierda estarían presentes.

La otra interpretación de la asunción de la culpa, esta vez por parte de las "víctimas", implicaría su ratificación en el papel acrítico de víctimas, con lo que representa de consecución de un estatus de inviolabilidad y justificación ante las posibles críticas que pudieran surgir con posterioridad ("las futuras culpas y las responsabilidades las tendrían la explotación que sufrimos").



La demanda del reconocimiento de Israel como "Estado judío" o "Estado-nación del pueblo judío" por parte del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu es muy popular entre el público israelí. A la derecha le gusta porque es patriótica y aparentemente "anti-árabe". La izquierda y el centro no pueden oponerse, ya que encaja con su énfasis en acabar con la ocupación a fin de mantener a Israel como un Estado judío y democrático a la vista de la amenaza demográfica. Netanyahu aún puede ganar crédito si obtiene que el presidente Barack Obama respalde la demanda del estado judío.

Si Netanyahu es consciente o no de ello, los orígenes de esa demanda explícita de que los palestinos reconozcan Israel como Estado judío se remonta a las conversaciones de paz de la última década: en Camp David en 2000, Taba en 2001 y las conversaciones de Olmert y Abbas de 2008. Fue sólo en el curso de estos intentos de discutir las cuestiones “existenciales” o el "núcleo" final del estatuto definitivo de los refugiados y del derecho al retorno, junto con la cuenca Santa de Jerusalén, cuando los israelíes fueron muy conscientes de la importación definitiva de las posiciones de negociación palestina.

En estas negociaciones, los israelíes se confrontaron a las demandas palestinas de que Israel reconozca el derecho al retorno - independientemente del número de refugiados repatriados realmente - y a su afirmación de que Israel no tiene derechos sobre el Monte del Templo, porque "nunca hubo un templo [judío] allí". Estas posiciones parecen reflejar una insistencia en que el acuerdo de estatus final entre Israel y Palestina exprese, al menos a los ojos de las futuras generaciones de palestinos, un rechazo fundamental por parte árabe a considerar a los judíos como indígenas de Oriente Medio, gozando por lo tanto del derecho a la autodeterminación en su patria histórica de origen. Israel, parece insistir la OLP, tiene que reconocer que ha "nacido en pecado" [N.P.: y como tal, y al gusto occidental, prepararse para realizar concesiones sin cuenta a costa de la penitencia]

Esta experiencia de negociación, más que cualquier otro factor, explica la creciente demanda expresada bajo diversas formas por el gobierno de Netanyahu de que la OLP, y para el caso, los ciudadanos árabes de Israel y un creciente número de detractores internacionales - todos los cuales se niegan a reconocer los derechos nacionales de los judíos en Israel - reconozcan a Israel como el Estado del pueblo judío.

Lamentablemente, Netanyahu parece estar usando la demanda del Estado Judío más como una forma de intimidar a los palestinos que como un medio legítimo de explicar a los palestinos y a sus partidarios de la naturaleza problemática de sus propias posiciones. Además, desde el punto de vista de la negociación el primer ministro israelí se equivoca: en primer lugar se presenta la demanda del reconocimiento del Estado judío como una condición previa para aceptar las conversaciones, luego se convierte en un elemento esencial de cualquier pacto sobre el estatuto definitivo, más recientemente Netanyahu la exige sólo para ampliar el período de congelación de los asentamientos a cambio del reconocimiento de la OLP de un Estado judío.

Esto explica la sospecha generalizada de que el primer ministro entienda la demanda del reconocimiento del Estado judío como una exigencia conveniente para romper las conversaciones. En lugar de ser presentada esta demanda como un contrapeso legítimo a las intratables e inaceptables posiciones palestinas con respecto al Monte del Templo y al derecho al retorno, parece utilizarla como ejemplo de que una verdadera solución de dos estados es inaceptable para los palestinos.

Tampoco la israelí terminología es consistente. Oímos hablar, indistintamente, de un Estado judío, de un Estado-nación del pueblo judío, del Estado del pueblo judío, etcétera. Cada uno de estos términos tiene un significado y ramificaciones diferentes para, por ejemplo, la situación de las minorías de no judíos de Israel. La Declaración de Independencia de Israel, lo más cercano que tenemos a una constitución, define al país como "Estado judío", pero sólo porque la Resolución 181 de la Asamblea General de las Naciones Unidas utiliza ese término. Sin embargo, esta confusión subraya el propio fracaso de Israel, tanto para definir su naturaleza judía - histórica, nacional, religiosa - y para persuadir al resto del mundo, y ciertamente el mundo musulmán, de que la visión del judaísmo como nada más que una religión no soberana es históricamente errónea e insultante y pasada de moda políticamente.

Sin embargo, la respuesta palestina también resulta incompatible. Por un lado, se nos afirma la aceptación palestina de una solución de dos estados y de la Resolución 181 de la ONU, lo cual ya incorpora el reconocimiento de un estado judío. Yasser Arafat incluso mencionó una vez a Israel como Estado judío. Por otra parte, los líderes palestinos afirman de forma bastante razonable que no tienen ninguna obligación de definir el carácter étnico-nacional del "Estado de Israel" (nombre oficial de Israel): “Israel puede llamarse a sí mismo como quiera”. Sin embargo, el argumento de los palestinos de que Egipto y Jordania no tuvieron que aceptar a Israel como un Estado judío con el fin de hacer la paz, elude el carácter provocador de las exigencias palestinas sobre las cuestiones fundamentales del acuerdo definitivo: los refugiados y el Monte del Templo, demandas que los israelíes no pueden aceptar.

Hace dos semanas, el Secretario del Comité Ejecutivo de la OLP, Yasser Abed Rabbo, brevemente acordó reconocer a Israel como Estado judío a cambio de un compromiso israelí con respecto a un estado palestino dentro de las fronteras de 1967. Si bien esta afirmación fue rechazada de inmediato por otros dirigentes palestinos [N.P.: y muy significativamente por muchos dirigentes árabes israelíes], podría ser significativo que un alto funcionario palestino no sólo exprese la voluntad de aceptar la demanda de Netanyahu con respecto a Israel como Estado judío, sino que trate de integrarla en el marco de las negociaciones al exigir un “quid pro quo” que muchos israelíes y la mayoría de la comunidad internacional podría apoyar: las líneas de 1967.

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¿Hagamos al hombre a nuestra semejanza? (¿Una imagen para al hombre y la mujer? - Philologos – Forward)


Pilares de Adam Kadmon, el "hombre primordial"


Adam Kadmon, factor masculino y femenino


Es probable que ninguna sección de la Biblia estimule más el ejercicio de las facultades interpretativas de los lectores que los primeros capítulos del Libro del Génesis, con el que volvemos a empezar el ciclo anual de lecturas de la Toráh en Simjat Toráh, y, sin duda, no hay dos versículos de esos capítulos que hayan suscitado un debate más extenso en el tiempo que Génesis 1:26-27. Allí leemos: "Y dijo Dios: 'Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza... Y Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios [elohim B'Tselem] lo creó; varón y hembra los creó".

Uno se siente asaltado por las preguntas. ¿Con quién habla Dios cuando nos dice: "Hagamos al hombre..."? ¿Dios crea primero a Adán al sugerir "lo creó" y sólo más tarde crea a la hembra a partir "de él", como se nos dice en el capítulo 2 del Génesis, o ese "lo creó" del capítulo 1 es una andrógino imaginado con características de varón y hembra? Y ¿qué significa que Dios cree a su "imagen"?

Hay cuestiones lingüísticas que puntualizar en lo que respecta a cada uno de estos temas. Uno puede observar, por ejemplo, que si bien elohim, la palabra hebrea para "Dios", tiene una terminación plural, esto no explica el uso en Génesis 1:26 del verbo en plural "hagamos (naasé)", y es que elohim casi siempre tiene asociado un verbo en singular en la Biblia, o que el nombre Adam, "hombre" o "persona", es masculino en el género, por lo que el "lo creó" de Génesis 1:27 se puede entender, si se quiere, como una forma gramatical simple y no como una declaración sobre el sexo de Adán. Y también se podría señalar que la palabra hebrea tradicionalmente traducida como "imagen (tselem)", tiene una estrecha afinidad al “s.almu” acadio (el punto tras la "s" indica una articulación retrofleja, con la lengua enroscada hacia atrás contra el paladar), que puede ayudar a arrojar luz sobre el uso de la palabra en el Génesis.

El acadio, lengua hace ya mucho tiempo extinta, un primo del hebreo, era la lengua semítica hablada en Babilonia alrededor de 3.000 a.C. y hasta el comienzo de la era cristiana. Su escritura cuneiforme, generalmente grabada en el barro húmedo posteriormente endurecido, fue descubierta en grandes cantidades en excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en el siglo XIX y XX, las cuales nos han transmitido miles de textos antiguos, como el Código de Hammurabi y el gran poema de Gilgamesh. En muchos de estos textos encontramos la palabra “s.almu” en el sentido de estatua, ídolo o representación de un dios. (Aún hoy en día, la palabra puede denotar el sentido de estatua en ciertos dialectos asirios que todavía se hablan en el norte de Irak, al noreste de Siria y el suroeste de Turquía). Está probablemente relacionada con el verbo acadio “salamu”, "oscurecer", estando la conexión en que las sombras son imágenes oscuras proyectadas en el suelo o sobre una pared.

En sí mismo, nada de esto debería sorprender a nadie que conozca el hebreo bíblico. Tselem es con frecuencia en la Biblia una palabra peyorativa para un ídolo, y en al menos una ocasión, Salmos 39:7, aparentemente significa "una sombra", siendo la palabra hebrea común para ello “tsel”. (En hebreo y yiddish medieval, tselem también venía a significar, en primer lugar, un icono cristiano de Jesús en la cruz, y, finalmente, la misma cruz, pero esa es otra historia, como lo es el verbo “l'tsalem” cuyo significado en hebreo moderno es "fotografiar" y “matslema” es "cámara").

Lo qué resulta más interesante es más bien otras dos cuestiones. La primera es que en los textos acadios se refieren a veces a los reyes o gobernantes babilonios como el “s.almu” de tal o cual dios, de tal manera que, por ejemplo, una inscripción que ha llegado hasta nosotros escrita por un escriba real dice lo siguiente: “abusu sa sarri beliya s.alam bel su”, es decir, "el padre del rey, mi señor era el s.almu de [el dios] Bel".

La segunda es que “s.almu” fue concebido no sólo como una representación del dios, sino como la morada potencial del dios. En una ceremonia habitual en un templo babilónico conocida como "la apertura de la boca", se pensaba que el dios infundía su espíritu en el “s.almu” respirando dentro de él, tal como Dios insufló la vida a Adán en la historia bíblica de la Creación.

¿Así pues, es solamente el “elohim tselem” bíblico una simple adaptación hebrea del “s.almu” de Babilonia? En realidad no. Una diferencia es que mientras en la Babilonia sólo un rey podía ser el “s.almu” de un dios, en la Biblia cada ser humano es creado a imagen de Dios: es, por así decirlo, una democratización o universalización de la naturaleza divina del hombre.

Otra diferencia es que el dios babilonio del cual el rey era un “s.almu” fue concebido como poseyendo atributos físicos, mientras que el Dios de la Biblia parece no haberlos tenido.

¿Pero realmente no los tenía, es la siguiente pregunta? ¿Eso también significa que pudo haberlos tenido? En realidad, sí. Aunque parezca difícil imaginarlo hoy en día, existen considerables evidencias de que todavía en la Edad Media hubo judíos que pensaban en Dios como en un organismo del que la forma humana era una imagen física. Sin duda, Maimónides, que vivió en el siglo XII, no habría pasado tanto tiempo atacando esta idea en su "Guía de los Perplejos" si no hubiera existido. En última instancia, ni siquiera el “s.almu” acadio puede resolver el misterio de qué significa exactamente "a imagen de Dios" en la Biblia.

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Tuesday, October 26, 2010

Peligrosísima patología fascista: El síndrome de subestimar a Ohhbama (¿Qué esperabas, Obama? - Charles Krauthammer – LD)


Viñeta que se inspira en una de las grandes ilustraciones de Norman Rockwell, e ironiza sobre los reproches de Obama a la clase media americana por ser tan ajena a sus ideas y deseos


Familia orando, 1938 - Norman Rockwell, sin duda el mejor ilustrador americano, absolutamente recomendable, que retrató una América profunda e idealizada, y hoy poco reconocible


En un intento cada vez más desesperado por ponerle un guión a la hecatombe que se les viene encima, los demócratas han abrazado el modo paranoide de hacer política, algo que llevan medio siglo reprochando a la derecha. Hablan de oscuras conspiraciones, con dinero turbio, injerencias extranjeras, grandes corporaciones y, acechando entre bambalinas, Karl Rove y, sí, Ed Gillespie. Lo único que les falta es mentar la bicha Halliburton-Cheney.

Tras sacar a relucir, con flagrante falta de éxito, cosas como ésas, ha salido Obama con algo nuevo, inusual, acorde con su posición y su intelecto. El señor presidente aporta ahora una explicación científica, de hecho neurológica, a su muy precaria situación. Al parecer, el electorado está fuera de sí a causa de sus inquietudes y miedos, hasta el extremo de que no puede pensar con propiedad. Parte de la razón de que "los hechos, la ciencia y la lógica" no convenzan "todo el tiempo" a la gente de lo acertado de nuestros planteamientos – explicaba el otro día, en Massachusetts, el señor presidente – se debe a que los seres humanos no estamos "programados para pensar con claridad" cuando tenemos miedo "y el país está asustado".

Obama ha creado una nueva especialidad en el ámbito de las ciencias cognitivas: la psicología progre, y descubierto un principio nuevo: los cerebros asustados están programados para sumirse en la confusión, esto es, para decantarse por los republicanos. Naturalmente. Obama ha dedicado dos años a inculcar al paisanaje los Nuevos Fundamentos de la sociedad, que a partir de su advenimiento estará mejor regulada y diseñada y, por tanto, será más humana. Y el paisanaje ha decidido retribuirle con un rotundo y obstinado rechazo. Obama les ha dado el Obamacare, los paquetes de estímulo, una política energética onerosísima, y los americanos no es que le muestren indiferencia, es que directamente se comportan como un hatajo de desagradecidos.

Enfrentado a esta tesitura verdaderamente desconcertante, el Doctor Obama ha dado con un trastorno psicológico hasta ahora desconocido: el Síndrome de Subestimación de Obama, que ha hecho presa sobre el conjunto de la población americana, tan aturdida por sus temores de orden económico que es neurológicamente incapaz de apreciar "los hechos, la ciencia y la lógica" y de apoyar como se merece al señor presidente, que tantas bendiciones le ha concedido desde las alturas.

Yo tengo una explicación mejor; mejor porque respeta la célebre Navaja de Occam, que dice que la explicación más probable de un fenómeno cualquiera es la más simple, en el buen sentido de la palabra. Y no hay nada más simple que estos datos de la casa Gallup sobre las inclinaciones políticas de los americanos: hay un 42% de conservadores, un 35% de moderados y un 20% de progresistas. No hace falta síndrome abracadabrante alguno – ni demás ficciones más o menos elaboradas – para comprender que, en un país donde el 80% de la gente declara no ser de izquierdas, el paisanaje se te va a volver masivamente en contra si te da por imponer un programa nítidamente izquierdista.

Pero es que además de la ideología están las circunstancias. El modelo socialdemócrata al que Obama trata de movernos hace aguas en Europa. El colapso financiero acecha no sólo a Grecia, España, Portugal o Irlanda, sino a los países grandes, relativamente más estables. Estamos ante el desmoronamiento de un sistema que, tras infantilizar desde la cuna a la tumba a dos generaciones completas de europeos, ve cómo, en Francia, la ciudadanía sale por millones a la calle a protestar con toda la furia, y a menudo con violencia, por... ¿por qué?... pues... ¡porque se va a subir la edad de jubilación desde los 60 hasta los 62 años!

Tras contemplar algo así, que sólo puede ser entendido como un síntoma palmario de decadencia, el electorado perfectamente programado de Obama dice que no, que ni hablar, que eso, en América, no. El paisanaje ha visto el futuro – Grecia, Francia – y ha llegado a la conclusión de que no funciona. De ahí su oposición a los célebres Nuevos Fundamentos. Su lógica es impecable. Sólo a un intelectual estrechísimo de miras se le ocurriría embarcar a América en la empresa socialdemócrata justo cuando el paraíso de la socialdemocracia se hunde en la miseria.

El mensaje que está enviando el paisanaje no es nuevo, para nada. Ya lo enunció con claridad meridiana en las elecciones de Virginia, Nueva Jersey y Massachusetts, donde los independientes votaron contra los demócratas en estas proporciones: 2 a 1, 2 a 1 y 3 a 1. La crónica de los dos últimos años es tan sencilla como dramática. Es la crónica de una Administración con un programa altamente ideológico que se encuentra una resistencia popular creciente; una resistencia que tiene que ver con el tamaño y el alcance del Gobierno y, aún más fundamentalmente, con la naturaleza del contrato social americano. La Administración ha de hacer frente a un juicio el próximo día 2 de noviembre. Como de costumbre, el juez será la ciudadanía americana.

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¿Qué es un Estado judío – Emmanuel Navon - UPJF


Los ahora conocidos como "palestinos" y los países árabes hermanos se dirigen a Israel para "felicitarle por su renacimiento en su patria histórica (1948-49)"


La reforma de la Ley de Ciudadanía recientemente aprobada por el Gobierno israelí ha levantado de nuevo la cuestión: ¿qué es un Estado judío y por qué el Estado de Israel se define como tal? Según el nuevo texto de la Ley, los ciudadanos que se quieran naturalizar deberán declarar su fidelidad a Israel como “Estado judío y democrático”. ¿Se imaginan al gobierno francés sometiendo una ley para declarar que Francia es la nación del pueblo francés? ¿O al Japón declarándose el estado de los japoneses y Suecia el de los suecos?

Tales iniciativas serían ridiculizadas al ser unos hechos o realidades que se dan por supuestos. Sin embargo, en lugar de ser ridiculizado por dar fuerza de ley a un pleonasmo (una redundancia exagerada), el Gobierno israelí ha sido acusado de racismo. Cuando el Comité Especial de las Naciones Unidad para la Palestina (UNSCOP) recomendó en septiembre de 1947 la partición del Mandato Británico entre un “Estado judío” y un “Estado árabe”, estaba claro para todo el mundo que los dos pueblos expresarían separadamente su derecho a la autodeterminación en el marco de su propio Estado-nación. En mayo de 1948, la Declaración de Independencia de Israel proclamaba el establecimiento de un “Estado judío”, precisando que ese estado sería a la vez el Estado-nación del pueblo judío y un estado que respetaría los derechos cívicos de sus ciudadanos no judíos.

Durante estos últimos años, la legitimidad de Israel como Estado judío esta siendo cada vez más cuestionada. Los opositores al carácter judío de Israel comprenden perfectamente que no pueden negar el derecho de los judíos a su autodeterminación sin negar ese derecho a todos los demás pueblos. Y es que se puede estar o no contra el Estado-nación, pero sostener que ese marco político únicamente no estaría disponible para un sólo pueblo, el judío, sólo revelaría discriminación y segregación.

De ahí pues la tentativa de presentar a los judíos no como un pueblo sino solamente como una religión (Esta afirmación aún aparece en la Carta fundamental de la OLP y ha sido recientemente retomada por Shlomo Sand). Si los judíos no constituyen una nación sino solamente una religión, entonces los oponentes del Estado judío podrían poner en causa su derecho a la autodeterminación sin tener que cuestionar a la vez la legitimidad del marco del Estado-nación para los demás pueblos (y entre ellos los palestinos).

Cada nación está en su derecho de definir su identidad como ella lo entienda. La definición japonesa es étnica, la americana ideológica y la francesa cultural (aunque esta cuestión sea objeto hoy en día de un debate tormentoso en Francia). Por otro lado, la religión ocupa un lugar importante en la identidad nacional de numerosos países. El catolicismo juega un papel preponderante en el ethos nacional de Polonia, Irlanda e Italia. La religión shinto es indisociable de Japón. La Reina de Inglaterra es a la vez jefe del Estado y cabeza de la Iglesia anglicana. Afganistán, Irán, Mauritania y Pakistán son todas ellas “Repúblicas islámicas”. Así pues, que exista una dimensión religiosa en la identidad nacional de Israel no constituye para nada una excepción.

En lugar de reivindicar el hecho de que el judaísmo forma parte de la identidad nacional judía, algunos israelíes prefieren rechazar este componente identitario y proponen una definición puramente étnica y cultural de la identidad judía. Tal es el caso de un artículo reciente publicado en la revista Azure por parte del gran jurista israelí Amnon Rubinstein. Él propone una definición “nacional-cultural” de la identidad judía.

Rubinstein se define como un liberal, pero la idea que propone no lo es. No es de liberal proponer que el Estado elija y favorezca una cierta definición de la identidad nacional contra la opinión de numerosos de sus ciudadanos.

Dicho esto, Rubinstein tiene el mérito de tocar el corazón del problema: ¿los judíos pueden y deben preservar su identidad nacional y sus derechos nacionales al coste de abandonar la definición judía tradicional de pertenencia nacional? Hasta la Emancipación, los judíos definían su identidad en términos puramente religiosos. El sionismo intenta redefinir la identidad judía en términos de territorio, lengua e historia. El problema es que son los no judíos quienes no aceptan esta redefinición.

De la misma manera que la asimilación de los judíos en Europa no les permitió evitar el antisemitismo, la restauración de la soberanía judía no ha puesto fin al estatuto de los judíos como nación aparte. A pesar de sus esfuerzos a la hora de cortar con su herencia e identidad, los judíos asimilados de Europa continuaron siendo considerados (y odiados) como judíos por su entorno. Y aunque el Estado de Israel fue proclamado en 1948 como un Estado laico, los países musulmanes y el Vaticano rechazaron reconocerlo por razones religiosas. Parece que la racionalidad judía no sea capaz de poner fin a la irracionalidad del mundo. Y es que incluso si Israel se declarase oficialmente como Estado laico y se retirara a las líneas del armisticio de 1949, continuaría siendo el objeto de la fijación obsesional de los zelotes de todos los lugares, ya fuesen fundamentalistas musulmanes o Europeos post-modernos.

Es esta cuestión la que Rubinstein, por brillante que sea, no parece comprender. Lo que me lleva a formular mi conclusión. Está escrito en el Deuteronomio: “Y entre esas naciones, tú no encontraras descanso (reposo) para las plantas de tus pies”. El exegeta bíblico Yitzhak Arama deduce en su libro Akedat Yitzhak que ese verso nos enseña que los judíos no llegarán jamás a asimilarse entre las naciones, y que éstas no dejarán jamás que los judíos olviden quienes son. El Midrash (la compilación de los comentarios homiléticos de la Biblia hebráica) afirma que hay una relación entre ese verso y el del Libro del Génesis que describe el retorno de la paloma al Arca de Noé: “La paloma no encontraba (tras el diluvio) un lugar donde posar sus patas, por lo que regresó al Arca (de la Alianza)".

Lo que el Midrash quiere decirnos es que es posible transformar la maldición del “tú no encontraras descanso (reposo) para las plantas de tus pies” en una bendición. Porque si los judíos hubieran encontrado un lugar de descanso para sus pies en el exilio, no habrían regresado al Arca que representa a su patria histórica.

Ese retorno, por el instante, ha sido esencialmente físico. Será únicamente cuando también sea espiritual cuando los judíos no solamente cesarán de ser odiados, sino que serán igualmente respetados y admirados.

UPJF y Terre d'Israel

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Saturday, October 23, 2010

El punto de vista judío. Por qué la mayoría de los judíos apoya el nuevo compromiso de fidelidad (Ley de Ciudadanía) - Yaron London - Ynet



La mayoría de los judíos israelíes apoyan el "juramento de lealtad". Yo formo parte de la minoría que no lo ahce. Sin embargo, puedo entender por qué muchos de los judíos israelíes que también apoyan una igualdad civil plena han terminado apoyando el juramento de fidelidad. Mi opinión es que los líderes de la comunidad árabe israelí tienen parte de culpa de ello.

El juramento de lealtad es una especie de "adecuada respuesta judía" a Hanin Zoabi, Azmi Bishara, al Movimiento Islámico de Israel y a los "Documentos o Visiones de la identidad de los palestinos de Israel" elaborados por el liderazgo árabe israelí. Estas personas y movimientos, que se perciben como un desafío para el carácter judío del Estado, han puesto un énfasis exagerado en ese carácter [N.P.: según ellos "fascista y racista"].

Trataré de expresar las voces y pensamientos que son propios del judío medio de Israel: Israel está en conflicto con la mayoría de los estados árabes. Sus ciudadanos árabes están estrechamente vinculados a sus camaradas y hermanos árabes en los territorios ocupados y en la diáspora palestina. Ellos forman parte de la gran nación árabe (así lo aseguran ellos mismos), pero aún no se han decidido sobre el significado de los apegos que les unen a sus diversas partes [N.P.: si solo son palestinos y árabes, si ser israelí es una imposición, ¿por qué no dar el paso lógico y formar parte del futuro estado de Palestina y del pueblo árabe?, ¿por qué siendo solamente palestinos y árabes, aún así prefieren permanecer formando parte de Israel, un Estado judío y democrático con una "imposición racista"?]

Pero el caso es que esos apegos no tienen un consenso definido, incluso entre los intelectuales árabes de Israel. Por ejemplo, el Dr. Azmi Bishara, quien huyó sospechosa y convenientemente al Libano (cuando era sujeto de investigaciones por connivencia y espionaje a favor de Hezbolla), admitió que el "pueblo palestino" es en gran medida una invención destinada a adaptar las demandas de los residentes árabes de Israel al lenguaje global estándard, ya que, en efecto, no eran según él más que árabes meridionales o "del sur de Siria".

¿Entonces, por qué estos "sirios del sur" tienen derecho a participar en el discurso sobre la identidad del Estado, y qué tipo de derechos pueden exigir los partidarios del Movimiento Islámico de Israel cuando ellos mismos ven el mundo de los fieles musulmanes como una única región política (un Califato mundial)?

Esta región es pobre y problemática, está gobernada por regímenes dictatoriales, oprime a las minorías y muestra su desprecio por los derechos humanos. Su celo religioso es inmenso y se enfrenta a una multitud de conflictos étnicos y religiosos. El antisemitismo es muy frecuente en todas sus partes. En los últimos años, hemos visto varios ejemplos horribles que acreditan la actitud de las sociedades árabes y musulmanas ante aquellos que no son árabes, o que simplemente no les gusta ser árabes y musulmanes: Irán, Mauritania, Sudán, Irak y Afganistán. Las relaciones entre los propios palestinos también provocan miedo entre los judíos.

Mientras tanto, el mundo árabe y musulmán comprende que carece de las habilidades intelectuales de la introspección y autocrítica: culpan a todos por el lamentable estado de la región, con excepción de a los propios locales y a las civilizaciones que han creado.

Los árabes israelíes tienden a preguntar: ¿Qué tiene que ver todo esto con nosotros (la situación en las sociedades árabes y musulmanas)? Y el judío medio israelí, como casi todos los judíos tienden a hacer, les responde con otra pregunta: ¿Es posible que los ciudadanos árabes de Israel, una pequeña parte de la gran nación árabe, sean totalmente diferentes de sus hermanos árabes en lo que respecta al estado de ánimo, la cultura y la actitud hacia la democracia? [N.P.: Y si por fortuna son tan diferentes, añadiría otra pregunta, ¿qué parte se debería a la existencia de Israel como Estado judío y democrático?]

El judío medio israelí también se cuestiona algunas cosas más: los ciudadanos árabes de Israel piden que se les trate de acuerdo con los más nobles de los criterios humanos, mientras que al mismo tiempo ellos apenas critican las injusticias que prevalecen en el mundo árabe. Estos ciudadanos árabes de Israel no tienen nada que decir sobre la situación que sufre la minoría copta en Egipto, o sobre la situación de los chiítas en los estados sunnitas del Golfo, o acerca de la tiranía alauita en Siria.

"Si no están dispuestos a criticar a sus camaradas y hermanos árabes", deduce el judío medio israelí, "esto significa que sus valores no son diferentes de los valores que prevalecen entre su gente. No pueden asumir para su comunidad dos tipos de roles: exigir sus demandas como ciudadanos de Israel, pero al mismo tiempo anunciar que son ciudadanos israelíes involuntariamente, y que su solidaridad emocional se sitúa con un mundo que desprecia a Israel y es el hogar de numerosos y absolutos antisemitas".

"Y por cierto", añade finalmente el judío medio israelí, "todavía tengo que escuchar una respuesta de los árabes israelíes al reciente discurso de Ahmadinejad en el Líbano, donde acusó a los sionistas de causar el cambio climático".

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