Saturday, May 31, 2008

El retrato en el Renacimiento - Museo del Prado


Giovanni Francesco Caroto - Muchacho sosteniendo un dibujo


Hans Holbein - Dama con una ardilla y un estornino


Giovanni Battista Moroni - El Sastre


Alberto Durero - Autorretrato


El cardenal


Quentin Massys - Vieja mesándose los cabellos


Domenico Ghirlandaio Témpera - Anciano con su nieto

Las imágenes provienen de El País

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Paisajes - Florian Maier-Aichen













Todas las imágenes de la obra de Florian Maier-Aichen provienen de Saatchi Gallery

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Friday, May 30, 2008

Jerusalem - Garrik Zilberman


Hijos de Israel, 1998


En Jerusalem, 2003


Jerusalem nevado, 2004


Viejas calles, 1997


El profeta del monte de los olivos, 1997


Viejo Jerusalem, 2004


Muro de las lamentaciones, 1996


Garrik Zilberman (Jerusalem Anthologia Museum)
nació in 1938 en Odessa. Desde 1941 vivió en Uzbekistan, graduándose en el Tashkent Art College. Emigró a Israel en 1996. Vive en Jerusalem.

"No soy un artista muy 'hablador'. Tal vez por eso comencé a pintar a partir de los doce años, sólo porque me era difícil expresar mis pensamientos en una forma verbal ... "

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Paisajes - Robert Rosenberg


Paisaje del Mar Muerto


Colinas de Jerusalém


Kibbutz


Anochecer en Galilea


Monte de los Olivos


Anochecer en la Ciudad Vieja


Tejados de la Ciudad Vieja

Robert Rosenberg (ArtDealer) nació en Alma-Ata, la antigua capital de Kazakhastán. Tras sus estudios de arte llegó a Israel en 1994, en la ola de inmigración proveniente de la antigua Unión Soviética. Ha establecido su estudio en el norte de Israel, en busca de su colorido y de los espacios abiertos. Su obra está dedicada especialmente a los paisajes de Galilea y Jerusalem.

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Thursday, May 29, 2008

Todos somos socios de Olmert - Israel Harel - Haaretz


- Los judíos religiosos cuentan los días del Omer(*)
- Mientras que los judíos observadores cuentan los días de Olmert (como Primer Ministro)
- Los días del Omer se detendrán en Shavuot
- Pero nosotros no sabemos cuando "los días de Olmert" acabarán

(*) Cómputo de los 49 días o siete semanas entre Pesaj y Shavuot que simboliza el lazo que une la celebración de la libertad física con la libertad espiritual obtenida de los Diez Mandamientos.




Ehud Olmert está de camino a casa. Pero los asuntos por los cuales él tendrá que regresar a su residencia privada no son, y durante mucho tiempo no lo han sido, asuntos personales. Son los asuntos de todos nosotros. Cuando no protestamos por ellos - después de todo, hemos conocido durante todos estos años las noticias que le implicaban en artículos de lujo, las cuentas del partido Likud, las noticias sobre su estancia en el Ministerio de Industria y Comercio y sus operaciones en bienes inmuebles - y le permitimos progresar hasta la cumbre del gobierno, nos convertimos en accesorios. Todos aquellos que se unieron a la lista de Kadima para la Knesset; todos aquellos que forman parte de su staff y aún no se han marchado; toda esa gente conocida, académicos, periodistas y magnates que se sumaron a su séquito durante unas vacaciones, como si fuera el presidente de los Estados Unidos; todos aquellos que alejaron su mirada ante su conducta y ante los hechos - políticos, abogados, altos funcionarios policiales y representantes de medios de comunicación -, todos ellos forman parte del Olmertismo.

Los periodistas Gidi Weitz, Yoav Yitzhak y Mordechai Gilat han estado escribiendo, después de todo, durante años, y con gran detalle, sobre su escasa moral. Sin embargo, todos aquellos que se apiñaron alrededor de él, y fue una muchedumbre muy grande, no sólo no sintieron repugnancia por ello, sino que incluso lo apoyaron.

Olmert se salvó por los pelos de ser procesado una y otra vez, y desde el primer momento se comprobó que él no era el adecuado, desde el punto de vista público, para encabezar el gobierno aún a pesar "de la falta de pruebas". Muy pocos, si los hubo, se levantaron y dijeron: "No es por las denuncias, sino por los aspectos públicos y morales. La gente que es capaz de sobrevivir repetidamente a investigaciones criminales "por la carencia de pruebas" está descalificada para llevar el timón de la vida política de Israel. Al permitirle, y a otros como él como Ariel Sharon, seguir dirigiendo la opinión pública, demostramos cuales son nuestras normas.

Pero eso no es todo; desde el momento en que Olmert cambió su melodía política, fue revitalizado - y hasta empujado - hacia la jefatura política. Todos los ciudadanos importantes - las decenas de miles de israelíes que establecen, influyen y formulan la opinión pública pertenecen a esta categoría - sabían quién era Olmert.

Esto incluye a Ehud Barak y a Ami Ayalon. Ninguno de ellos se levantó, hasta ayer, y dijo: "Este hombre está descalificado". Nadie los había cegado o deslumbrado. Ellos decidieron cerrar sus ojos. E inclusive hoy, después de lo que Morris Talansky ha relatado, muchos de ellos siguen diciendo tercamente que su actuación no fue criminal. Si aún así el testimonio de Talansky se "desliza hacia otro asunto de falta de pruebas", entonces, con respecto a la aplicación de la ley a los altos cargos públicos que se han comportado corruptamente - recordamos perfectamente la escandalosa exención que Sharon y Olmert recibieron del ministro de Justicia sobre el asunto de las isla griegas - Israel podrían comenzar a parecerse a una república bananera.

Olmert no es un hombre vacio, como David Grossman lo acusó de serlo el año pasado. ¿Dónde está ahora su voz, junto con la de los otros profesores y rabinos de la literatura, los caballeros del ejemplo moral en estos tiempos? ¿Están ellos, como los abogados de Olmert, esperando a que se certifiquen las pruebas criminales?

Olmert es totalmente un hombre emplumado. Y él es totalmente responsable de su situación actual. Y los israelíes que aún esperan - con los escritores, los rabinos, los jueces jubilados, los periodistas, las organizaciones que luchan por la justicia social o política [o sea, los moralistas de la izquierda y de la paz] - el espectáculo de las pruebas criminales lo que demuestran es lo que vale su moral cuando se trata de figuras públicas [de su predilección o el denominado "mal menor"]. Como si recibir sobres que contienen dinero en efectivo, sin recibos, sin contabilizar, sin dar cuenta de su origen, destino y fin, no fueran actos que descalifican a una persona con la gran responsabilidad de servir como primer ministro.

Cada día adicional que este hombre permanezca en su puesto, cada día adicional que la opinión pública espere a que le sea proporcionada la prueba criminal, es un día de vergüenza nacional y oprobio. Cada día que no salgamos y no nos manifestemos para que sea depuesto, es un día más en el cual nos resignamos a unas normas inaceptables, y no arrancamos de raiz el mal en nuestra sociedad.


PD. Los comentarios contenidos en los corchetes son míos, pero recalcan el sentido de lo expresado por Harel. Un último añadido, el "gran Avram Burg", el último profeta de la paz y de la moral israelí, ese israelí tan popular en Francia tras adoptar su ciudadanía muy provechosamente (ya saben de que va todo eso, buena reputación garantizada y negocios en la Unión Europea, que nuestro hombre ve con muy malos ojos la posibilidad de un futuro político en Israel), en una entrevista otorgada a Ari Shavit con ocasión de la salida de su último libro (rápidamente traducido, ¿se imaginan por donde irán los tiros y los reproches?), confesaba a Shavit que el mejor político de su generación y a quién daba todo su apoyo era a Ehud Olmert:

"La historia de Ehud Olmert es una gran y terrible tragedia (se refiere a lo sucedido con la Segunda Guerra del Líbano). De todos los de mi generación, que son ligeramente mayores que yo, es el más dotado, el más talentoso, el más experimentado. Nosotros experimentamos un gran cariño el uno por el otro. Yo le quiero mucho. Es uno de los seres más humanos y más morales que conozco en sus relaciones con la gente y con su familia".

Profeta y visionario, sin duda, el señor Burg. No me extraña ni su triste y arrogante carrera política (ambicionó el puesto de Primer Ministro, tras importantes cargos institucionales), ni su nueva faceta "moralista".

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Wednesday, May 28, 2008

Paisajes de Israel - Boris Karavanov


Street in Jaffo, 1997


Gold Jaffo, 2000


Shomron, landscape 2001


Jerusalem, old city, 2000


Lluvia sobre Jerusalem, 1999

Boris Karavanov nació en 1950 cerca de Minsk, la actual Bielorrusia. En 1994 emigró a Israel, y actualmente es un cotizado artista plástico.

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Tuesday, May 27, 2008

El suicidio, un camino hacia la salvación nacional - Amnon Rubinstein - JPost

Gaza se está convirtiendo en un símbolo. Con razón, insistimos en la necesidad de que Israel acabe con el diario bombardeo de nuestros civiles; en efecto, parece obvio que Israel tendrá que llevar a cabo finalmente una acción militar - ningún país podría actuar de otra manera - para hacer callar las armas y los misiles.

Otro aspecto es igualmente significativo y concierne a la actitud del gobierno de Hamas respecto a una tensión que no deja de incrementarse: por una parte, ellos negocian - con Egipto, no con la ilegítima entidad sionista - un cese temporal de hostilidades. Pero por la otra, autorizan la ampliación de la gama de ataques de misiles, sabiendo muy bien que esto apresurará el día en que Israel, bajo cualquier gobierno, tendrá que ordenar a su ejército que entre en Gaza y despoje a Hamas de su poder.

Tal es la política de Hamas: no sólo una sangrienta guerra interminable contra la entidad sionista, sino también su disposición a perder su dominio sobre Gaza como parte de dicha guerra. Eso significa estar dispuestos no sólo a sacrificar las vidas de hombres, mujeres y niños, sino también a sacrificar al mismo régimen establecido hace poco mediante un golpe violento. En otras palabras, es un proceso que exige un enorme suicidio político: el shahid no será sólo el individuo, sino también el mismo régimen.

Esto puede sonar a una conclusión muy radical, pero como Ari Yossef Bar, teniente coronel retirado y administrador del Comité de Seguridad de la Knesset, escribe en el diario del ejército, Ma'arachot, tales casos de suicidio nacional islamista son bastante comunes. Él cita tres ejemplos de regímenes árabes musulmanes que, irracionalmente, sacrificaron su misma existencia, anulando su instinto de conservación, para luchar contra el enemigo hasta un terrible final.

• el primer caso es el de Saddam Hussein, quién en 2003 podría haber evitado la guerra y la conquista permitiendo a los inspectores de Naciones Unidas buscar (por lo visto, innecesariamente) las armas de destrucción masiva dondequiera que quisieran. Aún así, el gobierno de Irak optó por la guerra, sabiendo muy bien que tendría que afrontar el poderío de los EE.UU.

• el segundo caso es el de Yasser Arafat en el 2000, quien, después del fracaso de las conversaciones de Camp David y Taba, tenía dos opciones: seguir negociando con Israel - bajo el mando de Ehud Barak, quizá el gobierno israelí más moderado y flexible que haya podido encontrar - o recurrir a la violencia. Él eligió esta última opción, con la consecuencia de que todo el progreso hacia la independencia palestina se bloqueó. La pérdida consiguiente de la vida, en ambos casos, demuestra la preferencia de Arafat por el suicidio más que por el compromiso.

• el tercer caso es el de los Talibán. Tras el 11-S, su liderazgo tenía dos opciones: desarrollar negociaciones con los EE.UU, con miras a extraditar a Osama bin Laden, o arriesgarse a una guerra y a la destrucción. La opción que eligieron fue evidente: mejor morir luchando que ceder una pulgada.

En los tres casos la conclusión es evidente: la guerra prolongada, la muerte, la destrucción y el suicidio nacional son preferibles a las soluciones pacíficas de los conflictos: morir es preferible a la negociación con los infieles. La misma conclusión, por supuesto, es aplicable a los palestinos que votan a favor de Hamas y de su camino suicida, y a la decisión de Irán de encarar al Consejo de Seguridad en su insistencia por adquirir armamento nuclear.

Estos casos, aún sin precedentes en los anales de la historia, no deberían ser una sorpresa. ¿Si usted glorifica el suicidio individual, si la muerte es la llave para una futura vida feliz, si la guerra en sí misma es santificada, por qué no ampliar estas ideas desde lo individual a lo colectivo? ¿Al régimen en sí mismo? El suicidio se convierte en el camino, tanto de la salvación individual como de la nacional.

Por suerte, no todos los regímenes árabes o musulmanes parecen pensar así. La gran mayoría de los árabes busca la vida, la libertad y la felicidad. Pero cuando el tema es el odiado Israel, domina la locura, y no sólo en los iraníes. Es un hecho que el explícito objetivo de Irán de "limpiar a Israel del mapa", y su amenaza implícita de utilizar armamentos nucleares con ese fin, es un objetivo apoyado por muchos palestinos - aunque ellos también sean "borrados" durante el proceso.

El suicidio como arma en la lucha contra Israel ha adquirido un tal grado de legitimidad que a Occidente le es imposible comprenderlo.

Esta desagradable conclusión debe ser afrontada. Por una parte, debería llevarnos a aumentar nuestros esfuerzos para alcanzar alguna clase de modus vivendi con la OLP y así disminuir el impacto de los fanáticos (a pesar de que cualquier tipo de compromiso será rechazado por Irán y sus cohortes); mientras que por la otra, Israel, así como Occidente, debería estar preparado para una larga, irracional y costosa guerra, diferente a cualquier otra del pasado.

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Un fracaso de las élites - Ari Shavit - Haaretz

A pesar del regreso de la negociación con Siria, Ehud Olmert ya no es interesante. El hombre que avergonzó a la oficina del primer ministro de Israel ya es historia. Incluso Nahum Barnea y Yair Lapid(*) ya no pueden excusarlo. Inclusive Ben Caspi y Eli Zohar(*) ya no puede desenredarlo. Y Benny Steinmetz y Alfred Akirov ya no pueden salvarlo. Ni siquiera Haim Ramon y Haim Oron pueden parar ya la deriva. La corriente es demasiado poderosa, los miles de dólares en sobres son demasiado.

Toda ilusión finalmente se diluye. Incluso un genio del malabarismo como Olmert no puede continuar haciendo juegos malabares eternamente. Una tras otra las pelotas se le caen de las manos. Él lo intenta, nuevamente, pero sus tentativas no durarán mucho más.

Y entonces, la cuestión se desplaza de Olmert a los demás. Ya sabemos más sobre Olmert de lo que quisimos saber alguna vez. La cuestión importante ahora es: ¿Cómo llegó a ser primer ministro? ¿Por qué, en momentos tan peligrosos, confió Israel su futuro a un político tan interesado en sobres repletos de billetes?

¿Por qué, durante esos dos años en los cuales chocó contra un muro, sólo David Grossman estuvo de pie entre los escritores? ¿Por qué únicamente Mordechai Kremnitzer permaneció erguido entre los grandes académicos? ¿Por qué estuvieron sólos también Zahava Gal-On en el Meretz, y Shelly Yachimovich entre los laboristas? Y nadie en el Kadima. Y ni un sólo gran abogado, y tampoco nadie relevante dentro de la comunidad empresarial.

La respuesta es simple e inquietante. Estamos ante un fracaso de las élites. Olmert se convirtió en primer ministro debido a ese fracaso de las élites. Olmert ha sobrevivido como primer ministro porque personajes centrales dentro de ellas le han protegido.

Olmert nunca engañó a la opinión pública en general. Esta sabía todo lo que tenía que saber para formarse una opinión firme sobre este especulador de bienes inmuebles de Jerusalén. Aunque la opinión pública se encuentre lejana de las fuentes de información y del nexo de los acontecimientos, sabía demasiado bien que Olmert no era trigo limpio.

El problema fueron aquellos que dentro del sistema no sabían o no quisieron saber. Aquellos que se codean con los poderosos y que permitieron que el "colega" de Morris Talansky los pervirtiera. Durante un tiempo, aquellos que están en un nivel superior y cuyo dinero dice lo que se tiene que hacer, actuaron como si fueran sordos, mudos y ciegos. Ni investigaron, ni criticaron, ni exigieron. No actuaron como se supone que debían hacer unos líderes de una sociedad.

Olmert fue un fracaso desde su primer día en el cargo. Fue a la guerra con la intención de eliminar la amenaza de 13.000 cohetes en el norte, y consiguió la amenaza de 40.000 cohetes alrededor de Israel. Prometió reforzar a Mahmoud Abbas y convirtió a Hamas en mucho más poderoso. Prometió evacuar a 70.000 pobladores y no ha evacuado ni a uno. Contribuyó a la decadencia del sistema escolar en vez de solucionarla. Socavó aún más barato el sistema judicial en vez de fortificarlo. Trajo a Israel un decadencia y una parálisis moral sin precedentes. La tentativa de distraer a la gente con una imaginaria paz incrementa ese presente. Es el mayor fracaso como Primer Ministro y el más corrupto en la historia de Israel.

Y aún así, milagrosamente, Olmert permanece como una "estrella" para los ricos, y de alguna manera misteriosa también ha conseguido obtener el discreto apoyo de la intelectualidad. Mientras que Richard Nixon tuvo que luchar contra la élite de costa Este, el Nixon israelí se mantiene con el abierto apoyo de la élite económica, así como con el discreto apoyo de la élite del campo de la paz.

Inocentemente, en un "malentendido", ambas élites colaboraron con él. En esta hora fatídica, han funcionado como unas élites débiles y sin integridad, permitiendo que el espectáculo embarazoso de Olmert ejerciendo de primer ministro sea una etapa de la historia.

Y es ahora, cuando el telón comienza a bajar y el maquillaje teatral se derrite de la cara fraudulenta del héroe, cuando los poderes económicos y los intelectuales israelíes deben rendir cuentas. Pues para que Israel pueda salir de las profundidades de la era Olmert tiene que ser dirigido por los fuertes, por la gente de calidad.

Sin embargo, a fin de poder guiarnos nuevamente, ambos grupos deben comprender y admitir claramente que nos han fallado durante los dos últimos años. Deben admitir su fracaso, analizarlo y corregirlo ellos mismos. Deben desterrar la maldición del tratamiento de guante blanco y renovar su promesa de realismo, moralidad e imparcialidad. Sólo si las élites israelíes sirven a la democracia y no la destruyen, volverán nuevamente a ser dignos.

(*) famosos periodistas israelíes

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Sunday, May 25, 2008

Misteriosa Luna - Aya Epstein (ayaMaya)













La maravillosa obra fotográfica de ayaMaya (Aya Epstein) en Flickr

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El Golán, el día después de un acuerdo - Guy Bechor - Ynet

Supongamos, sólo por seguir con los desarrollos que se anuncian, que Siria va a recibir los Altos del Golán, que es territorio soberano de Israel en todos los sentidos (la legislación israelí se aplica en este país tanto como lo hace en Herzliya, será imposible evacuar a los residentes de allí de la misma forma en que fueron retirados de Gaza, porque los derechos de propiedad en el Golán son idénticos a los de Tel Aviv.) ¿Qué va a hacer Bashar Assad, en tal caso?

Fase 1: Cerca de un millón de sirios se instalarán en el Golán inmediatamente. Los sirios ya están argumentando que alrededor de 100.000 sirios huyeron del Golán en 1967. Si queremos contar con ellos y sus descendientes, tenemos ya a 500.000. ¿Quieren una prueba? A pesar de que los Altos del Golán no están en manos sirias, un decreto presidencial que ya se ha emitido promete que cualquier ciudadano sirio residente que se traslade al Golán recibirá un subsidio del gobierno.

Esto es lo que hicieron los sirios en el Líbano con el fin de tenerlo más controlado. Aunque el ejército sirio se vio obligado a retirarse de allí, los sirios dejaron detrás a 800.000 emigrantes sirios que trabajan en el Líbano y que transfieren parte de sus salarios de regreso a Siria. Y así el estrangulamiento sirio del Líbano se ha mantenido intacto, a pesar de la aparente retirada. En otros lugares del mundo, los sirios se denominarían "colonos." Por supuesto, Israel no tiene derecho a hacer lo mismo. Pero cuando Siria lo hace, aparentemente no hay pegas de nadie.

Fase 2: De este modo, Bashar Assad puede realizar su sueño sin interrupciones: el establecimiento de una "resistencia" contra Israel en los Altos del Golán. Oficialmente se argumentará que no tienen conexión con los ataques terroristas que se dirigen contra la región de Galilea y del norte de Israel, el cielo no lo quiera, pero en la práctica, los oficiales de inteligencia sirios podrán hacer lo que quieran con relación al norte de Israel . De hecho, ya lo hacen en el norte del Líbano.

El gobierno antisirio actual, del lider sunnita Saad al-Hariri, acusó abiertamente a Siria y a sus organismos de inteligencia de no sólo estar detrás de los actos de los grupos clandestinos, sino de crearlos con el fin de sabotear al Líbano. ¿Por qué los sirios no pueden hacer lo mismo en el Golán? ¿Un acuerdo de paz con Israel los detendrá? Su relación con nosotros no es como la que mantienen con el Libano, y con éste país "no sólo están en paz", sino que inclusive mantienen una "relación oficial fraternal y amistosa".

Fase 3: El régimen de la minoría alawita, que comanda la familia Assad, puede ser derrocado como consecuencia de un acuerdo de paz, de hecho podría servir para precipitar su caída (y por esa razón, Bashar Assad no perseguirá una paz verdadera con Israel). Su régimen no tiene ninguna legitimidad en Siria, especialmente cuando se trata de los Hermanos Musulmanes, cuyo poder sigue creciendo. Al-Qaeda ya emitió una sentencia de muerte para Bashar por sus aparentes vínculos con Israel y la crueldad con la que trata a los radicales islámicos.

Una vez que el régimen de Assad sea derrocado, los Altos del Golán se convertirán en la vanguardia radical contra Israel, y no sólo de Siria: de gente procedente de Irán, Afganistán y de otros lugares. El terrorismo, en el norte, se duplicará - desde el Golán y desde el Líbano. La vida en el norte se convertirá en una pesadilla insoportable, pero la situación será irreversible. El Golán pasará de ser una región semi vacía a ser el hogar de un millón de agresivos sirios.

El Sinaí es tan grande que la situación allí siempre es reversible. En el frente jordano no hemos renunciado a nada, y en el frente palestino, siempre podemos reocupar cualquier territorio. Sin embargo, con Siria la situación será diferente: de una semi vacía zona de amortiguación, los Altos del Golán se convertirán en una abarrotada región anti-Israel para las futuras generaciones. Así pues, de un activo estratégico para Israel, el Golán se convertiría en un elemento más de los otros esfuerzos regionales para eliminar a Israel. Nuestras futuras generaciones no perdonarán a nadie que contribuya a eso.

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Por qué soy sionista - Gil Troy - JPost BlogCentral

Hoy en día, demasiados amigos y enemigos definen a Israel y al Sionismo en función de la hostilidad del mundo árabe. Haciéndolo así, se pierden la vida y los milagros cotidianos en Israel, los millones que viven, aprenden, ríen y juegan en la única democracia funcional del Oriente Medio. Hacen caso omiso de los logros del sionismo, un movimiento con agallas, visionario, que rescató a un pueblo destrozado reunificando a su población dispersa. Ignoran el potencial transformador del sionismo, el que podría inspirar a las nuevas generaciones de israelíes y de judíos de la Diáspora a encontrar su redención personal trabajando por su vieja-nueva patria común.

Trágicamente, el sionismo hoy en día es asediado y denigrado. Los árabes demonizan al sionismo como una especie de "hombre del saco" moderno, y muchos califican a los sionistas en grupo, junto con los americanos y a la mayor parte de los habitantes de Occidente, como a los "grandes Satanes". En Israel, los modernos postsionistas denigran el estado que les alimenta con privilegios, mientras en la Diáspora, algunos antisionistas judíos, en voz alta, colaboran con fervor converso con los enemigos del estado judío. Los judíos deberían reafirmar su fe en el sionismo y el mundo debería apreciar sus muchos logros. Los sionistas no deben permitir que sus enemigos definan y difamen su movimiento.

Ningún nacionalismo es puro, ningún movimiento es perfecto, ningún estado ideal. Pero hoy el sionismo permanece legítimo, inspirador y pertinente, para mí y para la mayor parte de los judíos. El sionismo ofrece un asidero identitario en un mundo vertiginoso repleto de opciones y de posibilidades, una hoja de ruta para la renovación nacional. Hace un siglo, el sionismo reanimó el orgullo de la etiqueta "judío"; hoy, son los judíos quienes deben reanimar el orgullo de la etiqueta "sionista":

Soy sionista porque soy judío, y sin reconocer el componente nacional del judaísmo no puedo explicar su carácter único. El judaísmo es una religión mundial ligada a una patria, que forma parte de una pueblo y cuyos días sagrados giran alrededor del calendario agrícola israelí, un calendario que ritualiza conceptos teológicos y permite revivir acontecimientos históricos. Sólo en Israel puede un judío vivir plenamente como judío, viviendo en un espacio y en un tiempo judíos.

Soy sionista porque comparto el pasado, el presente y el futuro de mi pueblo, el pueblo judío. Nuestros sistema nervioso está particularmente entrelazado. Cuando uno de nosotros sufre, compartimos su dolor; cuando muchos de nosotros construimos ideales colectivos, nosotros - y el mundo - nos beneficiamos.

Soy sionista porque conozco mi historia, y habiendo sido desterrados de su patria hace más de 1.900 años, los judíos indefensos, errantes, soportaron repetidas y continuas persecuciones tanto de los cristianos como de los musulmanes, durante los siglos previos a que ese antisemitismo culminara en el Holocausto.

Soy sionista porque los judíos nunca olvidaron sus lazos con su patria, su amor por Jerusalén. Incluso cuando ellos establecieron estructuras autónomas en Babilonia, en Europa, en África del Norte, estos gobiernos en el exilio anhelaban regresar a su hogar.

Soy sionista porque esos lazos ideológicos fueron alimentados y nutridos por una valiente minoría de judíos que permanecieron en la tierra de Israel, sosteniendo con su ejemplo el continuado asentamiento judío en el exilio.

Soy sionista porque en tiempos modernos la promesa de la emancipación y la ilustración fue un arma de doble filo, a menudo ofreciendo únicamente la aceptación de los judíos en Europa después de su asimilación, pero sin respetarlos realmente aún tras ella.

Soy sionista porque en el establecimiento del estado soberano de Israel en 1948, los judíos reconstituyeron en términos modernos su relación con una tierra a la que ellos habían estado ligados durante milenios, desde los tiempos bíblicos, como Japón o la India establecieron estados modernos en antiguas civilizaciones.

Soy sionista porque con la construcción de ese estado los judíos regresaron a la historia y abrazaron la normalidad, una condición que les dio fortaleza, con todas sus ventajas, responsabilidades y dilemas.

Soy sionista porque celebro la existencia de Israel. Como cualquier patriota reflexivo, aunque critico las políticas particulares que me disgustan de los diversos gobiernos, no deslegitimo al estado en sí mismo. Soy sionista porque vivo en el mundo real de los estados naciones y compruebo que el sionismo no es más o menos "racista" que ningún otro nacionalismo, ya sea americano, armenio, canadiense, o checo. Todos ellos expresan la eterna necesidad humana de cierta cohesión interna, de cierto tribalismo, de una solidaridad especial entre una agrupación histórica de individuos.

Soy sionista porque hemos aprendido del multiculturalismo norteamericano el estar orgullosos de nuestra herencia y de nuestros orígenes, judíos, italianos, griegos, que pueden proporcionarnos unos cimientos esenciales, para que desde nuestros "mí o nosotros", y por medio de un 'más', lleguemos al mundo entero.

Soy sionista porque en Israel hemos aprendido que un país sin una visión se parece a una persona sin alma; la gran tienda de campaña del sionismo nos puede inculcar valores contra la corrupción y de reafirmación de nuestra unidad nacional, restaurando un sentido de misión y de vida.

Soy sionista porque en nuestro mundo de identidades multidimensionales postmodernas, no tenemos que ser sólo "nosotros", sino "y también": un sionista y un patriota americano; un judío secular pero también un sionista. Cuando algunas personas que viven en Israel rechazan el sionismo, queriendo decir con ello que rechazan el nacionalismo judío, los judíos de la diáspora pueden por contra abrazarlo. Aquellos que preguntan: ¿"cómo puede usted ser un sionista si no realizado su aliya"?, yo les contesto: ¿"Cómo puede alguien realizar su aliya sin ser en primer lugar sionista?".

Soy sionista porque soy demócrata. El matrimonio de democracia y nacionalismo ha producido grandes democracias liberales, incluso Israel, a pesar de ser una democracia que experimenta condiciones muy difíciles de existencia.

Soy sionista porque soy un idealista. Así como hace un siglo la noción de un estado judío viable, independiente y soberano era un sueño imposible, aunque valía la pena luchar por él, también hoy vale la pena luchar por la noción de un prospero, soberano e independiente estado judío que viva en paz con sus vecinos, aunque parezca también un sueño imposible.

Soy sionista porque soy un romántico. La historia de los judíos que reconstruyen su patria, recuperándola del desierto, renovándose, ha sido una de las mayores epopeyas del s. XX. Así la descripción de unos judíos que colaboran día a día en el mantenimiento de su patria, que tratan de conciliarse con el mundo árabe, renovándose a si mismos, y tratando de servir de guía, de estado nación modelo, podría ser una de las maravillas de este siglo. Sí, a veces parece rebuscado, pero piensen en la sentencia que Theodor Herzl, el padre del sionismo moderno, acuñó en un alarde convertido en cliché: "Si ustedes lo desean, no es ningún sueño".

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Saturday, May 24, 2008

Rescribiendo la historia de la Nakba - Petra Marquardt-Bigman - JPost BlogCentral

"Le deseo a Israel lo mejor en su 60 aniversario ... Y para ser justo con los palestinos, les deseo un muy feliz día de la Nakba". Este sarcástico comentario de un lector de la página web del The Guardian (como comentario a uno de los artículos), estaba claramente destinado a burlarse de los esfuerzos de los medias a la hora de proporcionar una cobertura "imparcial" a la celebración del 60 aniversario de Israel adoptando la narrativa de la "nakba", la que postula que el nacimiento de Israel fue, inevitablemente, "una catástrofe" para los palestinos.

En un artículo bastante típico de esta narrativa, el académico palestino de Oxford, Ahmad Samih Khalidi, comienza con la aseveración: "cuando Israel celebra el 60 aniversario de su establecimiento, una contra realidad inevitable está indisolublemente entrelazada con dicho acontecimiento. Es la nakba o la catástrofe, el 60 aniversario de la destrucción de la Palestina árabe en 1948". Khalidi, explícitamente, rechaza el hecho bien documentado de que los sionistas mayoritarios entonces trataban arduamente de realizar su objetivo haciendo posible una coexistencia pacífica; por contra, él insiste en que Israel no podía haber sido construido como un estado judío más que sobre las ruinas de la Palestina árabe".

Obviamente, esta clase de aseveración ignora completamente el plan de partición de las Naciones Unidas de 1947, que previó el establecimiento de dos estados: uno judío y otro árabe, y dicho estado árabe realmente hubiera sido el primer estado palestino en la historia. Aún así, Khalidi afirma que debido al establecimiento de Israel los palestinos fueron privados de su estado como "una mayoría viviendo desde hace mucho tiempo en su propio suelo" y que fueron condenados a convertirse en "una pequeña minoría, vulnerable y una nación rota que vivía en el exilio o bajo una dominación extranjera". Una vez más, esa aseveración es contraria a los hechos históricos ya que Palestina había formado parte del Imperio Otomano durante siglos "bajo un dominación extranjera", y que continuó después de la Primera Guerra Mundial con el establecimiento del Mandato británico.

Khalidi entonces retorna "a la historia de la lucha por la tierra de Palestina" y sostiene que su ejemplo "está en contraste absoluto con el adagio de que la violencia no da frutos en ninguna parte. ¿Dónde lo consiguió la violencia? Según Khalidi, "la guerra de 1948, precedida por el terrorismo judío preestatal, estableció el estado de Israel". Posiblemente sea un modo bastante peculiar de decir que la población judía de Palestina fue obligada a defenderse de los ataques árabes, que comenzaron poco después del anuncio del plan de partición de las Naciones Unidas en noviembre de 1947 y que culminaron con la arremetida de cinco ejércitos árabes inmediatamente después de la declaración de independencia de Israel el 14 de mayo de 1948. Al final de esta guerra, casi un 1% de la población judía de Israel había perdido la vida.

Por supuesto, habían sido los árabes quienes habían esperado lograr sus objetivos por medio de la violencia, lo que ellos abiertamente reconocieron. Como Jamal Husseini, portavoz del Alto Comité Árabe, quien dijo al Consejo de Seguridad de la ONU el 16 de abril de 1948: "el representante de la Agencia judía nos dijo ayer que ellos no eran los atacantes, que los árabes habían comenzado los enfrentamientos. No lo negamos. Dijimos al mundo entero que íbamos a luchar." Y los árabes no hicieron ningún secreto del hecho de que luchaban para prevenir el establecimiento del estado judío; y cuando no lograron, de que iban a luchar para deshacerlo, y fallaron nuevamente.

De todas maneras, Khalidi sostiene de que hay casos en que la instigación de la violencia tiene alguna validez: "la intifada palestino de 1987 llevó Israel a dirigirse a la OLP, lo que culminó en el acuerdo de Oslo de 1993. Además, la decisión israelí de retirarse del Líbano del Sur en 2000 fue el resultado de un logro que les demostró que su permanencia allí no valía tantos sacrificios. La retirada de Israel de Gaza en 2005 fue una consecuencia directa de la segunda intifada del 2000. El debate actual sobre la necesidad de dialogar con Hamas es más una reflexión sobre el valor militar del movimiento islámico que sobre cualquier verdadera convicción de que es un compañero potencial para la paz".

Obviamente, estos "frutos" de la violencia palestina, en el sentido de lo que Khalidi tiene en mente, se deben a que Israel estaba desinclinado a emplear una contra violencia que podría haber utilizado fácilmente para negar a los palestinos cualquier tipo ganancia para la suya.

Mientras Khalidi se abstiene de respaldar explícitamente la violencia y el terrorismo, está claro por alguno de sus otros artículos que él no es favorable a una solución negociada de dos estados. En un artículo, "Gracias anticipadas, por nada", él comentaba: "hoy, el estado palestino es en gran parte una idea punitiva ideada por los perores enemigos históricos del pueblo palestino; Israel y su aliado implacable, los EE.UU. La intención detrás de ese estado es obligar a los palestinos a desistir de sus aspiraciones territoriales, de sus derechos morales, y hacerles faltar a su palabra y a su historia, rindiéndose a los dictados de Israel en las cuestiones fundamentales de la soberanía".

Para Khalidi, violencia y terrorismo aparecen principalmente como un modo de prevenir una resolución pacífica del conflicto israelí palestino hasta que "la solución de un único estado" se haga de alguna manera inevitable. En particular, la revelación de la objeción de Khalidi a cualquier tentativa percibida como un desistimiento de las "aspiraciones territoriales palestinas". Esto resulta muy irónico, ya que siempre es Israel el que se encuentra bajo sospecha y acusación de ambiciones "expansionistas", mientras que un escritor palestino puede declarar abiertamente que su oposición a cualquier tentativa proviene de unas "obligadas aspiraciones territoriales palestinas".

El rechazo de la solución de dos estados y la reclamación a menudo expresada de "una solución de un estado" como una sin duda "más justa solución", es una consecuencia directa de la noción cada vez más popular de que el establecimiento de Israel inevitablemente originó la "nakba" de los palestinos - "una catástrofe" que es a veces implícitamente comparada con el Holocausto, y que siempre es utilizada para exigir una empatía incondicional para la grave situación palestina. Pero mientras esta situación grave es cierta y debe ser encarada, es realmente desdeñable exigir al mismo tiempo empatía y desear que los palestinos se resistan a cualquier resolución pacífica hasta que ellos estén en la posición de obtener "una solución de un estado".

El comentario sarcástico que desea a los palestinos "un muy feliz día de la Nakba" captura esa clase de hipocresía. A menudo se señala que en 1948, cuando aproximadamente 700.000 palestinos huyeron o fueron expulsados durante los enfrentamientos instigados por sus propios líderes, muchos millones de personas de todo el mundo experimentaron un destino muy similar como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial y la disolución de los Imperios coloniales. La mayor parte de estos refugiados sólo podrían soñar con conseguir el apoyo internacional y la atención que los palestinos recibieron - y esto es también totalmente cierto para los 800.000 judíos de los países árabes que fueron obligados a abandonar sus antiguas comunidades. De todos aquellos refugiados, sólo son los palestinos quienes siguen insistiendo en sacrificar su presente y su futuro por su pasado, por la memoria de la "nakba", simbolizada por las llaves de unas casas que ya no existen, casas a las que "enseñan" a sus hijos que deben regresar, aunque ellos nunca las han visto.

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Jerusalem, al atardecer - Odod Feingersh

Negev y Mar Muerto - Moris Kushelevitch


Negev


Crater Ramon, Negev


Paisaje del Mar Muerto


Mar Muerto


Mar Muerto

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