Tuesday, April 24, 2012

El Templo de la negación - Benny Morris - Open Zion



Hojeando una popular guía turística palestina, "Palestina: Una guía", de Mariam Shahin, me encontré con la siguiente frase con relación al complejo del Monte del Templo (en árabe, al-Haram al-Sharif , el Noble Santuario), ubicado en el Monte Moriah en la Ciudad Vieja de Jerusalén: "Es toda esta zona que los fanáticos israelíes quieren destruir con el fin de 'reconstruir' un Templo judío que ellos 'reivindican' que una vez estuvo allí".

Por supuesto, hay un puñado de "fanáticos" israelíes a quienes les gustaría destruir el complejo de las dos mezquitas musulmanas - el Domo de la Roca y al-Aksa - y desearían reconstruir el Templo judío en su lugar. Sin embargo, la gran mayoría de los israelíes rechazan esas ideas como propias de maniáticos y locos.

Pero lo que me llamó la atención de esa sentencia fueron las comillas en la palabra "reconstruir" y el uso de la palabra "reivindicación", en conjunto implicando que nunca había existido un templo judío allí.

Esta afirmación encaja con la idea central del primer capítulo de la guía de 500 páginas titulada "Una breve historia de Palestina", que, aunque en ocasiones destaca la presencia de "hebreos" e "israelitas", rehace la historia para sacar a los judíos de su historia. La periodización de los diversos capítulos pasa del "Paleolítico y el Neolítico" ("1.000.000-5.000 a. C.") a través de "la Edad de Bronce" ("3.000-1.200 a. C."), la "Edad del Hierro" ("1.200-330 a. C."), el "dominio persa" ("539 a. C."), la "época helenística" ("333 a. C."), el "dominio de Roma" ("desde 63 a. C."), "el dominio bizantino" ("330-640 d. C."), el "período árabe-islámico" ("638 d. C."), los "Omeya" ("661-750 d. C."), la "época Abasí" ("750-969 d. C.") y hasta un indefinido "1900-1948".

La tierra de Israel/Palestina, antes de 1948, al parecer, nunca tuvo un "período judío", ninguna época o período en el que la población predominante demográficamente eran los judíos, que además gobernaron el país en parte o en su totalidad, como la Biblia y un grupo de historiadores griegos, romanos y judíos nos cuentan. Los jueces (1200-1000 a. C.), los reyes de Israel y Judea (1.000-586 a. C.), los asmoneos (165-37 a. C.) y los rebeldes judíos contra Roma, en su breves períodos de éxito en 66-70 y 132-135 d. C., todas ellos han sido borrados.

¿Qué podría pensar un joven finlandés o español que visitara Israel/Palestina con esta guía en la mano? Seguramente, los judíos que vería a su alrededor, en el propio Israel pre-1967 y en los territorios ocupados, algunos de ellos soldados y policías, serían una presencia nada natural, unos especímenes no autóctonas usurpadores y ladrones, sin legitimidad ni raíces históricas.

Pero el problema es más profundo. No se limita a los potenciales visitantes extranjeros así históricamente manipulados y engañados. El relato inventado por Shahin es el que los sistemas escolares palestinos en Cisjordania y la Franja de Gaza utilizan rutinariamente para sus hijos. Teniendo en cuenta estos hechos, ¿qué oportunidad puede haber para la paz en las próximas décadas?

El tono de esta perversión de la historia motivado políticamente está, en cierto sentido, personificado en Yasser Arafat, el líder del movimiento nacional palestino desde 1969 hasta su muerte en 2004, cuando, en una conversación con el presidente Bill Clinton durante la cumbre de Camp David de julio de 2000, le dijo (de acuerdo con Dennis Ross, el jefe negociador de Clinton para el Oriente Medio), que "el Templo de Salomón no estaba en Jerusalén, sino en Nablus" (Dennis Ross, más tarde, definió esa declaración como "la única idea nueva" que Arafat había presentado en las frustadas conversaciones de paz).

Especificamente, la idea era negar a Israel cualquier tipo de legítima reclamación al Monte del Templo. Pero, por extensión, lo que Arafat daba a entender es que, en realidad, los judíos no tenían ninguna conexión histórica a Jerusalén, o incluso a Palestina como un todo. Todo era una mitología inventada y diseñada para reforzar las reivindicaciones políticas de Israel con respecto a su legitimidad y al territorio. La negación del Monte del Templo, en este sentido, esta relacionada con la negación del Holocausto, siendo ésta última impulsada por el deseo de demoler lo que la mayoría del mundo occidental considera como uno de los pilares morales sobre los cuales se basa la demanda del sionismo y la reclamación de un territorio soberano para el pueblo judío.

Pero Arafat rehizo la historia, con sus mentiras, las cuales efectivamente van en contra de 1.400 años de historiografía y tradición musulmana. El mismo Corán, aunque con cierta ambigüedad, reconoce que Dios le había prometido Palestina a los judíos, territorio al que Moisés les había llevado. Más explícitamente, Yusuf Diya al-Khalidi, un ex alcalde de Jerusalén y antepasado del historiador americano-palestino Rashid Khalidi, en 1899 escribió en una carta al rabino jefe de Francia, Zadok Kahn: "¿Quién puede desafiar los derechos de los judíos a Palestina? Históricamente, es realmente su país".

Otro ejemplo es una guía de 1929 llamada "Una Breve Guía del Haram al-Sharif de Jerusalén", publicada por el Consejo Supremo Musulmán, encabezada por Muhammad Haj Amin al-Husseini, el predecesor de Arafat como el líder del movimiento nacional palestino. La guía dice: "Su identidad con el lugar del Templo de Salomón es indiscutible. Este es también el lugar, de acuerdo con la creencia universal, en el que David construyó un altar para el Señor...".

Y éste era también el conocimiento con el que crecieron los jóvenes árabes musulmanes de Jerusalén desde mediados del siglo XX. Sari Nusseibeh, presidente de la Universidad Al-Quds de Jerusalén, recuerda en su autobiografía, "Érase un país, una vida palestina" (Nueva York, 2007): "Los libros de viajes impresos en Siria hace cien años no tenían ningún problema a la hora de llamar al Noble Santuario el Monte del Templo de los judíos, así como el Islam en que me criaron no dejaba ninguna duda que Jesús, el hijo de María, fue un profeta de Dios". Pero hoy ya no es así.

Ahora tenemos la negación palestina de la existencia del Monte del Templo (junto a la negación generalizada del Holocausto desde el ámbito musulmán). Por supuesto, una excavación que sondeara arqueológicamente la explanada sagrada podría acabar con las disputas sobre lo que existía allí hace 2.000 y 3.000 años atrás. Pero los guardianes del haram, el organismo musulmán encargado de su custodia o Waqf, de manera firme y constante, y desde hace más de un siglo, se han negado a todos los intentos de realizar una exploración. Así que las mentiras van a continuar.

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“Ni los (judíos) laicos somos tan racionales, ni los (judíos) religiosos son tan emocionales” - David Biale - Nueva Sion



Prestigioso historiador judío estadounidense y profesor de la Universidad de Berkeley, en California, David Biale sostiene que hoy podemos pensar el judaísmo laico a partir de una propia interpretación de las fuentes, y no ya desde la mera oposición a la interpretación religiosa, como se constituyó en la modernidad. Autor de diversos libros que profundizan en la filosofía y en la historia judía, Biale estuvo en Argentina invitado por la Organización Judía para el Diálogo Interconfesional (OJDI) y fue entrevistado por Nueva Sión.

- Usted has planteado en distintas conferencias que el judaísmo secular se había erigido a partir de la modernidad desde la negación hacia lo religioso, y que hoy podemos pensar en un judaísmo secular “por sí” ¿Qué significa esta transformación? ¿Cómo se manifiesta?

En el siglo XVIII este judaísmo laico se planteaba como opuesto a la comunidad de rabinos y en contra de la comunidad religiosa. Ese era el contexto social de la negación ideológica o intelectual. Pero en la diáspora nosotros no vivimos hoy en una comunidad coercitiva, que nos obligue a comportarnos de alguna manera determinada. Eso nos posibilita encontrar un camino de regreso a la tradición judía e interpretar las fuentes tradicionales en un espíritu laico y libre. En las fuentes tradicionales, desde un punto de vista laico secular, podemos encontrar un testimonio importante para nosotros.

Incluso en Israel hoy en día hay un grupo de judíos laicos que tratan de apropiarse de las fuentes, desafiando la coerción religiosa. Los religiosos dicen “Las tradiciones son nuestras, ustedes, los laicos, están fuera”. Hay por ejemplo yeshivot laicas, que son lugares donde la gente va a estudiar las fuentes desde un punto de vista secular. La idea es decirles a los religiosos “Ustedes no tienen el monopolio de las fuentes, los libros, etc. Los documentos son de todos, es una biblioteca abierta”. Yo pienso que son más fuertes en Israel que en la diáspora.

- ¿No ve acaso al judaísmo laico muy de Apolo, muy racional, muy político y no dionisíaco, borracho, instintivo, emocional...?

Yo creo que desde la izquierda vemos a la derecha como muy emocional, muy agarrada a la tierra como algo sagrado, y a nosotros como algo opuesto. Pero no es tan taxativa la distinción: las fuentes que nosotros leemos no son solo racionales, no es solo Maimónides como un modelo del racionalismo judío; también leemos e interpretamos la Cábala, que es un mito no racional, o el Midrash, que es un libro muy novelesco, sin argumento muy racional. No sé si lo llamaría dionisiaco, pero no es racional en el sentido más puro.

Esta oposición entre el judaísmo laico y religioso parece ser producto de la modernidad y desde hace un par de décadas vivimos como una ruptura de esta modernidad, donde se empiezan a quebrar estructuras rígidas y oposiciones fuertes. Podríamos decir que es una época ecléctica. Entonces, en ese contexto, ¿todavía se puede sostener hoy una oposición fuerte o se puede pensar en lo laico como una transformación no opuesta a lo religioso?

Diría que hay una tercera opción que es una relación dialéctica con la tradición, de modo de enfrentar a las fuentes de una manera ecléctica. Si yo me inscribo a la tradición en forma completa, ella me obliga a tomarla de ese modo; pero también puedo elegir la parte de la tradición que me habla a mí. Por ejemplo, podemos hablar de organización política, y las fuentes nos enseñan que también en el pasado, las comunidades se encontraban con los mismos problemas que tenemos que enfrentar hoy en día. De hecho esos textos son muy laicos, no hay una referencia a Dios ni ala Torah, sino que son textos de política. Podemos encontrar un puente a esas fuentes que son parte de nuestra tradición, pero no necesariamente un puente religioso.

- Es posible plantear que la diferencia entre el judaísmo religioso y el laico en Israel y en la diáspora se manifiestan de la misma manera ¿No? Porque en Israel hay algunos enfrentamientos que tienen que ver con cuestiones prácticas en cuanto a la relación del Estado con la Religión, se mezclan otras cosas, lo cual afecta a la esencia de la contradicción...

En Israel se trata más de un problema moderno, entre la ilustración y los religiosos. Es una lucha contra la fuerza rabínica. De todas formas existe el intento de quebrar el monopolio religioso con respecto a las tradiciones. En Israel estas dos tendencias, la moderna y las post-moderna vienen juntas, conviven juntas y es donde se siente más la presión religiosa. En la diáspora, que no tenemos esa presión legal de lo religioso, estamos un poco más libres de interpretar las fuentes como queramos.

En Israel se renueva la lucha que había hace 200 años en el este de Europa sobre quién tiene la autoridad. Es algo extraño porque el sionismo era un movimiento laico en sus principios y sus fundadores pensaban en Israel como una sociedad laica con algunos elementos judíos. El hecho de que los religiosos crecieran en Israel de la forma en que lo hicieron es algo que no estaba en las expectativas. Y es algo relativamente nuevo desde la guerra de los 6 días. Ahora nosotros estamos viendo desde nuestro punto de vista lejano cómo esa guerra trajo también, dentro de la sociedad israelí, consecuencias negativas. Se liberó un impulso religioso y eso hizo que se liberaran una serie de fuerzas que en cierto sentido son contra el sionismo, por lo menos el sionismo como lo pensaban los fundadores.

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El discreto encanto de la teología: Los "teólogos" y sus distorsiones, o la insondable divinidad - Fernando Bermejo



Las noticias acerca de dignatarios eclesiásticos cristianos espiando, condenando o censurando a los así llamados teólogos como presuntos desviados, herejes o distorsionadores no llaman la atención al historiador, pues son la tónica general de una religión cuyas sagradas escrituras contienen ya numerosos anatemas de correligionarios, sin excluir en ello tendencias asesinas (siguiendo en esto la estela de la actividad de su amoroso Dios, incluso antes de llegado el Dies irae: ahí tenemos, por ejemplo, la conmovedora historia de Ananías y Safira en el capítulo 5 de los Hechos de los Apóstoles). El resto de la historia de la sedicente religión del amor proporciona ejemplos inagotables de la caridad con que cada día los cristianos se tratan entre sí.

Aunque a uno le susciten espontáneamente simpatía minorías y censurados, en estos casos debemos refrenar nuestros impulsos para poder comprender en qué consisten realmente estos rifirrafes intra-cristianos. De hecho, bien mirado, censurados y censuradores acostumbran a parecerse extraordinariamente entre sí – desde luego, mucho más de lo que casi todos ellos parecen dispuestos a reconocer –. Para empezar, no en vano muchos dignatarios episcopales entre los censuradores gustan de darse ínfulas intelectuales (aunque la mayoría no distingan la ética de la química o la hipóstasis de la apocatástasis) y muchos a quienes censuran no son otra cosa que sedicentes teólogos, mientras que los mismos - también sedicentes - teólogos examinados son a menudo eclesiásticos a los que, como tales, generalmente no les habría desagradado en absoluto ascender en el cursus honorum obteniendo cada vez más altas dignidades.

Por otra parte, todos ellos, condenadores y condenados, censuradores y censurados, comparten las Fantasías Fundamentales de la Fe. Todos creen a pies juntillas en una enorme cantidad de cosas pintorescas (que ellos llaman “verdades”), incluyendo la incomparable superioridad del cristianismo sobre el resto de las visiones del mundo, la creencia en que algunas palabras pronunciadas a modo de conjuro les facultan para transmitir el así llamado Espíritu divino, en que el predicador visionario Jesús de Nazaret fue – y no solo en cuanto homo sapiens – el No-Va-Más, en que en comparación con él sus contemporáneos eran unos tarados espirituales y morales (y que por eso lo mataron), en que los no creyentes no son humanos comme il faut, y otras muchas cosas no menos ocurrentes y divertidas.

Condenadores y condenados, censuradores y censurados se parecen, asimismo, por su modus operandi. Habiendo adquirido sin mucho esfuerzo, gracias a su incorporación en un colectivo clerical, prestigio y reconocimiento social (además de otras ventajas que los sociólogos de la religión llaman “compensadoras”), todos ellos resultan idénticos en el hecho de ser vendedores de Humo, especialistas en la Nada, expertos en lo Indemostrable, consumados doctores en Charlatanería, administradores de la Confusión, turiferarios del Mito y trileros de la Esperanza.

Todos ellos se asemejan, en fin, en que proclaman ser los “verdaderos seguidores” de Jesús. Aunque ninguno sienta el más mínimo respeto por la Ley de Moisés que el visionario galileo respetó, y aunque ni uno solo de ellos albergue, ni en sueños, las muy concretas esperanzas ni el amor del judío por su pueblo, todos se llenan la boca con la pretensión de ser los intérpretes más fieles de su “espíritu” – algo tanto más fácil cuanto que Jesús, ay, no puede levantarse de su tumba para desmentirlos –. Para todos ellos, Jesús es el comodín que – convenientemente deshistorizado y mistificado – usan permanentemente y sin que se les caiga la cara de vergüenza.

Por lo demás, a diferencia de las verdaderas e incontables víctimas – los perseguidos, los ninguneados, los destrozados, los torturados, los quemados – de esa misma Iglesia a la que tan gozosa y orgullosamente todos ellos pertenecen, a los “teólogos” censurados de hoy en día no les ocurre ni les ocurrirá nada realmente grave. Al menos mientras no cambien las tornas, las jerarquías de turno no tienen ya el poder para arruinar la vida de quienes no se postran como borregos ante ellos. De hecho, hoy en día, a los censurados por sus queridos colegas las censuras les sirven incluso para aumentar las ventas de sus libros y su presencia mediática (ser censurado puede añadir incluso un plus de “malditismo” que a muchos no les desagrada en absoluto, en especial cuando no les priva de los privilegios de que hasta el momento han gozado en sus Iglesias). En cualquier caso, quienes necesitan consuelo, apoyo, una mano o una palabra amiga, no son ellos. Las verdaderas víctimas de este mundo – y se cuentan por decenas y cientos de millones – no se encuentran ciertamente en las poltronas de los “teólogos”.

De hecho, los “teólogos” condenados o censurados tienen hoy grandes grupos de fans. Cuando las víctimas de la Iglesia eran condenadas, nadie levantaba un dedo por ellas (como no fuera para añadir alguna ramita a la hoguera). Pero los teólogos modernos – que acostumbran a llevar vidas bastante agradables – tienen lectores, simpatizantes y seguidores que se cuentan por cientos y aun por millares, que se movilizan por Twitter y Facebook de inmediato cuando los más encarnizados perros del Señor se sueltan de sus correas para lanzar sus ataques. Objeto del aplauso de muchos, no son en absoluto – y por fortuna – víctimas de la soledad ni de la opresión.

El apoyo de que gozan los “teólogos” es algo que resulta francamente comprensible, pues cumplen una función imprescindible e impagable en calidad de esthéticiennes de la fe. Dada la más que dudosa plausibilidad de muchas de las creencias de las corrientes cristianas mayoritarias (aunque en ella no le van a la zaga otras creencias, religiosas o no), no pocos de los creyentes que se permiten la funesta manía de pensar – incluyendo a los así llamados teólogos – acaban sintiendo la imperiosa necesidad de algún tipo de ajuste balsámico para afrontar un sistema de ideas y mandamientos que les resulta opresivo, no del todo inteligible o convincente, o al menos ocasionalmente inquietante. Trinidad, cristología, soteriología, escatología, moral cristiana (sin olvidarnos de saberes tan enjundiosos como la mariología o la josefología) sobreabundan hasta tal punto en afirmaciones peregrinas, disparatadas y esperpénticas y generan tal número de rompecabezas que cualquier cerebro no irreparablemente dañado necesita una buena cantidad de ajustes para poder seguir conviviendo con tales engendros sin morirse del susto, de risa, de bochorno o de mala fe.

A esta labor de ajuste estético, maquillaje y aun de lifting se dedican los así llamados teólogos, mediante una más o menos alambicada jerga y la utilización oportuna de disiecta membra extraídos por lo general de la filosofía, la antropología o la sociología, con el objeto de intentar dotar de una cierta respetabilidad a una visión del mundo en la que, junto a algunas ideas bonitas y – en raras ocasiones – incluso sublimes, la más desbocada fantasía, la insensatez, la incoherencia y la arbitrariedad campan a sus anchas. De este modo, gracias a los cosméticos y afeites teológicos, muchos cristianos – comenzando por los propios “teólogos” – logran convencerse de que los delirios en que creen merecen realmente el asentimiento, y acaban comulgando con una considerable cantidad de ruedas de molino.

No obstante, los intentos de racionalizar el delirio solo pueden engendrar nuevos delirios, en un interminable y delirante ciclo cuya contemplación es uno de los medios más efectivos de convencer al espectador de que la humanidad es una especie con la que, al menos si de racionalidad se trata, no hay nada que hacer. No obstante, a quien está instalado en el delirio, la racionalización del delirio – siempre y cuando coincida con sus propias intuiciones racionalizadoras – puede llegar a proporcionarle un bálsamo efectivo, lo que explica que cierta clase de personas, al leer las obras de algunos “teólogos”, experimenten un sentimiento de alivio e incluso de placentera liberación. Esto permite comprender, a su vez, la constitución de los mencionados grupos de fans teológicos y la profunda veneración que sus miembros sienten por sus gurús. De hecho, basta con que los “teólogos” logren colocar algún interrogante en el mundo mítico en el que respiran, o dar una versión aparentemente menos enloquecida de alguno de los comunes desatinos, para ipso facto hacer creer a muchos – y ante todo, a ellos mismos – que son mentes privilegiadas y aun adalides de la Ilustración.

Por supuesto, como siempre entre cristianos – y entre humanos en general –, lo que a unos les produce alivio, a otros les causa una insoportable urticaria. Y ahí tenemos a los Cancerberos de la Fe, a los Guardianes de la Ortodoxia, a los Teólogos de la Uniformidad y a quienes los jalean, a los que ni siquiera conservan la necesidad de racionalizaciones ulteriores porque el Amén ha embutido sus existencias hasta el punto de que el sentido de su vida consiste en asentir sin rechistar a lo que diga el catecismo o el papa de turno. Cuanto menos seguros se sienten de sí mismos, más necesitan que otros concuerden con ellos y más nerviosos les ponen aquellos cuya voz no es un eco exacto de la suya. Y así, cum vociferatione, invocan las llamas del infierno no solo para quienes sin la menor duda se lo merecen (ateos e infieles de toda laya), sino también para sus propios correligionarios, aunque estos crean básicamente lo mismo que ellos. Lo bastante ciegos para no reconocer sus propias y descomunales distorsiones, acusan de distorsiones a sus semejantes. Quien esté libre de pecado… o ex falso quodlibet.

Pocos como Jorge Luis Borges han visto con tanta lucidez en qué consisten las disputas teológicas, su inanidad última y el carácter funesto de sus consecuencias. En su cuento “Los teólogos”, narra el fatal enfrentamiento de dos de ellos, Aureliano y Juan de Panonia, uno de los cuales consigue que el otro acabe quemado en la hoguera y más adelante obtiene un desenlace parecido. El memorable relato termina así:
El final de la historia sólo es referible en metáfora, ya que pasa en el reino de los cielos, donde no hay tiempo. Tal vez cabría decir que Aureliano conversó con Dios y que Éste se interesa tan poco en diferencias religiosas que lo tomó por Juan de Panonia. Ello, sin embargo, insinuaría una confusión de la mente divina. Más correcto es decir que en el paraíso, Aureliano supo que para la insondable divinidad, él y Juan de Panonia (el ortodoxo y el hereje, el aborrecedor y el aborrecido, el acusador y la víctima) formaban una sola persona”.
Exactamente igual, cabría apostillar, que para la impía mente del ateo.

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Sunday, April 22, 2012

El joven nazi y la ocupación de Jerusalén - Burak Bekdíl - Hurriyet



(ya había comentado que no volvería más al tema del poema de Gunter Grass, pero aunque mi interés principal por este artículo reside en su segundo tema, al existir previamente otro inicial, el affaire Grass, en donde se realiza una crítica oportuna y razonable a la actuación del ministro del Interior israelí Yishai, mantengo la parte fundamental de su argumentación)

(...)

Cualquier persona que no sea (abierta o encubiertamente) intelectual o religiosamente anti-israelí podría entender el sentimiento de que resulta difícil de acoger a un ex nazi en Israel. Pero el señor Grass no es un nazi hoy en día. Y no se le prohibe la entrada por lo que hizo en su adolescencia, como otros millones de adolescentes alemanes.

Si Israel considera que el Sr. Grass sigue siendo un nazi hoy en día, debería buscar un tribunal internacional para el poeta. Entonces, si lo pienda ¿qué pasa? Simple. El Estado de Israel, con la decisió del Sr. Yishai, se está comportando como los países que critica por ser antidemocráticamnte intolerantes.

Es bueno saber que Israel no ha emitido una fatwa condenando a muerte al señor Grass, o que los judíos en todo el mundo no han amenazado con quemar las tiendas que venden los libros del Sr. Grass. Sin embargo, la prohibición de viajar se ve no sólo como infantil, sino también autodenigrante.

Pero volvamos a la ocupación. No pasa un día en el mundo islámico (o en el mundo intelectual occidental) sin que mucha gente se levante en contra y condene la ocupación de "al-Quds" (también conocida como Jerusalén). En esta columna muchas veces hemos sostenido lo contrario: una contra-ocupación no es una ocupación.

Ahora, queridos islamistas, tengo un "testigo" a quien supongo que no podrán refutar. Olvídense de mis palabras y escuchen lo que la principal autoridad religiosa musulmana de Turquía, el profesor Mehmet Görmez, tenía que decir la semana pasada:
"Después de que el profeta Omar hubiera conquistado al-Quds, fue invitado a rezar a una iglesia (ya que no había mezquitas en Jerusalén). Pero él se negó educadamente porque le preocupaba que sus hombres, los conquistadores musulmanes, pudieran convertir la iglesia en una mezquita después de haber orado en ella".
Ahora, vuelvan a leer ese párrafo una vez más, o mil veces si lo desean: "Después de que el profeta Omar hubiera conquistado al-Quds...". Y pregúntense a continuación por qué no había mezquitas en Jerusalén en la época de la conquista. ¿Todavía no se les ocurre nada?

Permítanme explicárselo: Pues debido a que Jerusalén no era una ciudad musulmana. Y ahora vuelvan a reclamar su devolución ya que se encuentra bajo la "ocupación judía".

La negativa a rezar en la iglesia cristina fue un gesto muy noble del profeta Omar. Yo, personalmente, no puede esperar, queridos islamistas, que ustedes se comporten de una manera tan virtuosa y gallarda como el profeta, pero por lo menos pueden hacer algo más fácil: dejar de pelear por una ciudad que perteneció a otras religiones antes de que sus antepasados ​​la conquistaran.

Y por favor, recuerden quien procede mi testimonio cuando a partir de mañana inunden de odiosos email mi correo electrónico. ¿O es que el profesor Görmez también es un incrédulo como yo?

Berak Bekdíl

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Saturday, April 21, 2012

Las sirenas del Yom HaShoah

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La minusvaloración del Holocausto en el propio Israel - Dan Margalit - Israel Hayom



Una tendencia nueva y sorprendente ha llegado a las costas de Israel. En los últimos años, las voces de aquellos que desean terminar con las lecciones del Holocausto - o al menos disminuir el vínculo entre el Holocausto e Israel - han ido en aumento. Estas personas encuentran que el tema del Holocausto es de mal gusto.

No son negadores del Holocausto, Dios no lo quiera, en la línea de un Mahmoud Ahmadinejad o de sus antecedentes europeos. Por supuesto que el Holocausto ocurrió, nos dicen, simplemente no desean aprender las importantes lecciones que se pueden derivar de él. No desean que se viaje a Auschwitz o que una bandera azul y blanca con la estrella de David ondee por allí. No desean que se vuele sobre las cámaras de gas y los crematorios con el uniforme del IDF, ni que se escapen lágrimas silenciosas cuando regresen a casa. Además, nos dicen estos predicadores actuales, la historia de ese horrendo campo de la muerte es más una historia universal del sufrimiento humano que una tragedia puramente judía. No son exactamente negadores del Holocausto, solo pretenden instigar una atenuación de la presencia del Holocausto en la conciencia pública.

Estos minusvaloradores del Holocausto nos han hecho distanciarnos del evento y suprimir su memoria por nuestro propio bien. Es para que no nos convirtamos en demasiado neuróticos. Así podremos superar nuestro trauma psicológico. Así que no nos convertiremos en demasiado nacionalistas, algo que ellos creen que podría minar las expectativas de unas negociaciones de paz con los palestinos.

En su opinión, minimizar el Holocausto traerá consuelo a nuestras almas torturadas. No tenemos que identificarnos con el grito de la Hagadá de que "en todas las generaciones ellos se levantarán contra nosotros para exterminarnos". Debemos abandonar el hábito de tener nuestras armas preparadas y no aflojar nuestra vigilancia ni un segundo.

Sorprendentemente, muchos israelíes niegan que el Holocausto influya en nuestra vida cotidiana en Israel. Se equivocan.

De hecho, en todo lo que hacemos aplicamos las lecciones del Holocausto. Enseñamos a nuestros hijos y a nuestros nietos que tanto aquí como en el extranjero, un judío siempre debe estar preparado para defenderse y llevar un arma. Que la defensa de nuestro país es un valor humanista y no representa adorar el militarismo, tal como estos minusvaloradores del Holocausto nos quieren hacer creer. Que nuestro derecho a vivir supera a todo lo demás. Al mismo tiempo, hemos aprendido del Holocausto que cualquier uso de la fuerza debe ser proporcionado. Que debe ser la menor de nuestras malas opciones, cuando no haya otra opción.

Aquellos que deseen sacar el Holocausto del discurso público, para relegarlo a las conversaciones privadas en las habitaciones y en la cocina, que nos dicen que el Holocausto no tiene nada que decirnos de la realidad del 2012, están ignorando la condición permanente de los judíos. El Holocausto demostró el acierto y la verdad de la visión sionista del mundo, así como el hecho trágico de que la Diáspora se dio cuenta demasiado tarde. Nos da testimonio del terrible error de los ultra-ortodoxos, de los bundistas y de los comunistas, que no supieron entender que el camino principal para la salvación del pueblo judío era la existencia soberana en nuestra patria.

El Día del Recuerdo del Holocausto, que comienza esta noche (el miércoles pasado) con la puesta del sol, no es sólo un día para el recuerdo de las víctimas. Se trata de recordar activamente que, a menos que mantengamos nuestra disposición, el infierno también podría consumir a la nación en su tierra natal. Lo que ocurrió allí, y que también podría suceder aquí, es diferente y es lo mismo. Cuando Moshe Dayan pronunció su bello elogio de Roey Rotberg, asesinado por palestinos en Nahal Oz, cerca de la frontera de Gaza, diciendo que "sin el casco de acero y la boca de cañón, no vamos a ser capaces de plantar un árbol ni de construir una casa", añadió un capítulo al dilema judío, que no comenzó con los primeros pioneros sionistas, sino en las malditas tierras de Europa.

Lo único que ha cambiado en lo que respecta a la condición judía es que aquí, en Israel, nuestro destino depende solamente de nosotros, y podemos interiorizar las lecciones de lo que sucedió en Europa. Así como el pueblo judío no pudo establecerse en la tierra de Israel sin los derechos de propiedad de los 3.800 años de antigüedad de la Cueva de los Patriarcas, ya no podemos pasar por alto nuestro asentamiento en el siglo XX en la Tierra de Israel. La cueva, las cámaras de gas y las bases del IDF no pueden separarse y aislarse las unas de las otras. Es nuestra obligación garantizar que el pueblo judío que hoy se asienta en Sión no escuche los consejos de los Ahitofel actuales (uno de los consejeros del rey David al que traicionó) para eliminar uno de estos eslabones de la cadena.

Holocaust denial at home - Dan Margalit

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Vamos a perdonarnos a nosotros mismos - Yair Sheleg - Haaretz



En las primeras décadas del Estado de Israel, la reacción israelí ante el Holocausto se manifestó principalmente en su determinación por adquirir fuerza y poder económico, emocional y militar, y todo ello para garantizar el "nunca más". En las últimas décadas, sin embargo, se ha desarrollado una reacción que ha tomado las formas de una autoacusación por el "complejo del Holocausto" que hemos desarrollado.

Este “complejo” se expresa supuestamente con nuestra excesiva y reiterada sospecha ante los objetivos de los "gentiles", por nuestra parálisis a la hora de desarrollar y ejercitar la justicia, con la consiguiente incapacidad de aceptar las críticas, todo lo cual nos lleva a preferir causar un grave daño a los demás sólo para evitar que nosotros podamos ser heridos. Cientos de artículos, libros, obras de teatro y películas han tratado de transmitir este mensaje. Las críticas por la vinculación del Holocausto con nuestra determinación de impedir que Irán adquiera armas nucleares, también se ha centrado en gran medida en este supuesto "complejo del Holocausto".

Hay pocas expresiones más molestas que el término "complejo del Holocausto", a pesar de que haya cierta verdad en el fenómeno que describe. A raíz del Holocausto, en efecto, se desarrolló en Israel una profunda desconfianza hacia el mundo exterior y por ello se ha insistido mucho en "unas garantías internacionales de seguridad" (No hay necesidad de aprender las lecciones del Holocausto para apreciar el valor y la verdad intrínseca de esta sospecha, solo basta con mirar la ecuanimidad del mundo en lo que respecta a la masacre en Siria).

También es cierto que se desarrolló en Israel una tendencia a rechazar las críticas, incluso cuando estaban justificadas, identificando demasiado rápidamente las críticas con el antisemitismo (aunque no siempre andábamos desencaminados) . Por encima de todo, existe el peligro real de que la existencia de una gran sensibilidad en lo referente a las amenazas contra Israel, pueda finalmente dar lugar a una reacción exagerada, como un ataque a Irán, aunque no evite lo que se pretende conjurar y es probable que lleve a un desastre aún mayor que lo que se quiere prevenir.

Pero nada de esto justifica la referencia a un "complejo del Holocausto". La palabra "complejo" tiene la connotación de una enfermedad mental. Se alude a una persona, o una nación, que tiene un “tornillo suelto”  - o sufre de “manía persecutoria” - y que constantemente reacciona con una angustia sin sentido acerca de su posible aniquilación. Principalmente, estas arrogantes descalificaciones, y la falta de comprensión que desprenden, son aún más irritantes cuando proceden de otros judíos e israelíes.

Si una persona hubiera perdido a un tercio de sus familiares en una masacre y como con secuencia de ello hubiera desarrollado una profunda desconfianza hacia los extranjeros y sus intenciones, e inclusive preconizara reacciones violentas preventivas contra todos aquellos que se limitan a “aludir a un intento de volver a hacerles daño”, ningún individuo arrogante le acusaría de sufrir un "complejo de masacre", y ciertamente no los miembros de esa familia que hubieran logrado sobrevivir. Y si aún así alguien siguiera criticándola, cualquier persona dotada de la más mínima sensibilidad denunciaría su falta de sentimientos humanos básicos, y tal vez hablaría de la desviación emocional que desprenden sus acusaciones y críticas. No se trata de un "complejo", se diría, sino de un “trauma justificado”, lo que conduce necesariamente a unos síntomas postraumáticos, y cualquier persona que desee hacer frente a manifestaciones de este tipo debe hacerlo con la máxima sensibilidad.

Esta no es una “cuestión de empatía”, porque esa palabra también está contaminada con la arrogancia de esos que, poseyendo una casi perfecta imagen de sí mismos y desde su perfecta, magnífica y elevada posición moral, se permiten el lujo de "sentir empatía" con el defectuoso o traumatizado.

En cambio, es una cuestión de sensibilidad y de perdón, de esa sensibilidad que debemos exigir a los extranjeros y el perdón que debe extenderse a nosotros mismos.

El perdón que necesitamos no es del tipo que nos exime de la responsabilidad, sino más bien del que entiende la responsabilidad de contener la tolerancia y la preocupación.

Este tipo de perdón, al parecer, también se requiere para hacer frente a esos intentos de otros judíos e israelíes para promover un boicot de Israel o de alguna de sus instituciones. A la larga, estos intentos patéticos, para los cuales hay ejemplos que se pueden encontrar en otras naciones, son al parecer otro tipo de reacción frente al trauma del Holocausto y la historia del antisemitismo que la precedió. La suya es una reacción que busca “aplacar o apaciguar el mundo” que podría atacarnos, reacción inversa a esa otra reacción agresiva que denuncian.

En suma, no es sólo el “campo nacional” dentro de la sociedad israelí el que supuestamente está “traumatizado por el Holocausto” y ve por lo tanto al mundo con aprensión, también el “campo de la paz” israelí tiene una visión distorsionada del mundo, debido a ese mismo trauma que tanto denuncia.

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“Víctimas” que persiguen (a los judíos) - Jeff Jacoby


 El Día del Holocausto siempre cae durante la semana siguiente a Pascua. A primera vista, las dos fechas parecen tener poco en común: una conmemora a los millones de judíos europeos aniquilados por la Alemania nazi, y la otra conmemora la liberación de los judíos de la esclavitud en el antiguo Egipto.

A pesar de todas sus obvias diferencias, una similitud fundamental enlaza estos dos capítulos cruciales de la historia judía. Ambos momentos representan unos intentos de genocidio, y en ambos casos sus ejecutores justificaron sus salvajadas afirmando que eran ellos de hecho las verdaderas víctimas, amenazadas por esas mismas personas que tenían la intención de aniquilar.

En el Seder de Pesaj, donde se vuelve a narrar una historia que nos lleva 3.000 años atrás, los judíos leen un pasaje del Éxodo en el que el Faraón racionaliza la represión letal que está a punto de desencadenar contra los hebreos. "Atended pues, seamos sabios con ellos", se cita. "De lo contrario, pueden llegar a ser tantos como nosotros, y si hay una guerra puede que se unan a nuestros enemigos, peleen contra nosotros y tengamos que dejar esta tierra". Su idea era tratarlos con inteligencia: primero como mano de obra esclava, seguido después de su asesinato en masa. "Entonces el Faraón ordenó a todo su pueblo: cada niño que nazca entre los Hebreos, que sea arrojado al Nilo".

Treinta siglos después, similar patrón precedió al Holocausto. "El pueblo judío está en contra de nosotros como enemigo mortal nuestro que es", declaraba Adolf Hitler en 1922, "por lo cual se opondrá a nosotros para siempre". Más de 100.000 judíos alemanes habían servido en el ejército alemán durante la Primera Guerra Mundial y 12.000 de ellos habían caído en el campo de batalla. Sin embargo, la derrota de Alemania fue atribuida a una "puñalada por la espalda" perpetrada por traidores desleales, especialmente por los judíos. Pero a este libelo sin fundamento de los nazis se añadieron muchos otros, como las grotescas afirmaciones de una pretendida agenda corruptora para Alemania. "Los judíos son responsables del intento de traer negros a la región del Rin con la idea final de bastardizar la raza blanca", se explayaba Hitler en el Mein Kampf. Estos enemigos tan malvados no demostraban tolerancia ni daban cuartel: "Debemos ser duros y rápidos, o ellos o nosotros".

Pocas semanas después de su llegada al poder, los nazis lanzaron su reinado del terror que culminaría con la Solución Final. A cada paso, sus crímenes contra los judíos eran descritos como actos de autodefensa. "Los judíos de todo el mundo están tratando de destruir Alemania", gritaban los carteles del gobierno nazi cuando desencadenaron un boicot de los negocios judíos. "Los alemanes deben defenderse". En cada edición de Der Stürmer, el periódico nazi publicado durante más de 20 años por el aliado de Hitler, Julius Streicher, una página proclamaba el siguiente lema: "Los judíos son nuestra desgracia".

A lo largo de los milenios, éste ha sido el modelo para el más virulento y violento antisemitismo. Los judíos siempre fueron representados, contra los hechos y toda lógica, como victimarios. Luego fueron las víctimas de una feroz y sorprendente inhumanidad.

En su magistral historia del siglo XIV, “Una mirada distante”, Barbara W. Tuchman describe con que facilidad, tras el estallido de la Muerte Negra, la peste, se culpó de ella a los judíos, y con qué resultados tan asesinos:
"En las acusaciones de que estaban envenenando los pozos se utilizaba como móvil la intención de matar y destruir a toda la Cristiandad, y así dominar todo el mundo. Los linchamientos se iniciaron en la primavera de 1348, pisando los talones de las primeras muertes por la peste. Los primeros ataques tuvieron lugar en Narbona y Carcasona, donde los judíos fueron sacados de sus casas y arrojados a las hogueras.... Las acusaciones dibujaban una conspiración judía internacional que emanaba de España, con mensajeros procedentes de Toledo que traían el veneno en pequeños paquetes y con instrucciones rabínicas para la dispersión del veneno por pozos y manantiales".
Los defensores de los judíos, entre ellos el Papa Clemente VI, señalaron que éstas eran unas ideas dementes, pues los propios judíos morían como consecuencia de la peste allí donde esta plaga hacía estragos, y que inclusive la peste azotaba lugares donde no vivían judíos. Sin embargo, tan poderosa era la furia contra ellos, y tan ávido era el deseo y el hambre de creer que eran los culpables de todas las cosas malas que sufrían, que miles fueron asesinados o desposeídos.

El antisemitismo es el odio más antiguo de la humanidad, un trastorno obsesivo irracional, y aparentemente indestructible. Ayaan Hirsi Ali, la activista de origen somalí cuya infancia transcurrió en Arabia Saudita, Etiopía y Kenia, recuerda cómo se la instruyó "prácticamente a diario, que los judíos era gente malvada, los enemigos jurados de los musulmanes, cuyo único objetivo era destruir el Islam". Ella creció escuchando como los judíos tenían la culpa de todo, desde el SIDA a las guerras, "si alguna vez quisiéramos conocer la paz y la estabilidad", se le decía, "habría que destruirles antes de que ellos acabaran con nosotros".

Los que odian a los judíos siempre se presentan a sí mismos como víctimas, y su condición de víctimas les da licencia para perseguir a los judíos. Se trata de un fenómeno tan antiguo como los faraones y tan contemporáneo como Al-Qaeda. Hitler lo llevó a una escala sin precedentes. Sin embargo, mientras que Hitler murió en 1945, el odio genocida dirigido contra los judíos sigue bien vivo.

Jeff Jacoby

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Wednesday, April 18, 2012

"Nos hemos vuelto locos", sobre el tratamiento de los medias israelíes del affaire del Lt. Coronel Shalom Eisner



"Nos hemos vuelto locos", era el título de un artículo de opinión publicado este martes en el Maariv por Ben-Dror Yemini, una de las principales columnistas de opinión de la prensa israelí. En su editorial describe la forma en que los medias de Israel han cooperado con los anarquistas europeos pro-Hamas a la hora de difamar al teniente coronel Shalom Eisner, a causa de un único acto de violencia contra un anarquista danés.

El segmento de video de cinco segundos de duración en el que se puede ver como Eisner se quita de encima al activista danes golpeándolo con su rifle en la cara se ha mostrado en los medios de comunicación israelíes una y otra vez, en una especie de "bucle" que se ha repetido cientos de veces en los últimos días.

"Ha pasado mucho tiempo desde que tuvimos algún hecho que hiciera posible presentar a Israel como un monstruo", escribía Yemini con sarcasmo. "No se pudo con la Operación Plomo Fundido, no hubo otra masacre como la que se anunció en Jenin, ni siquiera un mini-intifada. Las promesas de un millón de hombres marchando hacia las fronteras de Israel se quedo en nada, las flotillas dejaron de venir, incluso la flytilla masiva resultó no ser nada. Nada de nada... y entonces se daba el caso que podía parecer por un momento que Israel había tenido éxito a la hora de ocultar el hecho de que realmente es un monstruo, pero finalmente ese argumento encontró la prueba definitiva en una secuencia de cinco segundos de duración que mostraba como un oficial del IDF, el teniente coronel Shalom Eisner, golpeaba a un activista y ciclista danés con su arma".

"Por fin lo han conseguido. El ejército más brutal de la Tierra se muestra a la vista de todos". Yemini señala que Eisner había sido herido en el incidente, que duró de una a dos horas, y que el clip de cinco segundos fue precedido por provocaciones de los anarquistas y de violencia por su parte. Y sin embargo, el asesor legal de la Autoridad de Radiodifusión de Israel, un organismo público, salió al aire para decir que el asunto parecía ser "sumamente grave", y que Eisner debería ser llevado a un juicio penal. "Es sólo cuestión de tiempo antes de que un jurista reconocido lance una petición a la Corte Internacional en La Haya alegando un crimen contra la humanidad, y que el Consejo de los Derechos Humanos de la ONU convoque una sesión especial para poner a Richard Goldstone a volver a trabajar".

"Queridos lectores, se han vuelto locos. Simplemente, nos hemos vuelto locos".

Yemini señala que los "inocentes ciclistas" son activistas anarquistas, en su mayoría europeos, que apoyan a Hamas y a la Yihad Islámica. "Son parte de la alianza roja-verde entre los islamistas y la izquierda radical". El Movimiento de Solidaridad Internacional, al que pertenece el anarquista danés, apoya abiertamente el terrorismo contra Israel.

"Israel es al parecer el único país del mundo que concede total libertad de acción a los que abiertamente tratan de destruirlo, en nombre de los derechos humanos, por supuesto".

A pesar de que Israel tiene una larga experiencia con las travesuras de "Pallywood". escribe Yemini, "el tribunal de los medios de comunicación israelíes entró en acción como un tribunal contra los crímenes de guerra".

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Tuesday, April 17, 2012

Vídeos, manifestaciones y violencia. El ejemplo danés: Copenhague, 17 de Diciembre de 2009


Los activistas que sufren la violencia de los policías daneses no son activistas israelíes realizando una inocente ruta ciclista, son sus propios compatriotas. Europa, nuevamente, un ejemplo a seguir para Israel, eso al menos dicen las "bellas almas" israelíes y los fans del Tikkum Olam dirigido exclusivamente hacia los demás.

No obstante, el teniente coronel Shalom Eisner necesita algo más de tranquilidad, a pesar de los dedos rotos y de las dos horas de aguantar provocaciones de la "flotilla de la bicicleta", bajar algo de peso y quizás un buen afeitado de vez en cuando.

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Monday, April 16, 2012

Ha llegado la Primavera a los editoriales del Haaretz


Israel debe recibir (dar la bienvenida) a los activistas pro-palestinos - que desean la desaparición de Israel - con flores.

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El espectáculo de Vargas Llosa - José García Domínguez - LD


John Cage: 4'33'' for piano (1952)

"Qué gran escritor de prólogos" cuentan que sentenció Cela cuando al cura Aguirre le pusieron sillón en la Academia. Y si no fuese sacrilegio – y grande – otro tanto se podría decir del Vargas Llosa que acaba de firmar La civilización del espectáculo. Pues el esbozo de sesenta páginas que antecede a esa recopilación de artículos de El País, es entremés de ambición notable. Mérito que se agranda al saber de las circunstancias en que hubo de ser escrito: entre el sinfín de compromisos que acarrea el Nobel y la labor de apoyo a la campaña presidencial del coronel Ollanta Humala en su Perú natal.

Palabras mayores, las suyas, sobre el ocaso de la cultura y el crepúsculo de las jerarquías estéticas en el totum revolutum de los mass media y su imperio de la trivialidad. Un lamento en el que suenan altas y claras las voces de T. S. Eliot, Steiner, los situacionistas (Guy Debord) o el Lipovetsky menos farsante, el de La era del vacío. Y donde el lector atento adivina el eco inconfundible de dos autores que para nada se nombran en el texto: el Kundera de El arte de la novela, y, sobre todo, el Alain Finkielkraut de La derrota del pensamiento. Recuérdese aquella su lucidez desolada: "Siempre que lleve la firma de un gran diseñador, un par de botas equivale a Shakespeare; lo que leen las lolitas, a Lolita; una frase publicitaria eficaz, a un poema de Apollinaire; un bonito partido de fútbol, a un ballet de Pina Bausch; un gran modisto, a Picasso; el videoclip de un rockero de moda, a Verdi o a Wagner".

He ahí la genuina divisa de nuestro tiempo: elevar cualquier distracción pueril a la suprema dignidad cultural. Las cifras de ventas al por menor como irrefutable argumento de autoridad artística. Es sabido, mil millones de moscas nunca pueden estar equivocadas. Así, entre otros, apela Vargas a unos de los paradigmas de la estupidez contemporánea, el músico Jonh Cage y su célebre "composición" 4,33 (el pianista se sentaba frente al piano pero no tocaba una tecla durante cuatro minutos y treinta y tres segundos). Muy vanguardista tomadura de pelo acaso solo equiparable a la de hacer pasar por novedoso ensayo un manojo de columnas periodísticas descatalogadas. Mas léase.

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Saturday, April 14, 2012

Rabbi Yitzchak Luria Ashkenazi - Agnieszka Traczewska

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Paisaje interior - Agnieszka Traczewska





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Chelm, la historia seria de una ciudad cómica - Matti Friedman - Times of Israel





¿Me podrías contar como se creó Chelm?

La verdadera respuesta a esta pregunta, dicen, es que Chelm, la ciudad más famosa en el folklore judío, comenzó a existir cuando el Señor envió a un ángel con un saco repleto de almas necias para distribuirlas a través del mundo entero, y el ángel tropezó y derramó todas ellas en el mismo lugar, Chelm.

A eso se debe que, como también nos cuentan, este pueblo de sabios fuera tan sabio como para capturar la luna encerrando su reflejo en un barril de agua, y en el que talmúdicamente adoptaron la engañosa lógica consistente en llevarse los unos a los otros sobre los hombros para evitar dejar huellas en la nieve recién caída.

Los orígenes de hecho de esta ciudad mítica, tal como una investigadora nos está revelando, pueden ser más prosaicos, pero no menos interesantes.

El campo de los estudios sobre Chelm es, tal vez como era de esperar, tan prístino como la nieve de esa historia sobre Chelm, en gran medida inalterado por las pisadas de los estudiosos más serios. Los profesores de literatura sienten tal vez que la palabra "Chelm" no añadiría mucha seriedad a su curriculum vitae. Sin embargo, una erudita, una profesor de literatura en la Universidad de Carolina del Norte, se ha embarcado en un intento de trazar metódicamente los orígenes de Chelm. A través de los archivos de Europa, de los EEUU y de la Biblioteca Nacional de Jerusalén, Ruth von Bernuth ha investigado entre periódicos y libros que datan de hasta hace cuatro siglos en su intento por rastrear los orígenes de las historias sobre Chelm. Estos relatos que habían llegado a ser vistos como un producto puro y auténtico de la cultura judía, resulta que tienen un origen menos simple de lo que nos parecía.

Chelm es una verdadera ciudad, una ciudad de hechuras medias situada en Polonia y cercana a la frontera con Ucrania. Chelm y sus 70.000 habitantes actuales han dado pocas razones al mundo para hacerles notar su existencia.

Su existencia física, sin embargo, nunca fue la cuestión. Para los judíos de ascendencia europea, Chelm es una palabra sinónimo de tontos convencidos de su propia sabiduría, un término que resume una tendencia - una que los judíos podían considerar como particularmente judía -: no dejar que el sentido común interfiera ante una gran idea.

En este Chelm, por ejemplo, cuando el sacristán de la sinagoga era demasiado viejo para que fuera llamando a las persianas de las casas para así despertar a la gente del pueblo para las oraciones matutinas, los ancianos se reunieron y resolvieron el problema: El sacristán se quedaría en casa y todas las persianas que irían con él.

Von Bernuth, la hija de un teólogo protestante, creció en Alemania Oriental. El régimen comunista cayó el año en que terminó la escuela secundaria. Ella conoció el yiddish cuando trabajaba en una tesis sobre la literatura alemana en Oxford, y en el año 2000 un colega le sugirió que mirara hacia Chelm. Ella nunca había oído hablar de esa ciudad. Hoy en día, Chelm requiere casi todo su tiempo.

La historia de las fábulas de Chelm, asegura von Bernuth, comienza en 1597. No comienza, como se podría suponer, con los judíos de Polonia, sino con los cristianos en Alemania. Ese año, un autor alemán desconocido publicó una colección de cuentos sobre una ciudad ficticia donde los hombres sabios se comportaban tontamente. Esas historias se hicieron famosas como los "cuentos de Schildburg", que así se llamaba el pueblo ficticio donde sucedían dichas historias.

Algunas de estas historias son familiares a las que suceden en los cuentos de Chelm. En una, por ejemplo, los ancianos del pueblo tratan de recoger en sacos la luz solar para así iluminar el ayuntamiento, que había sido construido sin ventanas. En otra, para combatir una plaga de ratones, compran una criatura que están convencidos que es una especie de "ratón-perro" - es, de hecho, es un gato, y luego, aterrorizados por el animal, se libran de él pegando fuego a toda la ciudad.

Los libros de cuentos, repartidos entre los países de lengua alemana por los vendedores ambulantes, se reimprimieron más de 30 veces, y cruzaron las líneas culturales que separaban a los cristianos alemanes de los judíos que vivían entre ellos. En 1700, las historias fueron impresas por primera vez en yiddish.

En ese momento, afirma Von Bernuth, los dos idiomas - alemán y yiddish - estaban tan cercanos que algunos estudiosos debaten si sería más apropiado considerar a esas obras "como traducciones o transcripciones". Si las historias se leían en voz alta, los alemanes y los judíos las entendían por igual.

En la primera edición en yiddish y en las que siguieron, la ciudad todavía se llamaba Schildburg. Los personajes todavía eran cristianos que comían carne de cerdo y se iban a la casa de baños el sábado.

En 1800, Von Bernuth encuentra que los intelectuales judíos de mentalidad más moderna, conocidos como maskilim, recogen en una versión posterior las mismas historias y empiezan a contarlas en un contexto judío. Para ellos, los ancianos de ese pueblo necio, con sus pretensiones de sagacidad, reflejan un establishment rabínico arcaico frente a sus propias y nuevas formas de pensar.

Nadie había mencionado todavía a Chelm, que todavía era conocido simplemente como el hogar de una de las más antiguas comunidades judías de Polonia. Otras ciudades, como Praga, eran el blanco de las bromas entre los judíos de aquella época, pero no Chelm. No fue sino hasta 1887 cuando el primer libro en yiddish vinculó de manera explícita a Chelm con dicha locura, y apareció en la ciudad de Lvov, en Galitzia.

Ese libro, Der Khelmer Khokhem, sobrevive en un único ejemplar conocido en la Biblioteca Nacional de Jerusalén, donde Von Bernuth, recién llegada con una beca de investigación de la fundación de la familia Rothschild Yad Hanadiv. El libro incluye la clásica historia del rabino que se establece en Chelm para visitar una ciudad cercana y es escondido debajo de una manta por un carretero que tras hacer un corto trayecto lo deposita de nuevo en el mismo lugar.

La gran ciudad, para gran sorpresa del rabino mientras pasea por ella, se parece mucho a Chelm. De hecho, el mundo entero es Chelm.

Si todas las historias de Chelm se pueden decir que tienen un final gracioso, éste, por supuesto, también lo es.

La razón por la que Chelm fue seleccionada para este papel protagonista aún no está del todo clara. Von Bernuth cree que los narradores, probablemente, sólo necesitaban una especie de ciudad típica de la Europa del Este, y Chelm lo era.

Al albor del siglo XX, las historias de Chelm se propagan. Realmente eran parábolas, subidas de tono de vez en cuando y para adultos, que no eran un entretenimiento para niños. La primera gran colección fue publicada en 1917, incluidas las versiones de las historias originales alemanas y las nuevas incorporaciones.

En la década de 1920, el escritor en yiddish Menachem Kipnis escribió una serie de artículos humorísticos en el diario de Varsovia Haynt en el que se identificaba como un corresponsal en Chelm. Sus artículos fueron tan populares que se dice que una madre que vivía en el auténtico Chelm escribió una carta solicitando que se detuviera su difusión, ya que tenía miedo de que nunca sería capaz de casar a su hija (por ser de Chelm).

Esta anécdota podría ser un nuevo cuento de Chelm. Pero Von Bernuth nos cuenta que, a medida que las historias ganaban en popularidad, la gente dejó de referirse a sí mismos en sus escritos como Chelmeranos. Chelm ya no era solamente el nombre de una ciudad, era una especie de broma, algo que de alguna manera seguía siendo divertido, incluso después de que cientos de habitantes judíos del auténtico Chelm fueran sacados de la ciudad y fusilados por las tropas alemanas a finales de 1939, y otras miles de personas fueran enviadas al campo de exterminio de Sobibor.

"Además del ya mencionado Hersh Welczer, cuya viuda y huérfanos escaparon más tarde de Chelm a Wolyn", se lee en una descripción de los acontecimientos sucedidos en 1939 en un libro conmemorativo posterior publicado por los sobrevivientes, "los siguientes judíos del famoso Chelm fueron fusilados durante la masacre: el Dr. Oks, el fotógrafo Rozenblat, los tres hermanos Lewensztajn - ricos comerciantes en hierro -, Gamulke, un ex teniente en el ejército polaco e Itshe Sznicer, dueño de la perfumería".

"Sus cadáveres fueron entregaron a sus huérfanas familias por aquellos campesinos que los conocían", prosigue el relato, "y el resto fueron enterrados juntos, unos 50, en una misma tumba".

Se hizo evidente mucho antes de la guerra de que el mundo de las historias de Chelm estaba desapareciendo, y que había cambiado su papel: se convirtió menos en una expresiva manifestación cultural y humorística sobre sí mismos, que en una irónica carta de amor a una forma de vida en peligro de extinción.

Sus historias parecen haber sobrevivido, mientras tantas otras manifestaciones de la cultura yiddish se perdieron, gracias a "su lógica absurda, a su buen humor, que les dotaban de una cierta vida", dice Yechiel Szeintuch, un profesor de yiddish en la Universidad Hebrea en Jerusalén (Aunque el interés por la cultura yiddish es cada vez mayor en todo el mundo, y los nuevos departamentos de yiddish se crean en lugares como Lund, Suecia, la Universidad Hebrea cerró su propio departamento en el 2008. Szeintuch llama a esto "una versión moderna de los cuentos de Chelm").

Con el tiempo, Chelm se convirtió popularmente en una de las expresiones más puras de la tradición popular judía en la Europa del Este. Por el contrario, para los estudiosos alemanes de antes de la Segunda Guerra Mundial, las historias en yiddish fueron ridiculizadas como corrupciones foráneas de las originales fábulas de Schildburg.

De hecho, comenta Von Bernuth, la única forma de entender a Chelm es como una creación conjunta de los diferentes pueblos que vivían en un mismo lugar y escuchaban las historias de sus vecinos. "Estas historias son uno de los ejemplos más interesantes de cómo la cultura alemana y el yiddish se influyeron mutuamente. Esto demuestra cuán entrelazados estaban. Para contar las historias de Chelm se necesita conocer la cultura y la literatura alemana. De lo contrario, se permanecería ajeno a sus raíces", nos comenta.

Von Bernuth levanta las cejas para enseñarnos la expresión de los eruditos cuando conocen la tarea a la que dedica tanto de su tiempo. "Algunos de ellos piensan que estoy loca", nos comenta. “Pero también hay ventajas. Cuando me encuentro con algunas personas, especialmente los ancianos, y les digo que estoy trabajando sobre Chelm, me sonríen".

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El último sobre G.Grass - Günter Grass, Israel y los nazis. Una polémica - Juan Gómez - El Global



(El Global ha tenido una actitud bastante singular con respecto al patético poema - la expresión más utilizada y que mejor lo define - de Gunther Grass. Primero lo publicó con gran alborozo, pompa y circunstancia, acompañado con una no menos ridícula exégesis sobre cómo debía comprenderse y celebrarse, para luego dar paso a una especie de marcha atrás o perfil bajo ante las críticas generalizadas que recibió, sin duda toda una sorpresa para el "periódico de referencia en castellano" ante su apuesta inicial muy favorable a Grass.

Posteriormente hubo artículos como el de Adolfo Ortega que dejaban en pelotas al Nobel y "humanista progresista" alemán, y a la vista de todos, y reacciones defensivas por parte de algunos columnistas del periódico que trataban de exculpar a Grass de las críticas más inapelables. Ahora le toca el torno al corresponsal del diario en Berlín, Juan Gómez, en su Berlin Blog, quien realiza un análisis muy interesante y con el que ponemos punto final, eso espero, a este revelador affaire sobre Israel, el nuevo antisemitismo europeo y occidental y su cada vez más inequívoca relación con la izquierda occidental)



Ya han corrido ríos de tinta sobre el poema de Günter Grass. Muy bien, de algo hay que escribir. Se han repetido una serie de falacias que vamos a comentar:

- Censura, tabú.
Es una falacia que criticar a Israel sea un tabú. No lo es en Alemania ni lo es en la asombrosa España, cuyos ciudadanos sólo han visto judíos por la tele y encarnados por algún actor inglés y gentil aunque narigudo, pero aún así compiten con los húngaros y los polacos por el liderazgo europeo en rancios prejuicios antisemitas. Los mismo que en España, cada controversia internacional relacionada con Israel encuentra enorme eco en Alemania, desde las incursiones militares en Gaza o Líbano hasta los asesinatos selectivos del Mossad, pasando por el sangriento abordaje a la flotilla así llamada "de la Libertad”, hace dos años.

Los medios alemanes son más o menos críticos, según. Proisraelí es la línea editorial de Springer, que saca el sensacionalista y (en casi todo los demás) populista diario Bild y su hermanito serio Die Welt. Mantiene entre sus principios fundacionales “la reconciliación entre judíos y alemanes, para la que es obligado apoyar el derecho a la vida del pueblo israelí”. Nótese la sutileza del atávico racismo alemán: “entre judíos y alemanes”. ¿No puede haber judíos alemanes? Los hubo.

Entre eso que se llama la gente de la calle, la opinión es variada. He visto verdaderos aquelarres antiisraelíes en Alemania, sobre todo con ocasión de las masivas protestas contra la Guerra de Irak hace unos diez años y contra la guerra en Líbano, hace seis. Recuerdo de entonces una entretenida trifulca de bar, cuando un amigo le arreó un bofetón a un desconocido que abogaba por “bombardear Israel para acabar con el problema”. Lo mejor fue que el abofeteado terminó llorando tras gritarle mi amigo: “no eres más que un fucking nazi, lo mismo que tus abuelos”. Como cuenta Nick Kulish hoy en el NYTimes, respecto a Israel se aprecia una dicotomía entre la población y las élites alemanas. Pero hay que reconocer que los medios alemanes sí critican a Israel e informan cumplidamente de sus desmanes, errores o chapuzas.
- Primer golpe, ataque preventivo.
El alemán diferencia entre “ataque preventivo” (Präventivschlag) y “primer golpe” (Erstschlag). Grass echa mano del concepto de “primer golpe” (Erstschlag), que define indefectiblemente el primer golpe nuclear del que tanto se hablaba durante la Guerra Fría. Sin duda significa eso en boca del octogenario Nobel, un buen escritor que labró su fama en la apoteosis de los bloques y los telones de acero, esa Arcadia añorada del intelectual mediático. Contra cualquier evidencia o indicio, el poema acusa a Israel de estar planteándose un primer golpe nuclear contra Irán, el golpe que exterminaría “al pueblo iraní”. Un holocausto atómico para suprimir a los persas de la faz de la tierra. Grass abre así la puerta a una falacia muy apreciada por los antisemitas, por los malvados y por los cretinos: que el Estado judío es igual a la Alemania nazi. En lo que nos ocupa, escribí que confiere actualidad al viejo sarcasmo atribuído al psiquiatra Zvi Rex: "Los alemanes nunca perdonarán Auschwitz a los judíos".
- Víctima = víctima = víctima, etc.
No todos somos víctimas. Pero Grass, un exitoso novelista probablemente multimillonario a quien le basta con chapucear unos versos libres para que medio mundo le festeje la ocurrencia, se presenta como una víctima de su “origen” anunciando su propio sacrificio: lo van a descalificar por "antisemitismo”. Como apunta Frank Schirrmacher en su atinado comentario de texto en el FAZ, el archilaureado, mimado, baboseado premio Nobel alemán, un tipo de esos que - parafraseando a Marsé - gustan de “sacarse a sí mismos en procesión”, se considera estigmatizado por su “origen”. No es su país, ni su propio pasado personal, ni la Historia, sino un estigma que perdura "imborrable". Bien es verdad que no le ha valido persecuciones ni cámaras de gas, pero sí (lamenta en su poema) lo ha obligado a callarse y a mentir: “Me prohibía atribuir ese hecho, como verdad evidente, al país de Israel”. Grass interpreta la culpa de los crímenes nazis como un estigma racial o genético que lo equipara moralmente (supongo que también al resto de los alemanes, pero a él, que rompe el silencio, un poquito más), con las verdaderas víctimas. Schirrmacher habla, con Nietzsche, de una "venganza imaginaria". Que le permite "hacer las paces con su propia biografía".
- Israel y la paz mundial.
Israel sola, dice Grass, pone en peligro la paz del mundo. Los ayatolás y el régimen clerical iraní son, en cambio, una simple panda de “bocazas”. Cuando niegan el Holocausto y cuando amenazan con liquidar a Israel. Cosas de fanfarrones.
- Unos apuntes finales:

Alemania organizó el asesinato sistemático de seis millones de judíos europeos en cámaras de gas. Cuando tenía 17 años, Grass se quiso alistar en el Arma Submarina del Ejército nazi, pero terminó en el brazo militar de la SS, la organización responsable del enorme esfuerzo logístico invertido en matar a tanta gente. Grass tardó seis décadas en admitir su militancia en la Waffen-SS. En Pelando la Cebolla, cuenta lo siguiente:
"No quedan marcas en la piel de la cebolla que expresen miedo u horror. Seguramente veía a la Waffen-SS como unidad de élite (...) La doble runa en el cuello del uniforme no me repugnaba

Lo más importante para aquel muchacho que se tenía por un hombre era el arma en la que serviría: si no podía ser en un submarino, de los que ya apenas se hablaba en los partes de guerra, entonces sería como artillero de tanque en una División que, como sabían ya en el Centro de Operaciones de Weißer Hirsch, iba a formarse con el nombre Jörg von Frundsberg

Tras la guerra quise callar con creciente vergüenza lo que había acatado con el estúpido orgullo de mis años jóvenes. Pero la carga se mantuvo y nadie podía aliviarla. Es cierto que mientras duró la instrucción como artillero de tanque que me embruteció durante el otoño y el invierno no supe nada de los crímenes de guerra salidos a la luz más tarde, pero esa ignorancia declarada no podía empañar el reconocimiento de haber sido pieza de un sistema que planeó, organizó y ejecutó el asesinato de millones de personas.
Dice también que él no disparó “un solo tiro”. Es bien plausible que, en el caos descomunal del estertor de la Segunda Guerra, cuando la SS campaba por la retaguardia colgando de los robles y de las farolas a desertores de la Wehrmacht y demás "sediciosos", algunos reclutas no disparasen un solo tiro.

Tras la polémica de su poema, Israel ha declarado a Grass persona non grata y le ha prohibido viajar al país. Una medida histérica y populista, según el ex-embajador israelí Avi Primor. Como consecuencia, Grass ha comparado a Israel - ese Estado que por sí solo “pone en peligro la paz mundial” - con el régimen de la extinta República Democrática Alemana. Dicen que se ha quedado más ancho que Silesia.

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Lo que no se dice del affaire Gunther Grass (Günter Grass y esa izquierda israelí que ha enmudecido - Ari Shavit - Haaretz)


La Santísima Trinidad de la izquierda israelí (David Grossman, Amos Oz y AB Yehoshua) sorprendentemente silenciosos

Günter Grass nos ha puesto a prueba. El extraño texto que publicó hace una semana en el diario Süddeutsche Zeitung es un documento extravagante pero a la vez profundo. No contiene un antisemitismo al viejo estilo, ni es propaganda de formas goebbelsianas.

Pero detrás de sus embarazosas palabras podemos encontrar tres importantes declaraciones. A su manera, Grass está diciendo más o menos lo siguiente: él ya no esta dispuesto a esconder su disgusto con Israel a causa de mi pasado hitleriano; cree además que la capacidad nuclear de Israel está poniendo en peligro la paz mundial; y considera finalmente que el hecho de que su pueblo asesinara a los judíos a partir de 1942 no justifica que los judíos tengan armas nucleares en 2012.

Con los sensibles instintos de un gran escritor, Grass formula una declaración radical que refleja una idea profundamente arraigada y que se extiende a través de los oscuros sótanos de la nueva Alemania, la nueva Europa y la nueva izquierda occidental. De acuerdo con esta idea profundamente arraigada, es Israel, y no Irán, el verdadero agresor actual en el Oriente Medio. No son los chiítas extremistas, sino los israelíes radicales, los nuevos nazis. El crimen contra la humanidad, que debe estar en el centro de nuestra conciencia y de nuestras preocupaciones, no es el perpetrado por Hitler y los suyos a los judíos, sino el que los judíos están a punto de perpetrar con los iraníes. Por lo tanto, y en nombre del Holocausto, se les debe negar a los israelíes el poder nuclear que podría permitirles provocar un segundo Holocausto.

Grass es el negativo del actual primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, quien también establece un vínculo directo entre Auschwitz y la amenaza nuclear. Sin embargo, para el bigotudo escritor alemán la decisiva amenaza nuclear se encarna en Dimona. Con su última gota de tinta, Grass proclama que el Holocausto no se evitará paralizando Natanz (el sitio nuclear iraní), sino desmantelando Dimona. También exige que a Israel se le niegue los submarinos que le sirven de elemento de disuasión al garantizarle la posibilidad de un contraataque (la capacidad de repeler la agresión inicial) y que de acuerdo con fuentes extranjeras garantizan su existencia.

El soldado de las SS que se convirtió en un famoso humanista está terminando su vida exactamente donde la comenzó. Por lo que a él respecta, no hay ningún peligro en las bombas nucleares estadounidenses, rusas, británicas, francesas, chinas, indias y pakistaníes. Tampoco representa ningún peligro real una bomba nuclear iraní. Las que realmente podría destruir nuestro mundo son las armas nucleares atribuidas a Israel. La capacidad de los judíos para defenderse, y así evitar su destrucción, es lo que mantiene despierto y desvelado durante la noche al gurú moralista de Lübeck.

El reto que nos plantea Grass es serio. Incluye un intento de cancelar la acción afirmativa que el pueblo judío ha disfrutado desde 1945, la cual le ha ayudado a proteger su existencia. Incluye también el intento de negar a Israel la red de seguridad moral en la que se fundamenta su red de seguridad estratégica. Esta vez los ataques no van dirigidos contra la ocupación y los asentamientos, sino contra Dimona. La punta de lanza de la izquierda europea y occidental está tratando de negar a Israel la disuasión en que se fundamenta su seguridad.

Netanyahu y su ministro de Asuntos Exteriores, Avigdor Lieberman, respondieron bien a las declaraciones de Grass, pero en el mundo actual nadie relevante les escuchaba. El ministro del Interior, Eli Yishai, reaccionó violentamente a dichas declaraciones, con lo cual dañó seriamente a Israel diplomática y moralmente.

Pero lo más notable es que no hubo ninguna reacción de la izquierda sionista. Ningún escritor articuló una respuesta llena de fuego y azufre en un fluido inglés. Ninguno de sus intelectuales publicó un penetrante artículo en el The New York Times. El Meretz y Peace Now permanecieron en silencio. Los habituales predicadores y moralistas de la izquierda, esos que tanto se apresuran a la hora de condenar cada ridícula declaración de algún rabino, por ejemplo el del asentamiento de Yitzhar, enmudecieron de cara a las terribles palabras del Premio Nobel alemán. Mientras la Alemania oficial condenaba rotundamente las palabras de su escritor más famoso y reconocido, el Israel supuestamente más ilustrado y moral no acertó ni siquiera a balbucear una respuesta. Ante el desafío planteado por Günter Grass, la izquierda moral de Israel fracasó estrepitosamente.

Por ahora, la tormenta ha terminado. Sin embargo, la profunda deficiencia moral expresada por Grass y el estrepitoso fracaso de la izquierda sionista a la hora de denunciarla, constituyen una mala señal. Nos enseña que los largos años de ocupación han distorsionado la mente de esa parte de la población israelí que se quiere la más ilustrada y moral de Israel, y que todo esto la ha hecho olvidar los conceptos clave.

También nos enseña que los principales intelectuales de Occidente y de Israel ya no son capaces de defender a Israel. Las declaraciones de Grass y la necesaria contestación no emitida por sus pares israelíes, nos demuestran que la gangrena de la deslegitimación se está extendiendo gradualmente y nos devora.

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Thursday, April 12, 2012

¿Realmente vale la pena restaurar las sinagogas del mundo árabe? - Lyn Julius – Times of Israel


Freso de la sinagoga de Dura Europus, Damasco. Moisés rescatado de las aguas en Egipto

El Christian Science Monitor nos ha contado el otro día un cuento de hadas, con su narrador, Nicholas Blanford, efusivamente emocionado ante la restauración de la sinagoga Maghen Abraham en Beirut:
El interior ha sido restaurado con su decoración original, con paredes de color azul cielo, los ventanales con arcos y sus blancas columnas con pequeñas zonas pintadas de marrón imitando aquellas conchas fosilizadas en las columnas de piedra caliza originales. El trabajo se espera que esté terminado para este verano, y se espera que un rabino, por vez primera vez en casi cuatro décadas, llegue pronto.

"Una vez que el rabino esté aquí, vamos a ser capaces de celebrar bodas nuevamente", dice un miembro del Consejo Judío del Líbano, quién supervisó la restauración. Él se niega a permitir que su nombre sea citado, lo que nos demuestra que los judíos libaneses aún prefieren mantener un perfil bajo (énfasis añadido).
Aquí, el Christian Science Monitor dentro del reino de la fantasía absoluta. ¿El primer rabino, dices, Nicholas Blanford? ¿Un rabino que oficie en las bodas judías, no es eso? ¿A qué congregación se dirigirá este rabino, dado que tal vez haya una docena de judíos en el país y ninguno de ellos vive en los alrededores de la sinagoga? ¿Qué felices parejas se casaran, ya que hay poquísimos judíos, y muy escasos jóvenes disponibles? Y si los judíos tienen tanto miedo a la hora de identificarse, ¿cuáles son las posibilidades de que asistan a los servicios religiosos o a dichas bodas?. Además, siempre existirá la oportunidad de que esos fieles lo suficientemente valientes como para acercarse a la sinagoga Maghen Abraham sean presas fáciles de cualquier persona que desee causarles problemas. Hezbolá, por ejemplo.

El Christian Science Monitor es además culpable de otros elementos de desinformación. Por ejemplo, se repite la ficción - extendida por Kirsten E. Schulze, la autora del único libro que trata en profundidad la existencia de los judíos del Líbano - de que la mayoría de los judíos libaneses abandonaron el país durante la guerra civil libanesa, ya lo que los convertía en unos objetivos muy expuestos ante un conflicto tan generalizado. Afirmar que el conflicto árabe-israelí expulsó a los judíos libaneses de su país no es estrictamente exacto, ya de hecho fueron expulsados ​​por la reacción antisemita que originó el conflicto árabe-israelí. De hecho, la gran mayoría de los 14.000 judíos del Líbano abandonaron el país antes o inmediatamente después de la Guerra de los Seis Días.

Blanford repite otra afirmación que se ha convertido en un mantra: la sinagoga de Beirut fue bombardeado por los propios israelíes: “Gran parte del daño estructural se infligió, irónicamente, por los bombardeos de barcos de guerra israelíes en 1982". Este rumor lo inició y extendió nada menos que ese “experto” en el Oriente Medio, el periodista británico Robert Fisk, cuya reputación de decir la verdad ha recibido severos golpes recientemente.

El reportaje del Christian Science Monitor es el habitual dentro la tendencia existente en la prensa occidental de saludar y celebrar la restauración de edificios judíos en aquellos países del Oriente Medio que ya no conservan más que un puñado de judíos, y todo ello como una especie de señal o indicio del nacimiento del pluralismo y la tolerancia dentro del mundo árabe. Incluso algunos judíos caen en esa fantasía agradecidos por ese “reconocimiento” muy menor de aquellos judíos que una vez vivieron allí.

"!! Miren, incluso tenemos judíos aquí !!", se proclama desde un restaurado sitio judío.

O como dijo un periodista: "La tolerancia con los restos culturales judíos puede intercambiarse con la buena voluntad y la ayuda occidental sin que sea necesario ningún compromiso complicado con los actuales israelíes".

Haciendo alusión al informe del Christian Science Monitor, Stewart Winer en Times of Israel, recordaba como el año pasado, antes de que su régimen fuera sacudido hasta sus cimientos por la primavera árabe, Bashar al-Assad anunciaba planes de restauración de 11 sinagogas sirias. Y esto en un país incapaz de reunir un minián (quórum) de 10 hombres judíos aptos para el servicio religioso.

Se nos decía que el plan de restauración tenía como verdadero objetivo ganar puntos y alabanzas en los EEUU, más concretamente, entre los 75.000 judíos sirios que viven actualmente en los EEUU.

Disculpen mi cinismo, ¿pero cómo es posible que esos países puedan dar lugar a la limpieza étnica de sus comunidades judías y sin embargo pretendan obtener los beneficios derivados de las relaciones públicas mediante la restauración de algunos edificios judíos?

Acabo de terminar la lectura del libro de Harold Troper "Los redimidos de Dios", que narra la historia de la salvaje persecución de los judíos sirios que permanecieron en ese país hasta la década de 1990, y cómo una mujer canadiense, Judy Feld Carr, jugó un papel central en su rescate. El régimen sirio mantuvo como rehenes a estos judíos sirios, sin inclusive mostrar compasión con aquellos que necesitaban un tratamiento médico urgente en el extranjero. Una mujer que, desesperada, trató de escapar clandestinamente, fue disparada y como resultado de ello quedó paralizada de por vida. Dos hermanos que estaban a punto de abordar un avión rumbo a Italia fueron secuestrados, encarcelados, torturados y maltratados durante cuatro años.

¡Qué pequeño precio a pagar cuando nunca hay necesidad de disculparse! Sólo es preciso restaurar algunos edificios en ruinas y luego esperar los ingresos procedentes del turismo. Es una situación de ganancia absoluta.

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Lo que el "Nunca Más" significa para Günter Grass - Petra Marquardt-Bigman - Warped Mirror



En un "poema" torpe y repleto de tópicos el premio Nobel alemán Günter Grass ha anunciado al mundo que ha tenido que romper su silencio sobre un tema que le "pesa desde hace demasiado tiempo": aun a riesgo de ser tachado de antisemita, simplemente tenía que hacer sonar la alarma sobre la terrible amenaza que para la paz mundial representa Israel

Su extraño "poema" ha desencadenado abundantes críticas y muchas ellas hacen alusión a la última vez que Grass rompió un período de silencio muy amplio y también recibió amplias críticas: en agosto de 2006, poco antes de la publicación de su autobiografía, Grass revelaba en una entrevista que había servido en su juventud en las Waffen SS.

Esta fue una revelación verdaderamente sensacional dadas las circunstancias de que Grass había cultivado cuidadosamente la imagen de ser una autoridad moral que siempre estaba dispuesta a amonestar a los alemanes para que se enfrentaran a su pasado nazi. Como era de esperar, Grass alude ahora también a la oscura historia de Alemania pero lo hace con un giro que se ha convertido en muy popular últimamente: muchos alemanes y europeos parecen creer que pueden afirmar que han aprendido las tantas veces invocadas "lecciones" del Holocausto mucho mejor que los propios judíos, y en particular mucho mejor que los judíos en Israel.

De hecho, la idea que nos está vendiendo Grass es muy popular: ¿Recuerdan la controvertida encuesta del Eurobarómetro de otoño de 2003 que reveló que el 59% de los ciudadanos de la Unión Europea consideraban a Israel como la mayor amenaza para la paz mundial? En aquel entonces, los desconcertados funcionarios europeos trataron de enterrar la mencionada encuesta como una especie de aberración, pero obviamente ese no era el problema, ya que otras encuestas mostraron unos resultados similares. Para citar sólo un ejemplo, una encuesta de la BBC publicada en marzo de 2007 revelaba que Israel era contemplado como el país – dentro de los seleccionados por la encuesta - con una influencia más negativa en el mundo, y, curiosamente, Alemania era el país europeo con mayor porcentaje de encuestados que refrendaban esa suposición: el 77% de los alemanes veían a Israel de una manera negativa, e inclusive en algunos países musulmanes Israel llegó a cosechar unos resultados un poco mejores.

Si bien está documentado que existe una clara correlación entre las actitudes sumamente críticas con las políticas de Israel y una propensión a adoptar puntos de vista antisemitas, Grass, por supuesto, trató de protegerse contra las acusaciones de antisemitismo anunciando de entrada que esperaba dichas acusaciones y haciendo hincapié en que mantiene un "fuerte lazo" con Israel. Pero muchas de las reacciones a su extraño "poema" demuestran que sus “factores de protección” no han funcionado convenientemente. Un ejemplo excelente es el comentario de Josef Joffe en Zeit Online, donde Joffe sostiene que "Freud habría estado muy satisfecho al comprobar esa demostración de resentimientos largamente reprimidos que finalmente salen a la luz".

Pienso que Joffe expone una dinámica que traté de explorar en un ensayo escrito hace unos cinco años después de que Grass revelara finalmente su secreto silenciado durante tantas décadas: su servicio en las Waffen SS. Argumenté entonces que los esfuerzos para ajustar cuentas con el pasado nazi de Alemania - y los muchos casos de colaboración de la población europea con los nazis - dieron lugar a una "gran narrativa" que estructuraba la historia en términos de víctimas y victimarios.

Dentro del prisma de esta "gran narrativa", los alemanes - y, en cierta medida, también los europeos -, contemplaron inicialmente a Israel como el Estado de las víctimas que sobrevivieron a los crímenes perpetrados por los nazis. Pero con el tiempo, los alemanes y los europeos también comenzaron a considerarse a sí mismos como "víctimas de los nazis", mientras que el Estado judío - que se había convertido en una "potencia ocupante" después de su victoria en la guerra de los Seis Días - era criticado cada vez más a menudo criticado como victimario.

Llevado al extremo, las inversiones resultantes son demasiado familiares: Gaza es el Ghetto de Varsovia, los soldados israelíes son los nuevos nazis y los palestinos son los nuevos "judíos", es decir, las víctimas. Incluso si solamente una minoría sostiene totalmente esta inversión, todo el mundo sabe que existe y que ha sido legitimada por muchos intelectuales y figuras públicas, y lo que implica de “descarga de culpas” - por el comportamiento europeo durante el Holocausto - representa un factor implícito de enorme importancia.

Günter Grass probablemente se opondría a la idea de que el cariz de sus críticas le acercaría a aquellos que demonizan a Israel como una especie de nuevo victimario nazi. Sin embargo, eso se desprende con toda claridad cuando se refiere a un posible ataque israelí contra el programa nuclear de Irán, representándolo como un delito predecible y potencialmente "genocida". Su "poema" es su intento de evitar cualquier posible “culpa” alemana por este nuevo "crimen", ya que la preocupación de Grass se focaliza en la posible utilización por parte de Israel de los submarinos de fabricación alemana para atacar a Irán. Esta preocupación se sitúa en un marcado contraste con el aparente silencio de Grass sobre el papel de las empresas alemanas en la facilitación del programa nuclear de Irán.

En última instancia, Grass demuestra en su "poema" que su alusión a la promesa de un "nunca más" – clara referencia al Holocausto – tiene poco que ver con sus perpetradores y víctimas históricas: para el ex recluta de las Waffen SS lo más importante es que Alemania nunca pueda ser identificada nuevamente como parte del bando victimario, y ya que él cree firmemente que Israel está dispuesto a lanzar un ataque devastador contra Irán, no tiene duda de quién debe ser culpado como perpetrador.

Es revelador, según parece, lo poco que le importa a Grass que Irán sea dirigida y gobernada por un negador del Holocausto, alguien que ha repetido una y otra vez las amenazas más feroces contra Israel, o que uno de los principales analistas del régimen iraní haya publicado un artículo de relevante importancia donde explica que "El Fiqh [la jurisprudencia islámica] proporciona ​​las razones de la necesidad de una aniquilación de Israel”. Para Grass, Ahmadineyad es solamente "un bocazas, un fanfarrón” que oprime a su pueblo – ese mismo pueblo que, en opinión de Grass, se enfrenta a una amenaza "genocida" de parte de Israel simplemente porque en algún lugar de Irán pueda existir una "presunta" bomba atómica -.

Cuanto más tiempo se reflexiona sobre el curioso hecho de que Grass no crea que valga la pena preguntarse si los teócratas de Irán pudieran estar tan ansiosos como los nazis de hacer valer sus amenazas en contra de los judíos, todo se vuelve más claro: su afirmación de que se siente conectado a Israel no puede ser más hueca – él, de hecho, no sabe nada acerca de Israel y no tiene ni idea de lo que realmente significa "nunca más" para los descendientes de aquellos a los que los antiguos camaradas de Grass tanto esfuerzo dedicaron en destruir -.

Su necesidad más urgente es considerar a los judíos de Israel como gente peligrosa: los posibles autores de un nuevo crimen nazi.

Como un joven al final de la Segunda Guerra Mundial, Grass fue lo suficientemente inteligente como para deshacerse rápidamente de su uniforme de las SS antes de que pudiera ser capturado, pero parece que nunca se deshizo de lo que aprendió allí sobre los judíos mientras vestía dicho uniforme: "Die Juden sind unser Unglück" (Los judíos son nuestra desgracia).

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